Capítulo 8: El demonio religioso
Skull, Blink y Mike llegaron al laboratorio de Walter, y al verlos los felicito ya que se sentían muy orgullosos de ellos.
Walter —Mis aprendices, no saben qué tan orgulloso estoy de ustedes. Hicieron un buen.
Mike —Vaya maestro, parece que sí se ha enterado de todas las noticias.
—Es obvio que sí, después de todo son mis aprendices, ¿Cómo no me daré cuenta de ello?
Skull —¿Ven?, Les dije.
En ese momento, Maya llegó corriendo a saludarlos.
Maya —¿Qué?, Chicos, ¡Están aquí!
Skull —¡No me digas!...
Blink —¡Skull!— interrumpe a Skull mientras le da un fuerte zape —¿No te enseñaron que debes respetar a las mujeres?
—Sí, perdón, es que me gusta bromear.
Maya —En fin. ¡Quería felicitar a los tres por hacer un gran trabajo!, Seguramente ya son pasos para formar perfectamente nuestro equipo.
Mike —Cierto, nuestro equipo.
Walter —Descuida Mike, te entiendo, se que apenas son sus primeros pasos para formar su equipo; un súper equipo no se hace de un día para otro.
—Sí, claro.
Blink —Yo espero que nadie tome nuestros nombres de héroe ni de nuestro equipo.
Skull —Pues, que yo sepa no hay ningún grupo que se llame Wondermen.
Walter —Bueno, respecto al nombre del equipo, simplemente no lo olviden. Y hablando del equipo, les tengo una sorpresa.
Maya —¡Una sorpresa!
Isabella —¡Una sorpresa!— dice Isabella apareciendo inesperadamente desde uno de sus portales asustando a todos.
Blink —¡HAY! ¡¿Por qué nos espantada así, Isa?!
—Perdón, simplemente decidí venir aquí a entrenar un poco mis poderes, y justo mientras estaba llegando escuché al maestro decir que nos tiene una sorpresa.
Walter —Bueno, en fin. Lastimosamente se las tendré que mostrar el jueves de la próxima semana, desgraciadamente aún no está listo.
La mayoría —¡Qué mal
Walter —Oigan, a propósito, ¿Saben que les habrá pasado a Enrique y a Nobita?
Skull —¿Qué?, ¿A Enrique y a Nobita?
Maya —Tiene razón, no los hemos visto aquí desde hace varios días, ¿Por qué lo pregunta, Maestro?
—Es que Lidia, Roberto, Ander, Smith, Jag y todos ustedes siempre vienen aquí de vez en cuando, pero ellos dos son los únicos que no ya no vienen aquí.
Skull —Tengo una idea, que Isabella y Blink vean lo que le sucede a Nobita en su departamento. Yo y tal vez Lidia iremos a buscar a Enrique en su departamento, y si no está ahí, iremos a buscarlo en la iglesia.
Maya —¿Qué?, ¿Por qué en la iglesia, John?, ¿No sé supone que es un demonio?
—Es por esa misma razón por la que va a la iglesia, el no es cualquier demonio, es un demonio religioso, y me enteré que él va muchas veces para perdonar a Jesús porque sus habilidades como sobrehumano provienen del diablo, lo que significa que al parecer se intenta rehusar ante sus habilidades.
Mike —Skull, ¿Cómo sabes todo eso?
—Él me lo contó, y también lo pude comprobar con mis propios ojos.
Walter —Me parece una buena idea John, creo que deberías hablar con el.
—Sí maestro, eso haré.
Isabella —Como sea, Blink y yo iremos a ver como se encuentra Nobita. ¡Buena suerte, John!, hay que irnos Blink.
Blink —Isa, ¿Por qué insistes tanto en que te acompañe?
—Bueno, simplemente te quiero conocer más, además tenemos casi la misma edad.
—Bueno, como quieras.
Skull —En fin. Iré a ver a Enrique, hasta luego.
La mayoría —Adiós John.
Skull primero le aviso a Lidia a través de su celular, y afortunadamente ella acepto acompañarlo, y dijeron que se encontrarían fuera del edificio de departamentos.
Skull y Lidia llegaron al edificio donde vivía Enrique, y al entrar el portero de la entrada les dijo que no había regresado, así que Skull no tuvo más remedio que ir a la iglesia a buscarlo y como el se imaginaba, Enrique se encontraba dentro de rodillas rezándole a Jesús.
Skull —Lidia, quédate aquí en la entrada, por favor.
Lidia —Claro John, no te preocupes.
—¿Enrique?— dice John mientras se acerca lentamente a él.
Enrique —Ah, hola John, ¿Qué hay?
—Simplemente quería saber en donde estabas y que hacías, y por lo que veo haces lo de siempre.
—Ya te dije la razón por la que vengo aquí varias veces.
—Lo se, pero quiero que me lo expliques más detalladamente.
—(Suspiro) Está bien.
Lidia logró escuchar eso en ese momento y decidió acercarse un poco más para escuchar.
—Mira, cuando era pequeño, accidentalmente asesine a mi familia gracias a mi habilidad, y luego de eso crecí por demasiados años en un orfanato. Debido a que era un sobrehumano bastante peligroso, todos los monjes contrataron uno que otro sacerdote para revisarme, y ninguno de ellos sabía como parar conmigo, y aunque lo intentaron varias veces nunca lograban detener mi poder a la perfección.
—¿Y qué trataban de hacer los sacerdotes?
—Siempre me roseaban agua bendita, pero no me hacía daño ya que no era del todo demonio, también pegaban páginas de la biblia en mi habitación para que no me saliera de control.
—No lo puedo creer.
—Lo sé, mi niñez fue muy dura, y como descubrieron que mi habilidad se hace presente cuando me enojo todos los niños me empezaron a temerme, pero eso también provocaba que nadie se juntase conmigo.
—¿Sabes algo?, yo no soy del todo católico, pero te entiendo a la perfección, y se lo duró que has vivido.
—Lo sé Skull, la verdad tu eres un gran amigo.
—Pero, ya no hace falta que vengas tantas veces a la iglesia para perdonarle al señor, mira el lado positivo, el maestro Walter al fin te enseño a controlar tus poderes, y debes estar orgulloso de ello.
—¡¿Orgulloso?!, ¡¿Enserio crees que tener una habilidad como sobrehumano que proviene del mismo Lucifer es algo bueno?!— dice Enrique levantando la voz.
—Enrique, por favor, tranquilo.
—¡No, John!, ¡Figurativamente soy una creación del mismísimo diablo, y mi habilidad no es para nada positiva! ¡Yo nunca pedí tener esto, yo nunca pedí tener esta habilidad demoníaca! ¡Nunca quise ser parte del diablo!— dice Enrique enojándose, alzando más la voz hacía Skull y poco a poco tomando su forma de demonio.
—¡Así es, Enrique! ¡Ninguno de nosotros deseó ser sobrehumanos como tú y yo, nadie quiso tener está vida, y todo era porque no sabíamos controlarnos!, ¡Walter se interpuso en nuestras vidas para ayudarnos, porque ninguno de nosotros ya no tenía ninguna opción!
—¡Lo sé!, ¡Pero mírense ustedes, tu habilidad y la de nuestros compañeros no es nada comparado con lo mío!, ¿¡No recuerdas que la mayoría de los sobrehumanos son reencarnaciones?!, ¡¿Y qué tal si soy la reencarnación del mismísimo Lucifer o alguien peor?!— dice Enrique alzando más la voz hacía Skull y poco a poco tomando más su forma de demonio.
—¡Escucha Enrique!, ¡La vida no tiene la culpa!, ¡Tu naciste así y debes de aceptarlo!, ¡No te queda de otra!
—¡¡¡NO, NO LO ACEPTARÉ!!!— dice gritando Enrique y con su forma de demonio casi completa intentó golpear a Skull, pero él detuvo su golpe con su mano en llamas y tumbó a Enrique con una llamarada que salió de su otra mano. Enrique tirado en el suelo y un poco más calmado comenzó a llorar y poco a poco su forma de demonio iba desapareciendo.
—Escucha Enrique, sé que dije que no soy del todo católico, pero seguramente en este momento el señor estaría orgulloso de ti, ya que le confesaste que aunque tu seas un demonio y que tu habilidad como sobrehumano provienen de Lucifer, estás del lado de él, y creo que tengo entendido que Jesús siempre estará y perdonará a las personas de buen corazón como tú, ya que tu no eres alguien malo, ya seas un demonio o no, y el mismo sabe que no estás del lado de Lucifer, y el siempre observa tus sentimientos.
—¿Lo dices enserio?— dice Enrique lagrimeando.
—Mira, te lo acaba de decir alguien que no creía demasiado en dios, pero aún así se que el siempre te escuchará y perdonará, eres alguien de un corazón extremadamente grande y puro, y lo mejor que podrás hacer es aceptar y valorar tus habilidades como sobrehumano, y si lo haces, el señor seguramente estará orgulloso.
—Hm, te lo agradezco mucho amigo— dice Enrique mientras se levantaba y abrazaba a Skull.
—Ya no hace falta que vengas demasiado a la iglesia, valora tus ser, amigo.
—Gracias, Skull.
—No hay de que amigo mío. Será mejor que salgamos, llevas aquí un buen rato, mira, hasta ya se hizo de noche.
—Oye, ¿alguien más vino contigo?
—Solo Lidia y yo.
—¿Y en donde está?
—Debería quedarse en la puerta, pero al parecer no hizo caso y se quedo escondida allí— dice Skull señalando la banca en donde estaba escondida Lidia.
Lidia —Dios, ¿Cómo me descubriste?
—Lo supe desde que te acercaste. En fin, salgamos de aquí, ¿Qué tal si cenamos en un lugar?
Enrique —Pues, a mi me parece bien.
Lidia —Sí, a mi también.
—De acuerdo, entre todos pagamos.
¿Qué crees qué pase después
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