XVII. Nada que exigir

Se pregunta en qué punto su pacífica vida se transformó en un mar agitado, volvía a esos tiempos de adolescencia tempestuosa, de hormonas agitadas disparando el deseo a las nubes, a estar expuesto a tantos flancos para que sus expectativas y desilusiones anticipatorias atacaran con fuerza. Naufragaba en sus propias emociones intensas.

Yeonjun se siente como una barca pequeñita y la deriva, recibiendo los azotes de las aguas de una extraña relación sin forma. Al principio aturdido, pero con la adrenalina a flor de piel, ansiedad alegre de buscarse hasta en los espacios que no deberían, de tocarse y besarse cada vez que estuviera la oportunidad disponible, por completo hechizado con aquel alfa osado y despreocupado, en constante persecución de la satisfacción. No quería, pero tuvo que frenarlo un poco, sus olores se mezclaban, fácilmente podrían saber quiénes estaban encerrados en la oficina vacía devorándose las bocas hasta la falta de oxígeno —o en el baño, o el vehículo—. Entonces Soobin comenzó a frenar, al principio pensó que era parte de cómo acomodaban sus tiempos, la intimidad y la "Relación" en sí, luego fue cada vez menos, los encuentros se volvieron algo racionado, un par de noches a la semana en alguno de sus apartamentos y si tenía suerte, Bin se quedaba o le ofrecía un ladito en su cama.

No necesitó demasiadas señales para entender qué estaba pasando. No era que Soobin estuviera sólo siendo cauteloso bajo la premisa de que si la estación entera supiera de las actividades que realizaban después del trabajo —o en pausas entre tarea y tarea— varios no se lo tomarían exactamente de maravillas, más de alguno cuestionaría la naturaleza sexo-afectiva de un tipo de vínculo que pareciera estar reservada para alfas y omegas, quizá con un beta, ya ha pasado por ello, no quería que su compañero tuviera que enfrentarlo tan pronto.

No era sólo precaución, Soo estaba aterrado, viendo esos monstruos que todavía no aparecían y guiado por el temor y la fantasía de que los demás lo sabían o lo descubrirían más temprano que tarde, comenzó a limitar todavía más sus encuentros.

Transitó de la rabia a la tristeza. No sabe bien qué hacer. A momentos quiere actuar igual a un crío y pretender como que la distancia no importa, mostrarse firme, tentarlo y decirle "No hoy" para dejarlo con las ganas, que el chiquillo policía lo deseara con la misma intensidad agónica que él lo hace, pero no hay caso, termina rascando su nuca e invitándolo a su apartamento, necesitando su aroma y las caricias bruscas de sus manos inquietas y fuertes.

Soobin y sus malditas películas de drama. Se ha dado cuenta la forma en que le incomoda que alguien mencione que se llevan mejor o si entrenarán juntos después del trabajo, nada fuera de lo normal, a veces apenas inician una conversación, aparece un compañero y el azabache brinca varios pasos atrás.

No lo dice, pero Yeon entiende que el alfa más joven se siente expuesto. Así mismo con el tema de sus aromas, no necesita ser especialmente sensible y empático para captar que le molesta llevar su olor a café encima.

—La habitación apesta. Nuestros olores son demasiado fuertes, juntos aún peor.

No debería sentirse herido, es obvio, son alfas, sus esencias son fuertes, sirven para marcar territorio, para imponer, son una forma de comunicar, de transmitir el dominio y la agresividad. No están hechas para agradarle a otro de su tipo.

Por desgracia a Yeonjun le gustan. Fuertes, que piquen, que lo remecieran por dentro. Le encanta la fragancia ácida del limón y el jengibre.

Lástima que al otro Choi no pareciera decir lo mismo de la suya y su tonto lobo veía su ego lastimado. "¿Qué esperabas animal torpe?".

Estuvo acumulando hasta llegar al punto que necesitaba expulsarlo. Pensó en Taehyun, su compañero de penas y amores fallidos, recordando su año final de instituto cuando se juntaban a comer, beber y quejarse de sus desafortunadas experiencias. Hablar con él alivió un poco esa sensación que comprimía su garganta. Sólo un poco, porque Soo lo sacudía con tanta facilidad, un sí o un no de su parte podían hacer una diferencia considerable en su ánimo.

Algunos días atrás comprendió bastante bien el rechazo indirecto y luego el pelinegro lo desarmó con esa llamada que lo dejó con las piernas temblorosas y el vientre manchado, derrumbado en su sofá, pensando en lo mucho que le encantaba ese disparatado y hormonal alfa que se tocaba pensando en él encerrado en un baño.

Apareció un ínfimo alivio de saber que no era el único deseando con fuerza.

"Maldito mocoso". ¿Quién lo mandó a fijarse en un alfa tan terco como Choi? ¿En qué momento perdió la claridad de lo pésimo que resultaba involucrarse con un compañero de trabajo?

Y ahí está en un pozo profundo, enamorado justo como no quería que ocurriera.

Tiene al oficial Bin al frente, alto, atractivo a morir y molesto por vaya a saber qué, puede esperar cualquier cosa de ese chiquillo temperamental.

"Soobin es un chico tranquilo después de todo", decían varios de sus compañeros, algunos un poco más cercanos añadían que una vez que lo conoces te das cuenta que no es tranquilo, sino risueño y juguetón como un cachorro. Yeonjun conoce otra faceta adicional, conoce al Mocoso enfurruñado —adorable—, al alfa testarudo, conoce su rabia intensa y picante.

Él fue la barrera inicial que ablandó al alfa desafiante, drenaba su ira y tendencia dominante, absorbía la tensión, entonces sus compañeros se encontraban con el sujeto calmado de voz sedosa y sonrisas de niño.

Al principio quería quejarse con Jungkook por dejarlo de chivo expiatorio, pero de no ser así, no habría vivido de primera fuente la faceta lasciva y seductora, la misma que terminó de firmar su sentencia el último periodo.

Sus compañeros no saben nada, Bin es tan complejo y no decide si contentarse o no con la idea de haber observado tantos fragmentos y con todo ello, lo bueno y lo malo, le gusta mucho.

Soobin le gusta demasiado.

Es un peligro para la paz mental de Yeonjun, desde el comienzo y ahora todavía más.

No entiende qué pasa con ese alfa terco cuando aquella molestia que percibía a través de su olor estaba presente hace días.

Opta por ser directo y no complicarse todavía más la existencia, sólo espera que el Choi menor no decida ir en contra de sus pacíficas intenciones.

—¿Pasa algo? —confronta en el primer espacio a solas que encuentra durante la tarde.

—Nada.

—¿Nada?

—Nada —repite, inclusive suaviza el tono de voz para sonar apacible.

—Hueles a que algo te molesta...¿Podría saber qué es?

—No.

"Entonces ándate directo a la mierda", quiere decirle, pero aprieta los dientes para mantener su boca cerrada. Por otra parte se exige ser razonable para no estropear más las cosas, aunque ni siquiera sabe qué demonios hizo, si es que hizo algo, o si es un asunto externo. No puede armarse una idea si Choi se comporta como un chiquillo enrabiado.


°°°


Soobin se siente tan avergonzado cuando está cerca del policía rubio, pero no podía responder que estaba enojado por percibir el olor de otro alfa impregnado ligero en su piel y en el cabello. No tiene nada que exigir si hasta ahora lo que tienen son sólo aventuras ocasionales. Aún sabiéndolo no puede evitar ese calor que quema en su estómago.

Ridículos celos, su tonta naturaleza de alfa posesiva, aunque recuerda que Lisa una vez se quejaba enérgica de lo mucho que detestaba que se excusaran en su naturaleza para justificar algunas conductas.

—"Soy alfa, soy territorial, está en mi naturaleza", ¿Entonces eres un animalito? ¿Qué pasó con tu voluntad y capacidad de elección? No me hagas subestimarte y pensar que eres un estúpido —la de mechas regañaba a un alterado chiquillo cuando separaban una tonta riña callejera entre estudiantes de dos institutos diferentes.

Recuerda que se hizo un incómodo silencio y el muchachito con el labio partido la miraba entre furioso y avergonzado. Un alfa amedrentado por una beta, razón más que suficiente para herir el orgullo de aquel adolescente. Se escucharon un par de risitas burlescas y al poco rato ya se estaban dispersando.

Soobin se había quedado callado, sintiéndose aludido, pensando en lo ridículo que debió de haberse escuchado cada vez que usó alguna de esas frases tan normalizadas.

Si bien hay algo de esa naturaleza dominante —o al menos eso se espera en un alfa—, un sentido territorial, cientos de años de evolución, así como normas y enseñanzas que potencian el raciocinio han contribuido en dejar atrás la sumisión a los instintos. Hablar de carencia de autocontrol es una excusa o una patología. Soo asume que tiene el suficiente dominio de sí mismo como para no armar una escena injustificada —si ya pelear a fuerza por un omega es retrógrado, imagina lo absurdo que sería hacerlo por un alfa—. No quiere darle motivos a Yeonjun para que lo llame Mocoso.

Pese a que invierte un esfuerzo en racionalizar la situación, no atenúa la rabia. Esto de sentirse ridículamente pasado a llevar y desplazado lo mantienen en una batalla con su propio grado de madurez. Tan tonto. Tan ingenuo. Jun no le debía nada, él tampoco y aún así su lobo exigía delimitar. Soobin está asustado de todo lo que Yeonjun genera en su interior.

No tiene derecho a sentirse celoso, menos aún molestarse con Yeonjun a raíz de ello.

Lo está.

Incluso frunce el ceño cuando un par de días después el mismo aroma fuerte está adherido al alfa de cabellos rubios.

"No necesitas a otro alfa teniéndome a mí", quiere decirle. "Puedo ser tu maldito alfa", quiere gruñir, "Sólo tendrías que pedírmelo". A su lobo no le contentaba para nada que el olor a café de su Hyung se mezclara tan íntimamente con el cítrico de las naranjas.

¿Acaso Beomgyu sabe que uno de sus novios anda por la vida revolcándose con Yeonjun? De seguro sí y por primera vez habría querido que la bocota de su amigo omega hubiera soltado ese secreto para él.

¿Habría ocurrido algo diferente entonces? Saberlo antes, saberlo ahora, de todos modos se habría molestado, igual habría surgido esa sensación tirante en el estómago. Justo como en ese minuto que la rabia comienza a subir ardiendo en su garganta.

—Escupe lo que quieras decir, mocoso —Yeonjun vuelve a insistir exhausto. Lidiar con el Choi de ojos negros se está volviendo un agotamiento mental.

—Si quieres que alguien te la meta podrías llamarme —dice con aparente desinterés, cual altruista haciendo su buena obra, aunque la situación le desespera y radica en su deseo que Yeonjun sólo lo mire a él, pero se niega a mostrarlo. No puede.

—¿Y si yo quiero meterla? ¿También puedo llamarte?

Soobin tensa la mandíbula. Su lobo y él sufren un sobresalto interno. "No, eso no". Le resulta imposible de decir. Pensaba que Yeonjun podría ser su delta, quiere mucho de él y con él. Quiere más besos. Más mimos. Quiere follarlo. Quiere marcarlo. Quiere a ese alfa como querría a un omega. No se imaginaba abriendo las piernas... Pero ahí está el policía de piel tersa cuestionando y trizando sus dogmas con su afilada mirada insondable.

No traduce la respuesta en algo verbal, asiente lento y con temor, inseguro, pero a la vez determinado en mostrarle al mayor que quiere estar para él. ¿En serio se pondría en una posición sumisa para ese alfa?

Es Yeonjun quien se desarma cuando mira a su compañero dispuesto a lo que pensó que diría un "No" inmediato.

—No te la voy a meter —susurra no queriendo llevar la conversación a un lugar incómodo para los dos.

Bin se siente ridículamente ofendido —otra vez— y ni siquiera se atreve a reclamar, porque no entiende una mierda qué pasa con sus pensamientos y deseos tan raros y contradictorios.

—Entonces...¿Me dejas hacértelo?

—Tampoco.

—Pero seguramente has dejado que otros te lo hagan —masculla bajo el impulso de esa rabia irrisoria que le recuerda porque al mayor le gusta llamarle Mocoso. No lo puede evitar, está ahí, quemando sus entrañas, dejando un sabor ácido y amargo en su boca que no le gusta.

No es ese tipo de ácido y amargo que quisiera, pero su maldita imaginación es imparable, mira a Yeon con las rodillas en el colchón y a Kai —es la figura más concreta que tiene al respecto— abrazándolo por la espalda, follándolo como a un omega y su Hyung entregado, precioso con las mejilla rojas, exponiendo su cuello, sumiso y gimiendo ronco.

"Mío", quiere gruñir. "No quiero que te toquen".

Y aunque haya follado con otros, ¿Qué le hace creer que tiene el mismo derecho de esos alfas que han pasado por la vida de su Hyung? Sus pensamientos pugnan de un lado y otro. Yeonjun lo mira con una expresión de enfado, también su olor lo delata. Su mandíbula está tensa como si se forzara a no expulsar todos esos comentarios mordaces que quisiera.

"Vamos, dilo", lo desafía Soobin con la intensidad y el enojo reflejado en sus oscuros ojos. ¿Qué pasó con el alfa sarcástico e hiriente?

Jun da media vuelta y arranca. No quiere que huya, pero da largas zancadas dejando una estela de su aroma tostado, sensación caliente de su enojo. Bin emite un ruido ronco con la desesperación apretándolo desde adentro.

Y de la desesperación cae en el desasosiego de darse cuenta que está pensando en un vínculo, en algo con estabilidad junto a Yeonjun, porque al mirarse a sí mismo como su alfa implica una responsabilidad. Quererlo como un delta trae consigo aceptar que quiere una relación fuerte con un lazo, marcarlo como suyo a vista de todos.


°°°



Por fin entiende, inclusive lo ve como un insulto a su inteligencia no haberlo captado antes. Y si bien está enojado, es un alivio saber la razón de la rabia del Mocoso. "Chiquillo tonto", quiere reclamar zamarreando sus hombros porque le desespera el curso ambiguo entre lo que quieren el uno del otro, el margen en que pueden reclamar y el tiempo que no se han dado para conversar al respecto —en parte porque esos minutos están destinados a tocarse y, por otra, a ambos les asusta lo suficiente como para enfrentarlo—.

Soobin se ha sentido celoso y no se lo ha dicho, seguramente ha percibido el olor de Hyuka y se arma una diversa cantidad de escenas, algunas acertadas, después de todo Kai es lo más cercano a un amante presente en su vida —además del indiscutible puesto como uno de sus mejores amigos—. Anoche se fundió en sus brazos, intercambiaron un par de besos, pero no fue capaz de llegar más lejos.

—Por fin vuelvo a ver a Yeonjunnie hyung enamorado —rio estrujándolo por la cintura.

—Yah, no lo digas —se acomodó sobre sus piernas y recargó la cabeza contra su cuello, el aroma fuerte y familiar de las naranjas tenían un efecto relajante.

—Entonces, pronto tendré que despedirme de esto —buscó sus labios, sonriendo antes de besarlo.

—No tenemos exclusividad.

—Pero no te siento tan excitado ante la idea de hacerlo conmigo hoy —comentó con la nariz en su cuello—. Además hueles muy triste, mi lobo me exige acurrucarme a tu lado largas horas.

No era que no quisiera, pero estaba tan confundido como su lobo, que se dejaba mimar por Kai y al mismo tiempo se preocupaba por los extraños cambios de su nuevo compañero, ya no era esa rabia que disfrutaba e invitaba un desafío. Hasta su torpe animal se desconcierta frente a la mirada densa y actitud irritable de Soobin.

Y la irritabilidad tenía un efecto bastante contagioso.

Pensaba en las veces que el limón y jengibre se mezclaba con otras frutas dulces, su lobo inquieto gruñía, pero era consciente que no había nada que exigir, Soo podía estar con los omegas que quisiera, ¿Quién era para decirle lo contrario? Sin embargo, no dejaba de enojarle haber visto marcas rosadas cerca de sus clavículas un par de semanas atrás.

Enojo que se esforzó en tomar y empujarlo en algún rinconcito dentro de su pecho.

¿Es mucho pedir ver a Choi riendo, coqueteándole y sugiriendo besarse a escondidas para después terminar batallando entre las sábanas? ¿Una noche tranquila cocinando? ¿Una mañana en alguna cafetería hablando y discutiendo sobre cuál era el mejor personaje de alguna serie o canción de algún artista?

Solamente quiere tiempo juntos, cómodos, alegres, jugueteando como un par de cachorros exentos de responsabilidades. No está pidiendo nada descomunal, ni implorando milagros. No debería ser tan difícil.


°°°



A Soobin no debiera sorprenderle esa habilidad de arruinar las cosas, podría añadirla en su currículum. Se había propuesto tener una conversación civilizada con Yeonjun, suavizaría las cosas y le propondría pasar un poco de tiempo juntos, pero su plan se fue al demonio apenas notó la esencia ácida y amarga de las naranjas.

Los comentarios resentidos aparecieron antes que su capacidad de poner un filtro entre su mente y su boca. Ahora traga saliva, evaluando cada estúpida frase, jugando con el espiral metálico de una libreta, desplazando la yema por los relieves.

—Tienes la mirada perdida —comenta Jennie ladeando la cabeza con curiosidad.

—Déjalo, esa es su cara habitual cuando colapsa procesando información —se burla Lisa pasando una mano frente a sus ojos.

El joven alfa sacude la cabeza segundos después y centra su atención en sus compañeras mirándolo sin entender.

—Necesito esa libreta —señala la oficial beta.

—¿Saben si se encuentra el oficial Choi?

—Salió a una reunión —Lalisa se encoge de hombros.

—Regresará en un par de horas —agrega Jennie con una sonrisa calmada, su aroma dulce siempre ayudaba a templar su ánimo.

—¿Pelearon otra vez? —pregunta la policía beta, sin mirarlo, hojeando los apuntes desordenados, quejándose entre dientes que alguien arrancó la página que necesitaba.

—Hablé de más —se lamenta con expresión de animalito con culpa.

—¿Cuándo no?

Kim le da un pequeño codazo a su amiga.

—Es fácil de resolver, podrías disculparte.

—¿Fácil? Le estás pidiendo que se trague su preciado orgullo —Mannoban levantó apenas la mirada tras decirlo únicamente para regocijarse de la expresión de cachorro regañado de Soobin.

Fácil no fue, nuevamente la joven beta tenía razón. Hace un esfuerzo sobrehumano para tragarse su orgullo y llamar a su Hyung, rozando su hombro con la mano para pedirle bajito un "Hablemos". Esos ojos cafés lo escrutan y se siente aún más tenso como si el Choi contrario viera hasta el último de sus pensamientos.

—L-lo siento —murmura ronco, a bajo volumen, forzando cada sílaba a salir.

—¿Por qué lo sientes exactamente? —Yeonjun necesita escucharlo, tener la confirmación explícita de sus suposiciones, corroborar que Soobin es un mocoso tan asustado como él.

—Por todo lo que dije, estaba molesto...—responde luego de tragar seco, eludiendo el concepto de "Celos".

—¿Por qué estabas molesto?

"Porque sólo deberías mirarme a mí, no necesitas otro alfa a tu lado si puedo estar ahí". Las palabras no salen, ahora sí funciona su filtro, incluso llega a ser contraproducente porque no le permite liberar con sinceridad aquello que pesa en sus hombros.

—A mi lobo le exalta sentir las feromonas de otro alfa en ti —masculla insistiéndole a su rostro que se mantuviera en alto, por más que quisiera rehuir del contacto visual— y a mí tampoco me gusta.

—¿Huelo celos?

—¿Podemos pasar un momento juntos hoy?

—Estás cambiando el tema —Yeon se tienta a sonreír, pero se contiene. Tan inseguro que resultó ser ese alfa adorable que irrumpió brusco en su vida insulsa.

Le gusta Soobin justo así: Terco, inseguro, juguetón, de humor ácido, soñador, ingenuo, bueno.

—¿Podemos o no?

A ojos de Jun el alfa que tiene en frente luce como un cachorro enfurruñado, de seguro sigue dándole vueltas a la conversación incómoda, sigue molesto y hundiéndose con el peso de unos celos tontos, absurdos, ridículos, porque él anhela todo lo que ese Mocoso podría darle.

Quiere recibirlo todo, cada segundo, cada partícula de cariño.

Si cada uno de sus sentidos suelen estar pendientes a Soobin, apenas aquella brisa cítrica y picante invadía su olfato volteaba buscándolo con la mirada. También se alimenta de su voz tranquila y su risa aguda, tan burlesca y alegre. Siente que colapsa cada vez que sus pieles entran en contacto. Pequeñas y placenteras corrientes eléctricas lo estremecen todas las veces que acaricia su cuello con los dedos largos o con los labios.

¿Qué más quiere ese alfa de él si ya está dispuesto a lo que sea? No es algo que quiera decirlo en voz alta, ya le pesa como plomo en las entrañas admitírselo a sí mismo.

Si hasta sonreía como un bobo cuando el azabache le decía alguna frase de esas que le hacían sentir un poquito especial y lo llenaban de insectos que hormigueaban en su vientre por días. Había temblado una noche que su compañero mordiendo su oreja susurraba que le gustaba ver la forma en que se deshacía en sus manos, ¿Cómo no hacerlo?

Había olvidado la última vez que se sintió así por alguien. Ese golpe intenso y repentino de un maldito enamoramiento. Knock Out. De espaldas en la lona mirando a Soobin en pie sonriendo triunfante y altanero, precioso y guapo como él solo. Acepta su derrota y mejor hacerlo con dignidad que sin ella.

—¿Mi apartamento o el tuyo?

—El tuyo —responde sin meditarlo. Quiere que su aroma acompañe a Yeonjun por días. Quiere invadir su territorio, llenarlo de él, también desea devorarlo por completo, porque se siente hambriento de placer y mimos. Famélico por su afecto, sin saber cómo pedírselo.

Nunca le explicaron cómo funcionaban las cosas con otro alfa, más allá de remarcar lo extraño de que pudieran compatibilizar, que la naturaleza no los hizo para estar juntos, siempre asumió que su papel era mostrarse seguro y fuerte, entonces atraería a los omegas que le darían mucho cariño a cambio de sentirse protegidos. Sus familiares entre anécdotas le contaban a un Soobin adolescente recién presentado la importancia del cortejo para hacer sentir a su omega especial y mimado. Se abstuvo de decir que también quería que lo mimaran y le dieran pequeños regalos a riesgo de sonar como un cachorro.

¿Funcionaría igual? ¿Entonces si pretendía un poco más de su Hyung tendría que empezar a cortejarlo?

"¿Cómo cortejas a un alfa?"

¿Está realmente preparado para una relación con ese alfa arisco pero que se funde como el azúcar cuando busca un espacio en sus brazos? No lo sabe, pero a tales alturas con la desesperación en el pecho y las ideas que siguen contradictorias aturdiendo su mente, está dispuesto a intentar.

"¿No sería más fácil sólo decir: Soy tu Dongsaeng, quiero mimos y follar, pero muchos mimos también y, de paso, quédate conmigo?", lo sería si su orgullo no fuera como una montaña enorme.

—Nos vemos al término del turno —dice con su voz grave y tranquila.

Bin esperaba una pequeña caricia en la cabeza, como las que a veces le brindaba cuando no había nadie cerca, y enseguida se respondía "Seguro, si pasas evitando el contacto por si alguien los ve. Adelante, dile que olvidó de frotarte detrás de las orejas, cachorro". A veces sus autodiálogos no cooperaban en hacerlo sentir mejor.


No realizan un mayor intercambio de palabras camino al apartamento del mayor. Hablar queda en segundo plano, van directo a lo que ambos esperaron por días, llegando entre beso y beso hasta la cama, haciendo pausas para quitarse las primeras prendas a tirones. Siguió el forcejeo sobre el colchón, empujando y presionando. Yeon termina bajo el cuerpo de Soo, su rostro se hunde en la almohada ahogando los suspiros cuando lo siente simular embestidas.

Insatisfecho, Soobin jala de la ropa interior de su Hyung, eliminando la última barrera, por fin se deleita con el ansiado contacto con la piel caliente. Comprime su culo pálido y continúa empujando, notando que las pequeñas descargas se iban intensificando con cada movimiento, en su mente se arma la imagen de cómo sería estar hundiéndose profundo, fantaseando con lo estrecho y ardiente de esas paredes adaptándose a él.

Se encienden las señales de peligro en la cabeza del mayor, lo percibe tan duro y grueso entre sus nalgas, como si tentara la suerte de querer hacerlo entrar y no, sus músculos están apretados, es imposible, tendría que estar loco para dejarse penetrar sin una mínima preparación. No quiere tener que recordarle algo tan evidente: "Mocoso tonto, no soy un maldito omega", en lugar de ello prefiere luchar por retomar una posición dominante y tenerlo de frente y abajo. Bin no se lo permite con facilidad y vuelve a encaramarse, haciendo peso sentado sobre su vientre, sujetando sus muñecas para inmovilizarlo.

Si algo podía afirmar Yeonjun es que sus encuentros con Choi no son suaves, pero desde el primer beso en la oficina vacía que no respiraba tanto enojo. Está sofocado con lo intenso del olor ácido. El alfa más joven mordía sus labios y hundía los dedos sin mayor consideración en sus caderas, aplastándolo, empujando entre sus piernas con más agresividad de la acostumbrada.

El rubio se siente enloquecer, agitado y abrumado por esas feromonas que hormiguean en su nariz, necesita aferrarse a sus hombros para sostenerse. Su lobo si bien está receptivo y acepta gustoso todo lo que por fin la vida le ofrece, no deja de levantar las orejas en señal de curiosidad, intuyendo que la batalla de su compañero por ponerle un pata encima trasciende de los simples juegos habituales.

El calor de la rabia pareciera ir en aumento, Soobin hace todo brusco, cada beso, cada movimiento. Las alarmas se encienden para potenciar las ya presentes señales de que algo-no-va-bien cuando un par de colmillos pinchan su piel.

—¿Qué demonios pretendes hacer? —dice grave y firme, con el desplante suficiente para frenarlo en seco, dispuesto a usar la voz de mando si ese alfa terco dejaba de razonar.

No fue necesario llegar a la segunda instancia, se topa con aquella mirada confundida, iracunda de profundos ojos oscuros de pupilas dilatadas, cuyo dueño vuelve a su cuello lamiendo extendido sobre el relieve de la nuez, deslizándose mojada sobre una diminuta herida superficial. Una provocación, como si aquel alfa joven y osado le dijera desafiante "¿Me quieres poner límites? Igual si quiero permanezco sobre tu cuello".

La mano de Soobin tira del cabello rubio para exponer nuevamente la zona donde podría dejar su marca y aunque un cosquilleo se expande en las encías por clavar sus dientes, se limita a realizar un trazado con su lengua degustando la fina capa salada. Termina refugiando su rostro entre su hombro y el cuello cuando alcanza el orgasmo, disfrutando de los brazos que lo envuelven mientras tiembla, del aroma intenso y amargo que llena su olfato.

Permanece un poco más arrimado al cálido cuerpo que lentamente lo libera del agarre, no se aparta hasta estar seguro de haber recuperado óptimamente sus funciones motrices. Cuando lo hace mira al sujeto de piel nívea, hermoso y hecho un desastre con el cabello desordenado, el vientre sucio y los labios rojizos e hinchados, intentado regular la respiración con los ojos cerrados. Guiado por un impulso, se inclina lento y cuidadoso hasta llegar a su boca, dejando un beso superficial, un roce suavecito y breve antes de levantarse con toneladas de pereza encima, mirando su ropa desparramada en el suelo y un par de botones de su camisa ¿O eran de su Hyung?.

—¿Te vas? —Jun pregunta en un murmullo, apenas mirándolo con los ojos entrecerrados luego de un bostezo.

Quiere que se quede, estaría feliz de hacerse a un lado para que permanezca en su cama. Lástima que Bin asiente y no le queda más que asumir que tendrá que conformarse con el aroma a limón y jengibre que se quedará por horas en la habitación, también en su piel.

Se levanta para recoger el desorden de prendas en el suelo y buscar una camiseta delgada y pantalón ligero, mirando de reojo al más alto vestirse. Entre los tirones volaron un par de botones de la camisa.

—Yeonjun hyung —dice con esa entonación tranquila como un arrullo que tanto le gusta al mayor. Nuevamente se acerca por un beso que es correspondido al segundo mismo que sus labios chocan.

Soobin frota la mejilla contra la suya, en su cuello también, quiere llenarlo de su aroma y se estremece al ver que Yeonjun lo disfruta. ¿Cómo le puede gustar el olor de un alfa? —la pregunta la dirigía tanto a su Hyung como a sí mismo que se impregna del aroma tostado—.

Tienes un pésimo gusto —murmura, apenas notando que el pensamiento escapaba en voz alta. Uno que proyectaba en ambos.

Retrocede un par de pasos, aprovechando de levantar el botón que acaba de pisar. Se siente como una completa anormalidad. Pasó de buscar los aromas dulcecitos a un café amargo y sin azúcar como lo era su Hyung.

—Sí, creo que tengo unos gustos de mierda —dice bajito, observando sus pies desnudos, tomando aire para soltar esa frase que su mente empuja a salir de su boca—. La prueba de ello es que me gustas, Choi —confiesa levantando la vista hacia el chico de cabellos negros, cuyas facciones se contraen en un gesto que no debería ser así de adorable.

Soobin siente que su garganta de cierra, sus latidos se aceleran, por más veces que lo pensó y la seguridad lo acompañaba sabiendo de antemano lo que acababa de escuchar, no significaba estar preparado para los estragos que causaría, como si cada órgano se fundiera dentro de su cuerpo, todo líquido, a punto de ebullición, burbujeando.

Le gusta a Yeonjun.

...En verdad le gusta a Yeonjun.

Y la afirmación cae con todo el peso. Diferente a fantasear. Es real como su corazón alborotado, como la mirada tímida del otro alfa que intenta mantener el pecho en alto.

La afirmación cae con todo lo que significa.

—¡Y-yah! —se queja con el labio inferior que involuntariamente se abulta— Se supone que si vas a confesarte tienes que hacer del momento algo bonito, no aludir a que soy como un gusto de mierda para ti —reclama con las mejillas ardiendo.

—¿Me estás pidiendo una declaración romántica?

—¡No! —exclama negando, no es que no quisiera una confesión un poco más bonita, después de todo al ojos negros le gustan los gestos románticos, ¡Pero no la estaba pidiendo!

—¿No?

Yeon y su ojos café oscuro bloquean sus capacidades argumentativas, el alfa más joven ni siquiera sabe cómo estructurar un reclamo decente.

—No me refiero a...

—¿Con flores? —bromea con una pequeña sonrisa ladina que se asoma en esos labios ligeramente curveados y rojizos.

—¡No, Hyung! —niega avergonzado, todavía confundido y sintiéndose como un chiquillo torpe—. Sólo hazme sentir especial.

Porque ya le había quedado claro que no era lo diferente, lo novedoso y excepcional para Yeonjun, así como ese alfa lo estaba siendo para él. No sería su primero, pero sí podría ser importante, quiere sentirse importante para ese sujeto que acaba de decirle que le gusta de una forma carente de encanto.

La declaración más desastrosa que ha escuchado, una que lo hace sentir entre insultado y deseado.

—¿Cómo es que aún no te queda claro que eres especial para mí? —suspira acercándose con cautela hasta llegar tan próximo que la punta de sus pies chocan, tiene que levantar un poco la cabeza, Soo se ve más alto de lo que es, influye también que acaba de exponerse y transita en el limbo de la vulnerabilidad. Acaba de botar todas sus muralla frente a ese Mocoso—. No tienes idea —agrega con las manos que sujetan su cuello y masajea con cariño.

¿En qué mundo vive ese Mocoso? Ha correspondido cada gesto y avance. Ha hecho tanto para darle a entender que ha caído por él.

Siempre atento a Soobin, desde el comienzo cuando sólo quería que la tensión se redujera, siguiendo al periodo en que anhelaba recibir su atención y las sonrisas. Hasta ahora que terminó por anhelar todo de él, porque a medida que le da más, quiere mucho más.

"¿Y tú, Soobin-ah? ¿Qué sientes por mí?", no se atreve a preguntarlo, pero se entrega en un abrazo largo que guía al menor de vuelta a la cama.

Una muda petición de ambos.

"Puedes quedarte, no necesitas irte".

"Quiero quedarme".


🍋

—No serán flores, pero te alegrarán el día —besa fugaz su coronilla, hundiendo la nariz entre los gruesos cabellos negros antes de dejar una caja sobre su escritorio.

Soobin levanta la mirada hacia Yeonjun que se aleja rápido, apenas alcanza a ver su rostro rojo y avergonzado. Abre la caja anticipándose al contenido por el aroma dulce. Su pecho se contrae de la emoción al ver las donas cubiertas con trocitos de galleta.

Definitivamente mil veces mejor que unas flores —no es como si en verdad esperara flores, tampoco una caja de donas, y ahí está sonriendo como un tonto frente a un pequeño regalo—.

¿Su Hyung ya está comenzando a cortejarlo o qué?

°°°


Se pone chidoris ahsjksox Amo al YeonBin/SooJun fluff uwu

Binnie territorial y celoso es una adorabilidad, tengo pruebas 🥺


Voten y comenten 💖



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