Cap 21: ¿Quién le hizo esto a Alicia?

Sé que este capítulo es corto pero quiero que para el siguiente traiga intriga


Cap 21: ¿Quién le hizo esto a Alicia?

(Tarrant P.O.V)

Estuve el resto de la noche y toda la mañana en el hospital, esperando noticias. Tiempo después llegó el señor Harcourt, Margaret y Harrison. Los cuatro estuvimos sentados en un banco frente al cuarto donde le hacían análisis de salud a Alicia. Harrison estaba entre su madre y yo, Margaret andaba rezándole un rosario por su hermana y yo no paraba de ver en frente con la esperanza de aquella puerta se vaya abrir.

-Mami –llamó Harrison a su madre -¿La tía Alicia se recuperará?

-Harrison, no me interrumpes cuando estoy rezando –le dijo Margaret sin verlo. Me sorprendía la manera fría de cómo le habló al niño. Muy parecido a Lowell.

-Sí, Harrison –le dije dulcemente al niño acariciándole la cabeza –Tu tía va a recuperarse, ya verás.

Pobrecito, él quiere mucho a su tía, creo que ella es su única aliada, ya que tiene unos padres muy ausentes. Y ya que mencioné de ausencia, me preguntaba por qué Lowell no estaba con ellos.

-¿Qué pasó con el señor Manchester? –le pregunté a Margaret cuando terminó de rezar. Ella me vio de forma dura –Está en unos asuntos. Cosa que usted no debe involucrarse.

El señor Harcourt se acercó un poco más a mí –Se están divorciando –me susurró en el oído.

-¿Qué? –me sorprendí.

-El negocio con la Iglesia Católica fue un fiasco, dejando a los Ascot y los Manchester a la miseria, ahora el señor Manchester le está pidiendo a su esposa el divorcio y mandarán a Harrison a un internado porque no pueden mantenerlo.

Me sorprendí al escuchar eso -¿Y Alica y la señora Kingsleigh no pueden ayudarlos? –pregunté.

-Le ofrecieron su ayuda, pero se negaron.

Miré a ver a Harrison, estaba temiendo por él, no deberían hacerle eso, era un pequeño inocente, la adoración de mi Alicia. Más sorprendido quedé cuando vi en su mejilla izquierda un moretón –Harrison, ¿qué te paso en la carita? –le pregunté. Él se quedó callado y volteó a ver a u madre –Se cayó, jugando en la escalera –me contestó aún sin voltear a vernos, como si escondiera algo.

Yo no le creí, yo conocía esos moretones y no puede ser causada por una caída en la escalera.

-Disculpen –se oyó una dulce voz. Volteé a ver. Era el Profesor Dodgson, traía un ramo de flores.

-¡Profesor! –me levanté y nos abrazamos.

-¿Hay noticias? –preguntó angustiado mientras lo soltaba.

-Nada, profesor, siguen averiguando qué le ocurrió.

-¿Qué le pasó?

-La encontraron en un callejón, inconsciente y mal herida –contó el señor Harcourt –Unos hombres la forzaron a entrar en ese callejón y la golpearon, la policía la encontró y le avisaron a la señora Kingsleigh –volteó a verme –Ella dijo que salió a verlo a su tienda.

Y yo sabía por qué salió, para que yo pueda explicarle lo ocurrido conmingo y con Alexandra.

-¿Lowell? –reaccionó Margaret al ver a su esposo. Él ni viró a verla –Arreglé el asunto –dijo con firmeza –No nos vamos a divorciar, ni llevar a Harrison a un internado...ya sé cómo aliviarnos de la quiebra.

A Margaret se le brillaron los ojos de la ilusión -¿De verdad? –preguntó ampliando una sonrisa y se levanta para abrazarlo -¡Oh, Lowell, gracias! ¡En serio muchas gracias! ¡Me has hecho muy feliz!

Yo me impacté a oír eso. ¡No podía creer lo que dijo ella! ¡Su hermanita está en un hospital muriéndose y ella feliz de que no se divorciará del patán de su esposo! ¡Eso es: NO tener dignidad!

-¿Y usted qué hace aquí? –me preguntó Lowell viéndome como si fuese un delicuente -¿No debería estar fabricando sus ridículos sombreros y revolcarse con la puta con quien se acostó?

-¿Disculpen? –dije defendiéndome.

-No se haga el inocente, señor Hightopp –me dijo ahora Margaret con una mirada acusadora –Si usted estuvo en la cama con otra mujer, siéndole infiel a mi hermana, ya lo supimos todos, debería darle verguenza...¡Usted fue el causante de porque Alicia está aquí en este hospital!

-¡Por favor, señores! –trataba de calmar la situación el señor Hartcourt –Hoy no es hora de...

-No, señor Hartcourt –lo detuve –No se preocupe. Son asuntos míos –miré a los Manchester poniéndome a la defensiva -Cosa que ustedes no deben involucrarse –les dije con firmeza.

-Vámonos, Margaret –dijo Lowell –No es bueno juntarse con gentuza. Harrison, vámonos.

-Pero quiero ver a mi tía Alicia –rogó Harrison

-Harrison, obedece a tu padre –le dijo Margaret.

El pobre niño cayó la cabeza.

Yo me agaché a su altura –Descuida, Harrison –le dije con amabilidad –Cuando tu tía se recupere, yo te aviso, ¿va?...y por favor... –miré el moretón de su mejilla –...ten más cuidado la proxima vez que estés jugando en la escalera.

-OK, señor Hightopp –me dijo Harrison abrazándome.

-¡Harrison! –le seguía llamando su padre.

Conformé veía que se alejaban los Manchester, vi que Margaret se aferraba al brazo de su esposo, mientras que Harrison caminaba desanimado a sus espaldas. No podía creer que Margaret le importara más la situación con su esposo que lo que le estaba pasando con Alicia. La bilis me hervía por el coraje.

De repente, se abrió la puerta. Yo volteé esperanzado, pero todo me cambió al ver al doctor con la mirada baja y la señora Kingsleigh quien seguía llorando.

Tiempo después...

-Lo siento mucho –eso nos dijo el doctor después de decirnos el diagnóstico de Alicia. El Profesor Dodgson y el señor Hartcourt quedaron atónitos, la señora Kingsleigh seguía llorando y yo...yo sentía como si alguien me clavara un cuchillo en el corazón. Mi querida Alicia estaba gravemente mal. Conteniendo las lágrimas, me acerqué a la señora Kingsleigh para abrazarla –Lo siento mucho, señora Kingsleigh –le dije mientras ella lloraba mojando mi hombro con sus lágrimas -¿Por qué? ¿Por qué a mi bebita? ¿Por qué a mi Alicia, Dios mío, por qué? –lloraba más, yo igual derramaba lágrimas.

En Infratierra...

Volví atravesanso el espejo que estaba en mi casa, decaído.

(Zanik P.O.V)

-¿Tarrant? –escuché que Tarrant volvió.

Lo noté agotado, triste, de caído. Me estaba dando mala espina.

-¿Qué pasó hijo? ¿Cómo está Alicia? ¿Está bien?

Él negó con la cabeza, conteniendo lágrimas –Está en estado de coma –afirmó –Unos bandidos la agredieron en la calle, sufrió muchos golpes en la cabeza y tiene muchas hemorragias, los doctores dicen que para aliviarla hay que darle una donación de sangre, pero no hay de su tipo –dijo mpezando a llorar –Y si no lográn curarla a tiempo, es posible que vaya a morir

No lo podía creer, unos malditos lastimaron a la pobre Alicia, ella está al borde de la muerte y su cura imposible de conseguir. Consolaba a mi hijo, abrazándolo.

Pero igual me dolía, me dolía mucho al saber que esa niña maravillosa que es Alicia está en esas horribles condiciones. Derramaba igual lágrimas. Últimamente comenzaba a sentir un gran cariño por Alicia, no por ser la mejor amiga y ahora el amor de mi hijo, sino porque veía en ella la hija que siempre he soñado tener, en mi princesa, en mi muñequita hermosa con cabeza bonita para hacerle sombreros bonitos, en la hermanita que deseaba darle a Tarrant y más al darme cuenta que le hacía falta el cariño de su padre, Tyva y los demás se estaban encariñando con ella al grado que pensábamos en adoptarla. Ahora se está muriendo y no sabemos qué hacer con ella.

Esa misma noche, en Londres...

(Tarrant P.O.V)

Volví al hospital, entré a la habitación donde estaba Alicia. Ella seguía incosciente, menos mal que le limpiaron y vendaron las heridas, más de su cabeza., el cuarto estaba lleno de ramos de flores y regalos con tarjetas que decían: Mejórate. La señora Kingsleigh estaba a lado de la cama sosteniéndole la mano, se veía muy cansada y con sueño, pero con la mirada llena de esperanza.

-¿Cómo sigue? –pregunté, viendola muy tranquila entre esos espántosos golpes en su bello rostro.

-Igual –dijo la señora Kingsleigh my cansada –Ni siquiera dándole agua, logró despertarla. Y...¿usted cree que logre despertar? –me preguntó.

-Sí...yo creo que sí...ella es fuerte –dije esperanzado –Si ella es capaz de hacer imposiblidades, creo que esta que tiene lo lograrará...tengo mucha fé en ella.

-¿Usted ama a mi hija, señor Hightopp? –me preguntó.

Yo le sonreí –Más de lo que usted cree, señora Kingsleigh. No porque ella es muy hermosa, si no por lo maravillosa que es...en todo lo que ha logrado...como supera todo...por ser una gran mujer...la amo enormemente.

Ella sonrió, pero yo con timidez decía –A pesar de que...-la miré con pena –Creo que le contó lo ocurrido conmigo y con...Lady Ascot.

Ella insistió con seriedad.

-Si usted está indigninada por eso, lo siento mucho, yo no quise que pasara estas cosas...Lady Ascot me...

-Lo sé, lo entiendo –me dijo la señora Kingsleigh con amabilidad –Yo no creo que usted sea capaz de hacerle eso a mi hija...siempre me dio mala espina Alexandra y cuando lo vio de una forma que no me agradó en la cena con los Ascot...siempre noté que tenía un plan malvado en mente.

Yo le sonreí .

–Se me hizo raro que Margaret no haya venido –dijo extrañada.

-Vino un momento en la mañana, pero llegó Lowell y le dijo que el asunto de la quiebra se arrelgó y que no habrá divorcio, lo bueno es que Harrison no irá a ningún internado y se fue...feliz de que no se va a separar de él –le conté.

-¿Qué? ¿Se fue feliz? ¿Y no le importó cómo estaba su hermana? –se impresionó la señora Kingsleigh y yo hice cara de que posiblemente sea cierto –De por sí, Margaret está muy aferrada a él –dijo ella más tranquila –Alicia tiene razón, su codependencia hacia Lowell ha llegado lejos. Ahora lo que más me preocupa es Harrison.

-Señora Kingsleigh –la llamé un tanto preocupado tras mencionar a Harrison –Sé que no debo involucrarme en sus asuntos o de sus hijas...pero...yo creo que...su yerno golpea a su nieto.

-¿Cómo dice?

-Es que...cuando vinieron, vi que el niño tenía un moretón en su mejilla, Margaret me dijo que él se cayó jugando en la escalera...pero...no le creí.

Vi la cara de angustia de la señora –Tal vez contradiga a Margaret, pero creo que separarse de Lowell no le vendría mal y más si lo hace por el niño. Si se llegan a divorciar, por lo menos que Margaret tenga la custodia de Harrison y pueda...no sé...trabajar para ellos dos solamente. O que también se una en su compañía –le daba ideas.

-Eso mismo le dijimos, señor Hightopp, pero no quiere, para Margaret el mundo gira en torno a su esposo.

Al oír eso, caí desanimado.

-La veo muy cansada –le dije viendo que casi se estaba cayendo por el sueño –Si quiere, puede ir a su casa a dormir, mientras me quedó a cuidar Alicia y mañana pueda volver –le dije.

-Oh, señor...no quiero separarme de ella.

-Tengo una idea, hago esto con mi padre cuando trabajamos en binas, ¿qué tal si la cuido esta noche y usted vaya a descansar y la mañana la cuida ustes, al otro día yo, al otro día usted, al otro día yo, al otro día usted hasta que logre recuperarse? Por favor, señora, no quiero que se enferme.

-Está bien –dijo rendida y levantándose.

Pero antes de irse, me dijo –Gracias por todo lo que ha hecho, señor Hightopp, por todos, en especial por Alicia.

-No hay de qué, señora Kingsleigh –le sonreí. Ella se acercó y me abrazó.

Ya cuando ella se fue, me senté en la misma silla donde ella estaba sentada a lado de Alicia.

Con mucho cuidado, apoyé mi frente contra la de ella mientras le decía –Por favor, Alicia...despierta... vamos, tienes que despertar –mismo me hizo ella cuando estuve a punto de morir cuando perdía mi muchosidad –Despierta...sé que tú lo lograrás...siempre has logrado lo imposible. Ahora logra esta imposibilidad de despertar de este dolor que te está agonizando...hazlo por tu familia, por ti, por mí...por nuestro amor.

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Me quedé porfundamente dormido, al costado de Alicia...hasta que...volví a ver que tallos de rosas se enroscaba entre mis pienas, los tallos crecían hasta elevarme y las espinas se clavaban en mi piel y mi sangre se transmitían hacia colorear sus pétalos blancos en rojos, la energía vital sentía cuando mi sandre se transmitían en ellas.

-¿No es hermoso? –oí la voz de un hombre.

Noté que era...

-¿Papa Reggi? ¿Qué haces aquí? –le pregunté.

-Supuse que te encontrabas en situaciones difíciles y decidí acompañarte –me sonrió.

-No era necesario que lo hagas –le dije sonriendo debilmente.

Papa Reggi agarró una de las rosas –Son bellísimas –admiraba la belleza de las rosas –Ideal para decorar un sombrero. ¿Sabías que Infratierra tenemos rosas que se pueden pintar con sangre? Son rosas donadoras.

-¿Donadoras?

-De sangre, en realidad su color y belleza es por sangre de donadores que les da su sangre, pero no sólo por eso, también para los que necesitan sangre, de todo tipo de sangre.

-¿De todo tipo?

-Sí y no sé tú, pero darle una rosa para que se cure tu chica no vendría mal para ayudarla –dijo con una sonrisa.

Parpadeé ue un sueño, ahora entendí porque soñé esas rosas que se pintaban con sangre –Rosas donadoras...¡Esos es! ¡Donadoras de sangre!

Ya tuve una idea para salvar a Alicia.

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