16 | Adore You Pt 2

—¿Qué?

—No compraré almuerzo para tres personas los próximos meses.

—Solo es para JongHo.

—JongHo incluye a YeoSang, y donde está YeoSang hay un niño fastidioso de cabello rojo —WooYoung sostenía su mano frente a la mirada de nueve personas curiosas.

—Lo siento —hipó MinGi.

—Te compraré la comida que quieras, precioso —YunHo acarició su mano y le ofreció una agradable sonrisa. —Ten más cuidado con tus palabras, MinGi es sensible y odio cuando se lamenta por cosas sin sentido.

—Lo siento pero no lidiaré con el almuerzo de JongHo durante los próximos días —haló de la mano de San obligándolo a levantarse.

—No lo hará —afirmó el castaño con la mirada fija en San —Ven, siéntate aquí.

—¿Qué? —sonrió sin gracia —¿Crees que puedes tratarlo como se te antoje? ¿Crees que puedes romperle el corazón y repararlo las veces que quieras?

—Lo nuestro no te incumbe —esta vez su mirada se fijó en el pelinegro quien sostenía la mano de San —Eres solo el amigo de su hermano, yo soy su primer amor ¿Cuál crees que importe más?

—El que menos daño hizo —susurró San, segundos después fue él quien haló de la mano del pelinegro hacia una de las habitaciones de la segunda planta.

—Despiertame cuando pasen los diez minutos —se tumbó sobre la cama —tengo demasiado alcohol en mi sistema como para tener noción del tiempo.

WooYoung lo observó, estaba tirado sobre la cama con el brazo sobre sus ojos, supuso que la luz le molestaba así que decidió apagar la luz.

—¿San? —avanzó hacia el pelinegro de mechón azulado.

—Mmmm.

—Creo que me gustas —suspiró, lo había pensado un sin número de veces y la propia idea le asustaba.

¿Qué pensaría la gente al verlo tomado de la mano con un hombre?
Aquel sentimiento se disolvía al chocar con la mirada del mayor, pase lo que pase, piensen lo que piensen, si la mirada del mayor recaía en él, a WooYoung no le importaría.

—¿Es otra de las apuestas? —murmuró San aún con el brazo sobre sus ojos.

—No.

—Demuestralo.

WooYoung acortó la distancia entre ambos, mordió su labio inferior y suspiró lo suficiente para armarse de valor.

El menor se recostó sobre la cama, colocó sus rodillas a ambos lados de la cintura del mayor y apartó lentamente el brazo con el cual se cubría los ojos.

Incluso en la oscuridad sus ojos lograban destellar, en ellos se plasmaba la confusión y para WooYoung aquello era su perdición.

—¿Woo...? —el menor no lo dejó completar su nombre, se inclinó y besó sus labios.

Tembló al hacerlo, no sabía que reacción tendría San, si lo rechazaría o le seguiría el beso, para su suerte, el mayor siguió el beso volviéndolo cada vez más lujurioso.

—Estás ebrio —gimoteo con la boca de WooYoung trazando círculos en su cuello

—No he tomado ni una sola gota de alcohol.

Sus manos se aferraron a la cadera del menor, si su boca seguía bajando el poco control que tenía lo terminaría perdiendo.

Para sorpresa del mayor, su boca no se detuvo, subió su camiseta y besó su torso como si de ello dependiera su vida, dejó una que otra marca y sonrió al escucharlo gemir su nombre. Su lengua siguió dejando un húmedo recorrido hasta debajo de su ombligo. Se detuvo a observar el rostro de San, la imagen era tan excitante; sus cabellos húmedos y perlas de sudor alrededor de su frente, su boca semiabierta donde segundos antes había vuelto a gemir su nombre, las marcas en su cuello y en todo su torso, una de sus manos aferrada a su cabello y otra en la cama; era la imagen perfecta.

Se deshizo de los Jeans del mayor y también de la fina tela que separaba ambas pieles.

—WooYoung —gimió retorciendose debajo del menor.

El chico sonrió, segundos después lamió el sexo del contrario sin saber exactamente qué debía hacer. Lamió un poco más antes de envolver con su boca la superficie, un segundo gemido brotó de los labios de San y su mano hizo presión en el agarre de su cabello. Intentó envolver todo con su boca ahogándose en el intento, volvió a hacerlo una segunda vez sintiendo arcadas en su garganta.

San sentía la calidez de WooYoung en él, trató de mover sus caderas lentamente, no debía hacerle daño. El alcohol, los besos de WooYoung, su piel, su fragancia, todo se fundía en un sinnúmero de gemidos propicios por él. Esto es el cielo, no, solo es WooYoung, WooYoung es el maldito cielo.

La cúspide del éxtasis estaba cerca, con un hilo de voz le advirtió al pelinegro y este se apartó en el momento exacto. Demasiado exitado para detenerse, demasiado peligroso para continuar.

WooYoung había sido su déficit de control desde el primer día que cruzaron miradas, no en su hogar, no en un auto, no en una fiesta; había visto aquellos ojos por primera vez en la secundaria, esperaba a JongHo en la salida y aquel pelinegro entrometido lo había acompañado, "Soy WooYoung" y una impecable sonrisa.

WooYoung, el chico que habría sostenido su mano antes de caer. El chico que lo habría visto sin prejuicios, sin etiquetas. WooYoung, nunca habría querido hacer mejor las cosas, no desde que volvieron a cruzar miradas.

—Me gustas —acarició su rostro con ambas manos —WooYoung, me gustas... y demasiado.

Los ojitos del pelinegro brillaron triunfantes, sus mejillas arreboladas y su sonrisa reflejaban el efecto de unas simples palabras dichas por una persona realmente complicada.

—¿Me oíste? —musitó San.

WooYoung esbozó una sonrisa seguida de una leve carcajada.

—Idiota, lo dices después de haber hecho... eso —el rubor en sus mejillas tomó un nuevo tono de intensidad.

—¿Eso qué? —miró su entrepierna y sonrió con picardía.

—¡San! —el menor propinó un débil golpe en el hombro de San, ambas risas perdidas en su alegría.

—No he terminado.

San giró su cuerpo invirtiendo ambas posiciones, no perdió tiempo y se despojó de la camiseta del pelinegro para segundos después tirarla al suelo junto a su ropa hecha un ovillo. Besó sus labios mientras que una de sus manos jugueteaba con los botones de su pantalón, sus bocas chocando hacían un sonido perdido en sus propios gemidos.

WooYoung notó que la tela de su pantalón era lo único que estorbaba, ayudó a San a quitárselos junto al boxer gris que el mayor contempló por unos segundos. Necesitas atención, pequeño.

Colocó ambos dedos en su boca, los relamió con la mirada atenta del pelinegro sobre él; ambos dedos viajaron hasta el bonito —San lo había catalogado como "perfecto" —trasero del menor, tanteó su entrada e introdujo uno de sus dedos. Los gemidos de WooYoung eran como música para sus oídos. Introdujo otro dedo e hizo el movimiento de tijeras dilatando su entrada.

—¿Te duele?

—Es un dolor agradable —musitó.

Besó su rostro y aumentó el ritmo de sus dedos, se dijo que ya había tenido suficiente de ello e iría por aquello.

—No lo haré si no quieres que lo haga —le susurró al oído acariciando su mejilla sonrosada.

—Lo quiero.

Sus pensamientos nublados por el placer que el mayor le proporcionaba le dejaban lo único en anhelar, a San.

—No hay vuelta atrás, pequeño.

°°°

Buenas madrugadas ;)

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