XXXV. La pieza que no encaja

Si de algo Yeonjun está seguro es que las fechas de festividades son estresores en sí mismas. Las tiendas tendían a ser centro de aglomeración y estuvo a poco de perder la paciencia y dejar el carro de compras tirado cuando la fila en la caja no avanzaba, pero luego recordaba que no podía aparecer en la casa de los Choi con las manos vacías. A eso se le sumaba un cielo nublado y una lluvia tan generosa como impiadosa para alguien que ilusamente confió en la predicción meteorológica que anunciaba la tormenta para la noche.

Odió llegar al apartamento con las bolsas haciendo peso en sus brazos cansados, mojado y entumecido, pero al menos, en teoría, el día de viaje debiera estar despejado, aunque el alfa veía sus propias nubes grises en el panorama.

Había negociado con Jungkook para reducir un par de días las vacaciones a cambio del fin de semana y los tres días del Seollal. El itinerario consiste en partir el sábado apenas salga el sol para llegar a tiempo a celebrar el aniversario de los padres de su novio, al día siguiente irán a la casa de los abuelos paternos para todos los rituales, y el lunes festivo Soobin le dijo que lo llevaría a recorrer Ansan.

Tan próximo a viajar, y sabiendo que necesita energías, no puede conciliar el sueño, la ansiedad lo consume.

—¿Estás despierto? —pregunta Bin muy bajito a su compañero, estrechando un poco más firme el abrazo por la espalda.

—Sí, tampoco puedo dormir —responde en un susurro ronco, llevando su mano hasta una de las contrarias para acariciar los nudillos duros.

—Quiero otro beso de buenas noches.

—Todos los que quieras —responde Yeon antes de voltear y buscar sus labios a oscuras, trazando un camino desde la barbilla hasta la boca caliente que le devuelve el beso con lentitud—. Todo irá bien —dice con la intención de convencer a ambos.


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Yeonjun continúa nervioso, pero no quiere que se note, ni siquiera que su aroma lo delate. Incluso se queja menos de lo usual, pese a que se levantan cuando el sol apenas se asoma tímidamente y hace un frío que cala hasta sus huesos posterior a la lluvia torrencial de los días previos. Cada bocanada de aire se siente helada y húmeda, pero no quiere reclamar contras las condiciones climáticas, limitándose apenas a un vago "Hace frío" mientras guarda un par de bolsos en el maletero.

No quiere hacer ni decir nada que incremente la incomodidad, porque sabe que su dongsaeng está todavía más nervioso que él, huele su miedo, y por más que hizo el esfuerzo monumental de decirle sutilmente los días anteriores que podría no ir, "Así puedes estar más tranquilo compartiendo con tu familia", la frase no le sentó bien a Choi y su ceño se arrugó.

—Ya les conté que iría contigo.

Sentía a su alfa molesto, y su lobo inquieto no sabía qué hacer. Yeon no sabía qué hacer e intentaba seguir en plan de apaciguar la tensión, sujetando una de las manos ajenas, entrelazando los dedos.

—Bien —aceptó hablando lo más suave que podía—. Sólo quiero que sepas que si en algún momento no quieres que vaya a Ansan, dímelo, no me sentiré ofendido.

—Quiero ir contigo.

Terco.

Volvió a asentir sin decir nada más, pero con una sensación extraña y molesta dentro del pecho, de esa que se negaba a mirar como un mal presentimiento.

Jun suspira agotado, con sueño y congelándose hasta el alma, Soo le sonríe tenso, pero se dispone a manejar. El mayor se ofrece a tomar el volante si en alguna parte de tramo se siente cansado.

El alfa pelinegro mira de reojo a su pareja dormitar. El inicio del viaje no va como esperaba. No es similar a las otras veces que entran al auto, ponen la música sonando fuerte, su mayor rapea las canciones y Soobin canta animado. El trayecto ha resultado silencioso, apenas se escucha la canción de fondo y no ha querido subir el volumen, prefiere que su hyung continúe sumido en sueños.

A momentos se empieza a arrepentir, pero su obstinación en más fuerte, aunque una parte de su cabeza, aquella vocecita que sugiere buenas ideas le pide que llame a su madre, le diga "A la mierda todo, me voy con mi novio a disfrutar los días libres a otro lado", bueno, no con esas palabras, pero explicarle que "Surgió un contratiempo", desviar el camino y buscar una hostal bonita cerca de playa y disfrutar la celebración del año nuevo lunar a solas con su alfa, paseando por el borde costero, visitando algún templo para pedir buenos deseos y honrar a los ancestros.

No sabe si ese nudo en su estómago es por no haber desayunado o por otra razón, tal vez porque se empecina en no escuchar el reclamo de su lobo intranquilo y las quejas de su sentido común que anuncia con letreros luminosos que todo va rumbo al desastre.

Su hyung parece ajeno a todo, duerme plácido como un gatito. Sabe que su pareja no se dejará intimidar por sus padres y eso supone un poco de tranquilidad. Se alimenta de toda la comprensión de Yeonjun, quien insiste una y otra vez: "Sin presiones". Se asegura de recordarlo cada vez que teme que su alfa se aburra de estar con un compañero inseguro que arrastra como parte de su paquete a una familia complicada de valores arcaicos.

Jun brinca y lo mira como si estuviera asustado. Bin justo acaba de doblar hacia una estación de combustible. Además de recargar el estanque, pensaba pasar a comprar café y bocadillos para los dos.

—¿Has soñado que vas corriendo y te caes? —pregunta el rubio, todavía con el corazón dando saltos violentos en su pecho.

—Sí, es una mierda —Soo no puede evitar sonreír—. Me da la impresión que es como tener un desfibrilador interno cuando tu cuerpo quiere morir.

—Qué trágico, Soobin-ah —sus labios apretados se curvan.

Un intercambio de sonrisas y para ambos es como beber un sorbito de calma, pero si el alfa más alto ha de ser sincero, siente que es igual a las tormentas: Cuando el cielo está nublado, de repente se empieza despejar, luego el viento sopla fuerte y tibio, las nubes vuelven a cubrirlo todo y se desata el aguacero.

Quizá lo piensa porque los días anteriores hubo una lluvia torrencial y si se pone en plan supersticioso hasta podría interpretarlo como una señal. Una especie de mal augurio. Algo que le decía "Mira, mejor quedémonos en Seúl compartiendo abrazos largos y muchos besos bajo las frazadas".

Y vuelve a tentarse con llamar y cancelarlo todo.

No lo hace.

Sigue la ruta rumbo a Ansan con la radio sonando bajito. El tráfico está congestionado, pero había presupuestado una dosis de paciencia y tiempo adicional que poner en juego.

La respiración tranquila le da a entender que su hyung duerme nuevamente como el felino que está seguro que es —o tal vez fue en otra vida, si no, un zorro astuto—.

Al menos en su ciudad natal hay sol, aunque la brisa fría sugiere que el invierno todavía no termina y su visita recién comienza.

¿Qué tan terrible puede ser?

  
  
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Llegan a la casa de los señores Choi. Yeonjun examina todo a su alrededor como animal curioso. Es bastante grande, situada en un barrio residencial pudiente. Hasta la puerta se escucha el bullicio ligero de los invitados, una mezcla de murmullos sin forma que inevitablemente tocan los nervios del azabache de más de una forma. La familia de su pareja. ¿Cómo será quién los reciba? Soobin no ha hablado mucho de su madre, de su padre o de su hermano, incluso tuvo que preguntarle a Beomgyu que en su sencillez le recomendó que fuera cauteloso y se tomara todo con calma. Eso no le dio buena espina.

Soobin sólo se limitó a decir: "Mi mamá es un poco compleja y lo siento si aún tiene algunas ideas, ya sabes..." —Yeon no sabe, pero intuye a que se refiere— "...Anticuadas".

Si mezcla todas esas referencias entiende por qué ha de ser cauteloso si no quiere sumarle problemas a su alfa. Pese a que se rociaron un poco del neutralizador en spray, aún así percibe muy tenue partículas de tensión en el aire.

Yeon respira profundo y se mentaliza para lo que sea. Para enfrentar a una de esas familias de valores tradicionales. Carga con la casa de muñecas en los brazos, también cuelga de uno de ellos una bolsa con los dulces típicos para estas festividades y una botella de soju. Se fuerza a mantenerse apacible. Su lobo lee la ansiedad de su humano y la de su compañero sin entender qué está pasando.

Su lobo simplemente está intrigado por la mezcla de aromas y contento por conocer a la manada de origen de su compañero.

"Tonto", le dice Jun a esa parte tan ingenua de sí mismo.

La omega que los recibe tiene un porte elegante. Incluso su aspecto pareciera ajustarse perfectamente a su dulce aroma floral. Es una mujer muy bonita, sabe de donde su alfa heredó la belleza. El detalle que llama su atención son los ojos: Esa mirada es bastante fría, disonante al saludo cordial con voz amena enunciando un: "Bienvenidos".

Yeonjun hace una pequeña venia para darle formalidad a su saludo, al agradecimiento y a una breve felicitación por el aniversario. Soobin rodea a su madre con cuidado y la mujer se ve pequeña entre los brazos de su hijo, cariñosamente ella acaricia su cabello y le dedica un par de cumplidos como lo guapo que luce —el otro alfa no puede estar más de acuerdo con esa afirmación, aunque claro, no lo dice—.

—Imagino que usted es Choi...

—Choi Yeonjun —se presenta, sonriendo un poco, forzándose a mantener la mirada en alto y la expresión tranquila. Lleva años logrando filtrar las emociones para que su cuerpo no las traduzca sin permiso, no puede fallar ahora.

—Él es el amigo con el que estoy compartiendo apartamento.

Esa afirmación no debería producirle nada. No entiende por qué sus entrañas se contraen. ¿Qué esperaba? ¿Que Soobin lo presentara como su pareja? ¿Su alfa? Se siente tonto, si él mismo le ha dicho que lleven todo con calma, que no es necesario contarles hasta que esté preparado y quiera hacerlo.

No debería doler algo que ya tenía asumido.

—Espero que no sea un problema si te hago demasiadas preguntas, es sólo que estoy intrigada respecto a quién es el amigo que vive con Soobinnie —comenta sin borrar la sonrisa—. Veo que no es una persona exactamente de valores tradicionales.

Jun parpadea intentando ver hacia qué apuntaba la frase con exactitud.

—Mamá, por favor, no empieces...

—Bueno, lo digo porque eso explicaría que no esté compartiendo las fechas del año nuevo lunar con sus padres —aclara ignorando la petición de su hijo—, es normal en las generaciones más jóvenes.

Mientras atraviesan la sala de estar, las preguntas llueven, partiendo sobre cómo se conocieron, desde la edad hasta el signo zodiacal. Sobre pasatiempos y si tiene alguna pareja omega, repitiendo entre una parte del interrogatorio y otra, que es una persona curiosa y espera no estar agobiándolo.

Bin se ve notoriamente incómodo. El mayor en realidad sí se está sintiendo agobiado, pero confía en su habilidad que lo haría un buen jugador de póquer, o más bien, un buen actor, ya que sonríe con suavidad respondiendo "Está bien", "No pasa nada", "No se preocupe".

La cereza del pastel es cuando dice: —Quien sabe si terminas conociendo aquí a tu omega predestinado.

Yeon se muerde la lengua para no reír y su pareja —que dista diametralmente de ser su omega predestinado— aprieta los labios en señal de molestia.

La señora Choi continúa con la sonrisa amable en su rostro, aunque sus ojos siguen expresando recelo. Aquellos grandes ojos oscuros estudian cada una de sus acciones y se clavan en el alfa rubio como si quisieran penetrar hasta lo profundo de sus pensamientos.

Un poco como la mirada de su propia madre cuando quiere leer entre líneas a las personas.

Muchas gente le decía que su madre intimidaba con la mera presencia, ahora querría comentar "Es que no conocen a la señora Choi" y añadir "Lo siento, Soobin, hay que asumirlo, en una competencia de madres que intimidan, la tuya gana por goleada".

De momento resume a la madre de su pareja como una mujer que puede sonreír dulce y hablar muy cálido, mientras dedica de esas miradas que petrifican.

No sabe si es un poco de paranoia, pero siente que ella está a la espera que diga o haga algo que le permita juzgarlo.

¿Dónde demonios se fue a meter?

  
  
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Está de pie en la amplia sala de estar, madre de Bin se acaba de retirar con una sonrisa, llevando los dulces y la botella de soju tras un cordial agradecimiento que a Yeon le provocó escalofríos.   

"¿Ahora qué?", se tienta a preguntarle a su pareja, pero los nervios le hacen mantener la boca cerrada simplemente esperando que las cosas pasen y si pudiera entrar en modo piloto automático hasta el final del día, lo agradecería bastante.
  
Una pequeña niña de cabello castaño aparece por el ventanal que conecta con la salida a un patio que da la impresión de ser tan grande como la casa misma, repitiendo con su vocecita aguda "Soobinnie oppa".

Mira al mocoso sonreír amplio y levantar a la niña que envuelve los bracitos alrededor de su cuello. La imagen es adorable para Jun, cuyos labios terminan por curvarse también.

—¿Y esa casita? —pregunta con sus grandes ojitos bien abiertos e iluminados.

—Le debo el regalo de cumpleaños a una adorable y pequeña...

—Ya no soy pequeña —protesta—, cumplí siete.

—¿Quién dijo que es para ti?

La niña hace un mohín que fuerza a Yeonjun a reprimir una carcajada enternecida.

—Qué malo eres, Soobin-ah.

La niña asiente dándole la razón al "Oppa con linda ropa". Yeonjun se atora con saliva, carraspea ligero, aunque la risa de Soobin resuena aguda y armoniosa.

Al fin, su risa.

—El oppa con linda ropa, llamado Yeonjun, y yo la construimos para ti.

La pequeña sobrina de Soobin entreabre los labios y sus ojos brillan entusiasmados antes de gritar un efusivo "Gracias". También se asegura de abrazar fuerte a "Yeonjunnie oppa". Toma su casita con ambos brazos y orgullosa va a mostrársela a cada invitado con quien se cruza.

—Te haré un tour personalizado por la casa —le dice a su mayor, pensando que quizás en el segundo piso encuentre un pequeño espacio a solas.

—Me harías un enorme favor, porque con tantas habitaciones no terminaría de encontrar el baño.

—Yah, hyung. Hablas como si esto fuera una mansión.

—Un par de metros cuadrados adicionales, algunas habitaciones más y podría serlo.

—Exageras.

—Nadie me avisó que mi alfa viene de una familia aristocrática —apenas musita ese "Mi alfa" que Soobin de no haber estado mirando el movimiento de sus labios, no sabría que faltaba exactamente en la oración. Habría interpretado que dijo "El mocoso" o alguna de esas frases típicas de su novio cuando quiere tomarle el pelo.

Va mostrando las habitaciones de la primera planta. No se detiene mayor rato en la cocina, menos cuando omegas y betas dejan caer sus miradas curiosas y coquetas en Yeon. Le enseña un cuarto amplio, con buena iluminación natural, estantes llenos de libros y un elegante escritorio. Intrigado se acerca a dar un vistazo, algunos son de arquitectura y otros de jardines. El menor le cuenta que su madre es diseñadora, actualmente de interiores, pero que le encanta el paisajismo.

Cuando observa el hermoso jardín lleno de invitados a través de la ventana, lo corrobora. Cada arbusto está perfectamente podado y las flores armonizan muy bien. Si no sospechara que de primera entrada no le agradó a la señora Choi, tendrían muchos temas de los cuales conversar.

Otros niños corretean por la casa, Yeonjun espera que ninguno termine rodando por las escaleras. Al momento de subir, uno de ellos se escabulle y esconde usando su cuerpo como muralla, escapando del otro que lo persigue. Soobin masculla secamente un "Cuidado" que aleja de inmediato al par de "Mocosos revoltosos" y el mayor se tienta a decirle con todo el cariño que llena su pecho: "Justo como tú".

El alfa azabache aprovecha que nadie está cerca para dejar una caricia cortita por la cintura de su pareja y murmurar en voz baja: —Gracias por acompañarme.

Yeon asiente conteniendo las ganas de sujetar sus mejillas y besarlo.

—Asumo que esta es tu habitación —comenta dando un vistazo intrigado.

—¿Por qué lo asumes? —pregunta sonriendo.

—Veo cómics y mangas en el estante, además hay peluches en la cama.

Bin cierra la puerta de su habitación y sujeta las estrechas caderas de Jun. Por fin un momento a solas. Empuja del alfa más bajo para atraerlo cerca, muy cerca, casi anulando la distancia.

—Soobin-ah, quizá no deberíamos...

—Sólo un poco —cruza los brazos alrededor del cuerpo compacto de su compañero y busca un lugar contra su cuello. El aroma a café se siente tan tenue apenas mezclado con el suyo, muy ligero que duda que alguien más pueda percibirlo a menos que esté así de próximo.

El rubio gime ronco y bajito cuando su dongsaeng acaricia su piel con la punta de la nariz antes de tocarla con los labios. Subiendo sin despegar su boca de la nuez pronunciada.

Sólo un beso, lo necesita como si fuera una especie de combustible. Una recarga de ánimos. Busca su boca sin esperar más, la toca suavemente con la propia.

La puerta cruje y se abre de golpe. Ambos se separan abruptamente como si nada estuviera pasando. La pequeña sobrina del más alto sonríe extenso y le dice a éste que su mamá lo está buscando.

Soo sabe que su madre lo hizo a propósito, de haber sido cualquier otro de sus primos o sobrinos habría espetado un "¿No te enseñaron a tocar la puerta?", pero esa mocosa es su consentida. Le dedica un puchero a su novio, quien sonríe tan frustrado como él.

—Lo cobraré después —se encoge de hombros.

El menor pone esa cara de mocoso disconforme cuando su madre lo manda a servir comida y bebida a los invitados. De paso le presenta a una omega hija de una de sus amigas del sector, ex compañera de la escuela en primaria. Ni siquiera se acordaba de ella si no fuera porque le dijeron que alguna vez estudiaron juntos y tampoco le interesa retomar el contacto con la chica que le sonríe y comenta dulcecito un "Soobin-ssi esto, Soobin-ssi aquello", pero por cortesía finge que le importa y sigue el hilo de la conversación.

Busca a Yeonjun con la mirada. Está parado en medio del jardín con una copa en la mano, al menos se ve que se desenvuelve bien conversando con una de sus primas omegas, una de las que antes estaba en la cocina y lo devoró con los ojos. Pudo oler sus intenciones.

Le gustaría decirle sonriendo: "Es atractivo mi alfa, ¿Cierto?".
   
  
  

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Se pregunta cuánto es el tiempo prudente para encerrarse en un baño y no salir. No salir hasta que termine el día ¿O sería muy exagerado? De todos modos se debate entre hacerlo o no. Entre decirle "Permiso" a la chica a su lado y desaparecer.

Está incómodo con todas las sílabas que componen la palabra. bIN apenas lo mira a la distancia y por más que quiere correr a su lado como animalito desorientado a refugiarse en su compañía, se contiene, conserva la postura erguida y la vista en alto. Inevitablemente siente el estómago hecho un revoltijo. Casi no ha comido si no es por mera cortesía cuando le ofrecen algo. Reducía sus acciones a intentar seguir las conversaciones de los omegas que se acercan amables a su lado.

Hubo un momento que fueron tres omegas, su lobo se removía como atrapado y los aromas tan dulces lo estaban saturando. Dos chicas y un chico, más o menos de la edad de Bin, que lo llenaban de preguntas y halagos. "Seguro te debe sentar muy bien el uniforme", "¿Policía? Qué noble". 

Luego se sumaron un par de betas y un alfa, teniendo que concentrarse el doble para no delatar que seguía sintiéndose acorralado. A veces se arrepiente por no mentir y decir que se dedica a las estadísticas o a la biología marina, así se ahorraría comentarios como "Oh, sabes manejar armas, genial", "Debe ser duro tu trabajo", llegando incluso a interrogantes trascendentales: "¿Es posible zafar de un parte por alguna infracción?" y Yeon respondía encogiendo los hombros la amarga verdad: Con los contactos adecuados puedes zafar de todo —menos el azar fatídico—.

La gente va y viene, ha repetido su nombre más veces que en el mismo trabajo. Al cabo de un rato, una de las omegas continúa a su lado ofreciéndole otra copa y sin dejar de incentivar la conversación con diversas trivialidades.

Pese a la compañía, sigue sin sentirse bienvenido, sino más bien como una especie de atracción circense rara en un pueblo nuevo.

Lo siente así porque no encaja.

De haberlo sabido habría preferido pasar la festividad con su familia, con sus amigos, incluso trabajando, solo en su apartamento; cualquier opción sonaba mejor que estar ahí con cada nervio tenso, rogando que el neutralizador tapara el olor de su incomodidad. Parecía que sí. La omega sigue batiendo sus pestañas, sonriendo y coqueteando sutil que a Jun le da pena y le entran ganas de decirle "Eres demasiado dulce y no me van los omegas, puedes encontrar a un alfa perfecto para ti, pero no en mí".

Todo se vuelve peor cuando la joven omega le dice que es increíble que un alfa como él siga soltero y Yeonjun ya está buscando una frase de su repertorio para escapar.

—¡Aquí estás! —una voz jovial le hace brincar del asiento desconcertado—, ¿No te acuerdas de mí? Ha pasado tanto tiempo que de seguro me olvidaste, pero yo no, además Soobin comenta muchas cosas acerca de ti —aquel chico no deja de hablar y sonreír mientras Yeon parpadea confundido intentando escarbar en su memoria más que seguro que no lo conoce—. ¿Te molesta si compartimos su compañía?

La omega se contiene de bufar con molestia mirando a su primo, pero de forma elegante y sonriendo de nuevo pide disculpas antes de retirarse.

—Definitivamente no te conozco —afirma Jun después de un análisis de archivos, sonando incrédulo más que con intenciones de cortar la interacción.

—No, no —el joven ríe armonioso, aunque una pequeña dosis de nervios se traduce en el jugueteo de sus dedos—, pero no creo haber leído mal, tenía una cara de necesitar que alguien le arrojara un salvavidas —explica un poco más formal y casi tímido.

—Gracias —dice bajito y la voz sale más rasposa de lo que pretendía. De repente siente que la torpeza social lo aplasta—. Choi Yeonjun —se presenta. Lo ha hecho tantas veces en lo que lleva del día que sale por inercia.

—Boo Seung-kwan—agacha brevemente la cabeza—. Te reconocí por una foto que subió Soobin hace un par de semanas.

Hace un escaneo rápido de quien tiene enfrente. Un muchacho de una edad similar a Soobin, incluso comparten un aire que les da un parecido, puede ser por los ojos o la sonrisa amplia y sincera —aunque este sujeto tiene un aspecto más dulce que su mocoso arrogante—. Es un beta, no percibe alguna esencia notable en él.

—Esa foto...—murmura negando. Fue una selca que Soobin se tomó a su lado mientras dormía con las piernas recogidas en el sofá, agregando en la descripción "YeonCat: no se ve insufrible cuando duerme".

"Maldito mocoso", inconscientemente sonríe.

—Tenía curiosidad por saber quién es el amigo alfa que se roba las miradas o, más bien, el oppa con linda ropa que hizo la casita de muñecas—comenta alegre.

Las mejillas del policía se entintan de carmín. Siendo consciente que esa será la descripción que lo caracterizará de hoy en adelante para la familia de su pareja.

A Jun le sorprende la facilidad con que aquel chico logra hacerle olvidar que hace una hora atrás deseaba estar trabajando que en Ansan: Sitio donde los Choi no pretendían exactamente hacerle sentir bienvenido. Lo notaba con cada mirada que cruzaba con la madre de Soo. El señor Choi, por su parte ni siquiera buscó su compañía y apenas lo estudió a la distancia, compartiendo un asentimiento cordial y muy seco como si su presencia le fuera por completo indiferente.

Seung-kwan es como una especie de ángel salvador con brochetas de cordero en las manos —en realidad es un joven apenas un año mayor que Bin, estudiante de música, detalle último que captó bastante la atención del rubio—. Tiene que agradecerle a la luna y a las deidades porque ya iba a colapsar si tenía que seguir lidiando con las miradas extrañas de la señora Choi y personas que buscaban conversaciones forzadas y segundas intenciones.

—Gracias, Seung-ssi —dice esta vez con una sonrisa que aparece ligera en sus labios.

—Fue una batalla rescatar un par de la mesa de bocadillos —menciona alegre, inclinándose un poco, sin traspasar las barreras de espacio personal para observar al alfa—. Háblame un poco de ti, es curioso que Soobinnie traiga a alguien a este tipo de celebraciones —dice liviano, sin intenciones de insinuar nada, sólo curiosidad porque apenas recuerda haber visto algunas veces a un chico omega de risa escandalosa y dormilón en otros aniversarios o cumpleaños de la familia Choi.

Jun comenta generalidades superficiales de su vida. Sabe que decir "Pareja deSoobin" está por completo descartado. Y cuando llega la temida pregunta "Cómo se conocieron" hace un relato breve de cuanto se detestaban al principio y los buenos amigos que son hoy en día.

—Cuánta tensión hubo ahí —silva el beta divertido—, ¿O sigue habiendo?

—Siempre queda un poco.

La conversación empieza a ganar otros matices, un poco más azules. Seung-kwan le cuenta frustrado la batalla que fue estudiar música cuando estaba insatisfecho con su anterior carrera, sumado a la presión familiar por terminarla, aunque actualmente vive con su novio, beta también, quien tampoco es exactamente adorado por sus consanguíneos, agregando que fue tanta la insistencia de sus padres que por eso está en el aniversario de su tía y no viajando con su pareja para disfrutar las festividades.

Para Yeonjun es casi un alivio haberse topado con alguien que comparte su desdicha en un sitio donde se siente tan ajeno. Se contiene de confesarle que nunca le han gustado los omegas y que había estado —y está— en la misma posición, aunque afortunadamente su familia no juzga. A lo máximo que llega es a insinuar que no le interesa una relación con algún omega y otras personas parecieran con más insistencia querer convencerlo de lo contrario.

Por otra parte, menciona que tampoco puede afirmar con convicción que se dedica a algo que sea su vocación, sino más bien por comodidad y estabilidad.

Comparten un par sonrisas antes de hablar de algo más alegre como sus artistas y canciones favoritas, de composición y estilo.

Es agradable como los temas fluyen desde aquellos sacado de las profundidades de sus sueños y frustraciones, hasta tópicos ligeros como la mejor forma de sazonar las brochetas de cordero.

—Voy por más brochetas, ¿Traigo vino, cerveza, soju?

—Vino —afirma el alfa rubio, bastante más tranquilo.

Tranquilidad que dura hasta que la señora Choi avanza a su lado preguntándole si la está pasando bien. Voz amable y mirada fría. Le transmite una desagradable vibra como si lo supiera todo, que espera las señales para decirle "Alfa desviado" y sumarle un "Aléjate de mi hijo que no es como tú".

—Siempre he visualizado esta casa llena de niños justo como ahora, por eso me gustan los jardines grandes —comenta casual y sonriendo—, sueño con que mi Soobinnie me dé varios nietos que puedan disfrutar este lugar. Por cierto, la casa que hicieron está muy bonita.

Cuando Seung vuelve con una bandeja llena de bocadillos y cruza miradas con la señora Choi, ella sin dejar de sonreír agrega que le alegra que se estén llevando bien antes de retirarse y continuar paseando entre sus invitados.

—Su sueño es que Soo repoble el planeta.

Jun riendo quiere negar y decir que de momento ese sueño es improbable.

"Supongo", añade la vocecita pesimista que se abre paso entre sus risas, enmudeciéndolas. Tal vez a futuro Soobin se dé cuenta que sí quiere llenar el jardín de su madre con revoltosos cachorritos con lindas sonrisas y ojos tan brillantes.

La rabia circula caliente cuando mira que sus miedos siguen tan despiertos.


°°°


Ok, está resultando terrible.

Tampoco esperaba que resultara sencillo, después de todo su familia no es tan abierta como los Choi de su alfa —bien, debe admitirlo, son cerrados—, por lo que no puede disfrutar de estar libremente sujetando la mano de su compañero alfa. En lugar de ello se fuerza a ser cordial con Yewon, la omega que no se despega de su lado.

Al menos habría esperado estar compartiendo un poco más de tiempo junto a Yeonjun, quien parece estar pasándola bastante bien con su primo Seung, sonriendo genuino, ladeando la cabeza, con los ojitos que se cierran, encías rosadas y dientes alineados —bendita sonrisa con ganas—.

No debería sentirse como si acabara de mascar algo amargo. Se aleja de la omega excusándose que necesita hablar con su hermano.

Al fin, su propio espacio sin invasión de aromas empalagosos, se acerca a una mesa donde los platos y las copas fueron recientemente llenadas, tomando una de vino, esperando que le permitiera suavizar ese sabor amargo que lo intoxica por dentro. Sin ningún tipo de elegancia lo bebe al seco.

—Deberías ser más tradicional —comenta su hermano, con un pequeño vaso de soju en una mano.

—¿Cuántas horas faltan para que termine esto? —masculla buscando un vaso de soju y ser un poco más tradicional, justo como le gusta serlo a su familia.

—¿Por qué tan amargado, hermanito?

Porque quiere pasar tiempo con su novio, quien se divierte con su primo y en lugar de ello soporta la compañía de los omegas que su madre empecinada le presenta como si fueran la carta de salvación a la soledad —que por cierto, no necesita—.

No cuando ya ha encontrado al compañero con quien quiere compartir mucho y, si se puede, todo los años que tenga por delante.

¿Por qué tiene que ser todo tan difícil?

—¿Por los omegas que te presenta, mamá? —pregunta como si leyera su mente o tal vez solo es muy transparente—. Deberías ignorarla y pasar un tiempo con tu amigo, me acerqué a conversar un rato con él y me agrada —sonríe ligero.

A su hermano mayor, a diferencia suya, nada lo complica y su madre no carga presión en él. Claro es un beta y sale con una mujer beta, seguramente le dará los nietos que anhela. Si estuviera con un alfa o un beta hombre tiene la certeza que su madre lo desaprobaría, pero sospecha que no tan fuerte como si supiera que él, su "Alfa dorado", tiene una relación con otro de su tipo.

—Vamos con él —propone y no porque siga siendo un sabor desagradable mirar a los otros dos tan cercanos en cosa de horas.

Quiere estar próximo a Yeonjun. Ahora.

"Conmigo tardó meses en reírse así", se queja esa vocecita infantil y envenenada, felizmente alimentada por los sorbos de soju.

Llega al lado de su pareja cuando intercambia números con su primo. Se sienta chocando intencional sus hombros. Un poco de necesario contacto.

Maldición. Quiere restregar la mejilla en su cuello y marcarlo con su aroma. Se siente ridículo.

—¿Soobin-ah, qué...?

—Siento haber estado tan alejado —dice intentando sonar tranquilo—, soy un pésimo anfitrión —separa un poco las piernas y sus rodillas se tocan.

—No te preocupes por eso, seguramente Seung lo hizo sentir más que bienvenido.

Y aunque su hermano mayor lo decía con toda la ingenuidad del mundo a Soobin  se le antojaba atacar cuellos y desperdigar rabia. Su lobo tampoco está ayudando, sintoniza con sus emociones densas, aún más territorial que su humano.

"Basta, no es sano sentirse así". Se exige ser racional.

Nota que su hyung aprieta sus manos como si se contuviera de ponerlas encima. Bin tiene que tragarse el quejido. Habría querido suplicar que lo tocara. Quiere sentir el alivio de esos dedos tan blancos y largos paseando con confianza por su piel.

"Tócame, hyung, tócame", recita y hace eco en su mente atormentada.

Al menos Jun no se aleja, mantiene los puntos de contacto de sus hombros y el de sus rodillas.

Está tan desconectado de la conversación que nota que responde por inercia, ni siquiera se dio cuenta en qué segundo se les unió la pareja de su hermano. Su atención selectiva se engancha a cada instante que Seung hace reír a Yeon. A momentos su alfa deja una que otra palmada corta sobre su pierna y sus pequeños ojos oscuros lo escrutan con preocupación disimulada. A Soobin le sienta fatal.

No quiere sentirse así, solo quiere disfrutar de celebrar eventos significativos con Yeonjun y las personas que le importan —pese a todo, igual adora a su familia— sin que sea un inconveniente.

—Aquí están mis soles —dice la señora Choi tan sonriente y sus ojos no lucen fríos cuando mira a sus hijos: El mejor resultado de la unión con su alfa, como varias veces presume.

Soo traga saliva cuando los dedos de su madre se enredan entre sus hebras negras, acariciando afectuosamente.

Todo le sienta fatal y quiere ovillarse cual cachorro abrumado. Quiere acercar su nariz al cuello de Yeonjun y tranquilizar sus emociones arremolinadas con su aroma tostado.

Beber un café caliente cuando el cuerpo se congela.

Quiere descansar y sentirse protegido.

Vuelve a maldecir, Yeonjun lo observa consternado y no quiere poner más presión en él. Mejor que siga riendo de los chistes de su primo.

—Mamá, ya somos hombres grandecitos y peludos —se ríe el mayor de los hermanos Choi.

—Siempre serán mis soles, mis cachorros —responde con cariño, ahora apretando la mejilla de su otro hijo—. Soobinnie, Yewon ha estado preguntando por ti.

Soo respira lento y retiene la reacción de hastío, frena a medio camino su mano que quería sujetar el puente de su nariz. Limitándose a asentir con un "Mmh", que si pudiera traducirse en palabras precisas diría: "Es lo último que me interesa saber".

Le apena un poco la chica —después de todo es una omega bonita y simpática— y es cruel que su mamá le ofrezca ilusiones que nunca serán y le hable mil maravillas de su hijo que en el presente momento de su vida sólo quiere seguir siendo follado por un alfa rubio de humor mordaz, pero también tan suave y a veces dulce, cuya dualidad le fascina.

La chica omega se integra a la conversación grupal al cabo de un rato y a Soobin ya no le quedan energías para seguir fingiendo interés y ella entendiendo las señales deja de intentar captar la atención de ese alfa.

Es un alivio para el policía pelinegro cuando la gente comienza a retirarse entrada la madrugada. Algunas piezas de invitados están siendo ocupadas y Bin, dándolo todo por asumido, lleva los bolsos que aún estaban en su auto a su habitación.

—Las habitaciones para invitados están llenas, pero hay un amplio sofá disponible...—comienza la mujer.

—Se queda conmigo —masculla Soo para sorpresa de su madre, que lo mira con desaprobación uno segundos antes de volver a atenuar su expresión—. Vivimos juntos, madre, no es como si fuera algo de otro mundo compartir habitación.

Yeonjun sólo quiere que la tierra se lo trague, apenas mira la cara de la mujer omega y sus ojos que parecieran fulminarlo como si fuera el conjunto de los males personificado.

Quiere cerrar los ojos y teletransportarse a Seúl. No. Lo que en realidad quiere es estar en su apartamento recostado en los muslos de Bin mientras éste peina su cabello negro con los dedos y le recita las obscenidades que quiere hacerle como si entonara un cuento de hadas.

—Así no me da sueño —le diría, sin quejarse realmente. Anhelando que lo acaricie por todas partes.

—Podría follarte y así te baja el sueño —respondería con una sonrisa y ojitos entrecerrados, con ese aire travieso que lo desarma internamente hasta caer rendido.

Fuera de sus pensamientos bonitos, Soobin está furioso y la señora Choi no se ve menos molesta que su hijo, solo que lo contiene bajo su aspecto sereno y calculador, aparentemente afable.

—Hay un saco de dormir en la parte de arriba del closet —deja como aviso final antes de dar media vuelta

Soobin ni siquiera se molesta en aclarar que no será necesario, cerrando cuidadosamente la puerta de su cuarto, aunque las ganas de azotar la madera no faltaba.

Mañana los espera un largo día.

Si es que acaso ya se puede comenzar a implorar los deseos a la luna, Jun pide con todas sus fuerzas a cualquier tipo de energía divina en los cielos y al espíritu de los ancestros que el Seollal no resulte un desastre.
   
Ya bastante desastroso es el potente aroma ácido del enojo llenando la habitación, agitando a sus animales internos. El rubio no sabe qué decir, oliendo la molestia de su pareja, intentó preguntar, pero el chiquillo está reacio, silencioso y quieto a su lado en la cama estrecha. A su lobo le preocupa el hermetismo de su compañero y no sabe cómo tranquilizarlo. Ni siquiera ha intentado con las clásicas caricias en el hombro.

El azabache sin preámbulos ni aviso, lo besa. Boca brusca atrapando la suya, lengua empujando carente de cuidado al igual que la presión de su pelvis. Sujeta firme al más bajo, quien se remueve para zafarse del agarre posesivo.

—Soobin-ah —dice apenas en un murmullo, aunque llevaba anhelando todo el día el tacto de sus labios y el empuje en su entrepierna envía agradables cosquilleos al resto de su cuerpo—, no podemos, nos vamos a delatar si intentamos hacer algo.

Saben de sobra que sus aromas son demasiado fuertes, el neutralizador ya perdió su efecto con las horas y fácilmente pueden ser captados por otros alfas y omegas en esa casa. Excitados aún peor. Si la señora Choi parecía sospechar, con esto tendría todas las pruebas que necesita para desatar su indignación.

—¿Por qué no quieres hacerlo conmigo? ¿No sientes cómo estoy? —se aprieta más firme ahora contra su muslo, moviéndose en busca de la ansiada fricción—. Me tienes tan duro, hyung.

—No lo haremos —y no es que no quiera, pero su sentido común da fuertes llamados de alerta.

Soobin está molesto y dolido, todavía con la sensación vertiginosa del alcohol en la sangre. Sólo piensa en su alfa, su hyung, su Yeonjun, en lo mucho que le gusta alcanzar orgasmos junto a él. Piensa en los omegas, su primo beta, en la rabia...

Tanta rabia acumulada a lo largo del día.

Piensa en los omegas que le presentó su madre y el poco tiempo que pudo compartir con su hyung —porque decidió una vez más complacerla—.

Piensa en lo fácil que habría sido seguir las expectativas de su familia, las que fueron suyas alguna vez: Emparejarse con un omega, llenar el jardín con cachorros. Claro, hasta que Yeonjun apareció en su camino.

Piensa en que lo mejor para su hyung sería estar con otro alfa valiente que sujetara su mano delante de todos y presumiera que su compañero es un sujeto maravilloso.

En lo fácil que sería para Yeon estar con un beta como su primo, tan centrado y maduro, quien seguramente también daría cara a todos para profesar su amor.

La rabia aumenta, los pensamientos se mezclan y no logra ordenarlos. Se avecinan en forma de avalancha y los observa resignado desde su posición a la espera de ahogarse y ser arrastrado.

Hay celos, pero lo que más pesa hundiéndose en sus entrañas es que se siente un cobarde. Le habló a Yeonjun de alfas dignos que batallaran por estar con él...

No lo está siendo.

Todo es difícil. Yeonjun se lo dio a entender en todos los tonos posibles. ¿En qué momento creyó ingenuamente lo contrario?

—Con un omega todo sería más fácil —bufa en voz baja. Dándose cuenta al segundo que no era eso lo que quería decir, las ideas se entrecruzaron como señales equivocadas, una interferencia y que con la rabia encima podía ser simplemente un mocoso cruel. Ahora sentía que la garganta se le apretaba cuando el aroma de Yeonjun refleja dolor—. Hyung...

Yeon percibe la rabia que pica en su nariz, al contrario de otras veces que es un estímulo vibrante que le encanta, ahora le duele, incluso su lobo orgulloso y torpe está herido. ¿Nuevamente lo mismo? ¿Están retrocediendo? Empuña sus manos con frustración, da media vuelta, aprieta fuerte los párpados, si algo no quiere es empezar a sentir que sus ojos se humedecen por una tonta frase del mocoso caprichoso. Medita seriamente si levantarse, ponerse su ropa y volver a su apartamento...No...Ahí están todas la cosas de Soobin y necesita desconectarse de aquello que provoca escozor. Siempre puede ir a la casa de Kai o incluso Lisa le ha dejado posibilidad para casos de emergencia. Respira pesado, se va a levantar, no quiere más... Fue demasiado en un solo día.

Sabía que era una idea de mierda presentarse en Ansan frente a los Choi.

Desde el principio lo sabía.

Sabía que el mocoso comenzaría a dudar. Lo peor, es que lo entiende, pero no significa que quiera seguir ahí.

Estira su brazo para encender la luz de la lámpara al costado. Soobin asustado lo envuelve fuerte cuando nota su intención de salir de la cama. El alfa rubio intenta darle codazos para que se aparte, pero el menor no lo suelta, al contrario, se aferra como si fuera su salvación, ignorando los golpes que pinchan sus costillas.

—Suelta —gruñe agitado, molesto y herido.

—Hyung, lo siento mucho —dice con esa voz angustiada que desarma todas las barreras de Jun—. Hoy...Sé que me dirás mocoso por esto, y deberías hacerlo, pero me sentí tan celoso, no de los omegas que te coqueteaban, sé que no te gustan, pero cuando te vi conversando tan animado con mi primo e intercambiando números, conmigo...Tardaste meses en sonreírme así, no me gusta sentir celos, me siento tonto y no es tu culpa...

—Mocoso...—susurra aún con los párpados cerrados pero quieto entre sus brazos conteniendo las lágrimas que quieren asomarse.

—Pero me dio miedo, porque no quiero que te canses de mí, quizá lo hagas en algún momento, después de todo soy un crío que no tiene una maldita idea de cómo llevar esta relación y...Estoy asustado, pero no quiere decir que quiera huir —confiesa apenas respirando entre frase y frase con el pánico helando su sangre.

—Soobin...

—No quiero que te alejes de mí, y es egoísta pedirlo, porque estás en todo tu derecho...

—También sentí celos...Y envidia cuando te vi con esa omega, es inevitable si también me siento inseguro y pienso cuando llegue el día que quieras llenar el jardín de tu madre de cachorros...—confiesa, todavía dándole la espalda, le avergüenza mirarle cada vez que comenta todo aquello que lo tiene vulnerable, pero necesita verle de frente antes de seguir—. Me quedó claro que no le agrado a tu madre y desde el principio me aterraba la idea que volviendo justamente a tus raíces te dieras cuenta que no soy lo que quieres para tu vida.

—Eres lo que quiero para mi vida, mi alfa —susurra Bin despacio sobre sus labios—. No seré yo quien se vaya de tu lado.

Son un par de tontos, piensa Yeonjun. Todo el tiempo no ha sido el único con miedo a ser dejado atrás, Soobin también tiene el mismo temor. Levanta la vista para mirar directo a los vidriosos ojos asustados y tristes del mocoso que adora, quien a veces es un completo dolor de cabeza y en otros casos es lo más fascinante que se ha cruzado en su vida.

—Ni yo del tuyo.

Ambos saben que es una pelea diaria buscar la forma de entregarse seguridad y más importante aún, confiar y seguir haciéndolo una y otra vez, porque por más que el otro entregue todo lo que pueda, si no creen en la convicción de quien eligieron como compañero, sólo terminarán por crear brechas.

Jun lo estrecha fuerte, Soo busca un espacio contra su cuello. Se aferran siendo conscientes que recién están aprendiendo, que para dar por superado un miedo hay que enfrentarlo una y un montón de veces más.

Ansan estaba siendo una especie de prueba necesaria.

—Mañana, luego de los rituales y la comida, nos escabulliremos e iremos a playa. Después de todo, quiero disfrutar el año nuevo lunar contigo.

Yeonjun piensa que puede llevarlo a donde sea con tal que en el camino no suelte su mano. 


°°°


Este capítulo es sumamente INTENSO. Hasta acá llegó la tensión, pero lo amé.

¿Opiniones? Me gusta saber que la adaptación les está gustando, es un fic sumamente genial uwu

Tristemente, faltan dos capítulos y el Epilogo para terminar :( 

Igual hay varios Extras que actualizaré más adelante, quiero terminar este proyecto para seguir enfocada en otros. Estoy desarrollando varios fics (YeonBin y de otros ships) asjaksmpo

Además, tengo unos proyectos en collab con otra escritora maravillosa a quien amo mucho ;u; Obvio es Moa y ama el YeonBin tanto como yo.

Espero les vaya muy bien en su día, cuídense, beban agua, coman, descansen y recuerden agradecer cada cosita pequeña ¡Miren al cielo, que es hermoso!

¡Voten y comenten!❤️

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