1" the Rabbit hole.
AUDREY
— ¿Estás segura de que no prefieres que mi padre te alcance? Tu casa queda demasiado lejos —propone mi amiga por milésima vez, observándome apenada. Será insistente...
Asiento con la cabeza, tan testaruda como siempre, mientras giro sobre mis talones haciendo un gesto de despedida con la mano.
—Hasta mañana Madeleine —digo alejándome de su casa, lugar en el que permanecimos toda una tarde.
—Avísame en cuanto llegues Audrey, no quiero tener problemas con tu madre, cuando se enfada da tope miedo —cuenta la morena y yo río ante sus palabras.
Ella no ha visto lo que la verdadera Jannet es capaz de hacer.
Durante el camino de vuelta a casa, mi cabeza se llena lentamente de apuntes que todavía no he tenido el suficiente tiempo de organizar y repasar, y me generan una sensación de agobio repentina, después de acabar una presentación para el trabajo de Ingeniería en casa de una de mis mejores amigas, lo que me ha ocupado prácticamente una tarde entera, de lo que menos ganas dispongo es de elaborar un complicado formulario de Tecnología.
Ahora que me detengo por un momento a asimilar lo ocurrido, hubiera preferido volver a mi casa, aislada del mundo y de la sociedad en vehículo si no fuese porque la familia de Madeleine es completamente extraña, y la ruta junto a su madre, padre o hermano mayor me incomodaría bastante.
Recuerdo mi pequeño libro de frases, en el cual, están escogidas las mejores citas en los libros o en películas, según yo. Cada vez que echo un vistazo a aquellas palabras mi tranquilidad junto con mi cordura vuelven a mí. Quizás no sea tan mala idea pasar la caminata recordando las frases más célebres de mis ídolos. De mi mochila retiro el libro y lo sujeto con la mano izquierda mientras camino.
Alzo la vista al cielo, la tarde es tranquila, apenas puedo notar movimiento cosa que me debería de preocupar. El asfalto es frío y el sonido de las suelas de mis botas raspando el suelo es lo único que alcanzo a oír. Rebusco en el bolsillo de mi chaqueta el teléfono móvil, con la esperanza de averiguar la hora exacta. No se me ha asignado un tiempo límite para llegar a mi hogar, sin embargo mis ansias por hacerlo es lo que más espacio ocupa en mi persona en estos instantes.
Del total silencio que antes me producía escalofríos surge el estridente sonido de sirenas producidas por los vehículos de la policía local, junto con uno que no me es difícil distinguir; la ambulancia.
A lo lejos varias luces iluminan las calles y múltiples siluetas se encuentran acumuladas en un espacio concreto, cabe esperar que, para desgracia de muchos, lo que ha sucedido en aquel sitio es un trágico accidente. Tal vez automovilístico, quizás un peatón tan despistado como yo... Sinceramente, no lo sé ni me importa, y resulta insólito tratándose de mí, pero las noticias serán los medios que me informen de lo sucedido, yo tengo una enorme necesidad de volver a casa.
Mis pies me llevan hasta el cúmulo de personas curiosas y desesperadas, no por la necesidad de saber qué ha ocurrido, el camino sellado es el único que conozco para volver a mi hogar, sujeto mi más preciado tesoro; el libro de citas y frases, entre mis dos brazos en un intento por protegerlo, de la multitud.
No sé si nací con instinto suicida, sólo soy consciente de que intentar atravesar todo este montículo de gente va a ser una tarea realmente complicada, la cual termine de hacerme perder los nervios.
Y decido adentrarme. Repámpanos, que error tan grave.
Empujones, gritos, discusiones; escucho palabras nunca antes pronunciadas en mi dialecto e íntegramente desconocidas para mí. Muchos tienen el descaro de proporcionarme codazos para que no les "robe el lugar", lo que ellos consideran un sitio espectacular e idóneo para cuchichear y parlotear sobre el suceso que ha causado por lo visto una enorme conmoción.
Unas manos fuertes se posicionan justo detrás de mis hombros, y me impulsan con un vigor bestial, arrojándome fuera de la multitud. Y el primer pensamiento que ocupa mi cabeza, es en que mi cuerpo aterrizará en el asfalto y me rasparé y haré heridas horribles, pero para mi suerte, el equilibrio no resulta ser tan malo en mí y consigo incorporarme antes de caer evitando un férreo golpe.
Hago ademán de moverme pero me siento tan confusa que ya no sé ni siquiera dónde ir. La calle está cortada por un grupo de locos dementes capaces de hacerte comer el suelo con tal de enterarse de las últimas noticias. Todo esto es demasiado normal, justo hoy tenía que pasar esto, y a la misma hora en la que regreso a mi casa.
Mi suerte es pésima.
Para calmar mis nervios me alejo lo más rápido posible de las masas para sentarme en el frío suelo. No cuento con nadie capaz de recogerme o venir a buscarme y calculo que los únicos atajos o caminos que me conduzcan hasta mi hogar son realmente espeluznantes.
La batería de mi teléfono móvil está en un 13% y me maldigo internamente por no haber obtenido la suficiente cordura como para pedirle prestado el cargador a mi amiga cuando me encontraba en su casa.
Puedo morir del asco esperando hasta que sea plena noche, estar expuesta a todos los peligros que eso conlleva y lo más aterrador de todo; la furia de mi madre al no encontrarme cuando llegue de trabajar.
El frío se hace presente y se cuela haciéndome estremecer y calándome los huesos.
"Estúpida, tenías que ir tú tan mona con un vestido de primavera".
Mi desesperación consigue hacerme tomar una de las decisiones más arriesgadas de mi vida; ir por un atajo. Y para concretar, el callejón a la izquierda lateral de la calle, el que más mal rollo da.
Quizás debería tener más en cuenta lo de "No te fíes de las apariencias" "La belleza está en el interior" de La Bella y la Bestia pero... Todo es demasiado tenebroso y no sé hasta qué punto podré aguantar.
Me impulso para ponerme de pie y comenzar mi camino hacia lo que parece ser una muerte segura.
"Tal vez estaré exagerando, aunque sólo un poco".
Las conversaciones van convirtiéndose en murmullos, y a continuación, pasan a ser puro silencio el cual se pierde en la lejanía. La verdad es que preferiría haber ido con la loca familia de Madeleine, que alcanza el grado de anormalidad de Los locos Adams.
La tenue luz del día comienza a disiparse a la vez que el callejón se va obstruyendo, y poco a poco establece una oscuridad lúgubre y fría, como un abismo, el cual no presenta tener algún tipo de fin.
Abro el libro en una página completamente aleatoria en mis pensamientos y comienzo a imaginar cada palabra, mientras camino hacia el interior del callejón.
"¿Eres estúpida?"
Tal vez lo sea, pero simplemente, no puedo cruzar esto sin tener algo tranquilo y que me llene de felicidad la mente, quiero algo que me proporcione calidez.
Avanzo sin prestar atención a mis proximidades, tan sólo imagino lo que en mis pensamientos son las palabras más dulces a la vez que misteriosas que he tenido la suerte de contemplar;
"Porque ¿Quién sabe? ¿Qué sabe nadie de nada? ¿Sabe alguien quién mueve los hilos? ¿O qué? ¿O cómo? ¿O si el destino es una forma de narrar la propia vida?"
Suspiro cual enamorada extraviada en los ojos de su amado, aunque claramente, no dispongo de aquel chico que me calle a besos y generar en mí cientos de miles de sensaciones tan extrañas como placenteras. Las letras y las escrituras, tanto románticas como filosóficas, mezclándose como si no fueran polos opuestos en una obra literaria, son capaces de generar la más absoluta felicidad.
Pero las melodiosas y ocultas palabras a modo de acertijo en las hojas de papel, producto de uno de mis escritores preferidos, no consiguen evitar mi camino hasta un lugar recóndito, a la vez que totalmente desconocido.
Alzó la vista de mis pies para encontrarme con dos paredes de piedra gris ceniza, y en ellas innumerables manchas de humedad, algunas escondidas entre la pintura de los sprays que utilizan algunas bandas callejeras, o simplemente aficionados para pasar el rato, o quien sabe... marcar territorio.
"¿Dónde he venido a parar?"
La Luna está a punto de declararle la victoria al Sol, puesto que se puede apreciar el decaimiento de la claridad en el cielo y ambiente de Birmingham. Ahora mismo me encuentro totalmente perdida y desorientada, y la situación no hace más que empeorar; pequeñas gotas caídas del cielo comienzan a precipitarse generando en mi rostro una expresión de sorpresa y decepción.
— ¡Oh, genial!–exclamo— Simplemente, genial—bufo, dejando claro que mis palabras son de completo sarcasmo.
Cada gota de agua cae con más fuerza y mayor constancia, hasta que el pequeño diluvio se transforma en un aguacero atroz.
Recórcholis, por el conejo blanco, ¿Qué tan mal he obrado para que la vida tenga tal trato conmigo?
Comienzo una carrera hacia ninguna parte con la esperanza de encontrar algún lugar para refugiarme o, al menos, un sitio en el que no me enferme con una grave pulmonía.
Una farola me llama la atención, es una de las pocas encendidas en éste putrefacto callejón, a lo lejos perdiéndose en la distancia y apenas visible por la neblina que se acumula diviso un gran cartel luminoso, lo que supongo que debe conformar la entrada a un bar.
Creo que allí podré hacer algo, a demás de no enfermarme estoy más que convencida de que seré capaz de adquirir un lugar para recargar la batería de mi teléfono móvil.
Con un poco de suerte... Alicia entró en la madriguera del conejo por casualidad, en mi caso entraré a mi propia madriguera improvisada a la vez que desconocida para probar suerte.
El pisar la entrada del local hace que varias miradas curiosas se posen en mi, por mi parte sólo puedo mostrarme incómoda sin saber exactamente qué hacer puesto que no he aclamado atención ni en tan sólo un instante. Siempre prefiero pasar desapercibida.
El olor a alcohol barato mezclado con el hedor a humo generado por los cigarrillos encendidos o, quien sabe qué otra cosa, se introduce por mis fosas nasales, y se intensifica a medida que me aproximo hasta la barra principal en la que espera un hombre conversando con un grupo de chicos.
—Buenas tardes—saludo de forma educada a la vez que tomo asiento.
El hombre, que no debe tener menos de veinte tantos años sonríe perspicazmente mostrando una amarillenta dentadura.
—Hey—contesta apoyando sus manos en la longitud de madera que afortunadamente nos separa.
No suelo juzgar a primera vista, pero éste hombre me incomoda y no me produce buenas sensaciones.
— ¿Qué vas a tomar preciosa? —cuestiona con un apelativo "cariñoso" que me produce escalofríos.
— ¿Es necesario consumir para poder solicitar un lugar en el que conectar el cargador de mi móvil? Necesito hacer una llamada, y no dispongo de batería—hablo contestando con otra respuesta.
El hombre niega con la cabeza y un gesto divertido incluyendo una sonrisa traviesa y de lado en su rostro.
—Aquí se viene a beber preciosa, y las palabras raras y técnicas de niña buena no te van a ayudar en nada—dice.
"Genial, esto va sobre ruedas."
Hago una mueca de desaprobación, frunciendo el ceño y calculando las palabras que acaba de comentarme.
Apenas tengo tiempo de reaccionar, en cuanto me levanto para salir por donde he venido echando a suertes mi destino por segunda vez, una mano cálida se posa en mi hombro ejerciendo una pequeña fuerza que hace que nuevamente tome asiento.
—Rick, sabes demasiado bien que esas no son formas de tratar a las señoritas—habla una voz ronca a mis espaldas y enseguida la reconozco como el dueño de la mano que continúa en mi hombro derecho.
La persona con un rápido movimiento arrastra la banqueta situada a mi lado, por lo visto con el propósito de sentarse, al girar la cabeza curiosa para ser capaz de identificarla me encuentro con un chico bastante joven, muy atractivo, con una melena rizada que se desliza enmarcando su rostro hasta conseguir alcanzar la terminación en su cuello.
La escasa iluminación no me permite averiguar su exacto tono de piel, pero a mi parecer es bastante pálido, alzo la vista más allá de sus finos y rosados labios... para conectar nuestras miradas.
Esos ojos...
Y sonríe.
Nunca en mi vida había visto una sonrisa semejante.
—Harry Styles—se presenta.
Y siento que me falta el aliento.
Nota de la Autora; Lo sé, lo sé... me declaro altamente culpable, he tardado más tiempo en escribir el primer capítulo ya que TODO ha sido modificado lfnerfosrasknc, en vez del prólogo decidí subir el primer capítulo y bueeno. Gracias por todos los votos y leídas que Wonderland ha tenido, me hace extremadamente feliz tener lectoras :')
Ali Ali forma parte de Audrey (ella sabe por qué lol)
Os amo beias* y dulces flores de malvabisco*
Multimedia: Audrey, ¿No es súper cute?
Nos leemos :)
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top