Cap 11: Los Manchester
NOTA: No juzgo la religión de nadie ni sus creencias, pero lo que leeran aquí es un tanto personal acerca de mis creencias sobre Dios. Así que...sean amables con mis creencias.
Cap 11: Los Manchester
(Zanik P.O.V)
-Estás perdiendo el tiempo, pensando, pensando. Por lo que más tú quieras, ¿hasta cuándo?, ¿hasta cuándo? Y así pasan los días. Y yo, desesperando. Y tú, tú contestando: Quizás, quizás, quizás –cantaba despacito mientras barría los restos de tela en el suelo, sacándolo desde la puerta principal. Todo para calmar mi angustia de que Tarrant estaba en Sobretierra, todavía.
-Estás preocupado –apareció Jaque en la entrada de la casa.
-Obvio que lo estoy –le dije –Mi hijo en un lugar no adecuado para él, con Stayne suelto y más por Alicia. Ella y su familia están en peligro.
-Zanik, Tarrant ya sabe cuidarse –me calmó Jaque –Si hubieras visto como peleaba con mil caballeros rojos cuando iniciamos la resistencia clandestina.
-Sí, sé que sabe defender de monstruos de aquí. Pero, ¿se podrá defender de un loquero de Londres? –le dije –Ay, Jaque. La verdad tengo miedo de que Tarrant esté en ese lugar. Muchísimo miedo. Aunque...te digo algo...esa Alicia me recuerda a alguien.
-¿A quién?
-¿Te acuerdas de Chucky?
-¿Chucky? ¿El muñeco diabólico?
-¿Muñeco diabólico? ¡No! ¡No esas babosadas del futuro que predice el Tiempo! ¡Chucky! ¡Ese niño que conocí cuando tuve 7 años!
Recordaba cuando conocí ese niño. Empecé a tenerle confianza que lo convertí en un amigo de la infancia y juventud. Hasta que...
En Londres...
(Tarrant P.O.V)
Me encontraba ahora en la casa de la hermana de Alicia. Margaret, o mejor dicho la Señora Manchester. Se ve que se lleva bien con Alicia, sin embargo, cuando me vio...creo que no le agrado para nada. Pienso que es por mi aspecto infectado por Mercurio. Pero, su esposo; el cuñado de Alicia: Ese Lowell. Muestra ser un correcto caballero, pero puedo oler sus mañosas intenciones. ¿Oler? ¡Ni que fuera Bayard!
Alicia me lo contó todo, que a escondidas engaña a Margaret con otras mujeres. Pero ella lo sigue viendo como un fino caballero, un esposo ideal. Alicia todavía no tenía el corazón para decirle a su hermana del monstruo que es su esposo y más por Harrison su sobrino. Harrison, por lo contrario, era un niño muy encantador, se parece físicamente a Lowell pero era un niño encantador. Con razón Alicia lo quería mucho.
Estábamos en el comedor de su aburrida y perfecta casa comiendo...comiendo... hígado de vaca... ¡HÍGADO DE VACA! ¡Asco! Y yo no como carne, era como comerse a un amigo.
-¿Ocurre algo, señor Hightopp? –me preguntó Lowell en la cabecera de la mesa, mientras me observaba mi cara hacia el hígado –No como carne –afirmé –Es como comerse a un amigo.
-¿Perdón? –dijo Lowell extrañado.
-Lo que pasa es que Tarrant ama tanto a los animales que los considera sus amigos y es por eso que no come carne –dijo Alicia.
-No, no, no se preocupen, se ve que está...bueno –me iba sacrificar en comer el hígado que le pertenecía a una pobre vaca, pero tenía que hacerlo para impresionar a la familia de Alicia –Pobre Doña Moo-Moo –dije pensando en la vaca dueña del hígado.
Vi un perro a mi lado. Era el perro de la familia.
- Puede darle el hígado, a él le gusta, y puede comerte nada más la ensalada y papitas, sólo sé discreto –me susurró discreto Harrison,
-Ah, OK –dije.
A escondidas, sin que nadie se diera cuenta, bajé mi plato y le pasé el hígado al perro quien se lo llevó de repente a su hocico.
-¿Y díganme cómo va su negocio con la religión católica? –preguntó Alicia para evitar que me observen regalándole el hígado al perro.
-Va iniciando bien –comentó Lowell –Posiblemente dará buenos resultados.
-Pues...-me metía en la conversación –Ya que Alicia me contó sobre su negocio...yo opino, que...no es buena idea, vender una religión.
-Pues, si eso es para ustedes mi idea... -decía Lowell.
-La "idea" de Margaret –le corrigió la señora Kingsleigh.
-Pero nos ayudará a aliviarnos de la quiebra que se encuentra los Ascot, lo cual nosotros estamos en ella –dijo muy serio Lowell.
-¿De qué religión es usted, señor Hightopp? –me preguntó Margaret –Si es que usted cree en Dios –cuando me dijo eso, Alicia presintió que ella intentó insultarme, aun tratando ser amable conmigo.
-Margaret –le llamó la atención la señora Kingsleigh.
-Sí creo en Dios, señora Manchester –dije con cordialidad –Pero no necesito una religión para creer en Él. De hecho, mis creencias y las de mi familia a Él no nos permiten ser devotos a ciertas religiones –les comenté.
-¿De qué creencias habla, Hightopp?
-Que no creemos que Dios tenga la semejanza del Hombre. De hecho, no creemos que Dios tenga una Figura propia. Para nosotros, Dios es energía, salud, bienestar, cuando estoy bien, cuando tengo problemas y trato de resolverlos, la Naturaleza. Para nosotros, eso es Dios –Alicia, su madre y su sobrino se maravillaban al oírme, pero Los Manchester me observaban con extrañeza.
-Mi padre dice que, posiblemente seamos gnósticos –conté.
-¿Gnósticos? No, esa es una doctrina peligrosa, es parte de la Herejía.
-¿Qué tiene de malo la Herejía? –preguntó Alicia.
-Bueno...dejemos en paz los gnósticos y herejes –dijo la Señora Kingsleigh, advertida de que iba a ver un pleito Escuché que celebrarán ese negocio con los Ascot durante una cena en su casa.
-Claro, mañana –dijo Lowell –Ustedes igual están invitadas, también puedes invitar al señor Hightopp, Alicia.
Alicia dudó –No creo que...
-¡Con gusto! –afirmé.
-¿Seguro? –seguía dudando Alicia.
-Sí, me gustaría conocer por un momento tus amistades.
-Yo creo que...-iba hablar Margaret, la verdad no le agradaba que yo vaya a esa fiesta.
-Margaret, no me contradigas –le dijo con severidad Lowell. Ella sólo obedeció bajando la mirada. Jamás vi a una mujer dejándose caer ante un hombre. Mi abuelo llamaría eso: Ser sumisa.
-No te estaba contradiciendo, iba dar su opinión –dijo Alicia, defendiendo a su hermana. No, Alicia, no, está bien –la calmó Margaret –Puede ir si quiere, señor Hightopp.
Tiempo después, regresamos en la casa de Alicia...
-No lo sé tú, pero –le decía Alicia mientras andábamos en el estudio –Creo que no le agrado a tu hermana, ni a tu cuñado.
-A Lowell no el agrada nada mío. Margaret, cosa rara. Nos llevamos muy bien, a pesar de nuestras diferencias, pero no sé porque no le caíste bien.
-Creo que por mi aspecto afectado por Mercurio.
-O tal vez está celosa. No se resistió de que su esposo no sea un Adonis como tú, gracias a ese mercurio –bromeó Alicia -¡Grrr!
(El "Grrr" de Alicia)
https://youtu.be/KBQm-qWhyD0
Yo reí cuando dijo eso -¡Sonaste como mi madre cuando me chulea! –le dije. Luego pasé a una cara de preocupación -¿Viste cómo Lowell trata a tu hermana? ¡Es horrible! ¡Me sorprende que ella se deje humillar! Mi abuelo la llamaría: Sumisa.
-Es Sumisa –me aclaró Alicia –Para ella no hay universo que girar an torno a su esposo. Según la ley de Dios, la mujer sólo es para casarse y tener hijos.
-¿Ley de Dios? ¿Dónde Dios es de la semejanza del hombre? Si Dios creo al Hombre con su Semejanza, ¿Qué Semejanza tienen las Plantas, el Agua, la Tierra y los Animales que también Él los creó?–dije –Eso mismo preguntó mi padre. Yo era muy pequeño mientras pensábamos sobre nuestras creencias en Dios.
(Flashback)
Yo tenía 7 años cuando mi padre y yo estabamos preguntándonos quién o qué es en realidad Dios.
-Y si la Virgen María tuvo un hijo de Él, ¿cómo seguía vírgen estando embarazada? –preguntó mi padre -¿Será que tuvo una sensación o una gran Energía para obtener ese fruto? ¿Y esa Energía es Dios? –preguntó viéndome jungando con mi León y Unicornio de felpa.
-¡Ahí lo tienes, Nicky! –le dijo mi abuelo –Dios no tiene una figura porpia, Dios es energía. Energía en la Vida , en la Naturaleza.
-¡Energía! –reaccionó mi padre -¿Y los Ángeles posiblemente sean seres de esa Energía? ¿Energía que es nuestro espíritu? ¿Energía Espiritual? –seguía preguntando.
(Fin de flashback)
-Por eso, tú y tu familia creen que Dios es Energía y Naturaleza.
-Y eso que no sentiste la energía de un ángel –dije recordando esas energía cuando vi el fantasma de Papa Reggi y las energías que había en el.
-¿Viste un ángel? -se soprendió Alicia –Bueno...cambiando de tema...¿en serio quiere ir a la fiesta?
-Claro, ¿qué hay de malo si veo a tu amigo ese...ass...As...? ¿Cómo se llama tu amigo? ¿Don Ass-co?
-¡Don Ass-co! –rió Alicia – En realidad no es mi amigo, pero su padre lo fue. Él y mi padre eran compañeros de negocio. Yo pienso que no deberías ir –me dijo –Las fiestas de los Ascot son muy aburridas y la gente de allá es muy pesada.
-Alicia, estás ante el curandero para el aburrimiento en las fiestas –le dije haciéndola reír –Lo sé, pero ahí no será como las locas meriendas que haces con Mally y Thackery y nadie sabe bailar el Futterwacken –dijo entre risas haciéndome reír también –Tranquila Alicia, no pasará nada, me portaré bien ante ese Don Ass-co al no ser que ahí den de comer hígado de vaca.
Ella rió.
-Bien, creo que debo volver...mi padre debe estár neurótico-
-Lo sé.
-¿Segura que estarás bien? Ya me da miedo dejarte sola.
-Tranquilo, voy a estar bien...de todos modos, estaré preparada.
Eso llamo: muchosidad. Bueno...te veré mañana –tenía ganas de darle otro beso. Pero esta vez no. El otro fue un poco vergonzoso.
Tiempo después llegue a casa. Mi padre se alivió que llegué sano y salvo.
-¿Y cómo estuvo? –me preguntó mi padre en cuanto me preparaa para ir a la cama.
-Bueno, la madre de Alicia parecía ser una buena mujer, no es tan muchosa como su hija pero agradable. Pero su hermana...
-¿La Misionera?
-No le agradé mucho y menos a su esposo, tal vez porque se dieron cuenta de que nuestras creencias sobre Dios puede contradecir a la religión.
-Pero, cada quien es libre en sus creencias –comentó mi padre –Eso decía tu abuelo.
-Y otra cosa –le dije –Alicia y su familia irán a una fiesta mañana en la noche y...me invitaron.
-Y...¿planeas ir? –dijo mi padre dudoso.
-Dije que sí... en casa de un tal...Don Ass-co.
-¿Don Ass-co? –rió mi padre –Bueno...si llegaste a casa sano y salvo, creo que si podrás...ya que sólo es para cuidar a Alicia –me dijo –Oye...hablando de ella...no sé por qué pero...ella me recordó a alguien.
-¿A quién?
-Alicia no es el primer habitante de Sobretierra que vino aquí...vino otro...cuando era niño, lo conocí...lo llamabamos: Chucky.
A la mañana siguiente:
-¿Una fiesta? –preguntó Iracebeth, quien estaba de visita en mi casa, estábamos en la cocina sentados en el comedor, mientras mi padre batía huevos del Ave Jub Jub para el desayuno y silbando. -Simón –le respondí –Andaré como policía en cada lugar donde ella va...bueno, no en cualquier lugar...
-No, está bien que sigamos con el plan de que la cuides en Sobretierra, pero ¿una fiesta? ¿De una familia aristócrata? ¿Y quién es el anfitrión?
-Don Ass-co –dijo mi padre trayendo consigo la sal con su telequinesis.
-¿Don Ass...quién? –preguntó entre risas Iracebeth.
-En realidad se llama Hamish Ascot y dicen que es un "snob" de la chingada y con problemas de digestión, ya ni quiero invitarlo a la hora del té.
Iracebeth meditando, dijo –Bueno...si vas a ir a una cena donde hay gente que lleva la etiqueta de alcurnia, tendrás que portarte mejor y no el irritable sombrerero que eres –bromeó -¡Oye! –dije dándole un empujoncito en el hombro –Y además...-me vio de pies a cabeza –Necesitas arreglarte esas garras –me sonrió.
-¿A qué te refieres con arreglármelas?
Ella amplió su sonrisa –Oh-oh, ya te chingaste, buey –dijo mi padre sabiendo a qué se refiere.
-Oh, no –dije ya dándome cuenta –Ni a madrazos ¡Ni a madrazos, Iracebeth! No, no, ni lo sueñes, córtame la cabeza, pero eso no –le decía.
-¡Oh, Mirana! –sonreía más Iracebeth -¡Vamos a jugar a Disfraces de Príncipes y Princesas con Tarrant!
-¡No me chinguen! –dije. Jugar a Disfraces de Príncipes y Princesas, un juego que ellas jugaban de niñas y en las fiestas de sus cumpleaños hacen esos juegos, a mí siempre me disfrazaban con disfraces ridículos de príncipes de cuentos de hadas.
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-¡AAAAHHHHH! ¡NO TAN DURO! –me quejaba mientras me lavaban el cabello hasta las raíces, las reinas me dieron el baño de burbujas más incómodo que he tenido.
-¿Soy yo o estuviste haciendo sombreros de barro, Tarrant? –preguntó Mirana jabonándome el mugre que tenía y me lo jabonaba de forma muy dolorosa, y yo la creía muy tiernita.
-¡AAAAHHHH! ¡Aguarden, me están sacudiendo las ideas! –les decía mientras me secaban el cabello con una toalla dejándomelo como un nido de ratas.
-¡Auch! ¡Auch! ¡Más suave! ¡Auch! ¡Majestades, no mamen! –les decía mientras me cepillaban el cabello deshaciéndome los nudos hasta que dejó de ser ese cabello loco y rebelde que tenía, ahora estaba bien peinadito.
-¡Uff! ¿Es necesario eso? ¡Auch! –pregunté mientras me ajustaban un corsé.
-Es necesario, Tarrant, el traje que vas usar es muy fino.
-¿Pero, que me podrán? ¿Vestido de hadita? ¡Auch! –me quejé cuando ajustaron el último nudo, casi no respiraba.
Y de último ese traje, negro de tercio pelo muy ajustado que me asfixiaba más. Los pantalones me quedaban muy apretados, el moño corbata se sentía como una horca, y ese chaleco dorado que me daba picazón, era el traje de gala más incómodo que he usado, aunque, lo admito, me convirtieron en un fino caballero para impresionar la alta sociedad de Londres. Y de último me pusieron un delgado bigote falso y un sombrero de copa negro, era lo único que no me incomodaba.
-Estás absolutamente guapísimo –dijo Mirana admirando su trabajo, mientras mis otros amigos me observaban.
-No respiro –dije sin voz.
-Da una vuelta –pidió Iracebeth. Yo con dificultad, podía moverme, me dejaba muy inmovilizado ese traje –¡No puedo mover ni las nalgas! –me quejaba mientras daba la vuelta, me movía como robot -¡Está muy ajustado!
-En realidad te ves espectacular –dijo Sonriente...hasta que él y mis otros amigos comenzaron a matarse de carcajadas -¿Neta? –me quejé viéndolos reír –Oigan, creo que el bigote no es necesario –dije retirándome el bigote.
-No, no, no –dijo Mirana poniéndome de nuevo el bigote –El bigote es una seña de coquetería para que los caballeros impresionen a las chicas.
-Sí, a ver si así le dé un besito a Alicia –bromeó el Tiempo haciendo reír a los demás.
-¡Aja, sí, claro! ¡Impresiona a alguien con estos pantalones que me están apretando las bolas! –me defendí.
Ya arreglado, mi padre me acompañó al espejo –Me siento estúpido –me seguía quejando tratando de moverme –No es cierto, te vez elegante –me decía mi padre.
-¿Cómo no? Parezco un pingüino queriendo tener cuerpo de cisne –me seguía quejando –Bueno... así querías que me vistiera cuando vivíamos en Witzend.
-Oye, sé que no te gusta pero debes verte bien para impresionar Alicia –me dijo mi padre.
-Padre, a Alicia, le vale madres las apariencias.
-Bueno, por lo menos impresiona un poco a sus amigos aristócratas, vistiéndote apropiadamente para mezclarte a esa comunidad y que nadie sospecha de tu estilo "estrafalario".
-Bien, creo que tienes razón ¿Listo?
-Listo, pero antes... -me quitó el molesto bigote postizo –No lo necesitarás.
Llegamos al estudio y ahí, alguien abrió la puerta, nos pusimos de pie y vimos que era Alicia, con un hermoso vestido lila, sencillo pero sublime y su bello cabello amarillo estaba adornado con flores que combinaban con el lila de su vestido, se parecía al Hada Lila del cuento de La Bella Durmiente.
-¡Sombrerero! ¡Señor Hightopp! Me sorprendieron –dijo mientras observaba el traje que yo llevaba puesto –Tarrant, estás muy elegante.
-Oh, gracias, cortesía de las reinas –le dije –Pero tú estás...muy hermosa –le sonreí.
-Ay, no es para tanto –dijo con timidez Alicia.
-Enserio, señorita Alicia, usted se ve de verdad bellísima, como un ángel –le dijo mi padre.
-Muchas gracias, señor Hightopp.... Bueno, ¿listo, Sombrerero? –me preguntó Alicia.
-Más listo que nunca –dije.
–Bueno, Tarrant, pórtate bien, diviértete, no abuses del chupe...
-¡Padre!
-Sólo bromeaba, nada más cuídate en caso de...ya sabrás...y también cuida a Alicia.
-Lo haré –le dije mientras avanzaba para tomar del brazo a Alicia.
-Descuide, señor Hightopp, Tarrant y yo nos cuidaremos del que nos quiera cortar la cabeza –aseguró Alicia mientras nos retirábamos.
-Tengo confianza en usted, señorita Alicia...diviértanse –se despidió.
Cuando bajamos a la entrada de la casa, la señora Kingsleigh se sorprendió -¡Señor Hightopp! No sabía que ya había llegado –me dijo.
-Me gusta aparecer de sorpresa, señora Kingsleigh –le dije, mientras su hija se reía.
(Zanik P.O.V)
-OK, ya, ya, ya –golpeaba el espejo y de ahí salieron Mally, Thackery y Jaque.
-¿Y mi rifle? –le pregunté.
-¿Tu rifle? Zanik, vamos a vigilar a tu hijo, no a cazar liebres.
-¡¿Perdón?! –se espantó Thackery.
Sin que nadie se diera cuenta, observamos desde la ventana, a Tarrant y a las Kingsleigh subiendo a un carruaje directo a la fiesta.
-¿Ya saben el plan? –les pregunté a los chicos
-Seguir al Sombrerero y Alicia a la casa de los Don Ass-co, mezclarnos ante esa comunidad y vigilarlos para que nada les pase, sin que se den cuenta que estuvimos allá –dijo Mally recordando el plan –Y si fallamos, usaremos el Plan B –dijo Thackery.
-¿Cuál es el plan B? –preguntó Mally mientras Thackery trataba de recordar el Plan B que no era ningún plan.
-OK, vayan pues –les ordené.
Antes de partir, Jaque me preguntó –Oye, ¿a qué te refieres con "vayan pues"? ¿No vas a ir tú?
-¿De qué están hablando? Yo les pedí a ustedes que vayan –le dije.
-Pero, ¿no vamos juntos? Tú lo dijiste.
-Yo no dije eso, dije que ustedes tres vayan a vigilarlos –le discutí.
-Oye, yo jamás he hecho esto.
-¿Y tengo cara de que sí?
-Eres su padre.
-Y tú, su padrino.
Mally y Thackery se quedaban parados con el ceño fruncido y patas cruzadas, esperando a que terminaramos de discutir –Tenían que ser humanos –dijo Thackery.
-No friegues, Zanik. Tú deberías vigilarlo, él es tu responsabilidad.
-Lo sé, pero si Tarrant se entera que estuve ahí, nos chingará la madre, a todos nosotros –le dije.
-¿Cómo puede un chamaco chingarle la madre... a su propio padre? –preguntó Jaque.
-¿Ya podemos irnos? –preguntó Mally impaciente.
-OK, lo único que quiero es que los vayan a vigilar, y asegúrense de que nada les pase, ¿va? ¡Vayan! ¡Dale, dale, dale! –los mandé afuera –Sólo espero que todo salga bien –me dije a mí mismo.
Lo sé, Lo sé, unos me querrá dar una tunda y decirme: ¡Su hijo ya es mayor! ¡No necesita de su protección enfermiza!
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