XXXII. Curiosidad y risas 1/2
Hay mañanas en que Jungkook despierta antes que suene la alarma, como si su cuerpo supiera mejor que nadie que unos minutos adicionales de ojos abiertos implica disfrutar de un placer sencillo como ver a su novio omega durmiendo, boca entreabierta humedeciendo un poco la almohada y con expresión plácida.
Se limita a observar sin tocar, no quiere perturbar su sueño, Yoongi llegó por la madrugada y seguramente aún acumula el cansancio de su larga jornada. Le basta con el cálido punto de encuentro de la espalda del omega contra su pecho.
No quiere levantarse. Siente el infantil deseo de desplazar todas sus responsabilidades al otro extremo del mundo y quedarse en cama junto a ese sujeto que ama. Para lo único que se mueve con absoluta precaución es con la intención de coger su celular, chequear la hora y apagar la alarma. Aunque la variación sutil de posición o quizás el reloj biológico del mayor termina por traerlo de vuelta al presente en plena consciencia y con un quejido sobre que babeó la almohada.
Kook susurra un suavecito "Buenos días" y besa su frente. A Yoon le encanta despertar recibiendo muestras de cariño y esas sonrisas con pequeños hoyuelos y dientes de conejo.
—Dentro de algunas semanas se viene el año nuevo lunar —comenta el más bajito después de un bostezo que humedece sus ojos gatunos y le hace gimotear con pereza.
—Mi padres nos invitaron.
—Los míos también —musita sin ánimo. No es que no quiera a sus padres, pero por el bien de conservar ese cariño prefiere mantener la relación con mediana distancia, en especial cada año que pasa y continúan mirándolo con reproche, como dejando en claro que "Todavía no estamos conformes con tu pareja", entonces Gi piensa: "¡Es mi pareja, no la suya! Yo soy quien tiene que sentirse bien con él" y se siente maravillosamente bien junto a Kookie.
—Son varios días de celebración, podemos ir con los tuyos y después con los míos —negocia el beta, sin intenciones de sentir que aleja al omega de sus padres. Si bien la distancia ayuda a limar asperezas, no quiere decir que sea la solución a las tensiones que tiene su pareja con su familia.
Min hace una mueca en reprobación, seguido de un puchero. Aprecia los esfuerzos de Jeon por mantener a todos unidos, sólo que pasa el tiempo y se convence que algunas cosas son posibles y otras no, o por lo menos que requiere un largo periodo adicional, como pasa con sus padres. Al menos su hermano menor siempre se lo ha tomado ligeramente y no pierde el contacto con él.
—Me siento más cómodo con los tuyos, ya sabes, soy un adoptado de tu familia.
Ciertamente, los Jeon adoran a ese omega adorable.
—Dejo la decisión en tus manos —besa su mejilla mullida esta vez—. Por cierto, no hagas planes para mañana en nuestro día libre, tengo una sorpresa.
—¡No me dejes así! —protesta envolviendo su cuello con ambos brazos—. No podré lidiar con la curiosidad —complementa su reclamo.
Jungkook sonríe amplio mostrando ese par de lindos y diminutos surcos en sus mejillas que Yoongi cree que podría derretirse por dentro. El tiempo pasa, pero esa sonrisa sigue siendo su debilidad, el efecto no disminuye.
—Omega impaciente —aprieta su nariz—. No hagas planes para nuestro día libre —repite con cariño.
—Bien, aunque recuerda que mañana en la noche tenemos clases de baile y podemos llevar a una pareja invitada con nosotros, pensaba decirle a Soobinnie —le recuerda con una semi sonrisa.
Y piensa en pedirle a su Dongsaeng porque es mucho más probable que acceda y arrastre a Yeonjun que viceversa.
—Está bien —asiente con esa sonrisa de conejito, compartiendo en sus miradas conectadas una chispa de diversión y a su vez como queriendo decir "Pequeño manipulador".
Jung también siente pereza de levantarse y alejarse del cálido cuerpo de su novio. Yoon se aferra a su cintura obligándolo a forcejear para liberarse. Luego de varias risas lo suelta, aunque el beta desea un abrazo que se extienda por horas.
Agradece que mientras se ducha el omega se mete a la regadera y sus manos suaves recorren en descenso por su abdomen.
Llega al trabajo un poco más animado, todavía con el agradable eco de los adorables ruidos de su omega y las frases sucias que recitaba en su oído. Aparece tan sonriente que Jennie pregunta curiosa si pasó algo bueno después de saludar.
Sus días al lado de Gigi son algo bueno. Muy bueno y sigue sin ser suficiente para dimensionar todo lo que significa su compañía.
Yeonjun levanta las cejas apenas entra a su oficina y lo encuentra sonriendo todavía.
—Qué bien saber que tuviste una buena mañana, pero las bicicletas están listas hace dos días y me roban espacio —es su forma de expresar delicadamente un: "Llévatelas o las aviento por el balcón".
—Gracias, Hyung. Paso a buscarlas por la tarde sin falta —promete juntando las manos—. Después tienes una cita conmigo en el estudio.
—Lo sé, no me olvido de mis citas —guiña con una sonrisa pequeña.
—Esto fue muy extraño —finge un escalofrío.
—Tú comenzaste —se defiende encogiendo los hombros.
A Kook le gusta ver que su amigo está irradiando más alegría, se logra filtrar a través de su máscara inexpresiva, actualmente llena de grietas y que fácil se desprendía en cada ocasión que se le escapaban sonrisas involuntarias y bromas casuales. Se tienta a decirle: "El amor te hace bien, Hyung", pero el oficial aludido ya se ha retirado de su oficina con las carpetas en los brazos.
Asiste a una reunión a mediodía junto a la compañía de Lisa, quien jugando con el dobladillo del uniforme le pregunta si ya organizó a quienes van a trabajar durante la celebración del año nuevo lunar, lo cual le recuerda que será un dolor de cabeza distribuir los turnos para esa fecha. Tampoco puede obviar que la oficial beta trabajó durante la celebración del solsticio y el año nuevo, sería justo que quisiera pedir los siguientes días festivos. Soobin también los solicitó con todas las formalidades, asume que eso incluye a Yeonjun, seguramente ambos alfas querrán compartir juntos.
Se compromete consigo mismo a terminar la organización de turnos para las festividades, si continúa haciéndole el quite tendrá toda la presión encima.
Los inicios de año siempre suelen ser un caos.
La reunión es un caos entre discusiones que no llegan a ninguna parte y Jeon intentando mediar enemistades que se filtran desde afuera al interior del ámbito laboral.
El agotamiento mental se transforma de a poco en algo físico, ya que siente que hasta las piernas le pesan. Falta poco, se recuerda al mirar la hora. Cantidad de tiempo que se reduce cuando se halla a sí mismo absorto en el papeleo interminable de su escritorio, por más que delegó buena parte a Jisoo. Se da cuenta cuando Yeon toca la puerta de su oficina y se asoma vestido de civil.
Camino al apartamento, su Hyung se queja de lo tedioso que es ir a recoger a pequeños ladronzuelos de poca monta a centros comerciales, adolescentes rebeldes y por consiguiente, padres con los que lidiar.
—Ni que lo digas, ¿Recuerdas al hijo del senador? Sus abogados hasta me enviaron documentos para garantizar la confidencialidad y varias advertencias.
—Sentiría real placer de encarcelar a varios políticos o por lo menos de llevarlos esposados a dar una ronda en el vehículo de patrulla hasta la estación —comenta Jun bufando.
Kook sonríe de acuerdo. Sabe que tuvo más opciones, siempre tuvo tantas que fue difícil decidir, pero lo que pensó al momento de unirse a la academia y ponerse un uniforme fue la ilusión de hacer un cambio desde adentro, aportar un pequeño granito de arena, aunque hay fuerzas mucho mayores en las que no puede influir, la sociedad es injusta y corrupta, pero sí puede velar porque su estación y su equipo no pierdan la ética...
Luego Choi le recuerda exactamente a quienes terminan sirviendo por sobre las personas a las que a Jeon quisiera poner por delante. Fríamente, el primer día que les dieron el motivador discurso a los postulantes, su amigo alfa había susurrado en su oído "No olvides que existen ciudadanos de primera y segunda categoría".
El alfa rubio lleva un par de minutos hablando y no puede decir que haya estado escuchando.
—...Probé las bicicletas junto a Soobin y ninguna se desarmó por el camino.
—No vivimos tan lejos, podemos usarlas para llegar.
Jun no se queja, le gusta andar en bicicleta, hubo un tiempo que fue su medio de transporte por excelencia, actualmente no suele tener la oportunidad, podría restaurar la que está juntando polvo en la casa de sus padres.
Jungkook sonríe satisfecho y esconde en el patio trasero las bicicletas de Yoongi, asumiendo que al llegar entrada la madrugada el omega solamente querrá echarse en la cama.
El mayor seca su frente húmeda con la orilla de la manga de su chaleco, aún respirando agitado luego de la improvisada sesión de ejercicio cardio.
—Invité a Soobin a conocer a mi familia este fin de semana —menciona echando la cabeza hacia atrás, mirando en dirección al techo como si la imagen amplia y blanca le permitieran desparramar sus ansiosos pensamientos contradictorios.
—Eso es genial, Hyung —apoya el beta con una de sus sonrisas con hoyuelos—. Seguramente a tus padres les consume la curiosidad de saber quién enamoró a su hijo a tal punto de llevarlo a comer con ellos.
Yeonjun aprieta los labios, cayó profundo y es innegable.
—Lo que es seguro es que mi hermano ya les contó —afirma pensando en como el rumor ya debió haberse extendido hasta Seongbuk-gu, además tampoco es que le hubiera exigido un pacto de silencio, no tiene intenciones de ocultar a Soo—. No puedo mentir y decir que no me pone nervioso la idea, pero sé que mi madre lo sabe porque cuando le preguntaba si estaría libre el fin de semana, me dijo que tendría dos puestos adicionales para almorzar el domingo.
—¿Y la familia de Soobin sabe o pretenden decirles? —se atreve a preguntar con toda la ingenuidad que queda en su alma. Yeon no suele comentar esos detalles, hasta por donde sabe, por palabras de Yoon, es que su Hyung es el "Amigo, compañero de trabajo y de piso".
Asume que tal vez fue mala idea preguntar cuando la expresión de Yeonjun se contrae sin apartar la mirada del techo.
No fue tan mala idea al fin y al cabo, su amigo parece rebasar como vaso lleno, comentando varios temores, entre ellos que el Choi menor se de cuenta que una relación con otro alfa no es lo que quiere para su vida cuando se enfrente básicamente a sus orígenes. A todo lo que aprendió, a todo lo que alguna vez deseó antes que sus caminos se cruzaran tan estrepitosamente.
Jungkook con pequeñas palmadas en la espalda y el corazón apretado dentro del pecho cuando nota un ligero brillo cristalino en los ojos del mayor, le pide que al menos le otorgue el beneficio de la duda a su pareja.
—¿Acaso no crees en él?
Jun se encoge y Jung rodea sus hombros con uno de sus brazos. El alfa aprieta los párpados y sin intenciones de querer mantenerse firme, se deja consolar por un abrazo silencioso.
°°°
Yoongi observa a Soobin morderse el labio inferior impaciente, sabiendo que no es exactamente por esperar a Taehyun en un local de comida tailandesa medianamente lleno. A momentos pareciera querer preguntar algo, abría la boca y la cerraba como si se hubiera retractado. Espera tranquilo con una mirada comprensiva, traspasando esa aura de confianza incluso a través de su aroma dulce, pronto hablará, es una certeza, su Dongsaeng parece una olla a presión, es sólo cosa de tiempo.
—Yoongi hyung, necesito tu ayuda —dice por fin, jugando con las orillas del menú.
—Dime —acepta sonriendo, invitándolo a liberarse de sus preocupaciones.
—Yeonjun hyung me presentará a sus padres el fin de semana —explica buscando la mirada del omega—. ¿Tienes algún consejo sobre los señores Choi?
Eso lo toma por sorpresa. Aún sabiendo que Yeon está con toda la intención de hacer de la relación algo serio, no imaginó que llevaría a Bin ante sus padres, menos cuando estaba con su discurso de "No abrumarlo con tantas formalidades".
Lo toma por sorpresa, pero a la vez lo contenta.
—La señora Choi tiene los mismos ojos de Yeonjunnie —comenta manteniendo una sonrisa y expresión de ternura hacia el alfa cuyos ojos grandes permanecen curiosos y asustados.
Para Soobin, si lo pone así, suena muy bien. Piensa que uno de los mayores encantos de su alfa son aquellos ojos astutos y pequeños. Hermosos. Tiene una mirada profunda en la que ama perderse. Antes le daba escalofríos en cada ocasión que parecía analizarlo con aquellos iris oscuros, ahora sonríe seductor esperando en secreto que su pareja lo desnude con la mirada y se derrite cuando rebasa ternura en el gesto.
—Los ojos de Yeonjun son bonitos —simplifica el sentir intenso que remueve su estómago con mariposas.
—¿Recuerdas cómo te sentiste la primera vez que te miró?
Sí, analizado, juzgado, posteriormente y como consecuencia directa de esa mirada se sintió irritado. Su lobo gruñía inquieto.
—Estarás bajo la supervisión del oficial Choi —había anunciado Jungkook justo esa tarde que estaba procesando que el mundo era un maldito lugar pequeño donde todos parecían conocerse y él llegaba directo de otro planeta.
A pasos firmes y erguido avanzó hasta ellos aquel sujeto más bajo y enjuto, de cabello rubio con ojos oscuros, los mismos que parecían pozos sin fondo, y desde la primera vez, se perdió en las pupilas que casi se fusionaban con los iris, como si se ahogara en una mirada que parecía escarbar hasta en las profundidades de sus pensamientos.
Lo primero que pensó: Se ve delicado. Lo segundo: Demasiado para ser un alfa ¿Es uno?, aunque tenía una presencia malditamente imponente y un aroma a café amargo, fuerte.
Tenía esa mirada encima que parecía haber leído su mente y una expresión severa e indescifrable que le hizo encogerse con el orgullo tontamente lastimado. Luego agregó con su voz grave y desinteresada: —¿Este es el nuevo?
—Imposible de olvidar, me llegó a dar escalofríos.
—Puede que sea similar, no dejes que te intimide la primera impresión, después es muy dulce.
Justo como Yeonjun. La primera impresión de su mayor es que era un jodido amargado, ahora le parece tan cálido como sus tazas de café favoritas con tres cucharadas de azúcar.
—¿Quién es muy dulce? —pregunta Tae curioso sentándose en la mesa junto a sus amigos.
—Los Choi en general.
—Espera... ¿Hablan de los familiares de Yeonjun? — Taehyun enfoca su mirada en el alfa ansioso que no deja de tocar los bordes del menú—, ¿Vas a conocer a los Choi?
Soo hace un movimiento afirmativo con la cabeza, añadiendo: — El domingo, un almuerzo.
—Suerte —Kang sonríe entre divertido y mezquino.
—Yah, Tyun ¿No ves que Kookie está nervioso por conocer a sus suegros?
—¿Suerte? —repite con intriga y la tensión en el estómago.
—La señora Choi casi me fulmina con la mirada.
—¿Por qué? —pregunta Bin pasando saliva por su garganta.
—Te quiere tomar por el pelo, no fue así de terrible.
—Lo dices porque a ti no parecía juzgarte en silencio como zorro tibetano —se defiende—. Los conocí en una celebración de cumpleaños de Yeonjun-ah, recuerdo que no era exactamente del agrado de la señora Choi, ya sabes, por todo esto que estaba pasando con Kai y Beom, la noticia llegó hasta ella —comenta tentado a reír con la expresión ligeramente asustada del menor del grupo—, luego intercambiamos recetas de cocina y ahora me ama —agrega encogiendo los hombros y Soobin lo mira con desconcierto—. Mi punto es que mientras seas sincero y espontáneo todo irá bien.
Sincero y espontáneo... Bin presiente que desde su mayor sinceridad se quedará pasmado frente a ese par de pequeños ojos negros y quizás haga el ridículo de sí mismo. Entonces la madre de su novio pensará "Vaya, el alfa tonto que eligió mi hijo como compañero".
—Tranquilo —Min golpea su espalda con la palma de la mano y su amigo brinca irguiendo la postura.
Llega un joven beta a tomar el pedido de los tres y sonriendo garantiza que no tardará en traerlo. En tanto la conversación y las anécdotas continúan, Soobin reduce sus acciones solamente a escuchar y acumular ansiedad. Le comentan que es normal que el señor Choi sea un hombre de pocas palabras y que la señora sea franca y seria a primera vista —al igual que su hijo—.
Yoongi observa a su amigo omega también, notando que sonríe después de dar un corto vistazo a un mensaje en su móvil, les muestra unos breves segundos la pantalla con una selca de Hyuka, Beomgyu y Toto con un filtro que simula una lluvia de corazones, mencionando que eran unos bobos adorables, tontos felices que deseaba abrazar con fuerzas.
Recuerda su reciente conversación con Taehyun, en la que confuso le comentaba que besó a Huening.
—Pero fue sólo un roce, sólo labios —dijo el peliplata como queriendo excusarse de algo que Gi no entendía.
—No sería la primera vez, ¿Cuál es el problema? Tienes cara como de que es un inconveniente.
—Es distinto, esta vez estábamos solos, no era como la atmósfera de estar jugueteando.
—Sigo sin entender —aunque Yoon hasta la fecha tampoco podría decir que había entendido plenamente que pasaba entre sus tres amigos. Hasta dónde sabía el eje central era Beomgyu. Ni Kai ni Tae le habían mencionado respecto a que sentían mutuamente, todo parecía filtrarse por el otro omega de la tríada.
Después de varias vueltas y preguntas el cocinero daba a entender algo más o menos vinculado con una culpa que Min no terminaba de comprender, ya que también le explicó que para Gyu no sería un problema, sino que incentivaba que las cosas fueran cercanas entre el peliplata y Hyuka.
¿Entonces cuál era el problema?
—Pero ¿Qué sientes por Huening?
Y Taehyun se desarmaba intentando explicarse sin responder en concreto.
Yoongi sospecha que el tiempo al lado de aquel alfa ha remecido los cimientos de Tae. Lo mismo cree acerca de Kai.
Siente que a sus amigos les gusta ahogarse en vasos de agua, aunque no los juzga cuando ha hecho lo mismo. Le basta con acordarse del tonto enredo que formó cuando recién conoció a Jungkook.
Se le viene a la mente cuando Yeonjun le decía que enamorarse enciende el interruptor de la estupidez. Seguramente si hoy se lo recordara a su Dongsaeng, encogiéndose de hombros diría que ha estado haciendo más cosas estúpidas de lo usual desde que está con Soobin, forma indirecta de reconocer que está enamorado.
Soo se ofrece a dejarlo en el hospital luego de comentar que esperaría el autobús. Gi acepta sonriente y agradecido. Incluso aprovecha de llevar a cabo su pequeño plan, justo ahora que su menor canta bajito y armonioso.
—Si es que mañana estás libre junto a Yeonjuni hyung, tengo una invitación para ustedes —comienza alegre captando enseguida una mirada curiosa por parte de Bin —. ¿Quieren ir a una clase de baile de prueba conmigo y Jungkookie?
Le gusta que el alfa azabache asienta con entusiasmo, aunque luego su expresión adquiere un pequeño matiz de inseguridad.
—No será.... No sé —relame sus labios frenando la oración antes de pronunciar un "Incómodo", lo último que quiere permitirse sentir es el peso ajeno sobre su relación. Cuando cree que se ha convencido que al carajo todas las opiniones y que ninguno de esos prejuicios importan, se da cuenta que todavía guarda cierto recelo y temores que se niegan a desaparecer.
—Estamos junto a una pareja de chicas omegas y nadie les dice nada —dice esperando tranquilizarlo.
Bin vuelve a realizar un movimiento afirmativo, porque quiere ir y bailar con Yeon, no sólo dentro de la privacidad que les otorga el apartamento.
—Nos vemos mañana por la tarde —se despide el mayor sonriendo con los ojos cerrados al bajar del auto.
Lo primero que hace al llegar antes de ponerse la bata blanca e iniciar su turno, es escribirle a su novio para avisarle que su plan ha sido un éxito.
El cansancio físico y mental terminan por drenar las energías de Jungkook que no alcanza a esperar a su pareja despierto. Sus ojos se cierran y el libro hace peso ligero abierto sobre su pecho. A Yoongi le enternece la imagen, pero si le deja dormir así sabe que el beta tendrá un incómodo calambre en el cuello. Se aproxima con absoluto cuidado de no tropezar o realizar cualquier movimiento torpe que turbe su plácido sueño. Coge el libro de su pecho y lo deja sobre la pequeña mesa al costado de la cabecera de la cama. Con la misma delicadeza ubica sus manos para sostenerlo y acomodar su posición. Es una lástima que sus pies no quieran colaborar, que la tela suave de los calcetines no se adhieran bien al piso flotante y resbale, teniendo que recurrir a sus rápidos reflejos y apoyar las palmas bruscamente sobre el colchón. Kook brinca, se incorpora apenas apoyándose en los codos, emitiendo un quejido de sorpresa, pronunciando apenas un: — Casi me matas del susto.
—Lo siento —hace un mohín y busca su mejilla para dejar un beso fugaz.
Jung acepta la disculpa buscando un espacio sobre el pecho del omega cuando ingresa a la cama, recordándole a Gi que les espera un día agitado.
A Min lo carcome la curiosidad.
El omega insiste en saber cuál es la sorpresa mientras devora el desayuno, más cuando Kookie le pide que use ropa cómoda, especialmente los zapatos. Yoon obedece y el beta apega el pecho a su espalda y envuelve su cintura cuando lo ve vestido con una gruesa sudadera holgada que aporta un toque adorable a su apariencia. Lentamente lo insta a avanzar al jardín trasero.
—¿Recuerdas cuando dijiste que hacía tiempo no te subías a una bicicleta? —comienza el policía apoyando la mejilla en su cabeza—. Una cita al parque, ¿Qué piensas? —pregunta sin soltarlo aún, balanceando ligero el peso de su cuerpo, meciendo a su novio en el abrazo—, ya le quite el polvo a los cascos.
El peliazul sonríe tan radiante como el sol que entibia el día invernal. Lo hace extenso, mostrando su gummy smile y ojitos que se cierran. Dos finas líneas entre las lisas pestañas oscuras expresando felicidad máxima.
—Me encantaría —afirma removiéndose entre los brazos contrarios para quedar de frente a Jeon.
Un beso rápido y Gi corre como un niño hacia la bicicleta.
El policía beta no sabe en qué momento luego de tanto tiempo sin andar largos tramos pensó que era buena idea pedalear hasta el parque. El omega en cambio lo hacía lleno de vitalidad y cada vez que frenaba, sacaba el celular para intentar tomar una foto de su pareja.
Hacen una pausa para almorzar en un puesto de comida callejera cuando al omega se le antoja fuertemente un poco de Odeng. Emitiendo un ruido de gusto cuando entibia sus dedos fríos en el vaso caliente y otro más sonoro cuando lo prueba.
El paseo por el parque lo hacen lento, dejando que el impulso de un par de pedaleadas los desplacen por el camino parejo.
El más alto siente que se congela por dentro con la brisa fría y las frescas bocanadas de aire, que cuando el bajo propone una segunda parada por Hotteok acepta con entusiasmo una buena porción de algo dulce y calórico.
—Necesitamos energía, después tenemos clases de baile —justifica el mayor su segunda ración de panqueques rellenos, extendiendo su mano para delinear con el pulgar las comisuras de los labios mullidos del beta.
Una agradable sensación cálida se expande por su vientre cuando la tibia caricia recoge restos del azúcar y miel.
—Presiento que mañana no podré caminar —se queja al sentir la fatiga de sus piernas y eso que aún no regresan a casa.
Jeon se pregunta de dónde saca energía su pareja, porque él se derritió sobre el sofá apenas guardaron las bicicletas y los pasos lo arrastraron a cruzar el umbral directo a un sitio donde poner a reposar su cansado trasero.
Confirma que no fue buena idea largarse a pedalear como si se tratara de un circuito de competencia olímpica. Así como tampoco lo será combinarlo con un poco de baile.
Para el oficial es una certeza y por lo mismo prefiere juntar energía disfrutando de un pequeño descanso. Su Hyung lo complementa acurrucándose a su lado. Atrapando las mejillas del menor, acariciando la piel que conserva aún en pleno invierno un ligero color tostado que jamás deja de parecerle apetecible. Acaricia en círculos a la par que se aproxima a su boca. Jung abre los labios y cierra los ojos esperando ansioso el tacto ajeno, deshaciéndose cuando la lengua se desplaza mojada, blanda y suave en su boca. Le entrega por completo el control de la situación, dejándose consentir por el omega que lo besa con toda la calma del mundo, disfrutando segundo a segundo.
—Gracias —susurra bajito—, siempre encuentras una forma de sorprenderme.
—Me gusta hacerlo — sonríe y el peliazul hunde los pulgares en los dos pequeños hoyuelos que se pronuncian en sus mejillas.
—Un par de besos más y tenemos que prepararnos para las clases —acaricia sus labios tibios con los propios—. La profesora nos felicitó la semana pasada por haber aprendido rápidamente los pasos de la coreografía que está preparando.
—Tú fuiste quien los aprendió, yo sólo te seguí —rodea su cintura y lo estrecha un poco más contra su cuerpo.
Los minutos vuelan entre besos, caricias y pequeñas mordidas —a Gi le encanta apretar muy ligero con los dientes las mejillas suaves y el cuello tibio, le gusta aplastar con los labios y presionar con la lengua justo donde siente el pulso—. Kook quiere quedarse eternamente en el sofá prolongando la sesión de mimos, pero el omega tira de sus brazos para levantarlo.
Consigue su propósito aún cuando el beta hace un pequeño puchero y se acomoda en el asiento del copiloto.
Yeonjun y Soobin los esperan en la entrada de la academia, el menor de los alfas da vistazos a los afiches que señalan cursos, horas y exhibiciones artísticas de sus estudiantes.
—¿Preparados? —pregunta Min a sus dos amigos.
El alfa pelinegro asiente y el policía rubio niega, para Yoon esa situación representa muy bien el contraste entre ambos, aquello que hace que esa relación sea un complemento entre el entusiasmo de Bin y la tranquilidad de Jun.
El mayor mira la expresión de cansancio de Jungkook y se apiada de su compañero con un par de palmadas en la espalda. El beta le comenta vagamente de la ruta que hicieron durante el día y Yeonjun suma otro par de golpecitos de ánimo.
Se trasladan a una sala más grande para acoger a todos los invitados a la clase gratis. Las voces del conjunto de personas aglomeradas y la música sonando de fondo saturan en ambiente.
El ruido disminuye cuando aparece la profesora y sus ayudantes a darle la bienvenida todos los presentes, esperando que la instancia sea de su agrado y deseen repetirla.
Yoon no puede evitar reír bajito cuando Soo determinado sujeta la cintura de Yeon, quien se sobresalta como un gato crispado segundos antes de amoldarse a sus manos.
Ríe en varias ocasiones cuando los mira seguir los pasos con torpeza, también al escuchar a su Dongsaeng rubio refunfuñar y maldecir, acompañado de las carcajadas agudas de Soo.
Jungkook se une varias veces con risas espontáneas, aliviado de no ser el único que se enreda con sus propios pies y los ajenos —sus piernas no responden a la capacidad que quisiera—, pero se está divirtiendo.
Para Yoongi la risa ligera de su pareja beta es música, tan exquisito que resalta incluso mejor que cualquiera de sus canciones favoritas. Tanto que disfruta más bailar cuando aquel sonido hace eco en sus oídos y se contagia hasta sus labios.
Entonces los sonidos alegres se fusionan y todo se reduce a un pequeño fragmento de tiempo que espera que quede grabado en sus memorias. Que Yeonjun no olvide que sonríe extenso con los dedos entrelazados a los de Soobin, disfrutando sin inhibiciones y rodeado de personas que se divierten tanto como ellos.
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En la vida real sería Yeonjun y Jungkook los maestros de la clase de baile, ya sé JAJAJAJAJA
El YoonKook es mi ship bias de BTS, son preciosos TuT
¿Les está gustando el fic? Las visitas y votos han subido, me alegra mucho que disfruten de la adaptación :')
Amo el desarrollo del TaeGyuKai uwu
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