7 | Solo eres mía
- ¿Qué vas a hacer de almuerzo? - pregunté a Derek mirándolo. Me subí en la barra de la cocina, poniéndome detrás de Derek - ¿lasaña de pollo?
- Si a tí te gusta... - murmuró sacando cosas de la nevera. Lo miré. Le pegué con mi pie en su trasero, él se sobresaltó y me miró. Sonreí. - oye, eres una pícara...
- ¿Acaso no lo sabías ya? - pregunté inocente. Se acercó a mí y se colocó entre mis piernas, las cuales acarició con sus grandes manos - es inevitable no hacerlo, tienes más trasero que yo.
Rió. Me besó dulcemente, pasé mis brazos por su cuello acercándolo más a mí, haciendo que nuestros cuerpos queden pegados uno del otro. Metió sus manos en mi blusa y acarició mi piel, me separé de sus labios quedándome a pocos centímetros de su rostro.
- Me gusta el latido de tu corazón, ¿porqué siempre golpea tan rápido? ¿cosa de un hombre lobo? - pregunté curiosa.
- No - negó. Quitó el cabello que se cruzaba en mi rostro y me miró con ternura, puse mi mano encima de la suya y me apoyé en ella sintiendo su tacto
- ¿Cosa de Derek? - pregunté sonriéndole. Tomó mi mentón y me alzó un poco el rostro mirándolo.
- Cosa de Alice. - sonrió. Yo lo hice más.
Lo tomé de la nuca y lo besé otra vez, me bajó de la barra sin separar nuestros labios. Me dió la vuelta apoyando mi pecho contra la baldosa fría pero me apoyé con mis antebrazos, bajó de forma lenta el pantalón del algodón que tenía puesto, dejándome desnuda de la parte de abajo. Se quitó sus pantalones y los bajó un poco, entró en mí rápidamente. Se unió a mi cuerpo empezando a dar embestidas algo duras y pegando su pecho contra mi espalda, gemía con el tiempo mientras oía sus gemidos en oído. Menos mal y la mayoría del tiempo teníamos las cortinas de la casa cerradas.
Tomé su cabello apretándolo, besó mi cuello levemente como podía sin parar de embestirme, gemí más alto al sentir sus dedos acariciando mi intimidad con brusquedad. Esos malditos dedos eran mágicos. Me tomó de las caderas siguiendo con sus movimientos. Dió una profunda y grité, literalmente lo hice, y es que es imposible no hacerlo si tengo sexo con Derek. Mis piernas empezaron a temblar, el hombre lobo se corrió dentro mío, salió y se acomodó el pantalón. Arreglé mi ropa y me voltee mirándolo, me tomó de la cintura y me besó mordiendo mis labios.
- Eres toda mía. - susurró apretando mi trasero con sus manos grandes y fuertes, jadeé - no voy a dejar que nadie más toque lo que es mío
Sonreí. - ¿sabes qué? mejor pide algo para comer - murmuré - que sea arroz chino con extra salsa.
Asintió. Me separé de él y me dí la vuelta empezando a caminar hacia nuestra habitación.
[...]
- Derek... - lo llamé. Él volteó a verme dejando de ver su libro de misterio. Me senté en la cama acercándome a él -tengo que contarte algo.
- Dime, amor. - tiró el libro en la cama algo lejos y volteó su cuerpo hacia mí - ¿es sobre la universidad?
- Sí... - susurré - esta mañana, cuando llegué a mi clase de sicología, el maestro llegó y... Es un hombre lobo, un alfa. - me miró confundido - detecté su aroma y... Nunca había olido algo así, pero lo más extraño de todo es que me mira demasiado. Y no sé porqué. Y también sintió mi aroma.
Frunció el ceño. - descuida, voy a hablar con él.
Se levantó de la cama y fue hasta la pequeña silla del sofá, que teníamos en el cuarto, tomando su chaqueta de cuero.
- ¿Qué? ¿ahora? - pregunté confusa - Derek, no vayas a hacer nada de lo que te puedas arrepentir, por favor.
- Sí, amor, lo sé. - afirmó. Se acercó y dejó un beso en mis labios - tú quédate, regresaré rápido.
Fue a la puerta y salió. Yo me quedé algo confundida, ¿porqué se había portado así? no es tan grave que digamos, o eso pienso yo.
NARRA DEREK
Por lo que me contó Alice, ese "alfa" la anda mirando mucho, y con tan solo de que sea un hombre lobo ya necesito que me saque de mis dudas. Entré a la universidad, eran las dos de la tarde, y siempre algunos maestros se quedan para seguir con informes o algo así. Caminé por el pasillo hasta el salón de sicología, me asomé por la entrada y había un hombre sentado en el escritorio.
Entré cerrando la puerta detrás mía, él me miró, sentí su aroma fuerte. Sí era un alfa. Me quedé parado ahí y metí las manos en mi chaqueta mirándolo.
- ¿Qué tiene con Alice? - pregunté directo. Él me miró confundido - no se haga el idiota conmigo, usted sabe bien porqué estoy aquí. Así que respóndame, ¿porqué mira tanto a mi novia?
- Ah, ¿es tu novia? - preguntó. Se levantó del escritorio y se puso al frente de el - bueno... Tu novia es una chica que nunca había visto. Inteligente, amable... Hermosa...
Apreté mis puños. Me estoy conteniendo de no golpearle el rostro. - además, supongo que te contó que la miraba mucho por lo que estás aquí, ¿no?
- Dígame qué quiere con ella - dije hartándome
- Nada. Simplemente soy un alfa, la ví y pensé... Guau, ya encontré a mi alma gemela por fin.
- Ni se le ocurra tocarla un pelo o lo mataré - lo amenacé. - ella no es su alma gemela, ella es la mía y si me entero que le hizo daño le arrancaré la garganta con mis dientes, y no me interesa si es un alfa o no.
- ¿Crees que ella se quedaría con un simple omega?- preguntó - he conocido a muchas mujeres, muchas más de las que seguramente tú has estado, y te aseguro que por lo poco que la conocí no hay nadie como ella. Y si te digo que es mi ancla, es porque lo es.
- Usted puede pensar eso, pero no es así. - me acerqué a él y lo miré bastante enojado
- Oh, Derek Hale, ya te conozco. Tu familia era algo famosa. Eres impulsivo, controlador y amenazante. No te gusta que toquen las cosas que para tí son muy importantes, ¿verdad? - sonrió cínico. Me mostró sus ojos rojos - sí, pues... A mi tampoco me gusta.
Bufé. Alice no era suya, era mía.
- Además, ¿crees que TÚ podrías vencerme a mí y a mi manada? somos una manada de alfas poderosos, no unos perros callejeros que no saben nada - siguió hablando - Alice va a ser mía, y si tengo que matarte para hacerlo, lo haré.
Lo miré a los ojos y salí de ahí enojado antes de que pudiera hacerle algo más a ese tipo, ahora estaría más ocupado vigilando al señor cabello "perfecto" para que no tocara ni un sólo pelo de MÍ Alice.
[...]
NARRA ALICE
Estaba sentada en el sofá de la sala esperando que Derek regresase, ha pasado media hora y ya me está preocupando un poco. Tomé mi teléfono del mesón y abrí su chat dispuesta a escribirle. Escuché la puerta principal de la casa cerrarse antes de que pudiera presionar alguna tecla, me levanté quedándome quieta para esperarlo, Derek pasó por la sala, me miró y se fue por las escaleras, al segundo escuché un puertazo. ¿Qué le pasa? pregunté confundida para mí misma.
Caminé hacia la planta de arriba, llegué a mi habitación y puse mi oído en la puerta tratando de escuchar algo. No oí nada. Simplemente los latidos de su corazón yendo muy rápido, más de lo normal. Abrí la puerta un poco y asomé mi rostro por ahí, viéndolo tumbado en la cama de lado.
- ¿Derek? - lo llamé en un hilo de voz. Pasé a la habitación abriendo la puerta por completo y la dejé así. Tomé su chaqueta de cuero que estaba en el suelo - ¿estás bien?
No me contestó. Miré mis pies sin saber qué hacer en específico, al parecer estaba enojado, pude olerlo desde aquí. Me acerqué un poco más y me senté en la cama, puse mi mano en su espalda y la acaricié por encima de su camisa.
- ¿Qué te pasa? - pregunté suave. Se quedó callado - ¿estás... Enojado conmigo? - pregunté algo triste por no saber qué había hecho - ¿puedes decirme porqué?
- Claro que no estoy enojado contigo - negó enseguida volteándose en la cama. Se sentó y tomó mi mentón - es que... Tu maestro, el de sicología, dijo que eras suya y que eras su alma gemela.
- ¿Qué? - lo miré confunsa - pero... Soy la tuya. ¿Recuerdas?
- Sí, lo sé, amor. - tomó mis manos y me miró a los ojos - quiere separarme de ti, y sé que si lo logra te va a hacer mucho daño. No quiero que te lastime.
Puso un mechón de mi pelo detrás de mi oreja. Asentí. - ¿qué quieres que haga? - pregunté - no quiero quedarme sin hacer nada sabiendo que quiere hacernos algo malo
- Trata de no hablar con él, será lo mejor por ahora. Si fuera por mí te sacaría de la universidad pero no podemos - suspiró. - voy a estar contigo por ahí por si intenta algo, ¿de acuerdo?
- Okey... - acepté. Me dió un lado en la cama y me acosté ahí, me acurruqué en su pecho
- Sólo eres mía - susurró acariciando mi cabello. Olió mi aroma - y no dejo que nadie toque lo que es mío.
Cerré mis ojos fuertemente escondiéndome en su pecho, apreté su camisa con mis manos tratando de dormir un rato. Sé que Derek me cuidaría de ese alfa, estoy segura de eso.
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