33 | Exile
San esperaba a que el pelinegro finalice sus clases. Sonrió al recordar lo estusiasmado que el chico se veía al compartir sus planes con él, un día de campo fuera del abrumador mundo y de su peor defecto, las personas. Se enamoró de la idea de que serían solo ellos dos frente a la tranquila naturaleza, su propio mundo en su máximo esplendor.
Aquella idea lo hizo flotar entre mariposas al verlo salir sonriendole a lo lejos, destacaba de entre los demás, ante sus ojos era así. Pero, tan pronto como flotó entre ensueños, cayó en picada sobre sus propias desilusiones.
Su corazón dolió al ver cómo aquella sonrisa se transformaba en un triste gesto. A pocos metros de él, el auto de su madre esperaba por WooYoung, y al verlo salir, su madre lo llamó, más bien, obligó a entrar al lujoso auto.
San tuvo que observar como se marchaba, dejándolo con el corazón entre sus manos y los pensamientos revueltos.
Caminó hacia su auto y condujo hasta un pequeño bar, solo tomaría una cerveza y dejaría que aquellos pensamientos fluyan, pero al estar en el lugar, una cerveza se convirtió en 4 de ellas. Al fin sus pensamientos se sentían adormilados, no mentiría que extrañaba aquella sensación, pero faltaba algo más...
—Ve a casa, Choi San —una voz llamó su atención a su lado, la reconocía de algún lado, estaba seguro que... SeungYoun.
—Me vale una mierda lo que tú digas —bebió del licor en su vaso y alzó la mano pidiendo otro de aquellos.
—Es muy temprano para querer perder la cabeza —lo observó estudiando de más sus facciones y gestos.
—Estaba perdido mucho más antes de beber alcohol.
No había cambiado ni un poco, lo curioso, SeungYoun pensó que vería a San un poco menos perdido que antes.
—Tan simpático —sonrió al verlo parpadear seguidamente, se asustó de lo tan bien que lo conocía como para saber que aquella manía la tenía siempre que sentía pesadez en el cuerpo —Ve al baño a lavarte el rostro, terminarás dormido en la mesa si sigues así.
—¡¿Qué te importa?! —espetó para segundos después tambalearse hasta el baño de hombres.
No tenía equilibrio, mucho menos cordura en sus pensamientos. Si seguía así terminaría tirado en el piso de baldosas sucias.
—Dejame ayudarte —otra vez aquella voz, ¿que no se cansaba de ser rechazado?
—No —protestó al sentir su brazo sujetando su cintura.
—Te harás daño, joder —San aún se retorcía entre sus brazos impidiendo que el mayor regularice su equilibrio.
—¿Qué es esto? —la curiosidad le jugó una mala pasado, tal como lo había hecho siempre. Agitó una pequeña bolsa con dos píldoras dentro, lo había robado del bolsillo de su camiseta mientras trataba de sujetarlo.
—Trae aquí.
—¿Otro de tus dulces? —extrajo una píldora y la sujetó entre sus dedos —déjame provarlo por ti.
—San, deja eso ahí.
—Se ve bueno.
—Sannie, por favor —demasiado tarde, la píldora había viajado directamente a su boca.
Esperó los efectos que provocaría en él y el placer que le proporcionaría sentirse adormecido, más de lo que ya se encontraba.
La sensación era sumamente nueva, el azulino de las paredes tras las incoherencias que SeungYoun le gritaba, su voz parecía sumergida en agua. Sus piernas estaban paralizadas y sus manos pesaban como plomo, no podía moverse, no hasta que el agudo sonido en sus oídos lo hizo tumbarse inconsciente sobre el suelo.
Después de eso, todo es borroso.
Su mente se sumergió en sueños poco coherentes esperando a que su cuerpo pierda algo de toxicidad y vuelva a funcionar con normalidad.
No pasaron más de seis horas para que aquello ocurriera, San volvió a tomar control de su cuerpo y, lo que antes era una leve niebla, se convirtió en completa oscuridad, sus pensamientos volvían a estar en penuria sin una guía que perseguir o un ancla al cual aferrar. Estaba solo y temía estarlo por siempre.
—¿Qué piensas? —susurró una voz cerca. Su mente enfocó el escenario y la situación, estaba dentro de un auto ¿Qué hacía dentro de un auto? ¿Y por qué estaba recostado sobre el regazo de SeungYoun?
—¿Qué te importa? —espetó para levantarse de un salto y sentirse mareado de inmediato.
—Es mejor que me respondas con respuestas en vez de preguntas —habló con un tono relajado antes de soltar un suspiro —¿Había alguna razón para que hicieras aquello?
—¿Qué te... —no lo pensó. Lo pensó. Tampoco lo entendía, simplemente había sucedido —No lo sé.
—Debe haber algo, Sannie —y si lo había, ¿qué podría hacer él en su actual posición? Un simple observador ajeno a la historia principal.
—Nada —cerró los ojos encontrando más de una respuesta y la mayoría no eran de su agrado —Y todo a la vez.
—¿Es por él?
—Fue la excusa, quizá. Desde que mi padre volvió todo está hecho trizas —susurró con la voz firme. Más bien, desde que su padre huyó —Ver cómo ha seguido adelante, saber que mis actos fueron consecuencia de otros, escuchar los susurros de mamá y Jongho... todo, es absolutamente todo.
No puedo curar una herida sin abrir otra.
—Debes parar... —por un momento lo creyó posible —tu mente debe parar.
San no podía dejar de saltar de un pensamiento a otro. Mató al padre de un nuevo supuesto aliado, le caía bien el chico, pero le había causado un daño irremediable y ahora le quería romper el cuello. Por las noches escuchaba a su madre decirle cosas a jongho, decirle cosas como sus pesares y penurias, la renta de la pequeña casa, los gastos de su colegiatura y lo inútil que resultaba la presencia del hermano mayor. También escuchaba a la gente, sus críticas y sus dedos señalando hacia él, un simple chico con historia y malas decisiones, un cúmulo de problemas y negatividad, un vagabundo como lo llamaban algunos, un drogadicto lo llamaban otros. "San", lo llamaba WooYoung.
Luego estaba él, aquel pelinegro que de alguna u otra manera se coló en sus pensamientos, nunca pensó que al verlo estaría más perdido que ayer, que era solo una factura más del daño que había causado a otros. Porque siempre que amaba a alguien, lo tenía que perder.
—No puedo decir lo que siento aunque quiera. Y aunque podía fingir estar bien, sentía cómo me iba apagando poco a poco —susurró con la mirada perdida en la nada —¿No sientes como si tus piernas no pudieran con tu propio peso?, ¿como si estuvieras cansado del mundo y aunque todo resulte bien siempre sentirás que algo resultará mal, que algo no saldrá como lo esperabas?
—No estás bien, Sannie, y tu corazón no se arreglará con un simple "ya pasará".
Sus palabras se escuchaban lejanas y, la sonrisa del pelinegro revoloteaba a la orilla de sus oídos. ¿Qué pensaba la gente al verlo junto a él? ¿Lo juzgaban tanto como a él? Y ¿Qué pensaba WooYoung sobre él? Miles de veces le había repetido que ante sus ojos sólo era su amado, pero, ¿Era realmente cierto? ¿No le mentía?
—¡Sannie!
—¿Ah?
—Tu teléfono está sonando —advirtió señalando la pantalla del teléfono sobre el asiento a su lado.
Era YunHo, era extraño la razón de su llamada, aquel chico alto solo lo llamaba si se trataba de una emergencia, y si así era...
—YunHo —habló a través de la línea.
—Yo... —un silencio que con aquello envolvía tétricos sollozos —Yo solo quería... y él ahora... Mingi...
—Respira con calma, YunHo, no puedo entender lo que dices —suspiró bajo la atenta mirada de SeungYoun.
—No debí involucrarlo en esto, debí dejarlo en casa —más sollozos y el susurro de personas lejanas. No entendía qué estaba pasando.
—Sannie, mira afuera.
Tras el vidrio del parabrisas, un chico de baja estatura y prendas refinadas respiraba agitado y miraba confuso las dos siluetas dentro del auto. San lo reconoció al instante incluso en la lejanía, WooYoung estaba fuera y no sabía lo que precisamente le esperaba. Corrió tras él y salió del auto en busca de su encuentro.
—Woo...
—¿Por qué no respondiste mis llamadas? —inquirió mirando la silueta que reposaba sobre el asiento trasero.
—No me percaté del teléfono —sonrió, se veía hermoso de pie frente a él, y estaba justo allí bajo el brillo de la luna, el azulino iluminando sus ojos cristalizados y sus manos temblorosas.
La presencia de alguien más se sumó a la discusión de pareja, la persona equivocada en un momento inadecuado.
—¿Estuviste con él? —su voz un poco más apagada que antes —¿Pasaste la tarde junto a él, San?
—No, sólo lo encontré en el bar —se excusó atropeyando una palabra tras otra —Me ayudó a...
—Estuviste bebiendo con él —sacó conclusiones propias entre susurros silenciosos —¡¿Sabes lo preocupado que estuve por ti?! Te busqué por todas partes y no respondías las llamadas, creí que te había pasado algo.
—Estuvo en buenas manos —comentó el castaño recordándole algo al pelinegro...
—¿Consumiste algo más? —la discusion que había tenido con su madre aún seguía fresca en su memoria. "No hay futuro junto a él" "Terminarás como un fracasado" "Te dejará por alguien más". Su voz tembló, incluso si respondía que no, el final ya estaba prescrito —No me mientas.
—Solo... —no pudo continuar, aquellas conversaciones de noche con la luz de las estrellas danzando sobre el cielo y ambos abrazados, aquellas conversaciones de ser mejores juntos...
—Mamá tenía razón, eres un maldito drogadicto.
La respiración de San se agitó el doble, la sensación de que su corazón dejaría de latir dentro de poco se adueñó de su pecho, tenía un ataque de pánico y la razón estaba justo frente a él.
—WooYoung, lo prometiste —Sollozó, recordando la noche en la que lo conoció —Prometiste que no me juzgarías y ahora... ¿solo soy eso para ti?
Debía dejarlo ir ¿verdad? Porque no quería arruinarse ni arruinarlo ¿verdad? Entonces por qué quería correr a sus brazos y besar cada lágrima que de sus ojos marrones brotaban.
—Sí —WooYoung no sabía qué hacer o decir exactamente, no quería que su Sannie lo recordara de manera tierna o dulce, dolería más porque el amor que él sentía aún perduraría, entonces debía alejarlo definitivamente, así no dolería para ambos porque ni uno se buscaría —Solo quería saber que se sentía salir con alguien como tú.
—¿Como él? ¿Me estás jodiendo? —el castaño no entendía qué tenía aquel chico para que San lo amara demasiado, ante sus ojos era igual al resto.
—Lo siento, San, ya llegamos demasiado lejos con lo que sea que teníamos —¿podía decir esas palabras en realidad? ¿Podía decirlas sin sentirse miserable? —Lo nuestro se acaba aquí y ahora.
Lo que antes eran silenciosos sollozos se convirtieron en un llanto melancólico. San no podía ocultar su dolor por más que lo intentara, ¿había escuchado bien? ¿El WooYoung frente a él era el mismo chico que solía conocer?
—Vaya mierda resultaste ser —espetó tratando de sonar igual de hiriente que él, pero aquello no cesó las lágrimas del chico a su lado y, a decir verdad, él lo había tratado de la misma manera hace un tiempo atrás, aquello no le daba el derecho de interpretar el rol de héroe mediático.
—Adiós, San —susurró justo antes de darse la vuelta. Tan pronto como se giró sintió ambos brazos enrollarse en su cintura, San lo estaba volviendo más difícil y no podía seguir fingiendo un minuto más.
—Por favor —suplicó al borde de la desesperación mientras ambas manos temblorosas se aferraban a la última oportunidad que le podría dar —Por favor no te vayas, no puedo hacerlo sin ti, lo sabes perfectamente.
—No puedo seguir un segundo más a tu lado —sentenció —No debemos.
—Por favor... —seguía sollozando mientras las lágrimas humedecían la tela de su camiseta azul —No me dejes...
WooYoung suspiró, mordió su labio inferior lo más fuerte que pudo y quitó ambas manos de un solo tirón, caminó a paso apresurado sin voltear a verlo, solo se fue dejando un corazón en mil piezas.
•••
1. No romanticen tener problemas mentales, ambas partes terminan afectadas quieran o no. No es "romántico" tener que lidiar con miles de demonios dentro de tu cabeza y fuera de ella.
2. Tu pareja no es y nunca será tu propio centro de rehabilitación, para aquello se necesita ayuda profesional. Es bueno apoyarse en alguien, pero no es bueno depender emocionalmente de ello.
3. Lo siento realmente, mis historias nunca terminan bien uu pido perdón de antemano
4. Son mis opiniones uu si no están de acuerdo con ellas, pueden dejar de leer la historia, muchas garcias dijo ambar.
5. Disfruten los últimos dos capítulos uu
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top