XVI. Sostener
El policía beta disfruta de una tarde libre que roza la perfección, sólo falta que llegue su novio para coronar su día. Sonríe con felicidad y nostalgia, está junto a dos de sus amigos en el estudio de su casa compartiendo risas, ideas, creando, Yeonjun está con un impulso imparable. Es un alivio para Jungkook que su Hyung use la música como canalización, porque si bien nota su entusiasmo y que ríe de sus comunes torpezas y de los comentarios divertidos de Kai, su mirada no logra esconder bien los gramos de ansiedad.
Hay signos que lo delatan, como esos blancos dedos con uñas mordidas, también esas cutículas se ven un poco más rosadas, además hay unas pequeñísimas heridas de cueritos arrancados a tirones.
¿Por qué su amigo rubio es tan hermético? Si no lo ahoga a preguntas es debido a que no quiere presionar, Yeon ya lo hace por su propia cuenta, no necesita que alguien le arroje más peso encima.
Quisiera que fuera el mayor quien compartiera voluntariamente las cargas que lo agobian con él.
—Saben que cuando les di copias de las llaves de mi casa no fue solo para casos de emergencias, también es por si quieren ocupar el estudio —sonríe tranquilo, aprovechando de estirar los largos brazos con pereza.
Cuando sienten que el ambiente está sofocado luego de horas encerrados, deciden salir, Kook avisa que Yoon está por llegar, aunque se adelantan de todos modos sacando los botellines de cerveza del refrigerador y poniendo a calentar la comida. El beta suspira con frustración al mirar la mancha grasosa en la manga de su suéter, prefiere remojarla con agua tibia antes que se adhiera más al tejido. Sus amigos reían y resignado va a cambiarse, sacando de su closet una vieja sudadera holgada que no tema ensuciar.
A paso lento avanza por el pasillo doblando hacia la cocina, no quiere interrumpir cuando escucha unos murmullos que toman forma a medida que se acerca. Se encuentra con el tipo de escenas que aprietan su pecho, Yeonjun se aferra a Kai; no tendrá los sentidos agudos de alfas, omegas y algunos betas menos comunes, pero sabe leer situaciones, captar las señales no verbales. Mira la rigidez de los dedos que estrujan la tela y las arruguitas del rostro que se contrae antes de esconderse en el cuello del bailarín.
—No quería que resultara así —dice bajito con los párpados apretados—, no quería terminar enamorado de ese mocoso.
Huening acaricia su cabello rubio con una mano antes de abrazarlo firme, dejando un par de besos cortos en su cuello.
—No tiene que resultar mal —susurra con tono comprensivo.
—No resultará bien.
Kookie incómodo da otro paso dubitativo, temiendo romper el momento de contención, pero no queriendo sentir que husmea en la conversación. Baja la mirada avergonzado con el calor en las mejillas cuando el par de alfas clavan sus ojos en él.
—No quería interrumpir —avanza hasta Yeonjun
Los dos saben que el beta escuchó. No es como que el alfa mayor quisiera ocultarle la información, pero recién estaba lidiando con ello y asumiéndolo. No quería cargar a su amigo con más preocupaciones absurdas como un bobo romance de oficina.
—Está bien, Kook —se despega del cuerpo de Hyuka.
—¿De verdad estás bien? —Jeon estira su mano y traspasa la barrera del espacio personal apretando suavecito el hombro de su Yeonjun.
—Podría estar mejor —se fuerza en mostrar un amago de sonrisa—, estaré bien. No subestimes a tu Hyung —adopta una postura erguida y saca pecho, dejando un golpe ligero en el brazo del castaño.
Asiente, no muy seguro, pero intentando convencerse, así como Jun lo intenta consigo mismo.
—Las brochetas —murmura Kai apuntando el horno. Señal que los hace moverse para intentar salvarlas.
Yoongi llega irradiando alegría con una bolsa llena de frituras variadas en una mano y un saludo efusivo que se corta apenas encuentra a sus tres menores quietos en la cocina y un ambiente que huele un poco a tristeza y a quemado.
—¿Qué pasó aquí?
Jungkook estira su brazo, sujeta a Yoongi con delicadeza y lo atrae para besar su frente a modo de saludo.
—Acabamos de quemar sin querer las brochetas favoritas de Yeonjun.
°°°
Quisiera tener más momentos seguidos para compartir con su estrecho círculo de amigos. También desearía tener más tiempo para disfrutar de actividades fuera de la rutina con su novio. Al menos las clases de baile ha resultado ser un buen ingrediente a la semana, reían y botaban el estrés acumulado tras largas jornadas de trabajo, pero faltaba salir, quizá le propondría escapar del ruido de la capital, un día de playa o a pasear por el bosque y fotografiar ciervos.
Pensaba en panoramas idílicos mientras tenía su agenda abierta y con las fechas de las próximas reuniones y diversos pendientes. Resopla dispuesto a retomar la concentración a las exigencias de su cargo, pero se distrae de inmediato cuando uno de los oficiales se acerca, Jungkook nota su mirada triste, señala la silla frente a su escritorio y antes de hablar sobre cuestiones de trabajo, prefiere preguntar cómo está y de qué forma puede ayudar.
Es inevitable, se preocupa por sus subordinados y entiende como parte de su labor velar por el bienestar de quienes integran la estación.
Y no sabe si culpar a la posición de los astros, a mercurio retrógrado o simplemente a las casualidades de la vida, pero pareciera que hubo una especie de coincidencia de diversos problemas en la misma semana luego de ver varias caras largas a medida que avanzaba por los corredores y se topaba con oficiales que respondía "Estar bien" con entonaciones decaídas.
Al menos baraja los motivos de las expresiones frustradas de Soobin y Yeonjun, sabiendo que ahí no tienen injerencia, es poco y nada lo que podría hacer por ayudar.
Siempre que se trata de relaciones dentro de la estación, prefiere mantenerse al margen, no se siente quien para prohibirlas o poner trabas —como ha visto en otros lugares—, pensando en el respeto por la autonomía de los policías bajo su supervisión. Lo único que les pide es que lo lleven con prudencia por el bien del ambiente grupal, ya ha tenido que estar en el pasado en el fuego cruzado cuando una pareja rompe y las personas se agrupan en bandos.
Ahora le preocupa Yeonjun, su mano derecha, le inquieta que llegue a sentirse desgastado, aunque hace una autocrítica de cuánto de ello fue su responsabilidad. Sabía que era un desafío ponerlo de guía de Soobin, creía que su amigo podría manejarlo sin mayores problemas, al igual que con otros alfas jóvenes que se integraban rebosantes de arrogancia.
Soobin había terminado siendo un asunto que a Yeonjun se le escapó de las manos.
Y siempre que empieza a dudar de sus decisiones recurre a su sabio consejero. Se lo comentó a Yoongi la noche anterior, quien intentó apaciguar sus preocupaciones sugiriendo mirar el buen complemento que eran esos dos alfas y, enfrentando algunas dificultades, podrían llegar a ser una pareja muy fuerte, pero Kook teme que sea un cincuenta y cincuenta, y terminen por hacerse daño.
No quiere ver a Yeonye quebrarse.
A parte de jefe es amigo y el mayor es uno de los mejores que tiene, la tendencia natural es querer intervenir y cuidarlo, hacer lo que sea que esté a su alcance para sostenerlo, que no sienta que tiene que acarrear con todo.
Ya dio el puntapié inicial con meter a Soobin a la fuerza en su rutina diaria y ciertamente ha logrado orientarlo bastante bien, ya no es el policía impulsivo y dominante de las primeras semanas. Además el resto de compañeros también contribuyeron para que el alfa suavizara las defensas con su nuevo grupo.
Yoon le dijo que el Choi menor podría tener una capa de altivez, pero en el fondo era como un cachorro travieso y alegre. "Lo había visto un par de veces antes, ¿Sabías que es amigo de Beomie?", le había comentado cuando recién lo trasladaron a su estación.
Piensa que quizá fue eso lo que resultó tan atractivo para Jun, recuerda que le gustaban las personas en cuyas miradas hubiera aquel destello juguetón. Si lo analizaba, resulta ser un buen complemento para alguien tan sereno como su Hyung.
"Te lo he dicho todo ese tiempo", le diría Yoonie si pudiera escuchar sus cavilaciones.
—Jennie te las envía —como si fuera otra coincidencia más, lo interrumpe el alfa rubio con carpetas entre las manos y una expresión letárgica previa a un necesario café para volver a revivir.
—¿Todo bien? —aprovecha de preguntar.
—Todo bien.
—¿Todo, absolutamente todo? —insiste, solo un poquito, no piensa volver a indagar si Yeon pone un freno.
—Si te refieres al mocoso, supongo que sí.
—¿Supones?
—Las cosas con él son impredecibles —comenta tomando asiento, recargando su peso sobre el escritorio, encima de las carpetas—. También tengo sueño —bosteza cubriéndose la cara.
—¿Debo preocuparme? A momentos creo que me excedí.
—No te preocupes, Kookie —dice bajito.
A Jungkook le gusta cuando están a solas porque tiene a su amigo al frente, no sólo al oficial Choi.
—Me pides algo complejo, Hyung, ¿Cuántas veces te has sentido atormentado, pero no has pensado en decirme? —no puede contenerlo, necesita exteriorizar su propia preocupación—. Entonces aparezco para designarte tareas complejas, a juntarte con Soobin, pero si hubiera sabido que...
"Estás enamorado", no consigue decirlo, como si intuyera que tan solo mencionarlo la expresión de Yeon volvería a reflejar el dolor de aquella tarde que se aferraba a Kai.
—Kook, no —Jun niega.
—Sé que no quieres preocuparme...
—Está bien, nunca te expliqué claramente lo que pasaba, además... —rasca su nuca y levanta la mirada— me gusta ese tiempo con él, tanto como a veces lo detesto. Es un caos, pero puedo manejarlo.
Yeonjun es como un puzzle complejo. El ejemplo de lo que son los finos equilibrios. Entre querer cuidarlo y no hacerlo sentir subestimado. Entre confiar en sus inmensas habilidades, pero no saturarlo.
—Cuando no puedas, cuando sientas que es mucho...Por favor dime —sujeta su brazo—. Soy tu amigo antes que cualquier cosa, quiero lo mejor para la estación y para mis oficiales, pero más importante aún, para Choi Yeonjun.
—Jungkookie, eres demasiado bueno para tu propio bien.
Jeon no ve que la relación mejore, incluso cuando nota el aire de enfado en la mirada de Soobin recuerda los primeros meses, luego de ponerlo bajo la guía de Yeonjun. Quiere alimentarse de optimismo, repitiéndose que algunas cosas no mejoran en un par de días. Por convivencia sana prefiere poner un poco de distancia entre las labores de ambos, tal vez les ayude a respirar mejor y pensar.
Una de las omegas le avisa que falta poco para su primera reunión, tenía la esperanza que le dijera que fue cancelada en lugar de la confirmación. Una lástima. Apenas inicia su mañana y sabe de antemano que el día promete ser caótico. Incluso calculando las horas, no sería posible cumplir con todo y por cariño a su salud mental le pide a Yeonjun que asista a una como su representante.
Kook está convencido que hay una consciencia colectiva destinada a grandes cosas, así como también a pequeñas desgracias, por ejemplo, coordinar el mismo día todos los eventos que terminaron convergiendo en su agenda, para su mala suerte.
—Mercurio retrógrado, no será una buena semana —escucha comentar a una oficial beta por el pasillo a otro de sus compañeros.
En la última reunión tuvo que poner todo su esfuerzo para mantenerse concentrado, teniendo que ignorar los reclamos de su niño interno que lloriquea y reclamaba por volver a casa. Es más, si le preguntaban que quería hacer, terminaría por decir que meterse en la cama y refugiarse entre los brazos de su novio.
Seguramente ha llegado a la estación con cara de estar más muerto que vivo porque Jennie amablemente le ofrece un café. Niega, pero agradeció el gesto, ya tomó demasiadas tazas para mantenerse despierto en las reuniones. Una más podría mandar su presión al cielo.
Avanza a su oficina, deja las carpetas y el papeleo pendiente quedará para mañana, cada minuto que lo separa de su casa es tortuoso.
Aunque las voces delos dos Chois terminan por frenar sus pasos, no entiende de qué están hablando, tampoco es que quiera hacerlo, ¿Por qué tiene que cruzarse en ese tipo de momentos? Bueno, ayudaría bastante que el par de alfas cerraran la puerta.
—¿Podemos o no?
Escucha la voz del oficial menor, prefiere alejarse a pasos rápidos, aunque la curiosidad pica en su cabeza cansada.
Lo primero que hace al entrar, además de quitarse los zapatos y disfrutar de la temperatura fría del piso, es llegar a zancadas a su habitación, coger su pijama de Cooky, seguido de una tibia ducha que alivie sus músculos fatigados y finalmente acurrucarse con dicha bajo las frazadas.
Siente que podría dormirse, está cansadísimo, siendo plenamente consciente de los factores que se extiende más allá de correr de una reunión a otra. Es inevitable que su energía se drene en preocupaciones, ser frío no está en la esencia de Kook, a quien le gusta que las personas que lo rodean se sientan bien, cada oficial en su estación es valioso, quiere contribuir en que no vean llegar al trabajo como una razón de frustración.
El castaño asume que buena parte de su agotamiento termina siendo voluntario. Al menos en casa ya quiere dejar de pensar en el trabajo, toma el libro de la orilla del pequeño mueble y combate el sueño avanzando otro capítulo mientras espera a Yoongi. A veces por temas de turnos no alcanzan a encontrarse despiertos y en la mañana alguno de los dos se va antes que el otro.
La alegría de expande en su pecho cuando escucha el ruido de la puerta. Apenas ve a su Hyung con su expresión exhausta entrando a la habitación, extiende los brazos en un llamado mudo a que se acerque. Lo estruja con fuerza y esconde el rostro contra su cuello.
—Kookie, tengo que cambiarme —dice suavecito, riendo, dejando un par de besos cortos en su coronilla. El más alto niega sin soltarlo—. No puedo dormir con esta ropa.
—No duermas con ropa —sugiere con esa sonrisa de conejito que al peliazul le da años de vida—, puedo ayudarte —desliza las manos bajo la camiseta , acariciando directo la piel tibia y tersa de su espalda.
Min entre risas se escabulle del agarre y parte con su ropa de dormir colgando del antebrazo hacia el baño.
Mirar a Jeon concentrado con la vista en su libro es la mejor parte de su tedioso día. Tan atractivo con sus esponjosos labios entreabiertos, los largos dedos cambian de página como si acariciara las hojas. Siempre ha tratado con respeto los libros. Recuerda las noches en vela en la que su novio le ayudaba a estudiar, que era capaz de alejar cualquier potencial peligro —principalmente la comida y las tazas de café— de los gruesos tomos de anatomía que pedía de la biblioteca, temiendo que reponer alguno implicaría gastar meses de alquiler.
Empezaron a vivir juntos cuando Yoon cursaba su segundo año de universidad, lejos de la presión de sus padres. Los trabajos de verano y algunos esporádicos durante los fines de semana le permitieron juntar un piso para arrendar un pequeño apartamento estudio. No abundaban las comodidades, pero estar tranquilos y cumpliendo una de sus metas era una satisfacción más que suficiente.
Veía a su novio bostezar, antes de besarle la frente y dejar en sus manos coloridas tarjetas con ayuda-memoria de los capítulos del libro de bioquímica que entraba en uno de sus exámenes de la semana. ¿Cuánto tiempo libre le dedicó? Se levantó de un salto de la cama con el corazón agitado para envolver los brazos en su cuello, susurrando "Gracias" al menos tres veces seguidas.
Jungkook varias veces había dejado sus responsabilidades relegadas para ayudarle a repasar, diciendo que tenía que mantener su beca y era inhumano que sus profesores pusieran las evaluaciones comprimidas en la semana y que creyeran que era posible devorarse tantos libros y memorizar tantos conceptos.
—Ellos saben mejor que nosotros cuánto dura la curva de atención y cómo funciona la memoria de trabajo —decía el ojitos de Bambi, releyendo los apuntes de su mayor y elaborando un mapa conceptual.
—Estoy seguro que podrías haber entrado a estudiar medicina conmigo y serías uno de los mejores alumnos de la generación —afirmó dejando el libro a un lado, su vista estaba agotada.
—No lo creo — el beta negaba con una sonrisa modesta, estirándose desde su posición para sujetarle la mano.
—¿Cómo que no? Tienes una buena memoria, una capacidad de síntesis excelente, incluso tu mamá me decía orgullosa que su hijo sacaba siempre los puntajes más altos de la escuela.
Kook sacudía la cabeza en una negativa y Gi se abalanzaba para atraparlo en un abrazo, repitiendo suavecito que tenía un cerebro brillante.
—Estás riendo —comenta cuando el omega entra a la cama.
—Recordaba cuando me ayudabas estudiar —dice arrimándose más al tibio cuerpo del contrario—. A veces olvido que mi novio tiene un IQ por las nubes.
Al peliazul le gusta lo fácil que es hacerlo sonrojar con elogios. Se encoge de hombros, su mejillas se tiñen y sonríe tímido. No besarlo es imposible. El menor rodea su cintura, cerrando los ojos para disfrutar plenamente del tacto acolchado de los labios del omega.
—Deberíamos ir a la playa o al bosque —sugiere acariciando su mejilla con la punta de la nariz.
—Al bosque, hace mucho no vamos a mirar ciervos asustadizos —se acomoda sobre su regazo.
Yoon masajea con cariño los hombros tensos a la par del balance ligero de su peso sobre los muslos del policía beta. Jungkook se deja mimar, permitiendo que el omega hiciera cuanto quisiera.
Ha perdido la cuenta de la cantidad de veces que se ha dejado moldear por sus varoniles pero adorables manos. No podría ofrecerle una mordida que surcara su cuello, pero si le entregaba por completo su corazón y confianza, ofreciendo recibir y atesorar lo que sea que Min quisiera darle. Al principio le asustaba la enorme cantidad de amor, pero el tiempo le ha enseñado a trabajar con tantas inseguridades, solamente confiando.
—Entonces pediré el próximo día libre cuando confirmes el tuyo.
Gi asiente antes de buscar otro beso lento.
—¿Te acuerdas cuando eras mi sujeto de prueba?
Cómo olvidarlo.
Yoon desplazaba sus yemas haciendo presión sobre los músculos rígidos, deshaciendo los nudos mientras comentaba cada nombre específico, un recorrido completo de su espalda junto a una descripción anatómica que servía de repaso didáctico de todo aquello que leía en sus gruesos libros llenos de imágenes junto a extensos párrafos.
Kook soltaba pequeños ruiditos de satisfacción. Apreciaba cuando su novio le pedía ser su sujeto de estudio aludiendo a la importancia del aprendizaje práctico. Siempre había estado más que dispuesto a ayudarlo.
—Ya quiero llegar a la parte del repaso que incluye anatomía sexual —susurraba bajito contra su oído.
El joven beta se sonrojó y volteó a mirarlo, topándose con la hermosa expresión alegre de ojitos cerrados que tanto le gustaba, acompañada de su risa melodiosa y las encías rosadas.
—Sabes que estoy más que disponible.
Min apretó sus nalgas, amasándolas firme con sus pequeñas manos.
—Podría partir hoy, un adelanto —delineaba el elástico ajustado a sus caderas, ansiando explorar.
El beta levantó las caderas para que el omega bajara su ropa en señal de aprobación.
—¿Qué quieres hacer? —preguntó ronco y curioso.
—No sé si lo tenías en cuenta, pero no solo los omegas tenemos un montón de terminaciones nerviosas aquí —delineaba en círculos el estrecho agujero—. Quiero probar un pequeño masaje, ¿Puedo, Kookie?
No veía razones válidas para decirle que no, no había planteado la posibilidad que el joven omega adorable quisiera cambiar papeles que parecían tan claramente delimitados. La idea lo intrigaba, aunque no por ello se sentía menos nervioso de intentar algo nuevo.
Yoongi chupaba uno de sus dedos, mirándolo con una expresión cargada de sensualidad que arrancó un gemido de Jungkook en anticipo, sumado de otro cuando lo introdujo lento, forzando con cuidado las paredes apretadas.
Kook no podía decir que estuviera sintiendo una gran maravilla o tal vez eran los nervios que todavía no le permitían disfrutar. Gi usó su otra mano para masturbarlo sin prisa y las sensaciones se mezclaban de las zonas estimuladas. Cuando lo notó más relajado, dejó de atender su erección ignorando el jadeo frustrado de su beta.
De a poco Jeon iba percibiendo los hormigueos agradables, ligeras descargas cada vez que Min presionaba su pared interna. Terminó por cerrar los ojos dejándose llevar.
El omega se deleitaba con la imagen. Si hubiera comprado lubricante cuando acompañó a Yeonjun a la farmacia todo sería más cómodo. Mordió su labio al momento que una idea cruzó fugaz por su mente al sentir sus muslos mojados. Prefirió no pensar demasiado y recoger un poco de ese líquido resbaladizo para empapar sus dedos.
El castaño lo miraba con curiosidad y las mejillas rojísimas, gimiendo alto cuando hundió dos dígitos. Desplazaba las yemas con facilidad por el interior caliente, respiraba su propio aroma dulce mezclado con el ligero olor salado del sudor de ambos. Continuaba empujando, sabía que no necesitaba llegar demasiado profundo para encontrar la zona deseada, solo unos cuantos centímetros adentro y ya tenía a su novio deshaciéndose.
Observó que el beta dirigía las manos a su entrepierna para tocarse, temblando, apenas sosteniendo su peso en uno de sus codos.
—No, bebé. Prohibido que te toques, quiero hacerte llegar sólo estimulando tu próstata —se quejó antes que estropeara su experimento—. Se un buen sujeto de prueba, deja tus manos lejos y permanece quieto para mí.
No podía permanecer quieto cuando el placer lo sacudía en oleada, entonces arqueaba la espalda, presionaba con las rodillas el colchón y ya había perdido la vergüenza así que alzaba su culo hacia Min, moviéndose contra sus dedos gorditos que lo llenaban tan bien.
—Yoonie, no puedo más —avisaba con la voz ahogada, comprimiendo la almohada.
La mayoría de las veces la palabra de su novio era ley y acabó alcanzando un orgasmo sin tocarse.
—A la próxima la quiero meter.
No sabía decirle que no, tampoco quería. Y a la siguiente vez, Yoongi cumplió, comentándole absolutamente satisfecho que era un omega con suerte.
—No es como que sea levantar una piedra y que un omega encuentre a una pareja que quiera estar abajo, la otra vez hablábamos de eso con Taehyunnie, de lo frágil que es la sexualidad de varios alfas y betas hombres —decía enredando los dedos entre el cabello castaño claro de su novio que descansaba sobre su pecho—. ¿Cómo no decir que soy afortunado? Tengo un novio brillante, que se entrega por completo y confía tanto en mí que me asusta.
—También me asusta lo mucho que amas —respondió en un susurro, besando sobre la clavícula.
—¿Cómo no hacerlo? Sé que me cuidas.
—Y tú a mí.
°°°
Asume que dejarse sostener por Yoonie ha sido parte de la receta de éxito de su relación. No temer a experimentar, a la exploración consensuada y confiar por completo. Por lo mismo cuando el omega quiere variar, jugar a dominar y ganarse entre sus piernas, está más que dispuesto a ceder todo.
Si algo le da estabilidad a Kookie después de un día agotador es la certeza de llegar y encontrar el soporte de Gi.
—Si algo me anima después de un día estresante es esto —aprieta a su novio con los brazos que envuelven sus hombros y las piernas en sus costados—. Llegar y poder sostenerme en ti —deja un par de besos cortitos en su mejilla.
Jungkook se estremece, queriendo decirle que acaba de robarse su frase, pero el tacto blandito de esos labios por su rostro pasa a primer plano.
Todo siempre ha sido mutuo. Muchos miedos fueron desapareciendo en el camino. Jungkook temió en algún momento que apareciera un alfa con algún aroma atractivo para su novio, que pudiera darle un lazo y los hijos que no han logrado concebir. A Yoongi le asustaba que el beta terminara saturado de lidiar con un omega sensible o más simplificado aún, que dejara de quererlo.
Los años iban demostrando que hablando de ello, los monstruos imaginarios perdían forma. Partiendo por los hijos, "Adoptemos", le decía. Siguiendo por el lazo "Qué más necesitas si te tengo tan arraigado aquí", le recordaba el omega apoyando la mano el beta sobre su pecho. Cuando era Yoon quien temía, Kook le repetía que en todas sus proyecciones estaba incluido como su compañero, aún con décadas de distancia.
Jungkook ama a Yoongi con todo lo que es.
—¿Aún sigue en pie la idea de dormir sin ropa? —pregunta con su entonación dulce y caricias en la nuca del más alto.
—Todo lo que quieras —murmura contra sus labios.
°°°
Bendito sea el YoonKookGi TuT
Me dolió mucho que Junnie llorase en hombros de Kai :c Ya verán en el próximo capítulo más detalles.
Voten y comenten 💖
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