🥀CAP| 02
02| El pelinegro
❁
Kaylee Felling
Supongo que el estar varios minutos en el salón de clases escuchando a la maestra sobre el comportamiento que debemos mantener en la institución es algo que no le agrada a muchos jóvenes –incluyéndome a mi, claro está.
—¿Quedó claro?—pasa la mirada por todos esperando una respuesta.
—Síííí—responden todos a coro.
—Ya se pueden marchar.
Todos nos levantamos con rapidez tomando nuestros libros y útiles para después caminar apresuradamente hacia la salida.
—Fresita, no sabes cuanto me alegra que estés de vuelta—me habla Lucas mientras camina a mi lado rumbo a la cafetería.
Una pequeña sonrisa de contentura, admiración, nostalgia y otras emociones se aglopa en mis labios. Lucas a mi lado me sonríe de igual manera.
Sus ojos marrones siguen con ese mismo brillo tan característico y su sonrisa ¿Para qué hablar de ella?.
La manera de Lucas es de admirar. Un chico atento y cariñoso, ¿Qué más se le podría pedir?
—Yo también me alegro— contesto al final abrazándolo de lado.
Con Lucas y Camille abrazarlos me sale natural. Creo que es por la cantidad de momentos y emociones que hemos pasado juntos, y pesar de que mi mejor amigo es Fredd siento que no tengo la misma conexión que tengo con Lucas.
A lo mejor es porque a Lucas le dí la oportunidad de interferir en uno de mis problemas y a Fredd no, o tal vez simplemente porque es más cercano a mi.
—¿Oigan ustedes saben que le pasa a Harry?—pregunta Fredd de repente—es que se ha comportado raro.
Cierto. Desde que llegué, Harry a tenido una actitud cortante y distante con los chicos, cuando minutos antes de que yo entrara al salón él estaba feliz con todos, y a pesar de que hace poco más de dos años yo no interactúo con él, lo conozco y sé que él no es así.
Supongo que mi reaparición se le salió de las manos o no quiere verme.
—Yo no. —Camille curva sus labios hacia abajo.
—Yo tampoco. —Zoe se encoge de hombros.
—Y a mi no me mires, yo acabo de llegar.—digo negando con la cabeza.
—¿Y tú Lucas? —todos miramos a Lucas esperando una respuesta. Tal vez él sepa.
—Pues...—se rasca la nuca nervioso— sospecho que puede que esté hecho un mar de emociones al ver a Kaylee. Ya saben, pues él se sintió muy mal cuando lo dejaste—me mira y mi mirada baja al suelo instintivamente—así que él empezó a hacer como que te odiaba, que nunca más quería saber de tí, entonces regresaste a nuestras vidas y él seguro vió que nada a cambiado. Que te sigue amando.
—Oh, valla—susurro con la cabeza aún gacha.
Sé que lastimé a Harry, pero no sabía que lo suficiente para que se comportara de esta manera. Tal vez mi manera de cortar con él no fue la correcta, pero yo no quería qué él me mirara con asco, pena o lástima.
Porque de él no lo hubiese aguantado.
Era mi chico, y imaginarlo abochornado o triste por mí, me rompería el corazón.
—Oye—Lucas busca mi mirada—tranquila no es tú culpa, solo hiciste algo que creíste necesario.
—Claro, no te sientas mal por él, sabes que es un loco con problemas mentales—escuchar a Camille diciendo eso me hace sonreír.
—Ademas él está con Lilliam, y están felices los dos, así que taaan mal, él no está—agrega Zoe.
Con una sonrisa forzada y un asentimiento de cabeza respondo a lo que dijo segundos antes. Al final y al cabo ella tiene razón, él está feliz con su chica, y no parece tener ningún problema.
Sin mí, parece estar bien.
—Por cierto Kaylee— la voz de Fredd me saca de mi trance—¿Por qué terminaste con Harry? ¿Y por qué dejaste de hablar con nosotros?—mi corazón comienza a palpitar de manera pesada e incómoda. Sé perfectamente que algún día se van a enterar, pero hasta entonces quiero mantenerlo lo más oculto posible.
Un aire de tensión se instala entre nosotros, uno que enseguida Lucas se encarga de aliviar por mi.
—Creo que no debemos agobiar a Kaylee, acaba de llegar, ya pronto nos contará lo que sucedió—Lucas me sonríe y yo le doy las gracias moviendo solamente los labios, a lo que él vuelve a sonreír
Que haría yo sin este chico.
❁
La cafetería está repleta de estudiantes por doquier, algunos almorzando, otros criticando la vida agena y otros simplemente con sus teléfonos móviles. Por esta aglomeración de jóvenes nunca antes me ha gustado almorzar aquí.
Las risas y voces que resuenan por todo el lugar me hacen plantearme salir a comer por ahí en vez de quedarme.
Después de haber llenado nuestros estómagos nos habíamos quedado unos minutos minutos más para charlar sobre que habían hecho los chicos este tiempo:
· Camille ha retomado las clases de dibujo.
·Lucas está comenzando en el gimnasio para tener una vida más sana. Aunque siendo sincera no le hace falta.
· Zoellia está tomando un curso de modelaje.
·Fredd simplemente ayuda a su padre en su biblioteca.
Ahora solamente esperamos los cuatro por Zoe a que termine de tomarse su jugo de naranja, porque según ella beberlo mientras camina le podría causar un accidente a su abrigo por culpa de los ineptos de estudiantes que corren por el pasillo.
La pregunta es: ¿Si hace calor por qué lleva abrigo?
Solo lo entiende ella.
Mientras los demás están charlando sobre temas triviales, mi mirada está fija en la puerta, y mis pensamientos están perdidos por alguna parte de mi subconsciente. Estoy en otra dimensión por así decirlo.
Un chico de cuerpo fornido, ojos color miel y cabello castaño salta a la vista. Harry camina muy serio y seguro hacia aquí, y su mirada está fija en mí.
Tiene el ceño fruncido y parece enojado. Mi corazón comienza a agitarse cuando lo veo más cerca de nuestra mesa.
Tal vez lo que sentía por él no ha cambiado.
—Buenas tardes Harritín—saluda Zoe con gracia antes de llevarse su jugo a la boca. Ya deseo que termine de tomarse el bendito jugo.
Harry se sienta frente a mi sin dejar de mirarme fijamente y sin saludar a los demás.
Su manera de mirarme quema, y no solo por el dolor, sinó también por los tantos y lindos recuerdos que pasamos juntos en la adolescencia
Poso la vista de mis ojos azules en los suyos para parecer segura y no dejarle en claro que aún me pone un poco nerviosa su presencia.
Algo no está bien.
Sus manos están cerradas en un puño encima de la mesa, su mandíbula está apretada y sus ojos me recorren con ¿odio?
—Hola Kaylee—el tono frío de su voz hace que cada vello de mi piel se erize.
Sé que tal vez no he sido la mejor persona con él, pero me parece innecesario la manera tan fría y distante con la que me trata.
—Hola—respondo casi en un susurro, con miedo.
—¿Cómo estás? —no me deja contestar porque continúa hablando— espero que bien, porque sino no vendrías a estamparnos en la cara que existes—sus palabras no expresan ni una pizca de consideración o algo por el estilo y eso duele.
Es como si no me quisiera aquí.
—Harry estás siendo muy duro con ella—interfiere Lucas.
—¿Duro? ¿En serio, Lucas? Dura fue ella cuando se alejó sin motivos de ustedes, no le importó una mierda que ustedes estuvieran tristes por ella, cuando ella seguro andaba gozando como una perra con otro.—esas palabras salen de su boca con furia y un dolor incontrolable y yo solo puedo mantenerme callada.
Sus palabras duelen, duelen y mucho, él no sabe ni sé imagina por la mitad de lo que pasé durante un año y más, él solo juzga porque no sabe el sufrimiento que hay dentro de mi.
Mis labios comienzan a temblar y mis ojos a humedecerse.
No puedo llorar aquí.
No puedo tener un ataque aquí.
—Harry, no vuelvas a referirte de ella de esa manera —advierte Lucas; su voz sale gruesa y enfadada, al mismo tiempo se pone de pie encarándolo.
—Harry basta, estás siendo un imbécil—habla esta vez Camille.
—Harry vamos chico, ven conmigo— Fredd se levanta de su asiento y camina hacia él para tomarlo del brazo y tratar de alejarlo; Harry lo termina apartando de un manotazo.
Zoe a mi lado me da unas palmaditas en la espalda intentando darme esa muestra reconfortante para hacerme sentir mejor. Acción que no funciona.
—¡Aparta!—Harry está inrreconocible por su actitud tan agresiva.
El chico del que una vez me enamoré no era así, ¿Dónde está el chico comprensivo y cariñoso que entendía a las personas?
Los jóvenes a nuestros alrededor observan la escena con los ojos bien abiertos y la curiosidad al máximo.
—¡¿Es que no lo ven?! ¡Ella se va a ir! ¡Y ustedes se van a quedar como estúpidos plantados! ¡Ella solo hace eso para que la quieran otra vez y luego irse con otro!—grita harto y enojado.
Ya lo entiendo, esto no tiene nada que ver con los chicos, está cabreado conmigo porque la vez que me rogó para que no lo dejara le dije que estaba enamorada de otro, que a él si lo amaba y que me hacia sentir bien; pero la verdad eso nunca fue así.
Siempre he amado a mi chico de ojos color miel. Nunca hubo y nuca ha habido a alguien más que él.
Mi cabeza comienza a palpitar con fuerza. Ahora soy yo la que está cabreada, enojada y frustrada porque la manera en que me culpa, hiere. Él tiene razón, pero no por eso voy a dejar que me grite delante de estos buitres sedientos de chismes.
—¡Harry estás siendo muy cruel conmigo! ¡No tienes ni la más mínima idea de toda la mierda que yo he pasado! ¡Estaba mal! ¡Estoy mal! ¡Y tú no haces más nada qué atacarme! ¡Si piensas que yo voy a marcharme otra vez estás equivocado! ¡Y que yo te halla dejado de querer a tí, no significa que los halla dejado de querer a ellos! ¡Porque el hecho de que tú no signifiques nada en mi vida no significa que ellos no lo hagan!— Mi respiración se agita después de esas palabras, ni siquiera sé de dónde saqué la fuerza para expresarme así.
Mierda. La he vuelto a cagar, le dije que yo lo había dejado de querer cuando no es así. Nunca ha sido así.
Harry niega repetidamente con la cabeza, sus ojos se han llenado de lágrimas pero aún así no ha abandonado ese porte de enojo.
—Me das asco Kaylee, tú y tú maldita presencia me dan asco.
Asco, el sentimiento que tanto tiempo había estado evitando que los demás sientan por mi.
A lo mejor me hubiese dolido menos si me lo hubiese dicho otra persona, pero no. Me lo dijo mi primer amor, el chico con el que alguna vez soñé tener una vida juntos, la persona que yo más he amado en la vida.
Tanto tiempo que había evitado ese sentimiento cuando me vieran o tacaran y resulta que a él le daba asco
Le sonrío con ironía a Harry y salgo de ese lugar "calmada" mientras escucho algunos gritos a mis espaldas.
A lo mejor me estaban llamando, pero para ser sincera no podía regresar. Ni siquiera mi mente está clara.
Un peso en la nuca hace que me sienta débil, unas ganas inmensas de gritar, llorar y vomitar se aglopan en todo mi cuerpo, mi pecho ya sube y baja con rapidez y a pesar de tomar grandes bocanadas de aire siento que no puedo respirar.
Mis oídos comienzan a pitar dejándome pérdida y desorientada, la falta de estudiantes en el pasillo me hace llegar rápido a un baño que parece estar totalmente desalojado.
Lo menos que quería era que alguien estuviera presente.
Mis manos temblorosas tratan de manter el agua fría del grifo entre estas, mientras, trato de retener las lágrimas que amenazaban con salir para darle lugar a ese vacío en mi alma y corazón.
La imagen y las palabras de Harry se mantienen en mi cabeza, haciéndome daño una y otra vez.
El asco en mi estaba presente, tanto así que ya había comenzado a frotar mis brazos con fuerza de manera inconciente.
La piel de mis brazos arden, pero aún así no puedo parar, necesito quitarme la suciedad provocada por sus manos.
—Quítate— siseo con rabia raspando más mi piel con las uñas.
Un fuerte sollozo sale de mis labios, dejándome aún más rota; cientos de lágrimas resbalan por mis mejillas.
Mi respiración se hace pesada cada vez más y yo ya se lo que está pasando.
—¿Sabes qué vas a sentir cuando te veas a un espejo princesita?. Asco
—No, no doy asco—respondo a mis pensamientos mientras sigo tallando cada vez más fuerte mis pobres brazos.
—Asco, Asco princesa, Asco...
Sus malditas palabras están en mi mente repitiéndose una y otra vez. Como un maldito disco rayado.
Me estoy ahogando con cada uno de sus recuerdos, necesito respirar, necesito calmarme.
El cosquilleo en mis extremidades y la falta de aire me afecta cada vez más, haciendo que mi cabeza de vueltas.
Tener un ataque de pánico se siente como estar encerrada en una cápsula, donde poco a poco te vas quedando sin aire, donde tus extremidades cosquillean por la inmovilidad, y donde tus recuerdos más oscuros te persiguen. Todo hasta morir.
—¡Oye! Oye mírame— la voz lejana de un chico frente a mi me hace mantener el conocimiento.
—No... no puedo... respirar— le hago saber jadeante.
En un intento de desabrochar algunos botones de mi camisa pierdo el equilibrio, y casi caigo al suelo. El chico, al que podía ver de manera borrosa automáticamente me ayuda a sentarme en el suelo.
Estoy tan cansada y rota que sinceramente ya no quiero parecer fuerte delante de nadie.
—¡Ey! Mírame, estás teniendo un ataque de pánico, estás hiperventilando, puedes respirar, solo concéntrate ¿Si?— su voz es suave pero al mismo tiempo grave.
Su cabello negro me parece conocido.
—Vamos, respira conmigo...uno...
—No...—digo agitada, mi corazón late frenéticamente y mis manos tiemblan sin control—...puedo, no puedo.
—Si puedes respira conmigo uno... dos... tres...repite conmigo.
Uno. Dos. Tres. Uno. Dos. Tres.
Así estuvimos contando hasta el tres varias veces hasta que mi respiración se estabilizó y estuve más tranquila.
—Gracias—le digo después de unos minutos. Aunque respiraba un poco más calmada sentía un nudo en mi garganta.
—No pasa nada, es algo normal.— el pelinegro se recuesta a la pared para estar sentado a mi lado.
¡Es el chico nuevo! ¿Cómo no lo reconocí?
Ryan me sonríe y luego deja la vista fija en el suelo de losas.
Nuestros brazos están demasiado cerca, puedo rozarlo, puedo sentir su piel y el calor que esta desprende.
Mi cabeza no puede dejar de evocar su recuerdo.
Escucho la voz de mamá, hablando con él, estoy tan contenta de que él esté aquí, que mi corazón late con desespero. Aunque una parte es por el chico tan lindo que se encuentra a mi lado.
Siento mis mejillas ruborizarse al sentir lo cerca que él está de mi, y lo guapo que es.
—Mamá ahora vuelvo, voy a la cocina —anuncio a mi madre, necesito calmarme.
Bebo un vaso de agua nada más llegar, hasta que unos pasos captan mi atención.
—Hola rubita.
Me muevo un poco para que no note lo incómoda que me siento con él a mí lado y la fobia que le tengo a que personas desconocidas me toquen.
—¿Estás bien?—pregunta Ryan observando como me muevo incómoda.
—Si.
—Estás incómoda— asegura.
—¿Qué?— digo un poco confundida por la manera tan directa al hablar.
—Estás incómoda, ¿Acaso no te gusta que te toquen?— frunzo mi ceño aún más al escucharlo.
—No es eso, es solo que no te conozco—me encojo de hombros. Una verdad a media.
Ryan se levanta y se posiciona al frente mío mirándome desde arriba. ¿Qué hace?
—Soy Ryan, mucho gusto—estira su mano hacia mi y yo la miro indecisa.
Quiero tocarlo, pero no puedo, una cosa es dejar a mis amigos que me abracen, pero él no es mi amigo.
Es un desconocido, como lo fue él.
—Hola soy... bueno ya sabes quién soy—ríe nervioso—mucho gusto—me tiende su mano, sus ojos son tan hermosos y su rostro es tan lindo, su olor varonil inunda mis fosas nasales. Siento mi rostro roburizarce.
—Soy Kaylee.—tomo su mano con una sonrísa.
—Soy Kaylee—le digo al final sin tomar su mano y mirando hacía otro lado que no sea él. Ryan baja su mano y se sienta otra vez a mi lado.—¿Qué haces aquí?— pregunto para liberar un poco la tensión entre nosotros.
Definitivamente no soy muy buena relacionándome con personas.
—Sabes que estás en el baño de los chicos ¿no?—¿Cómo dice?, ¿En el baño de los chicos? Pero que burra soy. Ryan sonríe al ver mi reacción.
Dios pensaba que estaba sola, y en el baño de las chicas.
—Yo entré a orinar, luego escuché a alguien sollozar junto a el agua que salía del grifo, pensaba que era un chico, pero no, eras tú teniendo un ataque de pánico—se encoje de hombros con simpleza.
—¿Y como sabías que estaba teniendo un ataque de pánico?—¿Cómo era qué él sabía que hacer, o que decir?, es como si ya lo hubiera pasado, o visto a alguien más pasarlo.
—Muchas preguntas para ser nuestra primera charla, Kaylee—Ryan me mira sonriendo abiertamente.
Recién había notado los hoyuelos que se forman a cada lado de sus mejillas cada vez que sonríe, sus ojos; tiene unos ojos muy hermosos, son de un gris bastante claro, casi blancos por así decirlo. Es guapísimo.
Siento como mis mejillas comienzan a adoptar ese tono rojizo por la vergüenza.
Malditos pensamientos vergonzosos.
—¿Pasa algo?—escucho su voz preocupada al verme apartar la mirada de su rostro.
—No, nada—trato de sonar calmada, por suerte mi voz no me delata.
—¿Y por qué apartas la mirada? ¿Qué te da pena?—su voz suena en un tono burlón.— ¿No quieres que vea tus mejillas ruborizadas?—agrega.
Enseguida mi sangre corre a mi rostro, poniéndolo, si es posible, más rojo.
—Muchas preguntas para ser nuestra primera charla, Ryan—digo la misma frase que él citó minutos atrás.
—Con que utilizando mis propias palabras en mi contra ¿no?—muevo mi mirada hacía él para verlo sonreír.
—Tal vez—digo acompañado de una sonrisa— Creo que ya debemos salir, tenemos que ir al salón.
—Cierto.
❁
Sin darme cuenta hoy había hecho cosas que antes tenía miedo de hacer:
Abracé a mis amigos y estuve hablando con un chico, a solas. Sin nadie, y me sentí bien.
Estaba progresando, había logrado salir de la casa, entablar conversaciones con mis amigos y con quién no lo era también, reí con las ocurrencias de Lucas; y a pesar de que por dentro tengo mil problemas, ellos me hicieron sonreír, me hicieron volver a sentir.
Ahora estoy esperando a que mi madre regrese del trabajo para dejarme en casa. Pero hoy se ha tardado mucho.
Después de unos minutos como por arte de magia siendo invocada me llega un mensaje suyo.
Mamá:
Cariño hoy no voy a poder pasar por tí, se que no debería dejarte sola pero el trabajo está muy complicado hoy, necesitan de mi asistencia te quiero mucho
Okey, mamá hoy no vendrá por mi, así que tengo que irme caminando. La idea de ir caminando a casa no me desagrada pero tampoco me agrada, además supongo que me haría bien tomar un poco el aire y pensar sobre la vida que quisiera haber tenido si no hubiese aceptado esa propuesta.
Tal vez si le pedía a algunos de los chicos que me dieran un aventón llegaría más rápido, porque la idea de caminar y dejar a mi mente trabajar a toda máquina no me agrada mucho.
—¡Kaylee!—alguien detrás mio grita mi nombre sorprendiéndome.
Una voz bastante familiar. Me volteo y me termino encontrando con el pelinegro.
—¿Ryan? ¿Qué sucede?—lo miro de arriba a bajo por si algo malo le pasa pero no, está bien.
—¿Ya te vas a casa?—pregunta agitado, me resulta extraño que pregunte eso.
—Si ¿Por qué?.
—¿Quieres que te lleve?—okey eso me puso en alerta, apenas lo conocí hace dos horas literalmente. Ryan nota mi expresión de desconfianza y habla otra vez—Tranquila, no te voy a hacer nada, no eres mi tipo de chica, y no hago esas cosas, solo quiero llevarte y conocerte, solo eso.
No sé porqué me dolió que dijera que no soy su tipo de chica creo que me decepcionó, él nunca se fijaría en alguien como yo, que está dañanda.
—¿Hola? ¿Sigues aquí?—Ryan mueve su mano frente a mi rostro para llamar mi atención.
—Si, vamos.
Mientras Ryan conduce tengo los pelos de punta, no porque estuviera asustada por si tuvieramos un accidente, sinó por la idea de no llegar a casa, ¿Y si me hacía algo?, ¿Y si...? .Sin notarlo mis manos estaban temblando, un sudor frío invisible recorría mi frente y un cosquilleo por mi espina dorsal.
Estaba entrando en pánico por nada
—¿Estás bien?—su pregunta me toma por sorpresa.
—No entiendo—Ryan suspira, supongo que para sacar paciencia de donde no la tiene.
—Que si estás bien—bueno la verdad no, pero la mentira que le hago creer a todo el mundo es que si lo estoy.
—Si—devuelvo mi mirada a la ventanilla.
—Mentira.
—¿Qué?—lo miro confundida.
—Mientes, mi madre es psicóloga, yo puedo leer casi a las personas, entiendo el lenguaje corporal Kaylee. Y algo me dice que estás diciendo mentiras, no estás bien, se ve que algo te afecta, y tus manos temblorosas te delatan.
Okey este chico me está asustando, ¿Cómo sabe todo eso?.
—Bueno, eres bueno creyéndote psicólogo, adivino, lector o lo que sea, estudia eso—digo sarcásticamente, le guiño un ojo y vuelvo mi vista a donde estaba antes.
—Tomaré tú consejo en cuenta, pero no lo negaste en ningún momento— Dios este chico me altera.
—No hay nada que negar—me encojo de hombros.
—¿Entonces es cierto?—aparca el auto al doblar la esquina donde se encuentra mi casa.
—Tal vez si, tal vez no—bajo del auto, dejándolo atrás, sin darle oportunidad de que me responda.
Al llegar a la puerta de mi casa busco las llaves en la mochila, pero no las encuentro.
—¿Dónde están?—hablo en voz alta mientras sigo rebuscando.
—Hola—susurra Ryan en mi oído, cosa que hace que la piel se me erize y me recorra una corriente de electricidad por mi piel.
No puedo ver nada, la habitación está oscura, pero a pesar de la oscuridad no tengo miedo, sé lo que va a hacer... lo que voy a sentir y lo mucho que voy a llorar y a rogar porque se detuviera.
—Si vieras lo bonita que te ves—susurra en mi oído.
Cierro los ojos, tratando de que esas lágrimas que querían salir se mantuvieran en su lugar.
Eres fuerte Kaylee, eres fuerte.
—¡Joder! ¿No te habías ido?— me vuelvo a mirar a Ryan.
—¿Buscas tus llaves?—pregunta y yo respondo rápido.
—Si.
—Que bien.
—¿Las haz visto?—le pregunto, posiblemente las halla visto en su coche.
—Tal vez si, tal vez no—Sonrío al verlo utilizar mis palabras. Tonto.
—Las necesito—casi son las cuatro y a esa hora necesito tomar mis pastillas.
—¿Por qué? ¿Qué tienes que hacer?— saca las llaves de su bolsillo y empieza a jugar con ellas muy tranquilamente.
—Una cosa muy importante, por favor devuélveme las llaves—le ruego, sino me las tomo a tiempo no se que podrá pasar, siempre me las tomo a la hora.
—No tan fácil, ¿Qué me das a cambio?—es enserio ¿Está negociando?. Pongo los ojos en blanco.
—Lo que tú quieras, pero por favor Ryan, dame las llaves—junto mis manos rogándole y él me tiende las llaves.
—Dame tú numero—me da su móvil para apuntarlo.
—¿Eso es lo qué me vas a pedir?— miro el teléfono con confusión, pensaba que era hacerle la tarea o algo más, pero mi número, ¿es en serio?
—No, luego te escribo que es lo que vas a hacer, por eso te pido el número—estoy demasiado apurada, así que apunto mi número y entro a la casa rápido después de abrir la puerta de esta.
Subo las escaleras rápidamente, saltándome uno que otro escalón, abro la puerta del baño de mi habitación, y ahí están mis medicamentos, en sus botes cada uno.
Una píldora roja y blanca, otra verde y blanca, una rozada completa y otras tres blancas, son muy grandes, pero tengo que tragarlas todas.
Después de eso, me acuesto en mi cama, hasta que las pastillas hacen su misión, relajarme.
Antes de que mis ojos se comenzaran a cerrar comencé a pensar en todo lo que había pasado hoy; una costumbre que tengo. Pero una persona en específico se cuela en mi recuerdos.
Él. Ryan.
⋆———❁———⋆
Nota corta:
Hola preciosuras, Nos volvemos a ver.
¿Qué opinan de la historia hasta ahora?. ¿Qué creen de los personajes hasta ahora y cuál es vuestro favorito por el momento?
No olviden, comer, hidratarse, hacer ejercicio, sacar de sus vidas a quién no aporta nada sano y duerman sus 8 horitas para que no muera ninguna hadita.
—᭢ꪗ🌸
Si te gustó el capítulo no olvides darle a la estrellita ☆ eso me ánima a seguir con la historia ❤️.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top