32 | Make it Right
—P-Papá —soltó en un suspiro.
JongHo se aferró al brazo endeble de San, interpuso el cuerpo menudo de San entre él y su padre a manera de escudo, por alguna u otra razón temía las intenciones de aquel hombre frente a ellos.
—¿Qué haces aquí? —preguntó el mayor en tono apático.
—Es mejor observalos de cerca que a través de una simple fotografía —sonrió de lado dejando ver la huella de un hoyuelo a punto de desaparecer.
—¿De qué habla? —susurró confuso el menor de los Choi.
El camión de mudanzas volvió a abrir sus puertas, la casa que antes había estado vacía, volvió a tener color y adquirir lo que en su principio le pertenecía.
—¿Por qué después de tanto tiempo? —indagó el menor sentado frente al sofá en el que su padre lo miraba calidamente —Sabes perfectamente que no eres bienvenido aquí.
—Su madre les ocultó muchas cosas —apoyó sus codos sobre sus rodillas inclinándose hacia adelante y prestando más atención al menor —Cada fin de semana volvía para contemplar sus sonrisas, pero, su rencor la segó y no me permitió verlos por un largo tiempo, no dejaba de repetir que todo era mi culpa, pero quería enmendarlo y recuperar a mis dos hijos. Yo no...
—Supongamos que te creo —le interrumpió JongHo —y que todo lo que dices es verdad. Entonces ¿por qué ahora? ¿Por qué aparecer ahora?
—Tienen la edad suficiente para pensar por sí mismos y no dejarse llevar por los comentarios de segundos —suspiró. Antes de continuar, el móvil en su bolsillo vibró un par de segundos para dar paso a un tono un tanto estresante.
A penas había llegado y ya debía irse, ni siquiera logró hacer lo que tenía planeado en "familia".
—¿Qué es lo que quieres?
—Recuperar su confianza —se levantó del sillón y sonrió como si ambos no le guardaran rencor en aquel momento —Debo irme, tengo algo urgente que atender. San, puedes venir a casa con JongHo, JunYoung te extraña.
“JunYoung trató de matarme, que manera para más rara de extrañar a alguien"
El hombre se marchó dejando confusión en uno de los choi.
—¿Tiene una nueva familia y tú lo sabías? —espetó JongHo.
—Ni siquiera sabía que seguía con vida —relajó su cuerpo y cerró sus ojos pensando en algo coherente —Es confuso, me sentía realmente perdido cuando lo supe.
—Por eso ya no estabas mucho es casa, tratabas de formar parte de su vida también.
—Ya quisiera él —soltó una carcajada —La mayor parte del tiempo que no pasó aquí la paso junto a WooYoung.
—¿Cómo crees que reaccione mamá?
La casa se sumió en silencio, tras unos segundos, San se permitió responder.
—Lo tendrá que sobrellevar como el adulto que es —cerró sus ojos momentaneamente y vagó entre sus pensamientos turbios.
—Debo procesarlo —suspiró sin saber exactamente en qué pensar.
JongHo no era de guardar rencor, mucho menos odio por otras personas, todos tenían una razón para justificar sus acciones, todos tenían ideales y lo que para uno era negativo para otro era positivo. Diferentes personas, diferentes perspectivas. Y papá tenía la suya, pero no podía evitar sentirse mareado y confuso.
—Creí que ibas a reaccionar de una manera distinta, pensé que ibas a poner la casa en llamas.
—Eso es algo que harías tú, yo sí tengo cerebro —confesó adoptando la misma posición que su hermano —¿Y quién es ese tal junjun?
—¿JunYoung? Un mocoso entrometido y sin educación.
—Suena a que se odian, ¿qué le hiciste? —Sonrió con los ojos cerrados solo para sentir la tela del cojín golpeando su rostro.
—¡Idiota!
—Ya quisieras ser este idiota.
La pequeña sala siguió sumida en calido silencio hasta que un pensamiento vago cruzó la mente del menor.
—Aún tengo esta duda en mente —abrió sus ojos contemplando el revestimiento de yeso del techo —¿Quién sería la nueva dueña de esta casa?
°°°
MinGi llevaba sobre su pecho toda la noche, su cálida respiración provocaba cosquillas sobre su piel y embriaguez en todo su cuerpo. Los leves sonidos que hacía al hablar dormido lo habían mantenido en desvela sonriendo en cada incoherencia que el pelirrojo formulaba.
Aún le parecía irreal la manera en la que su corazón se aceleraba estando a centímetros del chico, y a la vez sentir el peso de sus hombros desaparecer, la tranquilidad reflejada en sus ojos y su sonrisa que consigo traían paz en él.
Comenzaba a sentir pesados sus párpados, la ligereza se convirtió en plomo y, la tranquila noche, en un sueño al lado de una persona dulce.
La noche anterior ambos la habían pasado jugando videojuegos, cada vez que MinGi perdía debía responder una pregunta, así descubrió su miedo a la oscuridad y a los fantasmas. Dejó la lámpara de noche encendida y lo acurrucó a su cuerpo, se quedó sumido en sueños discutiendo adormilado sobre jirafas en el desierto, y YunHo sonrió pensando en lo hermoso que era.
La habitación era un desastre, una caja de pizza reposaba cerca a la puerta, los calcetines blancos de MinGi estaban despilfarrados por todo el suelo de melamina, uno de los zapatos de YunHo reposaba sobre el mueble bajo del televisor y los controles de la consola de juegos se encontraban abrumados en el zapatero.
Una noche tranquila...
Tan rápido como se había dormido, despertó producto del sonido en su móvil. Aún eran las seis de la mañana, le quedaba una hora para preparar el desayuno del pelirrojo y llevarlo a la escuela como de costumbre.
—No te vayas —musitó el menor aferrándose a su cintura —No quiero ir a la escuela hoy.
—Los chicos buenos no faltan a la escuela —acercó su rostro al suyo observando como sus ojos brillaban al mirarlo.
—Pero no quiero ser un chico bueno, además, será solo por hoy —le sonrió hasta que sus ojos formaron dos finas líneas y lo único que pudo ver fue el movimiento errante del contrario.
—No —a penas aquella palabra brotó de sus labios, la sonrisa de MinGi se esfumó de su rostro.
Estaba decidido a no ir ese día, muy a parte de que le aburrían las dos primeras clases, no había terminado el trabajo a presentar.
MinGi invirtió posiciones y en un giro de su cuerpo terminó sobre el pecho de su novio, le sonrió con picardía para, segundos después, besar sus labios no de una manera tierna como un beso de buenos días, al contrario, devoraba sus labios con pasión y se alejaba en el momento justo en el que YunHo quería ir por más.
Sus labios bajaron hasta el cuello del mayor quién gimoteó al sentir la lengua del contrario recorrer su piel. Soltó un gemido alto mientras la mano del pelirrojo acariciaba su zona baja sobre la tela gruesa del pijama.
—Eso-eso no impedirá que va-vayas a la escuela —susurró.
Los labios del mayor se detuvieron solo para observarlo y contemplar lo que provocaba en él, su boca semiabierto y su respiración agitada, gotas de sudor perlando su frente y el brillo lujurioso tal cual esmalte sobre sus cuencas marrones. YunHo era una completa obra de arte. Continuó apetitoso de su piel y detuvo su mano en su zona débil.
—Yo no estaría tan seguro.
Colocó sus piernas a ambos lados de su cintura, se posicionó perfectamente para hacerle perder la cordura al castaño y, sonriendo de lado, se movió de arriba a abajo frotándose en su zona débil y observando como el mayor se retorcía y gimoteaba bajo su cuerpo.
—Detente —gimió sin hacer absolutamente nada para que el menor se detuviera —Por-por favor.
Aumentó el movimiento de su caderas, segundos después, las manos del mayor sujetaron su cadera frenando el vaivén rítmico, en un movimiento rápido lo posicionó bajo su cuerpo estando esta vez sobre él, sus manos sujetaron sus muñecas por encima de su cabeza y negó lentamente mientras calmaba su respiración.
—Ve a ducharte, cariño, prepararé el desayuno para ti —se levantó haciendo caso omiso al puchero del menor. Dio un último vistazo al chico, sonrió y salió de la habitación dejando la puerta abierta tras él.
—¡Te odio! —gritó desde la cama a un Yunho que ya se encontraba revolviendo cosas en la cocina.
—¡Te amo! —el pelirrojo sonrió al escuchar aquellas palabras, se levantó de la cama y se dirigió al armario.
°°°
—Hubieramos llegado más temprano si no te hubieras puesto quisquilloso con el café —le regañó en tono suave mientras lo ayudaba a bajar de la motocicleta prestada de SeongHwa.
—Estaba amargo y quemaba mucho.
—Demasiada azúcar por la mañana te hace mal —caminaron juntos hasta la entrada del lugar, YunHo frunció el ceño al ver a una chica la mitad de altura de ambos acercarse apresurada hacia MinGi.
—Mingi-yah, llegaremos tarde a clase —la chica menuda omitió la existencia de YunHo al lado del pelirrojo —te guardé un asiento a mi lado.
—Oh —Yunho estudió las facciones de su novio, no parecía sorprendido, de modo que, aquella chica había estado rondando a su alrededor desde ya hace tiempo atrás —Gracias.
—Toma —la chica le ofreció una pequeña botella de refresco —Te dará energía durante todo el día.
—Gra...
—Gracias. La próxima vez que sea del sabor que a él le gusta, odia el durazno —le mostró una sonrisa forzada disimulando la incomodidad que le provocaba. Su mano viajó hasta la parte posterior de su cuello, acercó su rostro hasta que ambas narices chocaron, mentiría si no dijese que le apetecía sus labios sabor a café y menta, no le dio más vueltas al asunto, simplemente lo besó delicadamente para después depositar un casto beso sobre su nariz —Esto también te dará energía.
—No sabía que...
—Paso por ti luego —ignoró las palabras de aquella joven —debes terminar lo que empezaste, sabes a lo que me refiero.
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