4 | ¿Ayudarías a sanar un corazón roto?

—Solo apóyate en mí —decía un WooYoung irritado.

—No quiero —seguido de otro puchero.

WooYoung tomó ambos brazos del mayor y los envolvió en su hombro, esta vez miraba del lado contrario a él y sentía su respiración cerca de su cuello.

"Concéntrate, idiota, no es más que el hermano de tu amigo" "y es chico".

Abrió la puerta de la casa de los Choi como pudo y cerró tras él
Apenas entró, vio a JongHo besando a un YeoSang sonrojado y con las manos perdidas bajo la camiseta de su "compañero".

—San está bien —llamó la atención de ambos sin si quiera hacer que se inmutaran. YeoSang seguía sobre la encimera de la cocina mientras JongHo exploraba apetitosamente su boca.

—No le ocurrió nada a San.

Seguían sin moverse.

—¡Vi en la entrada a la mamá de YeoSang!

Ambos se separaron como dos imanes en acción.

—¿Qué? —dijeron al unísono, uno más rojo que el otro y no sólo las mejillas.

—¿Cuál es la habitación de San? —preguntó más tranquilamente, aún sostenía la espalda del mayor como si de un bebé se tratase.

—¿Y tu heterosexualidad, Jung? —comentó elevando y bajando ambas cejas.

—Lo mismo te pregunto.

—Sube, es la que está frente al baño —dijo restando importancia y volviendo a besar los sedosos labios de Kang YeoSang.

San pesaba menos de lo que esperaba, podía cargarlo como si de una pluma se tratase y aquella idea no le molestaba.

—A la cama, pequeño revoltoso —sin embargo, al dejarlo en su cama, San aún se aferraba al cuerpo de WooYoung.

—No me dejes solo, los monstruos vendrán —susurró en su hombro, WooYoung volvió a sentir ese cosquilleo.

—No hay monstruos, San, solo son cuentos —trataba de tranquilizarlo, aún no se liberaba de su agarre.

—No es cierto —sollozó en su hombro —Papá, mamá, SeungYoun, la gente y sus comentarios.

—Me quedaré aquí contigo, tranquilízate —el pelinegro suspiró y se reclinó junto a él —¿Por qué lo hiciste?

—¿beber? Todo el mundo recurre al alcohol para sanar una herida —susurró pegado al cuerpo de WooYoung, su perfume lograba embriagarlo.

—Me refería a...

—¿cocaína? No deberías saber eso —suspiró sonriendo penosamente —te irás al igual que todos, en unos meses lo olvidarás, no tiene caso que lo sepas.

—No me iré —su mano acarició el cabello del mayor mientras que la otra se aferraba a su cintura —Te ayudaré.

—¿Me ayudarás a sanar un corazón roto? —susurró por sobre su camiseta.

—Yo... —podría ser un buen amigo, pero no quería ser juzgado, no quería terminar involucrándose demasiado.

—¿Ves? Todos ven a un inútil chico perdido, no ven a San, al verdadero Choi San —musitó cerrando sus ojos y acomodándose en el hombro de WooYoung.

—Yo no soy todos —llamó la atención del mayor haciendo que este colocara su rostro a centímetros de su contrario.

San fruncía el ceño, cada amistad que había logrado tener terminaban por gritarle un sinfín de secretos en su cara. Conocía a la mayoría de amigos de su hermano, y no, si no confiaba en los "suyos" menos lo haría en un desconocido. Simplemente estaba harto de formar lazos de amistad para esperar con miedo el día en que lo dejaran, tarde o temprano, siempre pasaba.

Sus pensamientos cambiaron de rumbo al ver los ojos de WooYoung, tan oscuros como la noche, brillos danzaban sobre ellos, perfecto como un cielo estrellado. Cientos de veces había contemplado a SeungYoun, y se dijo así mismo que sus ojos nunca habían lúcido tan lindos como los de Jung.

Su boca estaba entreabierta, y sus ojos seguían contemplando los suyos buscando tras este algún rastro del verdadero Choi San. Quizá uno demasiado marcado por un pasado tortuoso, o quizá malas decisiones en una vida agitada. No lo sabía.

—San... —antes de que pudiera pronunciar otra palabra, los labios del contrario chocaron contra los suyos.

Un beso casto envolvió a ambos chicos, San ni siquiera sabía por qué lo había hecho, no era su tipo de persona, para nada, y aunque estaba demasiado ebrio para procesarlo, la cercanía del otro lo hacía sentir seguro entre su mundo de falsedad que poco a poco se iba derrumbando.

De por sí ya es complicado. No, no le gustaban los chicos. Sí, sí le atraía Choi San. Y Choi San es un chico. Nunca se había fijado en un chico. Pero ese mismo día había puesto sus ojos sobre uno en particular.

El menor sintió como su estómago revoloteaba en pequeños aleteos, juraba que no eran las putas mariposas desquiciadas, solo era la hamburguesa que le había caído mal, era eso y nada más.

San se reclinó en el pecho de WooYoung sintiendo como su corazón amenazaba con salirse de su cuerpo, soltó una risita y poco a poco se quedó dormido entre sus brazos.

—Juro que no sentí nada —susurró más para convenserse a sí mismo.

Si San no estuviera ebrio, ni en su peor pesadilla hubiera dejado que WooYoung durmiera con él, estaba ebrio y vulnerable, quizá no recuerde lo del beso al día siguiente y con suerte el pelinegro podría evitarlo lo que resta de su semana.

°°°

Los rayos del sol comenzaban a colarse por toda la habitación, a San le dolía la cabeza y lo único que quería era dormir unos minutos más pero aquel repetitivo "tac" sobre la puerta no dejaba de cesar.

—¡¿Ahora qué?! —preguntó amortiguando su grito bajo la almohada.

—¿Qué les pasa a ambos? —su madre había vuelto —encontré a JongHo con un moretón en el cuello, ¿otra vez discutieron?. Por dios, San, ¡¿lo golpeaste?!

—¿Has visto semejante fuerza que se carga?, deberías sorprenderte porque él me golpee a mí —protestó, levantándose de la cama, odiaba cuando le quitaban el sueño.

—¿Y qué es todo ese olor a licor? Me largo un día y traes a tus amiguitos a embriagarse aquí, si le hicieron algo a JongHo juro que... —bien, su madre lo había hartado.

—¿Que qué? —le encaró —deja de ser tan ingenua, JongHo ya no tiene diez años. Además, ayer ni siquiera pasé la noche aquí.

—Mañana les haré una prueba de dopaje... a ambos. Y no vine por eso, debes llevarle la ropa de entrenamiento a tu hermano, tiene práctica a las once, llegaba tarde a clases y olvidó llevar su maletín —sus brazos seguía cruzados —Iré al supermercado, ve antes de que se pierda el entrenamiento.

¿Desde cuándo su madre había sido tan insensible?, si a JongHo le pasaba algo entonces asumía que era culpa de San simplemente porque era el mayor y el más corrompido de la pequeña familia. Para su madre era simple, JongHo era igual a tranquilidad y San era igual a desastre.

Tras una pequeña ducha, San entró al antiguo auto de papá, lo único que había dejado cuando los había abandonado. Recordaba haberlo escuchado cantar canciones antiguas, su sonrisa iba de oreja a oreja y siempre le decía SanShine refiriéndose a él como su rayito de sol. Sonrió nostálgico antes de dar una última mirada al asiento del copiloto y conducir hasta su antigua escuela.

Hyung

Tengo tu ropa de entrenamiento. Estoy en el aparcamiento, no tardes.

Choi número uno

Entra, te veo en las gradas.

San soltó un gruñido, su hermano era realmente un idiota.

Una vez dentro sintió las miradas sobre él, algunas de sorpresa, otras de repugnancia y una que otra sonrisa pícara.

Recorrió casilleros, unos decorados y otros tan rígidos como él. Se dirigió a las gradas y esperó a que el menor apareciera. Sin embargo, fue alguien más quien apareció.

El chico tenía el cabello rubio, una marca color carmesí recorría parte de su piel en su ojo izquierdo, curiosamente tenía una marca en el cuello igual a la que su madre había mencionado que tenía JongHo. ¿Coincidencia? No lo creía.

—Oh ¿tú eres el hermano mayor de JongHo? soy YeoSang —tendió su mano al mayor la cual este correspondió.

Se escuchó una voz más agitada detrás de ellos.

—Agua —dijo el dueño de la voz —Maldita sea, YeoSang, corres como si tu vida dependiera de ello.

El más pequeño sonrió y le tendió la botella de agua que traía en su mano.

—Deja un poco para JongHo o ve a comprar una para ti.

La mirada de MinGi chocó contra la del pelinegro, sonriendo de lado de inmediato.

—El mundo es tan pequeño —ladeo una sonrisa amistosa —¿Llegaste bien a casa?

Que alguien le explique que carajos estaba pasando, desde que ambos chicos habían llegado se había sentido confundido a gran escala.

—Aquí estaban —llamó la atención de los tres chicos, JongHo, tomando el maletín a los pies de San y yendo a los vestidores en un santiamén.

—Te explico, tu cara es la misma que coloco yo en las clases de matemáticas, un asco por cierto, ¿para qué querría saber yo qué es un polinesio?

—Polinomio —corrigió YeoSang.

—Eso —dijo sonriendo de forma socarrona —Bien, ayer por la noche estabas hecho un revoltijo de emociones. Y ¿adivina quién te sirvió esos tragos?, sí, el mismísimo Song MinGi —se señaló con el dedo índice —ayudé a que llegaras completamente sano a tu casa, no me lo agradezcas.

San realmente no recordaba nada de la noche anterior, solo pequeñas imágenes le llegaban a la mente: a un San bebiendo, a un San siendo sacado del baño, y a un San durmiendo plácidamente en su cama.

—Y además, nos besamos un par de veces —ladeo una sonrisa en un intento fallido de coqueteo.

—No lo creo, no beso a nadie por más ebrio que esté —dijo de manera seca.

Un grupo de chicos uniformados de negro y blanco hicieron su aparición. San, al único que logró reconocer fue a su hermano menor, el moreno le sonreía al chico a su costado y éste le devolvía la sonrisa.

San juraba que ver como un grupo de niños se movían tras un balón era lo más aburrido de su vida, incluso dejó de mirar a su hermano para concentrarse en la pantalla de su teléfono.

—Hola —llamó la atención el joven delante de él.

Sí, su plan "ignorar a San" se había jodido al verlo en las gradas. WooYoung no había dejado de observar al chico con gorra gris en las gradas, le divertía ver como sus ojos se entrecerraban del sueño.

—Hola... tú —dijo fingiendo conocerlo.

—San ebrio hace tres nuevos amigos, JongHo ebrio golpea tres nuevos enemigos. Brutal —comentó MinGi mirando la escena divertido.

El menor de los Choi se unió al pequeño grupo sonriendo de forma dulce a su pareja. Recordó la noche anterior y a WooYoung llevando a San delicadamente, juraba que algo pasaba entre ambos así que él sería el pequeño empujón que necesitan ambos.

—San, él es mi compañero de clases, WooYoung, creo que ambos se conocen —presentó al pelinegro viendo como sus mejillas se tornaban rojizas.

—Es la primera vez que lo veo —observó el rostro del menor.

WooYoung se sintió aliviado y a la vez decepcionado, era uno más en la lista de San. Quería agarrarle de la camiseta, mirarle a los ojos y decirle "¿no recuerdas estos labios?".

San hizo una señal a JongHo y se retiró sin decir adiós.

El menor pensó que era un verdadero cretino, no era el mismo chico vulnerable que la noche anterior le había preguntado si lo ayudaría a sanar un corazón roto, él había susurrado un "sí" a un San dormido entre sus brazos.

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