XXXI. Construir


Soobin disfruta de distintos momentos cotidianos, pero uno de sus favoritos es cuando en el tiempo libre Yeonjun está cómodamente en el sofá y sus pequeños ojos se centran por completo en las piezas que sus largos dedos pálidos ensamblan prolijamente. A veces tiene la mesita de centro llena de materiales. Hoy solo hay madera y su Hyung lija pequeños trozos.

Como se ha convertido en costumbre, se sienta a su lado, lleva su croquera, en otras oportunidades varía con algún libro o un cómic, pero justo siente deseos enormes de dibujar. El alfa rubio voltea a mirar a su compañero y sonríe con cariño, Bin devuelve el gesto y se estira para alcanzar su boca, un corto beso para distraerlo.

Yeonjun deja la lija y las pequeñas piezas de madera sobre sus muslos, girando un poco para buscar otro beso, lento y suave que llena de calor su vientre. Finaliza con una pequeña caricia justo sobre el lunar cerca de su lagrimal y bajando a su mentón.

Cada uno prosigue en silencio con su actividad. Soo continúa un dibujo pendiente que lleva rato atascado en su cabeza, esboza usando trazos rápidos, a momentos sostiene el lápiz entre los labios y coge la goma que guarda en el bolsillo del pantalón de buzo para borrar e ir definiendo la bella criatura en el papel. Se distrae al momento que su mayor suelta un ligero y ronco "Hmm", esos ojos oscuros están fijos en los trocitos de madera y sabe que Jun está perdido y divagando en su mundo de ideas.

—¿Qué harás? —pregunta curioso apoyando el mentón sobre su hombro duro.

—Un pequeño comedor a escala, la vecina del piso de arriba me lo encargó para la casa de muñecas de sus nietos —comenta suspirando con cansancio mirando el polvillo en sus pantalones.

Casa de muñecas... Le recuerda a algo importante.

—Puedes hacer cosas muy bonitas.

—Supongo que la motricidad fina me acompaña.

—Me gustan tus manos —sujeta una de ellas entre las suyas apoyando sus labios sobre los nudillos y el otro se estremece en respuesta—. Eres muy hábil, Hyung. Sé que podría averiar un montón de cosas con la certeza que las repararás usando estos dedos preciosos —agrega sonriendo un poco más amplio, mostrando los dientes y con arruguitas en los ojos brillantes.

—Mejor no toques nada que puedas romper —se queja con una expresión de falso enfado, boca fruncida como su ceño, ya le basta con las manos torpes de sus demás amigos, especialmente Jungkook.

—¿Ya no podré tocar tu culo?

—Mocoso tonto —deja un golpe sin fuerza en su brazo.

Así como Bin lo remecía con cumplidos y gestos dulces, rompía la atmósfera con aquellos comentarios que al final terminaban arrancándole una pequeña sonrisa y además de "Mocoso tonto", añadir un "incorregible" antes de tirar del cuello de su ropa para otro beso más largo y con total acceso a su boca.

—Espera un momento —frena apenas se separan para tomar aire. Deja a un lado su libreta de bocetos y coge las piezas de madera junto a la lija para ponerlas en la mesa de centro—. Continuemos —aferra las manos a su cintura y lo insta a situarse entre sus piernas.

Soobin mantiene una mano sobre la cintura pequeña y la otra se engancha en la nuca, los dedos rascan el cabello rubio, empujando para que no pierda más segundos en llegar a su boca ansiosa. Los labios de Yeonjun se abren para darle acceso a su lengua, cediendo el control del beso, dejándose devorar. 

Ni siquiera se percata que el lápiz y la goma ruedan por el suelo.

—Un poco más —pide ahogado, tratando de recuperar el oxígeno a cortas inhalaciones, le preocupa más obtener otro de esos besos que lo dejan temblando y en agonía, deshecho en un mar de sensaciones.

El menor no se niega, vuelve a sus labios con todo el gusto del mundo. Ladea el rostro, presiona su nuca y hunde su lengua, gimiendo ronco ante el contacto resbaladizo al interior de la boca contraria. Los pequeños ruidos de satisfacción aumentan a medida que la fricción lo hace. Soobin siente a Yeonjun duro simulando breves embestidas entre sus piernas.

Se toman una pausa para respirar agitados. El alfa azabache observa lleno de cariño al sujeto que tiene las mejillas rojas y los labios húmedos e hinchados, cuando se aprietan y forman una sonrisa es un ataque directo a su corazón que responde con saltos bruscos.

"¿Cómo puede ser tan jodidamente hermoso?".

—¿Tengo algo? —pregunta Yeon al sentirse escrutado.

—Tienes un par de cachetitos rojos —deja de rascar su nuca para apretar su mejilla izquierda—. ¿Sabes? Tengo buenos recuerdos de este sofá, aquí compartimos el primer orgasmo juntos con la ropa puesta como si fuéramos un par de adolescentes precoces.

Lo sabe, y si la intención de su novio es que sus mejillas permanezcan teñidas y calientes, lo está logrando.

—El sofá fue un caritativo regalo de la señora a la que le estoy haciendo el comedor a escala.

—Es un sofá muy cómodo —comenta antes de alzar las caderas y hacer pequeños movimientos ondeantes contra la pelvis de su compañero—. ¿Cuántas veces la vecina le habrá dado el mismo uso que nosotros ahora?

—Yah, no, de verdad no quiero imaginarlo —reclama estremeciéndose, no sabe si por la insinuación en la que no quiere pensar o porque el menor no deja de presionar sobre su erección palpitante, exigiendo ser liberada, el placer del roce se expande en descargas que son tan exquisitas como dolorosas.

Concuerdan de forma muda que quitarse ropa es apremiante. Soo hace un recorrido bajo la camiseta gruesa por su abdomen hasta llegar a su pecho y estimular los pezones primero con los pulgares, después pellizcándolos y mirando a su Hyung retorcerse con las manos temblorosas, pero sin detenerse en su tarea de jalar el pantalón de buzo.

Jun retoma un poco del control sujetando a su pareja, empujando y disfrutando del contacto directo de la erección contra la suya. Casi como aquella vez, sólo que sin ropa y sin el cúmulo de temores que brotaba hasta en sus aromas. La mirada del pelinegro es lujuria pura desbordando de aquellos ojos entrecerrados.

Ya no preguntan "Qué estamos haciendo", sino más bien "Cuánto más podemos hacer".

El alfa más bajo jadea por la sorpresa cuando el contrario con movimientos rápidos se escabulle de su posición e invierte los papeles, le hace voltear y se acomoda justo contra sus nalgas. En pocos segundos está abajo, aprisionado por una muralla de calor.

—No la voy a meter —tiene la cortesía de avisarle a su compañero que se removía bajo su cuerpo.

Es casi un alivio, hasta que siente como las manos mantienen sus caderas contra la superficie del sofá, aunque intenta levantarse para buscar una posición más confortable, su Dongsaeng se lo impide. La carne caliente y dura se frota contra su piel suave y en exceso receptiva. Ni decir de la tortuosa presión de su pene atrapado entre su vientre y el cuero sintético del mueble.

Duele y al mismo tiempo se siente tan bien que quema en sus entrañas. No lo resiste, tampoco es una orden racional, sólo responde al placer contoneándose intentando alzar el culo y restregarse en la superficie con cada movimiento serpenteante. Entierra los dedos y gime alto cuando Bin agarra su cabello en el puño, jalándolo y exponiendo el costado de su cuello a las mordidas y los besos.

Soobin se separa no sin antes susurrar en su oído un: — Voltea, no me quiero correr sin mirarte.

Yeonjun obedece, notando que los brazos y piernas están débiles como gelatina. Su compañero lo observa con hambre, bajando a la altura de su ombligo, lamiendo por encima antes de seguir descendiendo con la nariz acariciando el camino de vellos negros. 

Para Soo se cerraron las opciones apenas vio a su mayor recostado con los blancos muslos separados, apoyando un pie en el suelo, arqueando la espalda como si tuviera la sensación fantasma de la presión ardiendo en su entrepierna. Necesita hundir su rostro ahí. La piel brillando sudorosa, el pene rojizo y grueso, imagen que lo hizo salivar evocando su sabor y la rigidez caliente envuelta en su boca suave. Gime ronco al momento que chupa sonoramente el glande húmedo, el oficial levanta las caderas queriendo llegar más profundo, el menor deja que la saliva escurra, lo quiere lo suficientemente resbaladizo para cuando vuelva a presionar su longitud dura sobre la otra, ciñéndolos a ambos con sus dedos.

Comparten besos desordenados, lenguas que se encuentran incluso antes que los labios choquen. Soobin quiere beberse cada gemido y suspiro, sentir que resuenan en su boca y vibran sobre sus nervios.

Un par de subidas y bajadas de su mano, unos cuantos empujes más y siente la explosión de calor, sus músculos contrayéndose, últimos sonidos rasposos, intenta pronunciar el nombre de su Hyung, pero sólo llega hasta el "Yeon-".

—Soobin-ah, mejoras mi vida —susurra aún con la respiración acelerada y gotitas de sudor bajando por su frente.

—¿Por darte un buen orgasmo? —pregunta con la picardía matizando su mirada cariñosa, sin dejar de empujar suavecito las bases inflamadas, llevando su manos para un pequeño masaje al nudo de su pareja—. Creo que esto cabe en mí —continúa sobreestimulando, disfrutando de como su novio aprieta los párpados y tirita ligero.

—Suficiente —dice curvando la espalda.

—Te estoy ayudando a llegar por segunda vez, imagina esto —aprieta gradualmente con fuerza controlada— atrapado dentro mío. Jamás había pensado que tendría tanta curiosidad por sentir al alfa que me trae por las nubes anudando conmigo.

En realidad, hasta antes de Yeonjun ni siquiera se le pasó por la cabeza la posibilidad de anudar con un semejante, ni por asomo. Es más, no se imaginaba ni siquiera permitiendo que alguien le metiera los dedos —ningún omega tampoco se lo planteó como para sopesar la idea—.

—N-no...Mmh —Jun quiere recordarle un "No sabes lo que pides", pero sólo emite cortos ruidos, rindiéndose respecto a su capacidad verbal en tanto su cuerpo continuara recibiendo esas electrificantes descargas que bordeaban lo doloroso y placentero.

—H-hyung —emite bajito como si lo gimiera apoyándose en su hombro, presionando un poco más fuerte contra su pelvis—, se siente muy bien.

—Mejoras mi vida no sólo por darme un servicio de orgasmos excelente que no me alcanzan las estrellas para calificarlo —menciona exhausto, acunando sus mejillas calientes, deleitándose con esa sonrisa altiva de Soobin. Sabe que su mocoso y su lobo deben estar rebosando orgullo—. Sino porque estás a mi lado, elegiste ser mi compañero.

Lo dice porque le ayuda a reafirmar la certeza que ese alfa orgulloso realmente ha elegido compartir con él. No quiere pensar por cuánto, Bin entre indirectas le propone un tiempo largo y Jun está más que feliz con ello.

Una presión se instala en el pecho del más alto, como si el peso de la frase cayera encima aplastándolo grata y conmovedoramente. Recarga su cabeza en las blancas manos que lo sostienen, buscando su boca para traducir las emociones en un beso lento.

—Estoy feliz de ser tu compañero.

Y pensar que tiempo atrás decía que odiaba ser compañero de trabajo del oficial Choi.

Ahora es su pareja, un complemento, un Hyung de quien no deja de aprender.

Adora a Choi Yeonjun.

Se niega a soltarlo después de una sesión de caricias y besos perezosos, aunque éste insiste en que el sudor se ha resecado, que están sucios y pegajosos. Propone continuar la sesión de mimos bajo el agua y eso suena mucho mejor que sólo "Bañarse".

Almuerzan las sobras de la cena de ayer compartiendo conversaciones cotidianas, debaten sobre cuál película irán a ver al cine, Yeon quiere un thriller y Soo una de acción, el último sonríe con ese aire de chiquillo travieso y el alfa rubio asume que varias ideas sucias cruzan por su cabeza. Ha aprendido a distinguir diversos matices en sus expresiones.

—Después podríamos apostar y elegimos la película, se me ocurren varios juegos interesantes.

—De acuerdo.

El de hoyuelos sonríe más extenso y feliz. También una parte de él siente agradecimiento, por un buen tiempo había restringido esa dimensión fiera y desvergonzada de su sexualidad, queriendo transmitir dulzura y protección a los omegas con los que en algún momento estuvo. Mordidas suaves, nalgadas ligeras, todo comedido, en cambio con su alfa... Le basta con recordar que lucharon desnudos en el suelo de su antiguo apartamento.

Con Yeonjun puede ser simplemente él mismo, sin inhibirse. 

A veces un animal salvaje. 

A veces juguetón y caprichoso como un cachorro anhelante de mimos. 

Otras tantas protector envolviendo a su alfa en abrazos firmes.

—Aún nos quedan algunas horas libres antes del turno

—Hay que pasar a comprar al supermercado y tengo que terminar el encargo de la vecina —bosteza con la flojera haciendo pesado cada músculo.

—Dame la lista y puedo ir —propone con la intención de facilitar los tiempos de su pareja. Es mutuo, Yeon también lo cubre cuando necesita algo.

—Gracias, Soobinnie.

Le gusta la pequeña sonrisa con los labios apretados de su Hyung.

Como si fuera una especie de alarma mental, recuerda algo que quería pedirle hace un tiempo, desde que vio fotos de esas maquetas a escala y algunos diseños que le comentaba que en algún momento le gustaría recrear. En varias ocasiones quiso decírselo, pero llegaban cansados del trabajo, tenían otros planes o sencillamente las ganas de coger como animales eran superiores y cualquier cosa anexa quedaba relegada al olvido.

—Hyung, quería pedirte algo —comienza jugueteando con los restos de comida—, compraré los materiales, también te pagaré por el trabajo.

—¿Cómo pretendes pagarme?

—Como tú quieras.

—Me tientas, dime de qué se trata.

—Una casa de muñecas para mi sobrina.

—Deberías ayudarme, podemos hacerla juntos —propone sonriendo con dulzura.

—Hyung, el que tiene habilidades en artes plásticas eres tú.

—No me vengas con cosas, Mocoso —levanta las cejas—. He visto el talento que tienes para dibujar, no dudo de tu inteligencia espacial, mañana comenzaremos haciendo un plano.

Si algo quiere Yeonjun no es una retribución por un trabajo, es la oportunidad misma de compartir uno de sus pasatiempos predilectos con su pareja. La oportunidad construir algo juntos.

—Bien, acepto su propuesta, señor Choi —asiente estirando su mano hacia él.

Soobin debe admitir que también le gusta mucho más la idea de armar la casa junto a su alfa.

  
  
 °°°

  
Regresan con bostezos y el agotamiento pesando sobre sus cuerpos. Yeonjun debate si vale la pena cambiarse de ropa o sólo llegar y tirarse a la cama con la camisa y el pantalón puestos, ya que está seguro que solo basta que su cabeza toque la almohada para caer profundamente dormido.

Soobin, su adorable cachorro alfa, le hace el enorme favor de desabotonar la camisa, deslizarla por sus hombros -los cuales besa con cariño- y colocar la camiseta del pijama. Yeon se acurruca feliz en la cama mirando con la luz suave de la lámpara las sombras ligeras que se remarcan en los músculos de su menor mientras se cambia.

Revisan la hora, saben que dormirán hasta pasado el mediodía y el desayuno se fusionará con el almuerzo, pero no podría importarles menos, porque tienen libre para hacer lo que se les venga en gana.

—Quería preguntarte qué dibujabas hoy —murmura arrastrando las sílabas con el sueño aletargando cada músculo y función motriz.

—Es una sorpresa —besa su frente y lo abraza, buscando la posición perfecta para dormir.

Aunque Bin debe decir que dormir con su hyung es perfección en sí misma.

Despierta primero que Yeon y se da cuenta que nuevamente se ha apoderado de la cama. Su Hyung duerme de costado hacia la pared, acurrucado y plácido, él por su parte está boca abajo, tiene las piernas y brazos extendidos por el colchón y la camiseta a medio quitar —a veces, en plena inconsciencia, se saca la ropa—. Una de sus piernas atraviesa la cadera de su pareja quien ni siquiera se inmuta.

Envuelve con cuidado su brazo alrededor y se apega a su espalda. Cierra los ojos tratando de retomar el sueño. No lo consigue, pero piensa en diversas trivialidades que van desde unos antojos de tomar una malteada, el próximo juego que quiere comprar hasta cómo podría sorprender a su mayor. Taehyun una tarde sugirió lencería y sigue meditando si pedirle a su Hyung con muchos pucheros que la use o ser él mismo quien la vista para su compañero.

Piensa en los tantos sucesos precipitados en los que se ha visto envuelto, pero es como si viviera soñando y los sueños son por excelencia la dimensión donde el tiempo y el espacio se diluyen. Incluso algunos días atrás casi olvidó el cumpleaños de su mejor amigo si no es porque Tae le recuerda que harían una pequeña celebración sorpresa.


Al día siguiente despertó con un dolor de cabeza post fiesta que lo tenía más muerto que vivo y si no era porque Yeonjunse quejó toda la mañana de lo terrible que sería tener un turno de madrugada justo en esa fecha, habría olvidado que esa noche era recambio de año —después de todo el año nuevo lunar tiene más peso en sus tierras que las ya globalizadas celebraciones occidentales—. Aunque cuando dieron las doce y el ambiente se nubló con el bullicio de sus compañeros alegres y fuegos artificiales resonando a los lejos, a escondidas se metieron al baño para compartir un beso largo antes del patrullaje. Había que empezar bien, afirmaba Soobin.

Han empezado bien, vuelve a repetirse, porque se siente llenito de cariño y un insufrible oficial alfa ha llegado a dar sacudidas bruscas a su vida, como si escarbara sin delicadeza para ayudarle a sacar lo mejor de sí mismo, para luego desempolvar cada una de sus virtudes, sin esconder sus múltiples defectos.

Yeonjun sencillamente no deja de demostrarle lo mucho que le quiere así con todo lo que Soobin es.

—¿En qué piensas? Tu cara es muy divertida, Soobin-ah.

La voz ronca lo saca de sus cavilaciones, tiene un par de pequeños ojos somnolientos encima y una sonrisa que complementa lo que significa realmente un "Buenos días" —o tardes, más bien—.

—En que el tiempo ha pasado muy rápido a tu lado —desliza la mano por su mejilla tibia y tersa.

—¿Eso es bueno o malo?

—¿Por qué habría de ser malo? —sonríe ante la respuesta de su novio que encoge los hombros y se siente un poco más pequeño acurrucado contra su cuerpo—. Es bueno, Hyung. Se supone que el tiempo vuela cuando te diviertes.

—Hoy tenemos un panorama divertido —besa su cuello, justo sobre la nuez pronunciada.

—¿Cuál sería?

—Comenzaremos con la casita para tu sobrina.

Terminan levantándose para trasladarse a la sala de estar, todavía en pijama y cabellos revueltos. Acercan la mesa de centro, tienen tazas de café, reglas, escuadras y lápices. El alto se sienta en el suelo, Jun prefiere permanecer en el sofá, aunque abraza con las piernas a su novio que concentrado elabora un plano de cómo imagina la casa que quiere para su adorada sobrina pequeña.

Yeonjun va aportando sugerencias y comentando qué tipos de materiales podrían necesitar, armando una lista en una libreta de bolsillo.

—Después de almuerzo podríamos ir a comprar —sugiere con ánimos, acariciando firmemente y con ambas manos las piernas que lo rodean.

—¿Preparo el almuerzo?

—No, no cocines, te invito a comer —propone levantándose para sentarse sobre sus muslos y besarlo.

Su boca se siente tibia y amarga como el café que acaban de beber.

La sonrisa que le dedica el mayor es muy dulce.

Soobin ordena el desparramo de materiales y Yeonjun lleva las tazas sucias a la cocina para lavarlas.

Se escucha el timbre sonar, el rubio con la camiseta arremangada y las manos con espuma le avisa desde la cocina que seguramente es Jungkook, quien le pidió hace pocos días que arreglara un par de bicicletas que llevaban más de un año abandonadas en el sótano.

Deja de lavar abruptamente y seca las manos en su pantalón de buzo.

Esa no es la voz de Jeon.

A largas zancadas llega a la entrada. Soo está ahí intercambiado miradas con su hermano que acaba de presentarse y espera que el alfa lo haga también.

—S-soy Soobin, el...—había iniciado con torpeza y se preguntaba exactamente qué decir. ¿Compañero de apartamento? ¿Amigo? ¿Pareja? Siente que su cerebro se funde y las funciones dejan de funcionar.

—Soobin es mi pareja —dice observando la expresión alegre y curiosa de su hermano mayor. Suena firme y seguro, pero por dentro los nervios lo carcomen al ver que el menor sigue con la vista pegada en algún punto fijo.

—Mucho gusto —extiende la mano en dirección a su nuevo cuñado.

Bin fuerza su mano a mantenerse firme y sujeta la del omega que sigue con sus ojos curiosos clavados en él.

—El gusto es mío —asiente, sabiendo que de seguro los nervios se perciben en su aroma, así como en el de su pareja.

—Podrías haberme avisado que vendrías —dice Jun rascando su nuca—, nosotros pensábamos salir...

—Si te avisaba no sería sorpresa, además mi intuición me decía que tenía que hacer una corta visita a tu apartamento —el omega palmea su hombro y sonríe en dirección al azabache —. Quiero hacer tantas preguntas, pero no ahora, venía a invitarte a cenar en la noche, a los dos —extiende la invitación.

Yeonjun mira a Soobin, quien apenas procesando la información asiente, y al alfa rubio no le queda más que aceptar también.

No era exactamente así como esperaba que conociera a su hermano, pero a su vez sabía que mientras dejara los días pasar todo ocurriría tal y como acababa de acontecer.

—¿Estás seguro? ¿Te sientes cómodo con la idea?

Sabiendo que Bin todavía no quería involucrar familiares en la relación, Yeon prefería mantener la suya al margen también, pese a que a momentos se sentía ligeramente culpable cuando visitaba a su hermano y él lo escrutaba como esperando saber algo que no decía.

—Tu hermano parece agradable, incluso apostaría que es más agradable que tú.

—Yah, Mocoso —le da un manotazo sin fuerza en su hombro, reclamando.

—Me gusta mi Hyung arisco —envuelve fuerte su cintura y lo eleva del suelo por más que el más bajo alega y vuelve a golpear sus hombros para que lo baje sin éxito—. Nos vamos al baño, se nos hace tarde para almorzar, comprar y después cenar con tu hermano —lo acomoda para llevarlo en su hombro en tanto el alfa forcejea.

Está ansioso ante la idea de conocer a la familia de su mayor. Es su pareja después de todo, y de a poco quiere dejar de ocultarlo.

En algún momento sabe que llevará a Yeonjun ante sus padres, aunque sea como un caos inminente.


°°°


Dejan las bolsas de compras en la mesa de centro. Soobin busca una camisa y un pantalón ajustado que le gusta mucho. Quiere lucir presentable ante su cuñado, no como horas atrás que lo vio en pijama y con el cabello alborotado. 

Yeonjun en el camino le habla un poco acerca de su hermano y su pareja, una mujer alfa con quien está hace ya más de cuatro años.

Viven a una media hora de distancia. El apartamento es amplio y quienes aparecen tras la puerta como el mejor de los timbres son dos pequeños ladrando frenéticamente anunciado que al otro lado están los invitados.

Son dos perritos pequeños de pelaje rizado que a Soo le recuerdan más a una oveja miniatura que a un can. Uno de ellos le ladra receloso, la otra da brincos alrededor de su pareja, quien la toma en brazos, el animalito tiembla de emoción y cuando extiende la mano para tocar su cabecita recibe rápidas lamidas en sus dedos.

Yeon va a la cocina junto a la mujer alfa. Soo termina sentado en el suelo jugando con los dos perritos que tratan de acomodarse entre el espacio de sus piernas. El hermano de su novio lo llena de preguntas, aunque ninguna de ellas le parece incómoda. Indaga acerca de sus intereses, pasatiempos, grupos musicales y películas favoritas. Le enseña su colección de cómics y con ojos brillantes quiere pedirle que le preste alguno de esos ejemplares de lujo con portada dura e historias extras, prometiendo cuidarlos como si fueran su vida misma.

El Choi menor, como buen conductor designado esta vez, rechaza con pesar y mirada de cachorro la copa de vino, su novio riendo le decía que no lograría persuadirlo esta vez, aunque casi lo consigue.

La pregunta esperada al final no la hace el hermano de su alfa, por más que las ganas no le faltaban, sino que es su pareja.

—¿Cómo se conocieron? Queremos saber su historia.

Los dos aludidos intercambiaron vistazos rápidos como diciendo "¿Comienzas tú o yo?".

—Nos conocimos en la estación, cuando trasladaron a Soobin, ¿Será un poco más de medio año? Jungkook insistía en dejarlo a mi cargo...

—Nos llevábamos pésimo al principio...

—Cierto, se comportaba como un mocoso insoportable.

—Y Yeonjun hyung era la persona más insufrible que había conocido.

—Y tú el chiquillo más terco y arrogante.

—La mayor parte del tiempo me hacía sentir subestimado además de un mocoso en uniforme.

—Soobin malinterpretaba más de la mitad de las cosas que le decía creyendo que quería atacarlo, cuando en realidad sólo me gustaba mucho y vaya que no quería que me gustara ese mocoso arrogante.

—Después aclaramos nuestras diferencias encerrados en una habitación en el cumpleaños de nuestro jefe —comenta con la sonrisa asomándose en sus labios y mostrando sus hoyuelos—. La situación fue tan rara, jamás habría esperado que el alfa insufrible que tenía por compañero me invitara a tener una profunda conversación de sentimientos.

—Hasta ese momento sólo éramos dos personas tratando de llevarnos medianamente bien porque en la estación pensaban que en cualquier momento saltaríamos al cuello del otro.

—Nos logramos llevar bastante mejor, pero mi Hyung seguía siendo tan insufrible.

—Soobin-ah no dejaba de ser tan terco que no era capaz de entender que tomaba las decisiones queriendo cuidarlo.

—Yeonjun hyung no me explicó eso antes, un día exploté en enojo y lo besé en una de las oficinas.

—Creo que desde ahí comenzamos con un complejo sube y baja, hasta lo que somos ahora.

—Una pareja de alfas que se quieren un montón —finaliza el pelinegro la improvisación de su historia, mirando con cariño a su compañero que tiene las mejillas tan rojas como él.

La pareja sentada al frente lo miran conteniendo la sonrisa amplia. Ella se muestra enternecida y él comienza a carcajear reclamándole efusivamente a Yeonjun  el no haberle contado nada en todo el tiempo que había pasado.

—Es que cómo te atreviste a dejarme afuera de tu historia, a mí, tu Hyung, quien te donó los juguetes y te cubría las travesuras frente a nuestros padres.

—Lo siento, le pedí a Yeonjun hyung ir lento con esto de contarle a los demás —se disculpa el ojos negros antes que su alfa respondiera.

—Soobin-ah, tenemos mucho que conversar, estás invitado cuando quieras —afirma el omega feliz de saber que su hermano se acompaña de un buen alfa que lo mira con adoración—. Yeonjun debería presentarte a nuestros padres.

Yeon se encoge un poco de hombros y mira a su Dongsaeng como dudando, pero el menor hace un movimiento afirmativo en aprobación.

Quiere integrarse a la vida de su pareja alfa y eso implica conocer a esa extensión de él que es su familia.

Vuelven a casa, Soobin conduce escuchando la música a bajo volumen, tranquilo de saberse aceptado y con un par de tomos de los cómics que tenía en la mira que Yeonjn llevaba sobre las piernas.

—Siento si en algún momento te sentiste incómodo o...

—Hyung, me sentí muy bien —agrega con la vista atenta al espacio para estacionar.

—Me gustaría presentarte a mis padres, no estaba seguro si esto te presionaría, espero que no, pero para mí sería importante que...

Soobin sujeta su rostro y deja un beso ligero, apenas un presión tibiecita sobre sus labios.

—Necesito consejos para agradarle a tus padres.

—Sólo no te asustes con la primera impresión —dice pensando en la mirada profunda y severa de su madre.

"Eso yo debería decirlo", quiere comentar el más alto. "No te asustes cuando lleves a Yeonjun ante tus padres" se exige a sí mismo.

Yeon es quien primero se apodera de la cama. Le gusta ver a su novio que parece un conejito que asoma media cabeza bajo el cobertor mirándolo en tanto termina de ponerse el pijama. Sus ojos oscuros y bonitos brillan con incertidumbre cuando camina hacia la puerta y varios segundos después aparece con su libreta de bocetos.

Aún no está terminado, pero ha avanzado bastante.

—Así es como siento que es tu lobo —comenta bajito, rodeando su cintura con un brazo.

Así es como lo ha soñado junto al suyo.

El mayor mira los trazos que definen a un gran lobo con ojos vivaces. Como si hubiera capturado la esencia de un cachorro en un cuerpo adulto.

—Cómo...

Como si lo hubiera visto lo plasmó con precisión.

Yeonjun aprieta los labios con las emociones bailando dentro de su cuerpo. Su animal se regocija y él sólo busca como amoldarse a los brazos de su Sobinnie.

—¿Es impreciso? —hace un puchero.

—Soobinssi...—susurra buscando un espacio contra su cuello, justo donde se concentra su aroma tan ácido—. Creo que sí existe lo inexplicable.

Siente su vínculo con Soobin demasiado intenso, como si un poco de magia hubiera tocado su escéptica vida.
   
 

 °°°

La escena final ha sido preciosa TT

Me encanta que de a poco se involucren sus familias, es lindo que Soobin se soltase con su cuñado :'3

Ya empezará esta semana la gira de los chicos, estoy FELIZ asjsmoc

¡Voten y comenten!❤️

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