XXVII. Disfrutar y no pensar
—¿Vas a tu apartamento o al de Yeonjun? —pregunta Hyuka.
Soobin lo nota incómodo, por su parte está igual. Pese a que hace tiempo conoce a ese alfa dado que es el novio de uno de sus mejores amigos, nunca hubo un interés mutuo en establecer cercanía. Sabe un poco más de él netamente por los relatos de Beomgyu y por intercambio de saludos breves cuando coincidían en celebraciones o en el apartamento de Taehyun, aunque jamás, ni por la más remota de las situaciones inusuales, se imaginó a sí mismo sintiendo celos de aquel sujeto alegre, por otro alfa, he ahí el punto clave.
Y sabe que Kai es bueno, radiante, alegre. Beomgyu lo adora y en general evoca ese efecto en las personas que le rodean. Si hasta antes de toda su alborotada historia con Yeonjun le hubieran preguntado qué pensaba de él habría dicho que le agrada, es amable y sonríe mucho.
Ni siquiera le da excusas para poder alimentar a ese desagradable monstruo de los celos. Kai es demasiado bueno. Y Tae está en lo cierto; no tiene una presencia imponente, no incita a ningún igual a ponerse en estado de alerta, incluso le parece conciliador y no sabe a quién dirigir su molestia más que a sí mismo.
—Déjame en el apartamento de Yeonjun hyung.
El ambiente es incómodo, la radio suena a bajo volumen y se tienta a subirlo. Taehyun emite un par de risitas que lo tensan todavía más mientras sus ojos no se apartan de Hyuka
—¿En qué piensas, Binnie~?
La pregunta lo hace brincar ligero del asiento y erguir la postura. Quiere pensar antes de responder, incluso buscar una excusa, pero se da cuenta que su autocontrol verbal está averiado temporalmente: —Hyuka es un alfa atractivo —dice sincero frunciendo el entrecejo, porque ha estudiado minuciosamente las facciones ajenas hasta llegar al lunar que roza el labio superior. ¿Cuántas veces Yeonjun lo ha besado así como besa los suyos al trazar caminos cortos por su rostro?
—¿Acaso estás celoso? —cuestiona Tae antes de soltar una risotada aguda.
Sus aromas son demasiado ácido que molesta en su olfato y en su boca. Incluso lo siente amargo y agrio, ni siquiera el dulzor de la vainilla del omega logra atenuarlo.
Su animal se remueve inquieto ansiando llegar al lado de su compañero y ponerse por delante.
—Por supuesto que sí —se lamenta, aunque mantiene su postura y mirada en alto—, no quisiera estarlo, pero es atractivo y brillante. Yeonjun hyung lo quiere y sé que Huening también, he podido olerlo antes —juguetea con sus dedos y le agradece con sarcasmo a esa parte de sí mismo que decide que es buena idea revelar información que mantenía como confidencial.
La risa del mayor sólo es un complemento que intensifica el ambiente extraño dentro del vehículo. Ninguno de los dos alfas dice palabra alguna el resto del camino. Soobin sigue autoregañándose por aquel repentino golpe de sinceridad.
"Maldita vergüenza".
—Acompáñalo, no quiero que se caiga por las escaleras —pide el peliplata.
El menor se queja mascullando un "Puedo solo" y en realidad puede por su cuenta, el alcohol habrá afectado su filtro verbal, pero sus funciones motrices están bastante bien, está seguro que su Hyung lo hace a propósito para seguir riendo de sus Dongsaengs. Demuestra que sus piernas responden bien a sus órdenes subiendo sin tambalear y con la espalda recta, ni siquiera necesita sujetar las barandillas.
Huening lo sigue a un par de escalones de distancia, en silencio, debatiéndose entre decir "Adiós y saluda a Yeonjun hyung de mi parte", o mejor si omite esto último. No sabe por qué continúa subiendo, pero la curiosidad lo empuja, ¿Qué es lo que espera ver? ¿Por qué seguir exponiéndose gratuitamente a la incomodidad?
Soo presiona el timbre y apenas la puerta se abre canturrea un "Hyuuung" alargando las vocales extendiendo los brazos.
—Traje sano y salvo a tu cachorro —dice Kai atento a las reacciones del opuesto, viendo la transformación de su Hyung de ojos casi cerrados por el sueño, ceño arrugado y listo para maldecir. Ahora las mejillas del alfa se tiñen de rojo y sus pasos trastabillan al recibir todo el peso del alfa pelinegro.
Su amigo se queja con bastante segundos de desfase a lo que hubiera sido habitual si algo interrumpe su sueño y Kai sonríe disimulado.
—Gracias —pronuncia con la voz ronca y cansada. Tiene encaramado a un Soobin que huele a destilado y se restriega contra su cuello.
Hyuka se tienta a reír con la escena, pero se contiene y les dedica una rápida despedida antes de dar media vuelta y regresar junto a Taehyun.
Jun trata de quitarse a Bin que se recarga sobre sus hombros y acaricia su cuello con la nariz y los labios. Acaba de desprender su aroma a limón y jengibre, lo ha dejado impregnado. Y tiene el descaro de gimotear, aferrándose más fuerte.
"Mocoso territorial".
—¿Por qué me sueltas, Hyung~?
—Báñate antes de meterte a la cama —exige resignado y quieto, esperando que se digne a soltarlo.
—Hyuuung, podrías bañarme, soy tu cachorro después de todo —deja un sonoro beso en su mejilla blanda y caliente.
—Olvídalo, lo único lindo que haré por ti será darte un vaso de agua y una pastilla para el dolor de cabeza mañana antes de nuestro turno.
—¿Estás molesto?
—No, pero tengo sueño y es similar —responde con el agotamiento de un día largo encima, además de su pareja haciendo peso—. Báñate y regresa a la cama, quiero abrazarte.
Y pese a que dijo que no, termina consintiendo los caprichos de ese Mocoso que lo miró con sus ojitos brillosos y un puchero en los labios. Entonces ahí está, parado a su lado, desnudo, tallando con una esponja el cuello y los hombros del alfa que gime de agrado. Alegre le cuenta a cuantos famosos conoció, las cosas que comió, sobre los alfas que perseguían a Tae.
—Ese, ese que sale en el drama que le gusta ver a Jennie noona —dice emitiendo un ruido ronco disfrutando de las manos que bajaban con espuma por su pecho hasta su vientre—. Baja un poco más —ruega mordiendo su labio cuando Yeon obedece—. Justo así —señala empujando la pelvis contra la mano que lo envuelve.
—Mocoso consentido —frota la punta con el pulgar.
—Te gusta consentirme —dice antes de jadear rasposo, apoyando la espalda en el pecho de Yeonjun. Siente que sus piernas tiemblan, pero el otro brazo envuelve firme su cintura.
La fiesta habrá sido muy divertida y ver a Jieun en vivo fue una maravilla, pero nada se compara con llegar al apartamento de su novio, ser recibido en sus brazos y alcanzar el orgasmo en su mano.
—No abuses de mi gusto por consentirte, ahora a la cama que me estoy desvelando por culpa de este cachorro mimado.
—No lo hago, es más, debería devolverte el favor —suspira recargando el peso en el más bajo—. ¿Cómo quieres que lo haga? —pregunta con esa voz que derrite a su pareja.
Y como en pedir no hay engaño: —Usa tu boca —dice delineando sus labios—, que no se pierda ni una sola gota.
Soobin sonríe travieso y Yeonjun tiene que aferrarse a las sábanas, esa boca caliente que lo explora todo no le da tregua, porque cuando su alfa se propone hacerlo sentir como una presa bajo sus fauces, lo consigue. Atrapa la longitud dura lo más profundo que puede, masajea con su lengua y empieza a subir lento delineando la forma, dibujando alrededor del glande, entonces vuelve a bajar rápido y Jun siente como si se hundiera con la presión en el vientre y en la ingle.
Cuando Bin termina el trabajo entre sus piernas, sus grandes ojos oscuros analizan el resultado, disfrutando del encanto visual que es su Hyung con el cabello desordenado, las mejillas rojas, la mirada vidriosa y sus labios hinchados. Aún retiene el líquido caliente en su boca, espera que Yeon lo vea para tragar con una pequeña sonrisa.
Es demasiado, ese alfa con su expresión triunfante envuelve su cintura y mete la nariz en su cabello rubio. Sus latidos siguen precipitados, pero es de aquel tipo de ansiedad que empieza a disfrutar, esa que le hace pensar en cada cosa que le gustaría seguir compartiendo juntos.
—Lo mejor de volver del trabajo o de una fiesta es que estés esperando por mí —comenta bajito, incitando a que Yeon se acomode contra su cuello.
Siempre que Soo lo quisiera a su lado, estaría esperando su llegada.
°°°
Soobin despierta con ánimos, a diferencia de un par de días atrás que la resaca lo tuvo aferrado a la almohada quejándose del ruido y los dolores, recordando que cuando era más joven podía ir de fiesta dos días seguidos y amanecer fresco como una lechuga.
Yeonjun está todavía durmiendo apegado a su cuerpo, lo envuelve con una de las piernas desnudas y un brazo que se aferra por su costado. Su Hyung le ha asegurado que es temporal, que en verano huirá del contacto y estará casi colgando de la cama en busca de un sector fresco. Por su parte, con miles de insectos volando en su vientre, le respondía que necesitarán una cama más grande.
Tiene un turno entre el mediodía y la noche, su novio desde la noche a la madrugada, por lo que pretende disfrutar del par de horas para estar en su tranquilo refugio rodeado por paredes, arropados por un esponjoso y cálido cobertor o tal vez podrían salir, una cita matutina vendría bien.
De momento le gusta las camas pequeñas y Yeon no se hace problemas buscando el calor como un gato esfinge. Se ha ido acostumbrando y en su mente ronda constante que así como el mayor dice "Al verano buscamos una cama grande", lo toma como una especie de compromiso indirecto, algo que sugiere: "Viviremos juntos en un tiempo más". Aunque ya es como si vivieran juntos, ya sea en un apartamento o en otro, sus ropas ya están mezcladas en sus armarios, incluso Bin quería una camisa negra para asistir al evento que le invitó Taehyun y la tenía justamente en casa de su mayor.
Quizás es demasiado precipitado, pero piensa en lo práctico y conveniente que sería dar el paso, la cuenta bancaria y la billetera a final de mes estarían más que agradecidas. Mitad del arriendo, de las cuentas y todas las mañanas viendo a su Hyung durmiendo plácido —aunque ya lo hace, sólo que el "Vivir juntos" le da otro matiz—.
"Deberíamos".
Su pareja abre los ojos, gimiendo con pereza, balbucea algo sobre la luz y las cortinas mal cerradas con la plena intención de volver a dormir. El azabache sujeta las mejillas blandas y se acerca a besar su frente.
—No, Hyung, no te duermas —pide casi dramático y antes que Jun comience con sus protestas de las mañanas invernales, pone un dedo sobre sus labios—. Levántate conmigo, te invito a desayunar.
Yeonjun asiente aturdido ajustándose al despertar y Soobin sonríe complacido. La mayor parte de sus planes son entre las paredes de sus apartamentos, pero en ocasiones varían y Bin insiste en que salgan a citas, y aunque la cantidad de roce se reduce, el alfa más joven decide arriesgarse cada vez más, sujetando su mano, apoyándose en su hombro, acariciando su mejilla o rascando su cabello. Lo deja a la suerte si en alguno de los espacios públicos poco o medianamente concurridos se llegaran a encontrar con algún compañero de estación.
Traga saliva, ¿Cómo quiere avanzar y vivir con Yeonjun cuando no ha sido capaz de contarle a su familia que está saliendo con él?
"No, mira, pensé que era una buena idea vivir con un amigo, ya sabes, compartir gastos", ¿Eso le diría a su madre?, quien seguramente le respondería que debería sentar cabeza con algún omega antes que se le arranque el tren de la juventud.
Y nuevamente está adelantando el supuesto que vivirán juntos, después de todo, se supone que deben conseguir una cama más grande para cuando llegue el verano.
Decide disfrutar, su Hyung acerca un trocito de pastel a su boca y lo mira con tanto cariño que podría derretirse en dulzura como el caramelo.
Le gusta como ajustan sus rutinas, entre el tiempo personal y el compartido todo calza cómodamente. Le gusta llegar del gimnasio algunas mañanas —a veces y con toneladas de insistencia consigue que Yeonjun lo acompañe, por más que se queja que con el entrenamiento en la estación es suficiente— y que su Hyung lo espere con un batido. Le gusta esperar a su compañero con una cena, porque se ha propuesto como desafío personal preparar comida decente y no desastres culinarios que harían llorar a Tae.
Ahora toca migrar un par de días a su apartamento. Como sabe que su novio llegara por la madrugada y seguramente hambriento, va a comprar antes que el supermercado cierre. Vuelve a releer la receta que le envió su amigo chef y prepara un estofado de pollo, recibe la aprobación de Yoonji, quien lo visita por un par de horas, sonriendo amable menciona sobre el agradable aroma a café y Soobin no se reprime en comentar que le agrada el olor de su pareja. Su amigo le cuenta que ha conocido a un beta que le gusta mucho y las horas se reducen rápidamente, aunque no sabe si aguanta a la madrugada, ya que sus párpados pesan, pero sí se asegura de dejar comida al lado del microondas.
Despierta aturdido cuando el colchón se hunde y el tibio cuerpo de Yeon se apega al suyo.
—Hyung... —murmura ronco y con sueño, dando media vuelta para encontrarlo de frente.
—Lo siento, no quería despertarte —dice bajito—. Gracias por la comida, ¿La compraste? —bromea con la última parte.
—No, yo lo preparé —bufa empujándolo suave.
—Estaba buena —besa su cabeza y cierra los ojos, agotado tras una noche caótica.
Yeonjun percibió al llegar las notas de un aroma dulce que le resultaba medianamente familiar, similar al que había sentido antes en la piel de Soobin. Quiso preguntar curioso, pero no lo hizo y se limitó a estrechar un poco más firme a su compañero, buscando su cuello para frotar su mejilla en él.
—Quería esperarte y ver tu cara al momento de probarlo —habla apenas en susurros—, según Yoonji estaba bueno, así que imaginé que tal vez podría gustarte...
—¿Yoonji es...?
—Un amigo, Hyung —ríe bajito, tentado a comentar "Algo así como Kai contigo"—. ¿Sentiste su aroma? Es muy dulce, suele quedar por un buen rato.
—Sí —responde sin querer apartar el rostro de su cuello—, antes también.
—Como cuando sentía el aroma a naranjas de Huening en ti —a veces piensa que no es necesario que haya alcohol de por medio para que algunas confesiones pasen de largo por su filtro.
Ambos se quedan en silencio, entendiendo bastante bien el subtexto de la conversación, los límites difusos de algunas amistades, que forman parte de lo que ellos han sido en la vida de otros y la propia. Yeonjun deja un par de besos en su cuello y Soobin acaricia su espalda. Al menos, de momento, no necesitan decir ni explicar nada, no es necesario.
Se sostienen el uno al otro, son el presente y eso es más que suficiente.
°°°
Cuando tienen turno en el mismo horario por la mañana es más fácil para Bin sacar a Jun de la cama y convencerlo de una ducha juntos, también lo persuade que un intercambio de ayuda manual "Será rápido, Hyung", es bueno para comenzar el día de forma revitalizante.
Agregan un par de besos y juguetean antes de vestirse, Soo le da una nalgada con la toalla y el rubio le arroja la ropa interior limpia por la cabeza.
Soobin sonríe tan sincero y alegre que Yeonjun siente como si flotara.
El alfa azabache espera que su novio esté con la guardia baja y rocía como ataque sorpresa un poco del spray neutralizador en su nuca, riendo entre dientes cuando ve el sobresalto exagerado. Aplica un poco en sí mismo, sabiendo que es necesario para atenuar el fuerte aroma mezclado de los dos.
—En algún momento quisiera decirle a todos en la estación —comenta Soobin apretando los labios.
—Cuando te sientas preparado —responde comprensivo.
Yeonjun no lo apura, pero a veces le pareciera que Soobin quiere largarse a correr.
Corre y frena abrupto. Corre sin saber por dónde pisa y podría tropezarse.
El alfa pálido cree que lo más razonable es ir con calma.
°°°
Las mañanas en la estación por lo general son tranquilas, no es la excepción, Soobin se aburre frente a su escritorio revisando los reportes del día anterior, Yeonjun está en el mesón de la recepción. A veces Lisa lo regaña porque al menos un noventa por ciento de su atención está centrada en el culo pálido del oficial Choi mayor, se tienta a corregir y decir que hay muchas partes de él que capturan su interés, pero intenta corregirlo y decir que es un setenta y treinta,"Setenta el trabajo, por supuesto", pero su Sunbae no es tonta y sabe que miente.
Cuando sus ojos se cierran, es señal que necesita una pausa, algo amargo y dulce que recargue sus energías. Encuentra a Yeon en la cocina y sólo necesita una mirada suplicante para que su mayor entienda su petición muda.
—Pienso que eres asombroso —dice bajito cuando su pareja deja una taza de café en la mesa, aprovechando que no hay nadie alrededor para rozar sus dedos fríos.
—Mocoso, ¿Te pegaste en la cabeza?
Ciertamente los cumplidos no son una costumbre diaria y mucho de lo que se dicen es entre bromas y sarcasmos. De vez en cuando el alfa pelinegro quiere escuchar algo bonito y sonsacarlo del rubio no es sencillo.
—No vuelvo a decirte ningún cumplido.
—No puedes culparme, es como si yo te dijera algo bonito, ¿No sería raro? ¿No te extrañaría?
—Para empezar, podrías decirme algo bonito de vez en cuando que no implique compararme con conejos y comida.
—Tienes un culo espectacular, oficial Choi —dice alzando los hombros—. ¿Fue eso bonito para ti?
—Casi, gracias, pero no cuenta.
—No me pidas algo que no te puedo dar —responde antes de voltear a servir café en su taza y entibiar los dedos en la superficie de la loza.
—Pero si he leído esos versos que escribes en hojas sueltas o en la libreta de apuntes...
—¿Que tú qué? Además no es la libreta de apuntes, es mi libreta de apuntes —se queja dando una brusca media vuelta para encarar a su novio curioso.
—Con eso me quedó claro que podrían salir frases bonitas y no cursis de esa boca.
—Y si mejor hablamos de lo mucho que te encanta lo que mi boca puede hacer entre tus piernas —no quiere ser el único que se sienta expuesto y vulnerable. Se le están pegando las mañas de Soobin, como hablar con descaro cuando no hay nadie cerca, arrancándose sonrojos mutuos.
—No me atrevería a negarlo —dice entrecortado y el calor atacando su cara—. ¿Y? ¿Mi frase bonita?
—No hay.
Es difícil obtener una frase dulce de Yeonjun. Quizá sólo tiene que esperar a que sea espontánea en algún momento de la vida, aunque no puede evitar buscarlo con la mirada cuando se cruzan por el pasillo o al instante que le entrega unas carpetas y pronuncia un "¿Y...?", como aguardando que sacie su capricho.
Empieza a rendirse cuando lo envían a un patrullaje un par de horas antes que finalice el turno, pero su Hyung pasa por detrás, tirando de su cuello para que se agache a su altura y poder acercarse a su oído apenas acariciando el borde con los labios. Se estremece y no puede evitar encogerse un poco.
—Me encanta que seas tan jodidamente terco.
—¡Hyung!... —Soobin quiere reclamar.
—Terco, soñador, un Mocoso insoportable...
—Yah...—no se está sintiendo en particular halagado.
—Terco, soñador, bueno, demasiado al punto que me sorprende que no pierdas la sensibilidad, valiente, perseverante, juguetón como un cachorro. Eres tanto, eres arte, un cuadro complejo, lleno de colores y con demasiados matices que no logro entender aunque quisiera, y vaya que lo intento —habla bajito, a susurros—. Eres un alfa precioso, el más fascinante que he tenido la suerte de conocer —finaliza con la voz ronca. Las vibraciones y el aliento cálido envían escalofríos por toda su espalda.
Víctima de su petición. Quiere responder, pero no encuentra las palabras, ni siquiera para armar una frase básica.
Y aunque las tuviera Yeonjun se acaba de alejar y sólo ve su espalda a mitad del pasillo. A lo lejos aparece su compañero de ronda con las llaves, diciendo su nombre en voz alta para sacarlo de su lapsus de mirada perdida y mejillas rojas.
Por la tarde cada uno tiene sus planes, Soobin visita a Beomgyu y Yeonjun aprovecha el tiempo para adueñarse del estudio de JungKook y avanzar en sus proyectos a medio hacer.
El bienestar es un buen impulsor, y como disfruta lo que hace, ni siquiera se percata de cómo lo absorbe y que las horas pasan. Piensa en Soobin, en las estrofas que van dedicadas a él, en lo mucho que le gustaría escuchar alguna canción con su voz tan dulce. Tal vez debería pedírselo, piensa sonriendo y con las emociones alegres vibrando en su pecho.
¿Qué es lo que está haciendo ese Mocoso con su vida? Algo bueno, diría cualquiera de sus amigos.
Enseñarle, piensa Yeonjun.
Soo apareció para cuestionar y hacerle mirar un montón de sus inseguridades que mantenía atrás de una coraza firme, como si nada pudiera alterarlo.
Con los audífonos puestos y encerrado en su mundo tampoco se da cuenta cuando llega Kook y se acerca con cautela para no sorprenderlo.
Arrastra una de las sillas y se ubica a su lado. Intercambian avances y sugerencias con un par de botellines de cerveza. La presencia de su amigo beta es tranquilizadora, tanto que es fácil abrirse sin sentirse exprimido.
—¿Tanto te cuesta disfrutar y ser feliz?
—No es que no lo haga —se defiende el rubio.
—Lo disfrutas, pero cuestionas demasiado.
Lo hace. Ese montón de inseguridades lo llevan a sus cuestionamientos constantes, pese a que se sienta feliz y aquello sea una anestesia a los temores. Los mismos que piensa que llegarán al momento que su novio se encuentre con el rechazo de su familia o si sencillamente se aburre.
Jeon lo empuja sin fuerza y se queja que ya lo está haciendo de nuevo, que pone esa cara de crisis ansioso-depresiva.
—Creo que no estoy acostumbrado a sentirme feliz —dice sincero encogiendo los hombros. No lo dice pensando que su vida ha estado hundida en miserias, más bien como algo estable con más bajadas que subidas.
Pero estable, cercana a la monotonía.
El problema es que Soobin lo está llevando demasiado alto. Un extraño bienestar sostenido que le gusta. Ese algo que condimenta lo que antes era insulso.
Su lobo está contento. Yeonjun también, a pesar de que siempre hay peros que generan una disonancia entre el animal y su humano complejo.
Por fin llega al apartamento de su Dongsaeng después de una tarde productiva. Puede oler el aroma intenso de su pareja y percibe el vapor desde el baño, la puerta está abierta, Bin lleva encima una camiseta holgada y un bóxer que le encanta como se ajusta.
Maldición, está feliz, demasiado. Quiere abrazarlo muy fuerte.
—Bienvenido, Hyung —canta con una sonrisita y las manos que empiezan a quitar el chaleco, Jun levanta los brazos por inercia—. Tengo el agua caliente para ti —agrega continuando con los botones de la camisa.
—Gracias, Soobin-ah —dice devolviendo la sonrisa complacido. Le gusta cuando su menor lo consiente con pequeñas acciones que aprecia enormemente—. Pudiste haberme esperado.
—Puedo volver a meterme contigo —desabrocha el pantalón, enganchando los dedos al elástico de la ropa interior para bajar las dos prendas.
Yeonjun asiente con una mirada persuasiva. Su alfa además de dormir como un zorrito, tiene una arma poderosa que son esos ojos felinos suplicantes. Ríe un poco pensando que si de principio alguien le hubiera dicho: "Yeonjun puede ser muy tierno", lo habría encontrado tan extraño como que se le apareciera un perro de tres cabezas por arte de magia.
Se acomodan en el estrecho espacio de la tina, el alfa pálido se recarga en el pecho amplio de Soo cerrando los ojos, relajado y deleitándose del calor que embarga su cuerpo. Termina por derretirse cuando el alto talla con suavidad sus hombros y espalda usando la esponja, se desliza bajo sus brazos, roza sutilmente sus pezones y continúa con su vientre, lo hace despacio, arrancándole suspiros. Después sigue sólo con sus manos acariciando entre sus muslos hasta sujetar la erección que ya había tomado forma a mitad de su recorrido.
Jun gime bajito y ronco, acomodándose para aplastar entre sus nalgas el pene duro de su alfa, arqueando la espalda cuando entre un movimiento y otro, su compañero le insta a levantar un poco y un par de dedos entran sin aviso. Bin ha aprendido bastante bien como darle esos masajes que deshacen a su novio, la presión y el lugar exacto para obtener un concierto de ruidos encantadores con su nombre incluído.
—Termina para mí, Junnie hyung —susurra contra el oído del alfa que se remueve inquieto, coordinando el trabajo de sus manos—. Después será tu turno de hacerme sentir bien.
Un poco más. Quiere aguantar un poco más, le gusta poner a prueba su resistencia, sentir intenso el placer acumulándose, una oleada tras otra hasta el estallido que se pierde el en el agua y la espuma.
El azabache termina de bañarlo y el más bajo se limita a dejarse hacer. Incluso lo envuelve con una toalla primero y con otra más pequeña seca su cabello.
—Hacemos llorar al planeta con nuestros baños tan largos —comenta el alfa mayor en voz alta para que no se perdiera con el ruido del secador.
—No todos los días compartimos un baño.
—Por el bien del planeta y nuestra billetera —ríe cuando los dedos le hacen cosquillas al enredarse entre su cabello rubio.
Como si fuera parte de la costumbre, Yeon da un par de pasos cerca del armario, pensando de antemano con qué cubrirse, pero el más alto se interpone en su camino.
—No necesitas ponerte nada ahora que tengo planes para nosotros —explica delineando su pequeña cintura antes de besarlo, adentrándose a su boca, generando una caricia intensa y demandante, degustando la humedad y el calor, atrayéndolo a su cuerpo, ejerciendo presión contra su pelvis.
—¿Cómo quieres hacerlo? —pregunta ahogado, todavía recuperando el aliento, rozando los labios tibios con los suyos.
—Sólo sigue mis instrucciones —sonríe avanzando desnudo a la cama, cerciorándose con un corto vistazo que en la mesita estuviera el tubo de lubricante—. Vamos, Hyung, tócame, cómeme, prepárame —dice con el pecho contra el colchón, culo en alto y las manos que separan las pálidas nalgas, enseñándole todo con descaro, sus mejillas están ardiendo tanto como su entrepierna.
Yeonjun está al borde del infarto, sonrojado y deseoso. Todavía recuerda cuando ese alfa tímidamente le hacía el quite a sus dedos. Ahora está ahí, entregándose en total confianza y no pretende hacerle esperar, acercando su boca, dejando un par de largas lamidas como preámbulo, nota un ligero dulzor y frescor que lo toma por sorpresa, Soo gime balanceándose contra su rostro.
—Te has vuelto cada vez más desvergonzado —hace una pequeña pausa antes de volver a su tarea. ¿Menta?
—Antes que llegaras me preparé y practiqué para ti —dice bajito, gimiendo con deleite con la textura blanda y los chasquidos mojados provocándole hormigueos placenteros.
Su lindo Mocoso alfa desborda energía, su esencia ácida se intensifica y se expande por la habitación, lo embriaga y crea una sintonía con su propio deseo que quema en su vientre. Inspira para llenarse de sus aromas mezclados antes de regresar. Ciñe sus labios a la piel y el pequeño agujero se cierra dificultando la entrada de su lengua. Soobin se aleja un poco y Yeonjun tiene la caliente imagen de dos dedos mojados que se entierran por completo. Huele fresco como la menta, amargo y dulce como el chocolate, aromas que incrementan a medida que mueve los dígitos. Está hipnotizado mirando como a pocos centímetros de su rostro los dedos salen por completo antes de volver a hundirse en el mojado agujero.
—Tu lengua, Hyung —suplica antes de sacar sus dedos y Jun obedece como si estuviera en trance.
Las paredes se cierran alrededor de su músculo húmedo y lo saborea, menta y chocolate dulce. Su lascivo Mocoso ha comprado lubricante con sabor y efecto porque se extiende un ligero cosquilleo. Sus sentidos están recibiendo demasiados estímulos que lo aturden, sujeta sus glúteos para mantenerse firme y no se detiene. Aromas, dulzor, gemidos, calor, piel suave y afiebrada; es mucho y le fascina en la misma medida.
—Ahora tus dedos —exige, apenas logrando pronunciar de corrido, antes de entregarle el tubo deja que más del líquido frío escurra por la zona.
—Soobinnie, quieres volver loco a tu Hyung...—murmura suavecito, introduciendo lento uno de sus dedos, agregando otro a los pocos segundos. Su pareja está relajada y disfrutándolo que no siente que los músculos aprietan de forma hasta dolorosa como los primeros intentos.
El cuerpo de su alfa está por entero receptivo. Nulas barreras de resistencia, incluso al meter un tercer dedo, en lugar de algún quejido, Soobin jadea de satisfacción arqueando la espalda, empujando a la par de los movimientos.
—Métela, estoy tan mojado y listo para ti —pide con una entonación sedosa que llega directo a su entrepierna palpitante—. Quiero sentirte dentro, es más podrías anudar conmigo, puedo aguantarlo.
—No tienes idea de lo que pides —niega, tomando el tubo de lubricante, se ríe ante la idea de esparcirlo en su pene erguido, el efecto sobre su piel sensible hormiguea, apenas emite un ruido bajito alineándose, sujetando sus caderas al hundirse lento.
Soobin gime enterrando los dedos en la almohada, el dolor es más leve que a comparación de las primeras veces, siente el tironcito de sus músculos forzados al expandirse, sumado al curioso efecto del lubricante que provoca ligeras cosquillas. Los ruidos aumentan a medida que Yeonjun continúa tomando un ritmo más rápido, luego enlentece y varía, intercala entre querer arrastrarlo al orgasmo y frenarlo.
—Espera, quiero mirarte —dice haciendo el esfuerzo de voltear.
Jun acuna una de las mejillas, dibujando patrones sobre la tersa superficie caliente y mojada por la ligera capa de sudor. Vuelve a enterrarse por completo despacio, disfrutando de como las paredes lo acogen abrasadoras y ajustadas.
Bin lo rodea con ambos brazos para anclarse mientras naufraga entre las oleadas placenteras que sacuden su cuerpo. Deja mordiscos en su cuello, jala su cabello, rasguña su espalda y hunde los dedos para empujarlo hasta suprimir el poco espacio entre los dos, siente el peso y es más que agradecida la forma en que su pene goteante está atrapado contra el abdomen de su mayor.
Está tan cerca...
Y Yeonjun lo sabe, pareciera leer cada señal, ya sea en sus expresiones o en el aroma, la temperatura y las contracciones de sus músculos. De alguna forma entiende. Soobin también siente que su pareja está bordeando ese punto culminante y quiere que acabe dentro, pero el alfa rubio no lo hace, se retira de su interior, pero se frota con necesidad entre sus piernas.
—Puedes venirte en mi boca —propone el menor sin rastros de vergüenza.
Choi Soobin quiere volverle loco, está convencido. Le encanta esa faceta de chiquillo hormonal y pervertido, aunque antes tiene como misión personal mimarlo hasta que se venga. Hunde tres de sus dedos y baja a la altura de la erección hinchada, atrapa entre sus labios el glande rojizo, degustando el líquido preseminal, desplazando la lengua por la pequeña hendidura antes de bajar por la longitud erguida y afiebrada. Se deleita de su orgasmo con cada sentido, lleva sus manos hasta la zona abultada en la base dejando un corto masaje que hacen temblar al azabache.
Cuando el menor se recupera a medias del efecto devastador, logra incorporarse apoyando los codos. Extiende los brazos y se aferra a sus caderas, aventurando el camino de sus palmas hasta sus nalgas, trazando círculos antes de incitarle a que se acerque a su rostro.
Yeonjun retiene el aire cuando mira hacia abajo y se topa con la mirada oscura, lasciva e intensa de Soobin, expectante de todo lo que tiene por delante. Sin apartarse de sus ojos, sus dedos comprimen su pene todavía resbaladizo por el lubricante, con rápidas subidas y bajadas continúa hasta que la tensión acumulada se libera, apretando los párpados, dejándose ir, no batalla con los espasmos y afloja la fuerza terminando sentado en el vientre de su novio.
—Esto es un desastre —susurra cuando ve el rastro blanquecino.
—Un omega me dijo una vez que era bueno para la piel —ríe, relamiendo los restos que gotean por sus labios.
Yeonjun se avergüenza y busca las toallitas húmedas que siempre tienen a mano en la mesita, limpiando la piel.
Lo adora, adora a ese alfa sucio y travieso. Adora que sean tan compatibles, piensa en otros casos en que sus humanos son compatibles, pero sus lobos se repelen, otras veces al revés, quizá como ellos al principio y sólo bastó que sus tercos humanos lo asumieran.
Jun no puede hacer más que aceptar de muy buena gana -acorde con su animal-que tiene a su lado al mejor compañero de aventuras que la luna le pudo poner por delante.
A un compañero que no quiere perder.
—Podemos divertirnos mucho, Junnie hyung —dice al momento de abrazarlo, apoyándose exhausto contra su cuello—. Comparte tus ideas conmigo —recorre con sus labios el cuello hasta llegar al borde de su mandíbula.
—¿Quiere cumplir mis fantasías, Soobinnie?
—Sí —los besos van subiendo a la comisura de su boca—, sería un intercambio, una de las tuyas por una de las mías.
—Me asusta un poco todas las ideas sucias que pueden haber en esa cabecita —bromea acomodándose para el encuentro con su boca blanda.
El orbes negros lo besa lento, sonriendo en medio del gesto. Ladea el rostro y a toques suaves acarician su lengua, el rubio le deja guiar, y con la boca abierta y el aire sofocante, disfruta de ahogarse. ¿Se puede morir por sentirse tan bien? Su compañero alfa chupa con sensualidad su labio interior, tirándolo con los dientes antes de finalizar.
—¿Estás dispuesto a descubrirlo? —pregunta suavecito, percibiendo como el aliento tibio se mezcla entre los dos.
—Mocoso, muero por descubrirte una y otra vez.
El menor se estremece, sabiendo que esa frase tiene tantas interpretaciones, seguramente aludiendo a todas ellas.
—Hay tanto que quiero compartir contigo, Yeonjunnie —dice buscando su mano—. Mucho de mi tiempo, por ejemplo —agrega acercando la mano contraria hasta su pecho, justo donde siente que golpea su corazón—, y de esto... Prácticamente mi vida la quiero seguir compartiendo contigo.
—Soobin-ah... —susurra bajito, forzándose a no temblar.
—¿Qué? ¿Te estoy abrumando? —pregunta asustado.
A su Mocoso le gusta correr.
No deja de llevarlo cada vez más alto.
—No, bueno sí me abruma todo lo que siento por ti, lo que sientes por mí, pero quiero que sea así —confirma presionando su pecho—. Quiero seguir a tu lado.
Quisiera decirle mucho más, expresarle todo los estragos que causan sus palabras en su interior, como si sus entrañas se fundieran. Explicarle lo mucho que fantasea con el futuro compuesto por un "Nosotros".
—S-sé que pasamos mucho tiempo y es como si viviéramos juntos, pero —lo está diciendo, aunque los nervios se contraen en su abdomen y su lengua quiere trabarse, no puede frenar después de todo lo que confesó—... Podríamos intentarlo.
—¿Vivir juntos? —pregunta sorprendido, pasando saliva por su garganta, topándose con un par de ojos cargados de determinación.
—¿No lo has pensado?
—S-sí, a futuro he imaginado muchos escenarios viviendo juntos, incluso con perros, si quieres, claro —contesta Yeonjun con una pequeña sonrisa nerviosa curvando sus labios.
—No lo propondría si no quisiera, también me gustaría que tuviéramos un perro o dos.
—¿Me estás proponiendo vivir juntos? —corrobora el mayor con aquel cúmulo de fantasías queriendo estallar hacia el exterior.
—Sería práctico, ahorraríamos bastante y podríamos, no sé, viajar en vacaciones —argumenta estrechando el abrazo—. ¿Qué tan a futuro lo esperas? Si es por mí, podría ser en un futuro cercano —continúa, prefiere arriesgar, lo peor que puede pasar es que Yeon le responda que no está preparado, que está siendo un mocoso precipitado y dentro de un tiempo será.
Soobin corre a pasos largos y Yeonjun quiere alcanzarle el ritmo. Siente que hay nudos en su interior, en su garganta, en su estómago. Vivir juntos, viajes, ponerle tiempos y plazos a sus planes... Siempre ha querido más creyendo que obtendría poco y que debería conformarse con ello, pero Bin le demuestra que está decidido a tanto que no alcanzaba a dimensionarlo como algo con más posibilidades concretas que una fantasía.
—Tendríamos que organizarnos...
El menor quiere brincar emocionado, su Hyung está considerando su propuesta.
—¿Hay razones para seguir esperando?
Podrían haberlas, pero ninguna acude a la cabeza ilusionada de Choi Yeonjun.
Vivir con su alfa...
Despertar a su lado, acurrucarse en las noches de invierno, llegar agotados y sentarse a ver alguna película, baños juntos, ropa que terminará mezclada en el closet al igual que sus vidas. Besos. Perritos. Todo.
Yeonjun niega, ni siquiera pretende encontrar razones. Quiere dejarse llevar y ser un poco impulsivo, siempre le da tantas vueltas a las cosas planeando y meditando sus acciones.
Está feliz y punto. Quiere disfrutarlo y no pensarlo.
—Hagámoslo.
Soobin asiente, sabiendo que todo es muy rápido, tanto como sus latidos, pero la relación junto a Yeonjun ha seguido un ritmo similar desde el primer beso que le dio encerrados en la oficina. Ha sido una carrera, nadie los apura, pero tampoco quieren frenar.
Sonríen sin dejar de compartir el abrazo apretado, todavía están procesándolo, sumidos en la ansiedad, dejando escapar pequeñas carcajadas eufóricas.
Juntos.
°°°
Éste capítulo es bastante tierno y muestra un poco la belleza que oculta Yeonjunnie en su alma ;u;
¿Ya están preparad@s para el comeback? Yo ando colapsando desde ya, las canciones se escuchan geniales TuT
¿Cuál es su concepto fav? El mío Daydream y Farewell, Lullaby y Nightmare están espectaculares igualmente.
A Daydream le ando escribiendo un fic Yeonbin, estén pendientes si les interesa uwu
Soobin es bien descarado, aquesi JAJAJAJAJA
¡Voten y comenten! ❤️
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