31 | Again

Las imágenes sobre el escritorio gris parecían describir más de una emoción en el rostro de su hijo, emociones que nunca demostró incluso estando frente a ella.

WooYoung riendo.

WooYoung haciendo pucheros.

WooYoung actuando como un niño mimado.

WooYoung tomado de la mano.

WooYoung besando a aquel chico de sudadera gris que irrumpió en su hogar el día de su cumpleaños.

WooYoung siendo feliz.

Suspiró tomando una de las fotografías en su mano y analizando cada rasgo del chico que aún desconocía el nombre. La imagen de ambos juntos le causaba repugnancia y rechazo, estaba segura que su hijo había sido obligado a verse con aquel chico, pero su sonrisa... ¿Lo habría amanezado...?

-Saldrán a primera hora -el hombre de traje y gafas negras señaló las fotografías refiriéndose a ellas-será la portada de todas las revistas, tu hijo será la comidilla de todo DaeGu...

-¿Qué es lo que quieres?

-Un puesto de prestigio en la compañía, quizá como uno de los encargados principales, quizá como accionista principal...

-Déjalo ir -una mueca de fastidio cruzó las facciones de su rostro -la mayoría de modelos se han hecho famosos por mostrar abiertamente su sexualidad.

-¿En Corea? ¿Al menos en DaeGu? -sonrió histérico -Las pastillas que tomas tienen algo más que simples antibióticos.

-Lo mucho que te puedo ofrecer es un trabajo estable en la compañía, con suerte y llegas a ser uno de mis secretarios -bufó ya cansada de jugar el papel de víctima.

-Imagina la cara de los periodistas al enterarse que el menor de los Jung se anda revolcando con hombres y que su actual pareja es un drogadicto en asenso -siseó inclinandose sobre el escritorio gris, ambas miradas chocando en una constante disputa. La madre de WooYoung podría ofrecer dinero, un puesto dentro de la compañía o transferir legalmente parte insignificante de las acciones a un reportero sin vida, podría hacerlo, pero en lo único que podía pensar llevaba un nombre muy peculiar y tenía una estrecha relación con su "pequeño".

-Debes ser asertado y estricto o de lo contrario me aseguraré de arruinar por completo tu vida -se levantó del sillón quitándose el abrigo que cubría por completo su cuerpo -Realizaré una reunión en los próximos días, debo asegurarme que borres por completo esas fotografías.

-E-Entonces yo -titubeó creyendo ser parte de una gigantezca broma -eso significa...

-El actual director de Marketing ha provocado una decadencia en las ganancias -tomó el sobre amarillo y depositó cada fotografía dentro de esta, dobló el sobre dos veces y lo arrojó al cajón -tomarás su puesto, tienes gente que te respalde en ganancias.

-No te arrepentirás -dijo conteniendo la respiración, siguió a la mujer hasta fuera de la oficina y una vez fuera se permitió expulsar todo el aire que había retenido en sus pulmones.

Aún estaban hablando de negocios cuando fueron interrumpidos por el sonido de la puerta principal al abrirse.

-Oh -el chico bajo el marco de la puerta se sacudió dando un leve brinco de susto -Mamá, creí que estabas en la...

-Creí que estabas estudiando -la mujer lo estudió de pies a cabeza, desde su cabello despeinado, la marca mal oculta sobre su cuello hasta las zapatillas deportivas negras, un poco desgastadas de los costados y con los pasadores sin atar.

-Olvidé el uniforme -dijo tratando de ocultar el creciente arrebol sobre sus mejillas.

-¿YeoSang no pudo prestarte su antiguo uniforme?

-Mamá, es incómodo utilizar la ropa de alguien más -le mostró una sonrisa sinuosa antes de retomar el camino hacia su habitación.

-¡WooYoung! -reprendió -Ven aquí.

El pelinegro se detuvo por segunda vez, tragó saliba y giró sobre sus propios talones. ¿Lo había notado? Fue lo más cauteloso posible en ocultarlo, YeoSang había mentido por él, no había forma de descubrir las verdaderas intenciones tras un simple "estudiar para exámenes finales" y si así fuera, su madre nunca le habría prestado la atención debida, lo dejaba pasar y le restaba importancia.

-¿Pasa algo? -cuestionó evitando la mirada de mamá -Tengo prisa, llegaré tarde a la primera clase.

-¿Estuviste bebiendo alcohol? -su mirada se mantenía imperturbable, permanecía fría y carente de empatía.

-Estuve estudiando toda la noche con YeoSang, puedes llamarlo y preguntarle -suspiró -No tengo tiempo, mamá, si llego tarde tendré que esperar hasta el receso.

WooYoung desapareció escaleras arriba casi corriendo hacia su habitación, no pasó mucho tiempo para que volviera a salir vestido correctamente, un suave aroma cubría su piel y el olor de la noche anterior junto a San.

-Vuelvo hasta la noche, almorzaré en casa de YeoSang hoy -no le dio tiempo de responder, simplemente salió de su hogar, dio un par de pasos y subió al auto de San.

Sonrió al verlo con su rostro adormilado, su cabello húmedo y arreglado sin gracia, las mejillas coloradas y sus labios con una ligera marca rojiza sobre ellos.

San tardó unos segundos en darse cuenta que WooYoung ya estaba allí, a su lado, observándolo como quien contempla el cielo por primera vez, con brillos en sus ojos.

-¿Quién eres tú y qué hiciste con mi WooYoung, el que se quejaba por ir a clases hoy? -frotó sus ojos con sus manos, sonrió y puso el auto en marcha.

°°°

-Lo olvidé -La voz tras el móvil sonaba cansada... cansada y cargada de sueño.

YeoSang últimamente olvidaba hasta lo más mínimo, incluso su propia existencia. Si no lo hubiera llamado esa mañana, probablemente se habría quedado sobre el incómodo sofá mirando el reloj y esperando el sonido de la puerta al abrirse.

-¿Estuviste depierto toda la noche? -cuestionó dulcificando su voz, sabía que el rubio dedicaba sus noches a mirar cualquier anime o serie, su falta de sueño le impedía dormir cómodamente y, aunque le haya cantado miles de canciones hasta facilitarle el sueño, la misma rutina se volvía a repetir cada día.

-No es divertido estar depierto si tú no estás a mi lado, abrazandome o cantandome -protestó. JongHo casi pudo ver como un puchero aparecía en sus labios cereza, la imagen cruzó sus pensamiento y sonrió al imaginarlo tumbado sobre una carpeta dibujando garabatos sobre una hoja en blanco.

-La última vez que dormimos juntos, hicimos de todo menos dormir -sonrió de lado. Dio un respringo del susto al escuchar el timbre de su casa, nunca nadie usaba el timbre, la mayoría de sus amigos tocaba la puerta y gritaba su nombre desde afuera -Espera, alguien acaba de llegar. Te llamo luego, cariño.

Se levantó del sofá y entreabrió la puerta mirando quién estaba tras esta.

-¿Si? -cuestionó extrañado, fuera habían unos cinco hombres uniformados de verde, otros cuatro bajaban de un camión de mudanzas completamente vacío.

-Venimos por el desalojamiento de la propiedad -dispuso uno de los hombres -La dueña del contrato lleva sin pagar cinco meses y esta mañana acabamos de recibir ordenes de desalojamiento.

-No pued...

-No haga esto difícil, la nueva dueña de la propiedad ya pagó el año que resta del contrato y anuló el suyo -el hombre suspiró y lo miró con pena en sus ojos.

-Ni siquiera nos dio tiempo de buscar un nuevo hogar, nosot...

-El nuevo propietario tiene planeado mudarse hoy mismo. Lo lamento, pero esto es sobre negocios y dinero.

El hombre lo apartó de la puerta y entró mirando todo a su alrededor, señaló el sofá y los muebles de adorno y de inmediato otros tres más lo alzaron para sacarlo fuera de la pequeña casa.

El siguiente en aparecer fue San con la cara compungida en una mueca de asombro, miraba sus cosas siendo subidas a un camión, mientras JongHo sostenía el teléfono en su mano.

-¿Qué mierda hacen con nuestras cosas? -el pelinegro arrebató de las manos de un ayudante una caja con libros y forcejeó hasta que el otro cediera.

Ni uno le respondió, solo siguieron con lo suyo e ignoraron su vaga presencia.

-JongHo, llama a la policía, qué...

-Acabo de hablar con mamá, es cierto que tenía una deuda por cinco meses pero el contrato aún no vencía, no entiendo...

-¡Eh! ¡Zarta de idiota! -vociferó mirando a los hombres subir y bajar del camión -¿Quién les dijo que podían llevarse nuestras cosas?

-Desde su perspectiva, no están haciendo nada malo, San -el menor se tumbó sobre el suelo sin saber qué hacer exactamente -Nos quedamos sin casa.

Imposible, había invertido el dinero en los entrenamientos de JongHo, no le quedaba absolutamente nada, eso y contando que JongHo debía ir a la universidad, estaban en banca rota.

Sacó su móvil y pensó en llamar a YunHo, podría prestarle dinero quizá, algo con lo que pueda negociar su estancia en la pequeña casa. Sin embargo, un nombre peculiar llamó su atención un contacto más arriba.

Era curioso como la ironía le jugaba una de sus más grandes bromas en ese momento. Juró que no volveria a verlo, ni siquiera quería escuchar su voz, pero allí se encontraba, marcando el número de su padre... Otra vez.

Pasaron dos timbres para que escuchara su voz tras el aparato, una voz más sorprendida que la suya misma.

-¿Sannie?

-Sé bueno para algo y por primera vez haste llamar padre -suspiró -Mira, las circunstancias no son las mejores y están a punto de quitarnos la casa, es el único favor que te pediré y lo devolveré a penas tenga el dinero en mis manos.

-Me alegra escuchar tu voz -un silencio envolvió ambas líneas -Lo solucionaré en este momento, no hace falta devolver el dinero. Solo espera unos minutos, hablaré con el dueño.

-Adiós y... -suspiró, no debía agradecerle, es el hombre que los abandonó "Solo no quería la misma vida para nosotros" -Gracias.

Miró el teléfono un par de segundos antes de terminar la llamada, JongHo no estaba a su alcance de modo que el único presente de aquella conversación había sido el sonido tajante del camión de mudanzas y la alfombra desgastada bajo sus zapatos.

Caminó arrastrando los pies, miró el cuerpo tendido sobre el piso de una sala vacía y se reclinó hacia él.

-Lo solucioné -susurró a su lado. Siempre lo hago.

-Pero...

-Deja de lloriquear -acarició su espalda y dio pequeñas palmadas justo como mamá solía consolarlo -Y ve a la escuela, ya perdiste una clase.

-Quiero quedarme aquí hoy.

-Buena idea, pero no hay nada en la nevera y mis habilidades culinarias dependen de ello.

-Hay cereal en el gabinete superior.

-Está bien, pero no le digas a mamá que no fuiste -sonrió de lado, su hermano había parado de sollozar y ahora él no podía dejar de sentirse nostálgico.

Ambos dejaron de hablar al ver la silueta delante de ellos, erguida y robusta.

-P-Papá.

°°°
Por eso esperaba con la carita empapada a que llegaras con rosas MIL ROSAS PARA MÍ uu

Adiós uu

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