VII. Tres cucharadas de azúcar
Soobin encuentra tonto preguntarse "Qué hice", si es tan obvio cuando ve la cama desordenada, vacía, pero el aroma a café todavía está esparcido y atrapado entre esas cuatro paredes. La interrogante es, más bien, "Por qué lo hice", intenta armar la película en su mente, recrear la conversación y a momentos le cuesta convencerse que fue así. De gritarse, pasaron a una charla civilizada, de la conversación a compartir una pequeña cama de plaza y media. Se niega a pensar que pudo haber abrazado a su "Hyung" sin darse cuenta, al menos no se quitó la ropa dormido como otras veces lo había hecho. Intuye que Yeonjun se habría burlado de por vida.
Quizás ahora Yeonjun se quiera reír en este preciso instante. Soobin le preguntará "¿Recuerdas lo que pasó anoche? Creo que dormimos juntos" y tal vez el alfa arisco le responda "¿Qué y cuánto ingeriste o fumaste anoche? Eso no pasó" y se haría el desentendido —él ha pensado en hacerse el desentendido— o puede que simplemente le diga "Dejaste la almohada llena de babas, mocoso", peor aún si le decía que fue su ropa.
Siente que el amargor se impregnó incluso en su piel. Huele a la mezcla fuerte de dos alfas y arruga su nariz. Necesita un baño y comida, porque su estómago gruñe.
Antes de salir de la habitación, abre la ventana y sacude las sábanas. Trata de dejar ordenado y tímidamente avanza por el pasillo intentando captar si alguien está en pie.
No hay rastro de Yeon salvo la reminiscencia del café en el aire.
Sí hay rastro de Yoongi y su aroma a frambuesas, está calentando comida para el desayuno-almuerzo. Escucha que dice con su armoniosa voz un: —¿Soobinnie? —que atraviesa como música por el ambiente.
Camina hacia la cocina topándose con el omega de cabellos azules y desordenados, usando un tierno delantal con estampados de conejitos rosados.
Adorable.
Yoongi jamás dejará de parecerle adorable.
—¿Desayunas conmigo? —pregunta apagando la estufa— Son sobras de ayer.
A Soobin le causa gracia notar como la loza de uso diario no está en la zona alta de los estantes. Todavía tiene la escena en la cabeza cuando en el apartamento de Taehyun vio a Yoongi en la punta de los pies intentando alcanzar una fuente, oportunidad que no dejó pasar y acudió a su rescate. Muy tarde, ya que tras un pequeño brinco la había obtenido por su cuenta. Su sonrisa de victoria fue tan bonita que quedó embriagado y perdido en sus ojitos cerrados y mejillas esponjosas.
—Son casi las doce, creo que es más como un almuerzo...—agrega el anfitrión con platos en las manos.
—Gracias, Yoongi hyung.
—Gracias a ti por ayudarme ayer con los platos —sonríe con los labios y los ojos.
Sonríe tan bonito que su pecho se aprieta. Se tienta a sujetar las manos que apoya sobre la mesa, lucen tan varoniles pero pálidas y suaves. Jungkookes un beta con suerte. Quizás antes, ayer seguramente, no habría dudado en tomar el riesgo de acariciar el dorso. Hoy se contiene, endurece sus músculos para quedarse rígido en su lugar y le cuesta tragar.
Está en pleno duelo.
°°°
—¿Cómo se hace, Hyung? —había preguntado bajito—. Para olvidar a alguien.
—Y yo que pensaba que dormías —Yeonjun murmuró ronco—. Es un duelo básicamente, tiene etapas, ¿Sigues en la etapa de negación?
—Yeonjun hyung...—arrastró las sílabas.
—¿Podemos dormir? No sé tú, pero trabajo mañana y tengo sueño.
Sus hombros se rozaban y su mente estaba tan aturdida que apenas procesó la respuesta. Estaba más centrado en los puntos de contacto, como el toque accidental con la mano ajena al remover ligero el brazo.
—Trabajamos en el mismo turno.
—No me había dado cuenta —dijo riendo bajito.
—Pensé que estábamos en una tregua —protestó.
—Lo estamos, pero eso no elimina el sarcasmo de mi sistema, Soobin-ah.
°°°
Recuerda nítidamente la conversación con su compañero y las mejillas comienzan a calentarse. Habría pensado que fue un sueño perturbador, pero el aroma a café aún no termina de por desaparecer. Lo siente en su ropa y en el cabello también.
—¿Dormiste bien?
Ahora sí las mejillas de Soo arden.
—Sí, gracias —responde con cautela, siendo escudriñado por esa mirada que insinúa algo y a la vez expresa diversión.
Yoon se muerde la lengua, estuvo tentado de añadir un "Yeonjunie también", pero se contuvo. Esas reacciones le causan gracia, tanta como las del mayor de los alfa. Temprano por la mañana y con pasos silenciosos salió de la habitación, veía su espalda cubierta por la camisa arrugada, se aproximó sigiloso y cuando tocó su hombro el policía saltó como un gato. Se repuso rápido y en un murmullo rasposo comentó: —Choi sigue durmiendo.
Miraba atentamente la piel expuesta en busca de algo. Había agudizado el olfato pero sólo detectaba los aromas inocentemente mezclado.
—¿Qué pasó ayer?
—Conversamos.
—¿Te gusta? —apenas soltó la pregunta se arrepintió. Olvidaba lo aterradora que es la mirada de su mejor amigo por las mañanas.
—Ya no me disgusta.
Y el mayor batalló para no decir un "Ajá" que a su vez expresara un "Te conozco más que tus padres, Junnie".
Ahora le gustaría saber qué pasa por la cabecita de su pequeño Dongsaeng. Sabe que algo cambió sutilmente, Binnie no busca el tacto casual, no lo mira como si demandara el cariño que no puede darle.
No es tonto o ciego, pretendía hacerse el desentendido, pero sabía que había estado bajo el interés de ese alfa adorable. Porque por más que Soobin intentara parecer tan fuerte, es un conejito suave a sus ojos. Así como Yeonjun un zorrito que adora los mimos bajo esa costra de sarcasmo.
Ha estado esperando a que fuera el tiempo —u otras personas— lo que permitiera que Soobin entendiera las nulas posibilidades entre ellos. No quería ser él quien rompiera sus ilusiones cuando hay formas mucho más sutiles de diluirlas.
Aunque más importante aún... Muere por saber si su amigo tiene una mínima oportunidad. No es fácil, pero no pierde la esperanza. Nota la tensión cuando se miran, cuando hablan el uno del otro y se siente como el espectador de lo que podría ser una apasionada historia de amor.
"No te diviertas a costa mía, Hyung". Diría su amigo con el ceño fruncido.
Recuerda que Soo también se ha desahogado respecto a Jun. Halagaba su paciencia porque el Choi mayor podía actuar como un cretino y un "Lo siento, Hyung, sé que es tu amigo". Yoon reía y le respondía que le faltaba conocerlo más, que en su caso y, pese a los años, no podía decir que el alfa lo hubiera llevado a los límites.
Bin rehúye un poco de la mirada incisiva del omega, la comida sostiene su excusa. Si clava los ojos en el plato pierde de foco la sonrisita de su Hyung.
—Yeonjunie se fue solo un par de horas antes —menciona aparentemente casual, pero no pasa desapercibido el pequeño movimiento de hombros del pelinegro.
—Sólo...—el policía no sabe cómo explicarse o por qué siquiera debiera estar haciéndolo— nos quedamos dormidos, siento habernos apropiado de la habitación —agrega su disculpas con la cara ardiendo.
—Me alegro que las cosas estén mejorando entre ustedes, es decir, estuvieron en la misma habitación y sin querer arrancarse los ojos...
No mentiría, en un momento sí quiso arrancarle los ojos. En varios a lo largo del tiempo que se conocen.
Agradece por toda la hospitalidad antes de despedirse. Todavía sigue procesando. Todo el camino a casa Soobin piensa en la serie de locuras que fue su noche. Haberse acostado con —junto a— Yeonjun, corrige para que suene mejor en su cabecita, ameritaba un capítulo completo, un análisis exhaustivo. Podría culpar a los varios botellines de cerveza, pero sopesa también que ya no resistía la tensión y cualquier oportunidad que se hubiera presentado para compartir y ganarse un poquito el cariño del mayor se aferraría con todos los recursos que tuviese.
Maldice su necesidad de ser consentido por sus mayores. Fue totalmente malacostumbrado.
Pero incluso con ese trasfondo, ¿Era necesario soltar frases tan bochornosas?
—Quién querría estar contigo acostado mirando las estrellas falsas.
—Tú lo estás haciendo, Hyung.
Probablemente Yeonjun se debe estar riendo de lo lindo de la ridiculez de su adulto compañero de estación con mentalidad de preadolescente. "Mocoso", se lo tiene ganado.
"Jodida vergüenza" ¿Cómo lo va a mirar a la cara? ¿En qué mierda pensaba cuando dijo eso? Puede que se transforme en constante que estar junto a Yeonjun sea una causal de lapsos de torpeza cognitiva. Fallo generalizado de varias funciones.
Yeonjun se remueve en su cama, acaba de despertar luego de una siesta. No era que hubiese dormido mal —con Soobin, apoyado sobre su brazo, babeando su camisa—, pero tiene que sobrevivir a un turno tarde-madrugada y cada hora de sueño es valiosa. Tristemente una cabeza llena de confusión y ansias surcando en su estómago le impiden retomar un par de horas más.
No cuando piensa en "Por qué demonios me quedé en la misma cama". Reproduce la conversación y pese a saber que sucedió y está grabado en la memoria de ambos alfas, sigue aturdido. Empezando a plantearse cómo mirará al menor.
...Lo peor es que realmente durmió plácido.
Prueba explícita que podían estar cómodos el uno junto al otro.
"Maldición, por qué tuve que hacer las cosas de esta forma", por qué no pudo tener esa conversación civilizada en la estación o compartiendo un café en alguna parte y no en una cama, en la que terminaron hasta hablando de los males de amor de Soobin, condenado chiquillo inquieto que sacudía cada dos por tres sus extremidades.
No quiere seguir pensando, pero el olor a limón y jengibre continúan en el ambiente y aún más fuertemente arraigados a su memoria más primitiva. Incluso lo primero que hizo al llegar fue sacarse la ropa y meterse en la regadera, necesitaba quitarse la esencia que se aferraba a su piel. Era enloquecedor, sabía que a otros alfas les irritaba cuando el olor de un semejante se impregnaba en su espacio, por desgracia a Yeon por lo general le gustaba.
El de Bin le parece una esencia fascinante. Por eso es que fue tan apremiante sacárselo de encima.
Sin proponérselo evoca el aroma, visualiza lo suave que lucían sus labios entreabiertos mientras dormía, los imagina blandos y mojados resbalando contra los suyos. Recuerda la rabia vibrante en el ambiente. El enorme deseo de sentirlo forcejear bajo su cuerpo.
Roce, pieles caliente, aroma a limón, el picor del jengibre.
Quiere todo eso.
Y no puede obtenerlo y tampoco pretende buscarlo.
Hace un pequeño movimiento involuntario de sus caderas contra el colchón emitiendo un ruido ronco.
Nota que está durísimo y empuja otra vez, seguido de otra y otras más. Tiene que hacerlo, necesita un alivio. No alcanza ni siquiera a pensarlo cuando coge de la orilla de cama la camisa que usó ayer, hunde la nariz en los pliegues de la prenda que está hecha un ovillo, su otra mano hace un viaje directo al pantalón holgado tirando hasta liberar la erección, disfrutando del contraste con la temperatura del ambiente. La brisa entra fresca y se cuela a través de las cortinas. Un deleite para su piel febril.
Lame la palma, mezcla la saliva con el líquido preseminal para generar la humedad suficiente que le permita desplazar su mano por toda la longitud. Intercala el vaivén arriba-abajo, con caricias en la punta y masaje en la zona abultada en la base. Rígido, aterciopelado, siente su propio palpitar que lo estremece. Se alimenta de sus fantasías sucias cerrando los ojos. El placer vibra subiendo desde la entrepierna al vientre. Hormigueos y descargas cada vez más intensas.
Imagina al policía de cabellos negros removiéndose desnudo contra él, apretándolo con las manos grandes y firmes. Inspira y se llena del aroma a limón y jengibre que lo hace sentir todo un poquito más real.
Al menos la esencia ácida atravesando su olfato es real. Directo a las emociones, a esas que causan cosquillas en sus entrañas. Se derrite por dentro.
Gime ronco con la cara escondida en la tela y se corre sobre su mano. Respira agitado y se limpia en la camisa, después de todo la ropa irá al lavado y quizás así logre desvanecer el olor cítrico impregnado en la tela. El de su memoria es imposible.
"¿Por qué estás así de feliz?", le pregunta frustrado a ese animal interno exultante y mínimamente satisfecho.
Suspira tendido boca abajo sobre el colchón. Cuando el calor se diluye su mente se llena de los momentos adorables del mocoso Choi, como su expresión tranquila y boquita levemente abierta, la mejilla sucia y el ceño fruncido, los "Hyung" suavecitos, el puchero que le dedicó a Lisa una vez. Se da cuenta que ya no es solamente calor y ganas salvajes de tenerlo gimiendo bajo o sobre su cuerpo. Ahora también invade su mente la manera en que enseña los dientes cuando sonríe con ganas y los ojitos que se entrecierran. Quiere que le dedique una de esa malditas sonrisas.
Llega a saltar de la cama asustado de sí mismo. Una cosas es desear con intensidad y otra es que se empiece a mezclar con eso a lo que ni siquiera pretende darle nombre.
"Hyung" y su sonrisita adorable instalándose en su cabeza no está ayudando.
Una cosa es que quiera follar con él porque le trae unas ganas enormes y otra es que le guste, así como enamorarse. Ya con eso no hay vuelta atrás y lo sabe, por lo mismo lo evita a toda costa.
Niega y su lobo sigue con entusiasmo exuberante. No quiere entender qué es lo que alegra a su maldito animal, pero termina por averiguarlo de todos modos, es como si se lo dijera: Veremos a Soobin dentro de unas horas más.
Algunas horas y estará mirando a ese chiquillo preguntándose nuevamente por qué no fue capaz de alejarse de esa cama, de haber vuelto a su apartamento y ahorrarse el estrago que tiene sacudiendo su mundo interno. Recordaría la conversación, los costados rozándose, Soobin utilizando su brazo como almohada, tan tibio y tranquilo. Como un animal manso.
Suficiente. Presiona la mano sobre su pecho como si ayudara a que su corazón entendiera que tiene que latir a velocidad normal porque no ha corrido ninguna maratón.
Ahora ya no será solo incómodo encontrarse con Choi, sino también vergonzoso, porque tiene fresca la sensación de su nariz hundida en la tela y la mano caliente subiendo y bajando inmerso en fantasías.
Mirar a su compañero y esconder ese "Lo siento, me masturbé pensando en ti y te involucré en mis jodidas fantasías desviadas, de verdad lo siento, oficial Choi".
No tiene porque saberlo.
°°°
Todos los pares de ojos caen sobre ellos como si lo supieran todo y más, incluso eso que no pasó, aunque el motivo es más simple: A nadie en la estación se le hace indiferente el saludo cordial entre esos dos sujetos que días atrás estaban sacando chispas, al constante filo del ataque.
Se saludan con buenas tardes, incluso sonríen un poco, apenas se alcanza a formar cuando las comisuras se estiran, pero los dos entienden el gesto. Tan extraño, comparten el pensamiento casi como si se tratara de un acto telepático. Se miran como si quisieran preguntarse algo más. "¿Cómo estás?", "¿Cómo dormiste?". No, completamente descartado.
Yeonjun piensa que necesita empezar bien la tregua, tiene que hacer algo...
—Prepararé café, ¿quieres uno?
Soobin sorprendido acepta. Hasta siente la necesidad de preguntar "Quién eres y qué hiciste con Choi" para verificar su juicio de realidad.
—¿Azúcar?
—Tres —responde todavía anonadado hasta que Jun arruga el entrecejo. Es como si fuera alérgico a esa señal y cualquier otra del repertorio de desaprobación de aquel policía. Como cuando tuerce los labios—. Que no endulces lo suficiente el tuyo no es mi problema —se defiende.
"Haz algo lindo por el mocoso, mira que es buena idea".
—¿Y cómo sabes eso? —termina por preguntar curioso.
Soo muerde su labio inferior y medita cómo expresarlo, porque la sinceridad es la piedra angular para una buena relación, o si mejor omitir la información por el bien de una tregua prolongada.
A Yeon le intriga esa expresión de crío descubierto en un travesura.
—Lisa sunbae un día me retó a beber de tu café a cambio de llenar un reporte —dice rápido, esperando que el mayor no hubiera entendido bien.
—¿Qué? —parpadea incrédulo y de a poco el ceño se va arrugando, de nuevo.
—Mi café con tres de azúcar, por favor —junta ambas manos en señal de súplica.
Yeonjun niega, bufa y suelta algo como "Este mocoso" que el pelinegro alcanza a escuchar, pero en lugar de molestarle, le causa gracia.
Al mismo tiempo se sonroja porque se acuerda de la parte posterior a beber de la taza y celebrar porque Jennie llenaría el reporte, "¿Te das cuenta que eso vale como un beso indirecto?", Bin se atragantó con saliva y el amargor lo sentía fuerte en la boca: "¡No existen los besos indirectos!". Luego su malvada Sunbae había reído largamente, secaba la orilla de los ojos húmedos, mencionando que cada segundo valió la pena, no le importaba un poco de papeleo extra después de esa exagerada reacción.
Masajea sus sienes, apenas comienza su jornada y no quiere pensar en ese tipo de cosas extrañas. Espera que su Hyung tampoco, ya se siente lo suficientemente avergonzado por lo de anoche como para sumar un factor extra.
Yeonjun deja la taza con cuidado en el escritorio del policía de ojis negros. Cuando aparta la mirada del ordenador se topa con la espalda del mayor que se aleja sin voltear.
—Gracias —dice lo suficientemente alto como para que su compañero escuche.
Soobin bebe el café cuando alcanza la temperatura ideal, el dulzor también está perfecto. Incluso sonríe. Cree que podría acostumbrarse, a la sensación rara de que Yeonjun haga gestos amables y simples como llevarle una taza llena.
Incluso piensa que hablar con el rubio sí puede ser agradable, claro, en algún otro sitio que no sea una cama de plaza y media. Sobrios, comedidos, cada uno en su espacio personal. Debe admitir que ese alfa, a veces insufrible, tiene interesantes puntos de vista.
Todavía le da vueltas al tema del duelo. Cree que ya pasó la etapa de la negación y la ira, quizás sigue aún en la de negociación. No dejaba de especular posibilidades por si las cosas hubieran sido diferentes. Se imagina otros escenarios y contextos: "Si nos hubiéramos conocido antes", "Si hubiese sido designado a otra estación", "Si JungKook se enamorara de otra persona".
..."Si pudiera fijarme en alguien más".
Escucha una maldición en voz alta que lo saca de su lapsus y mira como su compañero alfa se agacha a recoger el bolígrafo que rueda por el suelo y se aleja del alcance de su mano. Yeonjun maldice por segunda vez y a Soobin le causa gracia.
°°°
Odia el papeleo pendiente. Odia todavía más cuando le encomiendan a él terminar lo que otro no hizo. Resopla y comienza a separar los documentos que faltan por llenar, los que debe archivar y los que JungKook pidió que llevara a la oficina.
Después estará en la recepción. A otro compañero le toca un turno de patrullaje con Choi menor. De a poco va viendo como Kook prueba combinaciones entre compañeros. Varias veces —antes de Soo— si no era con alfas tozudos, los trabajos en equipo junto a Lisa eran frecuentes.
Coge un lápiz para firmar y se resbala de su mano, sin siquiera proponer evitarlo emite un par de quejas en voz alta cuando rueda lejos de su alcance.
Ha pasado con suerte un par de horas y ya quiere volver a su cama. Intenta despertar con los resto de café casi helado que sobra en su taza y apila los documentos que llevará a la oficina de su jefe. Sacude la cabeza al segundo que es consciente de la loza fría apoyada en sus labios y más que nunca odia que su mente encuentre distracciones molestas y aparentemente más interesantes que sus responsabilidades. Cómo pensar, por ejemplo, que Yoongi diría que compartió un beso indirecto con Soobin si le contara la anécdota de la taza.
"Los besos indirectos ni siquiera existen", se defiende de sus propias ideas dispersas y mal enfocadas.
Verifica que sean los solicitados, no le sorprendería traspapelarse si su cabeza anda bien alto por las nubes. Observa a Kook postura erguida, caminando seguro y hablando serio con los detectives hasta desaparecer tras la puerta en la sala de reuniones.
Admira a su amigo y todo el esfuerzo que ha puesto para llegar a su cargo siendo tan joven. Y aún más en mantenerlo. Lo juzgan por la edad, por ser un beta en un puesto habitual de un alfa. Para Jun no tiene sentido, además los betas pueden demostrar bastante más sosiego que un alfa bajo condiciones hostiles.
Sabe que ese sujeto es inteligente y centrado, a través de su trabajo prolijo y buenas estratégias deja en claro por qué está donde está.
Entra a la oficina y deja las carpetas sobre el escritorio. Ve que hay otro par encima y solo por curiosidad les echa un vistazo superficial. No debería sin el permiso de los detectives o de JungKook, aunque es muy tarde cuando ya está hojeando el segundo reporte.
Muerde su labio y medita si hacer o no una estupidez...
"Qué mierda estoy haciendo".
Avanza a paso rápido con el reporte en la mano. ¿Acaso esa iba a ser su segunda ofrenda de paz del día con el mocoso? Se dirige a la oficina de archivos. Todo tiene que ser disimulado, tiene que parecer casual, ya que acaba de hacer una tontería y empieza el lógico arrepentimiento.
—Oficial Choi, trae los documentos de mi escritorio —dice en voz alta y hace una seña con la mano. Alguno de sus compañeros miran en dirección al cuarto de archivos, pero enseguida regresan la atención a sus pendientes.
Este tipo de situaciones encienden las alarmas de paranoia en Yeonjun que está replanteándose en regresar el documento al escritorio y hacer como si nada.
El alfa más joven lo mira confundido pero obedece, la relación con Choi mayor ha estado más agradable —un par de horas de tregua se sienten largas y bastante bien—, quizás por eso esta vez la orden no le hace apretar los dientes.
Jun deja el reporte sobre la mesa para luego tomar las carpetas que Bin carga entre las manos.
—Revísalo, tengo que devolverlo en menos de diez minutos —señala el documento en cuestión y recibe una mirada de ojos grandes y curiosos—. Pensé que te interesaría saber cómo iba el caso del modelo omega.
El azabache se apresura en tomar el reporte y empezar a hojearlo.
—¿Cómo lo conseguiste? —pregunta con la mitad de la atención puesta en las evidencias recopiladas y el resto en el alfa que le da la espalda acomodado fichas en los estantes.
—Lo saqué del escritorio del jefe, así que si te apresuras lo agradecería.
Soobin está sorprendido de que Yeonjun acabara de hacer algo riesgoso pensando en él. Incluso debe destacar que no lo ha llamado "Mocoso Choi" en todo lo que va de la tarde.
Raro. Es así como se siente cuando está con Yeonjun. Antes era raro y mucho enojo.
Ahora es sólo raro.
Eso no descriptible. Eso que no entiende.
¿Acaso es normal que su corazón se agite así? No quiere ni siquiera responder. Prefiere omitir la extraña señal de su cuerpo y esa sensación que hace a su lobo curioso levantar las orejas.
—Gracias, Hyung —dice con una sonrisita y se sorprende aún más de notar esas pálidas mejillas ganando tonos rosados.
Quiere exigirle a ese condenado órgano que deje de pulsar tan rápido.
—¿Te olvidas de las formalidades en el trabajo, Mocoso? —dice Yeonjun tratando de aparentar normalidad y no que hay insectos en su vientre. Coge las otras fichas y sigue ordenando en silencio.
No quiere que ese chiquillo lo vea con la cara roja, suficiente tiene ya con esa sonrisa que acaba de hacer que su corazón de saltos bruscos.
Por fin le está dedicado una sonrisa.
"Maldito mocoso".
°°°
Estoy amando adaptar este fic porque amo mucho la relación de esta dos uwu
¿Desde cuándo son MOA?¿Desde cuándo shippean el Yeonbin/Soojun?
Voten y comenten 💖
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