III. Provocación constante.
A veces Jungkook jugaba con su paciencia, con sus límites. Le decía: "Confío en ti" y era su sentencia, caía el peso de la responsabilidad extra sobre sus hombros. Según su jefe la razón de que dejaran a los alfas nuevos que se integraban a la estación bajo su cuidado es porque tiene un carácter impasible, autocontrol —un poco más de lo esperado en un alfa, se supone— y una fuerte voz de mando. A Yeonjun no le gusta abusar de su voz de mando, aunque es la misma que lo ha salvado varias veces de volverse un delta.
"Algo bueno que tenga si no puedo tener un lobo normal". Su lobo gruñía ofendido por la forma despectiva que suena lo "No-normal". No es como que Yeonjun a veces no deseara que apareciera de milagro un omega que no sature negativamente su sentido del olfato, enamorarse, tener cachorros —en realidad no quiere cachorros y es solo parte del decir— y que así el resto del mundo se ahorre comentarios que le insten a sentar cabeza con una familia.
Quiere una vida simple. Menos capacidad de cuestionamiento y autocrítica, ya que hasta su mismo trabajo es analizado detenidamente: Lleno de flancos débiles y dobles discursos.
Soobin casi le salta al cuello cuando le dijo que era un iluso por pensar que los policías solo estaban para ayudar a la gente.
—¿Entonces por qué estás en esto? —resopló molesto.
—Porque puedo —respuesta seca antes del silencio incómodo.
No agregó el "Porque quiero"; ser policía nunca fue su primera opción.
"Maldito mocoso". La mayor condena que le pudo poner Jungkook.
Hubo otros alfas, disfrutó de aromas fuertes, pero agradables, a veces y muy para sus adentros los deseó. A más de alguno miró directo al cuello para apegar su nariz a la piel fragante o a los labios para besar brusco y con ganas. Solamente eso, una fantasía bien escondida. Nada que no pudiera pasar sin dificultad por el filtro del autocontrol. Quizás con algunos hubo provocaciones más, provocaciones menos —lograba medirlas, mostrarse imperturbable—, competencia implícita y explícita hasta que la tensión se diluía y terminaban por ser buenos compañeros, riendo de las anécdotas.
Soobin es caso aparte. Se repite la dinámica solo que su maldito olor hace agua su boca. Ya no logra retener el contestar las provocaciones o incluso hacerlas. Hasta busca pretextos y eso lo enoja consigo, especialmente con su lobo que da saltos felices y lo mueve a buscar eso que necesita y se niega a darle.
Discuten por tonterías, inclusive como quién maneja el automóvil. Y a Yeon le importa una mierda, mejor si maneja otro, pero no puede evitar un poquito de tensión. Porque tiene que admitir que el rostro enojado de Soo lo hace lucir guapísimo y su lobo se regocija expectante de que salte encima o hacerlo él.
Es extenuante.
Un día el pobre mocoso lo pilló con los ánimos atravesados. Notó que estaban los reportes de la semana desordenados en el escritorio. Había suspirado molesto pensando en lo despistado que era el otro Choi. Gruñendo los apiló, no es como que guardarlos fuera un mayor gasto energético. Quizá sí lo veía diría "Ojo dónde guardas los documentos, Mocoso despistado".
Lo vio y no supo en qué momento su filtro se averió, si fue cuando inspiró aire lleno de limón y jengibre o por su semblante fruncido y posición de alerta. No quería regañarlo como a un cachorro y eso fue lo que pasó, la tensión crecía junto al aroma de Soobin, quien se esforzaba por quedarse callado, pero su rabia la respiraba y era deliciosa, estimulante.
Ahí se dio cuenta que estaba perdido. Más de lo que sospechaba. Tuvo que frenarse. El ambiente se llenaba de ácido y picante, se mezclaba con lo amargo y tostado... Y deseaba empotrarlo contra la pared, olisquear su cuello y morder su boca. Era como si su maldito lobo apoyara las patas en su espalda y empujara. Estuvo tan cerca, a poco de perderse. Relamió sus labios pensando en todo lo que podrían hacer si hubiera más fricción y menos ropa. El pelinegro reclamaba y callarlo a besos era tan tentador. Negó brusco y se fue antes de cualquier acción irremediable.
Resopló tenso, por dentro estaba alterado. Hasta se sintió mal por lo injusto que fue con el chiquillo policía. Debería disculparse... Si su orgullo no fuera tan fuerte.
Quizá se acercaba su celo. Chequeó el calendario y las fechas coincidían. ¿En qué momento pasaron seis meses? Menos mal estaba abastecido de supresores. Lo olvidó por la noche, se dedicó a drenar energías practicando defensa personal con un compañero beta. Lo recuerda cuando llega a la estación, saca la caja infaltable del cajón del escritorio. Busca el vaso con agua y casi se atraganta al segundo que una voz tranquila atraviesa sus oídos.
—¿Por qué no simplemente pides el día libre y te buscas a un buen omega? Esas cosas te dejarán estéril algún día.
Y pese a que Bin no lo dice de mala manera su respuesta arisca sale con la naturalidad de respirar: —Mejor, ¿me ves cara de querer cachorros?
—Qué amargado, oficial Choi.
"¿Acaso ves que me importe?", estuvo a punto de añadir y alcanza a morderse la lengua. No quiere pelear con el mocoso tan temprano. Su lobo ansía la tensión. Yeonjun no.
Yeonjun tiene sueño y está cansado; no es un sujeto de mañanas.
Se levanta solo para ir por un café que le ayude a recargar la batería interna y así lograr terminar el papeleo pendiente. Después turno en la recepción, almuerzo y patrullaje por la tarde —con Soobin —.
Bosteza solo cuando tiene una pausa, no quiere parecer somnoliento y desinteresado frente al malestar ajeno. Personas que acuden en shock después de un robo, otros que llorando reportan cercanos desaparecidos, dejar constancia por violencia... Aunque ya es rutina. Escuchar y contener.
Recuerda que discutió con Soo por dejar ayuda prometida, sin embargo, no iba a suceder, siempre hay varias cosas que escapan de su control y sus funciones. Del control de la estación entera.
—¿Sabes que eso no está en nuestras manos? —preguntó seco.
—Podemos intentar hacer algo...
—¿Qué? ¿Vas a partir corriendo y tomar el trabajo de detective? Adelante ve a conversar con el jefe y pídele que te asigne el caso —sonrió ladino. Sabía que exageraba, que se estaba excediendo, le sacaba en cara algo que escapaba de sus funciones. Casi le dijo un "Por qué no te cambias de asignación".
Soobin apretaba sus manos empuñadas y no bajaba la mirada. Los ojos oscuros estaban sobre los suyos, "Jodida vida", la expresión era tan intensa que provocaba un sismo interno. Tenía que enfriarse.
Siempre tiene que enfriarse.
—Mi punto es que hay otras formas de contener a las personas —dijo más tranquilo, suavizando la entonación.
Bin no bajaba la guardia, su mirada desafiante se mantenía. Yeon suspiró y continuó con su trabajo, el menor se alejó a zancadas con sus piernas largas.
"¿Me permites tener una relación sana y cordial con mi compañero alfa?", le pregunta constantemente y en vano a su lobo que camina en círculos y siente la súplica, que lo deje salir, solo un poquito. Lo peor es que algo en Soobin lo invita y le resultaba desesperante.
Tal vez logre persuadir a Jungkook, le pedirá un poco de distancia. Quizá modificar su horario para encontrarlo menos veces.
Necesita estabilidad y no ese equilibrio que se le hace frágil, con el pelinegro le parece algo cerca de ser imposible. Debe admitir que lentamente se ve superado y es cosa de tiempo. No está encontrando soluciones.
Intercepta a su jefe cuando lo ve por el corredor vacío, verifica que no haya siquiera un alma cerca agudizando sus sentidos. Las voces se oyen lejanas y algunos aromas mezclados están a buena distancia, supone.
—Jungkook-ah —dice fuera de toda formalidad como cada vez que están a solas y la confianza generada por los años es imposible de anular.
—Yeonjunssi —sonríe mostrando sus dientes.
—Necesito hablarte de algo...
—Dime en qué puedo ayudar.
—¿Tienes que seguir poniéndonos a mí y al mocoso de Choi juntos? —pregunta directo.
Lo siente, hay notas ácidas en el aire y maldice para sus adentros.
—¿No lo puedes dejar simplemente con Lisa? —continúa pese a que intuye que de seguro está cerca y quizás escuchando.
—Sabes porque lo hago —replica Kook con expresión cansada, tanto como su sonrisa.
—Ella puede hacerlo perfectamente y mejor que yo —intenta persuadir, aún a sabiendas que Jeon dirá de forma amable que no.
—Los necesito a ambos, los alfas jóvenes son difíciles —lo mira como rogándole "Por favor" y Yeonjun es débil ante esa expresión en sus personas cercanas.
—Lo haces sonar como si fuéramos viejos, estaremos muy cerca pero no llegamos a los treinta aún —comenta resignado. Nada qué hacer más que seguir junto al Choi contrario.
Entiende el punto de Jungkook, sólo que desde su adolescencia que un alfa no revolucionaba sus hormonas como si tuviera quince de nuevo. Es raro y le estresa notar que no tiene el absoluto control. Además para enturbiar el panorama percibe que olor del enojo se esparce por el aire y el jengibre pica en su nariz. Soobin lo escuchó y acaba de tirar más leña al fuego en su tensa relación. Quién sabe que fantasía negativa se estará pasando el mocoso en esa arrogante cabeza.
De verdad que Yeonjun —no su lobo contento— no quiere toparse con su compañero más jóven. No quiere y es inevitable, los rodean las mismas paredes y sus escritorios se ubican cerca. Pueden intentar eludirse, pero en cualquier momento chocaran de frente. Cuando lo hacen la mirada de Bin es rabia e impotencia.
Tampoco quiere que Soobin se sienta así...
—Si vas a espiar una conversación, procura que tu olor no te delate, Alfa —comenta con su mirada insondable y voz calmada. Quiere sonar suave. Afable. Tiene la certeza que no lo consiguió. Debió decirle "Oficial Choi" o "Soobinssi", en lugar de Alfa.
Espera que al menos eso no se lo tome a mal, aunque no lo culparía, la forma de vincularse de ambos es a base de provocaciones.
Se lo toma a mal y contiene lo ofuscado que está.
"Maldición".
Nunca ha sentido tanto alivio de que termine su turno. Se quita el uniforme y se cambia a su ropa de colores oscuros. De vuelta a persona civil. Chequea el punto de encuentro con su amigo y confidente antes de partir, necesita contarle tantas cosas que su espera en la cafetería se hace eterna, incluso acaba con una primera taza de expresso.
Observa a Yoongi entrar a zancadas, diciendo un ahogado "Disculpa el atraso, Junnie". Algunas gotitas se formaron en su frente, apegando a su piel las hebras color azul del flequillo. Hace un gesto para restarle importancia y el más bajito se dedica a recuperar el aliento perdido.
Debe admitir que es de los pocos omegas cuyo aroma le hace sentir reconfortado, una sensación de estar tapado por sus cobijas recibiendo mimos. Tiene la teoría de que es porque le recuerda al aroma a frutos rojos de su madre, quien pocas veces tenía sus momentos cariñosos.
Tiene afinidad con los aromas ácidos.
Pide otro café expresso y opta por un pequeño sándwich mientras Yoongi pide algo tan dulce como su amabilidad, un pastel de crema y un caramel macchiato.
—Yeonjun-ah, fui al lugar que me recomendaste. Muchas gracias —dice jugando con las orillas de las mangas que cubren la mitad de sus manos. Está usando el chaleco holgado en tonos pasteles que le regaló hace años.
—Ya verás como Jungkook hyung estará feliz con su regalo —sonríe de ver su amigo alegre.
Yoon había estado planeando cambiar algunos de los equipos de música viejos de su novio, quería sorprenderlo para su cumpleaños con su estudio renovado. Aprovecha de contarle lo agotador que fue su día en el hospital y el turno extra que tuvo que cubrir ayer, que le apenaba estar viendo tan poco al beta a quien consideraba su compañero de vida que le puso el destino por delante.
Todavía recuerda cuando los padres de ambos pensaban que apenas se presentaron respectivamente como alfa y omega estarían juntos. Incluso las familias planificaban a qué edad era ideal traer los cachorros al mundo y qué nombres serían bonitos. Los dos se miraban y reían. "Sería como meterme con mi hermanito", le decía Yeonjun arrugando la nariz. "Eres demasiado amargo para mí, Jun", respondía Yoongi.
Se conocen junto a Kai desde que eran pequeños niños que jugaban con barro y se creían superhéroes amarrándose trapos en la espalda como capas y colocándose antifaces de papel .
Lo que más le gusta a Yeonjun de Yoongi es que es un omega fuerte que se esconde tras esa mirada dulce y tonos pasteles.
—Mañana tienen su día libre —intenta animarlo.
—Planeamos tener un día de mimos y películas en casa, estamos demasiado agotados para hacer algo más elaborado.
—No subestimes un día entero en casa, comiendo, mirando películas, follando...
El jóven de cabellos azules se sonroja y suelta una risita melodiosa antes de desviar el tema: —Cuéntame de tu semana, puedo oler que estás atormentado.
No necesita que ejerza presión, comienza a soltar todo. Su amigo siempre supo de sus poco comunes inclinaciones. Supo de lo que pasaba entre él y Kai, así como de otras aventuras casuales y conoció a las que fueron un poco más formales. Para Choi es más importante presentárselos a Min que a su misma familia.
Habla de Soobin y cómo se está viendo superado, continúa su queja camino a la casa de Jungkook y Yoongi, detalla las situaciones y los límites que intenta fuertemente mantener mientras su amigo maneja tarareando afinado una canción.
A Gi le causa gracia lo que puede leer entre líneas.
—¿Qué? —gruñe tras mirar esa sonrisa traviesa.
—Creo que a tu lobo le gusta Soobinnie.
—Mi lobo tiene unos intereses de mierda —resopla antes de bajar del auto de su dongsaeng.
—Tu lobo es sabio —responde, activando la alarma.
No lo es. Su lobo es torpe, es inquieto, si bien es fuerte, también no deja de ser tozudo y precipitado como un cachorro. Le hace mover la cabeza en señal de una negativa, reafirmando que su lobo nunca maduró.
—Creo que he sido injusto con el mocoso —suspira finalmente.
—¿Y si le pides disculpas?
Lo medita, puede que si está en calma y barreras bajas, lo haga... Eso suena poco posible.
Se desparraman en el sofá y Yeon empieza a darse cuenta que ha hablado demasiado de su compañero. Es plenamente consciente que cuanto más enfoca la conversación en una persona determinada es sinónimo de que tiene tanta importancia como los minutos que le dedica, aún si es con ánimos de quejas y vertedero de molestias.
Lo recuerda porque una vez en sus años de instituto se dedicó a desperdigar mierda de uno de sus compañeros que odiaba fingiendo que no le importaba el sujeto en cuestión.
—¿Entonces por qué hablas tanto de él? ¿Por qué le dejas ocupar tanto espacio en tu cabeza? —dijo Yoon con su risa suave y ojos que eran pozos de comprensión.
Huening estalló en carcajadas y Choi se dio cuenta de su error y, de paso, que dentro de toda esa rabia había deseo y quería a ese maldito sujeto alfa desnudo en su cama —nunca pasó—.
Suspira, ya está bastante expuesto como para seguir exhibiendo sus confusas emociones que aparecen cada vez que recuerda al alfa más joven.
Cambia bruscamente el tema, menciona algo respecto al cumpleaños sorpresa que le está preparando a Kook y Yoon lo mira como queriendo decir "Me di cuenta, pero no importa".
—Solo necesito que lo mantengas ocupado.
—Claro, me debe una salida por cervezas después del favor que le estoy haciendo.
Y han sido varias por las veces que ha tenido que lidiar con alfas nuevos. Lisa siempre lo molesta diciéndole que parece un domador de bestias de un freak show.
Terminan hablando de cualquier cosa, rememorando anécdotas y finales tristes de series. Riéndose hasta el dolor de estómago. Jun lleva al menos una hora recostado en las cómodas piernas de Gi.
—Se me acabaron los supresores y tengo antojos de comer pollito frito.
—¿Y qué conexión tienen ambas cosas? Me estás asustando.
—No, no es lo que piensas, además es poco probable —soba su nuca—. Lo digo para que me acompañes a comprar a la farmacia y de camino pasemos por comida, no quiero cocinar.
El rubio asiente comprensivo. Esos dos viven agotando energías constantemente al punto que en las semanas de acumulación de trabajo no es sorpresa encontrar muchos tipos de sopas instantáneas en la alacena y platillos congelados. Taehyun ofendido, prefiere llevarles tuppers con comida casera y nutritiva para varios días. Yeonjun a veces cocina para ellos también.
Hubo una semana en que Yeonjun y Taehyun intentaron darle clases de cocina a la pareja.
—¡Jungkook! ¡Te enseñé a picar las cebollas! ¡Las tienes al revés!
—¿Así le gritas a tus alumnos? —Choi decía entre carcajadas.
El rubio policía adora a sus amigos, le gusta los recuerdos que van creando juntos. No será alguien sociable y cuenta a sus cercanos con los dedos de la manos, pero ellos aportan estabilidad a su vida.
Min carga contento su caja de supresores, aunque tuvieron ese momento de "Ehh, gracias, pero no gracias" cuando la señora que los atendió les dijo "Están en buena edad para tener sus cachorros en lugar de tomar supresores"
—¿Por qué todos asumen que quiero cachorros?
—Porque la mayoría parece creer que los omegas y mujeres betas son máquinas productoras de bebés.
—Pensamos adoptar más adelante, quizá cuando tengamos más tiempo para lo que implica una familia con niños —sonríe con las mejillas rosadas y ojos brillantes.
Le gusta ver cómo rebosa alegría. En algunos momentos piensa que le gustaría también sentirse así junto a otra persona. Tener eso de intimidad, confianza cimentada, proyectos compartidos en lugar de aventuras esporádicas que actualmente casi ni aparecen en su panorama.
Con un beta que estuvo más de dos años, casi tres, hubo de aquello, mucho cariño, confianza —se había entregado a plenitud— y planes que no se concretaron. A veces se pregunta si debería buscarlo y retomar el contacto. Necesita canalizar su afectividad y no solo un polvo rápido —poco frecuente— o una ayuda manual —es sano un par de veces a la semana o más—.
Entran al local de pollo frito favorito de Yoon. El menor se entusiasma mirando la carta y evalúa de cuál pedir y qué acompañamientos. Yeon respinga apenas una brisa fresca y cítrica de limón mezclada con picante jengibre atraviesa su olfato. "Tiene que ser una broma", no quiere voltear y corroborar que Soobin está cerca, siempre lo sabe cuando es así. Para el mayor ese aroma no puede pasar desapercibido.
El olor le transmitía la rabia acumulada, toda esa tensión que despertaba a su lobo, levantaba sus orejitas y se inclinaba hacia delante.
Voltea y se topa con un ceño fruncido tras la puerta de vidrio, Min también nota la presencia del menor y respira la tensión. Choi sonríe negando, está cansado y acaricia el cabello de Yoongi susurrándole que pida algo. Quiere largarse lo más pronto posible.
Debió prever que el mocoso de Choi llegaría a saltar con lo que acababa de hacer. Afortunadamente Beomgyu está tratando de tranquilizarlo, pero no es suficiente, porque entra frente en alto y actitud arrogante. Saluda con esa sonrisa coqueta a su amigo omega.
Le molestan varias cosas respecto a la situación que tiene por delante: Partiendo porque Soobin está inmiscuyéndose entre sus amigos, añadiendo esa actitud altiva y sumando la mirada de explícito desafío.
Lo peor de todo es que esa maldita actitud altiva y seductora causa efecto en él y no en el omega a quién dirige sus intenciones. Totalmente injusto.
La omega tras la barra de atención está nerviosa, jugando con los bordes del mesón. Intercambia miradas con su semejante a la espera del pedido y rogando que esos dos alfas no armen una pelea en su local.
—Regresemos luego que Jungkook-ah de seguro extraña a su omega favorito —y eso sí lo dice con toda la intención de alterar a Bin. Sabe que una de las cosas que pincha en su ego inflado de alfa joven es sentir que está por debajo de un simple beta.
Yeonjun no negará que disfruta de la expresión de frustración que acaba de ocasionar. Relame sus labios satisfecho y como ve que Min sigue sin dictar la orden, lo hace en su lugar. La chica aturdida anota y le pide que esperen unos minutos.
Largos minutos incómodos para todos los presentes.
—Ni en mis turnos libres me salvo de cruzarme con él —se queja tomando el lugar del copiloto, cargando la bolsa con comida.
—Es el destino, Junnie —dice entonando dulce la frase como si fuera una canción melosa.
—No me jodas con eso, Yoongi hyung —responde con una expresión que mezcla el hastío y el miedo.
No quiere que Choi sea su destino.
—Sabes, toda esa tensión...
—A mí lobo le gusta.
—¿La tensión con el alfa o Soobinssi?
—Un poco de ambas, supongo, a mi lobo —especifica antes de cualquier interpretación adicional—, a mí ese mocoso me saca de quicio.
—¿Y a ti, Jun? ¿No te gusta siquiera un poco también?
—No es que me desagrade —confiesa a medias, ya que ese pensamiento de "Me encanta y quiero tenerlo entre las piernas", lo oculta en lo más recóndito, pero el peliazul es bueno jugando a las escondidas y encontrando tesoros.
Aún así, no reconocerá en voz alta que Soobin es un maldito placer visual. Uno que no puede disfrutar. Está vetado para él y es plenamente consciente de sus alcances, ese alfa no es uno de ellos.
—No es como que tú y tu lobo sean entidades separadas.
No lo son, a veces quisiera si eso implica ahorrarse tantas complicaciones.
—¿Me haces un favor?
—Dime, Yeonye.
—Dejemos de hablar de Choi.
—¿Por qué? Cuando quiere es un chico adorable.
"Eso es porque te está cortejando, omega ciego".
—Gyu también lo piensa.
Suspira fuerte y hace como que no escuchó. Todavía no consigue hallar la parte adorable de ese alfa altanero...
Espera sí...
Una tarde hizo un puchero a Lisa cuando la joven beta le dijo que "No". Fue un par de segundos, acompañado de un "Por favor" suavecito y se asustó de sí mismo por haber encontrado un gesto tierno en Choi Soobin.
—¿También piensas que sí?
—En definitiva, no —porque fue una sola vez. La excepción a la regla dista mucho de la constancia para denominarlo adorable.
Termina por insistencia de sus amigos cenando con ellos. Kookie les comenta sobre sus nuevos proyectos y Yeonjun se ofrece feliz a colaborar, comparten el gusto y pasatiempo de componer canciones cuando no les absorbe la vida laboral.
Al rubio le hubiera gustado estudiar música o arquitectura. Si debe responder con total honestidad por qué terminó siendo policía es debido a que su familia no tenía suficientes recursos económicos para enviar a sus dos hijos a la universidad. Intentó trabajar, juntar dinero y postular a becas, pero era más complicado de lo que parecía a simple vista. Aprovechó su condición de alfa donde en determinadas instituciones lo recibían con los brazos abiertos.
Como policía seguramente no le faltaría trabajo y aportaría bastante estabilidad. Con el tiempo se acostumbró y transformó sus intereses y pasiones en hobbies para no vivir en una eterna frustración.
A veces compone canciones con Jungkook. En otras dedica tardes a reparar muebles, a construir maquetas y figuras a escala.
Dentro de lo que cabe decir, su vida está bastante equilibrada —sacando a Soobin de la ecuación—. Goza de pequeños placeres como despertar casi a mediodía cuando tiene turno en la tarde y noche, funciona mejor en ese horario que por las mañanas.
Incluso llega de buen humor a trabajar por la tarde hasta que su rutina incorpora el clásico patrullaje, cruza los dedos porque fuera Lisa y él quedar a cargo de la recepción, pero ella sonriendo niega y acude a un interrogatorio. "Ok, Soobin de nuevo" y otro viaje por el sector en silencio. Aire amargo, ácido y denso. Respiraciones pesadas.
Escucha por el radio que le asignan una dirección, acuden al sitio señalado y la casa está rodeada por vecinos asustados, todos hablan atropelladamente y el menor intenta contenerlos.
Al entrar encuentran el cuerpo de un conocido joven modelo omega víctima de confusas circunstancias. Yeonjun hace todas las llamadas de rigor y corta a la espera de la llegada de compañeros detectives y peritos.
El alfa más joven mira con cierta impresión el cadáver. No dice nada, solo observa atentamente cada detalle. Beomgyu había estado trabajando hace poco con él y le comentaba de lo dulce que era el chico, incluso le mostró una selca de ambos con filtro de gatitos. A su amigo le afectaría la noticia, ya que en cosa de horas o menos se filtraría a la prensa y por redes sociales.
—No puede ser que esté muerto —murmura para sí mismo.
Yeon quiere poner una mano en su hombro y decirle "Vamos a recoger testimonios" con voz comprensiva y sacarlo de la escena directa. Al contrario de lo esperado hay una fuerza que lo impulsa tontamente a estirar el elástico. Trata de reprimirlo, incluso aprieta los labios hasta que duelen.
No puede.
—¿Te parece que esté vivo? —acaba de tener una incontinencia verbal y quiere abofetearse.
No quería decir algo como aquello, ni siquiera elaboró el sarcasmo, saltó por su cuenta y ahora el menor lo mira con el entrecejo arrugado y las notas ácidas brotan de su cuerpo al ambiente. Su lobo se regocija. Yeonjun sólo quiere aventarse desde una ventana alta, de un acantilado. No le gusta ser cruel, no le gusta darse cuenta que el trabajo lo ha terminado insensibilizando y se siente plenamente interpelado por la mirada de Soobin.
Ese mocoso aún conserva un corazón sensible que se conmueve por los horrores, en cambio él tras los primeros años fue perdiendo esa capacidad muy para su pesar.
"Maldición". Una y otra vez.
—No soy estúpido, oficial Choi.
Logra contenerse para no escupir un "A veces se me olvida" para apagar fuego con combustible. Consigue frenarse a tiempo. Soo acaba de remover su sensibilidad a veces perdida cuando mira el cuerpo inerte. Recuerda cuando con Kook, apenas siendo unos novatos en su primera escena de crimen, el mayor al mando se limitó a decirles un frío "Se acostumbraran" y fue así, pero Jun piensa en las familias que llegan con lágrimas y voces quebradas a la comisaría y su pecho se estruja un poco.
—Vamos a recoger testimonios, hay al menos cinco vecinos fuera de la casa. También llenarás el reporte de hoy —ordena antes de salir, encontrándose con el apoyo que terminaba de cercar el perímetro y se preparaban para recopilar las evidencias disponibles.
Soobin camina tras Yeonjun sin saber si maldecir por dejarle trabajo extra o contentarse por las pocas veces que le delega algo.
—¿No quieres?
—Lo haré —responde determinado y mirada intensa.
Su maldito lobo tonto está feliz. El mayor simplemente está cansado, pero al menos sabe que esas provocaciones funcionan, porque el chiquillo está empecinado en mostrarle lo bien que puede hacer el trabajo.
Sabe que lo puede hacer bien, que no se lo diga es otra cosa. Pareciera que siempre termina tirando cerillos encendido al pozo de combustible que es Choi Soobin.
Después de todo, se relacionan en base a provocaciones y sus lobos parecieran entenderse en ese lenguaje que agobia a los dos.
...Además Bin despierta dimensiones que creía dormidas. Lo conmueve, lo irrita, lo calienta, un completo golpe a su sosiego.
Yeonjun ama provocar a Soobin así sea inconscientemente ajsispxn
Yoongi sabe cosas 7u7
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