Capítulo 8: Problemas con el hormonal.

・゚゚・:.。..。.:゚::✼✿ - ✿✼:゚:.。..。.:・゚゚

Ariadna estaba dudosa, curiosa y muy atenta a los movimientos de la manada. Si bien, creía que las leyendas Quileutes eran fantasiosas y hasta ridículas, aún le seguía dando vueltas en la cabeza lo que había leído.

Se despertó muy temprano, más temprano que Marlene. Camino a la cocina y verificó que no había nadie allí, teniendo la oportunidad de salir de la casa. Sabía que Sam se había ido en la madrugada y que aún no volvía, así que estaban solas con su prima. En esos días había notado que, tanto Sam como los demás, oían todo lo que susurraba o los movimientos que ella hacía silenciosamente, aumentando su curiosidad.

Camino a un viejo cobertizo que había detrás de la casa de Marlene y Sam, donde había visto una vieja bicicleta, la cual, comenzaría a ser su medio de transporte en esta misión. La tomó y salió de allí rápidamente antes de que alguno de los chicos la viera y la detuvieran. Eran las 7 a.m, era raro que los demás no estén en la casa, pero fue la oportunidad perfecta para escapar.

Comenzó camino a Forks, quería ir a una cafetería de allí y buscar en internet algunas cosas, ya que el internet de la reserva era demasiado lento y casi siempre tenía a los chicos merodeando en su habitación, y Honny & Holly sería el primer lugar donde la buscarían. Ella sabía que su prima le ocultaba algo, y que los demás estaban al pendiente de lo que vaya a hacer. Todo era muy raro para la joven de 15 años.

Llego a la carretera, se sentía perdida, el mapa que había hecho se lo había olvidado y ya no iba a volver por el. Vio un cartel que decía "Hospital a 5 km" con una flecha que iba al oeste, así que siguió aquella ruta. En 20 minutos ya había llegado al pueblito de Forks, y vio a una señora regando su jardín, así que decidió preguntarle dónde había una cafetería.

-Buen día, ¿Usted sabe donde queda una cafetería?.-Preguntó la de cabello rosa.

La mujer, una de mayor edad, sonrió dulcemente y asintió.

-Aquí, a dos cuadras, giras a la derecha y verás una.-Respondió con la voz avejentada.

-Gracias.-Murmuró y volvió a montar la bicicleta.

Siguió el rumbo que la amable señora le dijo y al ver la dichosa cafetería comenzó a bajar la velocidad a la que iba. Estacionó la bicicleta con las demás y le puso su candado antes de bajarse y encaminarse a la entrada de la cafetería.

Hacia frío, no tanto como los días anteriores, pero aún le daban escalofríos. Fue a una mesa que estaba alejada de las demás y se sentó, miró la hora y notó que tardó 40 minutos en llegar, la camarera le tomó el pedido y no perdió más el tiempo.

Tomo su teléfono y comenzó a buscar en internet noticias extrañas.

"Desapariciones en Seattle" , hace un año.

"Muertes misteriosas en el bosque", hace un año.

"Katie Quiline". Esta llamó su atención, y entró al portal de noticias.

"Joven de la reservación Quileute de Forks fue encontrada muerta.

La adolescente, Katie Quiline, residente de la reservación Quileute de Forks, estuvo desaparecida por semanas y encontraron su cuerpo sin vida en el bosque.

Nos comenta su familia y amigos que la joven decía que había visto algo raro en el bosque de la reservación, algo parecido a un oso gigante pero con un parecido a un perro. La descripción que nos dieron fue: Alto, de unos dos metros, pelaje negro y parecido a un lobo.

La joven, en un arranque de valentía y curiosidad, decidió buscarlo, sin saber que esto le costaría su vida. Locales de allí y la policía afirman que fue un ataque animal y lo que ella había dicho que era un lobo seguramente era un oso, que son habituales aquí en los bosques."

Ariadna se sobresaltó al ver a la mesera dejando su café en su mesa.

-Lo siento, aquí tiene el café negro y media lunas que pidió.-Murmuró la joven camarera con una sonrisa de disculpa.

-Oye.-Llamó Ariadna a la mujer antes de que esta se fuera de allí. Se volteó y la miró con confusión.-¿Sabes si es peligroso explorar el bosque?.-Preguntó Ariadna.-Soy nueva y me gustan las exploraciones.

La mujer sonrió levemente antes de negar con la cabeza.

-No es recomendable.-Respondió.-Han habido muchas muertes por ataques de animales, la policía lo cree poco recomendable.

-Qué lástima, gracias.-Dijo Ariadna con una sonrisa inocente, que de inocente no tenía nada.

La mujer asintió y se fue, dejando a una joven pelirrosa con la mente llena de nuevas ideas que probablemente la meterían en problemas.

Volvió a casa a las 2 p.m, había estado en varias bibliotecas e incluso le preguntaba a los locales si sabían algo de las extrañas muertes y desapariciones, pero las respuestas eran más de lo mismo.

En cuanto puso un pie en la casa, sintió como unos brazos calurosos y fuertes la rodearon. Olió el perfume de Seth, su olor natural, bosque. Arrugó el ceño.

-¿Qué haces, Hormonal?.-Le preguntó removiendose en los brazos de Seth.

Él gruño. Ella emitió un sonido de queja.

-¡¿DÓNDE DIABLOS ESTABAS, ARIADNA ROSIE MILLER?!.-Vocifero Marlene, acercándose.

Seth le gruño a la mujer, aún abrazado a la joven chica.

-Seth.-Dijo Sam, en tono de advertencia con su voz de Alfa.-Suelta a Ariadna. No respira.

El pequeño lobo soltó a su impronta, y esta le lanzó, estúpidamente, un puñetazo a la cara pero ni siquiera lo movió. Sintió dolor.

-¡AHHHHH!.-Gritó Ariadna, cubriendo su mano adolorida. -¡¿ESTÁS HECHO DE PIEDRA?!.-Volvió a gritar.-MIERDA.

-ARIADNA, NO DIGAS PALABROTAS.-Regañó Marlene.

Sam se acercó a la chica lentamente y tomó la mano herida para revisarla. Seth se alejó lentamente y quedó en shock. La había lastimado, eso era lo único que pensaba.

-¡NO SEAS BRUTO, HOMBRE GIGANTÓN!.-Le gritó Ariadna, con su usual enojo.-¡NO ME TOQUES!.-Le volvió a gritar, quitando su mano de las de él.

-¡Tranquilizate!.-Le ordenó Leah, que estaba pendiente a su hermano y a la chica.-Solo quiere ver que no te hayas hecho daño.

-¡¿Qué no oyen los gritos o están sordos?!.-Preguntó alterada.

Seth sintió su cuerpo temblar, por lo que se alejó más de ella y salió de la casa al bosque. Leah suspiró frustrada y fue tras su hermanito. Quil miro a Embry y automáticamente salieron de la casa, si Marlene era el diablo, Ariadna era un demonio descendiente del mismo infierno y ellos no querían ser asesinados por ella. Paul miraba a la más joven con preocupación pero no movía ni un músculo, al menos hasta que ella se calmara.

-Ariadna, deja que Sam vea que tan mal está tu mano.-Pidió Marlene, más calmada.

La pelirrosa hizo puchero al estirar la mano a mala gana, le dolía mover la mano y muñeca. Se acercó lentamente y la tomó con cuidado, revisó que todo este bien, pero no era así, estaba esguinsada.

-Un esguince.-Dijo Sam, mirando a su prometida.-Hay que vendar.

-Iré por las vendas. Ariadna, siéntate ahí.-Señaló Marlene una silla desocupada.

Brady y Collin miraban a la chica con temor.

-Vamos por Seth.-Dijo Sam, mirando a su manada.

Los chicos se levantaron sin quejas y corrieron de la casa. Paul miró a la chica y le dio una media sonrisa antes de salir de la casa junto a Sam.

Marlene volvió con vendas y una pequeña barra de chocolate. Se sentó junto a su pequeña prima y le entregó la barra de chocolate.

-¿Chocolate?.-Dijo Ariadna, extrañada.-¿Como cuando éramos pequeñas y me lastimaba?.

-Nunca crecimos, supongo.-Dijo Marlene, con una pequeña sonrisa.

Un silencio se instaló mientras la mujer le vendaba la muñeca y mano a la chica, con algunas quejas del dolor de esta. Ariadna sintió una punzada en su pecho cuando oyó un extraño sonido del bosque, un aullido.

-¿Por qué siempre quieres ser la rebelde, Arid?.-Preguntó Marlene, llamando la atención de la chica.

-Creo que para darle sentido a lo que dicen de mí.-Respondió, mirando su vendaje.

-Sabes que no eres nada de lo que dicen tus tíos y primos de parte de tu madre, Arid.-Remarcó Marlene, envolviendo la muñeca de la chica nuevamente.

-Si no lo fuera, ¿Qué hago aquí entonces?.-Preguntó con una sonrisa irónica.-Mi madre se canso de que sus hermanos le digan que soy un error, que eso le pasaba por meterse con un indio como mi padre.

-Ser de la reserva no te hace indio, Arid.-Defendió la mujer.-Tu padre y mi madre no eran nada de lo que esas personas decían. Y tampoco eres lo que dicen.-Repitió.-Eres dulce, amable y me atrevo a decir que hasta divertida.-La miro a los ojos.-Lo eres, y esto que muestras es una simple fachada que ni siquiera es real. Nada de lo que demuestras es real.-Arrugó el ceño.-¿Por qué te muestras así, Arid?.

La chica suspiró. Sabia más que nadie que su prima era su confidente y que no la juzgaría por nada que le cuente.

-Hace unos meses, antes de que papá falleciera, pasó algo.-Dijo la chica, de la nada.

-¿Qué paso?.-Preguntó Marlene, mirándola a los ojos aún, más preocupada que antes.

-Estaba en el instituto, estaban por terminar las clases del semestre.-Comenzó.-Yo si tenía un amigo.-Confesó. Marlene abrió los ojos con sorpresa.-Dalton Sherman.-Mencionó.-Él y yo eramos súper amigos, me atrevo a decir que hasta hermanos.-Hizo una pausa.-Los últimos días estaba raro, como si se sintiera mal, enfermo. No entendía que le pasaba, pero trataba de estar con él en caso de que me necesite. Su madre trabajaba todo el día y su padre lo había abandonado cuando tenía 7 años.-Cerro los ojos un segundo y volvió a hablar.-Lo creí mi amigo hasta que hizo algo malo.

-¿Qué hizo?.-Preguntó Marlene. No quería suponer nada hasta que Ariadna no terminara de contar aquello que tanto le inquietaba.

-Me dijo que había una fiesta de fin de semestre.-Volvió a hablar.-Papá, sin que yo le dijera algo, me dijo que no iría y mamá solo lo apoyo. Le dije a Dalton que no me dejaban ir.-Suspiró.-Me dijo que escapara, y lo hice. Lene, escapé de casa y no volví hasta pasar el tercer día.-Hizo otra pausa, se mostraba incómoda.-Supe que era lo que hacia que mi amigo estuviera raro. Se drogaba.

-Creo que no quiero llegar a esa parte.-Interrumpió Marlene, a nada de llorar.

-Me obligó a hacerlo.-Continuó, sin oír a su prima.-Me decía que si no lo hacía, sería el último amigo que tendría.-Aún tenía su vista en el suelo.-No quería volver a estar sola. Lo hice. Las primeras veces no quería, luego se hacía costumbre. Escapaba de casa y salía con él y su grupo de amigos.-Se mordió el labio.-Hasta la última vez. Él y un amigo de Dalton, me encerraron en un armario con otro chico que ni siquiera conocía. Yo estaba muy mal y él estaba consciente, lo supe porque él no tenía olor a nada.-Un suspiró entrecortado salió de los temblorosos labios de ella.-No me dejo gritar, ni moverme, ni defenderme.-Sollozo. Las lágrimas se acumulaban en sus ojos, mientras que Marlene lloraba.-Me dejó allí dentro por horas luego de que me ensucio de la peor manera. Dalton entró y se río de mí.-Soltó otro sollozo.-Lo último que oí antes de que la policía entrara a la casa fue un "Eres débil, cualquiera puede hacer de ti a su antojo."-Lloró.

Marlene no pudo más y se lanzó a abrazar a la chica. No tenía idea de lo que ocurría con ella, sabía que algo pasaba pero no creía que fuera tan malo y cruel. Ahora la entendía. Entendía su actitud, entendía su mecanismo de defensa.

Y no solo ella lo entendió. Seth, Leah, Paul y Sam que estaban en el límite del bosque, volviendo de una leve charla, oyeron todo. El más pequeño lloraba de rodillas, sin saber que más hacer, sin saber cómo curaria aquella enorme herida.




Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top