🥀- ¿ESO ES HUMO?.
❁⋆Capítulo: IVX⋆❁
❁⋆¿Eso es humo?⋆❁
Kaylee Felling
Mi corazón latía desbocado. Mi cabeza dolía, mis manos y cuerpo entero temblaban, sentía mi cuerpo como si en cualquier momento se fuese a desplomar delante de este desconocido tan conocido.
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—Soy Aiden.
[...]
—Es una bonita sonrísa la que tienes. Tú novio se ganó el mundo entero contigo.
[...]
—¿Qué pasa princesita? ¿Le tienes miedo a tu hermano?
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Mi cabeza estaba aturdida. Millones de cortas imágenes se integraron en mi cabeza como un puñal clavándose en la misma herida haciéndome sangrar más, más y cada vez más. Mi visión se volvió borrosa.
—¿Estás bien?— me pregunta el chico de ojos verdes. Su voz la sentía lejana.
—No, no, no, no, no— repito compulsivamente.
Mis ojos empezaron a escocér. A penas podía respirar. Quería alejarme de ahí lo más rápido posible pero mis pies no me lo permitían.
Él. Él. Él. De nuevo él.
···
Mis ojos ardían y mi cabeza parecía haber sido atropellada por trescientos mil camiones al mismo tiempo.
Tardo unos minutos en recuperar la vista del todo. Estaba en una oficina, una de las paredes eran de cristal y daba hacia uno de los pasillos de la instalación del mall.
—Hola, ¿Cómo sigues?— pregunta un chico alto de cabello teñido de un azul claro, nariz fina y ojos de un color verde brillante al entrar por la puerta de cristal de la habitación.
Había confundido a Aiden, con este chico. Un suspiro de alivio salen de mis labios. Mi cuerpo automáticamente salió de ese trance de protección.
No era Aiden. No era él. No estaba y yo estaba a salvo.
—Bien, supongo— mi voz sonó áspera.
—Necesitas hidratárte— camina hasta unos de los laterales de la oficina hasta una cómoda donde se encontraba una pila de botellas de agua. Toma una y me la tiende después de abrirla para mi.
—Gracias— digo con un tono de voz susurrante.
—¿Has tenido más ataques de pánicos cómo estos?— me pregunta al sentarse frente mío.
¿Cómo fué posible que yo lo halla confundido con Aiden? ¿Cómo? si son tan distintos.
No sé por qué pero sentí la necesidad de contarle, me transmitía seguridad, y eso en mi era muuuuy raro.
—No como este— admito algo incómoda.
—Oh, valla. Me llamo Galax por cierto.— el chico me tiende una mano para estrecharla y eso hago.
—Kaylee— me da una sonrisa y luego suspira.
—Un placer Kaylee yo soy estudiante de psicología, y me parece curioso tú caso, pero debo marcharme ya... solo quería asegurarme de que no te halla asustado mucho— suelta una pequeña carcajada burlón y yo sonrío— trabajo aquí, cuando quieras puedes pasar—y después de una sonrísa de mi parte se marcha, dejándome sola y confusa en esa oficina.
· — · — ❁ — · — ·
—Nena por favor solo es una fiesta en una discoteca— me dice Cami a través del teléfono.
Estaba en mi habitación haciéndome un maquillaje. Últimamente estaba empezando a maquillarme más seguido— claramente en mi habitación y sin salir de ella— el teléfono está encima de la mesa del tocador con el altavoz encendido.
—Camille es martes ¡Por favor!— digo mientras paso un lápiz marrón oscuro por el lagrimal de mi ojo.
—¡Pero mañana es feriado! Cuchi— sonrío ante el apodo reciente que me había puesto— Mira— escucho un ruido a través del teléfono, así que supuse que había ido a la cocina para buscar algo de comer para luego sentarse en el sofá de su casa— velo así: Vas a una discoteca con tus mejores amigos, te despejas, disfrutas, ríes, bailas, bebes y al final te quedas con una velada increíble e inolvidable. ¡Además que es una disco nueva! Anda cuchi vamos, poooorfiiiiis— casi pude imaginármela con una carita de cachorro.
Miro a través del espejo a Nixie que estaba encima de mi cama acostada durmiendo tranquilamente.
Gata descarada.
¿Cómo era posible resistirse a tú mejor amiga? Total en parte mañana era feriado. Así qué...
—Valee ¿a qué hora pasan por mí?— digo resignada. ¡Qué conste qué yo no quiero ir!
—¡Hurra! ¡A las ocho pasamos por tí!— y sin más cuelga. Miro la pantalla del teléfono y pongo los ojos en blanco.
Tengo una amiga loca, ¿Qué se le va a hacer?
Termino de hacerme los ojos— un maquillaje de sombras plateada con dorado, un delineado en negro y las cejas— y bajo a la cocina. Tenía muchísima sed.
La casa estaba en total silencio, excepto por unos ruidos bastantes bruscos en la cocina. La abuela había ido al casino, y aún no eran las siete de la noche para que regresara.
Ya me comenzaba a asustar cuando me fuí acercando, pero al escuchar la voz de mi madre todo esos muros de miedo que había creado en menos de un minuto se derrumbaron.
—Mamá— pronuncio su nombre al detenerme en el marco de la cocina aliviada— ¿Qué haces aquí tan temprano?.
—Nada— responde molesta.
—¿Estás bien?— pregunto cuando la veo pasar por mi lado bastante frustrada —¿Mam...
—¿Qué pasa Kaylee?, Si estoy bien, estoy fenomenal, ¿Satisfecha?— el tono alto que mamá usó conmigo no fue el correcto, y ella se había dado cuenta.— Kaylee es...
—Tranquila— digo yo ahora molesta—hoy salgo con Camille y los chicos, no sé a que hora llegue a casa— y sin más subo escaleras arriba volviendo a encerrarme en mi habitación.
¿Por qué se comportaba así? Entiendo que los temas del trabajo la frusten, pero sin embargo no debería de desquitárselo conmigo. No cuando yo había ido con la intención de contarle lo que me pasó hoy.
Sinceramente me hizo recordar la misma situación en la que vivíamos años atrás. Dejo de darle vueltas al tema por qué sino mi estado de ánimo se iría a la basura y no podría ir a la bendita discoteca con Camille.
Comienzo a desmaquillarme con el agua micelar desmaquillante para rostro y ojos, pues ya quedaba una hora de por medio para salir. Así que en cuanto terminé me metí a la ducha lo más pronto posible.
···
Un bañito y una buena música clásica mientras te arreglas para salir es lo que todo el mundo necesita. Sin ruidos que molesten...
—¡Maldita sea, ¡¿quién es ahora?!— Miro al causante de mi interrupción de felicidad momentánea. El teléfono.
Era un mensaje de la app de WhatsApp anunciando un mensaje nuevo.
Grupo "I":
Camille: Zoe qué significa la "I" del grupo?
Era un grupo creado por Zoe, llamado "I"
Zoe: Insoportables
Textea junto al emoji del angelito.
Fredd: JAJAJA, buena esa Zoe
Me parecía extraño que Lucas no halla escrito aún en el grupo, él estaba distanciado. Supongo que luego preguntaré por él. Ahora mi mayor problema era la ropa y no faltaba mucho para que me viniesen a buscar.
¿Vestido?. No. Creo que sería muy informal para una discoteca. ¿O tal vez no?.
Me lanzo resignada a mi lugar seguro y esponjoso— mi cama— y dejo salir un suspiro involuntario.
—¿Por qué esto de la ropa se me da fatal?— me siento en la cama con una expresión de perro regañado.
Si tan solo mamá me ayudara.
· — · — ❁ — · — ·
Al final me decido por una falda negra que me llega más— mucho más— arriba de los muslos combinado con un top de mangas largas de color rojo vino y unas botas de combate negras. De accesorios y maquillaje no utilicé mucho, solo unos anillos plateados y un delineado negro bastante notable.
Mirándome al espejo sonreí complacida. Hacía mucho pero muuuucho tiempo que no me arreglaba lo suficiente para llegar a sentirme bien y complacida conmigo misma.
El sonido de mi teléfono recibiendo una llamada me saca de mi transe de administración. Camille.
—¿Aló?— digo nada más descolgar.
—¡Ya estamos abajo!— grita demasiado alto cosa que me hizo alejar el móvil de mi oído. La había oído incluso desde aquí arriba— no tanto así pero me gustaba dramatizar.
—Ya bajo.
Estaba indecisa en si tomar un bolso o no al igual que si tomar un abrigo o no. Al final para las dos encuestas decidí la segunda opción. Sin abrigo y sin bolso, así qué corría el riesgo de pasar un frío horrible y de perder mi teléfono.
—¿Dónde vas?— pregunta mi madre al verme bajar las escaleras tan arreglada.
—Te dije que iba a salir.— digo cortante.
—Te pregunté a dónde ibas, no que ibas a hacer— contraataca tal vez enfadada.
Sinceramente si su trabajo la estaba agobiando, ahora mismo una conversación conmigo no la ayudaría mucho. Mamá se enoja de nada, y yo digamos que no tengo un carácter muy bueno. Así que la mejor opción era dejar que sé le pasara el enojo. Y por lo que veo no va a hacer muy pronto.
—A un lugar, con mis amigos— doy por cerrada la conversación cuando la veo devolverse al sitio al que estaba minutos antes.
Observo sus músculos. Estaban tensos, y no por el estrés específicamente. Mamá no era en si de enojarse muy seguido. Como ya había dicho una vez era una de las tantas personas dulces y comprensibles del mundo, aunque si. A veces el estrés puede más que ella y le termina sacando ese lado oscuro que ella poseía, aunque en si no es uno muy grande. Solo comienza a hablar con un tono molesto y se encierra en su habitación.
Pero algo me decía que esto no era estrés laboral. Iba a más allá, tal vez algo personal, algo que le dolía y la corrompe por dentro.
Su mandíbula estaba apretada, y miraba el televisor fijamente, aunque no parecía prestarle la más mínima atención ya que su mirada estába perdida.
—Solo cuídate— dice luego de un tiempo de silencio.
Salgo de la casa y enseguida un aire frío me recorre toda la piel, y no específicamente por el frío de la noche.
Algo estaba mal.
Una presión se instaló en mi pecho, y a pesar de que algo me decía que no fuera a esa fiesta, decidí hacerle caso a la parte de mi cuerpo terca.
—¡Omg!— Camille abre la boca lo más que puede haciendo de la escena una totalmente dramática— ¡Ostia tia estoy que flipo con tu atuendo!— dice acentuando el acento de los españoles, aunque de una manera más exagerada.
—Y tú también estás que flipas— digo claramente siguiéndole la corriente.
—No ya serio, estás preciosa— me hace un corazón con las manos y luego me abraza.
Después de abrazarla dirijo mi mirada al auto. Era uno que conocía muy bien, y no. No era el de Lucas.
No había sabido nada de él desde ayer, y pese a que solo ha pasado un día junto a unas pocas horas ya lo extrañaba. A pesar de todo, él era mi noño y yo su fresita.
Discutimos en una circunstancia terrible lo acepto, pero no es nada que no se pueda solucionar. Él era ese chico que pasaba las noches conmigo cuando sentía que el mundo se me iba a volver a caer encima una vez más. Él era mi pilar, y mi sostén. Y no digo que un paño de lágrima porque yo a él nunca lo consideraría como tal cosa barata. Él era, él es mucho más. Y como los grandes amigos que somos debemos superarlo.
Tal vez decirlo sonaba fácil, no es fácil dejar ir a una persona a la que amas, y lo digo por experiencia demasiado propia. Pero yo lo necesito en mi vida, es un gran amigo de esos que no se puede dejar marchar.
Que ridiculez, solo tenía diecisiete años y ando pensando en cosas del "amor".
En seguida la imágen del pelinegro se acentuó en mi cabeza, imágen que borré he hice desaparecer de inmediato.
Estúpido.
Le devuelvo el cumplido nuevamente a Camille y luego saludo a Freed con nuestro respectivo abrazo.
La noche estaba triste, las calles del pequeño pueblo estaban vacías, ¿Y como no?, era martes, casi nadie saldría esta noche.
Mirando la luna y las estrellas a través de la ventana del auto, en mi cabeza volvieron a pasar cortas imágenes de mi vida.
¿Por qué ese hombre había regresado después de tantos años?
¿Por qué yo había decidido irme a vivir con él?
¿Por qué no pedí ayuda cuando más yo la necesitaba?
Las imágenes de Lucas, Harry y de Ryan abarcan desde mi corazón hasta mi mente. Lucas con sus ojos marrones, esos ojos qué me brindaron fuerza en mis peores días. Harry con cada palabra que decía calmaba esa tormenta tan fuerte qué estaba en mi cabeza. Y Ryan, sus ojos grises, el calor protector qué enmanaba su cuerpo y sus palabras me hacían sentir segura.
Maldito sea el color gris.
· — · — ❁ — · — ·
Después de unos minutos que transcurrieron entre conversaciones al azar, llegamos a nuestro destino.
Un cartel grande con el nombre: "REDRINK" en luces de rojas y moradas de neón iluminaban y decoraba la entrada del bar.
Había una fila súper larga— habían muy pocas personas, solo que me gusta dramatizar—en la entrada, esta estaba protegida por dos hombres musculosos vestidos de traje de seguridad.
—¿Para entrar no hay que ser mayor de edad?— le pregunto a Fredd que estaba a mi lado fumando un cigarrillo. Ni siquiera me había dado cuenta de que lo había prendido.
—Si— responde tranquilamente.
—Sabes que solamente tenemos diecisiete años ¿Verdad?
—Si. ¿Y?.
—¡¿Como qué y...?!— las pocas personas que estaban delante de nosotros voltearon a vernos al escuchar el tono de voz alto que usé. Me giro avergonzada— ¿Cómo vamos a pasar?— susurro cerca de su oído.
—Kay, ¿No has oído nunca la frase que dice que el dinero mueve a las personas?— tira el cigarrillo a un bote de basura y luego observa a sus alrededores; asegurándose de que no halla nadie viéndolo asóma solo un poco de su bolsillo un fajo de billetes—Sorpresa.
Pongo los ojos en blanco mientras sonrío. Camille que había ido a buscar a Zoe porque no sabía cómo llegar regresa junto a ella.
Después de que pasaran los cinco chicos que estaban en la fila delante de nosotros, Fredd comienza a sobornar a los de seguridad. Después de unos largos minutos en los que Fredd le dió los mejores de sus discursos a los guardiaspudimos entrar al lugar.
Era un espacio muy grande, habían dos pisos. El de abajo era una pista de baile acompañado de unas cuantas mesas acomodadas cerca de la pared para que halla más espacio y el de arriba desde la escalera en la que estaba, se podían admirar algunas mesas y en estas unas cuantas personas. Al fondo de la primera sección se podía apreciar dos puertas junto a una larga barra donde habían al menos unos cinco metros de distancia, supuse que esos serían los baños.
Dejando de interrumpir el paso a los qué entraban, bajo con los chicos. La música electrónica se acentuaba mucho más en mis oídos mientras que algunos cuerpos encharcados en sudor me movían de lado a lado al pasar. La aglomeración de personas era algo a lo que aún no estaba acostumbrada, no a esta cantidad.
Después de unos minutos en los que tardamos buscando una mesa disponible nos acomodaos para para pedir algo de beber.
—Saben qué ningún camarero va a venir a atendernos ¿cierto?— pregunta Zoe mientras observa su celular.
Hice un ademán de buscar el mío en mi short. Pero había traído falda, y el móvil lo había dejado en el auto.
Recordar nunca llevar falda, anotado.
—Si, creo que será mejor ir a buscar por nuestra cuenta las bebidas— propone Camille.
—Ya regresamos chicas— agrega Fredd.
Y sin más nos dejan a solas. Zoe estaba concentrada en su teléfono y yo por mi parte al no traer el mío estaba mirando el bar con curiosdad.
¿No les sucede qué entre tantas personas siempre va a ver una qué resalta más en multitud porque su mente la conoce entre tantos?
Pues a mí sí. Justo en la segunda sección. Un chico con el cabello color azabache revuelto, vestido con un pantalón negro y una remera del mismo color estaba apoyado en el barandal del piso.
Mi corazón se agita en mi pecho desperado. Nunca lo había visto fumando, pero parecía sexy desde este ángulo. Su mirada vagaba entre la multitud de personas, así que era imposible que él me viese.
A su lado aparece una chica con una coleta alta y un vestido corto blanco abierto a un costado. Laura. Le da un beso en la mejilla y lo abraza de lado.
Tonta.
Dirijo mi mirada a donde se suponía que estaba la barra haciendo un vago intento de ver a los chicos. Al no tener resultados observo a Zoe quien aún estaba ocupada con su móvil. Y sin pensármelo mucho le pregunto;
—¿Y Lucas?.
—Se marchó— responde cortante y de manera automática.
—¿Qué?, ¿Cómo qué se marchó?— me acomodo mejor en el asiento para escucharla bien.
—Como escuchaste, le dolió tanto tú desplante que sé marchó para estudiar en Solstice— responde nuevamente sin mirarme a la cara. En mi corazón se escuchó un pequeño crack.
—Pero ese no es motivo para dejarnos—Digo intentando buscar una respuesta a lo que me estaba contando.
—Pues como vez para él sí lo era— deja de observar el teléfono por un segundo para mirarme. Su mirada estaba cargada de dolor y luego la regresa a su móvil.
—¿Podrías dejar el puto móvil cinco segundos Zoe?— digo harta de su actitud cortante.
—No, la verdad no tengo ni la más mínima gana de verte la cara, Kaylee— levanta la mirada. Sus ojos, el color de su iris. Es como si estuviese viendo a Lucas. Solo que estos reflejaban enojo, mientras que la mirada de él la última vez reflejaba dolor, uno grande. Nada más pensarlo mis ojos amenazaban con llorar— Por tú culpa, por tu indiferencia mi hermano se marchó. Solo por tú no pudisñte darle solo un poco de cariño.
—Zoe yo... no— las palabras no me salían.
—¿Sabes cómo llegó a casa un día antes de marcharse? Justo el día que peleó contigo, estaba empapado de agua, con fiebre y pálido. Las manos de mi hermano temblaban sin control, y sus ojos derramaron las lágrimas más gruesas que alguna vez pude haber visto.— cierra los, y gracias a la luz de la pantalla de su móvil pude ver unas lágrimas que resbalaron por sus mejillas— Estaba demacrado Kaylee, y tú so-... solo no pudiste brindarle lo que necesitaba.
—Zoe yo no podía. No puedo, Zoe— tomo sus manos y las aprieto con fuerza para brindarle un poco de seguridad a pesar de que en este momento me hechaba la culpa de que su hermano se halla marchado— Zoe yo he pasado por muchas cosas, una tras de otra, yo no puedo brindarle el amor que tú hermano merece. Lucas merece a alguien que esté para él en todo momento. A alguien que no esté tan herida como yo. Perdón.
Seco unas lágrimas que ni siquiera sabía que mis ojos habían derramado cuando Camille y Fredd llegan a la mesa con varios vasos y botellas de licor.
—Ya se estaban tardando— digo intentando cambiar el tema.
—¿Y todo eso?— Zoe señala las botellas
—Es qué hoy todo es gratis, y como Doña María— Fredd señala a Camille sin pena alguna— bebe más que nadie decidió llevarse casi todas las botellas
—Mentira— Camille le golpea el antebrazo divertida y se sienta a mi lado—¿Qué tal si bailamos?— me propone moviendo sus cejas de arriba a abajo.
—Vamos.
Le guiño un ojo con coquetería y nos levantamos para ir a la pista. En los parlantes sonaba: Unholy de Sam Smith y Kim Petra.
Mis movimientos eran sensuales e iban al compás suave de la música. A pesar de qué entendía muy pocas cosas de la canción porque estaba en inglés sabía que movimientos hacer.
Después de esa canción ponen otras más pero con un ritmo mucho más animado.
Entre bebidas, saltos y bailoteo termino chocando con un chico que iba pasando a mis espaldas.
—Oh por dios, lo siento tanto— trato de enfocar mi vista en el chico, que aún no podía ver por la oscuridad del lugar. Y a pesar de que las luces eran parpadeantes y me brindaban un poco de luminosidad seguía si deferenciar su rostro.
El chico al que no podía ver estaba parado frente a frente a mí. Podía sentir su mirada fija en mis ojos azules y los míos sobre él. Los dos habíamos creado un espacio íntimo a pesar de haber un metro de distancia entre ambos, no existía la música ni las personas a nuestro alrededor
La oscuridad solamente se acentuaba en su rostro, es como si solo me dejasen ver un pequeño fragmento de su cuerpo. El destino no quería qué le viese el rostro.
Unos deseos inmensos de tocarlo se asentó en mis manos y un cierto rechazo en mi cuerpo. Una parte de mi quería tocarlo porque en cierto punto sentía que conocía cada parte de él, y la otra solo quería estar segura, y lo más lejos posible de su cuerpo.
Dejando pasar el incidente se retira lentamente entre los cuerpos bailarines y un pequeño deseo de correr tras de él comenzó a existir en mi cuerpo
¿Qué demonios me pasaba?
Continúe bailando hasta que fué la media noche y entre tantos tragos que había bebido me entraron unas inmensas ganas de ir al baño.
Así que me retiré de la mesa en la que estábamos los cuatro— Fredd, Zoe, Camille y yo— para caminar hasta el cuarto de servicio
Las paredes eran totalmente blancas, un espejo inmenso tapaba una de éstas; debajo del espejo estaba una gran encimera con lavamanos y en el otro extremo estaban unos cinco cúbiculos separados por una larga pared.
Termino de analizar el cuarto y sin más preámbulo entro a unos de los cubículos.
Ryan Stev
Desde el barandal del segundo piso podía ver a todas las personas que estaban en el piso inferior. Las luces eran de distintos colores y muy parpadeantes, tanto así que con entrar te podías marear fácilmente.
Había venido al bar nuevo del pueblo "REDRINK" con Laura. Sentía que se lo debía después de haberla hecho sentir fatal el día que salimos a al mall. Según ella había sido culpa de la chica rubia que también había asistido.
Realmente no tenía ni el más mínimo interés de estar aquí. Ni aquí ni en otro lugar. No tenía ni la más mínima gana de salir de casa por lo que había pasado con Kaylee. Pero como siempre, Laura me convenció.
La idea de volver a hablar con Kaylee me pasó por la cabeza, pero ella casi me había rogado para qué no insistiera en volverle a hablar nuevamente. Y si eso quería, eso iba a hacer.
Mi vista vagaba entre toda la multitud, mi mente estaba en otro plano dimensional.
La idea de no volver a hablar con Kaylee me fastidiaba muchísimo y más me fastidió verla en el mismo lugar que yo.
Estaba en una mesa junto a una chica que estaba en nuestro salón. La misma que una vez me acosó en el baño para "hablar" conmigo. Estaba más que claro que ella estaba interesada en mi. Si mal no recuerdo se llama Zoe.
Kaylee miraba el lugar con curiosidad, su mirada estaba a punto de chocar con la mía así que la retiré de inmediato rogándole al cielo porque no me hubiese pillado mirándola más de la cuenta.
Volví a pasar la mirada entre la gente, dándole una que otra miradita a Kaylee, sabía que por la distancia no vería muy bien que la miraba de vez en cuando, que por cierto ella no había despegado la mirada de mi ni un segundo. Nuevo punto anotado: A pesar de estar enfadada me miraba.
—Hola— Laura aparece a mi lado dándome un beso en la mejilla para después abrazarse a mi cuerpo.
—Hola— le doy un beso en la frente para no pasar de indiferente con ella.
—Llevas mucho tiempo aquí.
—Es que no quería fumar cerca de tí. Me acordé que eres alérgica al humo.
—Cierto. ¿Te gusta el lugar?— pregunta contenta mirando hacia la primera sección.
—Si, no es...— me interrumpe molesta. ¿El por qué? No lo sabía. Laura era extraña y mucho. Aveces creía que sufría de algún trastorno o algo así.
—Ya veo porque estabas muy feliz aquí— me mira con los ojos llenos de lágrimas. ¿De qué hablaba ahora?— Mira quién está ahí— señala sin despegar su mirada dolida de mis ojos.
Sigo el lugar a donde se dirige su dedo. Kaylee. La rubia estaba hablando con su amiga bastante seria. Su cuerpo estaba tenso, incluso sentía la necesidad de ir y abrazarla.
—No hace falta que mientas Ryan— sin más se va por donde mismo había llegado.
Sentía el deber de ir con ella. Pero justo ahora no estaba para aguantar sus dramas.
· — · — ❁ — · — ·
Había pasado casi una hora viendo a Kaylee bailar y disfrutar de la noche. También la había visto entablar una conversación extraña con un chico que había chocado con ella.
La gente era imbécil.
Ahora ella estaba sentada en la mesa junto a sus cuatro amigos. Me resultaba extraño que no estuviera con ellos el del pelo marrón. Lucas si mal no recuerdo.
Desde la posición en que estaba la podía ver perfectamente.
¿Qué me había pasado con ella?
¿En qué momento dejé que entrara en mi mente?
Kaylee desde lejos podía parecer una chica alegre sin problemas y una feliciana de la vida. Pero estaba claro que no era así, ella había pasado por tantas cosas, y era inestable. Aunque no lo pareciera ella sufría y lo más doloroso era que no dejara ir ese dolor.
Kaylee se levanta de la silla y pude ver como iba rumbo al baño. Sin pensarlo mucho atravieso a la multitud de personas para llegar hasta las puertas del baño.
¿Qué haces Ryan?— pregunto para mi mismo.
Ella no me quiere ver, y debo respetar esa decisión.
Poso mi frente en la puerta del baño pensando en si abrirla o no. Resignado de la idea avanzo hacia la barra.
—¡A la mierda lo que ella quiera!— Sin pensarlo mucho regreso y entro de inmediato a la habitación.
Supuse que estaba en uno de los cubículos así que la espero recostado en la amplia meseta del lavamanos.
Kaylee Felling
Dios que hambre. Mi barriga rugía en mi estómago, solo quería comer algo, y parte del hambre me estaba empezando a sentir mal. Como si algo iba a pasar.
Maldito instinto humano.
Termino de acomodarme la falda y salgo del cubículo. Enseguida una sombra negra se posa en mis ojos.
—Hola— saluda campantemente.
Ryan estaba cerca de mi, olía a ese perfume tan característico de él junto a un toque de bebida.
Su cabello negro estaba despeinado y sus ojos plomizos brillaban con encanto y timidez.
—¿Qué haces aquí?— pregunto con rudeza. Era increíble como por dentro sentía un cosquilleo bonito y por fuera expresaba el carácter de un ogro.
—Kay...
—¿Sabes qué? No quiero saber— paso por su lado y camino hasta uno de los lavamanos.
¿Estaba nerviosa? Si. ¿Mis manos temblaban? También.
—Por favor Kaylee solo déjame explicarte— se posa a mi lado y cierra la puerta.
—Ryan...— lo miro a través del espejo porque si lo miraba directamente podría llorar. ¡No tengo la culpa de ser tan floja!— Tú maldito problema es que no entiendes que no, es NO. Ya te dije que no me interesa lo que me quieras decir, tu vida con esa chica me importa muy poco— mentira, la verdad era que sí me importaba— ¿Te piensas que por un beso que le podría a ver dado a cualquiera ya somos pareja?
Ryan me miraba fijamente, su mirada a través del cristal reflejaban ¿Tristeza? ¿Decepción?. ¡¿Pero qué carajos?!. La que estaba triste era yo, la que estaba decepcionada era yo. Yo pensaba que yo le gustaba. Yo solita me idealicé a un Ryan que no existía.
Porque al final todos son iguales, al final todos son unos malditos mentirosos que ¡NO HACEN MÁS QUÉ JUGAR CON LA MENTE DE CHICAS INOCENTES!.
—Kaylee está bien que me trates así, me lo merezco, pero yo solo quiero explicarte...— me toma del mentón obligando a que lo mire.
Sus ojos. ¡Maldita sea el color gris!
—...Si después sigues con ese pensamiento lo entenderé, y te dejaré en paz— el problema estaba en que no quería que me dejara en paz— Prometo que nunca más me verás. ¿Está bien?
Asiento repetidamente con la cabeza mientras que mis ojos se mantienen en los suyos. Ni siquiera tenía el control de mi propio cuerpo.
—Kaylee, tú a mí la verdad nunca me habías gustado— enseguida una expresión de enfado, rabia y tres mil novecientas expresiones pasa por mi rostro «todas desagradables»— no hasta el día en que te quedaste en mi casa. Ese día cambiaste todo los esquemas de mi mundo. Desde que te encontré en el baño me implantaste una curiosidad inmensa por conocerte...
Yo no le gustaba, solo era curiosidad, solo lo estaba confundiendo.
—... Después de conocer un poco más de tí te empezaste a colar entre mis huesos y así hasta llegar a mi corazón. Desde antes ya yo había quedado con Laura, ni siquiera tenemos una relación seria, nunca le he dicho que lo nuestro era algo serio, y cada vez que toco el tema de que ella y yo no somos nada le dan ataques de rabietas. El día que me encontraste en la cafetería del mall yo estaba hablando con ella respecto a eso.
«No sabía que ella me había besado porque te había visto, ni siquiera sé porqué le seguí el beso— aparta la mirada unos segundos y luego la vuelve a posar en mi— al final no pude terminar con ella la relación cual sea que tengamos, por eso hoy aquí me viste con ella»
Un rastro de vergüenza pasa por mis ojos, no sabía que él me había visto.
—Sé que nos viste, y por eso quiero aclararte que Laura y yo no somos nada, que no siento con ella el cosquilleo que siento por tí cuando te veo de lejos, no siento esos deseos que siento por tí de tocarte y el de no hacerlo hace que mi sangre arda dentro de mi cuerpo. Laura no provoca los espasmos de mi corazón como cuando tú me miras. Ella y tú no son iguales. Mientras que ella me provoca lástima y repulsión, tú me provocas admiración y unos deseos incontrolables de tocarte y tenerte cerca.
«Kaylee no quiero qué pienses que te utilizo, porque no es así, tú para mí eres todo lo bonito de este mundo...
—Ryan para— digo de repente—no quiero escuchar esos falsos sentimientos que me haces creer que tienes porque sé que cuando salgas de aquí vas a ir junto a ella, porque ella te va a buscar y tú cómo no sabes alejarte vas a dejar que se quede, no estoy celosa o molesta.—¡Mientiras mentiras son todas, puras mentiras!, la verdad era que si estoy más que molesta y celosa.— Sinceramente no...
Sin darme oportunidad a continuar me besa. Me agarra de la nuca fuertemente para hacerme quedar en el mismo sitio sin apartarme. Aunque tampoco era que lo quisiera hacer.
¿Me resistí? No. ¿Quería qué me besara? Si.
Era demasiado lo que sentía por él, y no era amor, porque yo ya no sabía lo que era eso. Yo no sabía lo que era querer a alguien sin estar obsesionado. Porque eso me enseñó y me demostró Aiden. La única manera real de querer era la obsesión.
Yo sabía que no era cierto, sabía que existía la manera ingenua y sana de amar. Pero eso en mi era imposible. Era muy imposible de que yo volviera a creer en la felicidad o en eso que la gente llama amor. Porque la realidad era que no existía. No para mi.
¿Sentía cosas lindas por Ryan?, Si. Y las sentía de verdad. Las sentía de una manera inocente, pero eso que sentía nunca iba a llegar a más. Él no me lo permitía.
Ryan me invita a abrir la boca y eso hago. Dejando que introduzca su lengua para que roce la mía. Un gusto a licor se posa en mi lengua, pero no me aparto, el gusto era exquisito.
Una de sus manos estaban en mis caderas apresandome más contra él mientras que la otra estaba en mi nuca.
Dios ya no quiero apartarme nunca más.
De momento siento como sus dos manos se enredan en mi cintura. Sabía lo que quería así que me lanzo encima de él, Ryan me atrapa en el aire y me presiona contra una de las paredes cercanas.
¿Cuál era? Ni siquiera sabía.
Dios santo sus labios me hacían sentir en el limbo, tanto así que necesitaba más.
—R–Rya–Ryan ¡Ah!— un gemido gustoso e involuntario escapa de mis labios cuando Ryan muerde el lóbulo de mi oreja.
La boca de Ryan recorría mi cuello con unas ganas incontrolables. Y yo no podía pensar en nada.
Me comienzo a frotar contra él comenzando a sentir la erección creciente de su miembro. Necesitaba más. Me comienzo a frotar más y más empezando a sentir lo mojado de mi propia entrepierna.
—Ryan.— digo firmemente a pesar de estar agitada e excitada.
—¿Pasa algo?— pregunta mirando mi rostro posiblemente rojo, posa su mirada en mis labios inchados y sonríe complacido.
—Bájame— los ojos de Ryan expresaban confusión a pesar de estar dilatados. Sin pensarlo mucho me baja y yo camino hasta la encimera de los lavamanos.
Mi reflejo en el espejo era horrible pero no me desagrada. Mi cabello estaba despeinado, mis labios estaban hinchados y medio rositas, mi rostro estaba de un tono rojizo. Nunca en la vida me había visto así.
Me volteo para mirar a Ryan con una sonrísa coqueta y su mirada ahora reflejaba confusión pero con un toque de picardía.
Me subo a la encimera, dejando un espacio entre mis piernas para que él se posara justo ahí. Él nota mis intenciones y si dirige hacia mi con coquetería.
Se me acerca lentamente haciendo que pierda la cabeza. Lo quería cerca.
Mis ojos miraban los suyos con urgencia mientras que los de él me admiraban como si fuese una obra maestra.
Se acerca por completo a mi para besarme pero yo lo detengo.
—¿Qué sucede?— pregunta está vez cansado.
Sin decir nada, tomo una de sus manos y la llevo hasta mi entrepierna que estaba deseosa esperando un tacto de su parte. Lo necesitaba.
El pelinegro muerde su labio y hace caso a mi indicación. Claro que lo que necesitaba nunca llegó.
—Pídelo— ordena con la voz grave. Estaba tan excitado como yo.
Sin pensarlo mucho le digo eso que quería escuchar.
—Tócame— me mira con una ceja enarcada esperando algo más—... por favor.
Ryan sonríe complacido, aparta la tela fina de mis bragas y sin más toca el botón que ni siquiera sabía que tenía.
Sus dedos hacían un movimiento suave de abajo hacia arriba, acariciando esa zona tan sensible de mí. Sus dedos se fueron introducciendo lentamente adentro. Dios necesitaba más.
—¡Ah!, más Ryan por favor— pronuncio con los ojos cerrados y con unos de mis labios atrapados dentro de mis dientes.
—Como gustes— pronuncia más sus movimientos, ahora eran más rápidos y ágiles.
¡Dios donde había aprendido todo eso!.
Princesita.
No por favor no. No quiero recordarlo en este preciso momento.
Quiero volver a sentirme bien sin que él esté presente en cada pensamiento.
Mis ojos se empezaron a nublar por las lágrimas y mi corazón se agita con un espasmo de dolor.
No voy a permitir que su presencia en mi mente me siga lastimando.
Levanto mi mirada a Ryan que tiene los ojos dilatados —casi ni existía el color gris característico de sus ojos—su rostro tiene una mueca de excitación.
En ese momento no podía pensar en nada más, solo en sus ojos fijos en los míos y sus dedos dándome excitación.
Mis pies temblaban de la excitación y mi cuello era sometido a unos besos exquisitos. Entre lamidas y mordidas había uno que otro jadeo.
Enseguida una instalación cómoda ya antes sentida en mi vientre se acopla.
Iba a correrme en sus manos.
—Córrete para mi Kaylee— dice entre besos mientras mueve dos de sus dedos dentro mío y otro acariciaba mi clitoris de manera rápida.
Y tal como quería me terminé corriendo en su mano. Me abrazo a él y cierro los ojos para calmar los espasmos de mi cuerpo.
—¿Disfrutaste?
Me aparto de Ryan de inmediato con el corazón agitado.
¿Siempre qué tuviera un momento así con alguien lo iba a recordar?
Aparto la mirada del cuerpo de Ryan tratando de que las lágrimas que se habían posado en mis ojos se marcharan por si solas.
Cosa que no conseguí porque Ryan toma mi mentón provocando que mi mirada valla hacía él.
—¿Qué pasa Kaylee?, puedes confiar en mí.
¿Puedo confiar en él realmente? Quería contarle todo realmente, pero ¿y si después de esto él se sentía igual de mal qué yo, o peor?
—Ryan yo...— pronuncio con la voz rota. Paso mi mirada por toda la habitación buscando las palabras correctas para hablarle sobre mi vida.
Si se marchaba estaba bien. Dirijo mi mirada hacía la puerta y ahí se queda, frunzo el ceño.
—¿Eso es humo?.
⋆———❁———⋆
—᭢ꪗ🌸
Si te gustó el capítulo no olvides darle a la estrellita ☆ eso me ánima a seguir con la historia ❤️.
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