Cap 22: Rosas Donadoras

Cap 22: Rosas Donadoras.

(Tarrant P.O.V)

-Rosas...¿qué? -preguntaron los demás, cuando regesé a Infratierra, ya que era el turno de la señora Kingsleigh en cuidar a Alicia en el hospital, incluso me pidió que me llevara a Dinah para cuidarla.

-Rosas Donadoras -les aclaré -Son rosas que le transmites sangre como si fuesen vías intravenosas para que se que se pinten de rojo y además su pueden usar para donar sangre, como en el caso de Alicia.

-Un momento...creo que oí de ellas -comentó Iracebeth -¿Dónde fue? ¡Claro! Donde costruí mi guarida en la Tierras Lejanas, iba a pedirle que sean parte de mi jardín, pero se negaron y las tuve que castigar, dejándolas bajo mi castillo, encima sin ver la luz el sol, incluso donadores que transmitían su sangre quedaron atrapados -dijo apenada.

-¿Debajo de tu castillo? ¿Estás segura, Racie? -preguntó su hermana -Pero, si estuvieron debajo sin tomar aire fresco y la luz del sol, de seguro quedaron marchitas.

-Pues no me queda de otra que averiguar y buscar unas cuantas, así recueraremos a Alicia. ¿Sabes exactamente están esas rosas, Iracebeth? -le pregunté a la cabezona.

-¡Sí! Entrando al castillo en la mitad del primer piso, hallarás una escalera espiral iendo para abajo, baja hasta tocar fondo, ahí encontrarás el jardín de las rosas, pero te recomiendo que tengas cuidado, mi colección de cucarachas carnívoras vigilan ese jardín.

-Vaya fascinación tiene por los insectos peligrosos, majestad-comentó mi padre, con Dinah en sus brazos.

-Pues no nos queda de otra -dije decidido -¿Quién viene conmigo?

Todos andaban pensativos, quiénes irán conmigo, debido a las cucarachas.

Mi padre alzó la mano con timidez, sin parar de sonreír.

-¿En serio no es u pretexto para sobreprotegerme? -le pregunté con una sonrisa.

-Tómalo como un labor más para los Hightopp Rescatadores.

-¡OK!

Y además PetitDoigt, iba a compañarnos -¡Chuki!

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(Zanik P.O.V)

-¡No, Dinah! -le dije a Dinah, la gatita de Alicia, Tarrant la trajo para cuidarla mientras Alicia estaba en el hosital, estaba de necia de que quería ir con nosotros a bscar las rosas -¡No, Dinah, no vas a ir. Es muy peligroso -le decía aprtándola del Bandersnatch mientras nos preparábamos, pero ella, muy necia se quería subir no podía negar sus maulldos tiernos y dulces, rogando, ella quería recuperar a su dueña -OK, irás -le dije subiéndola -Pero vas a obedecernos de todo lo que te vamos a decir, ¿va?

-Ya está -apareció Tarrant, con su traje de explorador -¿Listo?

-Más listo que nunca -dije.

-Tengan -la Reina Blanca nos dio unos pastelillos -Son para las cucarachas, en caso de que los quieran...

-Comer -afirmé -Gracias, Majestad.

Y partimos a las Tierras Lejanas, con PetitDoigt y Dinah.

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-¡Cuidado con las cucarachas! -les dijo Iracebeth mientras observaba cómo se alejaban -¿De qué están hechos esos pasteles, Mirana? -le preguntó a su hermana.

-Pues...tres leches, harina suave, hongo de Upelkuchen...

-¡Un momento! ¿Hongo de Upelkuchen? -se espantó Iracebeth

-¡Ay, no! ¿Qué hice?

-¡Sombrerero! ¡Señor Hightopp! ¡Esperen! -perseguían a los Hightopp, pero ellos ya estaban lejos.

En la guarida de la Reina Roja, en las Tierras lejanas...

(Tarrant P.O.V)

-Bien -dije bajando del Bandersnatch -Aquí vamos.

Entramos al castillo asqueroso y húmedo -¡Agh, cómo apesta a cadáver!

-Recuerdo este lugar más grande -comentó mi padre viendo a su alrededor -Bueno, diez años encerrado todo se te ve grande.

-¡Mira! -avisé cuando llegamos en medio -La escalera.

Abajo había una escalera espiral, que iba muy pero muy abajo -Vamos.

Bajamos poco a poco, y cada vez había oscuridad, PetitDoigt nos iluminaba el camino, sostenía a Dinah, quien estaba asustada, era muy húmedo, lleno de lodo y los bichitos se nos subían, por lo menos no habían cucarachas carnivoras, hasta ahora. Sentí picazón en la nariz.

-¿Estás bien? -me reguntó mi padre.

-Sí...es la humedad, me está dando alergia -le dije.

Ya estábamos en lo más hondo, todo alrededor estaba lleno de vegetación muerta.

-Pobres rositas, estar encerradas aquí por mucho tiempo -dijo mi padre, empático.

-Sólo espero que no le guarden rencór a la cabezona -comenté mientras caminábamos.

Más a fondo, se sentía el olor espeso de sangre. Ya estábamos cerca.

-Tarrant, mira - dijo mi padre, viendo el suelo.

Pétalos de rosa había en el suelo, pétalos marchitos de colores muertos.

Miré a mi padre y noté que tenía sangre -¡Padre, estás sangrando!

Se limpió la sangre -No es mía.

Notamos que desde arriba goteaban chorros de sangre y vimos unas rosas parlantes, marchitas, débiles, gimiendo de dolor, sus pétalos perdían el color conforme desangraban -Pobrecitas -dije con lástima.

-Mira -mi padre apuntó algo, o más bien a alguien, una persona enroscada en las enredaderas y tallos de las rosas, picoteado por las espinas.

-Es como en mi sueño -dije al ver cómo transmitía su sangre.

-Ha de ser un donador de sangre -dijo mi padre -Hay que bajarlo.

Con mucho cuidado lo bajamos, notamos que ya lleva años muerto -¿Cuánto tiempo estuvo aquí a trapado? -me pregunté.

De pronto oímos un crujido a nuestras espaldas.

-¿Quién anda ahí? -oímos la voz de una mujer anciana.

Volteamos a sustados -No te asustes -me dijo mi padre,nervioso y apuntando a la oscuridad con mi "hermanito".

Ahí apareció una rosa grande, diria gigante con aspecto de mujer anciana, sus pétalos arrugados y casi sin color -¡Oh, por todos mis pétalos! -dijo algo agotada y nos vio -¿Y quiénes son ustedes? ¿Son donadores de sangre?

Mi padre bajó su arma, tragó saliva y le dijo a la Gran Rosa -Muy buenas noches, señora. Me llamo Zanik Hightopp y él es mi hijo, Tarrant Hightopp -nos presentó -Hemos venido a...a pedirle que nos dé unas de sus rosas...de sus rosas donadoras de sangre para una emergencia.

-¿Una emergencia? ¿Y qué emergencia es, si me permite saber? -preguntó la gran rosa.

-Es para Alicia, señora -le dije -Una amiga muy querida, fue agredida por unos malditos, la dejaron gravemente herida y en coma y con sólo darle donación de sangre la salvaría, por favor, por lo menos denos unas cuantas rosas, ella es muy valiosa para mí -le rogé a la Rosa.

-¿Alicia? ¡Claro! ¡La pequeña niña de Sobretierra que vino hace años! Aunque me temo que no se acuerda de nosotras...¿se puede saber qué tipo de sangre es de la Alicia?

-O Positivo.

-¿O Positivo? Creo tener unas cuantas rosas con ese tipo de sangre, pero todas están muy marchitas, no es seguro donar sangre con las rosas así.

-Por lo menos, hay que intentarlo -dije esperanzado.

-¿Cómo pueden aguantar estando así? Atrapadas por mucho tiempo, rodeado de bichitos y sin sentir la uz del sol y aire fresco -dijo mi padre.

La Gran Rosa suspiró -Desería sentir los rayos de sol y las brisas. Pero, desde que la Reina Roja construyó su castillo encima de nosotras, nos castigo sin ver la luz del día, todo porque no quisimos ser parte de su jardín...es una niña caprichosa.

-No es necesario que le guarde rencór, madame -le dije -La Reina Roja cometió muchos errores por su actitud, pero no es mala, sólo estaba equivocada. Ya cambió, ya es otra y esoty seguro que está arrepentida por mantenerlas encerradas, podemos pedirle que se deshaga de este castillo par aque ustedes puedan tomar aire y sol.

Nuestra conversación paró cuando oíamos más crujidos a nuestras espaldas.

-¡Oh, no! ¡Cucarachas Carnívoras!

Vimos que entre la oscuridad un ejército de cucarachas llegaban hacia nosotros.

-Tranquila, ya sabemos cómo detenerlas -les dije -Padre, los pasteles.

Mi padre me dio los pasteles que hizo la Reina Blanca, tomé uno y lo arrojé a las cucarachas, ellas se amontonaban para comer.

-¿Por qué le dieron Upelkuchen? -preguntó la Gran Rosa.

-¿Disculpe?

-Le dieron Upelkuchen y mucho veo.

Vi los demás pastelitos que decían -¿CÓMEME?

-¡Chinguen a su madre! -se quejó mi padre viendo que las cucarachas crecían hasta tener el tamaño de cocodrilos.

-¡Corran! -nos dijo la Gran Rosa.

Mi padre, Dinah, PetitDoigt y yo empezamos a correr -¿No era mejor que nos hubiesen dado insecticida? -se quejó mi padre.

No me di cuenta que se me cayeron los otros pasteles.

Corrimos sin darnos cuenta por dónde íbamos, hasta que nos roedearon.

Mi padre les disparaba con mi Hermanito, reventándole las entrañas, era asqueroso.

-¡Carajo! -maldijo cuando vio que mi Hermanito se quedón sin balas.

-¿Dónde estás, Jaque? -pregunté, nervioso.

Pero, hubo algo que sí logró salvarnos: El Bandersnatch.

Bajó, llegó a nosotros y apartaba a las cucarachas, mordisqueándolas y rugiendo frente a ellas. Nos libramos de ellas.

-Bien hecho, Bandy -lo felicité, acariciándole el pelaje.

-Estén...¿Tarrant? -mi padre apuntó al frente. Casi todas las cucarachas ya crecieron y estaban frente a nosotros. Nos tenían atrapados.

-Súbete al Bandersnatch -me ordenó mi padre, tieso -¡HAZLO! -me alzó la voz.

(Zanik P.O.V)

Le ordené a Tarrant que se subiera al Bandersnatch con PetitDoigt y Dinah y se fueron. Yo estaba frente a esas asquerosas cucarachas, arrojé mi escopeta al suelo y alargué mi mano hacia ellas. Las apartaba con mis poderes telequinéticos. Pero eran tantas y tenía que usar todas mis fuerzas para poder apartarlas, solté un grito al darle impulso a mi telequinesis, al grado de hacer que vibrara la tierra.

Me sentía débil, la oscuridad se apoderaba de mí.

(Tarrant P.O.V)

-¡Padre! -vi que mi padre usó sus poderes para apartar a las cucarachas, al grado de hacer que la tierra vibrara, lo cual hizo que el castillo de la Reina Roja empezara a derrumbarse. Mi padre cayó al suelo. Hasta que el castillo colapsó, enteramente.

Por suerte nada me pasó ni a mí, ni a Dinah, ni a PetitDoigt, ni a Bandy.

-¿Padre? -llamaba a mi padre entre los escombros. Esperaba que no lo vaya a perder otra vez -¡Padre! -lo encontré encima de los escombros inconsciente.

-Papá, papito, venga pá' despierta -le decía tieniéndolo en mis brazos.

-Eso dolió -dijo con debilidad, estaba bien, pero muy débil -Me urge un cigarro.

Yo reí para luego darle un beso en la frente -Creo que deberías dejar de usar tus poderes por un buen rato -le dije.

-Ay, qué rico...aire fresco -dijo mi padre al sentir aire fresco y más al notar que todas las rosas se tornaba de nuevo rojas, y más bellas y más jóvenes con los pétalos suavecitos. Ya eran libres y la Gran Rosa, quien antes se veía fea, ya rejuveneció siendo la más bella.

-Felicidades, Hightopp -nos felicitó la Gran Rosa -Lograron liberararnos de esta prisión y como recompensa...

Vi que llegaban a mí un ramo de unas bellísimas rosas rojas, un ramo hermoso, ideal para regalarlea una enamorada.

-Para que puedas curar a tu amiga, joven Hightopp y espero que se alivie pronto.

-Muchas gracias, señora. De verdad se lo agradezco, muchísimo -dije cuando le di un beso en la mejilla, se chivió.

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-¡Cuidado con las cucarachas! ¡Cuidado con las cucarachas! -se quejaba mi padre cuando salíamos del hoyo -¡Si la Reina Roja sigue coleccionando animales peligrosos, le hincharé más la cabeza con unos buenos coscorrones!

Reí mientras regresábamos a casa.

A la mañana siguiente en Londres...

Mi padre y yo fuimos al hospital, Alicia todavía seguía inconsciente, no fue problema traer las rosas, ya que la gente creía que era un regalo.

-Oh, Alicia, mi muñequita hermosa, ¿qué te hicieron? -dijo mi padre, viendo a Alicia grave, no dudó en acariciarle la cabeza, vaya que se había encariñado con ella.

Puse cada rosa en distintas partes del cuerpo de Alicia, en especial en donde tenía heridas, lentamente, los tallos crecían enroscándose alrededor de ella y la sangre que tenían adentro se transmitían a ella, los pétalos se ponían blancas.

-Hay que esperar -comenté.

-Sí...hay que esperar -dijo mi padre.

Mientras veíamos cómo curaban las rosas a Alicia, mi padre me observaba.

-¿Te pasa algo? Te ves preocupado.

-No...es que estaba pensando...¿Te acuerdas de Harrison?

-¿El sobrino de Alicia?

-Sí...creo que ...la otra vez que lo vi, tenía un moretón, su madre dijo que se cayó, pero...no le creo...estoy seguro de que su padre le pega -decía más preocupado -No puedo creer que haya hombres con esa estúpida idea, de que la mejor forma para educar a los niños es dándole golpes. Tú, que fuiste un padre severo conmigo, jamás te atreviste a ponerme una mano encima, ni siquiera cuando el Viejo Stayne te lo aconsejaba, amenazabas en hacerlo, pero nunca te atreviste.

-No -dijo mi padre -Nunca me atreví -y rió tras recordar algo -Y eso de que tu madre me amenazaba que si lo hiciera, me sacaría de la casa desnudo. No, Tarrant. La violencia hacia los niños no es para educar, si no; como decía tu abuelo, para "pendejear" -rió un poco más.

De pronto, un ruido nos llamó la atención, vimos que Alicia daba pequeños movimientos pero bruscos, haciendo que las rosas cayeran, ya se tornaron blancas, Alicia se sacudía y trataba de respirar.

-¡Alicia! -me alarmé acercándome a ella -¡Calma, querida! ¡Por favor, cálmate! ¡Estás a salvo! -mi padre y yo tratábamos de calmarla. Cuando mi padre estuvo a punto de salir para buscar a los médicos, Alicia se despertó de golpe, trayendo consigo mucho aire.

Resultó. ¡Dio resultado! ¡Las Rosas la salvaron!

Ella con su mirada, trataba de buscar a alguien hasta que nos encontró -¿Sombrerero? ¿Señor Hightopp? -nos observó -Son ustedes...¡De verdad, son ustedes! -sonrió pero seguía adolorida. Mi padre y yo reíamos y a la vez llorabamos de alegría.

-Bienvenida de regreso a la vida, Alicia, princesita bella -le dijo mi padre dándole un beso en la frente.

-Sombrerero...eres tú...estuviste conmigo todo este tiempo -me decía.

-Sí, Alicia, estuve contigo y siempre voy a estar contigo -le dije y nos dimos un beso -Alicia, perdóname...perdón por lastimarte, por defraudarte. Yo nunca te quise hacer esto...yo jamás te sería infiel...lo que pasó es que, Alexandra...

-Lo sé -dijo de repente Alicia -Sé lo que te hizo. Ya lo supe todo. Alexandra te drogó.

-¿Cómo lo supiste?

-Ella me lo contó...me lo contó junto con Lowell...

-¿Junto con Lowell? ¿Cómo?

-Los encontré besuquéandose en un callejón...El callejón...Lowell está con ellos...¡Lowell está con ellos! -alzaba la voz asustada.

-¿Con quiénes, Alicia? -le preguntó mi padre.

-Lowell me entregó ante ellos...me metieron al callejón y me...hicieron esto...para luego entregame a ti y para ver cómo reaccionarás si me vieras toda lastimada.

-¿Quiénes, Alicia? ¿Quiénes? -le seguía preguntando.

Ella nos vio con mucho miedo -Los Stayne.

El terror nos llegó a mí y a mi padre. Los Stayne lastimaron a Alicia ¿Cómo es posible?

-Creo que tambien sobrevivieron en el choque del tren.

-¡No sean mamones! -maldijo mi padre.

Ya puede ser posible que los Stayne siguen causando terror y peor, con Lowell como su complice.

-¿Qué vamos hacer? -preguntó muy angustiada Alicia viéndome. Mientras yo pensaba.

-OK, esto tengo en mente. Alicia...-la tomé de las manos -Pase lo que pase, quédate aquí, tú y tu madre. Que no salgan del hospital, ni cuando te den de alta, ¿de acuerdo?

-OK, pero ¿qué hay de ustedes?

-Tenemos que averiguar si es cierto. Vamos padre.

Íbamos a salir del cuarto.

-¡No, por favor! -nos rogaba Alicia -No se vayan...tengo miedo.

-Calma, amor -le dije -Nadie te volverá a hacer daño, de eso me encargó -la volví a besar en sus labios.

-Descuida, Al, todo va a salir bien -le dijo mi padre -Por ahora, mantente segura aquí tú y tu madre -le da un beso en la frente.

Salimos del cuarto, ya cuando íbamos a la salida, encontramos a la señora Kingsliegh, llegando

-¡Señora Kingsleigh! Me alegra encontrarla -me acerqué a ella.

-¿Qué ocurre, señor Hightopp? -preguntaba preocupada -¿Ocurrió algo con Alicia?

-No, ella está bien...despertó.

-¿Despertó? ¿Y cómo está? ¿Sigue grave?

-No, señora, no, ella está bien, muy bien, pero...-trataba de estar tranquilo por darme cuenta que ella me observaba con angustia -Necesito que haga esto -le decía -No vayan a salir del hospital. Para nada salgan, ni siquiera cuando den de alta a Alicia.

-¿Por qué? Me están asustando, señores Hightopp, ¿qué ocurre?

-Tranquila, sólo le pedimos que se calme, por el bien de su hija...usted y Alicia están en peligro y por eso necesitamos que estén aquí -le pidió mi padre.

-¿Peligro? ¿De qué?

-Eso es lo que voy averiguar. Por ahora le pido que no salgan -y vi que ella seguía asustada -No se preocupe, no dejaré que nada les pase-terminé de decirle dándole un beso en la frente. -Nada más quedense aquí, estarán seguras.

-Con su permiso, señora -se despidió mi padre de la señora Kinsleigh, mientras salimos del hospital.

-¡No! ¡No pudo ser Lowell! -dijo mi padre, incrédulo -Puede que sea un pendejo, pero, ¿al grado de ser cómplice de los Stayne?

-Lo que sí es que si se lo decimos a Margaret no nos creera, que su esposo es un delicuente que ayudó a unos psicópatas a casi matar a su hermana, de seguro lo defenderá.

-Oye, Alicia y la señora Kingsleigh son también la familia de Margaret, ella debería estar a su lado, aunque sea una mujer codependiendo de su esposo -dijo mi padre.

-Tenemos que decirle igual...debe apoyar a su hermana -comenté -OK, voy a buscar a Lowell si está en su casa, mientras, ¿me esperas en la tienda?

-Va, sólo ten mucho cuidado con ese Lowell -me pidió mi padre.

Y así nos separamos, mi padre de regreso a la tienda y yo a casa de los Manchester.

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Mientras Zanik, iba a la tienda, una sombra negra lo perseguía a sus espaldas, sin darse cuenta.

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Llegué a casa de los Manchester, preocupado de cómo recibirán la noticia Margaret y Harrison.

Toqué la puerta y me recibió Margaret -¿Qué hace aquí? -me preguntó viendome como un delicuente -Margaret...señora Manchester, ¿está su esposo? Tengo que hablar con él.

-Lo siento, pero él no...-me iba cerrar la puerta, pero la detuve -Por favor es urgente -le rogé -Se trata de Alicia.

Al oír el nombre de su hermana, me dejó pasar -¿De qué se trata? -me preguntaba.

-Señora Manchester...por favor, no lo tome a mal -le trataba de decir -Pero debe saber esto y es muy grave....su esposo es cómplice de los atacantes de Alicia.

-No...no le creo -me decía -No le creo nada, usted...está mintiendo ¡Usted está loco! ¡Tanto fabricar sombreros lo dejó loco! ¡Miente!

-Su hermana me lo contó cuando recuperó el conocimiento. Lowell estuvo con él cuando la agredió -le trataba de decir, pero ella se negaba -No, no puede ser...él no sería capaz. Ella dice eso porque...porque ella está en contra de mi matrimonio...¡Sí! Es por eso que dijo eso -seguía diciendo.

-Margaret, entiende que su esposo no es un buen hombre -le decía casi rogándolo -No es el hombre que usted cree, ¡Entiende! ¡Use la cabeza!

-¡Señor Hightopp! -oí al pequeño Harrison lo vi con la cara brillando de ilusión -¿Qué pasó? ¿Despertó? ¿Mi tía Alicia despertó?

Pero vi en él algo que me causó miedo, en su cuello tenía marcas. Más que marcas, moretones y raspones causadas por manos, como si alguien había intiendado estrangularlo -¿Qué te pasó en el cuello, Harrison? -le pregunté al ver sus marcas, pero él se quedó callado -Harrison, por favor, dime ¿qué te pasó en el cuello? ¿Ah? -él siguió callado y vio a su mamá.

-Volvió a caerse -dijo sin voltear a vernos. Yo ya llegué al límite.

-No le creo -le dije con seriedad -Yo no creo que esas marcas fueron causadas por una caída -le decía pero ella ni volteó a verme -Esas marcas son de manos, Margaret, como si alguien lo hubiese intentado estrangular.

-¡No diga esas barbaridades! -se defendía ella.

-Señora, por favor, dígame...¿Lowell golpea a su hijo?

Ella lo que quería era alejarse de mí -Lo que pasa es que...Harrison se porta mal y...Lowell sólo trataba de corregirlo -decía pretextos inútiles.

-¡Margaret, escucha! ¡Tenga en cuenta con qué tipo de hombre está a su costado! ¡No puede lastimar así al niño!

-¡Sólo lo está disciplinando!

-La disciplina es otra cosa, la violencia nunca formará la educación de un niño...¿Qué hara si lo llegue a matar? ¡Lowell es un hombre peligroso! ¡Esto que están viviendo no es bueno para su hijo!

-¡Pero Lowell es mi esposo! ¿Por qué no lo entiende? -decía ella empezando a llorar.

-¡Es un mal hombre! -le alcé la voz -¡Le es infiel, maltrata a su hijo y por su culpa, Alicia estuvo al borde de la muerte!

-¡Pero todo lo hace para salvar nuestro matrimonio!

Cuando oí eso, sentí que la sangre se me heló -¿Me está diciendo que ya lo sabía? ¿todo este tiempo? -dije impactado -¿Sabía que Lowell estuvo con los Stayne? -ella me miraba como si hubiese hecho un crimen -No puedo creer lo bajo que usted llegó -le dije decepcionado -No puedo creer lo que usted sea capaz por un hombre que no vale la pena, poniendo en peligro a su hermana, a su madre, a su hijo...¡A su familia!... Usted no tiene dignidad.

En serio...Margaret era todo lo contrario a Alicia...¡Y Peor! Mi Alicia era fuerte, valiente, libre de manejar su vida y tomar sus decisiones. Margaret era débil, cobarde, aferrada con "cadenas" a un patán con la ilusión de una bella familia perfecta, cuando en realidad estaba en un infierno.

-¡Margaret! -se escuchó la voz indignada de Lowell, al verme, me observó como un intruso -¿Qué hace este engendro de prostituta en mi casa?

Ya tenía una pista de que es cómplice de los Stayne; llamarme "engendro de prostituta" como ellos me insultaban, todo estaba claro. Furioso, me acerqué a él, lo tomé del cuello y apoyé su espalda contra la pared -¡Eres un...! ¿Qué sabes de los Stayne? ¡Dímelo!

-¡No sé de qué me habla! -me decía Lowell tratando de liberarse.

-¡Usted es cómplice de que esos malditos perros lastimaron a mi Alicia! ¿Lo niega? ¿Eh? ¡HABLA, PUTO! - los ojos se me tornaron rojos de la ira rodeados por ojeras negras mientras empezaba a estrangularlo.

-¡Señor Hightopp! ¡No! -me apartó Margaret de su esposo y lo protegió a su espalda. Yo me calmé.

-¡Se lo advierto, señor, lárguese de mi casa! ¡Si no llamó a la policía! ¡Lárguese! -me ordenó Lowell.

-Lo voy a vigilar muy de cerca -dije de forma amenazante. Él reaccionó al escuchar eso, como si alguien más le hubiese dicho lo mismo que le dije.

Furioso, iba a mi tienda. Todavía no podía creer qué tan bajo cayó Margaret, convirtiéndose en enemiga de su propia hermana. Mi madre le daría cien bofetadas para que recapacitara.

-¡Extra, extra! ¡La joven Alicia Kingsleigh, encontrada herida en un callejón! ¡Extra, extra! ¡Supuesto ataque violento hacia Alicia Kingsleigh! -pasé donde un niño vendía periódicos. Vi que lo ocurrido de Alicia estaba en primera plana -¿Quiere el periódico, señor? -me dijo el niño y compré uno.

-¿Padre? ¡Padre, ya llegué! ¿Padre? -llamaba a mi padre, al llegar a la tienda, pero noté que todavía no ha llegado, así que decidí esperarlo mientras leía la noticia de Alicia en el periódico. El titular decía: "Alicia Kingsleigh, encontrada inconsciente y gravemente herida en un callejón a dos cuadras de su casa" y la noticia decía "Hija menor del difunto, Charles Kingsleigh, encontrada incosnciente, la policía dice haber sido atacada por un delicuente". El corazón se me partió al ver la foto de Alica golpeada e inconsciente que la editoral tomó. Conformé leía la noticia, más coraje tuve al leer la columna u opinión del autor al final de la noticia -¿Estas son, sin duda, las consequencias de que una mujer ha de padecer por no tomar las normas que la sociedad le indique al no obtener marido y dedicarse al hogar? -El machismo en Londres cada vez me tenía impactado -Por Dios, este país ya se está yendo al carajo -comenté arrojando el periódico a la basura. El coraje se me pasó al escuchar la campanilla de la puerta de mi tienda, indicando que había llegado clientes.

De seguro era mi padre quien llegó -¿Padre, eres tú?

Llegué a la entrada e hice cara como si hubiese visto un fantasma.

-Joven Hightopp -dijo el el tipo presente, sonriéndome.

-Me cago -dije cuando vi a los Stanye frente a mí.

Ilosovic sacó un trapo y me lo apretó en la nariz. El trapo tenía un olor que me causaba sueño. Cloroformo. No supe qué sucedió después.

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-Pronto, mételo al sótano y átalo bien -le ordenó el Viejo Stayne a su hijo.

Ilosovic metía al Sombrerero, inconsciente al sótano. En la entrada llegó Lowell, trayendo un baúl grande y pesado.

-Justo a tiempo, Manchester -lo recibió el Viejo Stayne -¿Lo has traído?

-Sí y fue una gran lucha -dijo Lowell, agotado por traer arrastrándo el baúl -Es más salvaje que su muchacho.

El Viejo Stayne abrió el baúl y adentro estaba Zanik, atado golpeado y amordazado.

(Zanik P.O.V)

¡Puta madre! El muy pendejo de Lowell me tomó de sorpresa, dándome una paliza para luego secuestrarme y meterme en un baúl, asquerosamente incómodo y peor estando atado y amordazado, me abrieron la puerta del baúl y me encontre con Trébol Styane, vivito y coleando. Alicia tenía razón. Su cuñado ahora es cómplice de los Styane, los muy cabrones sinverguenzas. Los veía con coraje mientras resoplaba y rugía con la mordaza puesta y me sacudía para desatarme.

-Calma,señor Hightopp en esta reunión si se le es invitado, a pesar de ser de clase media -se burló Lowell dándome unas palmaditas en la mejilla, el muy cínico, pero lo espanté sacudiéndome y rugiendo.

-Métenlo en el sótano con su hijo -ordenó Stayne.

Yo temí al escuchar que capturaron a mi Tarrant, si me entero que le han hecho algo, los voy a...

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