XV. Espresso Romano
La relación con Yoongi ha sobrepasado varias barreras de intimidad y anulado el espacio personal cada vez que están juntos y a solas. También ha sido un gatillante de ansiedades y su hyung era el encargado de frenarlas advirtiéndole lo obvio, pero estaba tan inmerso en las experiencias novedosas y placenteras que constantemente exigía más y más. Muchos besos, por ejemplo, como cuando lo buscaba a escondidas en alguna oficina vacía y con la adrenalina circulando por las venas, agitando su corazón, recordándole cuando era un estudiante encontrándose con su novia omega en horarios de clase dentro de un aula, burlando la seguridad de los profesores. Tal vez era porque se trataba de un alfa que la sensación de peligro era mayor y un mero contacto de bocas se volvía un mundo de emociones vibrantes.
Ansioso y asustado, brincando lejos de Yoongi cuando la mirada de algún compañero caía sobre ellos.
También se besaban en el auto cuando hacían pausas para el café durante los patrullajes, escondidos tras los vidrios oscuros, aire denso cargado de sus feromonas y con los labios irritados y húmedos.
—Jungkook-ah —susurraba Yoongi besando cortito, el menor cerraba los ojos y se estiraba buscando más de su tacto—, tenemos que llevarlo con calma, hay alfas, omegas y algunos betas con buen olfato.
Asintió, lo entendía, aunque le empezó a tomar real peso cuando algunos comentarios y miradas —ninguno malintencionado— activaron su paranoia. Por cada frase que le hacía ver que era más cercano a Yoongi comenzaron a reducirse las ocasiones de caricias furtivas, especialmente en horas de trabajo.
—Están más unidos, Yoongi hyung y tú —comentó Jinyoung una tarde, casual y tranquilo, lavando una manzana en la cocina.
—A veces entrenamos juntos —respondió con la vista fija en las tazas que llenaba de café.
No dijo una mentira, después de todo entrenaban, era un buen precalentamiento que sacudía sus hormonas para terminar más tarde entre las sábanas forcejeando desnudos.
—Podrían avisarme, me gustaría entrenar más seguido —añadió con una sonrisa cálida.
Quería decirle: "Olvídalo, búscate a otro compañero", pero contrario a ello, hizo un movimiento afirmativo respondiendo algo como "sí, claro".
Ahora las caricias quedaban reservadas para algunas noches encerrados en el apartamento, a veces el suyo, en otras oportunidades en el de aquel arisco alfa. No podía negar que dormir junto a su hyung le brindaba un sueño reparador, era cómodo y acogedor, su lobo se acurrucaba a gusto sobre su nuevo compañero. Habría querido que fuera más seguido, pero la fragancia amarga y terrosa del café se estaba adhiriendo a su piel, se mezclaba con la suya y estaba seguro que en cualquier momento llegarían las sospechas.
Maldito aroma a café, se supone que debería generarle rechazo como habitualmente ocurría con las esencias de otros alfas, y en lugar de eso, él y su lobo lo disfrutaban, guiándolo a refugiarse contra su cuello suave, justo donde la fragancia era más fuerte. Un alfa no debería ser así de atractivo para sus sentidos, aunque Min Yoongi es una completa excepción a la regla, se pregunta si será lo mismo para su mayor...
...Si será su excepción también.
Aunque los temores se vuelven más fuerte que el mero goce de lo excepcional. Las noches durmiendo juntos terminaron por reducirse a contadas horas de encuentro y aún así la esencia a café permanecía.
—Tu aroma se siente...curioso —dijo Jisoo antes de partir juntos a una escuela a dar una charla a los niños.
—¿Curioso? —preguntó tragándose los nervios, sintiéndose expuesto.
—Espresso romano —mencionó con una sonrisa—, solo que el jengibre le da un toque personalizado —explicó dispersa y alegre—, una vez probé uno con varias cucharadas de azúcar porque la mezcla me dio curiosidad, al principio fue tan extraño, pero luego le agarras el gusto...
Jungkook la miraba sin entender el punto.
—...Es un café con limón y hueles así —agregó manteniendo la curva amable de sus labios y los ojos entrecerrados.
—A veces entrenamos y salimos, somos compañeros después de todo, nos estamos llevando mejor —ni siquiera era consciente de cómo empezó a excusarse tenso.
—Me alegra que se estén llevando bien, es normal que sus aromas empiecen a mezclarse si pasan más tiempo juntos.
"Pero no debería ser tanto, ya comienza a ser sospechoso".
—Supongo.
—Es una combinación agradable —revolvió el cabello del menor con cariño.
—Eres tan extraña, Jisoo noona.
Ella se encogió de hombros sin tomarle importancia y le dio un empujoncito para hacerlo avanzar.
Terminó por asumir que debía ser aún más cuidadoso si no quería que la estación entera, no, que todo el cuerpo de policía de Seúl se enterara de sus pequeñas aventuras con otro alfa. No está dispuesto a ser el fenómeno de circo de nadie.
Yoongi comenzó a notar que pasó de un extremo a otro, de muchas caricias a raciones comedidas, se lo hacía saber a partir de pequeñas señales no verbales hasta que fue turno de Jungkook recordarle lo obvio, que sus aromas juntos resultaban ser una pésima y evidente combinación, que en cuestión de tiempo sabrían de sus íntimos encuentros.
—Ten, si tanto te incomoda que mi olor se quede en ti... —Yoongi le arrojó un aerosol de tamaño de bolsillo tras terminar de vestirse.
Apretó sus labios, no le gustaba esa mirada que ocultaba pequeños rastros de algo, como si estuviera decepcionado, quizás herido, no podía saberlo si Yoongi no se lo decía...pero él también estuvo marcando límites para que no se entere la estación entera, ¿por qué ahora se mostraba como si estuviera ofendido?
Sigue sin entender y si bien cada encuentro por breve que sea lo disfruta a montones, pareciera ser una transacción y su hyung se va...y quiere que se quede, sabe que Yoongi también quiere quedarse.
Ni siquiera debería quejarse porque está implícito, pero en conocimiento de ambos, los términos de sus encuentros. No buscan nada del otro más que diversión y calor. A Jungkook le sorprende estar pensándolo más de la cuenta.
¿Entonces qué demonios quiere de Yoongi?
¿Qué quiere ese insufrible alfa?
El aroma tostado sigue en su almohada, hunde su rostro en la textura afelpada e inhala llenando sus pulmones, embriagándose con el café. Debió decirle a su hyung que era bienvenido a compartir unas horas a su lado, pero desde que su madre le avisó que vendría a visitarlo en su día libre, prefiere que el ambiente esté lo más neutral posible.
Un poco de paranoia y un poco sabiendo que su madre es una mujer astuta.
Prefería prevenir: nada de olor a café en su espacio.
Al día siguiente apenas coincide con el alfa azabache que tiene su vida alterada. Ha sido una jornada particularmente caótica que tiene a todos corriendo de un lado a otro para cubrir los puestos. Yoongi ni siquiera se encuentra en la oficina. Jisoo observa desganada un cerro de archivos en su escritorio y Jennie tiene una cara que expresa llamado de auxilio cuando llegan otro par de personas más a la recepción. Habría hecho un relevo, pero su jefe sin perder la amabilidad lo envía al patrullaje rutinario con otro oficial beta.
Y si bien el viaje es tranquilo y el vehículo solo huele al adorno aromático que colgó una de sus compañeras omegas, su estomago hormiguea, no puede dejar de pensar en los besos que se están transformando en una necesidad, en la esencia a amarga instalada en su memoria y el empuje intenso de unos labios rosados sobre los suyos.
Cuando Yoongi llega con semblante exhausto y se desparrama en su escritorio, Jungkook no puede mentirse y decir que no está feliz de verlo. Más feliz todavía al segundo que esa voz ronca y cansina le dice: —podrías venir hoy —nota que sus ojos cargan un brillo esperanzado, como si suplicara, y negarse no es opción.
Ha pensado en su boca todo el día y cada segundo que no se deleita con un beso incrementa su hambre.
Su hyung no le ofrece quedarse y Jungkook no reclama, ¿cómo podría si las últimas veces lo ha rechazado?
Al menos su sistema nervioso lleva grabado un orgasmo intenso y unas imágenes tan preciosas como obscenas que resumen lo mejor de su día.
Ha archivado tanto material que puede ser un arma de doble filo. Más cuando tiene turno en la mañana —antes los amaba, ahora se acostumbró a turnos vespertinos— y llega más cansado que repuesto con la cabeza en la nubes.
Es un día de orden y nadie parece estar feliz con ello y si Jungkook sonríe a momentos es porque sin proponérselo evoca buenos recuerdos de su reciente noche en compañía del alfa pálido.
Todavía tiene fresco en su memoria la boca de su hyung envolviendo su pene rígido, amoldando su lengua en una caricia blanda y continua, ahuecando las mejillas, respirando profundo antes de empujar más adentro. Sus ojos vidriosos, sus dedos largos apretándole los muslos, subiendo y bajando por la longitud erguida lo tenía en la dicha. Jungkook tiraba de sus hebras oscuras mientras se deshacía suspirando y jadeando, pronunciando frases cortas que lo incitaran a seguir: "muy bueno, hyung", "justo así", "un poco más", "estoy tan cerca...".
Sentía que podría fundirse atrapado en el espacio reducido y mojado. Las descargas placenteras que ascendían por sus nervios se potenciaban con la fascinante imagen de su hyung desnudo con los codos enterrados en el colchón, cómodo y concentrado en tu tarea. Sus manos hicieron un recorrido desde los testículos hasta sujetar la base hinchada que anunciaba lo cerca que estaba de acabar.
—Por favor —había rogado moviéndose con pequeñas embestidas.
Los pulgares hacían presión justo donde se inflamaba el nudo y su boca no dejaba de hacer un exquisito trabajo. Tembló cuando conectaron miradas y esos ojos oscuros no se alejaron de los suyos. Una deliciosa corriente nació bajo su vientre, un brusco tirón que anunció su llegada. Yoongi lo recibió todo sin quitarse, regalando un par de cortas lamidas en el glande hipersensible.
—Hyung cruel —se quejó todavía batallando con los espasmos.
Y cuando pensó que había tenido demasiado, vio al otro alfa acercar la mano a su boca rosada e hinchada, el líquido blanquecino manchaba su palma y el castaño sentía que le faltaba el aire.
—Mírame, Jungkook-ah, no dejes de hacerlo ni un segundo.
Guio su mano a la erección desatendida. El sonido húmedo y lascivo de la fricción, los gemidos roncos y la respiración errática era la sinfonía perfecta que llenaba la habitación. Si su cuerpo no estuviera recuperándose, lo tendría duro otra vez.
Su hyung se acariciaba sin pudor, separaba las piernas para exhibir todo ante sus ojos curiosos, su boca se hacía agua y la amalgama de aromas lo aturdían. Ahogó un suspiro cuando recorrió toda la extensión, presionando el perineo para luego seguir su recorrido hasta llegar a la cabeza brillosa y oscura que frotaba en círculos.
La expresión cargada de hambre y deseo lo estremecía, ¿tanta necesidad generaba en Yoongi?
Grabó cada segundo, sabiendo que la escena sucia lo acompañaría para futuras noches y duchas en soledad.
Yoongi lo quiere volver loco porque la imagen lo acompaña y justamente en un momento que dista de la soledad con Jennie a su lado alegando por su falta de atención. ¿Cómo podría siquiera pensar en el papeleo de oficina con semejante escena pornográfica invadiendo su mente?
Está involucionando a su etapa de adolescente hormonal y si su hyung leyera sus pensamientos le diría "¿acaso dejaste de serlo alguna vez?".
Y al momento que el alfa protagonista aparece con tres tazas, una de té y dos de café, para sus compañeros no puede evitar fruncir el ceño como si el fragmento de diálogo imaginario de verdad hubiera ocurrido.
—¿Qué? ¿Qué hice ahora? —se queja el mayor con su hastío de las mañanas.
—¿Existir? —bosteza la joven beta mirando la torre de archivos que no se ordenarán solos—. Gracias —agrega sujetando la taza de té con cuidado.
Jungkook apenas musita un gracias al tomar su café.
Reparten el trabajo, separando un conjunto de archivos para cada uno. Al cabo de un rato Jennie enuncia un vago "enseguida regreso" y arranca con su celular en la mano, sonriendo amplio con las mejillas rosadas, Yoongi sabe que acaba de recibir una llamada de su novia. Aprovecha el momento a solas y golpea suavecito la nuca de Jungkook, el chico lo vuelve a mirar con la misma expresión de cachorro enfurruñado que le causa gracia.
—Chiquillo mañoso —acaricia corto, rascando el nacimiento del cabello y el alfa más joven siente que se deshace con los mimos—. ¿Tendrás tu día libre mañana? —pregunta en un susurro.
—Sí, aunque mi madre vendrá a verme —responde derrotado, esperando que su hyung entendiera la razón de porque no lo invitaba a pasar la noche.
Habría querido que Yoongi le dijera de nuevo "ven a mi apartamento un rato" y lo único que obtuvo antes de finalizar la jornada fue un beso encerrados en el baño. Las manos sujetaban sus caderas y los labios de su compañero presionaban los suyos, degustando su boca lentamente. Cuando quiso la repetición, el mayor se excuso con una sonrisa ladina: —Nos podrían descubrir.
Jungkook respondió con un quejido rasposo. Fue muy poco, lo dejó con unas inmensas ganas de más, lleno de insatisfacción por un roce que prometía tanto de todo eso que pudieron hacer de haber tenido un pequeño encuentro en sus ya habituales espacios protegidos del mundo.
Estaba más consciente que nunca que su cruel hyung lo hizo a propósito.
Lloriquea para sus adentros cuando en vez de estar sobre el cuerpo desnudo del otro alfa, se dedica a limpiar el apartamento. Quiere que su madre encuentre todo reluciente, que emita la vibra de "adulto joven responsable y exitoso", aunque el refrigerador vacío no ayuda.
No es que no adore a su mamá, pero verla es un cansancio mental, los temas de conversación se repetirán, incluso le recordará que puede volver a casa el día que quiera, Jungkook omite confesar que muy linda será la nueva propiedad de sus progenitores en Busan, pero no la siente como su hogar.
Cuando la recoge en la estación de trenes comenta con orgullo que ha preparado almuerzo. Ella lo abraza y cariñosamente se apoya contra su cuello. A Jungkook los nervios lo traicionan, está seguro que su madre puede olerlo en su piel, aunque usó jabones y perfume para enturbiar su aroma natural. No usó el neutralizador ya que de inmediato preguntaría suspicaz la razón de querer atenuar su olor.
—Cielo, estás un poco más amargo —dice ella con entonación dulce.
El joven alfa se encoge de hombros como si no entendiera, prefiere desviar el tema preguntándole sobre su padre.
Una vez en su apartamento nota como la mujer analiza hasta el último rincón buscando las pruebas que le permitan afirmar que su hijo sigue siendo su bebé que no logra desenvolverse como adulto responsable.
Pretende demostrarle todo lo contrario, partiendo con un buen almuerzo. Con ayuda de las minuciosas instrucciones de Seokjin había preparado un estofado digno de ofrecer a paladares ajenos, fue una odisea hablando por videollamada y enseñándole la comida picada, la olla hirviendo, esperando el veredicto final de su maestro para apagar la estufa. Solo necesitó recalentarlo un poco al regresar.
Sonríe pletórico cuando ella reconoce sus mejoras y que temía que viviera comiendo fideos instantáneos.
—A varios omegas les gusta que un alfa sepa cocinar —agrega limpiando con elegancia sus labios pasando con cuidado la servilleta para no quitar el labial.
—Es necesario saber cocinar —alza ligero los hombros, restándole importancia.
"Yoongi hyung sabe cocinar", una noche preparó un ramen delicioso.
—Podría haberte ayudado.
—¿Por qué habría de molestar a un mocoso mimado que estaba muy cómodo echado en mi cama? —se burló con una semi sonrisa y la bandeja en la mano.
—Yah, hyung, también podría cocinar para ti, aunque no te garantizo que sea lo mejor que hayas probado...—por no decir que podía ser un desastre no tóxico.
Traga saliva, un escalofrío baja por su espalda y una tensión se apodera de su estómago al ser consciente de esas situaciones tan cotidianas —como las que tienen las parejas— que atraviesan antes o después de las caricias. Situaciones en las que está más cómodo de lo que habría llegado a pensar que fuera posible.
Suspira cuando su madre lo arrastra al centro comercial, carga todas sus bolsas de compras mientras escucha atento los detalles de su tranquila vida lejos de la capital, aunque Busan no deja de ser una ciudad con bastante movimiento. Le comenta de las vacaciones que está planificando junto a su padre y que por supuesto él y su hermano están invitados.
Ella le dice sonriente que tiene una reserva en un restaurante. Ya es algo sospechosos para el castaño, luego cuando agrega que irá una amiga entiende en qué terminará la noche.
Y sus predicciones se cumplen, terminan cenando junto a su amiga de los años de instituto y la hija omega, chica universitaria.
No quiere ser maleducado y pone todo su esfuerzo para disfrazar su aburrimiento y aparentar interés en las conversaciones. La omega es una joven bonita y delicada, complexión delgada, de cabello largo enmarcando su rostro de corazón, le recuerda a una muñequita, su voz también es tan dulce como su aspecto. Relata con entusiasmo lo mucho que disfruta la idea de ser maestra de primaria porque adora a los niños.
Ella es exactamente lo que su madre quiere para él.
No es lo que Jungkook quiere para sí mismo.
El alfa asiente y sonríe, halaga que mantenga una fuerte vocación y destaca lo bonito de su campo laboral. Siente que emite frases de manual, que habla lo que quieren escuchar y lo único que verdaderamente disfruta es vaciar y volver a llenar su copa.
A su hyung le gusta el vino y cuando está echado en el sofá, postura relajada, flexionando una pierna y con una copa en la mano, es una belleza digna de retratar. Sus dedos largos en el cristal, la sonrisa tranquila y las arruguitas en sus ojos que aparecen cada vez que está contento lo dejan mudo.
Debería dibujarlo... y en su mente realiza los trazos que le van dando forma a su rostro.
Solo piensa en Yoongi, es como si hubiera expulsado de su memoria cualquier otra cosa, a cualquier otra persona, todo lo adicional se volvía más difuso.
¿Cómo dejar de pensar en su rostro hermoso de mirada afilada? ¿En su cuerpo delgado y fibroso? ¿En su pequeña cintura que sus manos pueden moldear tan bien? Se aventura a subir el tono de sus fantasías, porque imagina sus caderas estrechas, sus muslos pálidos, tan suaves cuando los ha acariciado, ya se hace la idea del tacto terso si pudiera recorrerlos con los labios y ascendiendo por ellos llegaría a esa zona caliente que se abultaría tan solo su hyung leyera sus intenciones, incluso antes de tocarlo estaría grueso y rígido listo para probarlo, porque sabe que Yoongi reacciona con cada pequeño estímulo y se siente tan poderoso sabiendo que puede domar al otro alfa sin usar la fuerza, solo un poco de placer y es suficiente para tenerlo rendido. Quiere ver a su sunbae retorciéndose con sus caricias, rogándole.
No debería estar pensando en lo mucho que desea delinear con la punta de su lengua ese glande rosa oscuro mientras las mujeres en su mesa le preguntan diversas trivialidades de su trabajo. Responde vagamente porque su atención está a millas de distancia en tanto imagina la piel afiebrada dentro de su boca, un poco salado, un poco amargo cuando recoja su esencia de la pequeña hendidura. Visualiza sus dedos largos sujetando la base entre los ásperos vellos negros que resaltan tan bien en su tez cremosa.
—Jungkookie, cielo...
El aludido sonríe suave, pronunciando un cordial "permiso" antes de levantarse y dar media vuelta en dirección al baño. Tanto cuidar que su aroma no lo delate y ahora corría todos los riesgos de exponer su excitación frente a ellas. Sentía su esencia brotar densa.
Una vez encerrado, pestillo puesto, saca su teléfono del bolsillo y marca el número del sujeto invasor de sus pensamientos sucios.
Si cae no será solo. Quiere a su hyung tan caliente y necesitado como él.
—Hyung~ —pronuncia dulce y coqueto apenas escuchó su voz ronca al otro lado de la línea. Puede que sea el efecto de las copas de vino que le dan el valor para decir todo aquello que le parece tan vergonzoso—, he estado pensando en ti.
—¿A qué se debe el honor, mocoso? —bromea Yoongi subiendo las escaleras a su apartamento mientras su mano en el bolsillo busca la llave.
—¿Te conté que mi madre tiene complejo de casamentera y está intentando que compatibilice con una omega?
—¿Y para qué querría saber eso? —masculla y el mocoso tiene el descaro de reír. Yoongi medita si cortar la llamada.
—Pues no dejo de pensar en ti, Yoongi hyung —repite suavecito, acariciando entre sus piernas encima de la áspera tela de mezclilla, delinea la forma y lo acuna—, me tienes tan duro...—empuja contra su palma y gime bajito—, pienso en lo mucho que deseo tu gran pene gordo...
Yoongi se atora con saliva ante la frase inesperada. Jungkook vuelve a reír cuando lo escucha carraspear.
—¡Yah! —se queja forzando a su mano a mantener firme el teléfono que casi suelta. Las llaves ya están en el suelo—. Me quieres matar —agrega con el rostro hirviendo, hasta las orejas arden. También el calor baja de golpe a su ingle acompañado de un agradable hormigueo.
—No, te quiero aquí conmigo, quiero tenerte en mi boca —comenta con su voz tranquila y cargada de sensualidad, como si supiera que cada sílaba aterciopelada fuera una caricia en la erección del otro alfa, palpitando y ardiendo aprisionada por la tirante ropa interior.
—Maldición —cierra la puerta y se deja caer en el sofá batallando con la hebilla del cinturón.
—¿Te gustaría, hyung~? —susurra tocando directo, un viaje de arriba hacia abajo por la extensión rígida, suspirando contra el teléfono—, quiero dibujarlo con mi lengua, quiero probarlo, ¿quieres?
—Muero por que lo hagas —dice ronco, cegado por el deseo. Ha cerrado los ojos e imagina las caricias satinadas de esa boca y la mirada de chispa traviesa del alfa que lo está derritiendo con solo una llamada.
—¿Estás imaginando cómo sería? Llegando hasta mi garganta, ahogándome contigo —lo incita a fantasear antes de emitir otro ruido bajito y grave—. Cuando te la chupe, me estaré masturbando justo como ahora —ríe ligero y aumenta la velocidad de los movimientos de su mano—, estoy encerrado en el baño de un restaurante, tan duro y pensado en ti.
—Estás loco, Jungkook-ah —dice ahogado frotando con el pulgar la punta que gotea—. Jungkookie...
—También estás enloqueciendo... imaginando cada cosa que podríamos estar haciendo juntos —pronuncia con la voz áspera y que a momentos se quiebra.
Yoongi siente que se le corta la respiración, su corazón late tan rápido con cada "hyung" que Jungkook gime contra su oído a través del maldito celular —desearía las cosquillas de su aliento tibio, la piel húmeda contra la suya—. Cada frase e insinuación lasciva lo acercan al orgasmo, uno que culmina con un "me encantas, Jungkook-ah" incapaz de emitirlo, pero hace eco dentro de su cabeza nublada.
Jungkook mira sus manos manchadas, las limpia cuando se recupera del efecto demoledor y los temblores que debilitan cada músculo de su cuerpo. Usa el aerosol —excelente regalo— para atenuar el evidente aroma a excitación, permanece unos minutos más encerrado en el baño, mirándose al espejo, esperando que el rosado de sus mejillas desapareciera.
Si ningún omega o alfa se ha acercado a esa puerta se da por salvado. Suspira aliviado al salir y ver el pasillo vacío, tampoco atrae miradas en su camino de vuelta la mesa.
—Necesitaba hablar con un compañero de trabajo —dice frente a la mirada de su madre que exige explicaciones por la tardanza. Puede afirmar con toda seguridad, no es una mentira, tuvo una grata charla con Yoongi gimiendo en su oído.
—No deberías estar pensando en el trabajo en tu día libre.
Le parece irónico que lo diga cuando cerca de media hora atrás lo llenaron de preguntas respecto a la interesante labor de policía, pero omite la queja y asiente.
Está cansado y después la frustración se abre paso triunfal, recordándole lo que pudo haber estado haciendo en su día libre, pero no, tiene un postre que no le apetece y a una omega que le sonríe con ternura —tampoco le apetece—. Le enoja su falta de valor, pudo haber distribuido su tiempo de otra forma, encuadrar a su madre y decirle: "no, no quiero acompañarte y que me presentes a otra omega". Ahora estaría convenciendo a su hyung de pasar la noche entera con él en lugar de una insulsa conversación y un postre empalagoso.
Su día libre termina con el alfa castaño hundido en sus frazadas, ahora su madre continúa su itinerario visitando a su hermano y cuñada, Jungkook puede respirar tranquilidad.
Amarga tranquilidad, preferiría estar agitado intercambiando caricias con Yoongi. Apenas queda un resto muy tenue del aroma a café en su almohada, hunde el rostro e inspira profundo.
¿Por qué le es tan difícil asumir que contraria a cualquier lógica disfruta del aroma de un semejante? Cuando vuelvan a compartir un espacio de intimidad querrá restregar la mejilla contra su cuello.
Cerrando los ojos se concentra en la fragancia que inunda su olfato. Sus olores mezclado no estaba para nada mal, había subestimado la combinación.
Al mismo tiempo se pregunta cómo lidiar con su propia naturaleza, porque está deseando a su hyung como ha deseado a algún omega. Queriendo someterlo, queriéndolo impregnar de su olor, batallando con sus ganas de morderle el cuello cuando está desnudo frotándose entre sus piernas. Yoongi por su parte le ha asegurado que marcarlo no es opción y quiere creerle, pero como alfas pueden ser dominados por sus instintos posesivos.
¿Acaso su hyung no se está cuestionando estas cosas?
Yoongi pone barreras y no se ha entregado a él como lo haría un omega o alguien que busca ser delta.
Si cortejara a Yoongi, ¿querría ser su delta?
¿En qué momento pasó a pensar en el otro alfa como posible pareja en lugar de compañero de aventuras casuales?
Su cabeza es una maraña de ideas. Todo confuso y sin forma, con anhelos y deseos que recién comienza a explorar. También lleno de temores.
Despierta antes que suene la alarma. Bosteza y mira la bandeja de mensajes y notificaciones, entre ellas una solicitud de amistad de la omega que conoció ayer, sin pensarlo demasiado da click en aceptar, aún sabiendo que no le hablará por iniciativa. Seokjin le pregunta si tiene la mañana libre, invitándolo al gimnasio porque ir solo se le está haciendo tedioso.
Apenas su hyung lo ve lo abraza y se apega a su cuello, impregnándose con el aroma a limón y jengibre, el menor aturdido deja un par de palmadas en su hombro.
—No es que me guste andar oliendo a un alfa, pero me sirve para alejar a los indeseables —comenta entrando a las instalaciones.
Hay pocas personas, pero el olor salado del sudor y la combinación de feromonas siempre son como un golpe a su olfato.
Nota que su mayor moría de ganas de hablar con alguien porque no ha pasado un minuto en que no le esté contando alguna anécdota o queja de la semana. Mira su expresión cansada y le pide con entonación comprensiva que no se sobreexija —en todo ámbito, ejercicio, trabajo, relaciones—, su hyung siempre está dando demasiado.
—Tan fuerte, pequeño alfa —bromea Seokjin cuando Jungkook le pide que agregue otro par de discos a la pesa.
Acomoda su espalda en la banca larga, mira hacia arriba y se encuentra con la expresión sonriente del omega alto que sostiene la pesa para él. Hace el conteo en voz alta de cada repetición, sus músculos reclaman por el esfuerzo. Seca su frente con la toalla y releva turnos con Jin.
—Pregúntalo, sé que quieres hacerlo.
—¿Cómo van las cosas con Yoongi?
Justo lo que pensaba.
—No lo sé, lo único que tengo claro es que lo disfrutamos —responde sincero.
—¿Solo eso?
—Siento que tengo un caos en la cabeza y en mi vida y Yoongi hyung...no sé qué espero de nosotros, pensé que un par de aventuritas semanales bastarían, pero no es suficiente —intenta explicarse—. La semana anterior lo intenté con un omega y me sentí tan extraño...
Porque no tantos días después que empezó a restringir la cantidad de encuentros con el alfa azabache, recibió un visita espontánea de Yugyeom y si bien por una parte le contentaba saberse deseado por ese chico atractivo que por fin despejaba un espacio en su agenda para él, por otra, era demasiado...suave y dulce, bonito, pero todo se sintió como si lo hiciera por cumplir para no herir el ego de ninguno de los dos. Un continuo sobreesfuerzo para no pensar en los dedos largos de su hyung apretando su erección y mordiéndole la boca.
—¿Te gusta?
Jungkook traga saliva y no sabe qué responder. "¿Sí?", ya que pronunciar un "no" tampoco lo convencía de ser una respuesta honesta.
—Nunca me había sentido atraído por un alfa, nunca había estado con uno —lo susurra bajito, pese a que la música suena fuerte y el único sujeto que comparte espacio en la sala de pesas está a varios metros y lleva audífonos.
—¿A qué le temes?
A tantas cosas. A la reacción de su madre, a los posibles comentarios del común de la gente. A sentirse como una rareza, un número de un freak show, claro que no lo mencionaría frente su hyung que siempre le han gustado los omegas siendo uno y ha luchado contra montones de prejuicios.
Jungkook no ha empezado a pelear contra los suyos si no puede admitir sin que sea un peso que Yoongi le gusta, que ese alfa traspasa las murallas de la simple curiosidad, que es más que una anécdota producto de las hormonas alborotadas.
—No puedo mentir y decir que no temo a que en algún momento nuestra naturaleza agresiva e impulsiva nos domine e intentemos marcarnos o terminemos heridos.
—No te preocupes, Kookie, confía en Yoonie, ya ha pasado por los mismos temores antes...
"¿Qué?", ¿lo dijo o lo preguntó en voz alta?
—...Sabe como funcionan las cosas en este tipo de ¿relaciones? ¿encuentros casuales? O como prefieras llamarlo...
—¿Qué? —repite procesando toda la información. Justo las piezas faltantes que encajan tan bien con sus dudas y siembran varias adicionales.
¿Acaso no era la pieza que faltaba para entender porque su hyung nunca mostró disgusto por sus avances?
Se siente tan ingenuo...
"¿Nunca lo pensaste?", la interrogante de Seokjin seguía reapareciendo.
Estuvo tan embriagado de lo novedoso, de las sensaciones y emociones internas que sencillamente no pensó en indagar en el pasado del mayor. Solo quería más y buscaba más. Y cuando las preguntas comenzaron a formarse no les dio el peso hasta que Seokjin le enrostró que no era una experiencia nueva para Yoongi.
¿Así que su hyung era un alfa anormal?
¿Desde cuándo le gustaba entonces? Porque nada le sacaba esa idea. Está seguro que le gusta a su compañero, más allá de la curiosidad y encuentros casuales, y eso explicaría la razón de que correspondiera cada uno de sus impulsos. La tensión, esas miradas...
¿Le habría gustado otro de sus compañeros alfa de la estación? ¿Habría estado con alguno?
Se topa con Yoongi de frente por el pasillo de la estación. Intenta que no se noten los nervios al saludarlo. Se siente inquieto, incluso pequeño frente a su mirada intensa y al mismo tiempo una molestia se instala en su estómago.
Sobre todo al notar el rastro de un aroma, el de otro alfa apenas impregnado en su piel y no de forma casual. Hay ligeros matices que le permiten armarse una escena ¿o serán sus pensamientos confusos que le hacen idear situaciones ficticias?
Su hyung estuvo con otro alfa.
Conoce ese aroma a naranjas...
***
Creo que pasa el tiempo y escribir smut me siguen poniendo roja xD (igual no lo escribiría si no me gustara) y estaba diciéndome "en qué estás pensando?" Cuando leía algunas cosas que están escritas para más adelante. En fin solo vuelvo a dejar la advertencia hecha de las cochinadas y la versatilidad uwu
Gracias por leer 💖 les amo.
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