22 | Ámame como tú lo haces
— ¡No me tienen miedo! — dije orgullosa mirando las palomas en mis brazos, miré a Derek al frente mío con una sonrisa — ¿porqué no lo intentas? se siente genial tenerlas tan cerca
— ¿Y ser llenado de popó de paloma? no gracias. — no aceptó, se cruzó de brazos — el único popó que limpiaré será el de nuestro hijo.
Rodé los ojos. Una paloma se le paró en la cabeza, él alzó sus ojos mirándola con el ceño fruncido, reí por lo gracioso que se veía. Movió sus manos y el animal se fue volando. El señor francés que cuidaba a las pequeñas aves me las quitó de los brazos con cuidado, le agradecí y tomé la mano de Derek para seguir caminando por la gran plaza del centro de París. Habían muchas personas paseando, tomándose fotos o viendo la torre Eiffel. Nosotros iríamos más tarde a verla.
— ¿Tienes hambre? — asentí — deberíamos ir a comer, no hemos comido nada desde las siete de la mañana. Es malo para tí y mi hijo.
— Nuestro hijo. — le corregí. Miré alrededor mío buscando una tienda, señalé con mi mano una muy bonita que había en una esquina — ahí.
Caminamos hacia allá rápidamente, cruzamos la calle con cuidado y abrió la puerta del lugar, pasamos. Algo que caracteriza a París son también sus pequeñas tiendas llenas de comida. Un hombre muy amable vino y, como yo obviamente no sabía francés, Derek le pidió la comida. Nos quedamos hablando un rato en lo que llegaba.
— Debemos comprar las cosas para la habitación del bebé — se recordó a sí mismo mirándome — ¿crees que sea niño o niña?
— ¿Tú qué quieres que sea? — pregunté curiosa.
— Quiero que sea niña, y presiento que lo va a ser. Es sentido de padre hombre lobo — reí levemente por lo último. — pero si es niño, igual lo amaré.
— Awwww, qué lindo. — sonreí — yo también quiero que sea niña. Mamá de pequeña me peinaba para la escuela y preparaba mi lonchera, quiero saber cómo se sentirá hacerlo.
— Awwww, qué linda. — repitió con una sonrisa, echó su mirada un poco para la derecha — quizás seríamos como ellos.
Lo miré confundida. Miré hacia donde él miraba, era una pareja con un bebé, la madre le daba su comida y el padre trataba de distraerlo para que no manchara su ropa. Volví mi mirada a Derek y reí un poco por imaginarlo en ese situación. La comida llegó, eran espaguetis, comimos y estaba muy rico, hasta puedo decir que tenía un leve sabor diferente a Los Ángeles o Beacon Hills. Terminamos (como pudimos ya que Derek se la pasaba contando chistes malos, pero aún así me reía), pagamos y nos fuímos regresando a la plaza donde caminamos al centro.
— Aquí dice que lo construyó un ingeniero... — murmuré mirando el teléfono en mis manos con la torre Eiffel al frente mío — en mil ochocientos no sé qué, no está especificado. Estúpido Google.
Él rió a mi lado. Estábamos parados al frente del gigante monumento admirándolo por lo lindo que era y definitivamente mejor que verlo en fotos. Dios mío, no puedo creer que estaba aquí.
— ¿Quieres verla desde arriba? — me preguntó el hombre lobo mirándome. Lo miré y asentí alegre.
Tomó mi mano y nos acercamos mucho más a la torre, donde había un ascensor muy improvisado de metal con rejas. Subimos hasta la cima, la pequeña puerta se abrió y pasé a la plataforma que había para ver la perspectiva. Me acerqué a la orilla y se veía toda la ciudad de París. Derek y yo nos sentamos en la orilla con nuestras piernas en el aire, justo en ese momento solo estaba el atardecer de la hermosa ciudad y nosotros en esa parte de la torre.
Entrelazé la mano de mi esposo con la mía, me incliné hacia él y me abracé a su brazo mirando el sol escondiéndose. Nos quedamos un rato en silencio, sin decir nada, solo sintiendo el hermoso momento. Recosté mi cabeza en su hombro. — es todo lo que soñé de pequeña... — murmuré
— ¿Qué hacías para pensar este momento siempre? — preguntó el hombre lobo en un leve susurro
— Dibujaba la ciudad, mi cuarto estaba lleno de dibujos de París, mi madre me compraba muchos crayones para eso. Estaba obsesionada. — rió — y ahora estoy aquí, viendo París desde la torre Eiffel con alguien muy importante para mí.
Se volteó a mirarme, yo me separé de su hombro y lo miré igual. Acarició mi mejilla y mi cabello con su mano libre apartándolo de mi rostro, me besó dulcemente, le correspondí colocando mi otra mano en su nuca. Separó nuestras manos entrelazadas y puso ambas en mis mejillas profundizando el beso. Nos separamos lentamente.
— ¿Qué quieres hacer ahora? — preguntó mirándome a los ojos — ya que no quieres irte a casa...
Sonreí cómplice al imaginar lo primero que se me vino a la mente.
[...]
—¿Segura de que quieres estar en este sitio? — me preguntó Derek sentado en la barra a mi lado
Estábamos en un club, habían personas por todas partes bailando o bebiendo. Era muy grande. Pensé en este sitio porque me gustan las fiestas, eso ya todos lo saben, y también quiero divertirme. Habían personas de todos los lugares del mundo. Realmente no me importaba lo que podría pasar, me gusta el desmadre, creo que ya lo notaron por mi excéntrica y original personalidad.
— Derek, nunca salimos a un lugar así. Solo es un club, ¿qué es lo peor que podría pasar? ¿que empiece una pelea de todos contra todos? —sonreí — además, es la primera vez que vamos a pasar tiempo juntos en un sitio como este
— Ese es el problema... — susurró. Y aunque había mucha música, pude oírlo.
— Te voy a demostrar que podemos divertirnos. — me propuse, me tomé mi trago que tenía en la mano y me levanté de la silla — vamos a bailar.
— ¿Otra vez? — preguntó mirándome. Entrecerré mis ojos, tomó mi mano y suspiró — está bien...
Sonreí, lo jalé a la pista de baile donde habían luces y todas esas cosas locas de fiestas descontroladas. Traje a mi esposo aquí porque sé que no es de este tipo de fiestas y yo sí, somos polos opuestos completamente, él el gruñón que le gruñe a todo el mundo y yo la alegre que lleva una botella de tequila en mi chaqueta a todas las fiestas que voy.
(IMAGÍNENSE UNA MÚSICA DE PARRANDA BIEN FUERTE WUWUWUWUWUWU)
Puso sus manos en mi cintura siguiendo el ritmo de la música alta en todo el lugar, empezó a moverse contra mí y yo a él, estuvimos un buen rato bailando entre las personas con mucho entusiasmo sin parar, en ningún momento me imaginé que Derek supiera bailar tan bien, aunque bueno, la verdadera pregunta es; ¿qué no sabe hacer este hombre?.
La música acabó, regresamos a la barra y de nuevo empecé a reírme de los chistes malos que contaba el omega mientras tomábamos un poco, no nos importaba ya que éramos mitad lobo y prácticamente el alcohol para nosotros era como agua. No nos hacía nada. Le dí a probar un poco de mi vodka a Derek, dió un sorbo e hizo una mueca de asco.
— Está horrible, ¿cómo puede gustarte eso? — preguntó tomando un vaso de agua que había pedido hace rato. Reí y seguí tomando mi bebida.
Se hicieron las doce de la noche y decidimos regresar al hotel. Salimos del club tomados de la mano caminando por la calle, el hotel quedaba a dos cuadras de aquí. Mientras caminaba me sentí extraña, algo que nunca había sentido en mi vida.
— Espera, espera. — detuve a mi esposo. Me miró confundido. Me acerqué a un bote de basura que había cerca y vomité un poco, no tanto, limpié mi boca con asco
— ¿No se supone que no deberías tener síntomas de embarazo? — preguntó confuso sosteniendo mi cabello
— Quizás es por eso. — señalé arriba a la luna. Un maldito eclipse lunar. — creo que vamos a ser humanos durante una media hora...
Suspiró. Seguimos caminando. Pero esperen, tomé alcohol y leí en internet que es muy malo tomarlo durante el estado de embarazo ya que puede causar un aborto. Mi corazón se aceleró.
— Derek, si soy humana ahora y tomé alcohol, ¿le estoy haciendo un severo daño al bebé? — pregunté alarmada. Paró de caminar y me miró.
— Claro que no, amor. Cuando te conviertes en humano durante un eclipse es como si tu cuerpo empezara desde la mañana en que te levantaste. No hay nada en tu estómago, no hasta que vuelvas a ser mujer lobo — me respondió tranquilo
Asentí tranquilizándome. Pasó un brazo por mis hombros y continuamos nuestro camino hasta el hotel, nos abrieron las puertas y fuímos al ascensor, subimos hasta el piso indicado y caminamos a la puerta correcta. Derek abrió y entramos, estaba ordenado gracias a las de limpieza que no sé cuándo entraron.
Tiré mis zapatos al suelo y busqué en mi maleta una pijama para ponerme, saqué lo primero que encontré que fue una camisa del hombre lobo. Él se quedó en chandals sin camisa ni zapatos, se asomó por la puerta cepillándose los dientes.
— ¿Qué opinas? — pregunté dando una vuelta en mis pies con mis brazos en el aire. Puse mis manos en mis caderas — ¿me queda bien?
— Te queda mejor que a mí— respondió cómo pudo. Reí y se fue otra vez para seguir con su rutina de dientes. Fuí allá.
Tomé mi cepillo y también comencé a limpiar mi dentadura, me coloqué al lado de él mirándome al espejo. Acabamos al mismo tiempo y regresamos al cuarto, donde me tumbé en la cama con las sábanas blancas, Derek hizo lo mismo, quedó mirando al techo boca arriba. Me acerqué y me acurruqué en su pecho haciendo garabatos invisibles en su pecho desnudo.
— Te amo mucho, lobito — susurré, bajó su vista y me miró. Yo igual a él. — me haces muy feliz, ¿sabes? y no hablo de las cosas materiales, si no cómo eres conmigo.
Sonrió mostrando sus lindos dientes blancos de conejo que me encantan, puso su mano en mi pierna y la alzó a su cadera. — yo también te amo mucho, amor. — susurró cerca de mis labios
Me dió un beso fuerte y estruendoso, metió su mano en mi camisa lentamente acariciando mi abdomen.
— Ustedes me hacen felices a mí. — murmuró mirando mi estómago
Sonreí levemente. Me recosté en su torso, y comenzamos a dormir juntos. Y aunque el bebé no va a nacer en bastante tiempo, ambos sentimos que estaba con nosotros, sintiendo que nos convertíamos en una familia.
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