°ℍ𝕖𝕤𝕚𝕥𝕒𝕥𝕚𝕠𝕟° - (𝘾𝙖𝙣𝙤𝙣)

Alterada por el ruido en el taller de Tails, y correr durante 6 minutos exactos gracias a su mensaje, abriste la puerta de un jalón, exaltando a Tails y Sonic.

—¡Dios, _____! ¡Casi me pegas un susto! —rodaste los ojos y escaneaste, frunciendo el ceño al no encontrar a vista tu objetivo principal.

—¡¿Dónde está?! —preguntaste exaltada.

El zorro y el erizo se miraron con una mueca. Sonic tuvo que ser el sacrificio para que la novia del erizo negro no lo mate junto a Tails justo en ese momento.

Aunque sabía que no se atrevería a tocar ni un pelo en la cabeza de Tails, pero ya se imaginaba la paliza que le daría a él. Y Shadow segundo, por la estupidez que hizo.

—Mira, sé que esto se ve mal, pero-

—¡¿Mal?! ¡Decir mal es poco! ¡Drogaste a Shadow!

—¡No lo drogue de esa manera! ¡Fue un accidente! Puse de más en la jeringa. Tampoco soy médico, ¡¿sabes?! —la chica se frotó la frente en frustración y soltó un gruñido.

—Es increíble que a este punto, Shadow es capaz de drogarse como un Mobiano normal —resoplaste ante la hipótesis curiosa de Tails y miraste al azul de nuevo con el ceño seriamente fruncido.

—Cuando Shadow sea más consciente de sí mismo, te matará.

—Eso lo sé, pero por ahora necesito que- —un estruendo en la puerta principal se escuchó, y los presentes miraron la dirección, el erizo azul chillando con ligero miedo cuando el erizo oscuro pasó la puerta y con característica velocidad, fue a darle un abrazo.

Esa sonrisa tan rara en su rostro era extraña para Tails y él, pero no para _____. No sonríe mucho en casa tampoco, pero cuando lo ve, se asegura de guardarlo siempre en su mente.

—¿Por qué me dejaron solo en esa habitación? ¡No me gusta estarlo! —el erizo oscuro dijo con reproche mientras apretaba a Sonic en su abrazo, y el erizo azul estaba que quería morirse.

Por la vergüenza de la situación, que _____ le veía con burla, y que era tan meramente extraño.

Estaba tan acostumbrado a que Shadow siempre lo trate con la punta del pie, que verlo siendo amable e incluso llegando al contacto físico, era demasiado para su salud mental.

—H-Hey, amigo —respondió con una sonrisa temblorosa, frotando su espalda, intentando ser amable mientras que Tails se cubría la boca para no soltar la risotada.

_____ sacó su teléfono para tomarle fotos a ambos. Sería una buena extorsión para después.

—¿Quieres una carrera? —el erizo negro se lo preguntó con tanta emoción comparable a un infante, que Sonic se asustó de esa sonrisa emocionada.

—E-Eh... verás, Shadow... es que hoy estoy ocupado —ver su semblante triste lo hizo sentir un poco mal— ¡P-Pero! ¡Puedes jugar con _____! —frunciste el ceño con indignación.

Antes de siquiera reprochar, tu novio te abraza de imprevisto.

—¡_____! —chilló tu nombre con amor y emoción; se había lanzado tan rápido a tus brazos sin dudar— ¿Cuándo llegaste? ¡Pensé que me habías abandonado! —le frunciste el ceño al erizo azul cuando lo viste suspirar con tanto alivio.

—Esto no se quedará así, Sonic. Te las cobrare bien caro —él te sonrió con sorna.

—Te lo compensare —soltó— Muy bien, pues como es tu novio, ¡pues es tu responsabilidad ahora, nos vemos! —cuando lo viste irse con velocidad, el ojo te tembló de la rabia.

—¡ERES UN HIJO DE- —te callaste cuando viste los ojos grandes de Shadow llenos de curiosidad y a Tails tapar sus oídos.

Suspiraste tratando de calmarte, y pasaste un brazo por la cintura de Shadow, el vetas rojas mirando tu acción con fisgoneo.

—Me iré con Shadow a casa, ¿cuánto tiempo dura el efecto? —Tails alzó los hombros y agarró una mochila que tenía en la mesa grande en su taller.

—Quizás hasta el día siguiente. Desconozco cuánto le dio Sonic —te frotaste la frente con cansancio.

—A todo esto, ¿cómo es posible que haya quedado drogado? Shadow es la forma de vida definitiva, no debería tener este tipo de efectos como los Mobianos normales —el erizo a tu lado huroneo tu rostro.

—Eso es verdad, pero recuerda que últimamente el poder de Shadow ha estado fallando después de aquella aventura con Time Eater —hiciste una mueca, y asentiste en comprensión.

Era mejor dejarse en paz. Las respuestas no aparecen por arte de magia; se investiga y querías dejar esa parte de lado. Después de todo, la única que sabía de esa aventura junto al plus de Black Doom eras tú.

No puedes traicionar su confianza si le dices una posible hipótesis en la falla de sus poderes a Tails.

Tendría que hacerlo por sí mismo

—Verdad. Nos vemos, Tails —el zorro asintió con amabilidad y se fue, dejándote a solas con Shadow— ¿Quieres ir a casa?

Bastó con que el erizo asintiera emocionado para que ambos dieran marcha.

Sostuviste su mano la mitad del camino, mientras que tu lindo novio se la pasaba balanceándose con hiperactividad; veías curiosa su nueva faceta.

¿Era así cómo se comportaba en el ARK? Claro, no tenías que sacar conclusiones apresuradas, pero... de alguna manera su actitud nueva era tan fuera de sí mismo.

Como si jamás hubiera vivido ningún trauma.

¡Quizás eso era!

—¿_____? Estoy un poco cansado —frunciste el ceño confundida y resoplaste.

Y ese escenario llegó tan repentinamente que te preguntabas las miles de maneras en las que matas a cierto erizo azul antes de que tu novio se llevará el premio gordo y el privilegio.

Cargaste a Shadow en tu espalda, a sólo una cuadra de llegar a su casa compartida. Después de los eventos con Black Doom él decidió que ambos tenían que vivir en la misma casa... y tú, bueno, no ibas a quejarte realmente. Sentiste su respiración tranquila en tu cuello. Se la había pasado varios minutos oliendo tu pelo o jugando con él.

No te molestaba, era una costumbre de Shadow, sabías que lo que más le gustaba de ti, era tu cabello. Nunca te lo dijo, pero sus acciones si.

Te impresionaba como no tenía pena en decirte con susurros que tu cabello era tan suave que quisiera dormir siempre en él.

La droga lo hacía tan honesto, que te sentiste rara.

Al abrir la puerta de tu casa, con MUCHAS dificultades, ingresaste. Cerraste la puerta con tu pie, pusiste el seguro y dejaste a Shadow en el sofá con delicadeza. Si se casan, ya sabes quién llevara cargando a quién en la luna de miel.

Respiraste con libertad, y cuando estabas a punto de ir a la cocina para hacer la cena, su mano en tu muñeca fue un pasmo.

—¿Shadow?

—No me dejes solo, no quiero estarlo —susurró medio somnoliento.

Sonreíste con suavidad y acariciaste levemente su cabeza.

—No me iré, Shadow, sólo iré a la cocina para hacer la cena —tu novio infló los cachetes con berrinche y sacudió la cabeza con reproche y desaprobación.

Se te hizo tan lindo, que reíste de su nuevo gesto grabado en tu memoria. Le picaste los cachetes inflados para acto seguido depositar un beso en ellos.

—Haré la cena —le susurraste dulcemente y te soltaste de su agarre, caminando con una sonrisa en tu cara gracias a la minutera imagen mental.

—Todos siempre me dejan solo. Maria lo hizo, no me sorprendería que tú también —te detuviste en seco.

Esa frase, ese susurro. Era demasiado nuevo.

Aunque su tono era destinado para sonar con chantaje y berrinche, tal como un niño lo haría, muy en lo profundo sentiste la tristeza, la impotencia y la voz que quería quebrarse al mínimo estímulo.

Shadow jamás, en sus 5 años de relación, se atrevió a hablar sobre Maria en frente tuyo, incluso los relatos que te contaba sobre ella eran tan escasos que sólo suceden en momentos donde sentía que sus emociones ocultas no daban para más.

Siempre sentiste curiosidad de aquella dulce niña rubia que estuvo implantada en el corazón de Shadow toda su vida, pero sabías que si lo empujabas más de lo debido, podrías molestar su temperamento.

¿Sería este el momento de hacerlo?

Regresaste y te sentaste en una pequeña orilla en el sofá, acariciando con suavidad su cadera.

—¿Por qué piensas eso? —preguntaste en un pequeño susurro suave y dulce, para que él tenga acceso de escucharlo.

Negó con una sonrisa triste ante tus ojos dolidos por pensar que te aprovechabas de la situación.

—Porque Maria no lo pensó 2 veces antes de sacrificarse por mí. Porque ella me amaba. Y tú también me amas, harías lo mismo que ella. Serías egoísta y me salvarías sin pensar en mí, en cómo sufriría por ti, en cómo me quedaría solo por una eternidad más. En cómo volvería a ser un monstruo y quemaría el mundo solo por ti —te mordiste el labio sin saber bien cómo responder, hasta que el erizo rio a lo bajo, sus lágrimas corriendo con libertad, y tú abriendo los ojos conmocionada de verlo— Recuerdo que una vez, cuando solía meterme en la cama de Maria debido a mi profundo miedo a la oscuridad, ella me abrazó como peluche sin saber que era yo. Fue tan cálido, pero ese momento no duró tanto, ya que ella era de las personas que se movían mucho en la cama, así que en una de esas me empujó y me tiró al suelo. ¡La hubieras visto! Al día siguiente, después de verme tirado en el suelo como trapo viejo, se sintió tan mal y yo tan indignado, que se mantuvo llorando durante el resto del día y yo sólo buscaba una manera desesperada de calmarla después de que mi indignación se disipó.

Esquivaste su mirada llena de brillo al contar el relato... y luego otro, y después otro. Pasaste la cuenta, y cuando menos te lo esperas, ya eran las 10 de la noche.

Te sentías tan mal por escuchar todo eso, sabías que te aprovechabas sólo porque estaba drogado y tenía la boca suelta sin medir lo que decía. Sentiste su agarre en tu mano más apretado, y ahora con los ojos fijos en él y su semblante triste.

Te miró con esos ojos carmín brillosos gracias a las lágrimas.

—T-Tú... no serás egoísta conmigo, ¿verdad? —preguntó tan inseguro en su tono, que te destrozó el corazón.

Apretó más su agarre, como si temiera que te alejaras de él mediante el rechazo. ¿Era demasiado pesado y molesto para ti? Si, eso es lo que pensaba.

Te acercaste y besas sus labios con suavidad. Él sonrió tembloroso cuando te separaste, tapó su cara con vergüenza. Reíste de su intento por ocultar el sonrojo.

—Shadow, sabes que jamás me iré. Pero... debes de entender que lo que sucedió con Maria, no fue egoísmo. Ella te amaba, y quería que vivieras feliz, porque ella sabía que lo valías, porque tú eres su familia —él hizo una mueca inconforme.

—Si tanto me quiso, ¿por qué? ¿Por qué me abandonó? ¿Por qué tuve que cargar con el peso de su muerte durante tantos años? ¿Por qué siempre tengo que ser yo el que pague el precio de su sangre derramada? Si tan sólo yo hubiera muerto, y ella se hubiera salvado, sería distinto —así que era eso lo que siempre trató de ocultar.

Su culpa excesiva.

Te acostaste con él en el sofá y lo abrazaste. Él se pegó aún más a tu pecho, tratando de limpiar o tratando de evitar que las lágrimas siguieran resbalando.

—Maria quiso tu felicidad, ella sólo quería que conocieras la tierra en su nombre. Nunca quiso inculcar culpa, sólo quería salvarte, porque ella te amaba, y te seguirá amando, incluso si ya no está, ¿lo entiendes, Shadow? —el erizo no respondió, siguió el ritmo de tus caricias en sus púas— Y yo jamás me iré, haré todo lo posible para permanecer aquí, viva, junto a ti. Nuestra historia apenas comienza, no pienses en lo que sucederá, sólo disfruta cada momento, como si fuera el último.

—Te irás. La muerte te apartara de mí, y yo... —suspiró tembloroso mientras apretaba su agarre sobre tu espalda— Y-Yo sólo podré verte morir, sin poder seguirte. Ni a ti, ni a Maria. No sabes cuantas veces intente asesinarme, cuantas veces soñaba con estar muerto. Ojalá fueras inmortal.

Suspiraste.

No tenias palabras para dirigirle, porque eran la verdad. Unas pobres palabras de consuelo no servirán ante la verdad.

Shadow siempre sintió miedo de su inmortalidad, aunque intentara permanecer fuerte y estoico en frente de ti, sabía que mientras más pasaba el tiempo, tú envejecerás y él seguirá ahí, hasta el punto que tenga que ver tu lápida y él seguirá ahí.

Un peso muerto sobre la tierra, una cáscara vacía que ya no tendría propósito alguno después de que te vayas del mundo.

Acariciaste sus púas con mayor suavidad y más delicadeza, siguiendo un patrón de vaivén que sabias que le encantaba.

A los segundos, sentiste vibraciones sobre tu cuerpo. Su ronroneo era clara señal de calma y paz, pero también era algo que sólo escuchabas en las noches, cuando se dejaba hacer de "mala gana".

No tenía opción de todas maneras, se había colado en tu habitación durante la noche.

Miedo a la oscuridad. Vaya forma de conocer mucho más sobre él.

—Te amo —susurró con suavidad.

Quizás lo dijo para que no le escucharas, o para que lo hicieras. Pero en cualquiera de las 2 formas, sonreíste con cariño y lo apretaste un poco más contra ti, escuchando el golpeteo de su cola contra el sofá después.

—Yo también, Shadow. No sabes cuanto me alegra tenerte.

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