Cap 25: Enemigos públicos


Cap 25: Enemigos públicos

(Zanik P.O.V)

-¿Zanik? ¿Zanik, amor? ¡Zanik! –escuchaba a Tyva en la oscuridad. Lentamente abrí mis ojos y lo primero que vi es a ella –Zanik, mi amor, ¿cómo te sientes? –me dijo con dulzura, me vi a mi mismo en mi cama, en mi casa, ella a mi costado sosteniéndome la mano.

-¿Tyva? ¿Qué...? ¿Qué me pasó? –pregunté. Me sentía todavía débil, estaba frío, sudoroso y temblando, se había bajado la presión.

-Zanik, ya deberías dejar de usar esos poderes –me dijo Tyva –El doctor dijo que eso está ocasionando que pierdas glóbulos rojos en tu sangre y que puedes caer con anemia o con una enfermedad cardiáca.

-¿Cómo llegué aquí? –pregunté recordando que había ocurrido.

-Los encontraron a ti y a Alicia colapsados en el pasillo don de guardan el espejo. Alicia se veía muy mal.

-¿Alicia? –me incorporé -¡Oh, no! –recordé lo que había ocurrido.

-¿Qué pasó, Zanik? –comenzó a preocuparse Tyva -¿Y Tarrant, dónde está? ¿Él está bien?

-Sí, sí, por ahora, él está bien...creo.

-¿Cómo que crees? ¿Qué pasó?

-Tyva, los Stayne siguen vivos. Ellos fueron que hirieron a Alicia y no sabes las idioteces que nos acaban de hacer. Vendieron toda Infratierra a Don Ass-co, todo para recuperarse de la bancarrota. Íbamos a detenerlo pero...-recordé esa terrible tragedia –Mataron a la madre de Alicia.

Tyva se espantó -¿Y Tarrant?

-Se quedó en Londres, buscará cómo quitar los papeles donde Stayne vendió Infratierra a ese...chamaco asqueroso –recordé la cara de idiota y arrogante de Don Ass-co.

-Pero, ¿por qué hizo eso Stayne? ¿Vendernos al mejor postor?

-Tú ya sabes lo que él es capaz de hacer para llegar a ser el rey –dije levantándome de la cama –Hay que informarle a los demás de lo que planea hacernos esos pendejos, ¿Y Alicia?

-En el cuarto de visitas, descansando, sus heridas todavía no están curadas pero la veo muy mal.

-Y con lo que acaba de vivir, peor. Voy a verla.

Llegué al cuarto de visitas, ahí estaba Alicia, dormidita. Pobre de mi muñequita, por lo que acaba de ocurrirle, ¿qué va ser de ella ahora con su madre muerta y la estúpida de su hermana traicionándola?

-¿Alicia? ¿Alicia, preciosa? –la despertaba con suavidad. Toqué su frente, estaba ardiendo en fiebre.

-¿Señor Hightopp? –vi que se estaba despertando, la seguía viendo asustada.

-Calma, mi princesa, estás a salvo –le decía con dulzura. Como un padre calmando a su hijita tras sufir una pesadilla –Estás con nosotros, nadie te va a lastimar.

Se incorporaba mientras servía un vaso con agua –Ten, bebe esto –le di el agua.

-¿Dónde está Tarrant? –preguntó.

-Sigue en Londres, va a tratar de conseguir los papeles donde Stayne vendió Infratierra, él me pidió que te trajiera aquí. Y... además...

-¡Los Stayne! –dijo espantada recordando lo de anoche –El Viejo Stayne...el Viejo Stayne...mató a mi madre...¡Mató a mi madre! –comenzó a romper el llanto. No me quedó de otra que abrazarla para consolarla.

-Lo siento mucho, muñeca –le decía mientras la abrazaba –Sé lo duro que estás pasando esto...tranquila, haremos lo posible para que se haga justicia –la solté y la miré en los ojos –Pero, si en verdad lo necesitas, aunque lo llegues a superar, recuerda que aún tienes una familia con nosotros.

-Gracias, señor –dijo Alicia entre lágrimas.

Tyva llegó con Dinah en sus brazos y se lo pasó a Alicia.

Ella abrazaba con mucho cariño a su gatita mientras seguía desahogándose.

-Hay que...hay que avisarle a los demás –dijo más tranquila –Sobre el plan de los Stayne y Hamish.

-Tiene razón –dijo Tyva –Y tenemos que buscar cómo recuperar a Tarrant.

-Donde quiera que esté, espero que esté en buenas condiciones –dije, preocupado por mi hijo.

Mientras en Londres...

(Tarrant P.O.V)

Esa misma mañana, me encontraba dormido en un rincón en un horrible y asqueroso barrio, lleno de ladrones y maleantes. Temblaba debido por mis convulsiones del hambre y por el frío, estaba húmedo por la llovizna que cayó anoche y mi ropa se encontraba bañada con lodo y suciedad. Un hombre anciano, saliendo de su casa, me encontró. Al principió pensó que era un vago invadiendo su área, pero al verme con unas condiciones delicadas, sintió lástima.

Se acercó a mí y me despertó –Disculpa...¿señor? ¿Está bien, jovencito? –me trataba de despertar. Y yo, temblando más, me desperté. Observé al señor con miedo -¿Está bien? ¿Qué hace aquí? ¿No tiene casa? –me seguía preguntando el señor, mientras yo buscaba cómo contestarle.

-Está muy helado... ¿Tiene hambre? –me preguntó. Ya dándome cuenta que era un buen hombre, le insistí con la cabeza –Venga, entre a mí casa, para que esté caliente, y le dé de comer, no se vaya a enfermar.

Me dejó a entrar a su casa. Ahí me dio una sopa caliente, me quité toda mi ropa, él la tendió y me puse frente a la chimenea, desnudo pero cubierto con una frazada.

-Tenga –me dio ropa seca –Es la mejor ropa que pude encontrar.

-Gracias –le dije dándole una sonrisa.

-¿Qué le pasó? ¿Perdió su trabajo? ¿Su casa?

Yo le negué con la cabeza –Estaba huyendo de la policía.

-¿Por qué?

-Me están acusando de un crimen que no cometí.

-¿Cuál crimen?

-Asesinaron la madre de la chica que amo...los verdaderos asesinos me acusaron, incluso me acusan de que la secuestré –dije llorando por la señora Kingsleigh.

-¿Dónde está su chica?

-Mi padre la está protegiendo en casa, igual lo acusan de haberla secuestrado...tengo que buscar cómo hacer justicia de lo que nos está pasando –dije llenándome con energía y venganza -¿Tiene una daga y una pistola?

-Sí...creo que sí.

-¿Sabe cómo puedo llegar a la masión de los Ascot?

Ya con las indicaciones que me dijo el señor, salí de su casa, agradecido por ayudarme. Llevaba puesto la ropa que me dio, un poco desgastada pero adecuada; más bien parecía a Oliver Twist si fuese adulto y llevaba en un cinturón la daga y la pistola que me dio el tipo.

Llegué a la plaza de la ciudad, muy discreto, esperando que la policía no me llegué a encontrar y entre escondidas, escuchaba a tres caballeros, chismoseando sobre el asesinato de la señora Kingsleigh.

-Con que el que ayudó a la chica Kingsleigh resultó ser un delicuente, ¿cómo dijeron que se llamaba? –decía uno de esos tipos.

-Tarrant Hightopp, un sombrerero...y muy talentoso, andan diciendo que sus sombreros se están convirtiendo los mejores en Londres y proviene de Escocia. Oía rumores que él ya iba a enamorar a la chica Kingsleigh hasta hacerla caer en sus redes –decía otro.

-Menos mal que ese chico Hightopp, casi le sacaba de la cabeza en andar en el mar como bucanera –se burló otro.

-Es capitana marítima, pendejo –lo critiqué. ¿Yo quitarle de la cabeza a Alicia su sueño de navergar? ¡Nunca! Aunque esté casado con ella, siempre la dejaré libre en aventurarse por el mar con su adorado Maravilla y si llegara a acompañarla, mejor.

-Muy raro que ese chico, quien tenía finos modales, sea un asesino en serie.

-No hay que culparlo –decía otro –Dicen que su padre era un hombre alcohólico y violento que abusaba de él y lo influyó desde niño a la delicuencia, y de su madre, ni se habla que era una prostituta.

Maldita sea, esos insultos hacia mis padres. Era obvio que el Viejo Stayne dio esas ideas ante esta gente con cabezas de chorlito.

-Es una lástima, ya quería que ese muchacho Hightopp me vaya a hacer un sombrero –se burló uno de ellos –Pero, pensandolo bien no vaya creer que los sombreros que fabrica estarían envenenados.

-¡Tienes razón! –dijo otro –De hecho él ya estaba envenenado por mercurio, dicen que estuvo así porque su padre, en lugar de alimentarlo con leche, lo alimentaban con el mercurio del que trabajaba.

Así, los tres caballeros se fueron riendo, abriéndome el paso para avanzar más. –Sí, los enveneraría, para que dejen de ser tan pendejos –murmuré.

Llegué a ver en unas de las paredes Unos carteles donde habían dos imágenes, una mía y otra de mi padre, diciendo:

SE BUSCAN:

VIVOS O MUERTOS

Zanik y Tarrant Hightopp

Padre e hijo.

Secuestradores y asesinos peligrosos.

Descripción:

Ambos pelirrojos, el hijo tiene piel pálida, ojos verdes brillantes y aspecto enfermizo.

¡No lo podía creer! ¡Mi padre y yo eramos, hasta ahora, enemigos públicos de Londres!

En casa de Don Ass-co...

El señor Harcourt, andaba caminando en el invernadero, muy preocupado, no podía creer que la señora Kingsleigh había muerto, ni que nos estén acusando a mí a mi padre por su muerte y por haber "secuestrado" a Alicia. Más nervioso se puso al ver que Hamish llamó no sólo a la policía si no también a un manicomio, oficiales y enfermeros andaban merodeando en la casa.

Sin previo aviso, alguien entre los arbustos, lo tomó por sorpresa tapándole la boca con una mano y lo forzó a entrar en los arbustos.

-¿Usted? –se sorprendió al verme.

-¡Shh, no haga ruido! –lo callé.

-Lo andan buscando por la muerte de la señora Kingsleigh.

-Lo sé, lo sé –le dije -¿Usted cree que fui yo?

-No, yo creo que no, pero...¿quién fue?

-Unos hombres peligrosos, quienes Hamish y Lowell andan negociando.

-¿Dónde está Alicia?

-Ella está bien, mi padre se la llevó a casa para protegerla...¿quiénes son ellos? –pregunté viendo los enfermeros entre los policías.

-Son enfermeros –me dijo el señor Harcourt –Al parecer, Hamish quiere llevarlo a un manicomio...¿qué va a hacer?

-¿Sabe dónde está la oficina de Hamish?

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Ya con las indicaciones dadas por Harcourt, a escondidas me escabullía a la casa de los Ascot, evitando que me vieran, ni la familia Ascot, ni los policías, ni los enfermeros.

-OK, esto es lo que voy hacer –me decía a mí mismo –Buscar esos papeles, hacerlos mierda, ir a la madriguera donde Alicia cayó, llegar a Infratierra...y buscar cómo detener a esos idiotas.

Escuché que alguien se acercaba, alertado entré en el primer cuarto que tenía a mi lado, sin darme cuenta que ahí estaba....

-¿Usted? –reaccionó Alexandra al verme.

-¡Lady Ascot! –se impresioné al verla.

-¿Qué hace aquí?

-Vengo a detener a su esposo quien va a hacer algo fatal –le dije apartándome de ella mientras se acercaba y me sonreía -¿Ah sí? ¿y qué tal si usted y yo...? –puso sus manos en mis hombros acariciándomelos.

-¡Aléjese! –dije haciendo que me soltara –Por su culpa, le hice mucho daño a mi Alicia y no lo volveré a repetir –dije poniéndome en defensa.

-¿Ah, no? –dijo ella disgustada y de repente comenzó a gritar como loca, a rogar diciendo que la soltara, llamando a su esposo, pidiendo auxilio, se despeinaba y se forzaba en desvestirse, para darse el aspecto de haber sido abusada -¡No, no, no me lastime! –gritaba, mientras me jalaba para forzarme a caer en el suelo sobre ella -¡Oye, cálmese! ¿Qué hace?

-¡Hamish, ayúdame! –gritaba ella.

De pronto, entró Hamish y se impactó al verme sobre su esposa, mientras ella fingía estar lastimada y llorando.

-¡Hightopp! –reaccionó.

-¡Me intentó violar! ¡Me iba a violar! –lloriquiaba Alexandra.

-¿Aparte es un violador? ¡Policía!

Dándome cuenta del lío que me metí, salí del cuarto.

-¡Calma, querida! –le decía Hamish a Alexandra mientras ella seguía fingiendo su llanto -¡Le daremos su merecido a ese monstruo!

Mientras en la entrada...

Llega el Profesor Dodgson -¿Qué ocurre? –preguntó, preocupado al escuchar el escándalo desde abajo.

Corrí en todos los pasillos, subiendo escaleras, tratando de alejarme de los enfermeros quienes me persesguían. ¡Era una mansión enorme! Hasta que al fin encontré el estudio de Hamish. Entré y cerré la puerta con llave. Me acerqué al escritorio, buscando, abriendo cajones, hojeando un libro de cuentas, hacía todo un desmadre para buscar esos papeles -¿Dónde están, cabrones? –me preguntaba desesperado, hasta que...-¡Bingo! –pude encontrarlos.

Al mismo tiempo, los enfermeros lograron abrir la puerta. -¡Mierda! –maldije dando un brinco del susto. Tomé los papeles, corrí hacia la ventana y trataba de analizar la altura que tenía hasta el cesped, vi al horizonte un bosque, ahí debería estar la madriguera.

El señor Harcourt y el Profesor Dodgson me vieron desde abajo -¿Señor Hightopp? –me llamó el profesor impresionado.

-¡Profesor! –le exclamé.

-¡Se acabó, Hightopp! –escuché a Hamish entrando al estudio -¡Ya no tienes escape! Ahora, deme esos papeles.

-¡Jódete, puto! –me enfrenté a él -¡Estás negociando con una fantasía! –le dije -¿Acaso no lo entiende?¡Infratierra no es real! ¡Yo tampoco lo soy! –recordé lo que me dijo Alicia en el balcón de Marmoreal, un día antes del Frabulloso día, cuando creía que todo era un sueño –¡Somos producto de la imaginación de Alicia ¡Sólo ella crearía a un demente!

-¡Deje de hablar de disparates y deme esos papeles! –me dijo Hamish.

-¡Sí, es un disparate...un sueño! –me preparé para saltar de la ventana –¡Y en un sueño nada ha de dañarme! –salté. Todo el mundo se espantó al verme cayendo al cesped. Cuando toqué tierra, sin haberme lastimado, comencé a correr hacia la madriguera.

-¡Vaya que está loco! –reaccionó un enfermero impresionado.

-¡No se queden ahí parados! ¡Atrápenlo! –le ordenó Hamish a dos enfermeros que estaban abajo. Mientras ellos me perseguían, el señor Harcourt y el Profesor Dodgson los seguían preocupados. Corrí todo el prado, era casi un laberinto, necesitaba a Mctwisp para que me guirara la agujero como hizo con Alicia -¡Rayos, Mctwisp, cuando uno te necesita, no estás! -Hasta que al fin, lo encontré. Tomé los papeles y comencé a arrancarlo en pedazos, arrojándolos al agujero.

-Misión cumplida –dije, jadeando. Un peso menos para Infratierra, pero uno más para mí cuando los enfermeros llegaron. Poniéndome en defensa, los apuntaba con la pistola que me dio el señor del barrio.

-¡No se me acerquen! ¡No me hagan cometer una estupidez! –les advertía.

-Tranquilo, amigo –me decía uno de ellos –No queremos lastimarlo, sólo vamos a llevarlo a un lugar donde lo puedan curar de su problema –sacó un jeringa de su bolsillo, pero cuando daba unos pasos hacia a mí, le disparé la pierna haciéndolo caer al cesped. El otro me atrapó hacia atrás, rodeó sus brazos en mí. Yo me movía para que me pueda soltar, caímos al piso haciendo luchas, hasta que llegué a poner su espalda al suelo, mientras yo estaba sobre él. Saqué mi daga e iba a acuchillarlo pero él sostuvo mi mano para evitarlo. La locura entró en mí, mis ojos rojos por la ira, ansioso de clavarle la daga en su garganta, hasta que llegó el señor Harcourt.

-¡Señor Hightopp! ¡No cometa los crímenes de los que lo andan acusando! –dijo con la intención de detenerme.

Yo volví entrar en sí, no podía creer lo que iba a hacer, estuve a punto de matar a alguien. El enfermero, quien le disparé la pierna, aprovechó en pasarle la jeringa al otro que estuve a punto de matar y luego...

-¡No! –gritó el señor Harcourt. Sentí un piquete en mi cuello. El enfermero sacó la jeringa de mí y el líquido que traía recorría por mis venas. Me sentía mareado, cansado, no podía pensar, sentía que todo el cuerpo me pesaba, no sentía mis brazos, ni mis piernas, caía lentamente al suelo.

-Muchas gracias, señor Harcourt, por detener al delicuente –le dijo uno de los enfermeros –Traigan una camilla.

De pronto, llegó el Profesor Dodgson -¿Señor Hightopp? –se acercó a mí preocupado, colocando una mano en mi brazo –Profesor...profesor, ayúdeme –le rogaba mientras me invadía el sueño –Señor, por favor aléjese de él, no vaya a lastimarlo –le dijo uno de los enfermeros alejándolo de mí, y yo cerré los ojos, cayendo en un profundo sueño.

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No tenía ni idea cuánto me durará la anestesia, no sabía cuánto tiempo estuve dormido, hasta que por fin me desperté, lentamente abría mis ojos, veía borroso, luego en par hasta que pude ver claramente, estaba en una sala circular, llena de camas con bases metálicas, una tina, objetos con cables eléctricos, además de la que yo ocupaba, había otras dos más camas ocupadas, el de en frente había un tipo, abrazando sus rodillas y meciéndose mientras veía el techo, a mi lado izquierdo había otro tipo acostado en posición fetal, chupándose el pulgar, un enfermero estaba vigilando el lugar, podía escuchar afuera gritos, llantos, incluso risas de maniáticos. Sabía dónde estaba; En un Manicomio. Espantado, iba a levantarme de la cama, pero llegué a darme cuenta que me tenían atado en ella con correas. Escuché a alguien entrar, era un doctor, volví acostarme en la cama fingiéndo estar dormido.

Aquel doctor se acercó, me tomó de la cara con cuidado y comenzó a mover de un lado a otro una linterna, la luz me molestaba en los ojos.

-No, no, por favor –me quejé. El doctor apagó esa linterna, tenía la cara muy seria y fría.

-¿Cómo se siente? –me preguntó.

-Un poco mareado.

-Es normal por la anestesia, dentro de poco tiempo se sentirá mejor.

-¿Cuánto tiempo llevo aquí? –le pregunté.

-Cinco horas –me dijo el tal doctor de nombre Rumwood.

De pronto apareció otro doctor, era uno con cara que me daba pavor, estaba sonriente con ojos amenazantes queriendo decir que va a hacer alguna travesura.

-¡Ah, señorito Hightopp! Despertó al fin –dijo sonriéndome –Soy el Doctro Bennet y voy atenderlo.

-¿Por qué me trajeron aquí? –pregunté en forma de defensa.

-Oh, señorito Hightopp, pobre e ingenuo pequeño Hightopp –decía de forma sarcástica el doctor Bennet, sacando unas notas -¿No sabe lo que tiene? Usted padece...

-Envenenamiento por Mercurio, sí, lo sé. Es muy común en los sombrereros –dije con seriedad.

-Ah, con que sabe su enfermedad, ¿no es así?

-Lo padezco desde pequeño –le decía –Pero, para su información, sé cómo dominarlo, así que no necesito ser atendido.

-Señorito Hightopp, creo que sí necesita ser atendido –me sonrió Bennet –Está aquí, no sólo por su discapacidad causada por Mercurio, si no para darle un...dígamos... un pequeño castigo de las malas comportaciones que tuvo. Se le acusa por allanamiento de morada, intento de violación a Lady Ascot, el asesinato de la viuda de Charles Kingsleigh, y secuestro de su hija menor; Alicia Kingsleigh. También se informa que su padre, una tal... Zamuell Hightopp.

-Zanik, doctor, Zanik Hightopp –lo corregí.

-Cómo sea, a su padre también se le acusa por ser su cómplice del secuestro.

-No la secuestramos, la protegimos, los verdaderos asesinos de su madre querían lastimarla.

-¿Ah sí? ¿Y quiénes son los tales delicuentes?

-Suélteme y se lo digo –me enfrenté a él.

-OK, si usted insiste, ¿señor Harris? –llamó al enfermero a liberarme de la cama.

Ya sintiéndome libre de esas incómodas correas, no pensé para nada en levantarme y tratar de salir. Pero el doctor, sacó una especie de vara metálica, la puso en mi espalda baja y sentí una corriente dolorosa haciéndome caer de rodillas, incluso sentí que me entumía.

-¿Qué fue eso? –dije adolorido.

-Eso, amigo mío, es electricidad –dijo mostrándome la vara, conforme apretaba un bontón, le salía chispitas –Un descubrimiento interesante, perfecto para domar a loquillos como sombrereros...como usted.

-Yo lo llamo: Varita mágica de sadomasoquista –comenté tratando de aliviarme, cuando el doctor puso la vara en mi abdomen, dándome más dolor.

-Así que dígame, ¿dónde tienen a la señorita Kingsleigh?

-Ya le dije que está protegida.

-¿Dónde? –me alzó la voz, volviendo a lastimarme con esa vara electrica.

-¡No lo sé! –dije gimiendo de dolor, sí sabía dónde, pero no lo podía decir.

-Bien, si no se va a portar como un caballero como manda la sociedad, será un caballero a mi manera –me dijo amenazante el doctor –Señor Harris, lleve al jovencito Hightopp a una celda en el área de pacientes peligrosos...¡Ah! Y ajústenle bien la camisa.

-¿Cuál camisa? –pregunté. Ese enfermero, el tal señor Harris sacó una camisa blanca con mangas largas, muy largas y atrás tenía correas; una camisa de fuerza. Me la puso, me forzó en mantener cruzados mis brazos, el resto de las mangas largas me las ató con las correas de atrás, que tambien me ajustaban la camisa, era muy incómoda y rasposa, al tener los brazos cruzados, me daban dolor de cuello, hombros y espalda.

Ya con la camisa de fuerza puesta, me sacaron del cuarto circular, pude ver los demás pacientes, unos dopados por los medicamentos, otros neuróticos tratando de quitarse la camisa de fuerza, mujeres tristes y asustadas, era un infierno el lugar. Llegamos al área de pacientes peligrosos, abrieron una celda, cuyas cuatro paredes y piso estaban alcochonados, sólo tenía como mueble un catre para dormir y un foquillo daba luz a la oscura celda. Me arrojaron al suelo de aquella celda –Goze su estadía en nuestro humilde palacio, dulce príncipe –se burlaron los enfermeros cerrando la puerta con llave.

Ya encerrado, trataba de liberarme de la camisa, era muy difícil y doloroso, se oían más los gritos de locura y terror de los demás pacientes, y los enfermeros gritándoles que se callaran. De pronto, oí como una risa. Vi desde la ventanilla de la puerta que sacaban a un tipo de la celda de enfrente. Éste reía frenéticamente mientras lo ataban a una camilla con ruedas -¿Oigan a dónde me llevan? ¿A una fiesta? ¿Sí? ¿Veré a su Majestad la Reina? ¡Oigan! ¿Qué es eso? –su risa cambió a gritos de terror cuando lo empezaron andar en la camilla -¡No! ¡No, por favor, ahí no! ¡Oye, amiguito! –me llamaba -¡Sí, tú, el pelirrojito de bonitos ojos verdes! ¿Me quieres ayudar? Te daré un caramelo si me ayudas...¡Vamos, amigo, no seas malito! ¡No dejes que me quemen el cerebro! ¡NOOO! –salieron del área, pero sus gritos se oían más y de terror en otra habitación. El pánico me llegaba, dándome otro ataque respiratorio, me senté en el rincón, aferrándome mientras oía los gritos de tal tipo y peor cuando se oía como choques eléctricos, mezclándose con unos gritos de agonía, esos choques hacían que al foquillo se le iba la luz, parpadeándo. Me llegó otro ataque de pánico, pero esta vez trataba de calmarme con mis ejercicios de respiración. Inhalando y exhalando. Cuando esos choques pararon, el foquillo seguía con su luz y el tipo quedó callado, ¿Lo mataron? ¿Le quemaron el cerebro con electricidad?

De pronto, se abrió la puerta y entraron unos enfermeros con el doctor Bennet –Adivine qué, joven Hightopp –me dijo Bennet con una sonrisa –Su tío vino a verlo.

-¿Mi tío? –pregunté extrañado.

¿Acaso vino mi tío Poomally?, y si es así, quizas vino para sacarme de este lugar y llevarme de vuelta. Pero no. No era mi tío Poomally como me lo esperaba, era el Viejo Stayne.

-Oh, Tarrant, querido sobrinito, me tenías preocupado –dijo imitando una voz de lástima.

-Ese tipo no es mi tío –dije viéndolo como un intruso -¡Él no es nada mío!

-¡Joven Hightopp, por favor! No sea grosero con su tío, él sólo quiere que mejore su salud –me decía Bennet, mientras el Viejo Stayne me veía con una sonrisa maliciosa.

-¡El no es mi tío! ¡Él es el verdadero asesino! ¡Él iba secuestrar a Alicia! ¡Mató a su madre!–me acercaba para atacarlo, pero unos enfermeros me tomaron, yo luchaba para que me soltaran.

-¡Hijo, tranquilo! ¡Sólo lo estamos haciendo por tu bien! –seguía fingiendo Stayne.

-¡No! ¡No! ¡Eres un asesino! ¡Él...él me envenenó cuando era niño! ¡Por su culpa, sufro el envenenamiento!¡Me envenenó cuando era bebé! ¡No, suéltenme! ¡Ay! –una enfermera me inyectó un calmante en el cuello, ya empezaba a debilitarme, cayendo en un sueño profundo, los enfermeros me agarraban conforme me caía y con suavidad me recostaron en el catre, hasta quedar profundamente dormido.

-Lamento mucho que su sobrino esté pasando este momento, señor –le dijo Bennet a Stayne.

-No lo culpo, doctor, este muchacho sufrió mucho de pequeño, y todo fue por su padre, un hombre del Demonio que lo hizo sufrir un calvario por sus abusos –decía Stayne –Abusaba de él en todo, golpes, violaciones, explotación...sólo espero que atrapen al padre pronto, él es más peligroso que su hijo...

Y así caí en donde solían encerrar a gente como yo: en un manicomio. El peor temor de mi padre se hizo realidad, mostrándome que Londres no hay lugar para los locos.

NOTA:

La idea de que Tarrant cayera encerrado en un manicomio, fue una de mis ideas principales para la historia, mostrando que Tarrant se deberá enfrentar a una realidad donde los locos como él son tratados como delicuentes. Ahora buscará una forma de como salir de ese manicomio o que Alicia y su padre lo lleguen a rescatar.

Sean pacientes de que Tarrant salga del manicomio y me den sus comentarios!!!!

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