Extra V


Hay cosas que a Soobin le parecen asombrosas. Por más que sean parte de su vivir cotidiano y observe un escenario familiar por años, casi cada día, aún así no deja de ser una pequeña maravilla que le arranca inconscientemente una sonrisa. Detalles que le provocan tanta ternura que su pecho se siente tibio.

Todo parte por observar a su hyung dormir. Si hace una proporción debe ser algo similar a tres es a uno las veces que suele levantarse antes que Yeonjun, buen gato perezoso que aprovecha la cama hasta el último minuto posible. Siempre hay algo nuevo, como lucía ayer, como luce hoy o la forma en que se veía la semana anterior nunca es igual. Por lo general se mantiene la constante de un semblante plácido, algunas ocasiones con sus labios entreabiertos, en otras juntos de forma relajada. A veces está tendido de espaldas, en otros momentos duerme hacia uno de los costados, algunos días estira los brazo por la cama o los recoge cuando se hace bolita en temporada de invierno. A esto se les suman Odi y Sean que suelen buscar los huecos disponibles para acomodar sus pequeños cuerpos peludos. No sirvió mucho comprarle camas bonitas con formas de tartas de frutas o de hot-dog, porque acaban en la suya y Soobin debe admitir que son padres consentidores.

También había instancias que coincidían con periodos de mayor estrés que su hyung no dormía plácido, sino que sus labios estaban apretados, sus facciones se contraían en pequeños movimientos y su cuerpo se notaba tenso. Cuando eso pasaba, el alfa rubio le abrazaba por la espalda, hundía la nariz en su cabello notando el fuerte aroma amargo que sugerían la presencia de una pesadilla y repartía caricias suaves por su hombro hasta que le percibía relajarse. A veces Yeon despertaba, volteaba y le abrazaba de vuelta emitiendo algún gemido rasposo antes de volver a conciliar en sueño. A veces bostezaba y le relataba las escenas desesperantes que asaltaron su buen dormir, Soo le aseguraba que no tenía de qué preocuparse si tenía a semejante alfa como guardián de sus sueños apuntando con el pulgar en medio del pecho, arrancando carcajadas roncas y perezosas del mayor.

Observar aquellos pequeños detalles son placeres cotidianos. Ese tipo de cosas que le reencantan a diario.

Es que, si a Soobin le preguntaran si pese al transcurso de los años sigue igual de enamorado de Yeonjun, asentiría enérgico, porque siempre hay algo fascinante, uno de los muchos detalles cotidianos, en la forma que duerme, en las palabras de ánimo y platillos favoritos en los días malos, los besos, los juegos, las propuestas y el sexo desvergonzado, la ternura con la que suele acurrucar a los dos perritos en su regazo, la misma con la que enreda los dedos al acariciarle el cabello y lo abraza, su risa, el sarcasmo y su mirada afilada. No pararía de enumerar.

Reconoce que ambos se esfuerzan en mantener bien alimentada la relación. Procurando no dejarse envolver por las discusiones y dificultades, mirándolas como pruebas que les permiten fortalecer aquello que siguen forjando juntos.

A Bin le conmueve cuando Yeon sujeta sus mejillas y lo acaricia tan lento como si quisiera asegurarse que es real.

—Hyung, a veces me pregunto si acaso piensas que será como esas películas en que todo fue un sueño y despiertas de un largo coma y sin piernas —decía una noche en que se apoyaba contra su pecho pálido, dibujando círculos sobre la piel, rozando las marcas rojizas que fue dejando en ella cuando minutos atrás todo era calor y caricias intensas.

—Yah, ¿Por qué tan trágico? —preguntó con su voz ronca, finalizando con la risa bajita que retumbaba en su oído.

—Aprendí de ti, cariño.

A veces —pronunció antes de tomar una pequeña pausa, empujando la sinceridad en lugar de alguna broma irónica—...Creo que esto es demasiado bueno para ser real.

—¿Piensas que soy demasiado bueno para ser real? —Binnie sonreía con orgullo, acomodándose para alzar la mirada y encontrarse con aquellos oscuros ojos afilados.

—A veces creo que sí.

—¿Cómo que a veces?

—A veces —insistió el mayor con una pequeña sonrisa ladina—. Muchas veces. —Por no decir que casi todo el tiempo, pero no lo admitiría en voz alta todavía o le subiría los humos a la cabeza a su alfa tan presuntuoso.

Yeonjun observó como la expresión de Soobin transmitía una luminosa alegría de la cual quería impregnarse. Volvió a tomar sus mejillas, disfrutando detalle a detalle todo lo que iba percibiendo, piel tibia bajo sus yemas, calor y hormigueo suave de la respiración mezclándose con la suya, hasta reducir la distancia en un beso lento.

Demasiado bueno para ser real.

Soo también lo ha llegado a pensar.

...Entonces despierta de sus ensoñaciones y mira a Yeonjun dormir y sabe que las cosas van muy bien en su vida.

El más bajo gira un poco el cuello, pero sigue sin mover el resto del cuerpo. Aquellos pequeños ojos parecieran analizarlo, los perritos ni se inmutan, Odi y Sean se han acurrucado contra el pecho del alfa rubio.

—Me falta un cachorro —dice y da una palmadita al colchón como señal para que se ubicara a su lado a compartir su siesta de media tarde.

Ambos habían llegado recientemente de sus respectivos turnos, Yeon se quitó los zapatos y avanzó a zancadas para echarse sobre la cama mientras Soo tomaba el turno para preparar el almuerzo que tendrá que recalentar porque, apenas vio a su hyung caer rendido por el cansancio, no fue capaz de despertarlo.

Es que a Bin le gusta mucho observarle dormir. Le transmite calma y de paso le hace mirar que también necesita un descanso. Lo sabe porque hay una tensión y dolor en sus hombros. Se estira para desperezarse y los músculos envían punzadas molestas. Mentalmente también se siente agotado. Los casos que ha tenido que enfrentar en su unidad están siendo más complejos que los anteriores, el último mes ha estado en terreno más que nunca, haciendo seguimiento para descartar sospechosos.

Intenta despejar su mente, desea dejar la tensión de los casos densos en las dependencias de su trabajo y no traerlas a la cama. Aunque es más fácil pensarlo que hacerlo. Muchas veces su pareja acariciándole el pelo le decía que podía compartir sus preocupaciones y que no siempre era sencillo sacarse el traje del trabajo y pretender que ya no afectaba.

Quizá después lo hablaría, ahora la prioridad para Soobin es abrazarlo por la espalda y apoyar la nariz sobre su cuello para llenarse del aroma tostado del café que le transmite toda la seguridad que necesita.

Yeonjun susurra su nombre con cariño y el menor responde dejando un beso ligero en su piel tibia antes de cerrar los ojos, apretar un poco más el agarre a su cintura y apegar por completo su pecho a la espalda ajena.

Cuando abre los ojos no sabe cuánto rato ha dormido, pero se siente más repuesto. Junnie ha volteado, los perritos descansan hechos un par de bollitos en las almohadas de la cabecera de la cama. Nota un peso sobre su pierna, su mayor la envuelve entre las suyas. Un pequeño rugido interrumpe el silencio en la habitación.

—Muero de hambre —murmura el alfa más alto con la voz cansina, dándole a entender a su mocoso que su hyung está despierto con los ojos cerrados.

—Está listo el almuerzo, sólo hay que recalentarlo.

—No me quiero levantar, ¿Puedes traerlo? —Pide con un pequeño puchero—. Soobin-ah, consiente a tu hyung y tráele comida.

Le encanta cuando suaviza su entonación y adquiere matices infantiles. Se derrite de ternura con ese labio inferior abultado y aquella mirada gatuna adorable.

—Afortunado hyung, tienes a un alfa que le gusta mimarte —dice Soo al entrar con una bandeja con el estofado caliente y arroz.

Tienen una pequeña batalla para evitar que los dos perritos se arrojaran encima, siendo Yeonjun quien sujeta y aparta la comida del par de animalitos, y Soobin quien los baja de la cama.

El mayor disfruta cada bocado y su pareja sonríe con orgullo, diciendo que no es comida congelada, que fue hecho cien por ciento con sus manos. Los ojos del mayor brillan traviesos al decir: — Ah, ¿Sí? ¿También plantaste y cosechaste las zanahorias y el arroz?

El Choi más alto no responde, se limita a sonreír con los labios cerrados y las mejillas llenas de comida. Sabe que si no estuviera bueno la expresión de su alfa lo delataría con facilidad.

—Hyung, sobre nuestro fin de semana libre...—comienza luego de tragar.

—Sobre eso... Olvidé comentarte algo, le dije a Yoongi y Jungkook que podíamos cuidar a sus hijos el sábado.

—Oh, hyung, como no habíamos planificado nada le dije a Taehyun que no era problema para nosotros cuidar a Bahiyyih el fin de semana.

Ambos intercambian miradas confundidas como intentando entender en qué acababan de meterse y hacerse una idea de cómo sería su tranquilo fin de semana libre. Yeonjun emite una pequeña queja en voz baja acerca de lo descoordinados que pueden ser algunas veces y Soobin pregunta qué hacer para mantener a tres cachorros entretenidos.

—¿Acaso somos una guardería infantil? —farfulla el alfa rubio.

—¿A quién se lo preguntas? Que yo sepa también aceptaste que cuidáramos niños.

—Es una pregunta para los dos, y deberíamos cobrar por esto.

—Deberíamos —Soobin sonríe un poco y Yeonjun le devuelve el gesto con un poco de resignación.

—Cuando nos tomemos otro fin de semana o salgamos de vacaciones al otro extremo del país, o del mundo, dejaremos a nuestros cachorros a su cuidado, es lo mínimo que nos deben.

—¿Seguro? Te gusta que los bebés nos acompañen en nuestros viajes —comenta el azabache estirando las manos para sujetar y apretujar las mejillas tibias de su alfa.

Jun responde con un ruido ronco que el menor interpreta como haber dado justo en el clavo, ambos son blandos si se trata de sus perritos. Además puede afirmar que la galería del teléfono del oficial Choi mayor está llena de fotos de ambos animalitos en la playa la última vez que fueron.

Los dos tienen su galería de imágenes llena de fotos de Sean y Odi haciendo cualquier gracia. Incluso están de fondo de pantalla.

—Tenemos que hacer un visita al supermercado —se lamenta el más alto de los alfa, quien pensaba minutos atrás que tendrían un día de completa pereza y pijamas en el apartamento.

—¿Tenemos?

—Falta comida en el refrigerador, más si mañana tenemos cachorros que alimentar y cuidar.

—Vuelvo a insistir, ¿Tenemos? —El rubio pregunta nuevamente con ambas cejas en alto—. No olvides que es tu turno de hacer las compras —le recuerda.

—Yah, hyung, ¿Acaso no quieres ir conmigo a una romántica cita al supermercado?

—No es una cita que me parezca tentadora, menos en un momento de pereza como este.

—Te invitaré un café —persiste con su miradita de cachorro triste para persuadir al mayor.

Yeon termina por aceptar, el café no fue exactamente la pieza clave, sino que aún con los años esa mirada de adorables ojitos oscuros -una que le aporta dulzura a los rasgos que han madurado con el tiempo- logra hacerle decir que sí la mayoría de las veces.

A eso se le suma una ducha juntos y manos inquietas por tocar y complacer. Yeonjun deshaciéndose en suspiros apoyado en el hombro de Soobin con las piernas débiles, envolviendo más firme la erección ajena, moviendo más rápido para coordinarse al ritmo que impone su novio.

—Esto viene adicional al café por tu compañía —susurra el pelinegro besando su mejilla.

Cualquier pensamiento es tapado por las placenteras oleadas cálidas cuando termina con la espalda apoyada en los azulejos, pantorrillas que tiemblan y devorado por la ávida boca caliente de Bin y dos dedos metidos en su culo.

Sí, Soobin sabe convencerlo más que sólo con sus miradas tiernas. Tanto así que está de buen humor ordenando en el carrito cada cosa que su pareja le pasa, incluso no se queja al ver su intención de comprar artículos innecesarios, como moldes para huevos con forma de animalitos que están en oferta. También compra varios snacks envasados con la excusa que son para los cachorros.

—Apuesto mi vida que dos tercios son para este cachorro que tengo a mi lado —afirma Jun apretando suave su oreja.

Soo ríe entre dientes al verse tan expuesto, pero no le importa y agrega otro paquete de galletas al carro.

Cumple con lo acordado e invita a su hyung a una pequeña y nueva cafetería que se ha puesto a pocas cuadras del apartamento. Yeonjun está maravillado con su emparedado y Soobin no resiste estirar la mano para robarle un poquito, pasando por encima de las quejas de su novio que trata de alejar la comida del alcance de sus dedos.

Al llegar al apartamento el menor trata de escabullirse de la responsabilidad de ordenar las compras, pero Yeon rodea su cintura con un brazo cuando ve que de a poco se empieza a alejar paso por paso disimulado de la cocina.

—¿Crees que voy a ordenar solo?

Y con esa ronca frase, Soo acaba redistribuyendo la comida en el refrigerador mientras su hyung se encarga de la alacena, viendo como meter tantos paquetes de snacks sin molerlos en el proceso.

El Choi mayor está apoyando la cabeza en el hombro de su novio, quien responde los mensajes en la conversación grupal, Yeon insiste que les avise que la guardería de cachorros revoltosos abre de medio día en adelante porque quiere dormir hasta tarde, pero Taehyun insiste que a las once estará con Bahiyyih.

—Once y media. — Codea Jun a su novio para que escriba la negociación, porque cada minuto en la cama cuenta.

El menor envuelve al rubio con sus extremidades superiores e inferiores, sabiendo que su hyung ni siquiera tiene intenciones de escapar ahora que las noches se han vuelto más frías. En verano es capaz de empujarlo de vuelta a su lado de la cama cuando siente el calor infernal y a su alfa sudando contra su espalda. En momento como esos, Soo riendo le recordaba que en otras ocasiones no se quejaba cuando sus pieles mojadas entraban en contacto.

El alfa más alto murmura bajito que mañana será un día agotador y su mayor propone una estrategia: Llevar a los niños al parque para que agoten las energías y una vez exhaustos sólo querrán ver una película en el apartamento y dormir.

—Hiyyih se quedará hasta el domingo por la tarde, sus padres quisieron escapar a unas termas en las montañas, deberíamos ir también —comenta bajito Soobin, hundiendo la nariz en los cabellos rubios, inspirando lento el aroma amargo del café—. Siempre me he preguntado cómo los tres eligen habitaciones en las hostales y hoteles.

—Tae me contaba que las primeras veces asentía cuando le ofrecían habitación con cama doble y cama simple, hasta que un día con su mirada salvaje y le dijo al recepcionista de turno que quería una cama para los tres, la más grande y cómoda que tuviera ¿O es una exigencia irracional? Y así fue como tuvo una cama enorme.

Soo ríe bajito imaginando la escena. Frota su mejilla en el cabello rubio y deja un par de besos en su coronilla. Yeon emite un ruido ronco y mantiene los ojos cerrados, complacido por los mimos.

—Nuestro próximo día libre les dejamos a los bebés y escapamos a esa terma en las montañas o podemos ir a la playa —sugiere a susurros, apretando un poco más el brazo con el que ciñe a Soobin.

—Podemos ir a Ansan, mis padres quieren verte.

Yeonjun asiente quedito a la espera de más besos y caricias en la espalda. Le alivia haber pasado de ser una especie de ser innombrable para los señores Choi a ser un invitado bien recibido. Le agrada porque ve a su pareja genuinamente feliz de saberse aceptado y querido por su familia.

Aunque de ir a Ansan deberían llevar consigo a Odi y Sean, ya que la señora Choi los adora y siempre le tiene juguetes nuevos al par de perritos.

—Yeonjun hyung —pronuncia suavecito acompañado de un beso en la frente—. Hyung —musita alargando las vocales y apretando los labios sobre una de sus mejillas—. Junnie. —No le importa pasar por encima de toda formalidad, sujeto a toda la confianza que hay entre ambos.

El "Te amo" llega en un susurro tibio sobre sus labios. Yeonjun responde con un casi inaudible "También" antes del beso de buenas noches.


°°°


Yeonjun siente que su apartamento más que parecer una guardería, es como un zoológico con tres niños correteando por la sala de estar y tres perros adicionales que huelen a Sean y Odi intentando entender en el espacio nuevo en el que se encuentran y quienes dominan el territorio.

Debió asumir que junto a sus hijos venían sus respectivos perritos: Toto, Hobak y Holly.

Soobin, en cambio, parece en la gloria, sonriendo extenso y rodeado de cachorros tan juguetones como él. Aquello termina siendo contagioso, sus labios se estiran y los aprieta para contener la sonrisa evidente. Es que su alfa es adorable y sus carcajadas son una melodía alegre que le inunda de ánimos.

El alfa mayor logra convencer a su grupo de cachorros que le ayuden a preparar la comida que llevarán para su picnic en el parque. El pequeño Sunoo se divierte rellenando emparedados con todo cuanto encuentra disponible, Bahiyyih se queja que no quiere el suyo con aquellas mezclas extrañas que hace el niño mientras usa el molde de conejo para los huevos cocidos y Yeseo arma junto a Yeonjun bolitas de arroz.

Soobin, por su parte, se ocupa de los cachorros peluditos que exploran el apartamento.

Emprenden su camino a uno de los parques más grandes de la ciudad, un pequeño pulmón verde entre tantos edificios y cemento.

El ambiente en el vehículo es ruidoso entre niños, perros y convencer a todos que no partirá si no tiene cada uno el cinturón de seguridad puesto. Además de la discusión entre Hiyyih y Sunoo sobre qué canción quiere cada uno. Yeseo va con el rostro casi pegado a la ventana observando todo.

A veces Yeonjun olvida lo caótico que es cuidar niños, hasta que tiene a tres pequeños que parten corriendo a los columpios y resbaladillas, pensando "Por favor que ninguno tropiece". Está seguro que si no fuera porque Soobin tiene las correas sujetando a los perros, hubiera avanzado a zancadas tras los cachorros humanos.

Luego se repite "Por favor que ninguno se caiga desde lo alto de la resbaladilla", en tanto rondaba cerca de ellos junto a Soo, quien acaba de liberar a los canes para que corretearan por el pasto.

Después aumenta la tensión en su estómago y pequeños ataques cardíacos cuando los mira escalar un árbol. Yeon les advierte: —No tan alto—, y aunque Bahiyyih y Sunoo corean un "Siiii", el alfa siente que ya es demasiado y con el pecho apretado al notar ramas endebles.

—¿Así se sentía mi mamá cuando trepaba árboles? —pregunta Bin con la mirada hacia lo alto, observando a los tres cachorros revoltosos, preocupado mordiendo el interior de su mejilla—. Pobrecita.

Yeseo hace señas con expresión de angustia indicando que no sabe cómo bajar. Bahiyyih intenta transmitirle seguridad con pequeñas caricias y Soobin hace gestos diciéndole que la recibirá en sus brazos. Los otros dos cachorros insisten en querer ser recibidos por el alfa pelinegro también.

Yeonjun no los culpa, los brazos de Binnie son acogedores.

Cuando mira a Hiyyih, su ahijada, trepar a los hombros de su mocoso y jalar sus cabellos al acomodarse, se acordaba que las primeras veces que vio a su pareja con la niña en brazos, cuando apenas era una bebé, sintió una mezcla de ternura y temor, no sólo porque cargara a una criatura todavía tan frágil, también porque pensaba que Soobin lucía tan natural con un cachorro en brazos, como si fuera aquella pieza faltante para un rompecabezas perfecto, justo aquello que no podía ofrecerle -adoptar no era una opción para un par de alfas y tampoco le entusiasmaba la idea-.

Luego Soobin abrazando su cintura le susurraba si acaso se sentía inseguro, recordándole que no tenía intenciones de alejarse de su lado —¿Todavía quieres aguantarme muchos años más?— y Yeonjun asentía enérgico sujetando sus manos, le gustaba aferrarse a esa certeza.

Cuando Soobin quedaba agotado de jugar con los niños cada vez que tenían que cuidarlos y cuando pasaba sustos en el proceso, le decía a su novio que era demasiada responsabilidad.

También lo recordaba cuando pasaba terrores con sus hijos caninos. Un día tuvo que tomar a Odi y angustiado correr a ver a un veterinario de urgencia tras darse cuenta que se comió un trozo de chocolate negro.

—La paternidad no es lo mío —decía después de pasado el pánico y con Odi de vuelta en casa y dieta de arroz con pollo y medicamentos.

—Los niños y los cachorros encajan bien en tus brazos —contestó Yeonjun acariciando su cabello.

—Pero me siento más un hermano mayor que algo siquiera cercano a un padre, apenas puedo con nuestros bebés.

—Haces un buen trabajo con nuestros bebés, salvaste a Odi  —Besó su frente y Soobin no dejó de mantener el puchero.

—Más bien me hice responsable de mi error por dejar el chocolate a su alcance.

—Así aprendemos a ser más precavidos, tener perros responsablemente y amarlos es como tener hijos —afirmó enredado los dedos en su cabello—. Deseo seguir compartiendo esta peluda y adorable responsabilidad contigo.

Cuando vuelve a mirar a su alfa desenvolverse tan bien entre los cachorros ya no le genera la inseguridad que sentía antes, en especial cuando pensaba en el sueño familiar de los Choi y un hogar lleno de niños. Sino más bien disfruta de lo feliz que se ve jugando como el hermano mayor que nunca fue, hasta que aparecieron esos tres mocosos en sus vidas -un día le confesó que algunas veces quiso un hermano menor hasta que pensaba que le robaría toda la atención y se le pasaban las ganas-.

Yeonjun también se siente feliz.

El almuerzo resulta igual de revoltoso con cinco perritos con sus ojitos suplicantes y lloriqueos por comida. Soobin y los niños insistían que tenerlos amarrados era cruel. La manta que pusieron acaba con manchas de salsas, migas y granitos de arroz.

Al finalizar los niños insistieron en ir al estanque a alimentar con migas a los patos. Sunoo fue correteado por una de las aves, Bin y Yeseo corrieron a socorrerlo. Yeon tuvo que morderse el labio para no reír, Bahiyyih lo hizo con ganas, fuerte y agudo, de una forma que le recordaba bastante a Kai.

Apenas le quedan energías cuando el sol se esconde, así que le cede el volante a Soo, quien bromea diciéndole que los años le pesan al oficial Choi.

A veces un poco. Hace bastante tiempo que asumió que no tiene la misma energía que a sus veinte. Si ha de ser sincero, nunca se ha considerado a sí mismo como una persona rebosante de ánimos a diferencia de su pareja que tiene batería por los dos.

Al menos puede jactarse que su plan funcionó y los tres niños acaban durmiendo a mediados de una película sobre el sofá cama desplegado en la sala, junto a Odi, Sean y Holly entre sus cuerpos.

—Todavía quieres cachorros que no sean Odi y Sean corriendo por el jardín de tu madre —pregunta Yeonjun en voz baja, entonación perezosa, exhausto con Toto en brazos, acariciando sus orejitas.

—Con estos tres y a momentos es más que suficiente —responde bajito antes de agacharse y recoger a Hobak que exige ser acurrucado con pequeños gemidos—. Se me antoja que viajemos.

—Me puedes llevar adonde quieras, sólo compra los pasajes —el alfa rubio sonríe con los labios cerrados y ojitos con pequeñas arrugas.

Soobin le devuelve la sonrisa con dientes y alegría vibrando en el ambiente, transmitida por ese aroma a limón y jengibre que tanto le fascina -fue así desde el primer momento que pudo olerlo-.

Su menor deja un fugaz beso en su mejilla y Yeonjun quiere repetirle que sujetará su mano y emprenderá muchos viajes a su lado, no sólo a tierras lejanas, sino a todos los proyectos que vayan trazando en el camino a través de los años.

Porque Yeonjun quiere el placer de su compañía todo lo que se pueda, aunque a Soobin le responda con una semi sonrisa "Claro que quiero aguantarte por años, mocoso".

—Entonces, ¿Llevamos a nuestros cachorros o los dejamos con nuestros amigos?


°°°


Y así acaba este bonito (y muy hot) fanfic, con un cap fluff y soft 🥹

Esta historia deja muchas lecciones bonitas, rodéense de amistades incondicionales y honestas, que les acepten tal y como son. Nunca piensen que ser distinto al resto es malo, todos tenemos nuestros propios colores, y mientras no lastimemos a nadie, todo está bien. Estén con quienes aman de todo corazón, el mundo debe cambiar, no ustedes, eventualmente todo estará bien. Finalmente, hay que abrir mucho la mente y no señalar a otros, todos merecemos respeto por ser humanos.

Gracias por llegar hasta aquí, les tqm y les deseo tener amistades tan preciosas como estas de la historia, gracias una vez más por el apoyo 🩷

Foto de Yeonbin con sus sobrinas en el fic, falta Sunito pero JAJAJAJAJA

Y una fotito de Yeonbin siendo it couple porque sí:

¡Voten y comenten! ❤️

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