Capítulo 7 Pawpy

***

-¡¿Eres consciente de que ahora estarían muertos si yo no hubiera llegado a tiempo?!.

-Pero señor... aquel tipo parecía peligroso...

-¡No tienes excusa Katherine! Me has decepcionado... - dijo el director Lockhart sintiéndose algo incómodo de sus palabras.

-Pero... - la chica no era capaz de replicar, estaba muy avergonzada.

-Mi decisión está tomada, adelante Leonard. - dijo dirigiéndose a la puerta del despacho.

La puerta se abrió de inmediato, como si alguien hubiera estado todo el tiempo esperando una señal para poder pasar. Entró un tipo alto y fornido, más o menos de la misma edad que Katherine. Estaba en muy buena forma ya que se podían apreciar sus músculos a pesar de llevar una larga y ancha túnica, de los mismos colores que la de su compañera maga. Su pelo, corto y ondulado, era castaño claro. Sus facciones recordaban a las de los chicos de las revistas de moda, con la nariz pequeña, labios gruesos y pómulos marcados. Los ojos aún eran capaces de resaltar, siendo profundos y tan verdes como los del director.

Al verlo, Katherine pareció enfurecerse y resopló, mirando con cara de odio al director.

-¡No puede entregarle mi cargo a él! .- gritó la chica enfadada, señalando al joven con el dedo.

-Me parece que sí que puedo. - respondió el viejo calmado.

-Señor, si esto va a causar un conflicto, estoy dispuesto a rechazar su oferta. Katherine es una buena "rastreadora". - dijo el chico con tono serio y formal, provocando aún más enfado en la maga.

-¡Le estás haciendo la pelota descaradamente, como siempre!. - gritó de nuevo Katherine enfadada, dirigiéndose esta vez a Leonard. Este permaneció impasible ante la acusación, casi sin pestañear.

-¡Te estás comportando como una cría Katherine!¡No consentiré que vuelvas a alzar la voz aquí! - reprendió severamente el director Lockhart.

La chica pareció asustarse y agachó la cabeza, de nuevo avergonzada. Leonard, por otra parte, ocultó una sonrisa. Parecía alegrarse de que el director hubiera puesto a Katherine en su lugar.

-Me alegra ver que podremos resolver esto como adultos y no como una guardería. Leonard, da un paso al frente. - dijo Theodorus, el chico obedeció. - a partir de ahora eres el nuevo rastreador del instituto Zeus, espero que entiendas que es un cargo de alta responsabilidad y deberás ser muy cuidadoso y disciplinado.

-Sí señor Lockhart, acepto el cargo con gusto y lo desempeñaré como mejor pueda.- dijo Leonard haciendo una reverencia.

-Zanjado el tema... señorita Katherine, ¿nos hace el favor de informarnos sobre lo que pasó esta mañana? - preguntó el director, sonando más como una orden que como una petición.

Katherine carraspeó y comenzó a hablar sin apenas levantar la cabeza, claramente disgustada.

-Parece ser que el conjuro que impedía que el chico pudiera ver la magia no era más que un sencillo vendaje de magia blanca, y no magia negra como supuse al principio.

-¿Cómo has llegado a esa conclusión? - preguntó Lockhart interesado.

-El chico empezó a ver de nuevo a su acompañante después de que yo usara el hechizo "desvela", por lo que no debía tratarse de una magia muy poderosa.

-¿Qué nos puedes contar sobre el tipo de negro al que perseguiste?. -preguntó Leonard, que al parecer ya estaba al corriente de lo que había pasado.

-No os puedo dar mucha información, fui capaz de impactarle con un "offensio", pero se repuso muy rápidamente y salió corriendo. Lo perseguí durante un rato pero le perdí la pista cuando giró por un callejón y desapareció. Entonces fue cuando lo llamé, señor director. Estuve dando vueltas por el pueblo buscando a los chicos, no usé mucha energía porque la necesitaba para traerlos aquí. - explicó Katherine.

-Actuaste con imprudencia Katherine, sabías que debías sobreponer la seguridad de los niños a tus instintos de rastreadora, no debiste dejarlos solos... - regañó el director de nuevo. A la maga se le pusieron los ojos vidriosos, pero contuvo las lágrimas.

-Una duda que me surge... ¿cómo un mago encontrado es poseedor de un acompañante lúmino? .- preguntó Leonard pensativo.

-No lo sabemos, me dijo que alguien se lo había dado, pero no tengo más información. - respondió Katherine refunfuñando por tener que dirigirle la palabra al tipo que había ocupado su puesto.

-Quiero que Evan venga a mi despacho, tendré que hacerle algunas preguntas. Encárgate de traerlos y de informar al chico. - ordenó el señor Lockhart.

-Así lo haré, ya deberían haber acabado sus compras, no tardaremos en venir. - dijo Katherine haciendo una leve reverencia.

Al hablar sobre las compras recordó algo importante. Introdujo disimuladamente la mano en el bolsillo derecho de su túnica y pudo notar las monedas que debería haberle dado a los niños. Se le hizo un nudo en el estómago y decidió no contarle su pequeño despiste al director, sería la gota que colmaría el vaso. Se volteó y salió apresuradamente de la habitación esquivando en su camino la mirada de Leonard. Cerró la puerta tras de sí y desapareció.

***

Kevin se giró rápidamente hacia la salida buscando escapar. Puso la mano sobre el tirador de la puerta y la intentó abrir, pero esta se abría hacia dentro y no le iba a dar tiempo. Evan se dio cuenta de la situación y observó como el tigre estaba a punto de abalanzarse sobre su amigo, que no sería lo suficientemente rápido para salir de allí. Actuó instintivamente y se tiró sobre él, empujándolo a un lado y cayendo los dos duramente al suelo. Un segundo después, el tigre arremetía con sus zarpas fuertemente contra la puerta.

Le había salvado la vida a su amigo, pero parecía algo temporal, pues no había donde esconderse en aquella librería. Por el suelo habían quedado desperdigadas todas las bolsas con los libros y las túnicas, por suerte no había nada que pudiera romperse con tan solo un golpe.

El tigre los ignoró y se quedó mirando fijamente a Seila, que sentada en el suelo, apretujaba su espalda contra una estantería como si quisiera atravesarla. El imponente animal empezó a avanzar lentamente hacia la niña, regocijándose en su miedo y alargando su final.

-Huffy ayúdala! - gritó Evan.

-No puedo amo, aún no tengo mucha energía y es un animal muy pesado. - respondió el lúmino.

-No podemos dejarla morir... - dijo Evan dirigiéndose a Kevin, que estaba aterrado.

-¿Qué podemos hacer? ¡Nos matará a nosotros también! - respondió el chico ante la mirada de decepción de Evan, que lo había creído cuando se había disculpado por huir esa misma mañana.

Ante la mirada de auténtico pavor de Seila, Evan se sentía impotente. El tigre estaba a apenas un metro de la chica, que iba a ser devorada frente a sus ojos.

-¡NO! - gritó el chico.

De sus manos empezó a brotar una potente luz verde que se expandió velozmente por todo su cuerpo, cubriéndolo con un aura. Un instante después se extinguió. Sintiéndose poderoso y demostrando su valentía, corrió hacia el tigre, lo agarró de la cola con ambas manos y empezó a tirar de él. Para la sorpresa de Kevin y la suya propia, fue capaz de mover al animal algunos centímetros atrás, frenando su avance. Aún así, no era capaz de arrastrarlo mucho más. El tigre, ansioso por probar la carne de la niña, se aproximó más a ella con dificultad, ignorando los tirones que el chico le daba en la cola. Evan hizo toda la fuerza de la que era capaz para pararlo, pero no era suficiente.

De pronto, el tigre empezó a recular, arrastrado por una gran fuerza, la de Evan. Pero no solo la suya, pues Kevin se había acercado también para ayudar y ahora los dos tiraban fuertemente del animal.

-¡Seila, escapa! - gritó Kevin, pero Seila yacía recostada sobre el suelo con los ojos cerrados, se había desmayado.

El tigre pareció enfurecer y se volteó hacia los chicos, que lo soltaron rápidamente para evitar que los mordiera. El animal rugió, mostrando dos enormes colmillos largos como dagas. Los chicos se echaron atrás, sin saber qué hacer.

-¡Alto! - gritó una voz que provenía de algún lugar de la estancia.

El felino debió escuchar el grito y apartó la vista de los niños. Dio dos pasos atrás y se acostó en el suelo, obedeciendo. Los dos amigos vieron a un hombre de avanzada edad y ropajes pintorescos que había salido de alguna parte. Su túnica combinaba verde rana con rojo pasión y azul eléctrico, recordando a una camiseta hawaiana. Una larga melena rubia se dejaba caer por debajo de un sombrero de copa gigante y con algunos remaches. En su cara, resaltaban dos enormes anteojos sin patillas similares a unos prismáticos, parecían estar incrustados en sus globos oculares y acentuaban las arrugas de alrededor.

Los chicos se quedaron contemplando desconcertados aquel pintoresco personaje y como el tigre le había hecho caso.

-Te tengo dicho que no ataques a los clientes Pawpy. - dijo regañando al tigre y empezando a recoger todas las bolsas que había en el suelo - ¡venga! vuelve a tu estado normal, ¡los estás asustando!

El tigre asintió, resopló y de inmediato empezó a menguar. Sus patas se hicieron más cortas, su cuerpo más pequeño, sus bigotes también se acortaron y sus rallas negras empezaron a desaparecer. En apenas unos segundos, el tigre se había convertido en un gato canijo. Era blanco, con el extremo de las patas negro, aparentando llevar unas diminutas botas.

-Lo siento mucho chicos si os ha asustado, pero no pretendía haceros daño, es pacífico... ¡Oh, qué diablos! - exclamó el hombre al percatarse del inerte cuerpo de Seila. - ¡¿Qué le has hecho Pawpy?!

El tipo corrió hacia Seila y le tomó el pulso, suspiró aliviado. Lanzó a los dos chicos una mirada tranquilizadora y apoyó la palma de su mano sobre la frente de la niña. Despidió un resplandor verdoso durante momento y Seila abrió los ojos. Al ver a aquel hombre, por poco se desmaya de nuevo, pero Evan y Kevin fueron enseguida a contarle lo que había sucedido.

Seila miraba curiosa aquel gato mientras sus amigos le explicaban lo sucedido, se fijó en que tenía un ojo de cada color, amarillo el derecho y verde el izquierdo. No le dio mucha importancia ya que había visto gatos con esa peculiaridad antes.

-Me vuelvo a disculpar por mi mascota, siento lo que ha pasado - dijo el hombre. - me llamo Moniko y soy el jefe de esta modesta librería.

Seila decidió preguntar por su mascota antes que por los libros que andaban buscando. El viejo Moniko les explicó que se trataba de un acompañante felino que encontró abandonado en la calle, que lo adoptó porque había sentido lastima por él. Más tarde descubrió que no era capaz de hablar, cosa extraña, ya que la gran mayoría de los acompañantes pueden. Además, con el tiempo se dio cuenta de que el gatito era un poco corto de mollera, pareciéndose más a un animal doméstico mundano que a un acompañante mágico. Les contó como un día el pequeño Pawpy se transformó en tigre por primera vez y atacó a unos clientes, dejándolos malheridos. La noticia corrió como la pólvora por toda la capital y la gente dejó de ir a su tienda, que era muy famosa por aquel entonces.

-Y así fue como esta tienda cayó en el olvido de la mayoría de los ciudadanos, ya nadie viene, pero aún así intento renovar mis ejemplares por si algún día llega alguien como vosotros. ¡Sois nuestros primeros clientes desde hace dos años! - exclamó Moniko contento.

De pronto Evan sintió lástima por el hombre, que por sentir lástima por un gato abandonado, había arruinado su negocio.

-Este hombre no miente. - dijo Huffy de manera que solo Evan pudiera escucharlo. - He intentado comunicarme con ese gato pero no reacciona, es como si no fuera un acompañante, es muy extraño.

-¿Sabéis qué? Podéis llevaros los libros que necesitáis completamente gratis, os lo debo por la situación tan desagradable que os ha hecho pasar Pawpy. - el gato maulló, mostrando su desaprobación.

Los niños pidieron los libros y el señor Moniko fue a buscarlos a la trastienda, pasando a través de una de las estanterías como si se tratara de un fantasma. Entonces comprendieron porque les había parecido que el viejo había surgido de la nada, es porque no había ninguna puerta. En menos de un minuto su silueta emergió del mismo sitio sólido por el que había entrado, cargando los libros. Los repartió entre los niños, que tras una breve ojeada a la portada, se apresuraron a guardarlos en las bolsas, no querían permanecer más tiempo en ese lugar, debían darse prisa en comprar el último elemento de su lista.

Evan abrió la puerta, ya con la bolsa de libros en sus manos y listo para ir a por el último elemento de la lista. Se despidieron con la mano del viejo vendedor, y estaban a punto de salir cuando este les interrumpió.

-Esperad chicos, al recoger vuestras bolsas me percaté de que estáis haciendo vuestras primeras compras, pero aún no habéis comprado el kit de pociones... supongo que ahora os dirigiréis hacia allí. Ya es un poco tarde así que permitid que Pawpy os acompañe, las calles de esta ciudad no son seguras cuando se pone el Sol. Si os dais prisa llegaréis antes de que el viejo Rufus cierre. - el viejo Moniko les hablaba con el mismo tono protector que utilizaría una abuela .- venga Pawpy, guíales hasta el "Herbolarium".

Los chicos no pudieron negarse. No les agradaba la idea de tener que viajar con un animal que podía convertirse en tigre y matarlos en cualquier momento, pero cambiaron de opinión al darse cuenta de la oscuridad que reinaba en la calle.

Empezaron a avanzar, guiados por el gato, tan blanco que era casi imposible perderlo de vista. Las farolas parecían meramente decorativas ya que no iluminaban más allá de dos metros. Por suerte la luz de la luna era intensa y no caminaban a ciegas.

Avanzaron durante más de media hora y aún no eran capaces de ver ningún signo de vida, las calles estaban totalmente desiertas. Seila empezaba a evidenciar su cansancio, arrastrando los pies cada vez más y provocando un molesto ruido.

-No estamos volviendo por donde habíamos venido ¿verdad?, estas calles no me suenan .- preguntó Kevin.

-No, estoy seguro de que por aquí no hemos pasado, Wendolyn nos había dicho que la tienda de pociones estaba un poco más escondida pero... ¿tanto? . - Evan empezaba a desconfiar de aquel gato.

-¡Evan! ¡Algo viene! .- gritó Huffy.

De repente, de entre las sombras, una enorme figura saltó frente a ellos bloqueándoles el paso.

-¿Qué es esta vez? .- preguntó Seila, que ya empezaba a estar harta de tantos sobresaltos en un mismo día.

-No lo sé, pero no parece amigable. - respondió Evan.

La silueta avanzó hasta ellos, dejándose ver. Era un perro, enorme, con un largo pelaje gris oscuro. Su aspecto era amenazador. Fijó su mirada en la de Evan, que decidió no perder el contacto visual con aquellos grandes ojos negros.

El perro ladró y rascó el suelo con la pata, desafiante. Seila ahogó un grito y se echó atrás. El can empezó a correr y saltó hacia Evan. En un parpadeo, Pawpy saltó, transformándose en tigre e impactando contra el perro en el aire, evitando así que alcanzara a alguno de los niños.

Los dos imponentes animales cayeron al suelo causando un temblor al impactar. Se revolcaron, moviendo sus zarpas de un lado a otro, contorsionando sus cuerpos en posiciones imposibles y buscando encontrar carne con sus colmillos. Se pelearon durante unos instantes por el piso para luego levantarse. Los dos se quedaron a pocos metros, mirándose amenazantes.

-Pawpy nos está protegiendo, ¡aprovechémonos para escapar Evan! .- gritó Huffy.

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