Extra I

Yoongi percibe aquella inusual sensación de vitalidad exacerbada transitar por sus venas. Una especie de tensión y calor irrigar sus músculos. Sabe que es un camino en ascenso, que en cosa de horas incrementará y planea tomar uno de los supresores que guarda en el cajón del escritorio llegando al trabajo. Escucha bajito el gimoteo de su lobo frustrado, pero lo ignora, no está dispuesto a que ese golpe de energía y deseo desborde de su control. Ya fue suficiente con que el día anterior sintiera quemar en su estómago cuando varias miradas de omegas caían depredadoras sobre su alfa —algo común, el oficial Jeon exuda belleza por cada poro—, quería sujetar su cintura con posesividad y restregarse contra él para impregnarlo de su aroma. Batallaba contra su animal y aquel repentino arranque territorial, para empeorar la situación el mocoso susurró en su oído con tono burlesco: "¿huelo celos, hyung?".

, algo así, lo siente embargar su organismo. Su celo se aproxima y su torpe lobo está más inquieto, ansioso y alegre que nunca, como si de alguna forma le diera a entender que es imposible no estar feliz si al fin tiene un alfa con quien compartir ese momento de necesidad. Entonces Yoongi llegaba con un "alto ahí" y recordaba que necesitaba sus supresores.

Ignora los reclamos y no quiere que ese lobo-cachorro-torpe tome el mando y termine por mezclar más las emociones con su parte humana constantemente tan templada. Tiene un día largo por delante, tragará sus supresores, atenuara todos esos molestos síntomas y disfrutará de una noche llena de caricias con su novio. Eso debería bastar.

No basta. Su animal quiere más, mucho más.

Maldice por lo bajo, es muy temprano para batallar consigo mismo por algo que es simplemente su naturaleza y la ciencia —y la evolución— han hecho espléndidos avances para aminorar ese cúmulo de instintos que quieren exceder la barrera racional. Mejor empieza con su rutina, aún guarda de ese bizcocho esponjoso de queso japonés que su cachorro mimado tanto quería que preparara para él, lo acompañará con una taza de café y aunque sepa que no es el desayuno más nutritivo de mundo, arrancará una sonrisa de su alfa, quien seguramente todavía duerme.

Inusual. Suele dormir más que Jungkook. Es su maldito lobo hiperactivo que lo arrastró antes de tiempo fuera de cama.

Necesita hacer algo, empezar a filtrar esa energía que crece y se acumula.

Observa impaciente la cafetera, el olor de los granos tostados inundan el ambiente y no sabe si afirmar si es el que emana fuerte de su cuerpo o no. Sirve el contenido en las tazas y agrega tres cucharadas de azúcar para su pareja.

Ha despertado, no podrá sorprenderlo con un desayuno en la cama y deleitarse de su expresión sonriente recién abriendo los ojos. Escucha sus pasos largos y percibe como rodea firme su cintura, abrazándolo por la espalda. La nariz contra su cuello hormiguea y su lobo se remueve feliz y ansioso. Jungkook emite un "mmh" que suena bastante gutural y directo desde una profunda satisfacción, apretando un poco más el agarre.

Cada estímulo tiene una resonancia en su entrepierna, el calor traspasando del cuerpo ajeno al suyo, la respiración en su piel, el "hyung" ronco y perezoso. Lo siente empujar la pelvis contra su culo. Carne ardiendo rígida, olor cítrico mezclándose con el suyo. Yoongi puede confirmar que su alfa hormonal tiene la libido alborotada de un adolescente y él no hace más que responder como puede, dejándose arrastrar, embriagándose de aquel placer ferviente en cada oportunidad.

Tu aroma, hyung —vuelve a inhalar profundo como si pudiera llenarse por dentro con su esencia amarga.

—Ya sabes por qué —dice intentando voltear, pero su menor no lo deja, sino que se restriega más fuerte y apoya la boca contra su nuca, apenas hundiendo los dientes, mordidas que no lastiman, pero hacen temblar al azabache.

Yoongi es consciente de cada centímetro duro y caliente entre sus nalgas. Emite un jadeo profundo, respondiendo con pequeños movimientos. Las mordidas envían agradables escalofríos que contrastan con la sangre como lava recorriendo su organismo.

—Lo sé —canturrea animado, simulando embestidas cortitas. Jungkook ha notando cada matiz en su aroma desde los días anteriores y no puede negar que una positiva ansiedad llena su vientre ante la idea de hacerse cargo del celo de su pareja—. No tomes supresores.

—Ya hablamos de esto.

—Deja que me haga cargo —insiste con determinación, pretende aliviar a su hyung, quiere domar a su alfa, dejar que lo folle con ganas y sin inhibiciones—, quiero consentirte, deja a tu lobo tomar el mando, puedo con él y contigo.

Su torpe animal da brincos felices de saberse querido y deseado por su compañero, siendo las palabras que Jungkook susurraba en su oído un acelerante a los latidos dentro de su pecho.

—Sabes muy bien cómo es esto, no quiero hacerte daño —trata de razonar con su pareja siempre tan obstinada. Además no le gusta lidiar con los síntomas que van en aumento, le gusta sentir que al menos tiene el dominio de sí mismo, aunque en variadas ocasiones, le cede todo el control a su mocoso terco para que haga y deshaga.

Confía en mí.

Yoongi bufa a punto de ser derrotado. Ambos han descubierto que un sencillo "confía en mí" es un arma destructiva que demuele fácilmente cualquier barrera. Luego clava en él esa mirada de grandes ojos oscuros de cachorro mimado y se da cuenta que Jungkook lo ha vencido —una vez más como tantas otras— y asiente advirtiendo que si esto se empieza a descontrolar no dudará en tomarse la tira entera de pastillas.

—No exageres, hyung —el alfa castaño sonríe amplio, aflojando el agarre para que pueda voltear—, por mientras podríamos darnos una pequeña ayuda mutua —sugiere jalando a Yoongi con las manos en sus caderas y anular la distancia entre sus cuerpos.

—Se va a enfriar el café...

Jungkook lo interrumpe con un beso demandante. Yoongi abre su boca y recibe gustoso las caricias bruscas de la lengua que invade y los dientes que tiran de su labio inferior antes de una pausa para respirar a breves dosis.

Los besos de su dongsaeng son como un combustible. Si quería mantener el creciente apetito sexual a raya, la forma en que su pareja le comía la boca quemó todas sus intenciones.  

—Podemos recalentarlo o preparar de nuevo —ríe sobre sus labios húmedos y rojizos—. No quiero que esto se enfríe —y su mano agarra con descaro la erección cubierta por la fina tela del pantalón de pijama, su hyung respinga y lo sujeta más firme con un masaje que desciende por la longitud—. Puedes tomarlo como una previa, un anticipo de todo lo que haremos más tarde.

Yoongi no tiene forma de negarse. No quiere negarse tampoco. Las manos de Jungkook tienen permiso para tocar donde sea. Su mente se nubla con el vaporoso deseo caliente que empaña hasta su visión. Sus ojos se van cerrando, su alfa lo toca por encima de la ropa y su cuerpo hipersensible reacciona con exageración.

—Realmente quiero follarte —la voz de Yoongi es rasposa y bajita, mezclada con los suspiros.

—Guarda esas ganas para que me folles con más fuerza después —dice el alfa castaño, tirando del pantalón.

—Lo quiero ahora —el alfa azabache siente la exigencia desde sus entrañas calientes y la pronuncia como si gruñera las sílabas, usando ambas manos para sujetar las nalgas de Jungkook y atraerlo contra su pelvis.

La risa de su menor tan fresca como el aroma a limón y jengibre, suena exquisita y su lobo no hace más sentirse llamado a jugar con su compañero. Y bastante más que solo jugar. Cambia la posición empujando a Jungkook contra la encimera, obligándole a voltear y levantar las caderas, siendo ahora él quien se apega a su culo firme.

—Después, hyung —contraría su exigencia, forcejeando para escapar del agarre, alejándose a zancadas de la cocina—. Ven por mí, lobito —llama desde la distancia.

Yoongi sube su pantalón antes de perseguir a su menor hasta la habitación, sin siquiera dudar sus brazos van directo a envolverlo y sus pasos lo guían a la cama. Jungkook entre sonoras carcajadas no opone resistencia a dejarse caer sobre la superficie blanda del colchón, atrapando al alfa de cabellos negros con sus piernas.

Vuelven a unir sus bocas en busca de besos hambrientos. La fricción aumenta y Jungkook quiere retomar la ventaja forcejeando para situarse arriba del mayor. No resulta fácil, porque Yoongi está lleno de energía y batalla con más fuerza y perseverancia de la habitual, cada intento termina con sus muñecas agarradas y el delgado, pero firme cuerpo de su pareja encima.

—Quiero quitarme la ropa, hyung —pide suplicante.

El alfa azabache con la ansiedad quemando sus manos levanta sin cuidado la camiseta para retirarla, disfrutando del rápido escaneo a su torso marcado, continúa bajando el delgado pantalón y Jungkook riendo aprovecha los segundos de ventaja para voltear la posición. Le gusta tanto como se siente el compacto cuerpo de su novio cubierto por el suyo.

—Eso es trampa, mocoso —se queja enredando los dedos entre sus hebras castañas.

—Me gusta jugar sucio cuando estamos juntos —dice con esa entonación aterciopelada, besando su oreja, continuando con un camino trazado por sus labios por el rostro.

Yoongi se derrite con cada beso y caricia de las manos que suben por su abdomen. Levanta los brazos y alza las caderas para facilitarle a su compañero la tarea de desvestirle.

Los forcejeos continúan, las pieles brillan húmedas y la fricción tiene al par de alfas gimiendo y mascullando el nombre ajeno entre empujes bruscos que bordean el dolor y el placer. Jungkook nota que la tensión aumenta, el hormigueo se concentra por toda su pelvis en ascenso por su vientre y no pretende contenerse, acaba primero salpicando el abdomen de su hyung y un sonoro gemido.

El mayor busca la mirada de su novio, distingue esa expresión de lobo voraz, aún hambriento incluso después de venirse, sonriendo le dice que separe sus piernas porque no le dejará levantarse de la cama sin antes saborear su orgasmo y Yoongi, a veces, está más que dispuesto a obedecer a su alfa.

Puede afirmar que lo ama, a Jungkook, también la felación que está recibiendo de su parte. Lo ama y no exclusivamente porque su boca tan suave y mojada sube y baja por su pene mientras entierra dos dedos que mete, luego saca, vuelven a hundirse y presionan aquella pared tan llena de terminaciones nerviosas. Lo ama porque Jungkook es un persona tan fuerte y terca. Porque logró desarmarlo y le hizo dar cara a su pesimismo. Siente que de alguna forma tiene a alguien a su lado que lee sus necesidades, que lo acepta y su lobo está jodidamente feliz junto a ese alfa, su compañero más que solo de juegos y aventuras.

Tira sin intención consciente de la hebras castañas, levanta la cadera y siente a la perfección como sus músculos se contraen alrededor de los dedos que invaden su interior. Eyacula en la cálida boca de Jungkook sumido en una combinación entre placer, ardor y sentimentalismo, pensando en que la luna le puso a un compañero demasiado bueno en su vida como para ser verdad. Y como si quisiera asegurarse que aquello tan cálido y real no es producto de un sueño necesita seguir sintiéndolo, no duda en sujetar la nuca del castaño e instar que lo bese. No le importa degustar su propio sabor, solo quiere fundirse contra sus labios y abrazado a su alfa.

Jungkook toma el rostro de su pareja con ambas manos acunando las mejillas blanditas y calientes, le encanta y estremece en la misma medida aquella mirada cargada de cariño. Todavía recuerda que hace algunas semanas atrás Taehyung le había dicho que cada vez que Yoongi lo observaba parecía desbordar amor. Comprueba una vez más que no se trata de una exageración y debe admitir que seguramente sus ojos también destilan adoración hacia su mayor.

Jennie ya ha comentado en varias ocasiones que se miran como un par de tontos enamorados y Jungkook solo sonríe ya que sabe que es verdad e intenta transmitir toda esa adoración con besos lentos, dibujando círculos con los pulgares por sus mejillas, subiendo hasta su cabello negro que peina con cariño.

—Hay que levantarse, hyung —dice antes de dejar otro beso fugaz sobre sus labios—, tienes una reunión esperando por ti y mientras estés en ella puedes pensar que por la tarde estarás bajo el cuidado de tu maravilloso alfa.

Yoongi gimotea y Jungkook está seguro que ese reclamo viene directo de aquel lobito alfa fundido. En condiciones normales su hyung tan arisco habría dicho algo como "¿maravilloso?", pero en lugar de ello lo abraza con fuerza.

—Quiero quedarme así toda la mañana, luego follarte y seguir abrazándote.

Tristemente no pueden y las responsabilidades los llaman. Apenas llegan al trabajo separan sus caminos, Jungkook tiene que ir a vigilar las inmediaciones de un centro comercial y recoger testimonios de un asalto a una joyería del sector y Yoongi, que si bien pudo haber reclamado su día libre, acudió a petición de Namjoon a una reunión de planificación para un operativo que requiere la asistencia de mayor personal, después de eso podrá volver y esperar con las ansias consumiéndolo a la llegada de Jungkook.

Se percibe a sí mismo más irritable de lo normal, no lo ayuda el conjunto de aromas atrapados entre las paredes de una amplia oficina destinada a las reuniones. Se incomoda ante las miradas curiosas de un oficial omega de otra estación, que de tanto en tanto descubre que aquellos ojos se desvían de la libreta de apuntes y están sobre él. Comienza a preguntarse si necesita aplicar otra capa de neutralizador y se debate si ignorar el "confía en mí" y tragarse el supresor que tiene en el escritorio o tratar de batallar con los síntomas que van en aumento.

Apenas termina se despide con cortesía de los presentes, hace un registro de la reunión para Namjoon con la nómina de los oficiales que participarán y da por finalizado su turno. 

Antes de emprender su viaje de vuelta su apartamento revisa los mensajes en su celular, Jungkook le había enviado un par de fotos de perritos con ropa que vio en el centro comercial, otro de Namjoon en agradecimiento por haberse hecho cargo de la reunión y uno reciente de Jimin pidiendo su ayuda con urgencia. De ser tan urgente, de vida o muerte, habría llamado, así que piensa en rechazarlo, pero sopesa que encerrarse entre las paredes que guardan el aroma de Jungkook solo incrementaría la desesperación de su animal y no le sorprende verse a sí mismo en la cama oliendo la ropa de su pareja mientras se masturba con furia y su lobo gruñendo por la falta de su compañero.

Ver qué quiere su amigo servirá para matar el tiempo y "juntar las ganas" como le decía su adorado mocoso.

Al final resulta que la "urgencia" termina por hacerle contraer su expresión en una mueca de molestia. No dura demasiado, su amigo siempre lo ablanda con esas sonrisitas con los ojitos cerrados y mejillas gorditas.

—¿Así que tu urgencia es una maldita bicicleta averiada?

—Es que mañana planeo una cita con Namjoon paseando por el parque en bicicleta, hyung por favor, necesito tu ayuda, sabes que confío más en tus manos que buscar algún taller —el omega hace un puchero.

—Porque a diferencia de un taller no te cobro por esto.

—Podría pagarte.

—No, no es necesario —niega después de resoplar—. ¿Por qué tengo dongsaengs tan manipuladores?

De todas formas revisa la bicicleta de Namjoon y acompaña a Jimin a comprar piezas de repuesto. Arreglar cosas siempre le ayuda a drenar energía, por eso suele acudir de buena gana cuando alguien necesita ayuda con algún desperfecto hogareño.

Jimin sonríe amplio y mientras su hyung está concentrado y con las manos sucias se ofrece a recalentar almuerzo, añadiendo que es lo mínimo que puede hacer para recompensar su ayuda.

El omega percibe el aroma del mayor más intenso de lo habitual. Tan tostado que lo saborea amargo. Su lobo no se altera, pero no pasa desapercibido que un alfa a su alrededor está entrando en celo. De todas formas no es una preocupación, no despierta el suyo y sabe que su olor dulce no remueve a Yoongi. Incluso recuerda que su amigo le había comprado supresores una vez que su celo se adelantó y sus padres no estaban en casa durante el fin de semana. Fue tan dulce, le preparó comida y acomodaba paños fríos en su cuerpo en lo que tardaban las pastillas en hacer efecto.

Le causaba gracia verlo removerse incómodo, mencionando que se sentía como cuando era niño y se llenaba la boca de dulces, luego quedaba intoxicado con tanta azúcar y el paladar áspero.

—Deberías decirme que huelo delicioso y apetecible —bromeaba gimoteando el omega estirando los brazos en busca de los mimos que su lobo tanto deseaba.

—Hueles delicioso y seguramente otro alfa no dudaría en devorarte —respondió mesando el cabello húmedo por el agua y el sudor al retirar el paño.

—Me siento tan penoso, hecho un desastre y con mi maldito cuerpo exigiendo que venga un alfa o quien sea a darme alivio.

—Espera un poco, ya pasará, el supresor no actúa en menos de diez minutos —decía sin detener las caricias confortantes—. Quizá debí comprar uno en formato inyectable.

Jimin se resistía a decirle que hiciera más, muchísimos más, porque notaba sus muslos mojados y su piel sensible al tacto. A su vez sentía culpa por desearlo, por esa parte animal que sobrepasaba su capacidad de razonar y Yoongi era la persona, alfa, que tenía más cerca.

—Esto es terrible —susurraba recogiendo las piernas hacia su vientre. Era una adolorida bolita bajo las sábanas.

—Lo sé, en mis celos también siento que llamo a un alfa que venga a mi lado —ríe antes de levantarse a cambiar los paños— y es algo imposible conseguir.

Jimin sabía que Yoongi no lo mencionaba, pero aludía a la falta de Hoseok y ahora quiere decirle "¿Y fue imposible?".

—¿Te acuerdas una vez que me ayudaste en un celo? —pregunta Jimin recargando su peso en el costado de Yoongi, quien limpia sus manos engrasadas en un trapo.

—Claro, casi me intoxico con tu aroma empalagoso.

Jimin golpea su hombro en señal de queja y el alfa responde con una sonrisa de labios cerrados y pequeñas arrugas en su ojos alegres.

Yoongi lo recordaba a la perfección, porque sintió que entraría en pánico cuando Jimin lo llamó con entonación cargada de angustia pidiéndole ayuda ese fin de semana. Fue la farmacia por supresores y cuando el omega abrió la puerta el olor dulzón y un poco ácido fue tan fuerte como una patada en la cara.

Aturdido y mareado le entregó la caja de pastillas a su amigo que empezaba a sucumbir con los incómodos calambres.

¿Percibía el intenso y muy dulce aroma del omega aturdiendo sus sentidos? . ¿Su alfa sentía la ferviente necesidad de ese llamado reproductivo y follarlo como el animal que era entregado plenamente al instinto? No.

Desde su presentación sintió mayor debilidad por los alfas, por sus aromas tan fuertes y cuando se aproximaban sus celos algo se revolvía con agrado en su vientre, deseando con ganas acercar la nariz a sus cuellos.

Cuando recién se estaba descubriendo a sí mismo se sentía más anormal que nunca, recordándose que no era un omega y que atender el celo de otro semejante no era su labor. Más adelante dejó de batallar consigo mismo y asumía que era simple: le gustaban los alfas y sus feromonas eran un deleite, si estas se intensificaban en los celos, más tentadoras aún puesto que resultaban como un peligroso shot concentrado.

Tan exquisitas como dañinas por lo que prefería evitar el peligro y alejarse de los alfas cuando el calendario biológico llegaba a recordarles su naturaleza animal.

Hasta que llegó Jeon. Bendita luna que le puso a un compañero tan terco y que adora con cada partícula de su ser.

—Recordaba que me decías que era imposible encontrar a un alfa con quien compartir tus celos —se lo dice con aquella expresión triunfante que hace al mayor encogerse un poco.

Y Yoongi es consciente que varias de las cosas que pensaba como imposibles y/o improbables iban evaporándose con la presencia de Jungkook a su lado.
  
   
  
  
    
  
  

  
  
  
  
  
  
 
Jungkook chequea nuevamente el celular, Jimin le avisa que Yoongi está en su casa, que irán a comprar piezas de repuesto y le convencerá de quedarse a almorzar. Le debe un enorme favor a su amigo omega, ahora sus ojos curiosos recorre la amplia tienda pensando de antemano que podría necesitar.

—Comienza a llenarla —Seokjin sonríe y le entrega una cesta de compras a Jungkook.

El alfa castaño asiente aturdido, todavía procesando que vive uno de los momentos más extraños de su vida avanzando por los pasillos de una sex shop en compañía de Seokjin y su jefe. No sabe exactamente qué pensar cuando ve al moreno meter un par de buttplugs sencillos y un frasco de lubricante.

—¿Son para Jimin o para ti? —pregunta el omega con una sonrisa maliciosa.

Namjoon se sonroja y no responde antes de desviarse a otro de los corredores.

La risa de Jin resuena llamativa y se aproxima a Jungkook metiendo un tubo de lubricante en la cesta.

—Es muy bueno y no daña los juguetes.

Termina añadiendo varios tipos de lubricantes, simples, con efecto, con sabor, estará abastecido por un buen tiempo. Continúa su travesía por el sector de buttplugs y dildos de todos los colores y tamaños, algunos están en exhibición disponibles a las manos curiosas de los clientes. Toca una esponjosa colita de lobo visualizando a su alfa insufrible usándola. Sin pensar más y con el calor quemando su vientre guarda una sellada en su canasta de compras.

Se toma su tiempo en leer las inscripciones y modos de uso —porque lo obvio no siempre es tan obvio—. Los materiales y las formas de cuidado de los productos, siendo todo como un mundo nuevo para Jungkook.

No es quisiera parecer entrometido, pero escucha a una de las asistentes orientar a un joven omega, recomendándole un set de buttplugs especiales para trabajar las dificultades de dilatación, que no se avergüence porque no es ni el primer ni último omega con tales problemas. Disimuladamente se acerca a tomar una caja, leyendo las instrucciones y sugerencias destinadas a cualquiera que quisiera incursionar en los placeres del sexo anal.

Jungkook es consciente que no es ni el primer ni el último alfa en dejarse follar, no debería estar ardiendo como una hoguera con las mejillas rojas a más no poder mientras mete el set a su canasta, ignorando el par de miradas encima.

Se traslada al pasillo de lencería y se topa con Namjoon —su jefe, siempre tan templado, que escapaba de la imaginación de cualquiera verlo en semejante tienda— mirando dubitativo los modelos de ropa interior, específicamente una que resaltaba el culo con dos correas. No sabe cómo quitarse la sensación incómoda.

"Fuera imagen mental" y desvía la atención a las prendas de encaje, cogiendo un calzón negro y delicado que a Yoongi le quedaría muy, pero muy bien, ligas del mismo color también serían un buen complemento. ¿Cómo no comprar un par de regalos para su hyung?

Ahora necesita algo para sorprender a su alfa, se debate entre la ropa interior tan delicada como atrevida o un traje para algún tipo de roleplay. Debe frenar su imaginación porque cada fotografía que se arma en su cabeza es un directo tironcito en su entrepierna.

Se para detrás de Seokjin en la fila para la caja, el omega le cuenta desinhibido los juguetes que ha comprado para Taehyung y Hoseok, justo el tipo de detalles que no necesita saber. Así como tampoco necesita mirar curioso y de reojo la cesta de su jefe.

Cuando sale de la tienda le escribe a Jimin para que retenga a Yoongi un tiempo más, necesita llegar y prepararse. El omega le avisa que hará lo que pueda y que le escribirá cuando el vaya en camino.

Le agradece un poco avergonzado a sus amigos por la compañía, pensando por dentro que tal vez haber ido solo pudo resultar menos incómodo a saber detalles de la vida sexual ajena. No pensó que Seokjin se uniría a su tarde de compras junto a Namjoon cuando le preguntó si conocía una tienda con variados artículos eróticos.
   
   
   
   
   
   

   
  
  
   
  
  
 
 
Lo único que Yoongi está deseando en aquel momento es llegar a su apartamento y empotrar a Jungkook contra la pared más próxima, pero ahí está su amigo omega insistiendo que el refrigerador pareciera tener alguna falla. "Es que hyung, hace un ruido extraño", repetía.

Hace un chasquido con la lengua y le pregunta por más detalles a ver si es algo en lo que pueda ayudar.

—Sea lo que le pase a tu refrigerador escapa de mis conocimientos, llama a un técnico que lo repare.

—Al menos dime si pasa algo o son ideas mías —pide juntando sus manos y mirada suplicante.

Yoongi entrecierra los ojos y dedica un par de minutos a una revisión rápida.

—Creo que son ideas tuyas —concluye encogiendo los hombros, ansioso por volver a casa.

Jimin percibe la impaciencia de Yoongi y el olor amargo con matices de irritabilidad. Sabe que buscar otra excusas para retenerlo no es buena idea y su amigo es lo suficientemente inteligente para empezar a sospechar algo.

Rápidamente le escribió a Jungkook:
 
   

[Se me agotan las ideas :( ]
 


[Solo un poco más]
  
   
   
Retiene el suspiro y piensa en la última estrategia.

—Muchas gracias, hyung —dice suavecito—, déjame llevarte a casa a cambio.

Yoongi acepta agradecido, pensaba en tomar un autobús o un taxi, lo que apareciera primero por la calle, aunque esa gratitud se fue desvaneciendo por el camino a medida que un viaje que tendía a ser corto se alargaba, primero porque Jimin hizo una pausa no tan breve a la farmacia por supresores, disculpándose que si no los compraba ahora, se le iba a olvidar después. Luego se metió por una avenida congestionada en lugar de los atajos habituales para eludir atochamientos.

Inquieto no dejaba de removerse en el asiento, calculando la distancia y tiempo caminando, seguramente si apura bastante el paso, llegaría en unos quince minutos a su apartamento. Si permanecía encerrado en ese auto caería en la desesperación.

—Jimin-ah, puedo continuar a pie el resto del camino.

—Yah, hyung, no te puedes bajar ahora, además estamos cerca.

Yoongi contiene el gruñido frustrado que vibra en su garganta. Su pierna se agita y mira la eterna fila de autos que avanzan lentamente.

Apenas su amigo omega lo deja en la entrada del edificio, Yoongi a zancadas avanza por el pasillo, las escaleras se sienten más largas que nunca, pero las ansias de llegar a su hogar le hacen forzar a sus piernas a seguir rápido y firme.

Abre la puerta con una mezcla de irritabilidad y deseo que va despertando conforme respira el potente aroma cítrico y picante de su alfa. El calor afiebra su organismo y ese algo que necesita ser saciado reclama apremiante un alivio. Entonces ahí está, el remedio a sus síntomas, caminando hacia su dirección con el cabello húmedo y una sonrisa de mocoso travieso.

—Te demoraste en llegar, hyu-

Yoongi no lo deja continuar, afirma con una mano su nuca y la otra sujeta su espalda, atrayéndolo bruscamente contra su cuerpo. Siente el choque duro del pecho de Jungkook contra el suyo, tanto como el de sus bocas. No le importa el ardor extendiéndose por sus labios y los dientes que lastiman la superficie sensible. Sus lenguas se empujan buscando dominar el ritmo del beso y las respiraciones calientes sofocan a ambos.

—Ve a darte un baño mientras termino de preparar todo para mi hyung favorito —ordena con los dedos hundidos en el cabello oscuro.

Yoongi continúa ejerciendo fuerza en su nuca para mantenerlo justo contra sus labios. Jungkook siente que su mayor lo besa como si quisiera extraer su vida en el gesto. Contacto caliente y mojado tan intenso que sus ojos se cierran, sus nervios reciben la combinación de estímulos y cree que podría disolverse.

—La única preparación necesaria es que estés desnudo en la cama y lubricante a la mano —Yoongi lo dice tan ronco y demandante que Jungkook se estremece y quiere obedecer como si usara la voz de mando.

—Ve al baño —se remueve y agarra sus brazos para alejarlos de su cuerpo.

—Ven conmigo —Yoongi con un movimiento súbito se zafa del agarre para volver a abrazarlo.

—Ya me bañé.

El policía azabache maldice esa rabia irrisoria, por una parte piensa en que su pareja siempre insiste en darse baños juntos ¿por qué ahora no? Y, por otra, se siente como un crío al que le niegan un capricho.

Está pasando un condenado celo sin supresores por petición del mocoso y siente que el calor quema entre sus piernas, merece todos los caprichos del mundo.

—¿Y cuándo ha sido un problema meterte al baño conmigo? Prometiste hacerte cargo —reclama empujando sobre el muslo contrario la erección ya formada bajo el pantalón.

—No arruines mis planes, ve al baño, obedece a tu alfa.

Suena como un desafío e inevitablemente un gruñido escapa desde lo profundo de su pecho. No suelta el agarre de los brazos en su cintura, aunque Jungkook forcejea por escabullirse.

La boca del alfa castaño se apega al cuello pálido, la piel se percibe húmeda y febril, sube con besos por su barbilla.

—¿Por qué mi alfa no me puede hacer caso?

Tan manipulador, que incluso con la rabia ardiendo tanto como el apetito insaciable, obedece mascullando sus quejas.

A tirones toscos se arranca las prendas de ropa y se para bajo el chorro de agua tibia, tallando su piel con las manos y el jabón haciendo espuma. Se envuelve con la toalla y nota aquel bulto rígido haciendo un notorio relieve.

Cuando mira a Jungkook sonriente sentado sobre la cama ni siquiera se preocupa de sujetar la toalla que cae a medio camino. Su menor sostiene algo entre las manos y se levanta de un brinco.

—¿Acaso tengo que atraparte?

—Será al revés, alfa —responde Jungkook mirando directo a esos pequeños ojos oscuros.

El lobo de Yoongi se agita, envuelto en la excitación y la euforia. Quiere saltar sobre su compañero, poner sus patas arriba y demostrar que hoy está en la cima y el control el suyo.

El alfa castaño analiza a su hyung acercarse con esa mirada hambrienta y cargada de determinación. Le gusta esa faceta de su novio dejando que su animal lo mueva. Hay algo de salvaje y peligroso en aquellos ojos casi negros, en aquel aroma tan amargo que altera a su propio lobo.

—¿Recuerdas cuando hablábamos de usar nuestras esposas? Solo que esas son muy incómodas y no quiero lastimar las preciosas muñecas de mi hyung —le enseña un par de esposas negras que lucen muy suaves por dentro y se ajustan con una correa.

Jungkook camina con sigilo rodeando a su alfa, sujetando sus muñecas con delicadeza. Yoongi se remueve cuando el agarre lo nota afianzado, empuja con todo su peso a su alfa de vuelta a la cama.

El menor sonríe y lucha contra su novio que lo tiene atrapado entre su cuerpo y el colchón. Le divierte que Yoongi no se lo ponga fácil. Jadean por el esfuerzo, por los roces de sus pieles bañadas en su sudor y el placentero hormigueo entre las piernas.

Jungkook ha dejado las esposas a un lado, concentra su fuerza en los intentos por posicionar a su mayor abajo. Emite un ruido ronco cuando por fin logra sentarse sobre la espalda pálida de su alfa, quien se retuerce con movimientos violentos para quitárselo de encima.

—Entrégate a mí, no pretendo decepcionarte —sujeta sus muñecas con fuerzas, primero ajusta las correas alrededor de una, con la mano libre su hyung arroja golpes sin dirección, logra esquivar un par, pero el puño impacta contra su muslo en uno de los tantos intentos de ataque, dejando caliente el sector y una corta punzada extendiéndose por el músculo tenso—. ¿Ves? Por esto no puedo dejar tus manos libres.

Yoongi permanece quieto, percibiendo cada estímulo y son un exceso para sus sentidos. Los aromas tan fuertes combinados, el peso de Jungkook sentado sobre la zona lumbar, cuando se inclina nota la extensión de su pene rígido. Todo el calor y esa especie de rabia se acumulan y arden en su vientre, sin pensar intenta liberarse del amarre de las esposas, pero su movilidad está reducida.

Bota el aire y vuelve a respirar profundo cuando las palmas de Jungkook masajean su espalda, dibuja un camino de besos por las vértebras y tiene el descaro de besarle las manos también. Amasa su culo con ganas y está seguro que cada apretón deja marcas rojizas de sus dedos haciendo presión. Entierra las rodillas en el colchón, pero el menor se frota entre sus nalgas con la ropa puesta.

—Fantaseé un montón de veces con esposar al oficial Min como si fuera un chico malo —pronuncia el alfa castaño tirando de la unión de las esposas—. Puedes voltear ahora.

Yoongi nota que su compañero deja de hacer peso sobre su espalda, voltea y planea arrojarse encima al primer espacio disponible o distracción, aunque Jungkook no le da ese pequeño margen de contraataque, todavía delimita su rango de movimiento con esa alta muralla de músculos que tiene por cuerpo a escasa distancia.

El policía castaño deposita un corto beso sobre los labios de su hyung. Un pequeño gesto tentador, apenas un caricia dentro de su boca, dejando a Yoongi con ganas de más intentando buscarlo, pero Jungkook se aleja, emprende rumbo por su cuello, empujando la lengua sobre la nuez pronunciada.

El mayor arquea la espalda cuando la boca desciende hasta uno de sus pezones, los dientes aprietan con la fuerza justa para provocar una ligera descarga de dolor, pero sin lastimar realmente, luego las caricias húmedas de esa lengua inquieta cosquillean. Repite el proceso con el otro, para después dejar que los dedos resbale por las pequeñas aureolas mojadas. Todo lo hace sentado en su regazo sin dejar de balancearse adelante y atrás, aplastando su erección con pequeños rebotes.

A Yoongi lo consumen las ganas de arrancarle la ropa y enterrarse profundo. Unirse a su alfa, anudar, sentirse envuelto por su sofocante interior. No puede, sus manos son aplastadas por su propia espalda. Todo el maldito día con ganas de follarlo y su novio lo prolonga con esa sonrisa de triunfo. Aunque las pequeñas luces de raciocinio que aún se mantienen titilando por su cabeza nublada le dicen que si Jungkook no lo tuviera atado, lo estaría cogiendo como una bestia hambrienta y furiosa —se siente como una bestia famélica—.

—Quítate la ropa y móntame —exige Yoongi con su voz ronca—. Te he esperado todo el maldito día.

—A sus órdenes, alfa —responde cargado de picardía mordiendo su labio—. Mírame bien —dice antes de quitarse la camiseta.

Jungkook piensa que ahora hay dos vías para su planes: resulta bien o puede ser una bochornosa escena de risas, pero decide continuar, desplaza las manos por su vientre, nota su piel mojada por el sudor, delinea el elástico del pantalón de buzo y lo baja con lentitud por sus piernas hasta quitarlo y arrojarlo a un extremo de la cama, ocultando la inseguridad, cubriéndola con una actitud desinhibida, después de todo el control de la situación sigue siendo suyo.

Los ojos de Yoongi están fijos bajo su abdomen y su boca entreabierta como si quisiera decir algo. No se está riendo, así que asume que la idea ha sido un éxito porque su mayor lo devora con la mirada.

—Creo que me queda bastante bien —dice sonriendo con los dedos que juguetean con el borde de la ropa interior.

El alfa azabache está sorprendido con la atención absorta en la prenda de encaje blanco pureza, aunque de esto último no tenga nada, porque la imagen que le ofrece su pareja es completamente obscena. La prenda es tan delicada con finos vuelos, patrones florales y espacios de transparencia que revelan la piel entintada por la sangre acumulada, vellos oscuros y aquella longitud caliente e hinchada que sobresale de la reducida porción de tela. Se ve tan tosco envuelto en el sutil encaje y le encanta. Un completo contraste, justo como es Jungkook. Una amalgama exquisita.

—Me acercaré para que veas mejor cada detalle.

¿Cómo no va a estar agonizando de deseo cuando se presenta así? Acercándose sin ningún tipo de vergüenza a poca distancia de su rostro, acunando la longitud recia, subiendo y bajando con pequeños movimientos. La punta se asoma por la tela y, para empeorar el hambre que lo tiene desesperado, gotea líquido preseminal. Es una fotografía lasciva, graba el momento en su memoria y guiado por ese deseo caliente trata de aproximarse más, quiere probarlo, su boca se hace agua. Puede oler su excitación tan palpable como la propia.

—Funcionó pedirle a Jimin que te retuviera —Jungkook confiesa sujetando la cabellera oscura para empujar su cabeza hacia atrás—. Dije que veas, no que toques —sonríe entre travieso y malicioso, trazando círculos con el pulgar sobre el glande que se asoma por el fino calzón.

Si ha de ser sincero la prenda no es exactamente cómoda y cuando se la probó le entraron unas enormes ganas de reír, intentando acomodar su pene, pensando lo burdo que se veía cubierto de algo tan delicado, considerando seriamente abortar misión. Pero a Yoongi parece gustarle y eso es lo más importante.

—Eres un mocoso malvado —habla después de que las palabras parecían revueltas y fundidas en su cabeza que apenas lograba coordinar monosílabos y jadeos. Por fin logra resumir una parte mínima de lo que piensa. Su mocoso es malvado, sabe que arde en ganas, anhela devorarlo y actúa como la tentación encarnada, ofreciendo y quitando.

—¿No te gusta el resultado? —suelta el agarre de su pelo negro y siente las piernas flaquear cuando el rostro de su hyung empuja sobre su erección.

Vuelve a murmurar "mocoso cruel", con el bulto duro y caliente sobre su mejilla, "tan cruel", repite antes de abrir la boca y lamer su pene cubierto en encaje blanco. Envuelve la punta rojiza con los labios y gime de gusto, reconociendo las formas con la lengua. Quiere más. Agarra con los dientes el borde elástico para bajar la prenda.

Jungkook siente que no resiste cuando se percibe preso en aquella cavidad húmeda. El placer asciende en oleada que contraen y relajan cada músculo en el área pélvica, el problema es que siente sus paredes cerrarse alrededor del plug y ha tenido que resistir y negarse el orgasmo en lo que lleva prolongando las preliminares, apretando la base de su pene en más de una ocasión. Cada movimiento brusco era presión del objeto en su próstata que a momentos quería decirle a Yoongi que no era el único pasando una exquisita agonía.

—Me he estado preparando para ti, todavía falta una última cosa que mirar —afirma las mejillas de Yoongi y lo separa de su entrepierna.

Termina de quitar la ropa interior blanca que estaba a medio camino en sus muslos y la arroja sobre el rostro de su hyung. Se acomoda apoyado en sus rodillas y el pecho hacia el colchón de forma que le enseña el culo a pareja, separando las nalgas con ambas manos.

Yoongi está seguro que su respiración acaba de cortarse por varios segundos en lo que su cerebro decodificaba la información ante sus ojos. Su alfa, mocoso pervertido, le muestra el buttplug decorado con una brillante gema roja, tocándola con la punta de los dedos, haciendo un poco de fuerza para retirarla, aprovechando enseguida de hundir el índice y medio en el agujero mojado por el lubricante, notando que entran fácil, es una buena señal que su interior está cediendo.

—Necesito cambiarlo por uno un poco más grande —comenta antes de buscar en la bolsa el tubo del resbaladizo líquido incoloro y otro plug del set. Había comenzado con el más pequeño antes de la llegada de su alfa, lo reemplazó por el tamaño medio mientras Yoongi se duchaba y ahora intentará con el último. Si pretende aguantar un nudo necesita dilatar un poco más.

Yoongi se siente agónico, sacude sus manos esposadas aún sabiendo que no conseguirá nada. La tensión crece y maldice entre dientes. Mira como vuelve a verter más lubricante sobre el juguete y en su entrada, gimiendo un poco dolorido cuando batalla por introducir el buttplug. La espalda de Jungkook forma una curva y su trasero se levanta aún más.

—Quiero follarte ahora —demanda temblando, con la mirada fija en todo lo que enseña Jungkook. Desea ser él quien arranque aquellos ruidos que salen de esa deliciosa boca.

La desesperación vibra en su entrañas, juraría que por dentro está en combustión, su pene hinchado palpita lleno de sangre, como si concentrara toda la vitalidad de su ser.

Sin importarle nada, se impulsa con los codos, avanza de rodillas y determinado a tirarse encima de Jungkook, quien voltea y lo empuja de espalda a la cama nuevamente. Yoongi resopla frustrado, su animal está tan exasperado como su humano.

—Qué alfa más impaciente.

—Libérame —reclama alterado sacudiendo sus muñecas, lo único de razón que le queda lo usa para no utilizar la voz de mando y exigir aquello que tanto necesita—. Quítame esto —insiste furioso.

—Mi alfa no sabe pedir las cosas —se burla el policía castaño—. ¿Y el por favor, hyung?

—Maldita sea, Jungkook, móntame ahora —exhorta con el furor en cada sílaba áspera—. Por favor.

Jungkook moja el pene de Yoongi antes de quitarse el plug y llenar el espacio con la extensión caliente que se alza vigorosa entre las piernas de su alfa. Siente que su interior se ajusta sin dolor alrededor del invasor. Flexiona sus piernas en cada subida y bajada, a momentos lo hace muy despacio, queriendo escuchar los gruñidos de su alfa insatisfecho y luego acelera, rebotando, contrayendo los músculos a voluntad para acercarlo a límite y vuelve a frenar, lento nuevamente y llegando lo más profundo que puede. También es una ayuda a sí mismo, ya que cada golpe en su próstata es como un delicioso destello y podría terminar en cualquier momento.

Alfa, ahora las quitaré —avisa al segundo que afloja las correas alrededor de sus muñecas. Lo hace despacio, atento a esa mirada de pupilas dilatadas que le da entender lo que se avecina. Traga saliva, sabiendo que debe hacerse cargo del lobo salvaje al que estuvo provocando.

Jungkook cae en cuenta que ha liberado a una bestia. Yoongi es furia, hambre y deseo incontrolable. Un desastre natural, que se sabe que viene cerca, mirar el torbellino de frente y no queda más que recibir el fuerte azote. Su alfa acaba de tenderlo de un solo empujón sobre la cama, está encima, justo entre sus piernas hundiéndose con movimientos bruscos. Bordea el dolor cada choque de pieles y al mayor nada de eso le importa. Yoongi afirma sus caderas y se entierra una y otra vez.

—Voltea —exige contando impaciente los poco segundos que Jungkook tarda en ponerse en cuatro para él.

El menor siente que va a colapsar, apenas logra sostener su peso, Yoongi colisiona brusco contra su cuerpo, lo saca entero para volver a meterlo de un solo golpe, entonces el orgasmo aparece tan repentino como esa estocada profunda, palpitando desde la base de su pelvis, percibiendo como sus paredes se contraen alrededor del pene de su alfa, quien le deja en claro con los movimientos raudos que no pretende darle tregua.

Está sobreestimulado. Todo es demasiado salvaje. Cuando le decía a su pareja que lo follara con ganas no imaginaba que sería tan duro. Apenas logra pronunciar su nombre, los gemidos escapan de su control y los jadeos de sorpresa se hacen presentes cada vez que su compañero tira de su cabello castaño, choca contra su culo y muerde sus hombros y también su nuca.

A momentos está al límite de sentir miedo, Yoongi nunca había sido así de violento, pero terminaba por corroborar que los dientes no se hundían con la fuerza que podrían ejercer perfectamente para perforar la dermis. Dolía un poco y seguramente dejaban huellas superficiales, pero no una marca profunda.

—Relájate, estoy por correrme —le avisa masajeando sus muslos.

Jungkook se deja vencer por el peso, está con el vientre sobre el colchón, recibiendo un último par de empujes cortitos de Yoongi que apoya el pecho contra su espalda. Es imposible no sentirlo acabar cuando la base se hincha y queda atrapado. Emite un quejido cortito, escondiendo la cara contra la almohada, el aire queda atrapado y se olvida del proceso respiratorio hasta que su hyung le dice que inspire y bote lento, que pronto pasará.

Duele, bastante, tanto que aprieta los ojos húmedos, aunque reconoce que no como la primera vez. Es un dolor intenso, pero al menos no siente que se muere o que se desgarra agónicamente.

Yoongi se mantiene abrazándolo, dejando cortos besos en su cabeza, respirando la esencia cítrica combinada con sudor. Rasca su cabello, peinándolo con cariño. Disfrutando de la deliciosa presión que ejerce el espacio cálido y ceñido.

—¿Estuvo bien? —pregunta Jungkook una vez que su cuerpo se ha adaptado a la sensación tirante.

—Bien no alcanza a describirlo —besa su mejilla roja.

Le dijo cruel, pero la verdad es que Jungkook es un amante a quien debe darle todas las estrellas de reconocimiento que hay en el universo. Se ocupó de cada pormenor y buscó la forma de salir de la rutina para darle una experiencia de celo sin supresores que no olvidaría jamás, ningún solo detalle.

Jungkook es la especie de milagro que muchas veces deseó y jamás esperó encontrar hasta que simplemente apareció.

Lo ama.

—También traje un par de regalos para ti —comenta el alfa castaño, moviéndose suavecito, imaginándolo con la esponjosa cola de lobo.

—Quiero verlos —susurra besando su oreja, haciendo que Jungkook se retorciera ligero por las cosquillas.

—Quiero que los uses alguna vez —pide ladeando el rostro—. También quiero que me beses.

—Primero necesito saber con qué demonios pretendes que vista o me meta.

—Solo úsalos y dame mi beso.

Yoongi lo besa, saboreando su boca con absoluta calma, disfrutando de recibir los gemidos vibrando a través de la unión de labios. Jungkook tiembla ligero y el mayor nota la presión del esfínter contrayéndose. Jadea ronco y aprieta los párpados, aquello acababa de sentirse muy bien.

—¿Acabas de correrte de nuevo? —corrobora con la nariz acariciando su cuello, justo donde el aroma de concentra.

—Te tengo adentro, presionando cada parte —dice bajito Jungkook rendido con una agradable sensación de relajo extendiéndose por cada músculo—. Se siente muy bien tenerte encima.

—Te estoy aplastando.

—Me gusta sentirte así.

Los minutos avanzan y el nudo se desinflama, Yoongi lentamente sale de su interior, Jungkook solo gime cansado, pero permanece recostado boca abajo sin intenciones de moverse. El mayor susurra con cariño que se hará cargo. Limpia y guarda los juguetes, trae un par de toallas húmedas para ocuparse de su compañero, quien emite una que otra queja cuando le pide que se mueva un poco.

—Eres... —Yoongi hace una pausa para mirar la preciosa cara de su novio, semblante relajado por el sueño que lo invade.

—¿Soy? —pregunta bajito.

Alguien a quien amo.

—Mi mocoso favorito.

—¿Solo eso?

—Mi alfa —finaliza la frase incompleta con un beso en su frente—. Gracias por esto.

Realmente se siente satisfecho y dichoso. Es lo más cercano a la plenitud que ha experimentado a lo largo de sus años. Si le preguntan "¿en qué momentos de tu vida te has sentido pleno?", Yoongi respondería que cuando niño y tocó por primera vez una canción completa en piano y su relación con Jungkook, los besos, las sesiones de mimos y un celo bien atendido.

Primer celo sin supresores.

Su lobo también le transmite la enorme cantidad de alegría y saciedad.

—¿Qué has hecho conmigo?

Mucho, Jungkook ha hecho mucho, ha llegado a armar y desarmar en su vida de la mejor forma posible.
  
  
  
   
  
  

 
  
  
  
  
  
  
—Es raro que estés despierto antes que yo —comenta el menor todavía semi dormido, disfrutando de los dedos que rascan su cuero cabelludo en contraste al resto de su cuerpo fatigado, reclamando por un reposo extenso.

—Todavía es temprano, descansa.

—Tengo hambre, podríamos desayunar en la cama —se estira bajo el cobertor con pereza.

—Bien, traeré algo —accede sin reparos—. Mocoso —lo llama desde el marco de la puerta.

—Yoongi hyung —pronuncia extendiendo las vocales.

Te amo, Jungkook-ah —suelta sin querer reprimir más aquello que calienta su pecho—. Descansa tu culo adolorido, voy por desayuno.

Yoongi no puede soltar semejante frase y luego hablar de su culo adolorido así sin más, sin siquiera darle tiempo de procesarlo y decirle "yo también".
  
   
   
   
   
   
   
  
  
  
  
  
  
***
Pronto estaré subiendo el extra 2 del HopeVJin, por ahora dejo este lleno de smut y un poco de fluff dedicado al celo de Yoongi uwu. 

Pensaba en hacer extras más o menos cortos, que no superaran las 4500 o 5 mil palabras y aquí está esto, gracias por leer 8k donde más del 70% fueron puras cochinadas (el smut me ayuda a canalizar el estrés xD).

Si mis cálculos no fallan faltan unos dos o tres extras más que los iré terminando a medida que tenga tiempo ;u;

Muchas gracias -again-, les adoro montones y les dejo este adorable puchero que me derritió de ternura >u<

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top