8 | Hermoso Desastre

-Debemos ir a un hospital -San tomó de la mano al chico obligando a levantarse de su asiento.

Le había mostrado su camiseta rota y la herida de una cuchilla rasgando parte de su piel, el menor sabía que no era grave pero aún así sentía el dolor y la ardencia de la herida.

-¿Qué? No, no es necesario -apartó la mano del pelinegro retrocediendo un par de pasos.

-Yo lo veo muy necesario -su rostro inexpresivo hizo pensar al menor que lo hacía por obligación y no porque realmente se preocupara por él.

-No -carraspeo -San, no puedo

-¿Por qué?

-Llamarán a mis padres, están en un viaje de negocios y si ellos reciben esa llamada dejarán sus planes para después, no quiero ser una carga, además, es solo un rasguño -había leído que morder tu labio inferior ayudaba a alivianar el dolor físico, así que lo hizo sintiéndose un poco más liberado.

-¿Un rasguño? -volvió a acercar su mano al rostro del menor -Tu rostro está caliente

-Es fiebre, San. Sólo llévame a casa, trataré de curar...

-No, vamos a un hospital -negó mientras tomaba su mano de manera delicada.

-No quiero -volvió a soltarse haciendo un puchero esta vez.

La camarera miraba la escena con una sonrisa divertida en su semblante, parecía la típica pareja que discutía por querer hacer algo que el contrario no aceptaba.

-WooYoung, por momentos eres estúpido -consiguió decir antes de dirigirse a la mesera y pagar por lo consumido.

Y tú lo eres aún más, reprimió su mente.

-Entonces... -el menor lo miró a la espectativa.

-Te llevaré a casa y trataré de enmendar lo que hice -sus facciones mostraban molestia, algo habitual de Choi San.

Habían tomado un taxi, habían hecho una pequeña parada en una farmacia y habían ido hasta el hogar de un WooYoung cada vez más pálido.

A San le importó poco el tipo de casa que era, simplemente entró detrás del menor y empezó a desempacar lo que había comprado en bolsas, vio la cocina y sin permiso del menor entró y comenzó a revolver de entre las ollas y cucharones.

-Ve a tu habitación -ordenó con la mirada concentrada en la estufa -Te llevaré la cena y un té.

WooYoung sonrió, el chico que estaba frente a él leyendo una caja de instrucciones era el mismo que había disparado a un hombre a sangre fría.

-No es... -San posó la mirada en su herida y luego en su rostro, miró tajante al menor -Subiré, es la habitación con el "no molestar" en la puerta.

San encendió la estufa y buscó en la nevera del menor, verduras y un poco de carne estaría bien, había visto que su madre siempre hacía eso cuando JongHo enfermaba, incluso le colocaba pañitos húmedos en el rostro, él haría lo mismo.

Podría estar en su casa, durmiendo, o viendo una que otra película, pero decidió estar allí, cuidando de lo que él mismo le había provocado al menor.

No se explicaba completamente por qué lo hacía, pero algo en la mirada de WooYoung lo hacía sentir acogedor, como si de un nuevo hogar se tratase.

Dejó todo a fuego lento y subió a la habitación del menor, entró sin tocar y se topó con un WooYoung temblando en su propia cama.

¿Habría subido su temperatura? Tocó su frente nuevamente y corroboró sus sospechas.

-WooYoung, debes despertar para poder curarte -susurró acariciando su mejilla y deteniéndose al instante, debía dejar de mostrar afecto por alguien que no conocía completamente -WooYoung.

-Sigue haciendo eso -musitó el chico aún con los ojos cerrados.

San volvió a acariciar el rostro del pelinegro disfrutando de la sensación de sus labios curvandose por cada toque que él provocaba.

-Debo curarte -su mano aún seguía explorando las distintas sensaciones que WooYoung podría ocasionarle.

Se levantó y sacó de la bolsa lo necesario para desinfectar la herida.

-Levanta un poco tu camiseta -ordenó colocando las cosas sobre la cama.

El menor sintió sus mejillas bañadas de un leve rubor, disfrutaba tener a San prestándole la mayor de las atenciones, a decir verdad, siempre le a gustado la atención, pero nunca había disfrutado tanto de ellas como lo hacía con el mayor.

Hizo lo que decía dejando su abdomen descubierto, sonrió al ver el rojo teñir las mejillas del mayor.

-Dolerá un poco -su mano se acercó a la zona cubierta de un líquido escarlata y pasó cuidadosamente el algodón bañado de alcohol -Lo haré lo más rápido posible.

San vio como el menor contrajo su rostro en una mueca de dolor, su respiración se volvió agitada y se removió un par de veces. Desinfectó la herida para después hacer lo que el Señor de la farmacia le había indicado, terminó colocando gasa sobre la herida y pequeñas cintas para que no se logre despegar.

-Listo -ladeo una sonrisa colocando los desperdicios en la bolsa -Traeré tu cena y haré que tu fiebre baje.

El menor asintió viendo como San desaparecía de la habitación.
Soltó un sonoro suspiro, ¿por qué mierda había querido besar al mayor?, lo confundía a gran magnitud, su cercanía lo hacía sentir seguro y protegido pero, era sólo eso, había tratado de mirarlo como su hermano mayor sin embargo cada vez estaba más seguro del sentimiento de atracción hacia el chico.

Un chico, se dijo, no podía enamorarse de un chico, menos de Choi San. Nunca en su vida había sentido atracción por personas de su mismo sexo, no hasta que vio a San bajar las escaleras con cara de que todo le valía mierda, gran manera de iniciar un gusto por él.

La puerta se volvió a abrir dicipando los pensamientos del menor. San colocó el plato sobre la mesa de noche, lo mismo hizo con el té; recorrió la habitación en busca de algo en qué sentarse, encontró con la mirada una pequeña silla y halo de ella hasta colocarla delante del menor.

-Abre la boca -tomó una cucharada del plato de sopa y trató de acercarla a los labios del menor.

-Eso quema -más que eso era lo mucho que odiaba las verduras.

-Esa es la idea -retomó el camino hacia sus labios.

-¿La idea es que me queme la boca? -apartó su rostro e hizo una mueca de asco.

-WooYoung, eres un idiota -sin decir más acercó la cuchara a sus labios y sopló débilmente tratando de enfriar el contenido de esta.

WooYoung sonrió triunfante, el chico de mechón azulado volvió a acercar la cuchara a los labios del contrario logrando esta vez su propósito.

Los minutos pasaron y con estos los pucheros que el menor colocaba cada vez que San le obligaba a comer una zanahoria. Ya había terminado de comer y de beber el té y el medicamento que San le había dado.

-Pude haber comido solo, estoy herido del abdomen pero no de las manos -sonrió a un San más que avergonzado.

-Haré que estés herido de las manos si sigues hablando -frunció el ceño -Debo ver si aún tienes fiebre.

Se acercó al menor y posó la mano en su mejilla, ya no quemaba como antes pero tampoco estaba del todo frío su rostro, dejó su mano un rato más allí entre la tranquilidad y serenidad de su rostro.

-¿WooYoung? -el chico contempló el brillo de sus ojos como si de pequeñas estrellas se tratase.

-¿Sí?

-Eres un Idiota

El menor iba a protestar, iba a decir que él también lo era, iba a hacer uno de sus habituales pucheros, pero todo se vio interrumpido por los labios de San impactando con los suyos.

Su mano aún seguía acariciando delicadamente la mejilla del menor. Antes de arrepentirse de lo que haría, tomó un fuerte respiro y observó el rostro del menor, ¿por qué aún se sentía atraído hacia él? ¿por qué WooYoung aún no se había alejado al ver quién realmente era San?.

El mayor besó sus labios lentamente deleitandose con la sedosidad de estos, arrancando suspiros en WooYoung y ganas de ir por más, esas mismas ganas que había tenido la noche en la que San había estado peor que una cuba.

Pero solo fue eso, un beso que confundió a ambos sobre lo que realmente sentían. San se separó bruscamente del menor provocando un pequeño sonido proveniente de sus bocas.

-Iré a... lavar los trastes -tomó el plato, la taza y la bolsa y salió con rapidez de la habitación.

San mentalmente ya se había golpeado la cabeza contra la pared unas cien veces. Si WooYoung bajara diciendo que lo quería fuera de su casa entonces lo comprendería, él también estaba asustado, asustado de realmente haber disfrutado el beso.

No, no se había arrepentido.

Sí, sí tenía ganas de salir corriendo.

Había sido tanta la impresión del menor que hasta había dado un pequeño salto cuando lo había besado. Se sentía terriblemente mal, ¿y si lo incomodó? ¿y si realmente no le gustó? ¿si no lo disfrutó como él lo hizo?. Estaba completamente jodido.

Subió después de haber terminado de asear, tocó la puerta y entró sin más.

El pelinegro estaba dormido, o eso aparentaba. Sus ojos estaban cerrados y su boca ligeramente abierta, estaba cubierto con las sábanas y su rostro ya mostraba color.

San sonrió al ver la tranquilidad que el menor transmitía, acarició su cabello y susurró un "Buenas noches" cerca de su rostro.

Estaba a punto de irse hasta que una mano lo detuvo, WooYoung no había estado durmiendo, simplemente había querido ver la reacción del mayor.

-No te vayas -WooYoung haló de su mano haciendo que gire sobre sus propios talones, el mayor perdió el equilibrio y cayó en la cama del menor.

El pelinegro se le quedó mirando un momento, lo había pensado unas mil veces y sí, San era perfecto, San era el alma de un ángel encerrada en un chico que había tomado malas desiciones.

Sin dudar más, juntó sus labios con los del mayor colocando su mano detrás de su cuello para evitar que se vuelva a alejar.

Su mente no logró formular algo que tenga sentido, lo único que le importaba era que San estaba allí y encima de él haciéndole sentir la mejor sensación en su vida.

El mayor no tardó en tomar control del beso llevándolo a un nivel más lujurioso, aventuró su lengua dentro de la boca del menor explorando cada rincón de éste y deleintandose con la sensación. WooYoung por su parte, se dejó dominar por el chico delante de él, disfrutando como sus labios se adueñaban de los suyos.
San mordió el labio inferior de WooYoung arrancando un gemido ahogado en sus propias bocas, volvió a jugar con su lengua succionando la del otro joven.

-Debería castigarte por haberme desobedecido -susurró alejándose un poco de sus labios.

Las manos del mayor bajaron a su abdomen y acariciaron lentamente la piel aceitunada del chico. WooYoung era un manojo de gemidos y jadeos, cada vez quería más del mayor.

Una de las manos del menor jugueteo bajo la cemiseta de San, acarició su espalda y lo atrajo más hacia él sintiendo su calor y la fragancia a menta. Inconscientemente aquella mano iba bajando cada vez más contorneando el cuerpo delgado del mayor.

La boca de San ahora bajaba por su mandíbula dejando besos húmedos sobre la piel, besó su cuello y succionó dejando una pequeña marca roja sobre esta, mordió la misma marca roja haciendo que un gemido con el nombre de San se escapara de los labios del mayor.

El teléfono del menor hizo sobresaltar a ambos jóvenes, el sonido característico de la banda favorita de WooYoung resonó en las cuatro paredes, para la suerte del menor, San seguía besando su cuello como si de eso dependiese su vida. Un segundo intento de llamada y WooYoung ya estaba gruñendo, no respondería, seguiría explorando la piel del mayor. Sonó una última vez provocando que el mayor se separá de WooYoung protestando a la vez.

-Contesta -ordenó San tratando de recuperar el aliento.

WooYoung tomó el teléfono de su bolsillo, miró el nombre en la pantalla e hizo un gesto de molestia.

-¿Dónde estás? -la voz aguda de HongJoong hizo que el menor se disgustara aún más.

San miró divertido al menor, no esperaría hasta que termine su llamada, aprovechó la distracción de WooYoung y se inclinó a besar su abdomen, cada vez succionando más su piel.

-Ahh... ¿Qué? -gimoteo arrancando una sonrisa ladina a San.

-Han improvisado una fiesta para nosotros, ven ya, JongHo está hecho un asco y YeoSang no deja de regañarlo. Y a que no sabes, MinGi acaba de tirarse a la piscina gritando como un demente-risas y música se escuchaban de fondo.

-Yo... Ahh... Mmm... -mordió su propio labio sintiendo la lengua de San humedecer su vientre -No... No me apetece... Ahh... Ir.

Soltó un pequeño gemido, tener a San encima de él se siente tan bien. La boca del mayor bajaba cada vez más y WooYoung cegado de placer elevó sus caderas pidiendo más.

-¿Por qué suenas cómo si estuvieras a punto de tener un orgasmo? -protestó HongJoong.

-Tengo que ir... irme - cortó la llamada y tiro el móvil encima de la mesa de noche.

San apretó sus muslos deseando poder tener su boca bajo la ropa interior del menor y saborear cada rincón de él.

-San... más -elevó ligeramente sus caderas -quiero... más.

San besó bajo el ombligo del menor y se detuvo sobre el cinturón de este. Estaba perdiendo el control, se debatía entre el placer y la salud del menor, su mente gritaba "Su salud depende de tu boca sobre él" y su cuerpo lograba formular un "No podrás parar una vez que empieces"

Mordisqueo la piel del menor una última vez y se separó abruptamenre de él.

-No, debes descansar -volvió a besar sus labios bajando la intensidad y ganas de hacer suyo al menor -Aún estás caliente.

-Acabas de pasar tu jodida lengua por mi abdomen ¿cómo no voy a estar ardiendo? -frunció el ceño colocando un puchero en sus labios.

-Idiota, me refiero a la fiebre -ladeo una sonrisa -Con unos cuantos besos no sanará mágicamente tu herida.

-Unos cuantos besos dice; San, casi me follas con tu boca -bufó acomodándose sobre la cama.

-Lo hubiera hecho si hubieras dejado de gemir tan fuerte -mintió, disfrutó haber escuchado los gemidos altos del menor.

-Ya cállate, me estresas -el aura angelical que el menor se cargaba se había esfumado en apenas segundos.

-No decías eso hace un par de minutos -se levantó de la cama -Descansa.

-Dije que te calles no que te fueras -el menor puso todo el peso de su cuerpo en una esquina de la cama haciendo ademán a que San se acueste con él -Además, ¿qué pasa si tengo fiebre a las tres de la madrugada y no estás tú para cuidarme?

San suspiró, tenía razón, él había sido el causante de la herida del menor, debía hacerse cargo.

Con pasos ligeros volvió hacia donde minutos atrás había besado al menor, se sentó sobre la cama, se despojó de sus zapatos quedando con medias grises y se acostó junto al menor. Sus brazos estaban cruzados y su mirada se centró en el techo de la habitación.

-¿Así duermes? -el menor captó su atención -Pareces muerto.

¿Qué tan molesto debía ser dormir con el menor? En ese momento se apiadaba de la pobre alma que tenga que lidiar con un WooYoung quejándose de todo y de todos, esperen, esa pobre alma era él.

WooYoung acortó la distancia entre ambos y se abrazó el cuerpo de San.

-Déjate abrazar -protestó al darse cuenta que San no había dejado de cruzar sus brazos.

-No quiero -trató de deshacerse de su agarré -Deja de molestar y duerme.

WooYoung volvió a insistir, soltó un sonido de dolor llevando su mano a la herida y fingió sollozar, San reaccionó inspeccionando la zona llevándose con la sorpresa de el menor abrazado a su abdomen.

Que molesto, pensó, no estaría aquí si no fueras tan entrometido.

El menor se pegó más al pecho de San sintiendo los ligeros latidos de su corazón. ¿Cómo podía estar tan tranquilo si a él estaba a punto de darle un paro cardiaco?

WooYoung sintió la mano de San enredada en su cabello azabache, aquella caricia provocaba tranquilidad y un efecto adormecedor, o quizá sea su fragancia, o quizá que está entre sus brazos.

-¿No tienes miedo? -susurró sin detener sus caricias.

-Solo a los fantasmas -musitó un WooYoung semi dormido.

-Me refería a... a mí -no hubo respuesta -No soy quien crees que soy, WooYoung, yo puedo hacerte daño si te acercas mucho, y no quiero lastimarte.

Siguió sin encontrar respuesta, el menor se había quedado dormido entre sus brazos, disfrutaba de las caricias y lo último que escuchó fueron balbuceos incoherentes.

"Que desastre" pensó San antes de cerrar sus ojos y compartir sus sueños con los del menor.

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