XIX. Perdido y hambriento

Soobin tiene parte de su atención puesta en el paisaje rutinario que observa a través de la ventana. Regresa a la estación junto a dos de sus compañeros que conversan de vaya a saber qué, en su cabeza arma una lista de compras para su próxima visita al supermercado, Yeonjun prometió prepararle ramen luego de perder una pequeña apuesta la noche anterior.

-No puedo -susurraba Yeonjun contra su oído, abrazándolo con fuerzas, sucumbiendo ante la fricción brusca-...Perdí -anunciaba a la par que se corría bajo su cuerpo. Gimió aliviado dejándose ir segundos después con la dicha adicional del triunfo.

Sacude la cabeza como si ayudara a sacarse la imagen mental de su mayor alcanzando el orgasmo. No quiere que su aroma lo delate, ya suficiente con que esté mezclándose con café para además evidenciar la excitación. Bastaría solo un poco para que el alfa que va de copiloto voltee.

Autocontrol. Busca cambiar su estado trayendo a la luz otros pensamientos...

-El oficial Choi se ve un poco más alegre -comenta el oficial beta que manejaba sin quitar los ojos de la pista.

Es tan difícil si sus compañeros no cooperan.

-Quizá conoció algún omega.

-De todo el tiempo que llevo compartiendo con él jamás he visto que se fijara en uno -se encoge de hombros.

Aprieta los puños incómodo con el rumbo de la conversación. Ni siquiera deberían estar hablando de Yeonjun a sus espaldas.

Inevitablemente le asalta la duda si también hablarán de él, de su cercanía con ese alfa que desordena su vida.

-¿Qué dices? Yeonjun es un sujeto reservado y educado, no andaría por ahí presumiendo a su omega como un trofeo. Quién esté con él debe ser una persona afortunada.

-O quizás no le gustan los omegas.

-¿Qué estás insinuando?

Le molesta ver al otro alfa frunciendo el ceño. Se repite que debe respirar lento, la rabia solamente terminaría por exhibirlo.

-No te lo tomes así, lo que digo no es una ofensa ni nada parecido, sólo planteo hechos y desde que lo conozco, incluyendo el tiempo en la academia. Nunca lo he visto interesado en alguien de la casta que sea.

-Es que Yeonjun hyung sabe cuidar su intimidad.

-Ya, sí sé que lo admiras, pero hazlo menos notorio que es vergonzoso. Empezaré a pensar que estás enamorado de ese alfa.

Tiene que morderse la lengua porque basta con cotejar la idea para que arda como lava en sus entrañas.

-¡Yah, no digas algo tan desagradable como eso! -se defiende Baekhyun y hace una mueca de rechazo.

-Ohh, cuando vea al oficial Choi le diré que su preciado Dongsaeng lo encuentra desagradable.

-¡No! -brinca del asiento con expresión asustada- Me estás malinterpretando.

Soobin tuvo que hacer un esfuerzo descomunal para tragarse la rabia y que sus feromonas no tensaran el ambiente. No sabía tampoco por dónde comenzar a desmenuzar el enojo, si es porque hablaban de Yeonjun o porque se trataba de Baekhyun y los celos se asentaban con facilidad en su estómago. "Ya quisieras tener una noche junto a Yeonjun, lástima para ti que está conmigo", tuvo que contenerse, aunque su lobo exigía defender, atacar, delimitar. Bueno, no estaban juntos exactamente, pero ya comenzaba a asumir que por ahí iba el rumbo de las cosas, después de todo, se estaban cortejando mutuamente.

-¿Qué piensas, Soobin-ah? -pregunta el conductor para integrarlo a una conversación de la que no quiere ser parte.

-Independiente si le gustaran omegas, betas o alfas, no quita lo bien que se desempeña.

-Exacto -afirma el beta haciendo un movimiento afirmativo.

Antes que continuaran hablando del alfa rubio, tomó por sí mismo la iniciativa de cambiar el tema de conversación. La lluvia anunciada para el fin de semana sirvió de distractor suficiente, aunque el sabor amargo permanecía en su boca.

A veces piensa que son sus fantasmas dando vueltas, siendo que hasta ahora nadie insinúa nada fuera de usual respecto a cómo su aroma va tomando notas terrosas y tostadas. No debería desconfiar de sus compañeros cuando nunca los ha escuchado esparcir rumores malintencionados, sin embargo, la duda permanece.

"¿Y qué si hablan?", quiere tratar de convencerse, se lo dijo a sus Sunbaes en el auto y debiera aplicarlo a sí mismo, que sea la calidad de su trabajo y sus cualidades lo que termine por importar.

Lo que sea que esté llevando junto a Yeonye es por completo asunto de los dos, aunque no ha ayudado mucho la falta de discreción cuando las oficinas vacías son espacios tentadores o esa tarde que se intercambiaron regalos al mismo tiempo justo cuando pasaban Jennie y Lisa. Hasta resultaba extraño que sus compañeros no insinuaran nada. Mejor así.

Se promete una vez más ser disimulado, pero basta que aparezca Yeon con una sonrisita pequeña, café y donas para darse por perdido, buscando un poco de roce casual, como acariciar fugaz su mano al coger la taza.

No puede desconocer que su Hyung lo consiente, no usará palabras bonitas, pero no escatima en gestos. A nivel general se siente protegido por él y genera un debate interno, entre disfrutar de los mimos y demostrar que no es un crío, que no necesita que tenga un ojo encima, sabiendo cómo debe hacer su trabajo.

Él y su lobo con el orgullo por las nubes les resulta difícil cuando quiere verse a sí mismo como el protector del sujeto que le gusta, aunque sea un alfa y sus naturalezas empiecen a poner barreras en cómo llevar la dinámica de la relación.

Incluso el sexo, básicamente se han limitado a mucha fricción y su Hyung no parece dispuesto a ceder. Por su parte tampoco, intenta armarse la idea y un escalofrío baja por su espalda. No puede. Recuerda ese sueño-pesadilla en el que Yeonjun lo marcaba como a un delta mientras abría las piernas para él y nuevamente se estremece.

"Alguno tendrá que ceder primero", le había dicho Taehyun cuando tímidamente recurrió a sus recetas de cocina y consejos adicionales sobre la vida.

No quiere ser quien ceda primero.

Cuando atraviesa la recepción lo primero que hace es buscar con la mirada al alfa de ojos enigmáticos, quien lo recibe con una sonrisa involuntaria, apenas se curvan sus labios antes de recomponer el semblante serio y Soo no puede desaprovechar el momento.

-¿Feliz de verme? -sonríe ladino y recibe un ligero golpe en la nuca como respuesta-. Yah, la respuesta debería ser un -se queja con expresión de falsa indignación.

- -susurra ronquito contra su oído al pasar por su lado y tomar su puesto tras el mesón de la recepción.

Soobin se queda de pie en su sitio con la sensación fantasma de los hormigueos y el aliento tibio sobre la piel sensible.

No es justo que ese alfa tenga el poder para dejarlo paralizado con acciones tan pequeñas que se sienten como un terremoto en su interior.

Tampoco es justo que después de estar tan tentado y fantaseando con los besos que no han compartido no puedan pasar la noche juntos. Le queda como consuelo la fragancia del café adherida a su almohada.

Su último acto de travesura es enviarle una foto de la erección que resalta cubierta por la tela apretada de la ropa interior, comentando que son las consecuencias de pensar en su querido Hyung.

Yeonjun hyung:

[Mocoso, eres el peor]
[Estoy cenando con mi hermano y casi me ahogo por mirar tu foto]

Frota la nariz en la superficie afelpada, se embriaga del aroma a café y cierra los ojos para perderse en las fantasías que llenan de cosquillas su estómago.

Lo disfruta tanto...

Ese alfa es su perdición.

Y como no quiere perderse solo, muerde su labio y envía una última foto.

°°°


Yoongi aprieta los labios e ignora las preguntas de su hermano mayor cuando el calor llega de golpe de sus mejillas blancas. Continúa comiendo con respuestas esquivas.

-Cuéntale a tu Hyung, ¿Quién es? ¿Un alfa? ¿Un beta?

Su familia lo tiene más que asumido luego de años que nunca llevó ningún omega. Dejaron de armar planes junto a Yoongi -"Y tan buen omega, yerno ideal"- y, además, decían que perdió a un buen candidato a novio como lo era Kai.

Recuerda haber llevado sólo a un novio ante sus padres y fue el amigo beta de Taehyun, pero en general ninguna otra relación había llegado a tener el peso suficiente. La naturaleza reservada de Yeonjun es una barrera a nivel general que impide compartir con los demás el caos que vive por dentro así como diversos detalles de su vida.

Tragarse los problemas siempre le ha resultado inevitable, por lo que agradece tanto que sus amigos faciliten las cosas con una dosis ligera de presión que le ayuda a soltarse.

-¿Por qué asumes que hay alguien?

-Estás rojo después de mirar el celular, además escribiste rápido, es decir, no querías que esa persona esperara su respuesta.

-La comida está picante -alza los hombros incómodo y su hermano ríe sin creerle.

El celular vibra sobre la mesa, nota que hay un nuevo archivo adjunto de parte de Soobin, maldito mocoso, no quería abrirlo, al menos no en presencia de su hermano que eleva las cejas y no borra esa sonrisa de "Sospecho lo que está pasando", mejor que no lo sepa. Desvía el tema antes que lo retomara, le pide que le muestre las fotos de los nuevos perritos que adoptó junto a su novia, una pareja de pequeños caniches, uno color café y la otra blanquita. Observa con ternura un video en el que juegan revolcándose en la alfombra, a veces quisiera un perrito, pero luego se pregunta quién lo acompañaría en los días de jornadas largas.

-Queremos que tengan una camada antes de esterilizarlos, podrías tener a uno de los cachorritos.

-Estaría muy solo.

-Dos perritos, son ideales para espacios pequeños como apartamentos.

-Lo pensaré -mira la pequeña sala de estar imaginando a un par de cachorros revoltosos, agrega a un tercero, porque visualiza a Bin jugando con ellos sentado en el suelo y sonriendo radiante. No es un mal panorama.

No debería, realmente no debería armarse escenas y llenarse de fantasías, pero aquellos pensamientos se mandan por su cuenta. Aparecen en forma de imágenes y llenan su estómago de insectos revoloteando.

Le duele proyectarse junto al azabache, porque es impredecible, a veces cree poder leerlo, en otros momentos es una caja de sorpresas y no sabe cómo tomarse las cosas. Múltiples emociones y dudas lo sacuden. Al menos sabe que su compañero le está devolviendo todo el asunto del cortejo e incluso lo toma como si fuera una competencia, es como si lo desafiara a cada vez ir más lejos. "Me regalas una dona y yo te traigo tres". A ratos le causa gracias, en otros se pregunta si es solamente un juego, ¿Qué hará una vez que gane? ¿Qué será de él cuando el juego se vuelva rutinario? ¿Se aburrirá Soobin cuando se de cuenta que puede llegar y conquistar a quien sea, incluso a un alfa, con esa sonrisa encantadora?

La lógica que va quedando le advierte que ya no hay vuelta atrás, pero que no haga de esto algo más doloroso.

No puede. No cuando aparecía con esos gestos adorables y lo desarmaba por completo, ahogaba sus interrogantes con algo tan simple como regalarle su bufanda una noche fría.

Otro día su cerebro operó en plan de marcar ocupado cuando el alfa ojos negros le entregó una bolsita de galletas de mantequilla.

-¿No corro el riesgo de envenenamiento? -preguntó al salir medianamente del trance de la sorpresa.

-No, las probé y están buenas -se quejó de brazos cruzados-. Aquí tratando de hacer un gesto bonito por mi Hyung, ¿Y qué obtengo en respuesta? Acusa mi comida de ser un arma letal.

Mocoso adorable.

No puede con él.

Ni con sus galletas que devoró junto a una taza de café hasta que llegaron Jungkook y Huening a la cocina de la estación con vestimenta de civil interrogando por qué no estaba listo para salir aún. Tenía las mejillas llenas y la comisura de los labios con migas.

Cuando sus amigos acercaron la mano para sacar un par de galletas su lado animal quiso gruñir un "Mías", pero desde lo racional y civilizado masculló un: -Adelante -sumado a una expresión de disgusto cuando Kai le tomó una foto.

-Hyung comiendo, es un hyung adorable -recitaba el alfa castaño.

Con el poco disimulo que le quedaba tomó su bolsa y escondió las galletas en su bolsillo, lejos del par de animales carroñeros que no alejaban sus manos. "¿Qué me estaba pasando?"

Echa un vistazo rápido al celular tras ver que su hermano camina por el pasillo hacia el baño.

"Maldito mocoso", repite al segundo que el aire escasea en su sistema, avergonzado mirando la osada foto enseñando un poco el panorama dentro de la apretada ropa interior, si aumentaba la luz de la pantalla podía apreciarlo mejor. Ansiaba tanto meter la mano y entrar en contacto directo con esa piel, seguramente caliente y húmeda, la punta brillaba y Jun tenía que tragarse el deseo, su hermano es un omega con buen olfato.

Soobin es cruel, no debería mandarle ese tipo de mensajes tentadores. No sería la primera vez, partieron con audios que subían de tono y su compañero lo sorprendió con una explícita foto que casi le hace soltar el móvil. Simplemente escribió un "La envío porque confío en ti". El pacto era y sigue siendo disfrutarlas y borrarlas.

Choi lo tiene más que perdido, siente que da pasos a oscuras cuando se trata de él.

Caminan a ciegas y al distanciarse se percata de lo peor de todo: Cuenta las horas para encontrarse... Perdido es un término que se queda corto.


°°°



-Dos cosas, Soobin-ah. Primero, hay un operativo hoy y estás dentro, segunda -siempre le genera ansiedad proponerlo, aunque lo haya hecho varias veces con anterioridad-, podrías pasar la noche conmigo.

No hace falta una respuesta verbal cuando el aroma alegre habla primero. Soobin asiente con una de esas sonrisas adorables y no deja de pensar en los suaves conejitos.

-Me recuerdas a un conejito -le había dicho varias noches atrás mientras rascaba su cuero cabelludo.

-Y tú a un zorro arisco y perezoso.

-Te hacía un cumplido -protestó fingiendo estar ofendido.

-Yo también. Eres como un zorrito difícil, pero adorable.

Y le sonreía de esa forma que resultaba una completa debilidad y daba su batalla por perdida.

Bin no es consciente de la facilidad con la que puede doblegarlo. El chiquillo puede hacer y deshacer a su antojo. Yeon siente que sus emociones son una cosa maleable en las manos de ese alfa terco.

-Deja de sonreír como bobo enamorado, el jefe te llama.

Un codazo de Lisa lo arrastra a la realidad. Le dirige una mirada fulminante a la oficial que se divierte a costa suya antes de ir a la oficina de Jungkook para afinar los últimos detalles del operativo.

En teoría sonaba sencillo. Irían como personal de apoyo, ayudarían a que el área estuviera despejada y ningún civil corriera peligro. El resto de la redada la llevaría a cabo la unidad de antinarcóticos y crimen organizado. Ellos estarían a una distancia prudente desviando el tránsito.

En teoría...

Y Yeonjun conoce de primera fuente lo mucho que puede distar la teoría de la práctica.

Espera que no sea el caso.




°°°



-Te dije, Yeonjun, te dije que eligieras a otro -reclama la oficial Mannoban con las manos firmes al volante olvidando todos los márgenes del respeto con su compañero mayor.

La teoría no aplica, pero sí hace sentido la frase que dicta: La realidad supera a la ficción.

-¿Te he dicho que eres una conductora genial, Noona?

Si la situación fuera otra y el corazón de la beta no estuviera queriendo salir de su pecho le habría respondido: "¿Desde cuándo te he dado tanta confianza?". Está escandalizada con el estridente sonido de la sirena, pasando entre los vehículos que le ceden el espacio siguiendo a la patrulla que va por delante. Va junto a tres alfas y el único centrado con la vista en el camino y dándole indicaciones es Yeonjun. Los otros dos son un par de cachorros entusiasmados como si protagonizaran su primera gran aventura. ¿Qué demonios sucede con sus sensores de peligro?

-"No, si es un operativo simple, sólo irán de personal de apoyo", Sí claro -mascullaba con la adrenalina disparando su pulso-. Si yo debí quedarme tranquila registrando casos en la recepción -se queja para drenar en un porcentaje mínimo la tensión.

Deja que Yeonjun se haga cargo, ella prefiere aliviar la carga mental limitándose a ejecutar. Es el mayor quien recibe las indicaciones por el transmisor y le informa al pequeño grupo en el vehículo que se dirigen más patrullas para rodearlos en la autopista.

Yeon mira de reojo a Soobin, aunque el aroma picante y ácido habla por sí solo. El otro alfa intenta disimularlo un poco más, pero el par de críos están ansiosos y entusiasmados. El oficial Choi mayor, al igual que Lisa, no es un férreo amigo de las persecuciones y operativos riesgosos, sabe que no está exento de vivirlos, es parte del trabajo, pero prefiere las jornadas tranquilas y no hacer de sus días un filme de acción.

El resto transcurre demasiado rápido para su gusto, tienen que bajar, despejar el área y no sabe en qué momento entre una orden y otra Soobin ha desaparecido de su vista. Se fuerza a serenarse, tiene que conservar la cabeza fría, no puede dejar que el ruido de las sirenas y el golpe seco de los disparos lo alteren. Choi sabe cuidarse, confía que no irá directo al fuego cruzado. Continúa atento a la situación y las instrucciones sin despegarse del comunicador.

La redada es un éxito -relativo, porque no salió como fue planificado inicialmente-, no hay civiles heridos, aunque sí un par de oficiales, su corazón se estruja de pensar que uno de ellos podría ser su maldito mocoso disparatado...

Está caminando hacia su dirección y siente alivio.

Al mismo tiempo quiere ahorcarlo.

Tiene el descaro de volver junto a dos oficiales más que halagan su desempeño y él se pavonea con el pecho en alto. Con su porte de alfa orgulloso menciona sin un ápice de humildad que es de los mejores tiradores de la estación -lo cual no es mentira-.

Yeonjun quiere zamarrearlo y darle un reprimenda a la misma proporción del susto que le hizo pasar, pero lo máximo que le permite el contexto es fulminarlo con la mirada hasta que los otros dos oficiales lo dejan solo.

-Tonto alfa, qué mierda está mal con tu sensor de peligro.

-Todo resultó bien -dice alzando los hombros como si nada.

-No se trata de eso...

-Fui útil, soy un buen tirador, lo hice bien.

Huele la rabia, tan ácida, el picor del jengibre hormiguea en su nariz. Yeon sólo quería que la jornada terminara en paz, regresar juntos, besarse hasta el cansancio. Otra cosa que no resulta como esperaba: Acabar enojado y tener que regañar a Bin por ser un mocoso irresponsable.

-Desapareciste sin el permiso de nadie, oficial Choi.

-No desaparecí -responde testarudo apretando los puños.

-No sabes obedecer órdenes, recuerda que elegiste el lugar equivocado si crees que te mandas solo -dice intentando mantenerse frío, pero no lo consigue-. Además, estaba preocupado por ti -confiesa rígido en su sitio, forzándose a no mirar sus pies, atento a la expresión de furia contenida del más alto que lo perfora con sus grandes ojos oscuros.

-No tienes que protegerme como a un omega.

¿Por qué es tan difícil que ese mocoso lo entienda?

-Me importas, es normal que quiera cuidarte -suelta tras un suspiro cansado que va desvaneciendo su rabia-. Imagino que... En una situación de peligro también te preocuparías por mí -añade un poco más bajito-. Tenía miedo que te expusieras más de la cuenta -finaliza antes de volver al vehículo, Lisa les hacía señas a un par de metros de distancia.

El resto del camino se resume en un incómodo encierro. Incluso la joven beta bufa cuando el otro oficial comenta un ingenuo "Escuché que estuviste genial, Soobin". Yeonjun comprime el volante y ni siquiera piensa en mirar al par de alfas por el retrovisor, batalla por lidiar con su propia frustración.

Decide que llenará el reporte mañana -gran sugerencia de la chica de mechas que le dijo que sería una locura ponerse más presión sobre los hombros-, ahora sólo desea volver a la comodidad de su hogar, ni siquiera se atreve a preguntarle a Soo si el plan sigue en pie.

-Lo siento -susurra bajito el alfa más joven sujetando la manga de su camisa-. Lo siento, tenías razón, en todo -admite, de pensar en una situación riesgosa para Yeonjun ciertamente saltaría impulsivo para protegerlo-. No volverá a ocurrir.

Luce como un cachorro regañado con las oreja bajas y una mirada que suaviza al rubio de la misma forma que cuando sonríe.

Es tan fácil perder cuando se trata de Soobin.



°°°



Llegan al apartamento del mayor, todavía con el uniforme puesto y el estrés acumulado en cada músculo. Yeonjun ansía un baño para quitarse el sudor seco que pica en su piel y colocarse ropa cómoda, pero desea aún más compartir caricias y muchos besos sobre la cama.

-Puedes tomar una ducha primero.

-¿Solo? -pregunta Soo en plan de queja-. Me parece insólito que en todo este tiempo no me hayas propuesto una ducha juntos -envuelve la fina cintura del contrario y lo guía por el camino que ya conoce de memoria.

-Regula la temperatura a tu gusto, iré por otra toalla -indica mientras mira de reojo al azabache quitarse la camisa y doblarla desaliñadamente con los dedos inquietos.

Deja las toallas colgadas y comienza a quitarse el uniforme también, distingue borrosa la silueta de Soobin tras el vidrio empañado. Sonríe con las mejillas rojas y cuidadosamente entra a la regadera. Su Dongsaeng brinca ligero y Yeonjun igual, omitiendo quejarse por la temperatura del agua, es tibia, a él le gusta caliente. El frío eriza su piel, pero no es nada que no tenga solución cuando toma el rostro de su compañero y lo besa para ganar ese calor que tanto necesita.

-Entonces, ¿Quieres que te bañe como a un cachorro? -ofrece divertido tomando el shampoo para hacer espuma en el cabello oscuro, rascando suave, enredando los dedos en mechones que jalaba para exponer su cuello y besar justo sobre la nuez sobresaliente.

La forma en que lo dice hace sentir a Soo como un niño, así como tantos otros momentos. Como hoy cuando lo regañaba. No quiere que Yeonjun lo vea igual a un crío.

Quiere recomponerse, tomar las riendas del encuentro, pero los tirones de pelo arrancan un jadeo involuntario y los labios en su piel lo derriten. Apenas lo está tocando y reacciona como si retrocediera a sus experiencias primerizas. Aunque si algo termina por intimidarlo es esa mirada cargada de afecto que lo hace temblar. Está tan nervioso que retrocede un paso.

-Puedo hacerlo solo -aprieta los párpados y acerca su cabeza al chorro de agua.

-Está bien -Yeon esboza una media sonrisa y revuelve su propio cabello rubio. Luego continúa con el jabón líquido en las manos que tallan su pálida piel bajo un par de ojos negros que lo observan detalle a detalle.

Bin hace un mohín, él quiere enjabonar al otro Choi y tocarlo por todas partes. También quiere que su mayor lo toque...Maldito orgullo.

¿Por qué tenía que retroceder asustado? No es como si no hubiera estado vulnerable y expuesto ante su mayor en ocasiones pasadas. Claro, esas veces no lo reconocía y experimentaba con la adrenalina tapando el miedo.

-Prefiero la ayuda mutua -toma el jabón para frotar el líquido incoloro en sus palmas-.Date vuelta -ordena y siente la satisfacción circular en su interior cuando Jun obedece.

Un poco de seguridad tapando el miedo.

Traza caminos por la espalda, delinea los omóplatos, sigue por los dorsales y luego dibuja los relieves de las vértebras hasta llegar a la última. Contempla a su Hyung y es tan atractivo que reprime un ruido que quiso escapar de sus labios. Esa cintura pequeña, las caderas estrechas, piernas delgadas, pero definidas y largas. Un poco más de espuma en sus manos y aprieta sus nalgas tan blancas y tersas como toda su piel.

A Soobin le sorprende que no reclame, que se deje tocar con tanta confianza, otras veces que había intentado aventurar sus exploraciones más lejos, Yeonjun volteaba frustrando las tentativas. Prueba un poco más los límites y reparte besos bajo su nuca... Podría morderlo, pero el mayor está tan entregado que su corazón salta y desiste, no lo haría si el otro no quiere, pese a ello la idea de su Hyung como su delta no desaparece. Vuelve a dejar una mordidita muy suave y al separarse se topa con los ojos oscuros que hacen que un escalofrío baje por su columna como si hubiera leído su mente.

Yeonjun pareciera no temer exponer cada parte vulnerable a él. Quizás sea su Hyung quien pueda ceder.

Continúa su recorrido entre las piernas, primero sujetando la erección que masajea arrancando gemidos roncos del otro alfa, baja acunando sus testículos grabando mentalmente el peso en su palma y lo delicado que se siente sostener un pedacito de su Hyung. Vuelve a separar los glúteos amasando con ambas manos. Se pregunta en silencio si acaso puede, se arriesga de todos modos y delinea en círculos con el índice el agujero cerrado, se arriesga un poco más e introduce el dedo, sintiendo el calor y los músculos calientes que se ciñen ajustados. Gruñe imaginando como sería hundirse en él, ahora con sensaciones concretas alimentando su fantasía. Juega un poco más metiendo y sacando, bajo la curiosidad de que Yeon no se queja, sino que emite pequeños suspiros muy bajitos y nota como las manos níveas se mueve por la extensión erguida. Su mayor se masturba y balancea las caderas mientras le toca culo cual omega en celo, es demasiado, tanto que suelta un jadeo extasiado con la imagen...

Quiere follar a Yeonjun. No había sido consciente de qué tanto hasta ahora que lo veía tan receptivo y sumiso a sus caricias. Un deseo que cala hondo. Un vacío en el estómago que necesita llenarse. No lo piensa y sigue sus instintos que lo lleva a alinear su pene a la entrada estrecha, pero el mayor se aparta, da media vuelta y dice como si nada: -Todavía no termino de bañarte, cachorro.

Soobin está agitado y los latidos a mil retumbando en su pecho. "¿Qué estuve a punto de hacer?". Y su respiración continúa errática cuando las manos blancas parecieran adivinar cada lugar sensible y la forma de hacer presión, un pellizco cortito en un pezón lo hace saltar. Está asustado y expectante, siente como si esos ojos café oscuro lo devoraran, los dedos han hecho varias idas y vueltas por su cuerpo, han dibujado la longitud de su miembro erecto y se han hundido en su ombligo antes de delinear los abdominales. La risa del más bajo es ligera y a momentos le roba besos fugaces en los labios.

Las gotas incesantes golpeando su piel, los dedos, los labios en los suyos, la imagen que contempló segundos atrás. Todo es mucho, está sobreestimulado. Quiere rogarle que le haga alcanzar un orgasmo, pero Yeonjun sólo tantea por todas partes con las palmas llenas de espuma y encuentra como en una búsqueda del tesoro cada zona erógena.

Recorre sus costados, subiendo por sus costillas, pasando bajo sus axilas hasta el pecho y todas sus terminales nerviosas están más que receptivas, cada lugar por el que esas yemas se desplazan cosquillean. Vuelve a bajar por su espalda, arañando suave con sus uñas cortas, arquea como reflejo y suspira con los ojos cerrados. Cuando siente el pulgar pasear entre sus nalgas instintivamente retrocede un paso, pero su Hyung lo atrae de vuelta con la otra mano y nota la presión por encima y como apenas se hunde un poco, estirando, frotando, dentro y fuera, una, dos, tres veces. Una seguidilla de escalofríos lo sacuden al segundo que entierra su dedo más profundo, haciéndolo saltar hacia atrás.

-P-puedo continuar solo.

-Y yo que te estoy bañando con tanto cariño, cachorrito.

Yeonjuny sus malditos apodos que lo hacen sentir que se comporta como una pequeña cría canina.

Yeonjun y sus malditas manos que no deberían alejarse de su cuerpo.

-Bien, sigue solo -pellizca una nalga sin fuerza-. Bonito culo, Choi.

Enjuaga los restos de espuma y Yeonye sale de la regadera para envolverse con la toalla. Observa frustrado la erección, hinchada y caliente. Quizá si no se hubiera asustado tendría ese par de manos pálidas haciendo magia en su cuerpo. Debe admitir en secreto que su mayor sabe cómo y dónde tocar.

Nota donde está el punto de discrepancia. No es su lobo resistiendo, se siente cómodo y confía en Yeon. Es Soo, humano orgulloso, que no está seguro de nada. Que es primera vez que se le cruza por la cabeza que hacer este tipo de cosas con un alfa es posible y se están sintiendo demasiado bien.

También cae en cuenta que todos sus encuentros seguían una lógica ansiosa y apresurada, un choque violento de sus cuerpos. Roce brusco, búsqueda insaciable de alcanzar un orgasmo como una explosión. Recién ahora se detiene a disfrutar de caricias y exploraciones minuciosas.

Se toma pausas para sentir ese deseo que perfora en su vientre.

Sale del baño y su compañero está tendido en la cama con una pijama delgada color azul. Contrasta muy bien con su piel blanca e impoluta. Debería estar desnudo, esperándolo. Debería estar con las rodillas enterradas en el colchón enseñándole ese pálido culo que desea follar. ¿Cuántas veces lo ha hecho? ¿Cuántos alfas han tocado a Yeonjun?

No, no quiere saberlo. Mientras menos sepa mejor. La simple idea lo altera a él y a su lobo.

-Linda vista, Soobin-ah.

Su Hyung siempre lo estremece con sus enigmáticos orbes oscuros y afilados.

-¿Te presto ropa? ¿O prefieres andar desnudo por la vida? No me quejo si eliges lo último -se relame los labios y Soo no lo resiste más.

-Ninguno de los dos debería llevar ropa -dice gateando por la cama hasta llegar donde su mayor y tirar de su pijama.

-Hey, cuidado, Mocoso -se queja levantando los brazos para que quite la camisa-. Me gusta esta pijama.

-Y a mí me gustaría que mi querido Hyung se hiciera responsable de lo que hizo -señala el problema que se alza entre las piernas y se aprieta contra su cuerpo.

-¿Desplazando responsabilidades?

-Compartiendo responsabilidades.

Jun lo siente frotarse contra su vientre desnudo, cierra los ojos y es puro calor. Baja el pantalón y no se preocupa hacia donde lo arroja. Hay prioridades como abrazar a Soo con las piernas y besarse hasta la falta de aire.

Bin reduce el espacio de la fricción con la ayuda de una de sus manos y simula embestidas rápidas. Los dedos de Yeon aprietan la zona abultada en la base. Coordinan sus movimientos y continúan con los besos hambrientos, lenguas que resbalan y empujan. Todo es intenso, sus aromas se mezclan, y el ardor de la sangre concentrada en la entrepierna le avisa lo cerca que está.

Nunca pensó que se correría encima del cuerpo de un alfa hasta que se cruzó Yeonjun en su vida, quien se apoya en sus codos y arquea su espalda cuando alcanza el orgasmo también -a la misma fecha un año atrás habría arrugado el ceño con desagrado si alguien insinuara la idea-. Su rostro contrayéndose es una verdadera belleza para el alfa de cabellos negros. El líquido caliente mancha sus pieles y Soobin suelta una risa ligera. No tiene idea qué está haciendo con su vida entera, pero ha sido condenadamente bueno, todavía siente las extremidades débiles, así que decide que nada le importa y se deja caer con todo su peso, pero su Hyung no se queja, lo abraza y reparte varios besos en su rostro, también restriega la mejilla sobre su cabello y juraría que el ruido ronco y bajito se asemejó a un ronroneo.

Esto es nuevo.

"¿Cómo puede ser tan dulce? ¿Quién es y qué hizo con el oficial Choi? ¿Qué pasó con Don Sarcasmo?".

-Esto es tan raro.

Yeonjun nota que las alertas de pánico se encienden dentro de su ser. Teme que haya sido mucho, que haya ido muy rápido, la efervescencia de cariño simplemente desbordó antes de pensarlo. Teme que ahora Choi quiera huir despavorido, no lo culparía. Tal vez no debió tocarle el culo con tanta confianza... Traga saliva y busca su mirada. "Esto es raro", nunca suele ser buena señal. Empieza a preparar sus respuestas para cualquier frase que apunte a un arrepentimiento.

-Que seas dulce conmigo es raro.

-Si te anima, puedo decirte "Mocoso Choi" y hablarte con sarcasmo.

-No, prefiero que sigas con eso de los besitos y los cariños -cierra los ojos e ignora rotundo que el líquido se siente viscoso y se enfría entre sus pieles. Su cara quema después de esa suerte de inesperada confesión que escapó de su boca.

Jun besa su coronilla, enreda sus dedos entre el pelo negro y rasca suavecito el cuero cabelludo. A los dos les asusta sentirse así de cómodos junto al otro.

Para el mayor darse cuenta que sus lobos parecen ser tan compatibles lo sumerge en emociones contradictorias. Cuando Soobin se aleje sólo implicará quedar destrozado.

No quiere que pase. Ninguna de las dos cosas.

No debería seguir pensando, el azabache se restriega suavecito exponiendo su cuello para más besos cortitos.

¿Cuántas veces podrá tener momentos así? Sus respuestas no suelen ser optimistas.

A Yeon si comienza a molestarle la sensación pegajosa y rebusca los pañuelos al lado de la cama para limpiar a ambos con un "Muévete de encima".

-Ya pensaba que era demasiado extraño tanta amabilidad y dulzura de tu parte.

Y para Soo la risa del otro alfa suena tan sincera y melodiosa que hace cortocircuito. Se queda en silencio disfrutando del espectáculo visual que es Choi Yeonjun. Lo mira de reojo y sonriente, es precioso, siempre ha pensado que ese cabello e irises únicos contrastan muy bien con su tez blanquecina.

"Hyung, eres precioso", muere en sus labios.

-Si no fuera porque tienes un carácter terrible, seguramente tendrías a omegas luchando por tu atención.

"¿A cuántos alfas has conquistado, Hyung?", asume que así como a él le ha llamado la atención la determinación, belleza y fiereza de Choi, de seguro deben de haber más. Otros sujetos que han conocido esa dualidad que oscila entre lo indomable y lo dócil, esa montaña rusa de emociones que es Yeonjun.

-¿Has considerado que si no busco algún omega es porque no me interesa? -confiesa a medias. Le falta agregar un: "No me gustan, no me atraen, no me calientan, no me dan ganas de coger con uno".

-¿Por qué?

No debería indagar, no le corresponde hurgar en el pasado de Yeon, no es su asunto con cuántos omegas, betas y alfas ha estado antes que él, aunque la regresión logística que le enseñaron en estadística alguna vez estaría de acuerdo en añadir información para las predicciones.

"¿Cuántos alfas además de Kai, Hyung?"

El rubio se alza de hombros y termina de limpiar el vientre del más alto, arrojando a un lado los papeles arrugados. Nota que el aroma ácido se intensifica un poco más. Suspira, tan temperamental y extraño que es el chiquillo policía que trae su mundo de cabeza.

-¿Algo te molesta, Soobin-ah?

-No, sólo pensaba en que hay omegas bonitos y bonitas, me preguntaba cuál es el tipo ideal de Yeonjun hyung.

"¿Qué tipo de alfas te han gustado, Hyung?, ¿Cuánto tiempo has estado con ellos?, ¿Te gusta que te follen?...Muero por follarte", no es capaz de pronunciar nada, cada frase se desvanece antes de salir por sus boca entreabierta.

-Suficiente, cállate un momento -toma su rostro con ambas manos y busca sus labios, atrapa el inferior entre los propios-. No más preguntas, no quiero pensar en omegas blandos y dulces cuando tengo en mi cama a un alfa que me tiene caliente como el infierno mismo.

Soobin se siente morir con esa confesión. Une su boca a la del otro y empuja su lengua a través de los labios tersos. ¿Por qué se siente tan bien? La pregunta lo acompaña desde la primera vez que lo besó. Gime y envuelve el cuello del mayor, quien lo atrapa, está de espalda al colchón, aprisionado con las extremidades ajenas a los costados. Intenta zafarse, tomar el mando, pero solo consigue fricción que lo hace jadear.

-Me gusta cuando batallas. Sigue forcejeando, Mocoso -dice ronco, atrapando sus muñecas y comprimiendo las piernas.

Se remueve y hay más roce. Está duro de nuevo. Forcejear termina siendo sinónimo de sus cuerpos restregándose férreo. Comprende porque le gusta tanto, puede atacar, empujar, hundir sus dedos y sin necesidad de ser delicado, Yeon no va a romperse, no alega, devuelve con la misma fuerza. Es intenso y brusco, lleno de hormonas que bullen y adrenalina a flor de piel. No necesita contenerse, pueden colisionar y no deja de ser enormemente placentero, el dolor de la presión y golpes no intencionados que punzan en los músculos rígidos, todo se transforma en novedosas sensaciones que tienen agitado su corazón y ardiendo más abajo de su vientre.

-Voy a devorarte, Soobin-ah.

Tiembla con esa declaración porque los orbes intimidantemente oscuros lo miran con tanta hambre.

Sueño hecho realidad.

-Voy a tocar y probar hasta el último rincón de tu cuerpo, ¿Estás de acuerdo?

Se siente como la presa de un maldito lobo feroz y famélico. Tirita de anticipación y hace un movimiento afirmativo imaginando el placer que podría provocar esa boca cuando llegue a su entrepierna.

Y Yeonjun empieza con el camino de besos, lamidas y mordidas. Primero en el cuello y su lobo se alarma tanto como él cuando los dientes aprietan con un poco más de fuerza, duele ligero. Retrocede hasta llegar al respaldo con los codos apoyados, es que su Hyung con las pupilas dilatadas y la intensidad de sus feromonas amargas lo tienen sobrecogido y no, se niega a mostrarse débil y sumiso.

-Tranquilo, Mocoso. Te lo dije el otro día, no pienso marcarte -succiona una porción de piel hasta verla enrojecer.

Los labios bajan por el pecho, mientras los pulgares delinean las costillas, la boca cálida atrapa un pezón, los dientes aprietan y se siente como el dolor de finas agujas entremezcladas con el placer. Muerde su labio para no soltar un ruido vergonzoso. Yeon continua con el otro y los dedos pellizcan suave el primero, se sacude bajo su tacto y miles de señales son enviadas por sus nervios excesivamente estimulados.

El mayor besa sobre su ombligo y la ansiedad causa cosquillas en su vientre anticipándose a la zona que está tan cerca de llegar, pero para su frustración lo ignora olímpicamente y resopla sin poder evitarlo. Baja mucho más y acaricia sus pies, sus labios se posan sobre el empeine y cuando lo mira a los ojos nota que su Hyung sonríe con sorna.

-¿Qué? ¿Frustrado?

Choi siempre logra leerlo con tanta facilidad que lo hace aún más frustrante, porque sabe lo que quiere, no se lo da y se lo hace notar con esa maldita sonrisita que le hace desear morderle los labios rosados.

-No tienes por qué, Soobinnie. Estoy literalmente a tus pies -vuelve a besar y sus manos hacen presión en el metatarso, masajeando gratamente-. Deberías sentirte halagado.

Soobin no sabe cómo tomarse cada declaración de Yeonjun. No sabe si esas bromas traen algo escondido o no. Nunca sabe cómo interpretar a su Hyung que ahora sube con los labios por las rodillas, palmas que comprimen sus pantorrillas firmes, sube todavía más y separa sus piernas besando el interior de sus muslos. No lo resiste, sujeta la cabeza con sus manos y lo fuerza a llegar al lugar donde ansía sentir la boca.

-Dije quieto -ladea el rostro y siente la erección caliente contra su mejilla izquierda.

Bin presiona y Jun batalla por liberarse. El roce hace gemir al menor.

-Por favor, Hyung, por favor -se traga momentáneamente su orgullo para rogar con pequeños empujes contra la piel suave.

-No -dice antes de apretar los labios. Su compañero no deja de restregarse.

Y no dice "No" porque no quiera, se divierte jugando y prolongando. Disfruta haciéndolo esperar, así como del calor en su rostro, del aroma y también quiere probarlo, pero se aguanta un poco más mientras el menor intenta forzarlo contra sus labios cerrados.

-Hyung, dijiste que probarías cada rincón de mí y yo te creí -dice tan aterciopelado que Yeon cree que podría derretirse con su voz.

-Puedo retractarme -aplasta el pene con su mejilla y las manos apretando sus caderas para mantenerlo inmóvil-. Si me hubieras hecho caso desde el comienzo, ahora lo tendría en mi boca.

El alto gimotea frustrado con la clara imagen mental de lo que desea y no obtiene.

-Me tendrías lamiéndolo como al mejor de los dulces.

-¡Yeonjun hyung! -se queja y resopla-. ¡No es justo!

-La vida no es justa -se aparta solo para disfrutar de la miradita de cachorro desesperado-. Si te digo quieto o doy una instrucción, ¿Obedecerás esta vez? ¿Lección aprendida?

Su Dongsaeng asiente enérgico, sabiendo que no ólo se refiere a lo que están por hacer, no necesita recordárselo. Yeonye susurra un "Bien" y envuelve el glande con los labios, cepillando con la lengua la delicada piel. Desciende la succión y obtiene un concierto de gruñidos y gemidos. Lo saca de la boca para recorrer la longitud rígida y cuando dijo "Probar cada parte", sí piensa en cumplirlo, separa un poco más para lamer desde los testículos, pasando por la base hasta volver a subir. Graba cada detalle, cada vena que resalta, los colores y forma. Degusta el sabor cuando lo recibe nuevamente dentro presionando bajo su lengua.

Soobin cierra los ojos y se repite el "Quieto" una y otra vez para no comenzar a empujar, para reprimir los instintos que sólo quieren llevarlo a follar la boca ajena y también el culo del rubio, ¿por qué no? Lo viene pensando desde que se duchaban juntos e incluso antes cuando vislumbró la existencia de una posibilidad de llegar así de lejos.

-Vamos, Soobin-ah, de rodillas en la cama, quiero mirar tu bonito culo.

El Choi menor parpadea, la sensación de la saliva al enfriarse lo remece tanto como la orden. ¿Y su orgasmo? Estaba esperando que el contrario siguiera hasta hacerlo acabar. ¿Acaso no pensará él en...?

-¿Piensas que te voy a follar como si fueras un omega? No es eso, no te preocupes.

¿Cómo le pide que no se preocupe? Aunque no lo fuera a penetrar esa posición lo deja tan vulnerable que cada movimiento es vacilante. Quiere, pero no quiere y al mismo tiempo sí, entonces no, porque le da una vergüenza enorme.

-Confía en mí -pide con la entonación un poco más cálida.

Eso hace, confía lo suficiente para estar desnudo en su cama y lentamente apoyando codos y rodillas en la superficie blanda, pero cuando nota que se acerca, el pelinegro intenta voltear y el mayor se lo impide poniendo una mano en su cuello, entonces su lobo se agita y él también.

-Quieto.

Bin tiembla, pero su orgullo es fuerte, aunque esté con las rodillas hundidas en el colchón y la mano de Jun en su cuello, empujando su rostro contra la almohada. Su lobo lucha por retomar el control. Su compañero parece tan compacto a simple vista, pero es jodidamente fuerte. El olor intenso lo inunda, delicioso e intoxicante, lo siente en la boca, tan amargo y consistente.

-No te muevas -dice imponente y el escalofrío viaja por su espada. Su entonación es fuerte como su aroma. Ni siquiera está usando su voz de mando y queda inmóvil y expectante-. Si no te gusta, dilo y me detendré -suaviza y es como beber un sorbo tibiecito del brebaje amargo con crema y cucharadas de azúcar.

"Tan dulce", cuando quiere, ya que la mayor parte del tiempo es ácido y amargo.

El menor no sabe cómo sentirse, se confunden sus valores y deseos tan densos, siente que es aire difícil de respirar. Vapor que lo sofoca, café humeante en el ambiente. Su cuerpo arde, el sudor moja su piel y la erección late entre sus piernas. Lo que debería ser humillante para cualquier alfa está resultando retorcidamente excitante, exhibiendo el culo al aire ante la atenta mirada oscura y hambrienta de Yeonjun. Entonces su lobo se relaja, pero Soobin sigue tenso.

Cuando dijo hasta el último rincón no imaginó que iría tan lejos. Sisea con los dientes apretados cuando Jun amasa sus glúteos y los separa con descaro. Queda tan expuesto que se siente indefenso, pero su lobo ya no batalla y él tiembla al igual que sus extremidades al tratar de impulsarse con los brazos.

-Quieto -gruñe y le propina una nalgada sonora.

Soo respinga, recarga su peso en los codos y curva su espalda. Su lobo curioso confía en el mayor y esas manos osadas, se ha entregado y se deja mimar. Es ese lado racional, son todos esos sistemas de creencias que le han metido en la cabeza de lo correcto e incorrecto y de qué forma se debe disfrutar el sexo que le hacer escogerse y quejarse. A él nunca le enseñaron que los alfa debían doblegarse y exhibirse así ante otro semejante.

-Detente, no me gusta -sabe que miente, pues no se ha levantado de la cama, no le ha puesto un freno a la situación y sigue dejando todo a la vista del otro alfa.

-Ni siquiera empiezo -sujeta sus caderas para elevarlo un poco más-. Si estás asustado puedo parar. ¿Realmente no quieres? -pregunta dispuesto a detenerse si su Dongsaeng está abrumado. Quizá sí ha llegado demasiado lejos.

Eso es un golpe bajo, está atacando donde más le duele a un alfa, racional e instintivamente: El orgullo. Su lobo le gruñe disconforme porque se está mostrando débil y él sí quiere saber qué hará el mayor de aroma terroso y tostado.

-Asustado no es ni cercano a como me siento -vuelve a mentir y se fuerza a no flaquear cuando Yeon reparte besos desde sus últimas vértebras, descendiendo a territorio vetado-. Sigue, me tienes esperando.

-Tranquilo, Mocoso. Verás que te haré temblar -ríe antes de besar justo ahí-. ¿Me detengo?

Soobinno responde, estruja la almohada con las manos y retiene el gemido de sorpresa. Cree que no podrá aguantar, la mezcla de curiosidad y vergüenza simplemente lo mantiene apretando los labios y con los ojos cerrados cuando siente la húmeda lengua deslizarse extendida. Sabe que si abre la boca los bochornosos ruidos saldrán sin control.

El rubio presiona por encima, suave y mojado, dejando que la saliva escurra y ciñe los labios a la piel que no sabía que podía ser tan sensible. Caricias en el culo es cosa de omegas y quizás de algunos betas, pero para un alfa no es lógico, es un sinsentido, un tabú, sin embargo, recuerda que a veces en la ducha bajo el fuerte efecto de la intriga había toqueteado y con temor intentaba forzar las primeras falanges y se arrepentía al acto porque se percibía extraño e intruso.

Pero la boca de su mayor...Lo tiene gimiendo y eso que sólo delinea por encima en círculos, empuja, apenas entra, muy poco, luego se desliza resbaladiza. Lo frustra, quiere más y mueve las caderas a su rostro, buscando contacto. Se ha rendido. Al demonio si es cosa de omegas, las delicadas terminaciones nerviosas envían un hormigueo tan agradable que le hace replantear un montón de ideas prejuiciosas y morales.

Se siente tan bien que no puede ser incorrecto. "Tócame, Hyung, tócame más", pero la soberbia que le queda lo detiene de suplicar como si se le pudiera ir la vida.

Recuerda cuando enojado le dijo hace un par de días, omitiendo todo margen de respeto, "Béseme el culo, Choi-ssi", literalmente está pasando y piensa en la posibilidad de decírselo de nuevo para que vuelva a arrojarlo a la cama, eleve sus caderas con las manos firmes y use su bonita boca para algo que no sea quejas y sarcasmos.

El morbo de la situación lo hace jadear ahogado un "Yeonjun", sus dedos se entierran en la superficie esponjosa al igual que su rostro para aplacar el ruido de sus gemidos.

-¿Qué? -la voz ronca es una agradable vibración y el aire tibio en la piel mojada mandan otro escalofrío bajar por toda su columna-. ¿Estás pensando en esa vez que me dijiste que te besara el culo? Lo estoy haciendo ¿O no? -deja un beso y el sonido húmedo es tan obsceno que lo estremece y sus piernas se debilitan, está temblando, pero el placer lo sumerge, no tiene espacio en su mente para sentirse patético-. ¿Acaso no soy un buen Hyung? Te estoy consintiendo demasiado, Soobinnie.

Intenta responder, pero gime rasposo, casi un sollozo. "Deberías consentirme más". Ni siquiera ha metido la lengua tan adentro y ya está deseando algo más. Quiere que explore, que haga lo que sus propios dedos no se atrevieron.

Voltea a mirar porque la boca caliente se ha despegado y sus labios se entreabren al ver cómo Yeonye lo observa con sus ojos afilados, succionando dos de sus dedos, brillan cuando los saca con la saliva que gotea por ellos.

Primero mete uno y Soo inevitablemente se tensa, sus músculos aprietan y sus nervios envían pequeños pinchazos cuando el intruso trata de avanzar. Jun sabe que con lubricante habría sido más fácil, pero lo hace lento, reparte un camino de besos por su espalda y le confiesa entre susurros que le gusta demasiado su aroma a limón y jengibre, Soobin sólo emite un ruido ahogado en respuesta. Quiere impregnar a su Hyung con su esencia ácida, que lo ácido, picante y amargo se fusionen en una combinación extraña, pero que cada encuentro le ha enseñado a disfrutar. Un gusto adquirido y le encanta.

-Relájate, Alfa -su voz grave es una caricia en sí misma y su índice traza círculos lentos, sin forzar.

Ha estado en la posición de Soobin antes, piernas separadas y dígitos que exploran en lugares propios de placer de un omega -según reza el mito-. "No saben nada", había dicho el beta con quien estuvo por más de dos años, se encargó de arrastrarlo a un orgasmo intenso con los dedos metidos profundo en su culo, estimulando su próstata y mano apretando su nudo hinchado. "Anatómicamente no es como que seamos taaan diferentes".

Quiere dejar una huella de placer inolvidable en el alfa más joven. Agrega un segundo dedo y sabe que con eso es suficiente para su objetivo.

-Lo resistes muy bien, sólo espera un poco, Binnie -dice con calma y entonación cálida. Distribuye la presión de las yemas buscando la zona exacta. Los músculos calientes se contraen alrededor de sus dedos y escucha un "Hyung" cortito y rasposo.

Repite el movimiento, empuja, saca hasta la mitad, los vuelve a meter y oprime la pared que conecta las terminaciones nerviosas concentradas. Los ruidos que suelta Soobin le dan a entender que va bien, que lo está disfrutando. Con la otra toca el pene erguido, pura solidez tersa. Enfoca cada masaje en los puntos sensibles, si algo le ha enseñado su tempestuosa vida afectiva y sexual son qué lugares tocar para complacer a quién sea su amante y perder el temor a experimentar.

El de orbes negros ya no resiste su propio peso, se está derritiendo y su cuerpo reacciona a cada toque preciso del mayor. No creía que podía ser tan placentero -de hecho ni siquiera meditaba la posibilidad de que alguien le metería los dedos-, pero ahí está gimiendo y balanceando al ritmo de las caricias. También la calidez que aporta el pecho que se recarga en su espalda y los besos que reparte en sus hombros subiendo por su cuello hasta succionar el lóbulo lentamente lo van arrastrando al final.

-Me encantas, Mocoso -restriega la mejilla entre sus cabellos negros.

Yeonjun lo impregna del café y no puede quejarse, porque de igual forma disfruta el aroma tostado y terroso junto al regusto amargo que deja en su boca. Ladea su cuello y permite las mordidas ligeras que remecen, perturban y a la vez le gustan a su lobo. Su Hyung ha asegurado que no pretende marcarlo y le cree a pies juntillas.

Voltea incómodo, torciendo el cuello e intentando sostener su peso, las ganas de besar al sujeto que lo tiene sometido son mayores que los temblores que lo tienen a duras penas sin desplomarse. El oficial Choi no demora en leer sus intenciones y apega sus labios en un beso hambriento que devora su aire. Se corre con un gruñido contra su lengua y los espasmos le siguen mientras da toquecitos con la punta de los dedos sobre su nudo hinchado.

Tan cruel, susurra Soobin, porque lo tiene hipersensible, con espasmos y no deja de tocar.

Ha comprobado que Yeonjun tiene una lengua y manos que hacen magia. Fin de su reporte, puede entregarlo hasta firmado.

-Hyung, estoy manchando tu cama -dice al desplomarse finalmente.

La cama no es grave, lavará las sábanas y está seguro que ni con eso barrerá por completo el aroma ácido y fresco del otro Choi. Teme que ese mocoso se transforme en una mancha en su alma. Lo peor es que no deja de hacer cosas que arraigan cada vez más a Bin en sus pensamientos y anhelos, es más ya está hecho, su compañero ya se ganó su espacio, se enamoró como no recordaba que fuera posible.

Quiere más de él sabiendo que es un chiquillo disfrutando de la adrenalina de experimentar. Considera firmemente la posibilidad de que una vez saciada la curiosidad se irá, volverá a sus planes originales de omegas y cachorros. No quiere que manche tanto en su corazón que cuando eso pase le duela y no se borre.

Ese mocoso será como un tatuaje.

-Si tan sólo fueras un omega -suelta sin pensarlo. "Serías mío, te habría marcado, todo sería fácil..."

Yeonjun rueda los ojos y se debate entre echarlo a patadas de su cama que acaba de ensuciar o usar su diccionario mental de argumentos e insultos -especialmente estos últimos-.

Soobin se arrepiente enseguida, dijo una estupidez. Si algo le ha llamado la atención de Yeonjun es que no tiene nada que se asemeja a un omega. Quizás en lo delgado y la belleza delicada de su rostro níveo y liso como porcelana, pero su esencia amarga, presencia imponente, toda la fuerza que alberga su figura compacta y la mirada intensa dictan lo contrario.

Su lobo también quiere dominar a Choi Yeonjun, así como le dejó hacerlo con él a menos de un par de minutos.

Cedió. Un poco, pero cedió.

-¿Entonces qué? ¿Me habrías cortejado? -se ríe, está cansado, todavía con una erección que se niega a bajar y lo último que desea es discutir después de haber tenido a Choi tiritando bajo su tacto-. Dime qué dirías para conquistar a tu omega, puedes fingir que soy uno.

Soo inspira hondo.

-Eres el omega más perfecto del mundo -dice serio, profundizando la voz y sujetando su mentón entre los dedos-. Nunca había sentido un aroma más abrumador que el tuyo -en eso no miente, porque el aroma a café altera su sistema de varias maneras.

Conectan miradas, el menor trata de mantener la suya sin pestañear en la del opuesto que transmite seriedad, firmeza y vaya a sabe qué más ocultan esos irises profundos.

Su Hyung siempre tan insondable.

-¿Bromeas?

Ambos se largan a reír, Yeonjun sugiere que quizá por eso no ha conseguido a un omega, que debe aprender mejores formas de ligar y Soobin se defiende diciendo que no, que no cortejaba así.

-No funcionará que te retractes -sonríe con sorna.

-Da igual, se me ocurren formas para cortejar a Choi Yeonjun, alfa gruñón que da muy buenos besos -lo empuja de espaldas a la cama-. Partiendo por esto -su mano desciende hasta su entrepierna-. Siguiendo con esto -apoya su boca contra la otra para silenciar cualquier respuesta verbal que no sean ruidos de satisfacción y su nombre entre medio.

-Mocoso, te olvidas que te besé el...

-Cállate -reclama más rojo que nunca. "Maldito Hyung", piensa tan avergonzado que siente que muere, ni siquiera recordó ese detalle cuando exigió un beso anteriormente.

Yeon gime de gusto y se limita a deleitarse con los labios que atrapan los suyos y las cosquillas en la ingle. Nada de lo que hace Bin es delicado. Todo está cargado de esa tozudez de alfa joven que no se restringe con él. Por eso le encanta. No necesita que sea suave.

-Entonces cortéjame las veces que quieras, Mocoso -logra decir a susurros.

-Pero si lo he estado haciendo, Hyung tonto y ciego.

-Mocoso, el tonto y ciego aquí eres tú.

Escucha una risa armoniosa antes de sentir que su Dongsaeng tira de su labio inferior con los dientes. El aroma a limón y jengibre pica en su nariz y junto a su lobo se entregan. Aprovechará todo lo que dure y cada encuentro que puedan tener. Hará lo que siempre hace, llenar un álbum mental de recuerdos de buenos amantes, de alfas y betas que nunca se quedan. Piensa que Soobin no será la excepción y su lobo gimotea triste

"Suficiente". Choi lo está tocando con sus manos calientes y le roba el oxígeno con besos. No es momento para tristezas anticipadas.

-No mentí cuando dije que tu aroma es abrumador -susurra tan dulce, el aliento tibio acaricia sus labios-. Sé que piensas que no es así, pero realmente me gusta, aunque es demasiado fuerte y tan tostado que me deja un sabor amargo en la boca, se adhiere y no hallo cómo quitármelo de encima. Me recuerda a todo lo que hacemos y, además de oler a limón y café, cualquiera podría sentir lo excitado que estoy, ¡Es tan vergonzoso!-acelera el movimiento de su mano-. Tu esencia siempre me ha calado profundo, desde que te conozco, Hyung. Me altera sentirla, otra veces me reconforta, pero me gusta, aunque juntos hacemos que una habitación se vuelva densa y cualquiera arrugue la nariz al entrar.

"Tú me gustas". Soobin no sabe si lo dijo o lo pensó antes de buscar su boca nuevamente.

El corazón de Yeonjun se aprieta dentro del pecho y se mezclan las emociones que le hacen soltar un ruido que suena más a un sollozo que a un gemido cuando alcanza el orgasmo. Se desploma buscando un espacio entre los brazos del alto y ni siquiera sabe bien cuáles son las razones exactas de sus temblores, pero el otro alfa lo estrecha firme como si uniera sus piezas, como si quisiera fundirlos a ambos.

Soobin ya es un tatuaje. No hay vuelta atrás.

°°°

¿Qué les pareció este capítulo? Es de mis favoritos jakxospc

Imagen de Soobin con uniforme porque sí uwu

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