VI. Vainilla
—Acaso ese par de alfas no son conscientes de lo erótico que puede ser esto, es decir poca ropa, cuerpos musculosos brillantes y aceitosos, roce de pieles, forcejeo uno sobre otro...—comentaba Seokjin entre risas.
—Mira como aprieta su cuello con esos muslos —alentaba Hoseok, llevando la copa a sus labios.
—Es como todo un ritual de cortejo bastante primitivo, una lucha para ver quién se gana arriba de quién —bebe un poco de vino y picotea una galletita con queso—, claro lo cortan antes de llegar a esa parte para que no sea una película porno.
Taehyung estaba sentado entre sus novios. Entre su alfa destinado y el precioso omega. Observaba curiosos la escena de lucha libre que gracias a los dos hombres a su lado no podía pasarlo por un filtro que no fuera el del erotismo. Demasiada intensidad en las miradas, demasiada fricción y gruñidos.
—¿Jugaste a las luchas con Yoongi? —Jin hizo un pequeño guiño.
—Varias veces y lo atrapé justo de esa forma entre las piernas.
Dos alfas. Sonaba demasiado brusco. Se veía como una batalla de empujes, apretones, agarres fuertes. Sudor y moretones sobre lienzos fibrosos.
Hoseok le había confirmado que era así. Seokjin también.
Intenso, brusco y apasionado.
Imposible no recordar ese momento ahora que Taehyung siente un escalofrío bajar por la espalda cuando mira a la distancia como Yoongi arrastra a su amigo a un cuarto vacío. Camina rápido entre las personas, silencioso y preocupado. La puerta se cierra a pocos pasos. Se debate qué hacer, dos alfas enojados juntos nunca es una buena combinación —aunque Seokjin le ha dicho que a veces pasan cosas interesantes en tales situaciones—. Muerde su labio y quiere tocar, lo detiene una mano sobre su hombro que le hace voltear.
El anfitrión omega niega suavecito, preocupado, pero expectante. También como si temiera interrumpir algo importante que sucede en ese espacio reducido.
Ambos omegas están tensos por el olor amargo y ácido que empieza a traspasar de la habitación cerrada al pasillo, aunque la curiosidad es más fuerte.
—Deberíamos entrar...
—Espera un poco más, solo están discutiendo —dice con cada sentido atento.
A juzgar por las palabras y frases sueltas en voz alta que alcanzan a captar a través de la puerta y la pared, Tae puede notar la incomodidad en su amigo omega.
Jimin quiere escapar cuando escucha su nombre en la discusión, pero la preocupación no lo deja, está preparado para intervenir. La intensidad aumenta cuando Yoongi parece estar perdiendo los estribos, Jungkook exclama de vuelta y Taehyung se sobresalta en su sitio. Ambos escuchan claramente de qué va el conflicto —uno que llevan arrastrando básicamente desde que se conocieron—.
La tensión y el aroma se suaviza.
—Creo que están resolviendo la tensión —dice bajito con una pequeña sonrisa de alivio.
La boca de Taehyung se entreabre y de un salto entusiasta llega a centímetros de la puerta, pegando la oreja a la madera por si escucha algo diferente y novedoso, un poco en sintonía con la conversación que tuvo con Seokjin, quiere saber si es que resuelven aquel tipo de tensión.
Nada.
—Tae, ¿qué haces? —lo tira del hombro y riendo lo aleja—. Vamos, deja que conversen tranquilos.
Asiente y avanza por el pasillo junto a su amigo, aunque con la curiosidad picando fuerte en su cabeza.
Ha estado pendiente y no los ha visto salir... voltea de tanto en tanto y el tiempo sigue pasando. Los invitados se van retirando. Seokjin sugiere lo mismo apoyando el mentón en su cabello antes de avisarle que irá por Hoseok.
Taehyung busca el contacto visual de Jimin quien al segundo mismo le sonríe cómplice.
—Les diría que se queden, pero mi pieza de invitados está ocupada —se encoge de hombros sin que los labios perdieran la curva sugerente.
La curiosidad lo devora, necesita saber qué está pasando dentro de esa habitación. Jungkook no se salvará de sus preguntas. Tal vez ya no suene tanto a una locura pensar que su amigo pudiera sentirse atraído por un alfa y que la tensión acabara en una batalla llena de roces duros.
—Hoy conduces —le recuerda Seokjin cuando llegan al auto estacionado—. De preferencia hazlo concentrado en el camino, por favor, Tae-Tae.
En las fiestas, debido a que por lo general evita el alcohol, sus novios lo designan de conductor. Aunque los dos mayores coinciden en que incluso sin sustancias alterando el sistema nervioso Taehyung es un poco desastroso al volante.
—Creo que la mayoría en el auto pensamos que Jin hyung con un par de copas encima maneja mejor —confirma Hoseok riendo desde el asiento de atrás cuando el vehículo brinca luego que Tae pasará por encima del bache el lugar de esquivarlo.
Seokjin hace un movimiento afirmativo y agrega un poco de carbón al fuego: —Es que a nuestro lindo dongsaeng le gusta darnos un poco de adrenalina, nada que envidiarle a un parque de diversiones.
—Tae-Tae, te confiamos nuestras vidas. Recuerda también que Jin hyung te puede dejar en abstinencia si dañas su auto.
El fotógrafo al volante se queja con un "yah", acompañado de un puchero mientras hace su mayor esfuerzo manejando con pánico y el permanente terror que se cruce un animal en su camino. Sus novios no lo entienden y le hacen bullying cada vez que está al mando del vehículo.
—Yoongi hyung llevó a un Jungkook a una habitación, estaban discutiendo —suelta Taehyung sin resistirlo más. Necesita hablarlo, además sirve para que dejen en paz sus (carentes) habilidades para la conducción.
—¿Y pasó algo interesante? —Seokjin voltea brusco hacia el menor y levanta las cejas.
—No lo sé, intenté escuchar detrás de la puerta, pero no hubo señales de que hicieran algo.
—¿De qué hablan? —Hobi despega la vista del celular y busca engancharse a la conversación.
—De que Yoonie y Kookie se encerraron en una habitación a discutir —comenta Jin con la sonrisita de plena diversión dibujada en el rostro.
—¿Discutir? ¿No pasó algo más? —pregunta inclinándose hacia los asientos delanteros entre el espacio de ambos.
—No lo sé —responde con entonación infantil y frustrada, aunque sin quitar la vista del camino—. Sé que discutían de algo...
—Más bien alguien, me arriesgaría a decir que sonaba el nombre de "Jimin" —acota Seokjin.
—Sí, pero después escuché que Kookie por fin se quejaba con Yoongi hyung porque lo subestimaba y luego nada más, pero no salieron de la habitación entonces no lo sé, imagino tantas cosas...
—¿Ningún ruidito sospechoso? —Hoseok esboza una sonrisa amplia.
—¿Ningún gemidito perdido? —indaga Jin aún más curioso.
Niega con un puchero y pasan sobre un segundo bache mal esquivado.
—Apenas vea a Jungkook sacaré toda la información posible.
—Haré lo mismo con Yoongi hyung.
—Y luego ambos me contarán —exige el mayor de los tres.
Llegan al apartamento de Jin exhaustos y quitándose los zapatos, el alfa camina arrastrando los pies para desplomarse en el sofá de la sala de estar, mientras Taehyung sigue a Seokjin, quien agotado comenta que mañana tiene que ir a una grabación por la mañana y lo mucho que detesta dormir pocas horas.
El omega voltea hacia Tae y acaricia sus mejillas tibias antes de dejar un corto beso en los labios.
—Dejaré desayuno para ambos en el refrigerador —comenta y de paso comienza a quitarse la camisa.
Continúa hablando de los quehaceres pendientes y le recuerda a Tae que debe lavar la ropa sucia acumulada y que —¡por favor!— cuide de no mezclar los colores, en tanto rebusca en los cajones el pijama que se antoja usar.
Taehyung asiente riendo, no olvida la vez que sin querer tiñó unas camisas blancas del omega al mezclar todo en la lavadora o de un par de prendas que encogió en la secadora. Los electrodomésticos, así como la cocina, resultan ser toda una batalla, pero sus novios han tenido la suficiente paciencia para enseñarle. Igual que a conducir, Seokjin con exclamaciones y Hoseok con el corazón en la garganta.
—¿Escuchaste lo último que te pedí? —pregunta Jin consciente que su novio acaba de perderse en sus propios pensamientos.
—¿Separar la ropa por colores?
—Además de eso hay que comprar detergente porque no queda.
El menor afirma con la cabeza, mirando con deleite la espalda de su novio omega, le gusta lo ancha y firme que es. Recuerda lo mucho que adora aferrarse a sus hombros y hundir las uñas cortas en ellos cuando se monta desnudo en su regazo. Observa la piel cubrirse con la camiseta del pijama celeste, avanza un par de pasos para besarle el cuello, susurrándole un "te amo" bajito en el oído y su hyung tiembla murmurando un "también yo".
Ama a sus novios y a veces, cuando anda más sentimental de lo usual, su garganta se aprieta porque no entiende cómo es tan afortunado para que esas dos personas maravillosas hayan aceptado estar con él.
Siente que sus lazos son inexplicables. Flechazos. Aparecieron en momentos repentinos, no fueron suaves, no fueron de esas atracciones livianas que crecen fuerte con el paso del tiempo —no duda tampoco que su amor ha fortalecido con los años—, sino que se trató de dos sacudidas repentinas. Sorpresas que aturden y quitan el aire. Instantáneo al verlos.
Primero Hoseok en sus años de instituto, sintió ese aroma fuerte de un alfa, pero con toques de dulzor, entre un universo de amplia gama de olores, ese destacaba. Sol brillando entre las nubes grises —Taehyung tenía un ánimo bastante gris luego del repentino cambio de escuela—.
Naranjas. Frescas, ácidas, un poco amargas y dulces.
¿Cómo era posible que un simple aroma hiciera latir su corazón con tanta fuerza?
Era nuevo por los pasillos, pero aquella fragancia a naranjas lo hizo sentir acogido. Caminó con los sentidos agudizados, buscando desesperado con la mirada la dirección del aroma. Pasaron días de copiosas cantidades de información y torpe socialización con sus compañeros, había un chico con aroma a frambuesas que adoró apenas se sentó a su lado y le sonrió con los ojitos cerrados.
No tuvo que buscar al dueño del aroma ácido, fue como si el destino se lo hubiera puesto en el camino. Se debatía entre preguntarle a Jimin o guardarse algo que sonaría intenso y a una locura. Como esas mágicas historias de las parejas destinadas. Hasta la fecha no se había enamorado, ni siquiera se sentía atraído por alfas.
—Jimin hyung —dijo empalagoso, atrayendo al omega bajito al pasar un brazo por su hombro—, si usas tanto esos neutralizadores de aromas privas a las personas como yo que les encanta —acercó la nariz a su cuello con toda confianza y su nuevo amigo se retorció riendo.
—Jimin-ah —se escuchó una voz ronca a sus espaldas.
—Oh, por fin, aquí está el pequeño rollito de canela.
Y Taehyung quedó encandilado con tanta luz.
Ahí estaba el alfa con aroma a naranjas, su destino, se habían encontrado y quiso llorar sin entender la razón. Era algo tonto, raro y el corazón parecía que se saldría por su garganta con los saltos violentos dentro de su pecho. Ni hablar del resto de sus entrañas que se fundían.
¿Tan afortunado era para tener una pareja predestinada?
De ahí todo fue navegar con viento a favor. Fácil, natural, cómodo, espontáneo. Esa sensación de conocerse de toda la vida y lo más extraño fue darse cuenta que literalmente compartían emociones que terminaban mezclándose.
Un conjunto de inexplicables conexiones.
Al principio le abrumaba, si Hoseok estaba triste, Tae sentía esa tristeza resonando su interior, si estaba feliz o enojado también hacía eco. Lo mismo pasaba en su alfa que recibía como un canal abierto sus emociones fuertes.
Lo había aceptado apenas apareció en su vida. No dudó en dejar que marcara su cuello, menos aún de la relación que se prolongaba. Llena de amor y confianza, tanta que Hobi le contó de aquello que mantenía antes con Yoongi. "Vamos, cuéntame más detalles sucios de cómo lo hacen entre alfas", había pedido sentado en sus piernas, llenando de besos su rostro, acariciando con los labios los pómulos perfectos.
Nunca se imaginó que alguien volvería a causar esa sensación de que se movía la tierra bajo sus pies.
Hasta que apareció Seokjin, desordenado su mundo y sus planes.
Se preguntaba cómo podía ser tan egoísta teniendo a su pareja destinada y que su corazón se agitara con otra persona. Se suponía que esas cosas no pasaban, no recordaba haber leído nada parecido. Porque todas la historias eran románticas, perfectas y con finales felices por siempre o trágicas de inmolación en nombre del amor si alguno tenía una azarosa y prematura muerte, no por la posibilidad de enamorarse de otro —que no fuera el destinado—. Parecía no concebirse dentro de esas uniones místicas prefabricadas por fuerzas superiores.
Cuando Seokjin comenzó a gustarle no significó que su amor por Hoseok disminuyera. Aunque si fue un trayecto culposo intentando sublimar su deseo en una amistad. Hasta el punto inevitable.
La atracción fue inevitable.
Y también ocurrió por un aroma embriagando a sus sentidos al primer contacto.
Apenas sintió la dulce fragancia a vainilla abrir su apetito.
Taehyung caminaba por la acera en una tarde de domingo, no había cálidos tonos anaranjados, solo grises en diversos matices. Particularmente no le molestaba, tampoco le apasionaban los días cubiertos de nubes esponjosas y oscuras. Era solamente eso: un día nublado. Daba pasos amplios con sus piernas largas y reacomodaba su bufanda cada vez que el viento soplaba agitado su ropa, sus cabellos y las ramas de los árboles. Tibio y silbante. Un anuncio de que la lluvia llegaría fuerte. Esperaba alcanzar a comprar el encargo y salvarse del llanto del cielo.
Un par de gotitas solitarias golpearon su rostro con gentileza, apresuró sus pasos sin perder la atención de los escaparates. Aunque su olfato le decía que estaba cerca. El olor de algo recién horneado en un día nublado abría fácilmente el apetito de cualquiera.
Sonrió triunfante, podría decirle a Hobi y sus amigos "Taehyung no se perdió, ¿ven que me subestimaban?". Entró a la pastelería señalada y varios aromas agradables inundaron su olfato. Su estómago se sentía tan vacío que reclamaba después del atractivo estímulo visual de bollos y pastelillos adorablemente decorados.
Hubo otra cosa llamativa...
Un aroma deliciosamente dulce, cremoso y espeso a vainilla. No eran los pasteles, estaba seguro, porque siguió un camino desde su nariz hasta llegar directo a su vientre y más abajo en forma de hormigueo.
Mordió su labio y no pudo evitar reír. Le gustaban los olores dulzones. Demasiado, por eso cuando conoció a quien llamaban predestinado fue la primera vez que el aroma de un alfa se le hizo agradable. Respecto a ello no concordaba con Yoongi que no lo encontraba dulce, muy ácido, amargo y quizás una notilla bien ligera de dulzor, pero para Taehyung era ácido y bastante dulce.
Sesgos y diferencias de percepciones, ¿por qué alguien olía diferente para dos personas distintas? Tae creía que podría tener que ver con la historia y los genes de cada uno. A ciencia cierta, no tenía idea y solo especulaba a partir de artículos y blogs que se topaba casualmente por internet.
Por algo era su predestinado, ya que no había encontrado toques de dulzura en otros alfas...
Pero ese aroma a vainilla era abrumador, más que el de otros omegas y le había gustado la fragancia de varios. A veces se acercaba a Jimin, se recargaba en su hombro y, entre risas con la nariz en su cuello, le decía: "hueles tan bien". Muy agradable, pero no removía sus hormonas.
Ahora quería decirle al hombre apuesto que acababa de alzar la mirada de su móvil: "hueles tan bien que quiero comerte". Bastaba con observar esos labios tan llenos para tentarse. Su rostro era hermoso.
¿Qué demonios pasaba con sus pensamientos desordenados? De repente estaba cegado, su mundo se redujo a esas paredes y al omega que quería devorar como al postre que era...
Degustar la vainilla en la punta de su lengua. Embriagarse.
Para Taehyung no suponía problemas: primero admitir la belleza ajena y segundo admitir que acababa de conocer a un hombre omega que estaba sacudiendo su organismo desde lo más profundo e instintivo. El problema era que ese encuentro no pasó antes de conocer a Hoseok.
Aunque tampoco se imaginaba una vida sin su pareja.
Todo era una maraña muy confusa de pensamientos, emociones, hormonas bullendo y gritos de sus instintos.
Hasta antes de Hoseok, los alfas no sacudían nada en su interior. Incluso su madre concernida por su despreocupada declaración sobre el tema lo arrastró al médico para un chequeo y todo en orden con sus hormonas. Tampoco lo hacían los omegas, aunque olían mejor y le agradaban más, puesto que le gustaban muchos los dulces, suponía. Cuando pequeño se devoraba las bolsas de caramelos y el helado de la nevera hasta que su estómago dolía.
Se solía decir a sí mismo que quizá ya llegaría alguien que lo remeciera. Podría ser un beta u otro omega o un alfa cuyo olor le pareciera atrayente. Entonces su familia se puso feliz cuando su destino se cruzó con el de Hobi en su penúltimo año de instituto.
Seis años juntos. Seis años en que había una conexión que no podía romperse. Llena de ese cariño incondicional y una concepción de mantenerse juntos y seguir amándose.
Solo que estaba deseando a ese omega —no excluyente de su amor por Hobi—.
Un omega como él deseando a otro de su tipo. No sabía qué hacer o siquiera debería hacerse la ilusión que algo pudiera pasar. Nunca había deseado a alguien que no fuera Hoseok.
Ni siquiera debería pensar que algo pudiese pasar entre los dos.
Y era terrible. El aroma a vainilla dulce le causaba más hambre que los mismos pastelillos prolijamente ordenados en la vitrina.
—Mmm, qué bien huele —no sabía de dónde sacó el valor para decirlo y sonreír.
¿Acaso estaba coqueteando? Si lo pensaba un poco más se avergonzaría de sí mismo. No quería incomodar al omega guapo con sus "desviaciones" como escuchaba por ahí que le decían a quienes se fijaban entre la misma casta. Mordió su labio, iba a disculparse y pedir el pastel que encargó su novio alfa para el cumpleaños de su hermana.
Para Taehyung suponía contrariedad, por una parte los omegas siempre le habían parecido agradables y suaves, no se sentía ajeno desear a quien estaba tras el mostrador, pero nada le señalaba que para el otro hombre fuera igual, por otra parte estaba Hobi omnipresente, señalando dónde estaban sus límites. Su lobo en cambio parecía exigir que se arrojara, no habría rechazo, quería acurrucarse junto al sujeto que olía a vainilla.
—Buenas tardes, ¿en qué puedo ayudar? —Le devolvió la sonrisa apretando esos labios gruesos.
Hermoso. Delicioso.
—Buenas tardes, vengo por un encargo —contestó torpemente.
—¿Kim Taehyung? —preguntó mirándolo con cierto tipo de brillo que llamó la atención del omega que asintió en respuesta—. Hoseok-ssi me avisó que vendría a retirar el pastel, espere un momento.
¿Así de corto sería su encuentro con el omega aroma a vainilla? Una simple transacción y la decepción daba pequeños pasitos entre las emociones de un Taehyung que quería prolongarlo. Quería hacer más... ¿y si iba seguido a comprar pasteles? Quizá debería iniciar una conversación casual, levantar una ceja y preguntar: ¿Hace mucho que trabajas en esta pastelería, precioso? Debo decir que hueles especial, más que cualquier otro omega que haya conocido antes; de la misma forma poco creativa que habían usado alfas para coquetearle.
No, no debería ir a la pastelería seguido, ni coquetear con descaro.
El omega atractivo apareció con una bonita caja decorada y el nombre de la pastelería en relieves dorados, dejándola con sumo cuidado en el mesón de atención.
—Puedes revisarla —sugirió abriendo la tapa de la caja para mostrarle el bello resultado.
—Está preciosa —escapó sincero de sus labios. Hasta le daba un poco de pena la idea de que se tuviera que destrozar y devorar entre los invitados.
Más hermosa fue esa sonrisa orgullosa del vendedor. Podía asumir que él la preparó. Bellísimo y talentoso, la vida le había dado harto a ese omega que deseaba.
—¿Algo más en lo que pueda ayudar?
"Claro, podrías darme tu número", pensó con el calor subiendo a las mejillas. "¿Puedo acercarme más? Es que hueles muy bien" e imaginaba su nariz rozando la piel suave del cuello y se daba cuenta que debía frenar en seco su imaginación mientras esos ojos oscuros lo escrutaban curiosos.
"Detente, Taehyung".
—Uhh, quiero uno de esos rollitos de canela.
—Muy bien, ¿algo más?
"Por favor, no me preguntes eso", suplicaba para sus adentros, porque estaba deseando muchas cosas adicionales.
—Dos rollitos.
El chico guapo puso tres rollitos de canela en una pequeña caja.
—El tercero es cortesía de la casa —volvió a sonreír, sus ojitos se achicaron y sus mejillas se veían apretables.
—Muchas gracias... —Taehyung lo miró directo en un mudo intento de atraparlo, como queriendo decir: "cae bajo mis encantos, omega-vainilla".
—Kim Seokjin —se presentó y desvió unos segundos la vista hacia la caja de rollitos—. Es que yo sabía tu nombre y tú no el mío, entonces...
¿Acababa de poner nervioso al omega? Notaba su rostro ganando tonos rosados. Adorable. Quería tocarlo. Quería impregnarse de vainilla.
"Detente, Taehyung".
—Muchas gracias, Seokjin-ssi.
El sonido del viento y los goterones hicieron eco. Ambos miraron hacia la calle poco transitada. El cielo parecía caerse a pedazos.
—No traje paraguas —se quejó con un pequeño puchero de su torpeza. Su hyung le había dicho que llovería y aún así lo olvidó.
—¿Llevas prisa?
Taehyung negó. Menos ahora que no quería salir, llegar con las ropas mojadas a casa y el pastel a medio desarmar. Menos cuando quería seguir al lado del bonito vendedor.
—Iba a prepararme un café, ¿quieres uno también? —ofreció tan amable que no dejaba de estremecerlo—. Puedes quedarte hasta que se calme la lluvia, si quieres, claro—sugirió jugando con sus dedos deslizándolos por la caja cerrada.
Y por supuesto que no iba a rechazar esa oportunidad. Consideraba que debía ser un tipo de señal del destino. Olvidar el paraguas, que se largara a llover, que Hoseok justo le pidiera a él recoger el pedido, conocer a Seokjin, el omega con el olor delicioso que llegaba directo a entibiar sus entrañas débiles. Un conjunto de coincidencias que le tenían ahí, tras el mesón, sentado en una silla plegable estrecha y esperando el café.
El omega de cabellos castaños apareció con dos tazas humeantes.
—¿Azúcar? —ofreció en formato de cubitos, de esos que Tae disfrutaba comerse durante su infancia.
—Por favor —aceptó porque un café amargo no estaba hecho para su paladar—. Me gustaba comerlos cuando era niño.
Seokjin le dedicó una sonrisa bonita y puso un par de cubos en su taza.
—A veces todavía lo hago —confesó revolviendo el café.
Taehyung tuvo la imagen mental de sí mismo degustando un cubito de azúcar directo de la boca del otro omega, las cosquillas recorrían su interior de pensar en la saliva dulce mezclándose entre caricias blandas de sus lenguas y lo áspero de los gránulos disolviéndose. Bajó la mirada y se disculpó mudo y para sus adentros con el chico protagonista de sus nuevas fantasías. Debía detenerse. Aprovechó de comer uno de los rollitos de canela, sintiendo el sabor acariciar el interior de su boca. La textura esponjosa, la canela que le recordaba su propio aroma, la crema suave y dulces entre los pliegues; el rollito más perfecto que hubiera probado en la vida. Seokjin lo miraba enternecido haciéndole enrojecer.
"Suficiente, Taehyung".
—Ensuciaste tu cara —ofreció servilletas de papel.
—Soy un desastre —suspiró y se quitó los restos pegajosos de la mejilla, las comisuras y los dedos.
—Está bien, ensuciarse es parte del placer de comer —dijo cortando un pedacito de su rollito de canela con el pulgar e índice.
Quería lamer el resto de azúcar de los dedos y labios contrarios.
—Además, te hacer ver tierno.
Rio sonrojado y buscó su mirada oscura. Disfrutó de la comida y también del aroma a vainilla, trató de agudizar más su olfato y no percibía el olor fuerte de algún alfa que hubiera marcado a Seokjin, además su cuello se veía inmaculado. Inevitablemente eso hizo que sus labios se curvaran como efecto de la felicidad.
Solo dulce vainilla.
El omega le preguntó por qué sonreía y su respuesta fue por lo bueno que estaba el rollito de canela. Una verdad a medias. El rollito estaba maravilloso, pero su verdadero motivo lo reservaba hasta que pisara tierra segura para revelarlo.
No, no debería revelarlo, hacerlo sería exponer libre su deseo.
Una de las sorpresas agradable era saber que había probado algo directo de las manos talentosas de Seokjin. "Vendré más seguido", le decía tras olvidarse del "detente" haciendo eco en su cabeza. El chico atractivo le comentaba que la pastelería era de su madre y a veces acudía a cubrirla, que actualmente era profesor de gastronomía y trabajaba en diversos lugares. Con orgullo y una expresión que a Taehyung le fascinaba, le contaba que incluso lo invitaban a programas de cocina. "Entonces prenderé el televisor más seguido", contestaba entre risas.
Aunque no se centraron solamente en los logros de Seokjin, este también aprovechaba de averiguar sobre quién era Kim Taehyung, joven fotógrafo y diseñador gráfico. Conversar resultaba fluido, le hacía sentir que eran viejos amigos con un montón de experiencias que intercambiar luego de años sin verse. Independiente de su deseo, ya sea fuera correspondido o no, quería mantener una amistad cercana con ese omega. Era cosa de conexión, lo percibía con cada parte de sí mismo, era mutuo.
Llegó a desear que su anhelo no fuera correspondido.
—¿De qué es la crema que tienen los rollitos? —preguntó curioso relamiendo la punta de uno de sus dedos.
Seokjin mordió leve su labio antes de responder: —Glaseado con un poco de vainilla.
No pudo evitarlo, tan rápido como el pensamiento llegó, salió eyectado por su boca: —Entonces este rollito es como si llevara una mezcla de nuestros aromas —tampoco pudo controlar que saliera acompañado de la sonrisa coqueta y ojos entrecerrados. Notaba su cara caliente y quería arrepentirse de sus tontas insinuaciones, hasta que corroboró que Seokjin devolvía el gesto.
—Me gusta la canela.
Su corazón latía agitado dentro de su pecho, retumbaba y lo oía más fuerte que todo lo demás. Ahí estaba toda la señal que necesitaba. Su deseo parecía no cumplirse.
Quedó la promesa de otras tardes más de cafés y cenas antes de marchar. Intercambiaron números a petición de Seokjin y no podía sentirse más contento, confundido y asustado. Incluso cuando iba a una cuadra de distancia el bonito omega lo llamó para decirle que había olvidado el pastel.
Pastel que lo traía de vuelta por completo a su realidad, al frío y la humedad que dejaba la lluvia en el asfalto. Se había embriagado del aroma a vainilla y ahora estaba sobrio nuevamente. Tendría que hablarlo con Hoseok, ya que una de las reglas claves en su relación era que no podía haber secretos. Cayó el peso de que mentalmente engañó a su alfa y la garganta se comprimía.
Todo era confuso y de sentirse drogado y maravillado, pasó a la fase de la angustia.
Algo le había pasado con ese omega. Algo como lo que sintió con Hoseok la primera vez que se conocieron.
Su vida acababa de alborotarse.
—Dile a Hobi que venga a dormir con nosotros, cabemos perfectamente los tres en la cama —comenta con un bostezo perezoso. El cumpleaños de Namjoon lo había dejado exhausto—. Mañana acabará con dolor de espalda.
Taehyung sonríe y a zancadas se dirige a la la sala de estar, besando al bailarín en la frente para despertarlo.
Hoseok aparece en la habitación de Seokjin con rostro somnoliento y todavía desorientado de la mano del menor. Murmura un casi inentendible "¿seguro?" y algo vago respecto a que el sofá no era incómodo.
—Solo métete a la cama —responde Jin sentándose en una orilla, tomando su pequeño frasco de crema de la mesita. Infaltable ritual para conservar su piel joven.
Hoseok obedece y se sitúa en el otro extremo. Taehyung torpemente gatea intentando no pisar al alfa para reclamar un lugar al medio. Más feliz que nunca duerme tibio y rodeado de enormes cantidades de cariño.
Su vida ya está en orden y sigue preguntándose por qué es tan afortunado.
***
Gracias por llegar hasta aquí ;u;
Les adoro 💜
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