Cap 24: Helen
Cap 24: Helen
(Tarrant P.O.V)
-¿Qué ocurre aquí? ¿Qué es todo esto? Margaret, Alicia, explíquenme qué ocurre –preguntaba la señora Kingsleigh, asustada. Ella observa a los Stayne -¿Quiénes son ellos? ¿Qué hacen en mi casa?
-¡Madre, huye! –le pidió Alicia, alertada.
-Sí, señora, huye –dijo en forma de burla el Viejo Stayne –No querrá ver cómo dejaré a su hijita.
Rugiendo con toda su ira, el Viejo Stayne alzó su mano - cuchillo hacia nosotros.
-¡No, alto, espérate! –intentó detenerlo mi padre
Entre gritos y espantos, vimos que el Viejo Stayne apuñaló a...
Margaret corrió hacia nosotros, mi padre y yo hicimos cara de terror y Alica gritó un -¡NOOO! –el Viejo Stayne había clavado su cuchillo-mano en el pecho de la señora Kingsleigh, quien tuvo la valentía de correr entre él y nosotros y protegernos de tal ataque.
La madre de Alicia, seguía parada, helada viendo el cuchillo atravesado en ella, derramando su sangre vio al Viejo Stayne, con terror. De forma violenta, el Viejo Stayne le quitó el cuchillo y ella se tambaleaba hasta caer. Sus hijas lograron agarrarla en sus brazos. Mi padre y yo seguíamos parados, atónitos y espantados por aquella escena. Las lágrimas se me caían viendo cómo a la pobre señora Kingsleigh se le iba la vida. Vio a su pequeña hija en los ojos mientras acariciaba su rostro con una mano bañada en sangre, manchándoselo y de ahí...se fue.
El impacto, el susto, el dolor y la tristeza hacían una mezcla en mí. Tan impactado estaba que los oídos se me quedaron sordos por un momento. No podía ni escuchar los llantos desconsolados y dolidos de Alicia, en cuanto sus lágrimas caían sobre el cuerpo de su madre.
Al entrar en sí, la ira me llegó -¡HIJO DE PUTA! –le maldije al Viejo Stayne y le arrebaté a mi padre la pistola -¡Tarrant, no! –intentó detenerme pero le disparé al Viejo Stayne en el hombro.
-¡Llévate a Alicia y cierren el portal! –le dije a mi padre, dándole la llave del cuarto del espejo mientras seguía disparando.
-¿Tú qué vas hacer? –me preguntó mi padre preocupado.
-¡Voy a tratar de conseguir los papeles! ¡Anda, carajo! ¡Llévatela!
(Zanik P.O.V)
Sin pensarlo dos veces, agarré a Alicia, quien no quería soltarse de su difunta madre. Pero logré tomarla y corrímos al espejo.
-¡No dejen que se escapen! ¡Atrápenlos! –ordenó Hamish. Lowell e Ilosovic corrían para agarrarnos. Fruncí los ojos y de pronto, un terremoto comenzaba a ocurrir.
-¡TERREMOTO! –gritó como niña Hamish. Logré hacer tiempo en causar el terremoto con mis poderes para que Alicia y yo atrevesaramos el espejo. Salimos rápido del cuarto del portal y cerré la puerta de golpe.
-¡Ay, buey! –se espantó el Picaporte -¿Cuál es la pri..? –bloqueé su boca-cilindro metiéndole la llave –Lo siento –me disculpé con él -¿Alicia?
Vi a la niña aterrorizada, llorando, estaba en shock –Calma, preciosa, calma –trataba de calmarla, la verdad si estaba devastada –Sé que fue duro lo que le hicieron a tu mami, pero...¿Alicia? –se me estaba desmayando -¡Al, no! ¡No, no, no! ¡No me hagas esto! ¿Alicia? –colapsó a mis brazos -¿Alicia? ¡Alicia, mi princesa, despierta! ¡Vamos, preciosa, no...no...! –sentía que estaba perdiendo fuerzas, estaba mareado y noté que la nariz empezó a sangrarme. Usar mis poderes para causar el terremoto me había debilitado incluso enfermando. La oscuridad entró en mí, colapsándome al costado de Alicia.
De vuelta a Londres...
(Tarrant P.O.V)
Ya cuando el terremoto pasó, Hamish, desesperado, trató de atravesar el espejo pero lo que llegó a pasar es que chocara dándose un golpe.
-¿Qué rayos? –se preguntó Hamish incrédulo -¿Por qué no puedo atravesarlo?
-Porque está bloqueado el portal, perra –le contesté sonriéndole.
-¿Cómo me llamó? –preguntó ofendido Don Ass-co.
-PERRA, como su vieja...una PUTA PERRA –le contesté.
La verdad no me lo esperaba, pero Lowell sacó una pistola y me disparó en el corazón. El disparo me impulsó hacia la ventana, choqué y caí a la calle en la entrada de la casa. Todos vieron desde arriba y me encontraron tirado. ¿Estaba muerto? Ni idea...
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Una multitud, asustada por el terremoto vio a Tarrant inconsciente en el piso y se acercaban, entre ellos un grupo de policía.
-¿Está muerto? –preguntó uno de los policías mientras lo analizaban.
Tarrant abrió los ojos de golpe y tosía.
-¡Rayos! Sigue vivo y está con la policía –contó Lowell viendo desde la ventana.
-Tengo una idea –afirmó Hasmish.
(Tarrant P.O.V)
–Sigue vivo –informó el que me estaba chequeando –Algo que tenía en el bolsillo de su abrigo lo salvó del disparo.
Vi que unos policías entraron a la casa y se llenaron de terror al ver los cuerpos de la señora Kingsleigh y de Mary -¡Oficiales! –los llamó Hamish -¡Arresten a ese pelirrojo de afuera! ¡Es un hombre peligroso! ¡Asesinó a la señora Kingsleigh!
Uno de esos policías salió, me agarró y me esposa las manos -¿Qué hace? –oreguntaba al ver los grilletes en mis muñecas.
-Lo acusan de asesinato.
-Pero...pero...yo no...
-Oficiales, por favor –salió Lowell junto con Margaret –Agarren bien a ese tipo, es un asesino enfermizo –me acusaba cuando sacaron el cuerpo de la señora Kingsleigh y de Mary -¡Mira lo que hiciste, maldito! ¡Mira lo que has hecho! –me decía Lowell -¿Lo ven, oficiales? ¡Ese desgraciado mató a mi suegra! ¡A lado de su padre quien es más peligroso! ¡Y además, secuestraron a la hermana de mi esposa!
Sólo Margaret estaba callada.
-¿Es cierto, señora Manchester? –preguntó un policía a la hermana de Alicia. Ella, observó la mirada amenazadora de su esposo –Sí –contestó nerviosa –Fue él...el señor Hightopp mató a mi madre y...con la ayuda de su padre...secuestraron a mi hermana.
Yo observaba con rencór y decepción a Margaret.
-¡Tienen que encerrarlo en una prisión de gran autoridad, no vaya que sea capaz de hcer otra fechoría! ¡Cuélguenlo si es necesario!
-Lo siento, amigo –un policía me tomó del cuello –Pero, tendrás que arreglar ciertos asusntos en un jucio y no podrás salir de esta.
Pero, sin previo aviso, le pisé un pie al policía, este se encorbó de dolor. Logre hacer que me soltaran y salí de la casa, huyendo de la policía.
-¡No lo dejen escapar! ¡Pronto! ¡Atrápenlo! –ordenaba Hamish mientras él y Lowell acompañaban a los policías a perseguirme. Sólo Margaret quedó parada, dándose cuenta del gran daño que ocasionó por su; mis condolencias, por su estúpida mente sumisa.
Corría lo más rápido que pude, quería alejarme de los policías, ellos me perseguían, unos a pie y otros en sus carrozas. Incluso unos intentaban dispararme. No era muy fácil correr con las manos esposadas.
-¡Chingada madre! –maldije cuando vi que había un tráfico asqueroso lleno de carruajes. Me trepé en una, atrás hasta llegar a su techo.
-¡Ahí está! –los policías iban a dispararme hasta que el carruaje donde yo estaba comenzó a moverse. Yo mantenía el equilibrio para no caerme. A lado estaba otro carruaje, salté sobre él y comenzaba hacer eso en distintos carruajes en distintas direcciones, todo para alejarme de los policías.
-¡Está loco! –se impresionó uno de los policías.
-¿Qué esperabas? Es un sombrerero –le dijo uno de sus compañeros.
Pasaba de un carruaje a otro hasta llegar a un barrio llamado Covent Garden. Entré a un callejón y vi una puerta que decía: Sólo personal del teatro. Entré sin previo aviso. No me di cuenta que era la entrada de los bastidores del Teatro Real de Ópera. Adentro, avanzaba discreto sin que nadie me viera. Entre unas cortinas vi el escenario del Teatro donde se estaba presentando un acto de ballet.
El Royal Ballet.
-¡Ay, no mames! –me quejé viendo cómo salir de ahí. Hasta que vi que los policías entraron. No me quedó de otra que cruzar el escenario, intrometiéndome en el acto de las pobres bailarinas, e intentaba en no estropearles sus pasos, que lo hacían muy hermosos. Cuando giraban, yo giraba en el lado contrario, cuando se alzaban en puntas y elevando sus brazos arriba, yo me agachaba, pero peor cuando se juntaban en círculo y yo en medio. El público se impresionaba y a la vez reía, no sabían si yo era un bailarín del acto.
-¡Ahí está! –oí a los policías. Ellos osaron en atravesar el escenario, estropeando el acto. Bajé del escenrario y comencé a correr en las butacas. Los policías seguían lanzándome disparos, espantándo a la gente.
Salí a la entrada del teatro y comenzaba a bajar al salón principal.
-¡Deténgalo! –apareció un policía. Los guardias del teatro igual trataban de atraparme. Pero me interpuse a ellos.
Por fin llegué a la puerta principal del teatro y de ahí salí.
Los policías corrían a la puerta, pero ya afuera vienron que la tierra me había tragado, osea, logre escapar de ellos.
-¡Está loco, pero es muy listo! –se impresionó un policía.
Tiempo después...
-¿Lo encontraron? –preguntaba Lowell en la casa de Alicia.
-Desaparecio de la nada –informó el policía.
-¡¿Desapareció?! –gritó furioso Lowell -¡Busquen a ese maldito! ¡Esa rata ya debería estar colgada del cuello!
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En los barrios más bajos de Londres, es ahí donde me encontraba. Estaba oscuro y desierto. Sólo la luna me daba luz. Estaba en un callejón, tratando de liberarme de los grilletes en mis muñecas. Con una aguja de mi trabajo sosteniéndolo con mis dientes, lo usaba como llave para los grilletes. Era muy difícil pero por fin lo logre.
Después de haberme masajeaba las muñecas, descubrí que me bloqueó el disparo que me dio Lowell. Saqué del bolsillo de mi abrigo, en mi corazón un cuadernillo con una bala atravesada. Era el cuaderno de los acertijos sin resolver que el Profesor Dodgson me regaló –Tenía razón, profesor –dije sonriente –Algún día, los acertijos nos podrían salvar la vida.
Pero la sonrisa se me despareció cuando oía los policías viniendo,me escondía más en los rincones más oscuros.
-No hay nada –dijo uno de los policías.
-Busquemos para otro lado.
Ya que se fueron, decidí quedarme en ese callejón.
Trataba de recapacitar que había ocurrido. La señora Kingsleigh, la pobre señora Kingsleigh. Asesinada, cruelmente por el Viejo Stayne. Alicia perdió a su padre y le dolió mucho haberlo perdido, ahora su madre; su pariente más cercano, la ha perdido igual, cuando ella estaba más unida a ella, cuando le ganó su confianza a ella y a mí y cuando le confesé el gran amor que sentía por su hija y ella, de buena gana lo aceptó, se ha ido. Era una grandiosa mujer. Una mujer bondadosa y amable pero igual fuerte, valiente, como su hija: mi Alicia. Tan dolido estaba al ver cómo murio que me hizo caer de rodillas y comencé a llorar en ese oscuro callejón.
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