Capítulo 12: Secreto.


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Ariadna disfrutaba de su chocolate caliente y galletas junto a su primo Michael y la pareja de él, Aleric. Ambos hombres cuidaban de la pequeña tras una salida urgente de la manada y las horas de trabajo de Marlene.

—¿Cuánto tiempo te quedarás, Mike?.—Preguntó Ariadna, acomodándose en el sofá ya reparado.

Paul cuando vio el sofá en buenas condiciones comenzó a gritar que Santaclaus había hecho un milagro de navidad. Ariadna le dijo a Marlene que lo dejará creer aquello, ya que le pareció tierna aquella reacción del chico de apariencia ruda.

—Por unos días. Aleric estudia fotografía, y le venía bien el viaje.—Respondió el muchacho, mirando con cariño a su pareja.—Dos por uno, yo vine a visitarlos y él a fotografiar las vistas, y conocerlas.

—La reserva tiene su belleza muy marcada.—Habló Aleric, con una sonrisa.—La vegetación, las vistas son impresionantes y las personas son hermosas con su piel rojiza.—Halago el chico, mirando a su novio.—Simplemente una belleza en todo su esplendor.

—¿Estás discriminando a los pálidos como yo?.—Se quejó la chica, simulando estar ofendida.

—¡No!. Claro que no.—Rió Aleric.—Tú eres como una belleza exótica de la reserva. Tu cabello es fabuloso, y no careces de belleza, pequeña Ariadna.—Murmuró con una sonrisa.—Además, tus primos no son exactamente de piel rojiza, es más un tostado.

—¿Acabas de compararlos con unos tostados de queso?.—Dijo Ariadna, divertida.

—Yo solo dije tostados, tú interpretaste lo que querías.—Se defendió el castaño, con una sonrisa burlona.

Los tres rieron y continuaron hablando de temas variados. Ariadna pidió, rogó, que la pareja contara su historia de amor y ellos con sonrisa de enamorados le contaron todo lo que habían pasado, obviando algunas partes claramente.

—¡Siempre supe que hetero no eras, Mike!.—Chillo Ariadna.

—Oye, salí con algunas chicas antes.—Murmuró avergonzado.

—Mike, seamos sinceros, dudo que haya pasado algo más que un beso.—Burló Ariadna.

—Veo que sabes más que yo con eso, Arid.—Dijo Michael con una sonrisa, la cual desapareció al ver el rostro descompuesto de la chica.—¿Arid?. ¿Qué ocurre?.

Ariadna miró a su primo y negó rápidamente con la cabeza, no quería recordar nada de aquello que tanto mal le hacía.

—No, nada, recordé que debo hacer una cosas en mi habitación.—Mintió.

—No la retenemos más, jovencita.—Dijo Aleric.—Vaya, y luego, si aceptas, podríamos hacer una sesión de fotos. Serías mi salvadora del semestre.

—Claro..—Murmuró con una pequeña sonrisa, antes de correr a su habitación.

—Has notado la mentira, ¿No?.—Dijo Aleric, antes de mirar a su pareja, una vez que estuvieron solos en la sala.

—Su corazón bombeo con fuerza, como si le doliera el comentario.—Murmuró Michael, desconcertado.—Marlene debe saber, ellas siempre se cuentan todo.

—Exacto, ellas se cuentan todo.—Remarcó Aleric.—Sí Ariadna no te contó, no puedes ir a preguntarle a tu hermana, sería traicionar su confianza, M.—Negó con la cabeza.

—Tienes razón, Ale.—Susurró avergonzado.—Es que, me preocupa, hace años no la veo y cuando le vi, sentí que algo iba mal.—Murmuró.—Seth hace lo que puede, pero creo que va más allá de la imprimación.

—¿Es la impronta del cachorro?.—Preguntó Aleric, sorprendido.—Son tan distintos. Como un contraste.

—Lo sé, yo quedé igual.—Confesó Michael.—Solo estoy esperando a que se lo diga ya, solo así podremos decirle lo de su padre.

Era la tarde, justo cuando el sol caía y estaba a nada de comenzar la noche. Ariadna había ido a dar una vuelta con la pareja para que Aleric le hiciera unas fotos. Ella tenía el talento de modelo en sus venas, dijo Aleric, feliz de sus fotos que seguramente aprobaban su semestre.

—¿Tienes pensado que estudiar luego del instituto?.—Preguntó Aleric a Ariadna, mientras caminaban por el limite del bosque en dirección de la casa.

—De hecho no... pero creo que estudiaría algo relacionado a la danza.—Respondió la pelirrosa.

—No sabía que bailabas.—Dijo Aleric, haciendo una mueca de sorpresa.—Eres toda una caja de sorpresas.

—Bueno, lo hacía cuando era niña y lo dejé hace un tiempo, pero quisiera retomarlo.—Elevó los hombros.—Gané varias competencias y muchas veces me he ganado solos en las presentaciones.

—Te has llevado mi respeto, pequeñita.—Dijo Aleric, con una sonrisa pequeña.

Michael iba callado, estaban a nada de llegar y algo lo puso alerta. Podía oír gritos, una discusión. Las voces le eran conocidas. Cuando estaban por llegar finalmente a la casa, vieron a Paul y Embry discutir a gritos; Marlene tenía a Kim detrás de ella junto a Jared y Leah, mientras Sam estaba tratando de calmar las aguas. El West supo que algo pasaría, por lo que paró la caminata del par y se colocó delante de ellos.

—¿Qué ocurre?.—Preguntó Ariadna, confundida.

Miró hacia delante y vio a su hermano discutiendo con Embry. Parecía una discusión muy acalorada y alterada. Casi no reconoció a los chicos al verlos en ese estado, estaban furiosos.

—¡TE HE DICHO QUE NO LO HE HECHO YO, PAUL!.—Gritó Embry, encarando al contrario.

—¡¿Y QUIÉN FUE?!.—Gritó Paul, perdiendo el control.

—¡NO LO SÉ!.—Gritó Embry, temblando.

Humo salía de sus cuerpos, preocupado a la Miller. Quería acercarse, pero su primo la tenía muy bien agarrada de la muñeca, como si supiera que pasaría.

Y ahí fue, cuando Ariadna Miller comprendió que era lo que tanto ocultaban. La sorpresa y el miedo inundó el cuerpo de ella, junto un gran dolor.

Paul, al que consideraba como hermano, ya no estaba en dos pies ni era humano, ahora era un gran lobo de color gris. Le gruñia al chico frente a él, que no tardó en tomar la misma apariencia. En un abrir y cerrar de ojos, ambos lobos peleaban con ferocidad y furia. Marlene volteo a mirar a su hermano y prima, sintiendo pena por el rostro lleno de lágrimas de la joven chica.

Seth, que llegaba del bosque, al ver todo, corrió a su impronta en caso de tener que protegerla, pero cuando se acercó, ella simplemente se alejó y a los pocos segundos, cayó al suelo con la mirada en los lobos que peleaban. Su shock aumentó al ver que Sam se convertía en un lobo negro. Su cuerpo temblaba como una hoja, y las lágrimas caían por sus mejillas. Tenía miedo, y ahora se sentía en peligro.

¿Por qué su madre la enviaría a un lugar para que ella esté protegida, si quienes convivían con ella eran peligrosos?. Se preguntó.

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