04

Apagó la televisión, sin dejar de llorar. Tenía muchas llamadas perdidas de SeokJin pero ninguna del rubio que le debía una gran explicación.

Abrazaba una almohada, su rostro enterrado en ella, llorando con amargura. No entendía la situación, qué pasaba, todo pasó tan rápido. Despegó su cara del suave objeto para tallar sus ojos, sollozaba y sentía cómo su corazón se rompía en mil pedazos.

Seguía negándose, TaeHyung no pudo haberlo hecho. No a él.




—¿Qué te pasa? ¿Por qué actúas así conmigo? ¿Qué te hice? No entiendo.— habló el azabache con tristeza en la voz y sus ojos a punto de llorar.

El rubio siguió sin responderle. Había estado ignorándolo toda la semana y eso destrozada el corazón de JungKook. No entendía por qué, TaeHyung se quería alejar de él a toda costa.

No le hablaba y mucho menos le miraba. Ya no lo buscaba ni se acercaba, no entendía la actitud tan mala de su mejor amigo.

¿Acaso había hecho algo malo?

—¿Tae?— su voz se quebró al final y las primeras lágrimas salieron de sus ojos.

De nuevo no obtuvo respuesta. Solamente vio a TaeHyung suspirar y pasar a su lado, ignorándolo una vez más. Pero esta vez fue detenido por un fuerte agarre en su muñeca, giró a ver encontrándose a un JungKook llorando con una expresión dolida.

—Suéltame...—trató de zafarse haciendo una mueca de dolor que extrañó un poco a JungKook.

—No, ¿Qué te pasa? ¿Por qué ya no me hablas?—sollozó haciendo un puchero con sus rojos labios. El puchero inconsciente que siempre hacía cada que lloraba.

—Por favor, suéltame, JungKook—se jaloneaba no muy fuerte—Me estás lastimando...—JungKook frunció el ceño.

¿Lastimando? Pero si su agarre no era fuerte.

—¿Qué?—jaló la mano de TaeHyung y este se quejó.

Subió la manga de su suéter y vio cortadas recién hechas en la morena piel de su mayor. Levantó la vista para poderlo ver con dolor.

—Suéltame—y se soltó del agarre volviendo a cubrir su muñeca.

—Prometiste no volver a contarte, lo prometiste, ¡Dijiste que no lo volverías a hacer!—le gritó, su corazón doliendo y decepcionado.

—¡No te metas en esto, joder! ¡No es tu problema! Yo hago lo que quiera con mi cuerpo, ¿Sí?—y con ese grito JungKook lloró con más fuerza.

—¡¿Qué mierda te pasa?! ¡Claro que me importa! ¡Eres mi mejor amigo, te quiero demasiado! ¡¿Y dices que no me meta?! Me prometiste no volver a hacerlo...—apretó sus puños hecho un mar de lágrimas.

—Déjame en paz, JungKook—dijo entre dientes y dándole la espalda. No soportaba ver la imagen de JungKook llorar tan horrible como en ese momento y sobre todo por su culpa.

—¿Por qué me dices eso? ¿Qué te hice? Tú de la nada me estás haciendo a un lado... ¿Por qué?—TaeHyung apretó los ojos al escuchar a su menor sollozar de verdadero dolor.

—...

—TaeHyung, te estoy hablando...—hipó y se acercó a él tocando su hombro.

Se exaltó en cuanto el mayor giró violentamente tomando su mano con fuerza y mirándolo fijamente a los ojos.

—¡Me gustas!—gritó el rubio con las mejillas rojas y los ojos acuosos.

Mientras que el pelinegro tenía los ojos bien abiertos, derramando lágrimas sin creer las palabras que gritó el rubio.

¿Estaba soñando?

—...—se quedó callado y en shock.

—Me gustas, ¿Okey? Estoy enamorado de ti, JungKook...—bajó el tono de su voz. Mantenía una expresión de remordimiento, estaba enojado consigo mismo porque no pudo ocultarlo más.

Esa tarde se había cortado de nuevo, después de meses que no lo hacía, porque se había enamorado de JungKook. Porque no podía darle lo que su menor merecía, su lindo mejor amigo no merecía a alguien como él.

JungKook era luz pura, a pesar de todos sus problemas, era bondad y cariño; mientras que TaeHyung era oscuridad, nunca fue puro.

Enojado porque por intentar ocultar lo que sentía estaba dañando al azabache, y se juró nunca hacerlo.

Y tenía tanto miedo. El menor se alejaría una vez se enterara, porque para él sólo era su mejor amigo. Su rechazo dolería más que las cortadas en sus muñecas.

Pero oh, desgracia, ya se lo dijo, lo sabe.

Las lágrimas del azabache habían parado por la sorpresa. Ahora quien lloraba era TaeHyung, con eso lo había arruinado todo, había arruinado su vínculo con el menor.

Todo por enamorarse, pero es que le fue imposible no hacerlo de JungKook. No podía dejar de pensar en su sonrisa, en sus ojos, en esos esponjosos labios que tanto quería besar, en su linda voz, en su cuerpo, en su forma de ser. Todo él. Y lo amaba, lo amaba como jamás amó a alguien.

—Yo...—fue lo único que soltó el menor.

TaeHyung sollozó, sabiendo lo que quería decir ese murmullo.

—¿Feliz? Ya lo sabes, ahora déjame sólo—sorbió por la nariz para darse la vuelta dispuesto a irse.

—TaeHyung, también me gustas.

Y se detuvo en seco. ¿Había escuchado bien? Se giró para ver al azabache sonrojado y llorando de nuevo. Chocó miradas con él y JungKook le sonrió avergonzado.

—Tampoco quería decírtelo porque tenía miedo...— más lágrimas cayeron de sus ojos pero esta vez de alivio.—Pero, yo realmente-

Fue callado por un abrazo del rubio. Éste lloró en su cuello a sus anchas y JungKook le correspondió estando ahí para él, como siempre.




Se levantó de la cama, mirando la foto de su primera cita con el rubio en el mueble. De nuevo sus ojos se llenaron de lágrimas que no pudo contener.

¿Qué ocurrió? ¿A dónde se fue todo?

De nuevo su celular comenzó a sonar.

Jin Hyung💞.

Se rompió más, no era él.

Dudó en contestar, pero aun así lo hizo.

—¡Kookie! Oh gracias, creí que te había pasado algo.

Trató de contestarle pero todo lo que obtuvo SeokJin fue un fuerte sollozo de su parte.

—JungKook...

—Lo siento, Hyung...—hipó.— pero quiero...—le ganó el llanto.

—No llores, por favor...

—Es que...—más sollozos.

Tranquilízate, cariño. Es un imbécil que no merece tus lágrimas...—dijo Jin reteniendo su furia.

—Pero... yo lo amo tanto...— apretó sus ojos liberando más lágrimas.

Kookie...

—Disculpa, hyung, pero... necesito estar solo... y...—trató de calmarse.

Está bien, Kook. Por favor, no hagas una tontería.

—No lo haré, adiós, hyung.

Colgó.

Y lo recordó todo, no podía para de llorar, revisó su celular. Nada. Ni un mensaje, ni una llamada, absolutamente nada.

Una desconocida furia se mezcló con el dolor y pateó el mueble donde estaba aquella foto, un cajón se abrió y de él salió aquel trofeo...

Lo levantó, mirándolo sin dejar de llorar, llevándolo a su pecho.

¿Se acabó?


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top