🥀- UN PAR DE OJOS VERDES.

❁⋆Capítulo: XIII⋆❁
❁⋆Un par de ojos verdes⋆❁

Kaylee Felling

¿Estaba hablando en serio? Ryan... él, él...

  Miro al chico frente a mis ojos. Podía sentir mis mejillas levemente sonrojadas, mi corazón palpitando fuertemente y un cosquilleo cómodo en mi estómago. ¿Acaso esas eran las famosas mariposas que uno sentía cuando estaba enamorado?.

  Las manos de Ryan acariciaban mis mejillas suavemente, haciéndome sentir la textura cálida y delicada de sus manos.

  Sus ojos brillaban, o por lo menos yo lo veo así, y aunque la poca iluminación de las luces de neón no me dejaban verlo del todo bien, sentía que me miraba como si pudiera leer y sentir cada uno de mis pensamientos y sentimientos, pero... ¿Qué esperaba él de mi?

—Ryan... yo— ¡¿Por qué me quedaba callada?!.

—No pasa nada pescecita, no quiero que digas nada, solo quiero que lo sientas, que sientas que no es mentira— baja una de sus manos de mi mejilla hasta una de mis manos y la lleva esta hasta su pecho, justo en el lugar que estaría su corazón— Solo siente como late, siente como me dejas y me haces sentir; Y si, ciertamente no eras de mi tipo, pero te colaste lentamente dentro de mi, empezaste como simplemente una atracción física que fué creciendo cada vez más y más, convirtiéndote en mi gusto culposo, Kaylee— Su corazón latía bajo mi mano, incluso lo podía sentir en esta, y que con cada palabra que salía de su boca más rápido latía.

  Paso mi mirada de su pecho a sus ojos. Yo no estaba segura de lo que sentía, no, no lo sabía. Había tenido un día en donde todos los chicos habían decidido declararse, pero la pregunta era ¿Por quién yo sentía amor?

  Lucas es mi amigo de años, el niño que había estado conmigo desde el momento cero y se había mantenido conmigo, y estaba más que claro que lo que sentía por él era solo cariño. Un amor de amigos.

  Harry. Si, en su momento lo amé con toda mi vida, pero ahora... era distinto, mi amor hacía él había cambiado, lo miraba y... si, mi corazón se volvía un poco loco. Pero ya no de la misma manera que antes, era más que obvio que por él sentía el cariño de nuestra antigua relación y todo lo bonito que me brindó.

  Ryan, el mismo lo dijo, era prácticamente imposible enamorarse de alguien en solo unas semanas, además de que no conocía lo suficiente de él, y si, cada vez que lo veía mi estómago cosquilleaba. Así como cuando eres una niña pequeña que veía a su crush el imposible, a ese que no podía tener porque le daba miedo quedar en ridículo cuando le dijeras lo que sentías. ¿Me gustaba Ryan, o simplemente era una atracción física momentánea?; pues simplemente no lo sabía.

—Ryan aunque quisiera estar contigo yo...— coloca su dedo índice en mi boca, un gesto para que hiciera silencio.

Shh... No te he pedido que estés conmigo, no te pido nada, no por ahora, solo quiero que me digas lo que sientes, no más, quiero saber si sientes lo mismo que yo— habla con un tono de voz susurrante que me acaricia suavemente el oído. Su voz en estos momentos era dulce y estaba cargada de sentimientos.

   Las palabras no me salían. Nunca había sido una chica que pudiese expresarse libremente, simplemente no me salía al natural. Para expresarme libremente tenía que explotar, para así poder hablar sin miedo.

  Así que simplemente había una acción que abarcaba todo lo que quería decir pero no podía expresar.

   Tomo la mano de Ryan que aún se mantenía sobre la mía en su pecho y lo conduzco hacía el mío. Justo donde estaba un corazón tan destrozado que latía por él. Porque a pesar de estar tan herido, aún latía. Latía por alguien.

···

   Su pecho subía y bajaba lentamente, su respiración me brindaba seguridad y calma. Ryan tiene los ojos cerrados mientras me hace cosquillas en la espalda por encima de la remera que él mismo había elegido de mi armario. Yo estaba abrazada de lado a su cuerpo, con mi cabeza encima de su pecho.

  Mi mente divagaba por mis más profundos recuerdos a pesar de no querer...

⋆———————❁———————⋆

7 años atrás

  Mi padre había abandonado la casa, me había dejado con mamá sola... nuevamente. La noche anterior había pasado de mi —como siempre— y comenzó a discutir con mi madre. ¿Era malo sentir que no le importabas a tú papá?, pues si era malo yo lo sentía. Me sentía como una carga para él.

  Ni siquiera recordaba un momento que hallamos disfrutado como padre e hija, así como en las películas juveniles que mamá y yo veíamos. Nunca sentí un abrazo de su parte, mucho menos hubo alguna vez "un te quiero". Simplemente yo era como un adorno más en esa casa.

   Ayer en la noche cuando discutió con mamá lo ví salir de la casa con maletas así que pensé "ahí va otra vez de viaje", y hoy mamá me dijo que se había marchado. Se había marchado, para siempre, en un viaje en el que simplemente no regresaría.

{...}

4 años atrás.

   Dios seriamente estaba cansada de mi madre. ¡Quería controlar cada cosa que hacía!. Necesitaba mi espacio. Ojalá pudiese pedir una Emancipación para largarme.

  Aunque creo que no podría mantenerme sola.

  Mamá me hostigaba demasiado, ni siquiera podía respirar sin que ella me preguntara que había hecho. Por suerte siempre estaba Harry para sacarme de esta casa siempre que me sentía así. Amaba a ese chico.

   La noche anterior, justo después de la cena tocaron el timbre. Mamá estaba lavando los trastes y yo estaba en el sofá de la sala leyendo un libro. Al abrir la puerta me encuentro con un señor de unos 46 años, pelo rubio canoso, ojos azules, y con una escasa barba. A su espalda un chico de cabello castaño, alto y de ojos verdes.

Era papá.

{...}

3 años atrás.

Había decidido vivir todo este tiempo con papá y su familia. Su mujer Maery, el hijo de Maery Aiden, y la hija de mi padre con esta mujer Aema.

  Maery se la pasaba de viaje y siempre se llevaba a Aema, papá cómo trabajaba en la cuidad no tenía que viajar muy a menudo, pero nunca estaba en casa. Yo siempre me quedaba en este lugar con Aiden.

  Siempre me paseaba por la casa con ropa corta, no porque le estuviera coqueteando, sinó porque según las chicas de la escuela estaba de moda, y además de que me sentía cómoda, me gustaba. Aiden no me prestaba mucha atención, no cuando estaba con amigos o Harry me venía a visitar. Pero cuando estábamos solos no perdía el tiempo para comerme con la vista o coquetearme.

Era solo eso, un juego que terminó en una tragedia...

⋆———————❁———————⋆

—¿En que piensas?— me pregunta Ryan sacándome de mis pensamientos.

  Mi corazón estaba levemente acelerado, mis manos temblaban un poco y mis ojos estaban húmedos.

—En nada importante —susurre casi sin voz.

Silencio.

—Ryan...— entrelazo mis manos sobre su pecho y coloco mi cabeza sobre estas para verlo mejor— ¿Crees que las personas que están heridas por dentro puedan sanar alguna vez?.

   Esa era una pregunta que me llevaba haciendo hace mucho tiempo. Ya se la había hecho una vez, justo cuando fuimos de picnic, pero esa pregunta siempre iba a estar en mi.

  Yo había estado 8 meses internada en una clínica especializada para problemas de salud mentales, no porque estuviera loca, sino por los trastornos que adquirí después de lo que me pasó. Y a pesar de haber estado ahí ese tiempo nunca me llegué a sentir sana o curada.

  Dante, y la Dct. Stev me habían dicho en esta última semana que eso dependía de mi. Si yo quería dejar de sentirme así era cosa mía, que con las pequeñas cosas iba saliendo adelante aunque no me diese cuenta. Y era verdad.

   Antes ni siquiera podía salir de la casa o caminar sola por ahí, ahora lo hago; no podía tener contacto físico con alguien, ahora lo hago; antes no podía enfrentar los ataques de pánico por mi sola, ahora lo hago.

  Estaba tan concentrada en dar grandes pasos, que no me había dado cuenta de que ya los había dado. Mis barreras, esas que había creado en solo un día, se estaban derrumbando de a poco. Y a pesar de que el camino no es fácil lo estaba consiguiendo. Pero no sentía que estaba sanando. Estaba haciendo cosas que antes no podía hacer, si, me estaba sintiendo normal nuevamente. Pero no estaba sanando, la herida aún seguía abierta, él aún estaba presente.

Hasta las almas más tristes sanan— susurra.

· — · — ❁ — · — ·

  Sentía los párpados pesados, la luz del Sol mañanero que se filtraba por la ventana me daba directamente en el rostro. En el aire se sentía un olor leve a frescura y humedad por causa de la tormenta.

  Parpo el lado de la cama a mis espaldas y no siento nada, o mejor dicho, a nadie. Me siento en la cama de un tirón pasando la vista por toda la habitación; esta solo estaba iluminada por los rayos cálidos del Sol, pero aún así podías apreciar la habitación en general sin tener que fijar la vista. Ryan no estaba.

  A mi lado en la mesita de noche se encontraba una hoja doblada y una sonrísa se me escapa de los labios al leerla.

Debía marcharme antes de que
tú mamá o abuela me vieran,
no quería comprometerte a que te preguntaran quien era ese chico tan guapo que había dormido contigo ;)

NVADQTA, PLH ♡
Ryan.

   A pesar de no haber entendido la última frase me sacó una sonrisa, luego le preguntaría que significaba. El reloj a mi lado marcaba las 6:22 a.m, así que para mí era aún más que temprano, pero no tenía sueño.

  Bajo a la cocina por un vaso de agua o algo que me hidrate, tenía mucha sed; Debería plantearme eso de poner un vaso de agua en la mesita de noche.

  Mamá estaba en la cocina preparando unas tostadas, supongo que la merienda para llevar a su trabajo, la comida del hospital no es nada buena, y lo decía por experiencia propia.

—Buenos días, ¿Qué haces despierta tan temprano?— pregunta después de llevarse un sorbo de jugo de arándano a la boca.

—Tenía sed y bajé por agua— me acerco a la barra de la cocina, y tomo el jugo de mi madre para probarlo.

—¡Hey, ese es mi jugo!— hace un ademán de quitármelo pero yo soy más rápida que ella y lo aparto.

—Era tu jugo, ahora es mío —replico recalcando la primera palabra con burla.

   Mamá iba a quitarme la bebida pero el sonido del timbre nos interrumpe dejando la habitación en total silencio.

—¿Esperas a alguien?— pregunto con el ceño fruncido.

—No, ve a ver, debo vigilar los panes—dice volviéndose a mirar los panes que estaban en la tostadora.

  Camino a la entrada y abro la puerta encontrándome con un chico alto de cabello cobrizo vestido de mensajero.

—Buenos días, ¿Kaylee Felling?— pregunta mirando unos papeles en una tableta de madera.

—Si, soy yo...

—Esto es para usted— me entrega una cajita mediana y me tiende la tableta—Firme aquí, y aquí.

  Firmo en los lugares que el chico me dice y entro a casa nuevamente. Mamá ya no estaba en la cocina, así que supuse que estaría en su cuarto arreglándose para ir a trabajar.

  Subo a mi habitación con la caja en mano, no tenía ninguna dirección postal o alguna información sobre quién la había enviado, solamente mi dirección y nombre. Era extraño.

   Tomo una cuchilla de mi escritorio y abro la caja, encontrándome con un brazalete plateado roto, una flor de color rosa, como las que mamá plantaba cuando estaba pequeña y una nota que decía "¿Lo recuerdas?" Firmado con una "F". No había más.

  Tomo el brazalete en mis manos y veo las figuritas pequeñitas en forma de corazones y estrellitas pero habían dos que llamaban mi atención, una era una flor, otra un unicornio y el otro un guante de boxeo. En el primero estaba inscrito la letra K, en la segunda una A y en la otra una letra que no pude identificar ya que estaba roto.

  En alguna parte de mi mente vagaba el recuerdo de que había visto esta prenda en algún lado. Un sabor amargo se instaló en mi boca y un cosquilleo incómodo en mi abdomen. Algo estaba mal con este regalo, había algo detrás de este.

   Después de buscar entre mis recuerdos dónde era que había visto la prenda y no haber conseguido nada, puesto que no recordaba una parte de mi adolescencia— los hechos más traumantes— por la gran cantidad de medicación que tuve que tomar estando internada decido comenzar a arreglarme para la escuela.

  Hoy era martes, un día como hoy debería ir a la consulta de la Dra. Jiménez, pero por el hecho de que salió de viaje no tendré consultas personalmente de aquí a unas tres semanas. Y a pesar de que la tendremos online para mí no será lo mismo.

  Los martes no tenemos materias importantes que recibir, solamente dos turnos de Literatura y uno de Gimnasia y Educación Física, solamente un poco de deporte.

Nada difícil.

· — · — ❁ — · — ·

¡Me retracto!, hacer ejercicios no es nada fácil, no para alguien que no está entrenado físicamente.

Escucho el silbato del profesor Tomás. Un hombre sin ninguna pizca de porte físico, era todo lo contrario a la asignatura que daba. Uno imaginaría a un chico o hombre alto, fuerte y en excelente estado físico, pues no, él era gordo y para nada bien ejercitado —no tanto como yo— debería pensarme seriamente eso de ir al gimnasio

—¡Señorita Kaylee, una vuelta más!— ¡¿Qué?!.

  Era la segunda vuelta que le daba al terreno de fútbol, y ojalá fuera uno pequeño, pero no, ¡Media 50×90 metros!. Y a lo mejor para muchos no era nada, pero para mí si lo era.

···

  Después de nueves minutos corriendo por una triste vuelta pude sentarme tranquilamente en las gradas para descansar, tomar aire y un sorbo de agua.

  En la cancha de voleibol estaban jugando varias chicas— incluyendo a Camille y a Zoe; otros chicos jugando fútbol americano y yo simplemente sentada en las gradas.

  Había demasiado calor así que agradecí enormemente que el aire estuviera bien fresco y frío, el cielo estaba despejado y de un azul claro, ya no quedaba rastro de la tormenta de ayer.

—Holaa— saluda una voz suave y dulce a mi lado.

—¡Mónica!— saludo con entusiasmo.

—¿Qué tal estás?, ¿No te agrada la clase?.

—Estoy bien, y no, nunca he sido buena para los deportes, de hecho soy anti–deportista— suelto un suspiro pesado.

—Te entiendo y muy bien, pero a pesar de que yo también soy anti–deportista debo ir al gimnasio— su rostro alegre pasó a uno triste. Al parecer no le gustaba hablar de ese tema.

—¿No te gusta ir al gimnasio?— pregunto un poco dudosa.

—No es que no me guste, al contrario me divierto mucho, pero no voy por voluntad propia, sino por la de mi madre— su tono de voz era bajo ya no quedaba rastro de esa voz tierna y contenta, solo quedaba un tono apagado.

—¿Tú mamá te dice que hacer o que no?— digo excesivamente suave para hacerla sentir en confianza.

—Eh, ¿Quieres ir al centro comercial?—pasa de mi pregunta épicamente.

Lo menos que quiero es hacerla sentir mal o agobiarla con ese tema, así que prefiero hacerme la tonta.

—¡Claro!, pero ¿ahora?— frunzo el ceño.

—Si, además no creo que nos vayan a regañar, total solamente estamos dando deporte, y por lo que veo no te gusta nada— comenta con una sonrisa burlona. Ya había vuelto esa chica agradable y risueña.

—A mis amigos les gustaría conocerte, estoy segura que les agradarías muchísimo—esta vez soy yo la que sonrío.

—Seguro...—el ruido de una notificación la interrumpe y enseguida pude notar como sus ojos cafés empezaron a brillar—¿Nos vamos entonces?— pregunta contenta —más de lo normal.

   Hace pocos días la conozco, pero no me parece una mala chica. Además vamos a un lugar público. Nada malo me iba a pasar.

—Vale— le doy una sonrisa de boca cerrada pero lo suficientemente honesta.

   Mónica se levanta de las gradas y me hace una seña para que la siga. Así que eso hago.

  En el estacionamiento un Mercedes Benz color negro junto a un chófer la esperaba— bueno... Nos esperaba. Subo a la parte trasera junto a Mónica y el chófer comienza a conducir. Era la segunda vez en el año que iba nuevamente a un centro comercial.

   La primera vez fuí con Ryan al mall de Ansborg, y ahora por segunda vez voy con Mónica, pero nosotras vamos al del pueblo.

···

  El trayecto fué corto, mucho más corto de lo que recordaba. El mall está lleno de personas por todas partes, desde personas mayores hasta los más chicos. Algunos tirándose fotos y otros solamente comiendo pizza o helados.

—¿Qué haremos primero?— me pregunta Mónica dando vueltas mientras observa todas las tiendas que hay.

—Pues no lo sé—respondo también mirando algunas de las tiendas—¿Qué tal ir a comer helado?—propongo.

—¿Helado?— me observa con duda.

—¿No te gusta?— frunzo el ceño. Nunca había visto a una persona que no le gustara el helado.

—No es eso, es que...—deja la frase a media. Un gesto triste adorna su cara pero enseguida se recompone—No es nada, vamos.

Caminamos por los pasillos amplios del centro mientras le cuento algunas cosas triviales sobre mi.

—¿Trabajas?— pregunta y luego comienza a subir por las escaleras del mall. Arriba estaba la cafetería.

—Yo no. Vivo con mi mamá. ¿Tú trabajas?—pregunto y luego me asomo por la barandilla de cristal para ver hacía abajo. Estábamos en el tercer piso.

—Yo este... si.—responde por lo bajo.

—¿Trabajas? —mi tono de voz sonó sorpresivo— Eh, no me malinterpretes, es solo qué me pareció qué tú familia tiene dinero.

—Pues así es— se detiene frente a la puerta de la cafetería— Mi familia es adinerada, pero digamos que a mí me gusta las cosas más sencillas y simples. Mi madre es ambiciosa y muy pretenciosa. Ella ama lo caro y demostrar lo que tiene. Mi padre por el contrario es más sencillo, pero siempre está de viaje por eso siempre estoy en casa con mi madre. Y ella aprovecha para convertirme en su muñequita. —suspira triste. Mi mirada pasa por encima de su rostro atravesando los ventanales de la cafetería y llegando a un chico de cabello negro junto a una chica morena.

  En seguida una punzada de dolor atravesa mi pecho llegando a mi corazón, incluso sentí un pequeño crujido— literalmente claro. Ryan estaba con SU NOVIA.

¡MENTIROSO DE MIERDA!
¡TODOS, ABSOLUTAMENTE TODOS SON IGUALES!

Mi rostro posiblemente estaba rojo de la rabia. Mi mirada era fría y llena de enfado eso estaba claro.

Cierro los ojos, inhalo y exhalo varias veces mientras hago puños con mis manos y luego los relajo.

—Lo siento mucho, debe ser difícil— le digo a Mónica que tenía la vista gacha—¡Pero no hay nada que un helado no pueda sanar!— le digo tratando de ocultar todas las emociones negativas que siento con una alegría inmensa que se veía más fingida que las actuaciones de los actrices de la televisión.

  Mónica me sonríe y me abraza. Me quedo en modo: estatua. El abrazo me toma de sorpresa pero no tardo en devolvérselo.

  Entramos a la cafetería y mi mirada en ningún momento se despega de Ryan. La chica a su lado me nota al levantar la mirada. Frunce el ceño y yo observo a Ryan que está al frente de ella. Su mirada va hacia él, me sonríe maliciosamente y luego besa a Ryan. Un beso bastante lento, justo para que yo lo viese y me doliera en el corazón.

  Sabía que lo había hecho intencional pero me dolió de igual manera y me hirió de la peor.

—A mi uno de chocolate por favor, ¿Y tú Kaylee?— pregunta Mónica a mi lado.

—Vainilla, por favor.

  La mesa que nos toca estaba justo frente a la de Ryan, así que tenía que pasar por su lado.

Maldito.

Maldito.

Maldito.

  Paso por su lado y pude ver de reojo como su atención se dirigía a mi.

¿Asustado Ryan Stev?

  Me siento con sensualidad en el asiento y comienzo a conversar con Mónica sobre temas triviales. Aunque verdaderamente no le estaba prestando ni la más mínima atención. Mi atención estaba en Ryan, que aunque no lo veía del todo sabía que me estaba mirando.

—Moni— digo su nombre llamando su atención ya que estaba concentrada textiándole a alguien en su móvil.—voy al baño, enseguida regreso.

Mi mirada viaja a Ryan que ya me estaba mirando. Me levanto del asiento y él se levanta al mismo tiempo. Camino al baño y él le dice algo a su acompañante, no lo logro escuchar porque me alejo de inmediato.

A punto de cerrar la puerta una mano se atraviesa impidiéndome cerrarla.

—Kaylee— dice mi nombre al entrar y cerrar la puerta.

—Ryan déjame salir— hago un ademán de pasar por su lado pero no me lo permite.

—Kaylee, deja...—una cachetada lo interrumpe dejando la frase en el aire. Ryan acaricia su mejilla derecha ahora roja.

—A Kaylee le importa una mierda lo que quieras decir Ryan— le digo con evidente enfado— En tu puta vida Ryan Stev, te me vuelves a acercar, así me esté muriendo no te vas a acercar a mi. Te quiero lejos, que te quede claro.

  Salgo del cuarto de baño y un mesero me da el recado que Mónica me dejó diciendo que me esperaba en la entrada del Mall.

Atravieso la puerta de la cafetería y un agarre en mi brazo me detiene.

—¿No te que...

—Aléjate de Ryan— me dice una voz femenina.

  La castaña me mira de arriba a abajo. Me safo de su agarre y la miro con ironía.

—Eso díselo a él preciosa— doy por cerrada la conversación y camino apresuradamente por el pasillo.

¡¿Quién carajos se creía ella?!

¡¿Quién carajos se creía él?!

¡Maldita sea el momento en qué me besé con el maldito de Ryan! ¡Maldito sea el día en qué decidí regresar a la escuela! ¡Las clases online me iban bien!

Mi vista se empieza a tornar borrosa. Mi corazón latía desbocado y mis respiración estaba agitada, no había notado el momento en que había empezado a correr.

Yo solo quiero llegar a casa.

Por obra del destino—que nunca está de mi parte— choco con un chico que iba a paso lento por el pasillo.

—Perdón— le digo rápidamente.

—No hay problema— esa voz.

Levanto la vista encontrándome con unos ojos verdes. Mi corazón comienza a latir fuertemente en mi pecho.

A pesar de no poder verle el rostro porque tenía una mascarilla y el gorro del buzo puesto sabía que era él. Sabía que era...

Aiden.

⋆———❁———⋆
Nota corta:

Fin de todo lo que esta bien, comienzo de todo lo que esta mal.

¿Creen que sea Aiden?

¿Qué os parece la nueva portada?

No olviden cuídarse muchísimo, comer sano, hidratarse, hacer ejercicio, sacar a esas personitas que no aportan nada sano a sus vidas y dormir 8 horitas. Solo para que ninguna hadita fallezca 🌸.

—᭢ꪗ🌸

Si te gustó el capítulo no olvides darle a la estrellita ☆ eso me ánima a seguir con la historia ❤️.

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