18 | Todo A Cero
—Te dije que me despertaras temprano —protestó el menor —Mi padre me matará.
—Aún es temprano, ¿por qué tienes tanta prisa?
Durmiendo se veía como un completo ángel, al despertar, había perdido las alas y se había vuelto en un completo demonio.
—Tengo una sesión de fotos —se colocó su camiseta como pudo y salió de la habitación a toda prisa.
—Sesión de... ¿Cómo? —de alguna u otra forma, no entendía de lo que WooYoung hablaba.
—San ¿no escuchas?
Tus gemidos me volvieron sordo, claro.
—¡Hey! —lo acusó con el dedo índice —no me hables de esa forma, soy mayor que tú.
—Sesión de fotos, Sannie, para la revista que promociona la empresa de mi padre. Soy el modelo allí.
WooYoung esquivó los cuerpos de jóvenes tumbados en el suelo, le desagradaba la manera en la que algunos se encontraban. Fuera de la casa fue peor de lo que se imaginaba, el césped mezclado con el vómito desprendía un olor putrefacto, WooYoung contuvo las ganas de vomitar allí mismo.
—¡Taxi! —gritó, planchando con sus manos la camiseta arrugada.
El auto se detuvo justo frente a ellos, WooYoung le dio la dirección y subió dentro seguido de San.
—Mírame —ordenó el mayor.
WooYoung hizo lo indicado, sus ojos chocaron con los del menor, un vaivén de emociones, esos mismos ojos lo habían contemplado de la manera más exitante horas atrás, esos mismos ojos lo miraban con dulzura en aquel instante. Comprendió que con San no se trataría de solo placer, a diferencia de sus relaciones pasadas, esta tenía el toque romántico y cursi que a nadie le gustaba, a él le encantaba.
Las manos del mayor se enredaron en su cabello, ordenó con cuidado los mechones negros dispersos y, minutos después, depositó un beso en la frente del menor.
—Ahora ya te ves mejor —sonrió —A decir verdad, te ves como si acabaras de tener se...
—¡San! —su mano propinó un pequeño golpe en el hombro del contrario.
San no logró evitar una carcajada al ver el rostro sonrojado del pelinegro.
Había despertado con el miedo de encontrar la cama vacía, con miedo de abrir los ojos y no ver a WooYoung durmiendo a su lado, de no poder tocar su rostro y susurrar unas simples palabras.
¿Qué tal si se había arrepentido? ¿Qué tal si lo había abandonado como la mayoría lo hizo? ¿Y si realmente no sentía lo mismo que él?
Se sentía mareado.
La angustia duró a penas segundos, WooYoung reposaba sobre su pecho con una de sus manos rodeando su cintura. Suspiró, pensó que no lo despertaría, su toque se sentía como anestesia al golpe más grave, no había preocupación dentro del espacio entre ellos dos, y le gustaba, así que acarició su mejilla y contempló su rostro por unos minutos más.
—¿Es aquí? —el auto se detuvo frente a un edificio.
—Sí —repuso el menor.
Ambos bajaron del auto, uno con más prisa que el otro. San entregó un billete al conductor mientras sonreía de lo despistado que podría llegar a ser WooYoung.
—¡Apresúrate! —tomó la mano de San arrastrandolo hasta el elevador repleto del gentío de trabajadores.
No demoraron en llegar al piso predestinado, WooYoung ni siquiera miró a la secretaria tras el mostrador, entró en el salón y tan solo cruzar la puerta las miradas se posaron en el pelinegro.
Una mujer lo arrebató de su mano; segundos después, desapareció de su vista.
—¿Eres amigo de WooYoung? —atrapó su atención la chica de orbes grises, o quizá eran lentes de contacto.
—Algo así.
En definitiva no eran amigos, pero tampoco eran pareja, ¿entonces? ¿Simples seres humanos con derecho a amar sin que se rompan el corazón mutuamente? No, en definitiva, no.
—Un gusto —extendió su mano hacia el chico —Soy Lia.
San tomó su mano con total rigidez. ¿Se supone que deba sonreír?
—San —forzó una incómoda sonrisa.
—¡¿Dónde está Lia?! —vociferó uno de los hombres sentado tras las cámaras.
La chica dedicó una agradable sonrisa a San, dio media vuelta y se posicionó cerca a WooYoung.
San no lo había notado al salir, viéndolo ahora, se veía jodidamente perfecto. El traje negro resaltaba su piel clara, el maquillaje sobre sus ojos intensificaba la profundidad de su mirada que por alguna u otra razón la notaba cargada de recelo. Sus labios de un rosa natural, tan apetecible... Perfecto.
Ambos posaron para la cámara, el hombre gritaba una que otra cosa, las fotografías se volvían a sacar en cada posicion que ellos mostraban.
—¡Quítate el saco! —le indicó al pelinegro.
Las fotografías volvieron a ser tomadas. Una que otra pausa era hecha solo para retocar parte del maquillaje.
—¡WooYoung, desbrochate un botón de la camisa!
El pelinegro lo hizo, sin embargo, el rostro del hombre no era de satisfacción pura.
—Otro botón —volvió a ordenar.
¿Es una revista familiar o una sexista para mayores de dieciocho años?
—Uno más.
—¡Es suficiente! —pensé en voz muy alta —Digo... Es una revista familiar... No debería mostrar mucha piel.
—Tomen un descanso.
San observó las fotografías en el monitor. Una sonrisa nostálgica cruzó la serenidad de su rostro, una pareja perfecta...
—San, necesito que me acompañes al baño —susurró una voz a su costado, el chico dio un brinco del susto.
—Pero...
—Vamos —su mano volvió a ser tomada, y él, a ser arrastrado.
San no pasó por desapercibido la mirada de la joven modelo, su mirada se posaba en la mano de WooYoung, para ser precisos, en la mano de WooYoung sobre la de San.
—¿Te dejo un segundo y ya estás ligando con la primera persona que se te cruce? —el menor parecía realmente enfadado —Eres un idiota, San, pensé que...
Calmate, quizo decir, es una confusión, debía explicarle, mi sonrisa fue forzada, tenía que aclarar. Pero la única acción que logró realizar dejó un suspiro ahogado en ambas bocas al chocar.
San besó los labios de WooYoung y tomó su rostro entre sus manos como si fuera la persona más frágil en el mundo. El chico le correspondió, movió sus labios al ritmo de los de San, sus manos se aferraron a la cintura del contrario y su cuerpo acortó la distancia entre ambos.
—Mientras tú existas, mis ojos no tendrán a nadie más a quien contemplar que no seas tú —susurró sobre sus labios.
—¿A cuántas más les has dicho lo mismo? —el pelinegro entrecerró los ojos tratando de descifrar los sentimientos del mayor.
—Son tantas que ya perdí la cuenta —se encogió de brazos —Recuerdo habérselo dicho...
—Idiota —frunció el ceño para retomar el camino hacia sus labios.
Lo único que San había dicho en su relación anterior era un "te quiero" sincero, sus palabras no llegaron a más. Con SeungYoun nunca demostró lo que sentía, ya sea celos o enojo, solo los dejaba pasar; SeungYoun mostraba la misma actitud, si no le agradaba una actitud de San no trataría de hacérselo saber.
Ambos se comprendían perfectamente sobre una cama, eran un completo desastre fuera de ella.
Los minutos pasaron y la sesión de fotos de WooYoung había culminado, el menor se notaba hambriento y San se dijo a sí mismo que sus besos no eran algo que a su estómago le llenase. Una que otra discusión los llevó a una pequeña cafetería, WooYoung solo quería beber agua y darse una ducha, San primero lo alimentaría y después dejaría que él eligiera qué hacer.
—¿Y si te desmayas en plena ducha y te ahogas? —la cara de horror fingida por parte de San sacó una sonrisa al pelinegro.
—Exagerado —sonrió e ingresó al pequeño lugar aún con su mano entrelazada con la del mayor.
La campana en lo alto de la puerta tintineó, antes de buscar con la mirada una mesa vacía, una voz femenina llamó su atención.
—¿WooYoung? —aquella melodiosa voz la había escuchado más de una vez, no le irritaba, solo le provocaba punzadas en el pecho. La novia de WooYoung.
¿Qué hacía tomando la mano de un chico al que su corazón le pertenecía a alguien más? Se sentía patético. Se sentía como tomar prestada la pieza de un rompecabezas, uno muy colorido en contraste al gris perfecto de su tablero.
Soltó su mano como si ambas fueran fuego, apartó la mirada de la chica y su mente divagó en aquel mismo pensamiento.
—DaHyun —sonrió el pelinegro.
La chica le dedicó una mirada cómplice, una que San no notó ni notaría.
—San, ¿verdad? —llamó la atención del mayor. Este asintió aún sin mirarla a los ojos.
WooYoung haló de la mano de San e incitó a sentarse frente a "su novia", entrelazó su mano con la de un San realmente confundido para segundos después dedicarle una sonrisa a DaHyun.
—¿Viste a MinHo ayer?
—Estaba demasiado ocupado en el bar, solo salimos a comer algo —bebió de la taza de café sobre la mesa —Dijo que la próxima salgamos en pareja.
Técnicamente todo está bien pero como que algo no cuadra.
San cayó en la cuenta que volvía a sentirse confundido, se sentía ajeno a la conversación, lo empeoraba la mirada de DaHyun sobre él. ¿Lo estaba estudiando?
—Es tal cual lo describiste —su mirada recorrió las facciones del mayor, WooYoung le había dicho que tenía rasgos finos, que sus ojos brillaban cada vez que hablaba lo cual lo hacía muy poco —Y no habla.
—Disculpa, ¿no te incomoda que tu novio esté tomando la mano de alguien más? —se inclinó sobre su asiento, su conciencia se re mordía por soltar aquellas palabras.
—¿Novio? ¿Aún no se lo dices? —bebió una vez más de su café.
—No tuve tiempo hoy, además, no creí que realmente funcionara. Tus ideas siempre traen problemas.
—WooYoung y yo no somos más que dos idiotas enamorados de dos personas completamente opuestas a nosotros —le ofreció una sonrisa agradable —Me comentó sobre ti y tuve un plan demasiado tonto que al parecer sí funcionó.
—DaHyun tiene años saliendo con MinHo.
—Pero ustedes eran tan reales —San recordó el beso que DaHyun depositó en los labios de WooYoung el día de su incidente, recordó el día que los había visto por primera vez como pareja en un restaurante.
—Es la idea, nuestros padres deben creerselo, el resto de la sociedad también —elevó ambos hombros —Ambas familias se relacionan terroríficamente bien en negocios, sus padres y los míos tiene la estúpida idea de la familia perfecta, en fin, WooYoung tiene novio y el mío no alcanza la clase social alta, tan perfectos que digamos no somos.
—Entonces ¿Todo era fingido? —cuestionó el mayor.
Sentía más segura el agarre de su mano con la de WooYoung.
—Claramente. WooYoung me habló mucho de ti —la chica se reclinó sobre la mesa como si de un secreto a susurrar se tratase —Es tan idiota que no sabía que le gustabas.
—Aún te escucho —el pelinegro se levantó de su silla —Iré a pedir algo de comer, no lo asustes o te mato.
—Si tú no lo asustaste, yo menos.
San aún esperaba que ambos le dijeran que todo era una broma de muy mal gusto y que se terminaran riendo en su cara.
—¿En serio no son nada? —preguntó incrédulo.
—Claro que no. La vez que te vi en el bar hecho un saco de boxeo es porque estaba esperando a MinHo, llevaba poco conociéndolo —afirmó —WooYoung y yo somos más como hermanos.
—¿Hermanos que se comen la boca en un sillón en medio de una fiesta? —seguía sin creerselo.
—Esa fue mi idea, WooYoung quería saber si el gusto era mutuo o solo él era el que estaba perdiendo la cabeza a una velocidad excesiva —sonrió —Y al parecer sí sentiste celos.
—No era necesario que se comieran la boca frente a mí, un "Hey, me gustas" estaría bueno.
Al recordar la escena, San tampoco actuó de la manera más conveniente, solo se besó con quien menos había esperado hacerlo.
—Mis ideas son ridículas, lo sé, pero era premio doble. Si tú te lo creíste, el gentió de personas también. Los rumores no tardarán en esparcirse y tendré más tiempo que pasar con MinHo y tú con WooYoung.
—Ya, pero lo besaste.
—No tanto como tú —le hizo un guiño —Solo te pido algo, no lo destruyas y tampoco hagas que se autodestruya.
Si MinHo sabía de su adicción, Dahyun lo sabía. Aquellas palabras se referían perfectamente a aquello, fue casi como un ultimátum, aquella alarma que alertó a San de una sola cosa, si WooYoung estaba junto a él, no estaba a salvo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top