30 | WooSan

WooYoung no entendía como el simple acto de besar se convertía en su boleto al paraíso, ni cómo aquel acto conllevaba a pecar de la manera más esquicita posible. Pero, la boca del pelinegro sobre su cuello le quitaba importancia a aquellos pensamientos.

San había recogido a WooYoung en el clásico auto de su padre unas cuadras más adelante de su casa, el chico pelinegro le había dicho a sus padres que se quedaría a dormir en la casa de un amigo estudiando para "exámenes finales" aún estando a la mitad del año. Sus padres le restaron importancia, tenían un contrato frente a sus narices y su hijo menor no era lo más interesante en ese momento.

—Sannie —gimoteó a horcajadas del mayor.

Las manos delgadas del chico escabulléndose bajo su camisa gris provocaba escalofríos eléctricos bajo su espina dorsal y, también, bajo su punto débil.

El chico había aparcado el auto en unas calles no tan recurrentes, a penas eran iluminadas por los postes principales y lo único que lograba pasar por allí eran las ganas que se tenían el uno al otro. WooYoung se sorprendió de lo tan bien que San conocía esa zona, pensó que allí había llevado a todas sus conquistas para hacer algo más que charlar tranquilamente. Discutieron por un par de minutos, WooYoung se rindió, terminó por creerle y escabullirse a horcajadas sobre el mayor.

—¿Dónde está mi WooYoung? —susurró sobre sus labios —el que se sonroja con una mirada.

WooYoung sintió sus mejillas arder, aquella mirada llena de lujuria y deseo lo estaba poniendo en una línea delgada entre perder la cordura y tener sexo en un auto frente a miles de casas que, aunque ni una parecía habitada, él sentía la mirada de alguien en su espalda. O irse a algún hotel a terminar lo que empezaron.

—Sannie, quiero hacerlo aquí —confesó tímido. Los labios del mayor dejaron de besarlo, se alejó a penas centímetros y observó sorprendido como WooYoung mordía su labio inferior.

—Cariño... —acarició su mejilla —no tienes que hacerlo si no lo deseas.

—Pero lo deseo, además... —miró su entrepierna, un bulto comenzaba a apretar la tela bajo su pantalón —yo... lo necesito.

—No traigo lubricante, cariño.

—Como si lo necesitaras —bufó. La mayoría de veces el mayor había improvisado formas creativas de obtener lubricante, había utilizado saliba o incluso su propia lengua. Aquel pensamiento calentó más sus mejillas y aumentó sus ganas de sentir a San dentro de él.

No esperó una respuesta, mucho menos una acción, simplemente se inclinó y lo besó. Su boca bajó hasta su mandíbula, y volvió a bajar hasta su cuello chupando y absorbiendo la piel del chico.

San no perdió tiempo, ya estaban allí y no había manera de frenar su pasión. Desabotonó la camisa del menor, acarició cada centímetros de su torso y pellizcó uno de sus pezones para después chuparlo. WooYoung se convirtió en un manojo de gemidos bajo los sonidos grotescos que hacía San con su boca.

La mano del mayor bajó hasta el cierre de sus jeans haciendo que WooYoung pierda la poca decencia y cordura que le quedaba, gimió su nombre segundos antes de que un impertinente "toc toc" sobre la ventanilla sorprenda a ambos chicos semi desnudos.

WooYoung casi se cae sobre el volante al ver a un hombre frente al auto, de no ser por San con sus manos en su cintura, habría conseguido un moretón en su espalda. Sus mejillas se tiñeron de rosa y un ligero hipo ocasionado por el susto incomodaron al chico, agradeció no haber ingerido nada o lo siguiente habría sido vomitar en el auto de su novio. Se sintió aún más avergonzado al caer en cuenta que estaba con la camisa desabotonada y la cremallera abierta. Se acomodó la ropa lo más rápido posible y regresó al asiento de copiloto.

San, con el enojo matizando sus facciones, bajó la ventanilla esperando una respuesta del hombre que había interrumpido su noche fogosa.

—Están frente a un restaurante familiar.

La mirada de WooYoung pasó de estar perdida en la nada a escrutar cada rincón del callejón no tan abandonado. Y ¡Oh sorpresa! Un maldito restaurante con poca luz y fachada de estar habitado por ratas e inadaptados se ubicada en la esquina de aquella cuadra. Por su reverenda mierda, y tenía gente al tope como si comer en el punto más muerto de Daegu se haya vuelto la nueva moda.

—¿Y? —fue lo único que escucho decir al pelinegro.

—¿Y? —el hombre, según San, parecía estar a punto de dar su discurso desaprobatorio de por qué engendrar hijos en una calle repleta de gente era mala idea... peor si eras gay —Y mi hija lleva diez minutos preguntando por qué dos chicos se están pasando saliba y si ella podría hacerlo con su mejor amiga.

"No es como me lo imaginaba" pensó, San, al verificar que detrás del hombre había una mujer cubriendo los ojos de una niña no tan pequeña.

—¿Su hija también es...? —un manotaso en su hombro le impidió terminar la oración.

—Disculpe, ya nos íbamos —sonrió apenado, WooYoung —Disculpe las molestias.

El menor fue claro en su mirada, era "Arranca el puto auto" pero, al parecer, San solo entendió un "dañala más"

—Si a su hija le gustan las muje...

—San, conduce —dijo a regañadientes sonriendo al hombre que tenía las orejas rojas de furia y enojo.

—Pero, su hija es como nos...

—¡Conduce el maldito auto! —obligó girando la llave en el encendedor.

—¡No me grites! —reprochó, el pelinegro, obedeciendo al menor y subiendo la ventanilla del auto.

Una risita escapó de sus labios después de dejar el no tan abandonado lugar, recordar la escena le resultaba gracioso.

—No es divertido, es vergonzoso —reprochó cruzado de manos el chico sobre el asiento del copiloto, un leve suspiro y se inclinó para subir el volumen de la radio.

—Tendremos algo divertido que contarle a nuestros hijos —el mayor se imaginó a dos niños correteando por una pequeña sala, a WooYoung gritándo que se quiten los zapatos y el olor a quemado de un almuerzo arruinado. Terminarían comprando comida chatarra como todas las familias modernas.

—No les contaremos que estuvimos a punto de tener sexo en un auto frente a un restaurante familiar. ¡San! ¡Por dios, los niños se van a trauma! —su cara de horror ensanchó la sonrisa del mayor.

—¡Tatuajes! —exclamó repentinamente después de unos largos minutos de silencio.

—¿Qué?

—A nuestro hijo le pondré tatuajes —dijo mirando orgulloso al chico a su lado.

—Que feo nombre, a parte de traumado va a sufrir de bullying.

—Me refiero a que dejaré que se coloque tatuajes... Y piercieng si es que quiere —se detuvo frente a un semáforo en rojo y aprovechó el momento para entrelazar su mano con la del menor.

—Claro que no, se verá como un malandro.

—Hola. Mucho gusto, soy San.

El semáforo ya había cambiado de color y los autos detrás del de San comenzaban a sonar la bocina.

—¡Mira adelante! ¡¡Nos vamos a matar!! —gritó mirando a uno de los autos sobrepasar el suyo.

—Tonto.

—Bobo.

—¿Me amas? —la pregunta flotó en el aire unos cuantos segundos, la melodía de la radio y el silencio de WooYoung le hicieron creer a San que no obtendría respuesta.

—Como no tienes idea —confesó segundos antes de propinar un beso en la mejilla del mayor.

WooYoung observó como su sonrisa se ensanchó, un par de hoyuelos decoró sus mejillas y un sin fin de estrellas se reflejaron en sus ojos ocre para luego posarse en los suyos. Fueron a penas segundos donde WooYoung sintió que el único lugar al que pertenecía era al lado del pelinegro, sea donde sea, esté donde esté, San era su hogar.

°°°

—Sigues duro ¿Verdad? —una sonrisa ladina jugueteó en sus labios.

Había estacionado el auto fuera de la tienda de una gasolinera. Su mano, traviesa, se escabullía hacia la rodilla de su adverso, con suaves toques y caricias llegó hasta su muslo y, disfrutando de tener el control sobre WooYoung, masajeó unas cuantas veces hasta asegurarse que el pelinegro estaba completamente bajo su mando. Lo siguiente fue su punto débil: la entrepierna de WooYoung, aunque tenía tela sobre este, podía sentir la dureza bajo su mano.

—¿Qué? —respondió junto a un sonido gutural.

—¿Tienes hambre? —cuestionó quitando su mano de la entrepierna del menor.

—¿Ah? —el pelinegro se sorprendió del repentino cambio de situación —Sí, yo... sí.

—También tengo hambre y no necesariamente de comida —le dedicó un guiño para después abrir la puerta del auto sin salir de este —Te espero en el baño.

WooYoung lo observó desaparecer dentro de la pequeña tienda. ¿Había oído bien? San podía ser una cosa pero rebarbara, ¡Joder! Hacerlo en un baño, grandiosa idea, ¿qué sigue? ¿hacerlo en un descampado al aire libre frente a quien sabe qué cosas habiten en los campos? Siempre y cuando sea con San, todo bien.

Salió del auto no sin antes sacar las llaves cerca del volante y colocar seguro a las puertas. A parte de tener pinta de fuckboy, es distraído y olvidadizo.

Al entrar a la pequeña tienda, juró que no se encontraría a nadie que no fuera una señora de la tercera edad medio dormida. Pero el destino conspiraba en contra suyo y, para su día que iba de mal a peor, detrás del aparador le sonría un chico de ojos abellana, muy lindos para su gusto.

—Estoy de suerte —reprendió el desconocido —eres el primer solecito en iluminar mi día.

—¿Acaso no has visto el tremendo sol que ha salido hoy en la mañana? —suspiró —Sentí que en cualquier momento moriría derretido.

—Y tiene buen sentido del humor —apoyó sus codos sobre el aparador y se inclinó a mirarle el rostro, una chispa brilló en sus ojos reconociendo al pelinegro frente a él —¿Qué hace el hijo menor de los Jung en una gasolinera como esta de noche?

—Conducir, comprar golosinas, llenar el tanque de su auto...

—Follar —interrumpió una voz detrás de él, pasos se avecinaron hasta su costado y un chico pelinegro con una botella de agua a medio llenar apareció justo a su lado. San.

—No es el tipo de chico que folla con cualquiera y mucho menos en lugares como este —le sonrió gentilmente.

San no era cualquier tipo. Y ese, para él, no era un lugar sin importancia; la noche en la que conoció a San tuvo que sacarlo del baño de una gasolinera. Los primeros sentimientos hacia a él no fueron más y menos que en un maldito baño, una simple atracción que se convertiría en más que amor.

—Tendré que averiguarlo —musitó palabras audibles solo para él. Del bolsillo de sus jeans extrajo un billete y se lo entregó, más serio de lo normal, al chico frente a él —Esto es por la botella de agua.

WooYoung formó un puchero en sus labios ¿ya se irían? ¿sin siquiera haberlo tocado? ¡Que injusto!

—¿Dónde está el baño? —preguntó viendo de reojo como el pelinegro sonreía discretamente.

—De frente a la izquierda, bonito —indicó el chico mirando como el menor se retiraba de espaldas a él.

—¿Bonito? —bufó —Es una palabra corta para la belleza de Jung WooYoung.

—Tiene tan poca edad y ya es reconocido por cualquiera en la calle —le entregó el vuelto sin antes regarle una menta barata —me sorprende que no encuentre a un guardaespaldas cerca de él.

—Estás exagerando, es solo un chico...

—El menor de los Jung, con dinero hasta por gusto, el rostro de una empresa de modelaje y próximamente el de dos más, heredero de los negocios de sus padres y de la compañía que manejan —elevó ambas cejas —es lo que todo Dae-Gu conoce. Aún no está en las ligas mayores, pero a su edad, eso ya es tener mucho.

—¿Relacionan eso con tan solo verlo? —que idiotas.

Choi San veía a un chico normal, sonrojado, presionado, al borde de la locura, con tristeza la mayor parte del día, pero alegría cuando ambos se sentaban a hablar sobre la vida y a mirar las estrellas que en cielo habían.

Recibió el cambio y se dirigió al baño por segunda vez.

—¿Qué tanto hacías? —reprochó un WooYoung cruzado de manos.

—¿Qué tanto hacías tú? —recordó que el menor había tardado casi lo mismo cuando él había estado esperándolo.

El puchero en los labios del menor no tardó en aparecer, él trató de imitarlo a cambio de una carcajada y burla hechas por el pelinegro menor.

Haló de su mano y lo dirigió a uno de los cubículos, no era tan pequeño, había espacio para dos si es que se abrazaban. Deslizó el seguro de la puerta para después dirigir toda su atención hacia WooYoung.

—Trata de no gemir tan fuerte, pueden escucharte.

Un sonido gutural fue su única respuesta.

°°°

No sabía que ponerle al título unu. Gracias por los 5k. Perdón por tardar tanto :( cuídense mucho, cualquier error es porque tengo sueño y mañana tengo clases temprano unu


Foto del WooSan pa que me perdonen

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