II. Malentendido, fenómeno, excepción
A Taehyung le encanta compartir baños con Jin, sabiendo que tuvo un día extenuante no perdió tiempo en llenar la tina y dejar que bombas de burbujas, aromas y colores hicieran su magia. El mayor se ubicó entre sus piernas, dejándose mimar, disfrutando más que nunca de un necesitado y merecido masaje en sus amplios hombros tensos.
Le gusta mucho la espalda ancha de su novio omega, junta agua entre las palmas dejando que baje como cascada por el camino de la columna, la recorre con sus dedos largos y sube hasta el cuello. Deja un par de besos y arruga su nariz cuando el tenue sabor a sal y químicos tocan su lengua al filtrarse por los labios. Seokjin ríe y se recarga en el pecho contrario, echa el cuello hacia atrás y reclama otro beso, pero en la boca. Tae no puede negarse. Imposible.
—Hyung, en lo que queda de hoy solo tienes que dedicarte a descansar —dice antes de envolverlo con una toalla.
Seca el cabello castaño de su bonito novio. Escucha entre el ruido del secador el resumen de su día, lo bueno, lo malo, varias quejas incluyendo el alfa que no captaba sus rechazos sutiles. Está en la naturaleza de Seokjin el don de la amabilidad, pero tiene sus límites.
—Me está obligando a ser directo, ¿acaso no entiende? —bufa antes de relajar la mueca de desagrado—. Tengo a un omega hermoso y dulce a mi lado, ¿qué más le puedo pedir a la vida?
Una relación estable, trabaja en lo que le gusta, es un adulto joven e independiente. Tiene una buena vida y le gusta bastante al punto que ha llegado.
—Esa frase debería decirla yo —responde enternecido, desenredando el pelo con la mano libre.
Mira lo lindo que luce con los ojos cerrados cuando las hebras castañas se revuelven bajo el viento tibio y una sonrisita se curva en los esponjosos labios cerrados. Deja un corto beso encima, se sienten blandos y tibios, puede asegurar que jamás se cansará de ellos.
—¿Sabes lo que me dijo una de las presentadoras? —comenta antes de buscar otro beso breve—. Que olía igual a un rollito de canela —agrega feliz.
A Seokjin le gusta mucho cuando sus aromas se mezclan. Entonces las personas piensan que esa es su esencia. Siente que Taehyung impregna hasta en su alma, se mimetiza y se vuelven una unidad, como varias veces y de formas diferentes.
Se han sostenido el uno al otro y el omega de cabellos castaños está en el apogeo de la felicidad. Que puedan compartir tantas experiencias cotidianas como un baño y caricias antes de dormir es su alegría diaria.
Lo ama demasiado y le agradece a cada fuerza superior que sus destinos se hayan enlazado.
Taehyung vino a ser un golpe directo a su anterior pesimismo. Si al Seokjin en los años de adolescencia le hubieran preguntado si imaginaba su vida junto a una pareja omega diría que le encantaría, pero que es un lindo sueño, bastante improbable y que seguramente viviría soltero con gatos, perros y petauros de azúcar en su adultez, incluso ya estaba pensando en los nombres para sus hijitos animales peludos.
Y no, en sus planes no estaba y sigue sin estarlo cualquier cosa referente a cachorros en su vientre. "¿Seguro que eres un omega?" le preguntó una vez uno de sus familiares cuando descartó querer tener hijos —¿podría tener uno con otro omega? Quizás ahí lo reconsideraría o puede que siga siendo un no—. "¿Cómo te llegarás a sentir realizado si no tienes hijos? Está en tu naturaleza". Seokjin frunció el ceño y perdió el apetito en medio de la cena concorde al discurso que seguía, planteaban que esperara por un buen alfa, que cuando creciera cambiaría de parecer, que los omegas tenían la bendición de cargar vida. "Cargo con la mía a cuestas, gracias", había mascullado antes de pedir permiso y levantarse.
Creció, no ha cambiado de parecer y se siente bastante realizado.
—Me gusta —Taehyung acerca la nariz a su cuello y se deleita con el dulzor fragante que abre su apetito.
Entre besos llegan a la cama y Seokjin reclama su turno para dormir siendo acunado por los brazos ajenos. La noche anterior fue él quien se despertó con las extremidades acalambradas después de pasar horas con el menor cómodamente acurrucado y envuelto en ellas.
Taehyung rasca su cuero cabelludo y le habla sobre su tranquilo día. La sesión con los modelos había terminado antes y le sobró tiempo que gastó en pasear y fotografiar perritos en el parque. Aprovecha de sugerir que deberían tener uno y Jin responde que será cuando logren coordinar otros horarios de trabajo para que el hijo canino no se quedara tanto tiempo solito.
—Pasó algo divertido cuando comprábamos el pollito —aprovecha de cotillear un poco.
—¿Tiene que ver con la cara de dos metros que traía Kookie y la forma que apuñalaba la comida? —dice casi en un ronroneo, disfrutando plenamente de las yemas que se hunden entre su pelo.
—Nos encontramos con Yoongi hyung —comienza conteniendo la risa—, pero no estaba solo, adivina quién lo acompañaba.
—¿Hobi?
Seokjin ya comienza a planificar su agenda de trabajo para cuando Tae vaya a compartir la semana a la casa de Hoseok. Agotarse, a veces hasta acompaña a Jungkook al gimnasio, así llega tan exhausto que apenas se tira sobre la cama, apoya la cabeza en la almohada y viaja directo al país de los sueños. Recuerda que el otro lado del colchón está vacío cuando lo siente helado al despertar.
Hoseok es un buen chico, le agrada. Cuando se enferma y Taehyung lo mira con ojitos de lobito triste, no duda en ir a prepararle sopita de pollo y llevar medicamentos al alfa. Tal vez encuentra un pequeño punto de conexión con su casta. Tiende a cuidar, proteger, atender y mimar a las personas de su estrecho círculo social. ¿Aunque eso no lo hace cualquiera de corazón cálido por las personas que quiere?
Le guarda bastante cariño a Hoseok y no puede no preocuparse por ese alfa alegre que con pucheros le pide que prepare sus platillos favoritos. Incluso nunca falta la Sprite en su refrigerador.
Los tres se embarcaron en una locura y está funcionando de hace años. Sigue estando agradecido con Hobi por aceptar cuando al principio se negaba. Ambos lo hicieron. Querían estabilidad en el fino equilibrio de a dos y que el tercero en discordia desertara, pero a veces las soluciones se encuentran mirando un poco más allá, salirse de un esquema.
—Nope.
—¿Jiminnie?
Taehyung asiente con entusiasmo. Seokjin sonríe imaginando la divertida escena y la expresión de sorpresa del pobre Jungkook.
—Más que lobos parecían dos gatos crispados —inicia tratando de contener la risa—. Jungkook quiso pasar desapercibido y quedarse fuera.
—Imagino que fue imposible.
—Aunque quisiera, el olor ácido se había esparcido, pero esa no es la peor parte —hizo una pequeña pausa para apretar los labios—, Yoongi hyung volteó, sonrió y le hizo cariño en el pelo a Jiminnie.
—Creo que las provocaciones entre ese par son mutuas —acota negando suave con la cabeza como queriendo añadir: ese par de alfas tercos.
—Jungkook llegó a brincar, tuve que tranquilizarlo, le sugerí que fuéramos a comprar otra cosa y no, orgullo en alto entró y saludó a Jimin hyung con una sonrisa como si nada, pero hasta la omega de la recepción estaba nerviosa por la mezcla de olores y la escena extraña. Entonces Yoongi hyung dice: "regresemos luego que Namjoon-ah de seguro extraña a su omega favorito" —relata imitando las diferentes voces.
—Sabes, creo que más que nadie lo estabas disfrutando.
Taehyung no piensa en negarlo. Si no se rio ahí mismo fue por cariño a Jungkook, quien estaba preparado para saltar sobre el policía pálido en cualquier segundo.
—Es que de verdad creí que era imposible que las venas del cuello de Kookie se pudieran marcar más, estoy seguro que algo iba explotar dentro de él.
—¿Y qué pasó?
—Jimin hyung sonreía nervioso sin entender y todas esas caras estaban dignas para memes...debiste verlas. Saltaban las chispas y se respiraba tensión.
—¿Tensión sexual? —alza ambas cejas y sonríe divertido.
—¿Te imaginas que sí?
—La verdad, sí. Los alfas que han estado juntos me han contado que así empiezan sus historias de amor o de sexo esporádico y desenfrenado.
Jin se remueve para acomodarse mejor en el pecho de su novio. Piensa en la tensión como aspecto central en la relación entre alfas, varias veces lo ha escuchado, incluso del mismo Yoongi, cuando en su época de estudiante de gastronomía asistía a esa agrupación de omegas, alfas y betas cuyas vida afectiva distaba de lo socialmente esperado de ellos. Hasta ahora siguen haciendo reuniones y si tiene tiempo participa, siempre ve caras nuevas. Fue gracias a ese espacio que pudo tramitar el malestar e incomodidad que le producía sentirse tan diferente a los demás.
Ahí conoció a Min cuando iba en su último año de instituto y su cabello estaba temporalmente celeste. Al principio no era un grupo numeroso y partió como la sencilla iniciativa de un foro online para formar un grupo de apoyo. Se conseguían espacios prestados en universidades, aulas vacías, canchas en escuelas y a medida que se fueron sumando más personas podían arrendar sitios mejor equipados y cómodos. Llenaban las mesas con comida y compartían sus experiencias, las desdichadas y las positivas. Vieron parejas formarse y separarse por la complejidad que acarrea una relación entre la misma clase. Algunas duran hasta la fecha y son el mejor ejemplo que motiva a intentarlo.
Jin fue de los que tuvo parejas que fracasaron. Quizás los miedos eran más fuertes y no pudo entregar la suficiente convicción a sus amantes para convencerlos que las cosas sí podían funcionar.
En ese instante de su vida, perdido en confusiones compartiendo junto a un Yoongi que naufragaba igual que él, ni siquiera estaba convencido de si funcionaría ¿entonces cómo iba a transmitirlo a alguien más?
Quizás una vida rodeada de animalitos no sonaba mal para alguien como él.
Para una excepción a la regla.
¿Por qué era tan difícil encontrar a otra excepción a la regla y hacer que funcionara?
—Porque todos estamos llenos de temores —había respondido Yoongi.
Jin tenía claridad que había que seguir caminando aún con los miedos en la mochila, en algún momento se superan, se dejan ir o se convierten en un arma para defenderse de las adversidades. Estancado, jamás.
No puede olvidar tampoco cuando se hizo consciente de sus miedos.
Recuerda su punto de partida, cuando su experiencia empezó a cobrar sentido. Su lobo se reconfortaba con olores dulces y simplemente no aceptaba con facilidad los aromas de los alfas, tan fuertes que arrugaba la nariz. Menos si se acompañaba de actitudes arrogantes y ostentación de fuerza innecesaria. Arrugaba el ceño cada vez que uno se acercaba con la intención de cortejarlo.
Al principio quería creer que todo se trataba de una espera a que apareciese ese predestinado, solamente que todo en él, su lobo, sus pensamientos y su mismo cuerpo le daban a entender que no se trataba de aquello. Que el tema central no era la espera a ese alfa.
Incluso recuerda a la perfección un día que marcó el antes y el después.
Seokjin miraba a su tierna compañera guardar prolijamente la caja de almuerzo, tan linda como ella con un estampado de flores en tonos pasteles. La chica siempre le había parecido adorable, preciosa con ese cabello castaño y largo cayendo como cascada por su espalda, enmarcando su rostro de piel tersa y facciones delicadas. Una omega hermosa y una de sus amigas cercanas.
Sabía reconocer y admirar la belleza. Aunque había algo que le gustaba más...
Lo maravilloso era su aroma a chocolate y frutillas. Debía estar cerca de su celo porque se hacía más fuerte y ella lo confirmaba diciendo que los supresores no hacían demasiado efecto, que seguramente faltaría los siguientes días a la escuela "porque ya sabes cómo es esto", reía melodioso y quitaba la chaqueta que tapaba sus piernas, acercándola a su rostro.
—Es la chaqueta de mi novio —decía con orgullo sentada a su lado mientras reposaban después de comer en el patio del instituto. Hundía la nariz en la tela y se llenaba del olor amaderado del alfa.
Jin sentía más fuerte aún el olor dulce, tan dulce, espeso y ligeramente ácido que picaba en su nariz y hacía agua su boca. Un calor inesperado llenó su vientre y no entendía qué demonios pasaba con su cuerpo.
Nayeon lo miró con cejas que se fruncían y el omega creía que entraría en pánico, notaba su propio aroma a vainilla dulce llenar el ambiente. ¿Se habían coordinado para el celo? Había escuchado que a veces eso pasaba entre amigos y familiares omegas con relaciones estrechas o de la misma manada —aunque en la sociedad actual las manadas numerosas, custodias de territorio, así como los cambia formas sonaba a historias de antaño, quizás todavía quedan escondidas en las montañas e islas lejos de toda civilización moderna—. Las únicas manadas eran las familias nucleares y extendidas, pero totalmente lejanas a los viejos sistemas obsoletos, que forzaban uniones bajo la luna, piensa que no habría aguantado ser un omega tantos siglos atrás, dónde su mayor propósito se limitaría a parir y servir, habría muerto o sido desterrado seguramente por contrariar las supuestas normas naturales o quién sabe.
Las familias modificaban su estructura concorde a la historia, una sociedad plena en individualismo y competitividad no promovía tales sistemas comunitarios como vivir en clanes. Así como la vida misma, para bien o para mal, Seokjin sentía que constantemente luchaba y competía por un futuro de lleno de logros en un contexto que solamente promovía logros de unos pocos. Sus compañeros omegas lo hacían en busca del mejor alfa del instituto.
A Jin le dolía que los omegas fueran tan competitivos entre ellos, aseveración que le permitía decir que la competencia no era solo cosa de alfas. Más si era por la búsqueda ansiosa de un ellos.
El problema no era el triste pensamiento de los omegas compitiendo entre ellos, ni tampoco ese místico celo coordinado, sino que estaba jodidamente excitado. El aroma dulce como un infierno de azúcar y cacao había sido el interruptor. En medio del terror huyó al baño, estaba seguro que el lubricante comenzaría a correr por sus piernas. Lo sentía humedecer su ropa...
Encerrado en el cubículo, asustado, el pecho apretado, calambres y las hormonas haciendo estragos, marcó el número de su mejor amigo. Un beta con corazón de oro. Le dijo entre sollozos que necesitaba ayuda —para peor, estaba hipersensible porque una situación complicada se asemejaba más al fin del mundo que a algo solucionable— y ropa limpia; su pantalón estaba mojado y su olor se expandía haciendo que el baño pareciera una confitería.
Lo último que querría era que apareciera un alfa. Volvió a sollozar, encogerse y abrazar su vientre adolorido, temiendo también que sus extraños instintos empezaran a suplicar por lo que no podía obtener.
Namjoon apareció con supresores, aerosoles y ropa. Espantó fácilmente a unos jóvenes alfas curiosos que llegaban atraídos por el olor —ventajas de su apariencia de mirada seria y estatura sobre el promedio— y avisó a un profesor de la emergencia reciente que le ayudó a despejar el pasillo. Bloqueó la puerta de entrada para que su amigo saliera sin riesgos.
No era habitual que un beta sintiera aromas, pero incluso Namjoon percibía un dulzor muy, muy ligero en el aire.
Seokjin adoraba al chico alto que le decía con una sonrisa con hoyuelos que trajo todo lo que la enfermera del instituto le recomendó.
—Sigo sin entender cómo pasó...
—Tampoco lo entiendo, es decir, era tan deliciosamente dulce —comentaba sentado en el suelo del baño, abrazando sus rodillas, sin atreverse a salir todavía.
—¿Qué? ¿Tu aroma?
—¡No! O sea, seguramente sí, soy empalagoso, pero me refiero al de Nayeon.
—¿Seguro que no tenía que ver con el olor de la chaqueta? Quizás el novio de Nayeon es tu predestinado, hyung —dijo medio en broma, aunque sugiriendo mirar la muy poco probable posibilidad. Los predestinados son como extraños milagros, todos esperan por uno y los más afortunados pueden contar de ello.
Seokjin hizo una mueca de desagrado y volvió a negar enérgico. A quien quería devorarse era a Nayeon desprendiendo aroma a chocolate y frutillas.
Ahora a más que nunca era consciente de la brecha entre él y sus compañeros omegas. Ellos desde que se presentaron como tal no dejaban de hablar de otros alfas, sus aromas consistentes y lo atractivo que eran...
Gran problema: no le gustaban los alfas. No le gustaban esos olores fuertes. No removían sus hormonas como lo hizo el dulce aroma de su amiga. ¿Por qué? No lo entendía.
Principio del fin.
Cuando se encontraron el lunes después del fin de semana, la chica abrazaba a su novio posesivamente y lo miraba con rabia. Con celos y una determinación que decía "aléjate". Algo se rompió dentro de Jin. También en su amistad.
No era ese olor amaderado. No lo deseaba. Él deseaba a la omega dulce. Sentir y saborear el chocolate y las frutillas hasta el coma diabético. Era un jodido malentendido. Uno que seguramente de ser aclarado tendría consecuencias peores. Apagar fuego con bencina.
Quizás él era un jodido malentendido de la naturaleza.
Tuvo la epifanía que resultó el tormento de su vida afectivo-sexual: No-le-gustaban-los-alfas. Simple y complejo. Que en primera instancia lo llevó al callejón estrecho de la angustia y salir con betas delicados que no lo calentaban, pero cuya ternura entibiaba su pecho.
Salió con una beta muy adorable, pero que rompió con él aludiendo que era muy complicado y no sabía cómo lidiar con las particularidades de un omega. "No puedo, Seokjin oppa, lo siento".
Hubo alguna que otra aventura con algún omega curioso, pero no pasó de eso. Le cortaban con un "ya sabes, curiosidad", "es como un ensayo, probar hasta que aparece el alfa indicado". La última frase le reventaba, le sacaba de las casillas porque nada le turbaba más el ánimo a que le dijeran "es que aún no encuentras a ese alfa", "ya verás cuando aparezca tu alfa predestinado". No. A menos que exista uno con un aroma tan dulce como la misma miel y sea cálido como la chimenea de su hogar, quizás ahí tal vez, puede ser, lo reevalúe.
Otros creyéndose endocrinólogos expertos, le habían sugerido que se hiciera ver por un médico, puesto que debía tener las hormonas descalibradas y regresaba nuevamente al: jodido malentendido biológico.
"¿Qué hago si no me gustan?"
Constante insistencia en hacerlo sentir como fenómeno de la naturaleza —y no uno con connotación positiva— o como alguien confundido que aún no encontraba a la persona —Alfa— que arreglara su vida. Quizás un beta hombre era un poco más aceptable a ojos ajenos, su padres pusieron cara de espanto cuando apareció con su novia beta.
Empezaba a resignarse que quizás eso de enamorarse y ser correspondido no estaba escrito en su libro. Anhelo afectivo + anhelo sexual, no iban en una frase continua si se trataba de Kim Seokjin...
Hasta que apareció el chico con aroma a canela en la pastelería de su familia. Y no, no lo estaba confundiendo con sus preparaciones, porque al atravesar su olfato llegó directo a su vientre. Calor y hormigueo que bajaba al sur de cuerpo.
Tuvo que esconder la mirada unos segundos chequeando la pantalla del celular para recobrar el aliento, el dueño de ese aroma era un omega precioso. Alzó la vista hacia su cliente solo cuando estuvo preparado para mantener la compostura. Verlo sin derretirse.
Quizás era quien venía a recoger un pastel de cumpleaños que encargó un par de días atrás el amigo de Yoongi.
Se veía adorable con la bufanda ancha y los ojos brillantes observando los dulces y a él.
No era justo que su corazón se agitará tanto. No era normal y todo desencadenado por ese intenso y dulce olor a canela que le recordaba a esos rollitos esponjosos que le preparaba su madre cuando era un niño y se llenaba los deditos de glaseado y almíbar color café.
—Mmm, qué bien huele —comentó el omega adorable jugando con las esquinas de su bufanda.
Se sintió morir. Se derretía con esa voz grave y aterciopelada que acariciaban las sílabas. Juraba por su alma que el chico no lo decía exactamente por las tartas y bollos. La sonrisa cuadrada y coqueta que adornaba su rostro le permitía soñar con segundas intenciones.
Segundas intenciones que no creyó en ese instante que podrían traducirse de sueño a realidad.
Una realidad que lo tiene dormitando sobre el pecho tibio de Taehyung, arrullado por los latidos, por la voz grave, tratando de escuchar la trama de la serie que le recomendó Jungkook y que deberían ver juntos el fin de semana.
A veces cree que vive en un sueño, de esos de los que no desea despertar, solo que cuando lo hace, puede contemplar a su hermoso novio abrazándolo con los ojos cerrados y algo en su pecho estalla en calor y colores.
***
;u; Gracias por llegar hasta aquí.
De a poquito haré los viajes al pasado de cómo surgió el Taejin ;D
Y el NamMin
Un poco de food porn para quienes amamos los dulces (y los rollitos de canela, los adoro).
Les amo~ tanto como a los dulces (y eso es un montón uwu) 💜
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top