XXV. Oscilar
Cuando era un niño y sus padres programaban viajes de vacaciones la ansiedad crecía conforme a los días y las horas antes de partir. Al segundo que subían las maletas, ya estaba sumido en una impaciencia que lo consumía vivo.
Ahora no es muy diferente de aquel entonces. Se remueve inquieto varias veces mirando a Yeonjun con una sonrisa animada iluminando su rostro. El viaje inicia y el semáforo en rojo los retiene temporalmente, nada nuevo, pero a Soobin lo lleva de vuelta a los diez y las ganas de refunfuñar y preguntar "¿En cuánto llegamos? ¿Cuánto falta?".
"Calma, recién partimos", le diría el alfa a su lado casi con reprobación, el tiempo juntos le ha permitido ver que a su pareja le enternecen sus reacciones de Mocoso en varias ocasiones.
Falta poco. Se respondía mirando a su mayor cuyo semblante permanece sereno. Queda atrapado en esos pequeños ojos oscuros que no se desviaban de las calles, posteriormente continúa examinando el resto de su rostro pálido, hasta siente ganas de apretar su nariz y delinear sus labios rosados ligeramente abiertos, pero no puede distraer al conductor, por lo que desvía su atención subiendo el volumen de la radio.
Yeon sólo quiere que el frío que enrojece su nariz desaparezca, porque entrar al auto de Soo el sábado a primera hora se le asemeja a un frigorífico. Enciende el calefactor y recordará ponerse otra capa de ropa adicional al llegar. Su novio parece inmune a todo y le dedica sonrisas de chiquillo feliz, cambiando una emisora tras otra aún cuando le sugirió conectar su playlist.
—Hyung, así no hay sorpresa porque ya sé que canciones hay en mi playlist, pero cuando la radio toca una de tus canciones favoritas o escuchas una que no conocías y te gusta le da emoción a la vida.
Asiente, lo ve tan entusiasmado que no dice nada aunque no lleve ni un cuarto de canción porque Soobin no las deja más de diez segundos.
—Oh, me gusta mucho esta —detiene su búsqueda y se acomoda en su asiento, aunque tamborilea con los pies el ritmo de la música.
Jun quiere sonreír amplio, pero se limita a apretar los labios que se curvan involuntariamente. No quiere presumir que junto a Jungkook colaboraron en la producción y que Soobin dijera que le gusta es un halago directo que guarda en su pecho a riesgo que fuera mucho. Lo es, acaba de soltar una pequeña risita no planificada.
—¿Por qué tan alegre, Hyung? —pregunta con su mirada curiosa en las inesperadas reacciones de su mayor.
—Porque es adorable ver al arrogante oficial Choi tan feliz como un niño —lo que dice no es un mentira, aunque tampoco la respuesta completa.
—El que se ve feliz como un un niño es el inexpresivo oficial Choi.
Bin lleva conteniendo sus ganas de tocarle y abalanzarse en todo lo que llevan del camino. Se distrae mirando como se alejan de los altos edificio y el paisaje se vuelve más verde. Jun mantenía su atención en la pista y sus ojos se desviaban cortos segundos a la pantalla del móvil para corroborar que iba por buen camino.
—Una vez salí junto a Kai —inicia su anécdota no pasando por alto que el azabache se retrae un poco en su asiento—, Beomgyu y Taehyun, nos estábamos devolviendo por la noche e iba siguiendo las instrucciones de otra aplicación que se suponía que su gracia era encontrar las mejores rutas, entonces me decía que doblara a la derecha, Gyu me preguntaba desde el asiento trasero por qué no doblaba todavía, miraba el borde costero y le decía ¿El auto de Tae navega sobre el agua? No sé si el plan para reducir el viaje implicaba que cruzáramos el mar...
—¿Cómo pasó eso?
—Ni idea, espero que no nos pase lo mismo ahora y terminemos quién sabe dónde —dice con una sonrisita maliciosa.
—Yah, no llames la desgracia —reclama haciendo un movimiento negativo con la cabeza—, ¿Qué pasó después? Apuesto mi cabeza a que decías "Nos vamos a perder" mientras conducías.
El mayor sonríe asintiendo. Por supuesto que lo dijo un par de veces, pero Taehyun garantizaba que era una buena aplicación, que gracias a ella siempre se ahorraba la congestión vehicular cuando recorría la capital de un extremo a otro.
—Beomgyu descargó otra aplicación, pero se quedó sin batería, así que dije no más teléfonos e hice lo más lógico, buscar calles principales hasta llegar a una autopista y seguir los letreros, un viaje de una hora terminó siendo como de tres.
—Todo porque dijiste que se perderían, lo decretaste.
—No es como si mis palabras tuvieran ese poder en la realidad —se defiende completamente escéptico.
—Hyung, tus palabras son poderosas —dice con una mirada y entonación seria.
—Estás exagerando.
—Claro que no, tus palabras tienen poder. Basta que pidas con esa voz ronquita que me desnude y abra las piernas para ti y se me levanta el pene, además de obedecerte.
—¡Soobin-ah! —protesta con las mejillas que al instante comienzan a calentarse—. Y pensar que casi te tomo en serio.
El aludido simplemente se larga a reír alegre. Su Hyung no dimensiona lo que genera en él y como no quiere ser único en sentir que se derrite con las piernas débiles, sabe exactamente que decir para avergonzar a su pareja, cuyos bonitos cachetitos están rojos.
—¿No me tomas en serio? —comenta divertido levantando las cejas intentando sonar acusador.
—Esa frase es tendenciosa.
—Pero Hyung, si lo que dije fue muy serio, alteras el efecto de la gravedad en mi cuerpo.
No lo puntualiza, pero es consciente que las palabras de Yeon hacen estragos en su interior, al igual que cada muestra afectuosa. Los "Me encantas", las caricias en su nuca, los besos, abrazos, esos "No tienes idea cuánto me gustas"; hacen sentir a S como si flotara, burbujea en su vientre caliente subiendo hasta su pecho y le sumerge en una reconfortante sensación de dicha. ¿Y así se atreve a decir que sus palabras no son poderosas?
—Mocoso bobo y desvergonzado —susurra apretando el volante, todavía con el efecto de ardor en las mejillas.
—Y así me quieres.
—Claro que lo hago, te quiero lo suficiente como para que me convencieras acampar en invierno aunque no sea la mejor de tus ideas —afirma pensando en otras malas ideas que han llevado a cabo. Todavía no olvida los dolores musculares y hematomas que duraron días después de aquel improvisado juego de luchas que su menor insiste en repetir y él se tienta enormemente a decirle que sí.
Yeonjun lo quiere y Soobin le corresponde. Tiene que repetírselo mentalmente para convencerse.
Soobin solamente sonríe extenso, muestra esos hoyuelos encantadoramente tiernos y que a Yeonjun le gustan un montón. Lo que más le cautiva de las sonrisas de ese alfa es que son sinceras y espontáneas.
También le gusta su voz al entonar afinado el coro de las canciones, son un buen complemento a la tranquilidad que le produce estar cada vez más lejos de todo, pero más cerca que nunca de su compañero, su novio, su Alfa.
Juntos desconectándose del trabajo, de la rutina, de las personas. Un par de días para embriagarse hasta el cansancio de la presencia de Bin.
Juntos.
—Estamos llegando —dice con un ligero brinco en el asiento, torciendo exagerado el cuello para una vista panorámica—. Además el día está sonriéndonos.
Jun quiere responder que es una sonrisa sarcástica de un sol que se muestra, pero que entibia en una cuota bastante mísera. Intenta ser agradecido y conformarse con que al menos está despejado, que extrañará esas horas de luz cuando caiga la noche y un frío impiadoso. Se pregunta, ya muy tarde para remediarlo, si trajo la cantidad de frazadas suficientes para morir aplastado y no congelado.
Se estaciona frente a la casa amplia, hay varios carteles entre los de bienvenida, los de señalización y otro destacando los servicios ofrecidos, aunque el rubio sospecha que la mitad de aquellos no corren en la temporada actual.
Avanzan uno al lado del otro hacia la recepción, una señora se encuentra tras el mesón, pero con la atención absorta viendo un drama en la televisión, debatiéndose entre mirar a sus clientes y la escena clímax del capítulo. Yeonjun la observa en silencio, casi con pena de interrumpir a la mujer que suspira y voltea en su dirección con una expresión de disculpas. Soobin ajeno a todo explora los paquetes de comidas envasadas y las golosinas en el exhibidor, chequeando el letrero con el precio de los vasos de café y otras infusiones calientes.
La señora es amable, incluso antes de pagar ya está señalando dónde están los baños y duchas, les avisa que por ser temporada baja no hay un menú variado debido a la baja cantidad de público —Yeon se tienta a darle la razón porque no ve a nadie más—, pero que si le avisan con antelación puede prepararles algún almuerzo o cena. Les entrega mapas para las rutas de senderismo y les conversa con entusiasmo de las bondades del sector, destacando que en invierno se puede disfrutar con mayor tranquilidad de una buena conexión con naturaleza. No lo pone en duda si recién ve a dos personas a lo lejos caminar hacia el baño.
—Vamos a buscar un buen lugar —canta con entusiasmo el menor de los alfa entrando al asiento del piloto—. Los precios esta temporada son realmente un regalo
—No me sorprende, no es como que muchas personas estén dispuestas a venir a congelarse el culo.
—Pero si el tuyo se congela, me ofrezco para un masaje que lo caliente.
El mayor no logra ignorar el comentario, porque sus rostro sonrosado lo delata.
—Más tarde veré si lo necesito —murmura señalando uno de los tantos lugares desocupados, pero cuenta con una estratégica mesa de madera y un brasero. A lo lejos divisa un par de autos más y unas carpas ya armadas de otras personas que no les importa entumecerse hasta los huesos.— ¿Cuál es el plan? —le pregunta al artífice de la salida.
—Podemos tomar alguna de las rutas para explorar la montaña —contesta examinando el mapa, pensando en ruta tomar hoy y cuál dejar para mañana—. Vine hace algunos años con mi hermano, cuando todavía estaba en la academia, todavía sigue la misma señora en la recepción.
—Entonces tú serás el guía y si nos perdemos descargaré la responsabilidad en ti.
—Yah, Hyung. No nos vamos a perder —alega frunciendo el ceño de una forma que al mayor le parece adorable.
Yeonjun no puede contener la sonrisa, están tan lejos de todo que se toma la libertad de enredar los dedos de ambas manos en su cabello negro y acercar la nariz a su nuca, inspirando el aroma fresco y ácido, apoyando los labios sobre la piel suave de su cuello, sellando una pequeña muestra de su felicidad con un beso. Soobin ladea exponiendo su cuello en un acto de plena confianza, recibiendo una ligera caricia que envía agradables hormigueos desde la zona al resto de su cuerpo.
—Guíame —susurra aún sobre su piel y el otro alfa no puede contener un corto gemido ronco—, a dónde quieras te seguiré.
Porque estar en esa situación con su alfa, no es más que una reafirmación para Yeonjun que no hay vuelta atrás.
Jun llena una delgada mochila impermeable con botellas de agua, bocadillos y una caja de almuerzo, agregan también un pequeño kit de emergencias y Bin sobrecargado de ánimo se la quita de las manos para engancharla a sus hombros. El rubio no se queja de que su compañero quiera llevar el peso encima.
El plan elaborado por el Dongsaeng consistía en aprovechar de explorar las rutas durante la mañana, por la tarde un almuerzo ligero y retornar antes de la puesta de sol para armar la carpa. El alfa pálido ha decidido dejarse guiar.
—Tenemos que llegar al mirador —señala el sendero en subida antes de sujetar el brazo de Yeonjun, adentrándose al camino de tierra por el bosque.
El más bajo respira la brisa alegre y cítrica que expele el otro Choi mezclada con la tierra, la humedad y la diversidad de árboles y arbustos. Todo le transmite frescor, el aire mismo helaba sus fosas, pero su novio baja siguiendo un camino por su antebrazo hasta su mano y el punto de unión es tan cálido que el frío en su piel descubierta pasa a segundo plano.
Aprieta su mano y da pasos más rápidos para seguir las largas zancadas del chiquillo policía que se desplaza precipitado jalando de él sin intención consciente, como si el rubio fuera una extensión más, deteniéndose para observar la copa de los árboles donde descansan en lo alto las aves que no se ven en la ciudad.
—Quizá nos topamos con ciervos en el camino —comenta Yeon con una sonrisa suave, admirando más la belleza y el entusiasmo de Soo antes que a la diversa flora y fauna de la montaña.
—O conejos.
—Hay platillos muy buenos con conejo.
—¡Hyung!
—¿Qué? De ciervo también, su carne es carísima.
—Quiere decir que cuando veas a un esponjoso conejito o un ciervo lo imaginarás en tu plato.
—No necesariamente —dice con la sonrisa ladina que se extiende—, cuando te miro hay veces que me pareces adorable igual a un conejito, así como hay momentos en que te imagino desnudo en mi cama.
—¿Me estás comparando con un conejo?
—Y con un plato de comida que quisiera servirme caliente.
Soobin percibe el calor llegando abrupto a su rostro, deja salir un a pequeña risa, le gusta cuando su Hyung juega con frases desvergonzadas, la confianza fluyendo, el deseo mutuo. Todo está ahí, nada los censura en medio de la calma.
Es un regocijo interno sentirse deseado por Yeonjun y uno mucho más grande cuando se siente querido por ese alfa.
—Podrás devorarme después, alfa —susurra con la voz un poco más grave, tirando del brazo ajeno hasta atraerlo a su cuerpo. Un llamado desde Soobin, humano enamorado. Desde su lobo que se encuentra tan a gusto al lado de su igual—. Un aperitivo, puedes tomarlo —agrega apenas rozando sus labios, tentándolo.
Yeonjun cae como tantas veces, sujeta las mejillas rosadas con sus dedos fríos y encuentra su boca tibia en un beso hambriento. Atrapa su lengua, muerde sus labios, los aprieta y acaricia entre los propio y cuando el alto piensa agitado que su mayor retrocederá, siente su respiración pesada y su mano afirmando más fuerte para mantener su rostro quieto mientras el alfa más bajo acomoda el suyo para un mejor acceso.
Su novio lo besa como si estuviera consumiéndolo vivo. Gime despacio más que entregado.
Al separarse acaricia los labios ahora rojizos de JBin, recogiendo finos rastros de la saliva entremezclada. Se había abalanzado hacia su boca, su lobo está rebosante de alegría, todavía inquieto y gimoteando por más. Algo tuvo que ver ese "Alfa", la mayoría de las veces cuando sacan a relucir la casta era Yeon quien pronunciaba alfa, al principio de los tiempos como una provocación para obtener más de esa rabia que a su animal se le antojaba exquisita, después lo utilizó en instancias sexuales, oliendo el incremento de alegría y excitación. No era habitualmente que Soobin le dijera "Alfa" y había algo dentro de ese reconocimiento que lo remeció por dentro.
—Ya no siento tanto frío —murmura ronco llevando una mano a su bolsillo y sujetando la del pelinegro con la otra.
—Sabes que estoy disponible para calentarte —responde relamiendo sus labios como si con ello pudiera retener la cálida y necesitada sensación del beso reciente.
El alfa más joven ralentiza su andar, al fin y al cabo, nadie los apura, solo su ansiedad. Cada tanto cuando nota movimiento en los arbustos o en el follaje de los árboles frondosos arrastra a s pareja a mirar con curiosidad, siendo varias veces pájaros que escapan apenas sienten los crujidos de las ramas bajo sus pies.
El ojos negros cuenta anécdotas de las ocasiones que había salido con su padre y hermano a las montañas, la cantidad de veces que tenían que bajarlo de los árboles que trepaba sin saber cómo volver o cuando le dio un horrible sarpullido por esconderse entre unos arbustos. El rubio sonríe con la imaginación más activa que nunca recreando escenas de un niñito cachetón correteando salvaje por la tierra y entre los árboles obviando el control de sus padres.
—También me enfermé por comer bayas.
—Mocoso inquieto, cuántas veces has tenido a tus padres al borde de un infarto.
Soobin piensa que actualmente su madre estaría al borde de un infarto si aparece de la mano de Yeonjun, su pareja alfa, en el extremo opuesto a esa persona omega amorosa con la que su familia proyectaba su vida llena de cachorros que llevaran su sangre.
—Muchas —sus dedos comprimen con más fuerza el punto de unión con su novio.
Sin pausar el camino, Jun quiebra el silencio, abriendo la mochila que su compañero llevaba en la espalda, sacando un par de barritas de caramelo y las botellas con agua que les permite seguir sin fatigarse hasta la hora de almuerzo y la llegada al mirador.
El mayor no siente el cansancio de la subida en sus piernas hasta que por fin se sienta en un duro e incómodo tronco, el azabache se sitúa a su lado buscando al fondo la caja de almuerzo, tomándose como tarea personal alimentar a los dos, llevando trocitos de comida a la boca de su Hyung, quien se deleitaba con la vista lejana de la ciudad.
—Me gusta.
—Es un buen lugar, por eso quería venir contigo —comenta Soo rodeando la estrecha cintura de su novio, buscando un lugar en su hombro para apoyarse.
Yeonjun se estremece cuando Soobin estrecha más fuerte el agarre y siente su tibia respiración sobre su piel, seguido a un beso detrás de su oreja y un "Continuamos" apenas susurrado.
En el camino en descenso se topan con dos betas y un omega que mira sus manos tomadas, pero Soo no prestaba atención, sólo seguía conversando animado.
Para el mayor la bajada es un caos. Cuando la cuesta es empinada termina afirmándose de lo que sea para mantenerse en pie, ramas, rocas grandes que ensucian y raspan sus manos. el Dongsaeng disfruta del espectáculo de ver a su Hyung como un torpe gato primerizo, luego se apiada y sujeta sus manos o su cintura, pese a que este le reclama por reírse antes de dignarse a ayudarle.
Llega exhausto, el alfa castaño bromea diciendo que se nota el peso de los años, recordándole que no pueden descansar aún porque la carpa no se armará sola.
—Hazlo tú, estoy muy viejo —se queja apoyado con todo su peso sobre el costado del auto, aunque apenas ve la mirada confundida de Soobin examinando el plano con instrucciones y las piezas, suspira derrotado.
Yeon se prepara mentalmente para una noche fría mirando los sacos y el par de frazadas que carga el pelinegro, los cuales acomodan extendidos sobre un par de colchones inflables. Sí, debió traer más ropa.
—Necesito un baño —susurra el alfa rubio mirando su pantalón sucio, siente que tiene la tierra adherida por todas partes y una capa de sudor seco.
—Ve primero.
—Podrías venir conmigo —se encoge hombro antes de hacer click en el mando a distancia para abrir el auto, rebuscando ropa, toallas y el secador de pelo.
—¿Sabes que es una tentación demasiado grande estar desnudos y tan cerca en un baño público?
Jun lo sabe, basta con olerlo, con perderse en su mirada oscura cargada de deseo. Lo entiende, es compartido.
—Como quieras —dice suave con los brazos ocupados, sin ser consciente que acaba de relamer sus labios secos.
—Haces eso y ya quiero saltar encima —protesta con un puchero y la vista fija en su boca húmeda.
El más bajo pronuncia un "Después" antes de atravesar el sector baldío con una que otra carpa a bastante distancia para llegar a las duchas dentro de la instalación principal. Disfruta del agua caliente y detesta ese par de minutos en que se envuelve con las toallas y el vapor lo sofoca. Batalla y masculla mientras coloca capas de ropa, sabe que un pantalón de buzo no es suficiente para sus piernas delgadas y agrega un segundo encima.
Lleva el resto de su ropa en una bolsa y el secador en la mano. Está atardeciendo y percibe la oscilación de temperatura, ¿Sería demasiado exagerado querer refugiarse en el vehículo con el calefactor al máximo? El Mocoso le prometió abrazos para combatir el frío y realmente los está necesitando.
Soobin le roba un corto beso en los labios, toma el secador y parte con pasos largos. Yeonjun aprovecha de separar la basura guardada en la mochila y botarla en los contenedores. Camina con pereza hacia la recepción y le pide a la agradable señora que no se despega del televisor dos vasos altos de café, agregando algunas cucharadas de azúcar a uno de ellos.
Siguiendo la indicación de la mujer busca leña seca para prender el brasero del cual no pretende despegarse aunque el humo se impregne y lo acompañe toda la noche.
Soo llega rebosante de alegría y se encuentra a su Hyung envuelto en una frazada sentado en una rústica banca al lado de la fuente de calor. Se apresura en guardar las cosas para hacerse un sitio a su lado.
—Deberías estar abrazándome —exige con un deje infantil que complementa muy bien a esas mejillas blandas y nariz enrojecida por los cambios de temperatura.
—Que Hyung más adorable —dice sonriendo, apegándose a su costado, buscando extender la frazada para cubrir a ambos.
—El café primero —pone en pausa la intención del otro de estrujarlo entregándole el vaso con azúcar.
El alfa menor agradece con un breve besito en su mejilla rosada.
—Espera, falta comida —se levanta de un salto y corre al auto a buscar las galletas y bollitos rellenos envasados—. Relleno de chocolate o de melón —ofrece extendiendo ambos paquetes.
—Chocolate —elige sin pensarlo.
Vuelven a la cómoda posición de sus cuerpos arrimados y la frazada extendida por sus hombros. Beben el café tibio, Bin reclama una mordida del bollito de chocolate y deja trocitos de la masa con relleno verde en la boca de Jun, quien comenta que eso luce más como algo radiactivo que una pasta de fruta.
Soobin guarda los papeles arrugados dentro del vaso, lo deja en el suelo y envuelve las cintura de Yeonjun.
—Dije que te abrazaría para para que no pasaras frío, desde ahora no es necesario que te despegues de mí —comprime el agarre un poco más fuerte. El Choi mayor se relaja entre sus brazos.
—Es lo mínimo que esperaba de mi novio.
Soobin traga saliva nervioso, pero con un montón de mariposas en el estómago frente a esa afirmación que le hace sonreír.
—¿Qué más esperas de mí?
"Mucho y no quiero hacerlo", no quiere ponerse presiones encima y tampoco a Soobin, pero es imposible que sus expectativas no crezcan conforme a como ha ido evolucionando su relación.
No quiere exigir, ya es bastante con que ese alfa este a su lado, intentándolo.
—Que no te rías de mí mientras sufro bajando el cerro.
—Me pides algo imposible —dice con una semi sonrisa—. Además estoy ahí para socorrerte
—No pido algo tan complejo.
—Estamos lejos de todos, acurrucados bajo una frazada y frente al fuego, esperaba algo más romántico.
—¿Eso esperas de mí?
—Me gusta sentirme querido por ti, espero muestras de afecto.
—¿No notas lo mucho que lo hago? ¿Quieres que lo acentúe con alguno de esos apodos empalagosos de las parejas, dulzura? —pregunta divertido al notar que el opuesto empezaba a reír sintiendo que era tan extraño, tan ajeno escucharle referirse así — ¿Cielo? ¿Bebé? ¿Cariño? Prefiero llamarte Mocoso.
—Yah, te estás burlando de mí —dice riendo y protestando a la vez
—Estamos a mano —sonríe ladino—. Eres un alfa precioso —dice bajito besando su frente.
—Y me dices a mí competitivo —musita apenas con un hilo de voz.
Yeon hunde la nariz en el cabello oscuro, inhala la combinación del shampoo y la esencia a limón y jengibre, nunca deja de parecerle tan cautivante.
—Tu aroma te describe muy bien —comenta sin retirarse, disfrutando de como inunda su olfato.
—¿De qué forma me describe?
—Ácido, fresco, picante; la primera vez que noté tu aroma pensé que tendría a mi lado a un compañero intenso, divertido, fuerte, en excesiva cantidad puede ser irritante.
—Yo pensé que eras amargo y fuerte, justo como tu esencia, después empecé a notar también lo consistente, lo confortable —expresa con la tranquilidad que embarga todo su cuerpo—. Fuimos un caos al principio.
—Eras un Mocoso arrogante.
—Y tú un Sunbae insufrible.
—Sigues siendo un alfa arrogante.
—No has dejado de ser insufrible en varios momentos.
—Me encantas, Soobin-ah.
—Me fascinas, Yeonjun hyung —dice buscando su mirada antes de ir por sus labios para un beso lento, sólo roces tibios sin profundizar. Empujes y apretones suavecitos de sus bocas.
Permanecen compartiendo caricias y múltiples besos por todo el rostro. Nada perturbaba la tranquilidad, no estaban bajo el escrutinio de nadie. Un espacio sólo para los dos y las conversaciones a susurros sobre los lugares que deberían visitar, el menor decía que ya lo besó en un bosque y que ahora también quiere otro en la playa.
El mayor piensa en lo mucho que le gustaría congelar el tiempo.
—Una vez acampando con mi papá y mi hermano escuchamos aullidos de lobos a lo lejos, me dio escalofríos, pero fue hermoso —cuenta Bin con una entonación sedosa y nostálgica—. Cuando niño soñaba con transformarme en un uno, ser de esos cambiaformas que aparecen los cuentos y viejos fragmentos de historia.
—Actualmente suena más a un mito, el último data siglos atrás.
—Me gusta pensar que aún quedan algunos bien escondidos en bosques lejanos.
—Una vez Taehyun, antes de conocer a Beomgyu, quiso hacer un viaje de retiro a las montañas, fue con otro par de personas que conocía de nuestras juntas —relata con su mente viajando directo a ese complejo periodo cuando se sentían tan perdidos en el mundo—. Se contactaron con unos chamanes que se suponía que hacían de esos rituales de purificación y viajes espirituales, nunca entendí bien qué buscaba, pero me contaba que entre humo, fogata, cánticos, bailes y percusión; el chamán ya no estaba y en su lugar había un gran lobo de pelaje grisáceo al lado de su pareja omega que lo acariciaba.
—Suena increíble —dice sin contener la expresión de chiquillo entusiasmado.
—Inevitablemente desde el escepticismo pensé primero que consumió vaya a saber qué sustancia y además estaba bajo una suerte de alucinación colectiva, porque los demás comentaron algo parecido, preparada a base de un ritual que confunde los sentidos, después planteé que tal vez tenían un lobo amaestrado por sujetos inteligentes que le vendían viajes psicodélicos a los turistas, la última opción fue creer que era real.
—¿Qué piensas ahora?
—Sigo inclinado a la primera opción.
—Me gusta más pensar en la última.
—Tan soñador, Soobinssi.
—A veces pasan cosas imprevisibles, el mundo sigue lleno de misterios, ni siquiera hasta ahora la ciencia ha logrado encontrar una explicación sobre nosotros, sobre esta dimensión de los lobos que coexisten hasta ahora.
—Eso no lo pongo en duda, pero no dejan de ser mitos y leyendas hasta que pueda verlo para creer.
—Pero nunca te ha causado curiosidad esto de que se desarrolle una entidad, un instinto que crece contigo, que toma forma, un carácter, que sabes que está ahí dentro tuyo, lo sueñas, lo sientes, que exige y es capaz de mover tus emociones e incluso acciones. Imagina lo genial que sería simplemente transformarte y dejarle tomar el mando.
—Me parece abrumador, por eso envidio tanto a los betas.
—He escuchado de algunos que dicen tener una conexión más tenue con esta parte animal —comenta con una sonrisa—. Además me gustas así, como alfa, aunque si hubieras sido un beta o un omega, seguramente habría caído rendido por ti de igual forma, pero a mi lobo le gusta el tuyo.
—Desde que te conocí el mío demandaba buscarte, supongo que lo vio como buen compañero de aventuras.
—Háblame de tu lobo —pide encontrando esos brillosos ojos oscuros que destilan cariño.
—Es como ver a un cachorro en cuerpo de lobo adulto, siempre he tenido que mantenerlo a raya, me irrita bastante a veces.
—A mí me gusta.
Y el ente aludido salta contento y Yeonjun aprieta los labios, al borde de ahogarse en la dicha.
—Háblame del tuyo
—Es fuerte y dominante, le gusta resaltar, se enfurece cuando se siente pasado a llevar y le cuesta tanto como a mí, parte consciente, aceptar una derrota.
Yeonjun sujeta el rostro de Soobin con sus manos frías y junta sus frentes. El menor lo abraza con más fuerza cerrando los ojos. No entiende en qué clase de estado se encuentra que las emociones se experimentan más revueltas de lo normal, no sabe dónde empiezan las suyas y si acaso se están mezclando con la del otro alfa. Sus aromas también están combinados. Continúan quietos, sus respiraciones se sincronizan y el azabache siente que se derrite, el calor se expande por sus entrañas y sus propios latidos lo aturden.
Comparten una mirada y una sonrisa al separarse.
—Fue extraño —susurra Jun.
—Nunca me había sentido tan conectado con alguien, es extraño.
Yeonjun tampoco.
Es un acuerdo silencio cuando Soo asiente y Yeon dobla la manta. Entran a la carpa después de apagar el brasero y juntar la poca cantidad de basura. Usan la lámpara recargable cortesía de de Yoongi y Jungkook para no estar a oscuras en lo que se reacomodan para acostarse, el alfa más bajo ni siquiera lo medita medio segundo antes de anular la distancia entre su cuerpo y el de su pareja.
—¿Apago la luz?
Yeon hace un sonido ronco en afirmación. No logran distinguir nada, pero con el tacto a ciegas Soo entierra sus dedos en el cabello rubio, rascando con suavidad, disfrutando al mismo tiempo de las caricias que deja su mayor a lo largo de su espalda.
Soobin despierta primero, batallando con la salida del sol para volver a dormir otro momento más. Se da cuenta de que tiene a su Hyung prácticamente adherido a su cuerpo, una pierna haciendo peso sobre su cadera, un brazo por su cintura, la nariz sobre la piel de su cuello que hormiguea con la respiración.
Es tan lindo que quiere exprimirlo con fuerza contra su pecho. No entiende cómo con semejante cambio de luz sigue tan plácido con sus ojos cerrados.
—Hyung, ¿Seguro el animal que vive dentro de ti no es un gatito o un zorrito? —pregunta a volumen muy bajo, más para sí mismo.
—No, duérmete —masculla arrastrando las sílabas con pereza.
—Sólo un poco más, tenemos otra ruta que seguir.
Yeonjun gruñe algo que suena como un "Hmm no" disconforme por el sueño interrumpido. Soobin sigue apresado por esas extremidades que lo mantienen en su lugar.
Parten juntos al baño después que el mayor luchará arduamente por liberarse de las cálidas frazadas, Bin no puede resistirse a reír con sólo ver la cara de su novio: Cabello revuelto, ojitos más pequeños de lo usual, bostezos y gruñidos matutinos.
Si no fuera debido a que el sueño tiene enlentecido tanto su cuerpo como su mente, Yeonjun se habría quejado. Lo hace cuando el Dongsaeng vuelve a carcajear en tanto lo observa cepillarse los dientes con lentitud y torpeza.
Necesita un café que recargue su energía.
La señora en la recepción desvía sus ojos del televisor, denota deseos de charlar, les pregunta acerca del primer día, la ruta que siguieron, incluso si pasaron frío durante la noche. Yeon estaba tan cansado que olvidó que se congelaba y que el colchón inflable era incómodo, cayó rendido sobre Soo.
Ambos hacen una pequeña reverencia en agradecimiento cuando ella les regala el café que acompañan con galletas.
Bin desdobla el mapa que guardaba en el bolsillo de la chaqueta, le señala cual será la nueva ruta. Esta vez no hay un almuerzo elaborado, pero tienen bastante comida envasada. Le pidieron a la amable mujer beta que les reservara una porción de almuerzo al regreso.
El mayor busca sectores en el camino donde llegue directo el sol, ya que la sombra que generan los árboles altos y frondosos incrementan la baja sensación térmica. Tiene ambas manos metidas en los bolsillos hasta que el alto decide sujetar una para entibiarla.
—Después me cambio de lado y caliento tu otra mano.
—Y mientras lo haces mi mano derecha volverá a enfriarse, pero aprecio tu esfuerzo.
—Caminemos más rápido para entrar en calor —sonríe amplio tirando de su Hyung quien se ve obligado a trotar con pasos rápidos para seguirle el ritmo.
Para Yeonjun es como una tortura respirar agitado el aire helado.
—S-suficiente —intenta frenar.
—Espera, creo que vi algo —menciona señalando unos arbustos altos cuando distingue un pelaje café—. Vamos despacio.
—Más lento, lo vas a asustar.
Apenas alcanzan a ver a un ciervo que rápidamente se escabulle entre los árboles.
—Es muy lindo, no alcancé ni siquiera a tomarle una foto —se lamenta con expresión de cachorro triste.
—A Jungkook y Yoongi hyung les gusta ir a mirar ciervos a reservas naturales, podríamos acompañarlos en alguna ocasión.
Soobin asiente complacido, le gusta mucho cuando su pareja lo incorpora en planes.
Le gusta que Yeonjun lo integre en distintos aspectos de su vida.
Se aferra firme a su mano antes de volver a soltarla, una parte de la ruta incluye una subida poco expedita, aunque no particularmente peligrosa. Yeon lo ve como un potencial desastre cuando tenga que bajar y su adorable mocoso alfa se ría con ganas.
En el camino devoran barritas de proteína y comparten una botella. Soo frena un momento sólo para besarlo y comentar sonriente lo fresca y húmeda que se sentía su boca después de un trago de agua fría.
Se detienen en otro mirador para disfrutar del hermoso panorama visual. De regreso Jun pregunta si acaso hay otra ruta que no incluya bajadas complejas y Bin se encoge de hombros respondiendo que eligió la más sencilla para principiantes.
—Si caigo bajando por aquí, te dejo sin sexo por un mes —se antepone a la risa burlesca de su novio cuando se topa con esa maldita bajada, debiendo apoyar su mano en una piedra y buscar los lugares estratégicos para pisar.
—Yah, no me puedes castigar así —dice mirando un poco hacia arriba a su Hyung-gato batallando—. Técnicamente ni siquiera sería mi culpa.
—Entonces tendrás que ayudarme en lugar de reír de tu pobre Hyung.
Y quien termina cayendo, raspando el costado de su pierna por sostener al otro es Soobin.
—Podrías dejarme sin sexo por un mes —Yeon sujeta la mano del alfa para ayudarle a incorporarse.
—No, imposible.
—Tampoco lo habría hecho —confiesa y desliza su mano sin ejercer mayor presión sobre el pantalón con tierra—. ¿Duele?
—No realmente.
Le cree, porque Bin, alegre como un chiquillo, ni siquiera siente malestares cuando a zancadas llega hasta un árbol y hace señas para que su alfa se acerque, inclusive lo convence de trepar. Sentado en una rama gruesa Yeonjun mira sus manos rojizas por el roce con la corteza áspera, su Dongsaeng las toma con delicadeza y besa sus palmas, no aliviará la sensación de ardor, pero el calor el su pecho es reconfortante.
Llegan cuando el cielo toma matices anaranjados, Yeon abre la maleta para sacar toallas, el secador y ropa de cambio.
—Lleva para mí también —pide el pelinegro desviado la vista del atardecer, pensando que habría sido más bonito de contemplar desde el mirador.
—¿Qué harás con la tentación, Soobin-ah?
El alfa alto se limita a sonreír. No podrá obtener mucho, pero al ver el baño momentáneamente vacío sujetando las caderas estrechas del mayor le da a entender que el cubículo a poca distancia es una buena opción.
Bin cierra con pestillo y empuja su pelvis contra la de su pareja, atacando su boca ligeramente abierta que lo espera y recibe con ansias. Degusta la lengua tibia explorando inquieta, mordiéndola sin mayor fuerza, succionando ligero antes de dejarla, obteniendo en respuesta un gemido ronco que vibra en sus labios.
—Sólo un poco —susurra dejando otro beso fugaz—. Una pequeña ayudita manual, Hyung —suplica presionando más fuerte su entrepierna.
Yeon puede percibir aún sobre la tela gruesa lo duro que está. Su pene hormiguea caliente, atrapado por la tela y la pelvis de su pareja que suspira pesado y lo mira con expresión de cachorrito hambriento.
Reprime el gemido y asiente llevando sus manos hasta el pantalón.
—Un poco —reafirma con la respiración agitada peleando con la ropa para exponer la erección
—El que se corre primero gana —propone volviendo a la boca contraria.
Ahogan los jadeos y ruidos con besos intensos mientras sus manos aprietan, suben, bajan y acarician cada zona sensible.
El rubio sabe que es una locura, que sus aromas deben estar inundando el baño, pero su mente está nublada con el placer que circula en ascenso por su vientre y en descenso por sus piernas debilitando sus rodillas, obligándole a recargar todo su peso en la fina pared. No sabe si termina antes que el más joven, pero entre dedos comprimiendo, pulgar sobre el glande, sencillamente alcanza el orgasmo como una explosión repentina. Párpados y dientes apretados, un ruido ronco que intenta reprimir, pero solo consigue atenuarlo, mas no suprimirlo. Hay un peso en su hombro, cuando abre los ojos nota que el alfa alto está apoyado, respirando errático. Las manos de ambos están manchadas. Llevarla hasta su boca es otro impulso que no logra contener.
—Yeonjun hyung —pronuncia rasposo y ahogado cuando lo ve lamer sus dedos antes de limpiarlos con papel sanitario—. Ahora este lugar huele a un par de alfas excitados —susurra volviendo a recargar la cabeza en su hombro.
—Nadie ha entrado todavía.
—Da igual, no conocemos a nadie y la ventilación hará su trabajo.
Al menos de eso intenta convencerse: De que le da igual el prejuicio ajeno.
Intentarlo no es sinónimo de lograrlo, pero si algo no quiere es dejar de seguir a su lado. Sella su promesa personal con un beso lento.
Recién entra un par de personas conversando despreocupadamente apenas reparando la presencia de los alfas, sonriendo con cortesía cuando guardaban la ropa sucia junto a las toallas en el bolso. Ambos intercambian miradas de cómplices y pequeñas sonrisas.
Yeonjun debe reconocer que la "Ayuda manual" tuvo un efecto relajante, se siente cansado, pero al mismo tiempo más ligero.
La mujer de la recepción los espera con la comida caliente que no tarda en desaparecer del plato mientras ella le relata como el lugar de camping ha pasado por tres generaciones de su familia.
—Por qué tiene que pasar tan rápido el tiempo —se queja Soo acercando sus manos al brasero para entibiarlas.
—Todo lo nuestro ha sido muy rápido.
"Lo nuestro", resuena en la mente de Soobin, haciendo un rápido recuento de cada momento que ha sido un hito en el transcurso y cambio de la relación, encontrando el punto clave. Algo se enciende en su mente, una pequeña idea que lo hace correr dentro de la carpa.
Yeonjun sólo lo observa sin entender y sin apartarse de su fuente de calor. Bin trae frazadas y a una distancia segura las extiende sobre el pasto y la tierra, llamándolo a su lado, empujándolo contra su pecho para recostarlo.
—El pasto se siente húmedo —comenta sin la fuerza de una queja el alfa mayor.
—Sabes que no te dejaré morir congelado —lo apretuja contra su torso firme.
Asiente y su vista se pierde en la lejanía, en el ancho manto de estrellas.
La brisa fría eriza cada vello de la piel expuesta, sin decir nada Yeon se arrima un poco más al cuerpo contrario siempre tan tibiecito, este estrecha a su Hyung por los hombros. Siente los labios dejando caminos de besos por sus mejillas hasta detenerse por cortos segundos en su boca.
Jun suspira y disfruta. Del calor, de los besos, de lo hermoso que es el cielo oscuro salpicado de diminutas luces. Recuerda un poco lo aprendido en la escuela e intenta unir los puntitos brillantes. El Mocoso es más rápido para hallar las constelaciones y señalárselas, tomando su índice para apuntar a la distancia y trazar líneas en el aire.
—Hyung —susurra dulce y con una sonrisa triunfante en los labios que el mayor puede distinguir muy bien, hasta se le antoja tocarlos—, ya puedes admitir que es genial estar acostado conmigo mirando las estrellas.
Traga saliva, ¿todavía se acuerda de ese momento? Yeonjun nota que la sangre viaja a sus mejillas.
—Bien, tú ganas.
"Siempre ganas, Mocoso".
—En ese momento empezó todo a cambiar contigo —dice Soobin dibujando la línea de su mandíbula con el índice—, y fue tan rápido que de repente quería pasar más tiempo a tu lado y quería más de tu simpatía, hasta que llegó el punto que soñaba con besos y todo lo que ahora hacemos sin siquiera proponérmelo.
—¿Has soñado conmigo? —Traga saliva nervioso, pero con hormigueos alegres en su vientre al preguntarlo.
—Claro, ¿Tú no?
—Lo hago, tampoco te imaginas las veces ni las ganas que tenía de besarte cuando discutíamos.
—¿Por qué no lo hiciste? —Ríe bajito, apretando el lóbulo de su oreja, justo donde se marca el pequeño agujero de una perforación.
—¿Estás loco? ¿Qué hubieras hecho si mientras sacábamos chispas enfurecidos llegaba y te planteaba un beso? No quería terminar con la nariz rota.
—Sí, seguramente me habría sorprendido y te habría golpeado —responde sincero retrocediendo a cómo era el sentir mutuo en aquel periodo—, quizá después te habría besado de la forma más dominante posible.
Ahora es Yeonjun quien carcajea musitando un "Sí, claro". Soobinsigue con su camino de caricias, explorando la piel disponible de su cuello.
Todo ha sido demasiado bueno.
Tanto que activa el miedo, porque no quiere que aquello deje de estar ahí.
—Me asusta...
—¿Qué cosa, Hyung?
"Mis malditas expectativas, lo mucho que te quiero", pero no es capaz de decirlo. No tiene el mismo coraje de Soobin que está exponiendo todo en plena confianza.
—Si me abrazas, se me pasará.
—Cachorro —aprovecha la oportunidad de oro para decírselo antes de apretarlo fuerte contra su pecho—, pero no te preocupes, tienes aquí a un alfa fuerte que te protegerá.
El cuerpo de Soo es tan cálido, Yeon cierra los ojos y se reacomoda en el abrazo para buscar un espacio contra su cuello, presionando la piel con la nariz, llenándose de su aroma ácido y picante. Tan reconfortante como las limonadas que le preparaba su abuela. Un alivio a su mente ansiosa.
Y sí, se siente protegido, aún cuando el frío adormece sus dedos y pareciera que las capas de ropa no son suficientes, pero Soobin le transmite de ese calor que derrite parte de ese conjunto de inseguridades. De a poco, quiere confiar que irán desapareciendo.
El viento gélido termina por perturbar a ambos que deciden refugiarse entre los sacos y las frazadas. Yeonjun no ha querido quitarse el chaleco que tiene sobre el buzo grueso que ha usado para dormir, Soobin lo cubre como un abrigo, lo abraza con sus extremidades largas y el rubio siente que podría ronronear de gusto, incluso emite un sonido ronco y estruja al menor, no hay distancia entre sus cuerpos.
—Gracias, Hyung —musita bajito, mirándolo con la escasa luz dentro de la carpa.
—¿Por qué? ¿Por venir a congelarme hasta los huevos?
—Yah, Hyung. No me dejas crear un ambiente romántico —protesta con una pequeña sonrisa.
¿Quiere crear un ambiente romántico? Le entran ganas de reír, pero le dedica un mirada de "Lo siento, no lo puedo evitar".
—Aprendí bien eso de ti —bromea devolviendo la sonrisa.
—¿De verdad se te están congelando? —pregunta con su voz apenas audible— Puedo entibiarlos por ti —ríe bajito sintiendo a su Hyung removerse ligero en el abrazo—. Tú empezaste —se excusa besando su mejilla llenita y blanda.
—Lo sé, pero tienes las manos frías.
—¿Por qué piensas que usaré las manos?
Siempre gana.
Soobin empuja más firme su pelvis, el cuerpo de su novio se siente caliente en contraste a su nariz y dedos helados. Su aroma se intensifica y le parece embriagador. Busca su boca con necesidad.
—Gracias, Hyung —repite sobre sus labios, alejándose apenas unos centímetros porque quiere mirar esos ojos preciosos —. Antes de estar contigo tenía una especie de planificación en mi vida, omega, hijos, ver a mis padres felices, aunque no terminaba por llenarme y lo asumía como si fuera lo que tenía que pasar —expresa sincero, sintiendo la piel de su rostro ganar calor—. Cuando te conocí... Al principio realmente te detestaba, pero entraste a mí a desarmarlo todo, no pensé que fuera posible desear con tanta fuerza a alguien, te metiste cada vez más y no sé —deja que las palabras emanen, no ha pensado en un discurso, sólo es consciente que tiene tanto en su pecho que quiere liberar—. Pero cada cosa que he descubierto contigo... Me siento libre. Gracias.
Los ojos de su Hyung tienen ese brillo húmedo. Le ahoga la presión en su garganta, no sabe por qué su corazón está tan agitado, pero siente su propio picor de las lágrimas contenidas. ¿Qué está pasando? Es un extraño fluir de emociones. Yeonjun se está aferrando silencioso a su cuerpo y Soobin necesita hacer lo mismo.
Necesita fundirse en ese abrazo para sostenerse.
°°°
Adoro este episodio, sobre todo la escena de las estrellas TuT
¿Cuál fue su parte favorita?
El vídeo de los chicos en una fogata y YeonBin en su mundo dándose calor, algo así están en este cap AJSMSPS
¡Voten y comenten! ❤️
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