23 | Un día de acampada en la playa







Derek y yo venimos a la playa de detrás del hotel a las cuatro de la tarde para disfrutar del día desde temprano, era realmente hermoso con el sol caliente y las olas del mar sonando por todo el lugar. Íbamos a quedarnos aquí hasta mañana, acamparíamos y tenemos baños por lo que no hay de qué preocuparse. Trajimos mucha comida para hoy.

Estaba acostada boca abajo con mi vestido de baño color rojo en una silla de madera mirando hacia adelante, donde estaba mi esposo dándose un baño en el mar a algunos metros lejos mía. Suspiré y cerré mis ojos por debajo de mis gafas de sol negras con mucha relajación. Los abrí de nuevo al escuchar un leve chapoteo. Bajé mis gafas hasta la mitad de mi nariz viendo a Derek saliendo del mar con su cuerpo mojado caminando hacia mí. Se sentó en la silla de al lado y lo miré poniéndome de lado, apoyando mi cabeza con mi mano.

- Supongo que el agua está buena, ¿no? - dije quitándome las gafas. Rió tomando de su botella de agua - ¿me la recomiendas?

- ¿Quieres que te muestre lo buena que está? - preguntó de regreso con una sonrisa maliciosa

Sonreí de igual forma y me levanté de la silla, empecé a caminar hacia allá, él vino detrás mío, de un momento a otro arranqué a correr para que no me persiguiese. Pero lo único que logré fue que ambos cayéramos al mar algo profundo. Salí a la superficie y sequé un poco mis ojos viéndolo al frente mío, a pocos centímetros.

- Esto fue tu culpa. - le hablé enseguida. Ambos reímos graciosos.

Nos quedamos mirándonos una vez que dejamos de reír, el agua me quedaba por el mentón por lo que trataba de mover mis pies para estar flotando y no ahogarme. Puso sus manos en mi cadera acercándome a él, pasé mis piernas por su cintura y me quedé muchísimo más cerca. Me besó dulcemente sin quitar esa pequeña picardía, se hundió conmigo en el agua sin dejar de besarnos. Salimos a la superficie otra vez con nuestras respiraciones agitadas.

- Siempre quise saber qué se sentía besarse bajo el agua, no volveré a hacerlo, se me va la respiración - dije algo agitada. Derek rió algo fuerte.

Jugamos en el agua un rato, no teníamos nada qué hacer además de eso. Hasta en algún momento hicimos carreras por el agua, siempre ganaba Derek por tener las piernas más largas que yo así que nadaba más rápido. Salimos del mar una vez que nos aburrimos un poco, tomé la mochila llena de ropa de ambos que había traído, caminamos por la orilla de la playa con nuestras manos entrelazadas. Por suerte, no habían tantas personas, ya que casi todas se habían ido para el hotel.

- Deja de ponerte mi sombrero. - exclamé quitándolo de su cabeza. Me coloqué - pareces un niño, no aprendes que es "no".

- A mí nadie me dice que no en nada. - habló simulando seriedad. Lo miré con picardía.

- ¿Ah, no? - pregunté mirándolo de la misma forma. Él negó. - bueno... Entonces... Te diré que no cuando de ahora en adelante cuando quieras tener sexo conmigo

- Mejor retracto lo dicho- se arrepintió enseguida. Reí, me quité el sombrero y lo puse en su cabeza. Seguimos caminando

- Der... - hizo un sonido con la boca sin verme. Pensé un poco antes de hablar. - vamos a ser felices con nuestra familia, ¿tú qué piensas?

- Claro que lo seremos. - me sonrió - bueno, trataré de que lo seamos. Sabes que haría cualquier cosa por tí y nuestro bebé, no dejaré que nadie les haga daño nunca.

Sonreí levemente. Pasó un brazo por mis hombros dulcemente y seguimos caminando.

[...]

Acerqué mi malvavisco al fuego una vez que logré insertarlo en el palo de madera que tenía en mi mano. Se había hecho de noche, la playa estaba completamente sola, solo con nosotros dos acampando en la arena. Derek instaló la tienda de campaña para dormir más tarde, ya que después de las nueve de la noche es algo raro estar afuera. Ahora estábamos comiendo malvaviscos con la hoguera hecha de palos de madera al frente mío que hizo mi esposo.

Alrededor mío se escuchaban las olas del mar y el leve viento que soplaba. Tenía puesta una blusa manga larga negra de cuello de tortuga por tener bastante frío con un jean. Derek terminó la tienda de campaña y se sentó a mi lado en la manta, le entregué su malvavisco y empezó a asarlo también. Ninguno dijo nada, sólo nos quedamos viendo el fuego.

— Derek... ¿Porqué te casaste conmigo? — pregunté. Me miró confundido. — es decir... Pudiste tener a muchas mujeres hermosas, pero me elegiste a mí. Bueno, tu lobo me escogió a mí.

— Pero ninguna de ellas es como tú, Alice. — me contestó enseguida — ninguna me hace sentir como tú lo haces. Nunca había sentido tanta necesidad de cuidar y amar a alguien hasta que llegaste.

—¿Ni siquiera Jennifer? — pregunté algo triste en un pequeño susurro. Todavía recuerdo esos días horribles por su error. Tomó mi mano y la entrelazó con la suya, lo miré

— Ni siquiera Jennifer. — afirmó mirándome. — ella jamás significó algo para mí como tú lo haces, amor. ¿Y quieres que te diga un secreto?— asentí curiosa—  con todas las mujeres que me he acostado antes de tí, ninguna me ha hecho correrme con ganas. Porque solo tú tienes ese efecto en mí de desearte hasta el punto de llorar para que seas mía. Solo tú.

Sonreí. Lo tomé de las mejillas y lo besé dulcemente, él me siguió. Nos separamos lentamente. Tomó mi mano levantándonos del suelo, dejamos los malvaviscos en la manta y nos fuímos a la tienda. Cerró la cremallera detrás de él una vez que entramos. Quedamos sentados uno frente al otro, me volvió a besar sin esperar nada, me subí a su regazo y pasé mis brazos por su cuello. Jadeé cuando sus manos se pusieron en mi trasero.

Cayó acostado en la sábana, yo encima de él, desabrochó los botones de mi short y me los quité junto con mis bragas. Bajé sus pantalones de chándal un poco, su miembro salió, me coloqué encima otra vez y lo introducí en mí, gemí. Me acerqué besándolo, empecé a moverme, gemí separada de sus labios cuando tomó mis caderas para acelerar los movimientos. Lamió mi oreja levemente. Estuvimos minutos así. Pasó un brazo por mi cintura y se sentó llevándome con él, trató de darme embestidas algo pequeñas pero duras.

Ambos gemimos al mismo tiempo cuando nos corrimos, apreté su cabello en mis manos y caí algo cansada sentada en sus piernas. Besó mis labios dulcemente, se separó, se apoyó con su mano libre en la sábana.

— Te amo... — murmuró con dificultad. Acarició mi abdomen y espalda por debajo de la blusa — te amo más que a mi propia vida

— Yo también a tí... — susurré de vuelta. Me miró a los ojos, acaricié su mejilla mientras veía que sus ojos verdes me miraban con ternura

— Ustedes son lo mejor que me ha pasado.

Nos dimos un último beso. Se acostó en la sábana y yo a su lado abrazándolo tapados por el frío, tratamos de dormir, él lo hizo rápidamente. Me puse mis bragas y él sus bóxers durmiendo con nuestras partes superiores. Yo me quedé mirándolo mientras lo hacía; no puedo creer que alguien como él esté con alguien como yo, tan simple y sin algo especial que se pueda destacar.

Pasó una media hora y mi oído percibió un sonido afuera de la tienda, alzé mi vista un poco, no era nada. Se escuchaban los sonidos de los búhos y la brisa de la noche dando un aspecto algo aterrador. Nunca me gustaron esos sonidos.

— Derek... Hay algo afuera...— susurré algo miedosa. Escuché una rama quebrarse — Der... 

— Amor, seguramente es solo un animal pequeño o el viento... — contestó con flojera sin abrir los ojos. Me acercó a él. — vuelve a dormir, cariño. Tienes que descansar.

Me acurruqué y escondí mi rostro en su pecho tratando de olvidar lo que había escuchado. En San Francisco, por ser una ciudad grande, no hay tantos animales ni sonidos de ese tipo por lo que no estoy acostumbrada. Sé que no es nada pero mi cabeza se pone a mi imaginar cosas extrañas.

No pude aguantar más, traté de ser valiente y me levanté, me coloqué mis shorts, suspiré antes de abrir la cremallera de la tienda y salir. Lo sé, soy terca, pero la curiosidad me gana. No ví nada alrededor, sólo el mar al frente mío y el hotel detrás a mucha lejanía. Me senté en la manta frente al fuego para tomar algo de calor, cogí mi malvavisco y me lo comí.

— Te dije que durmieras, no que salieras y comieras sola aquí, amor. — me habló Derek saliendo de la tienda rascando sus ojos con cansancio. Se sentó a mi lado. — ¿qué tienes?

— Esos sonidos no me gustan... — murmuré — me siento como en una película de terror. ¿Cómo es que no te molestan?

— Viví un tiempo en la casa abandonada en el bosque, todos los días a todas las horas escuchaba cosas raras. La costumbre. — me respondió simple — pero si te molesta, podemos regresar al hotel.

— No, no, no vamos a arruinar la noche en la playa solo por mí. — me negué enseguida. Me levanté y él igual

Regresamos a la tienda, cerró la corredera y se volvió a acostar en la sábana. Lo hice igual y me puse de lado para tratar de dormir, cerré mis ojos fuertemente, pasaron cinco minutos y no pude.

— Lobito... — murmuré sin moverme. Él hizo un sonido con la boca — ¿puedes abrazarme? perdón, sé que soy pesada...

Se volteó y me abrazó por la espalda, pasó sus brazos por mi cuerpo y me pegó a él, olió mi cabello.

— No digas eso... Ya te lo dije, haría cualquier cosa por tí hasta el último día de mi vida.   — susurró en mi oído

Sonreí para mí misma y volví a cerrar mis ojos, apoyé mi mejilla en su brazo y, por alguna razón extraña, ahora sí pude descansar.



























Miren el hermoso edit que hice xd. MK, ME ENCANTAN, ¿A USTEDES NO?

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top