Captítulo 23.
—¿Nervioso? —la voz ronca y masculina de Jungkook le hizo dar un pequeño brinco que no pudo disimular. Rubor subió por sus mejillas, haciendo que el alfa a su lado torciera sus finos labios en una pequeña sonrisa.
Jimin giró su rostro para asesinarlo con su mirada. Se había perdido por completo, apreciando la maravillosa arquitectura de la gran casona vieja que le recibió apenas bajó del auto.
—No —mintió, porque sí, estaba asquerosamente nervioso.
Jungkook tarareó pensativamente, dejando muy en claro que no le creía en lo absoluto.
Yo puedo con esto. Es pan comido. Nada va a salir mal. Ugh... Mierda, creo que voy a vomitar.
Inhaló profundo para luego soltar todo lentamente, intentando de esa forma disipar las náuseas que sentía ante los repentinos nervios.
—Bien —respondió Jungkook, apartando sus ojos oscuros del sonrojado rostro de Jimin.
De repente, la puerta principal se abrió y un hombre mayor vistiendo un impecable traje negro salió, acecandose a ellos.
—Bienvenido a casa, señor Jeon —el hombre hizo una respetuosa reverencia.
—Hola, Han —Jungkook saludó al hombre, que por años, era quien se encargaba de la organización en los quehaceres de la mansión Jeon.
—Bienvenido sea usted también, joven —Han se dirigió hacia Jimin, haciendo una pequeña reverencia.
Jimin parpadeó rapidito, sin saber cómo responder a eso. A diferencia de Jungkook, él no estaba acostumbrado a tener empleados en su casa, así que no sabía cómo comportarse con ellos. Ni siquiera Taehyung tenía empleados, porque el hijo de puta de su padre, recargaba todo el mantenimiento de su inmensa mansión a su esposa, alegando que era lo mínimo que ella podía hacer por tenerla llena de comodidades.
Comodidades y una mierda.
—Eh. Gracias —respondió tardíamente, sintiendo como sus mejillas se calentaban.
—Llevaré sus maletas a la habitación —informó Han a Jungkook— La señora y el señor Jeon los esperan en la terraza del patio trasero.
—Bien. Gracias, Han —Jungkook respondió con seriedad. Luego, giró su cincelado rostro para mirar a Jimin— ¿Vamos?
—Uhm. Sí, claro.
Tomando su mano, Jungkook lo guió hacia el interior de la casa. Jimin observó todo en completo silencio, sintiéndose inmediatamente tan fuera de lugar que sus entrañas se retorcieron dolorosamente.
—¿Estás bien?
Jimin apartó lentamente sus ojos de los extraños cuadros que adornaban las paredes, para encontrar ese par de luceros en tinieblas que le observaban con demasiada atención.
Y, mierda, ¿cómo podía ser este alfa, tan malditamente hermoso, masculino y sensual? Sabía que ya estaba jodidamente perdido, así que se negó a seguir mortificando por sus propios pensamientos o deseos.
—Sí —respondió Jimin.
—No te creo —Jungkook los detuvo, justo frente a una gran puerta de cristal— Estás nervioso.
Jimin resopló.
—Ya quisieras, abuelo.
Ignorando el comentario final de Jimin, Jungkook elevó su mano libre y acarició con las yemas de sus dedos la mejilla caliente y sonrojada de Jimin, para luego inclinarse y rozar sus labios con suavidad. Inmediatamente, Jimin soltó la mano de Jungkook para enredar sus brazos alrededor de su cuello, jalándolo más cerca de su cuerpo, casi gimiendo por la satisfacción de sentirlo contra su boca. Mierda, era como si hubieran pasado siglos sin besarse o sin tocarse, cuando apenas llevaban un par de horas.
Oh, santa mierda, necesitaba esto.
Jimin soltó un suave suspiro cuando la lengua de Jungkook acarició la suya, provocando que un electrizante escalofríos subiera por su espina dorsal.
Pero un carraspeo de garganta muy ruidoso bastó para hacer que ambos volvieran a la realidad, separando sus bocas casi de golpe.
Jimin se sentía demasiado aturdido como para procesar rápidamente lo que pasaba a su alrededor. Jungkook en cambio, estaba muy consciente de la persona que les miraba con su ceño muy fruncido.
—Es bueno saber que ya llegaron —la voz de su padre no sonó endulzada como de costumbre.
Jungkook reprimió una mueca de disgusto.
—Hola, papá —se acercó hasta Hyun para darle un corto beso en la mejilla.
Hyun miró a su hijo y luego a Jimin, quien aún tenía sus mejillas muy rojas y sus labios húmedos.
—¿Y él es...? —preguntó el omega, volviendo su vista a Jungkook.
—Jimin, papá. Él es mi novio.
Novio. Jimin sintió como su corazón galopaba con fuerza en el interior de su pecho, así como los nervios burbujeaban en su estómago, provocándole la desagradable sensación de náuseas.
Ugh, mierda.
Pero se negó rotundamente a mostrarse nervioso, así que esbozó su mejor sonrisa cuando decidió separar los labios para hablar.
—Es un gusto conocerlo, señor Jeon.
Hyun ocultó el extraño disgusto detrás de una cariñosa sonrisa.
—Lo mismo digo, cariño —su voz volvió a ser tan dulce como siempre— Sohee está afuera tomando un té. Los estábamos esperando.
—Para allá íbamos, papá.
—Entonces, vamos.
Jungkook volvió a tomar la mano de Jimin mientras lo guiaba fuera de la mansión. Cuando atravesaron la puerta de cristal, un extenso patio los recibió, donde el color verde predominaba en su totalidad.
—¡Jungkook! —Sohee exclamó con más felicidad de lo normal, dejando la fina taza de porcelana sobre el platillo a juego.
Jungkook le dedicó una pequeña sonrisa antes de hablar.
—Hola, mamá.
—Estoy muy feliz de que hayan llegado —comentó con sinceridad. Luego, sus ojos oscuros fueron a dar en Jimin, quien se sonrojó aún más.
El agarre entre sus manos se ajustó, mandando una clara señal a Jungkook. Jimin, su precioso omega seguro de sí mismo y todo rebelde, tal parecía que, estaba a punto de sufrir un tipo de colapso a causa de los nervios.
Sin dejar de lado su sonrisa, Jungkook se apresuró en presentarlo.
—Mamá, él es Jimin —su voz salió posesiva y orgullosa, tal como se sentía respecto a todo referente a su omega— Mi novio.
Para Sohee, quien era tan posesiva como su hijo, no pasó desapercibido el tono de su voz. Orgullo de alfa infló su pecho.
—Finalmente conocemos al novio. Hola, cariño, es un gusto saber que eres real y no un invento para que Hyun lo deje en paz con el tema del novio y todo ese rollo.
—Mamá —Jungkook le llamó con voz ronca, claramente pidiéndole que se detuviera.
—¿Qué? —preguntó con falsa inocencia— Solo digo la verdad.
Jimin no se contuvo y soltó una risita baja, que provocó que un delicioso calor de felicidad vibrara en el pecho de Jungkook.
—Sinceramente, creí que nunca los conocería. Jungkookie no suele hablarme mucho de ustedes —Jimin acusó, fingiendo sentirse dolido por ello.
—¿Es así, hijo? —Sohee preguntó, pasando por alto el cariñoso apodo que Jimin había usado en Jungkook.
Por desgracia, para Hyun no pasó desapercibido. Él lo escuchó muy claramente, y no pudo evitar fruncir el ceño cuando vio que su hijo no reaccionó molesto en lo absoluto.
Jungkook soltó un resoplido. Estuvo a punto de inventar alguna excusa a su madre, cuando un gran chillido agudo lo interrumpió.
—¡Hermano! —Sumin apareció de repente, corriendo con evidente emoción hacia Jungkook.
Cuando el delgado y pequeño cuerpo de Sumin se estrelló contra el suyo, Jungkook soltó un suave gruñido al verse obligado a soltar la mano de su omega.
—Hey... —murmuró el alfa, mientras unos brazos le apretujaban con cariño.
Sumin frotó su mejilla contra el pecho firme de su hermano, aspirando ese delicioso olor varonil que caracterizaba a Jungkook, para luego alzar la cabeza y dedicarle su más encantadora sonrisa.
—Te extrañé mucho, hermano.
La voz mimada de Sumin solo provocó que Jungkook me devolviera una pequeña sonrisa, mientras le acariciaba suavemente las hebras castañas.
—También te extrañé, mocosa.
Sumin soltó una risita divertida ante el apodo que su hermano soltaba cada vez que lograba acabar con su paciencia.
—Mentiras —resopló— Ni siquiera me has llamado. ¿Por qué no me llamas, hermano?
—¿Y por qué no me llamas tú?
Sumin finalmente desenredó sus brazos del cuerpo de su hermano. Jungkook la miró, esperando una respuesta a su pregunta. Fue entonces que la beta aplicó su técnica infalible, esa donde miraba con ojos de cachorrito bajo la lluvia mientras abulta su labio inferior.
Jungkook soltó una risa ronca.
—He estado demasiado ocupada con las pruebas finales.
—No te creo.
—¡Que sí! Y estoy segurísima que reprobé matemáticas e historias...
Jimin observó en silencio la interacción de Jungkook y quien al parecer, era su hermana pequeña. Y la escena resultaba un poco... adorable. ¿Adorable? Joder, sí. Era asquerosamente adorable verlo ahí, sonriendo y prestando atención a los reclamos llenos de berrinches de su hermana.
Dios... estoy sobrepasando el límite aceptable de esta locura.
—Hola.
Una voz masculina lo hizo sobresaltarse. Giró su rostro lentamente para ver quien le había saludado, y no pudo evitar sonreír al encontrarse con un bonito chico que, a simple vista, era la versión masculina de la hermana pequeña de Jungkook.
Oh por dios, también es su hermano. ¡Jungkook tiene dos hermanos! Awww. Doble adorable.
—Hola —Jimin respondió, sin ser capaz de eliminar esa encantadora sonrisa que parecía iluminar su rostro.
Dedujo por su olor fuerte y dominante, que el chico era un alfa.
—Soy Suho —se presentó el chico, estirando su mano hacia Jimin.
Jimin le dio un suave apretón de mano como saludo, apreciando el suave rubor en los pómulos de Suho. Era apenas un adolecente, pero se notaba a kilómetros que sería tan atractivo e inteligente como Jungkook.
¿Es que aquí solo crean bellezas? Dios, madre Luna, acuérdate de mí, yo también soy tu hijo.
Bajo el ojo derecho de Suho, Jimin pudo ver un bonito lunar.
Awww, es tan adorable.
Entonces lo miró más detenidamente, reprimiendo cualquier expresión desvergonzada, porque vamos, estamos hablando de un niño. El cabello castaño oscuro de Suho se movía suavemente con el viento, incluso cuando lo llevaba corto. Sus ojos eran grandes y de color marrón, delatando que aun era solo un niño. Sus labios rosas eran un poco más llenos que los de Jungkook, pero sin exagerar. Y su estatura... mierda, eran prácticamente del mismo tamaño.
—Un gusto, Suho...
—Jimin, cariño, ¿no tienes frío? —Hyun les interrumpió, sin poder dejar de sentirse inquieto respecto a Jimin.
Sabía que no debía adoptar esa actitud tan infantil, pero simplemente no podía no hacerlo. Jimin era todo lo contrario a lo que esperaba del novio de Jungkook. Y es que no necesitaba conocerlo a fondo para saber que Jimin iba por la vida importando un carajo lo que el resto pensara de su actitud rebelde, así como tampoco parecía estar interesado en dejar que un alfa lo dominara.
—Un poco —Jimin respondió, estremeciéndose cuando el viento sopló con más fuerza y golpeó su cuerpo.
—Vamos a dentro entonces.
—Vamos —repitió Sohee avanzando hasta quedar al lado de su omega.
Jungkook se alejó de su hermana para volver con Jimin, tomando su mano y entrelazando sus dedos, tirando de él suavemente hacia el interior de la casa.
—¿Tienes hambre o algo? —le susurró bajito, mientras caminaban por el largo pasillo que los llevaría a la sala de estar.
Jimin giró su rostro rápidamente, ansiando encontrarse con ese precioso par de ojos negros. Mierda. Solo bastaba una simple mirada para hacerlo caer ante cualquiera de sus deseos, como si fuera un idiota enamorado. Pero claramente, él no estaba enamorado. La relación que estaban estableciendo era por simple conveniencia, nada más. Él ayudaba a Jungkook fingiendo ser su novio, y Jungkook le daba el mejor sexo de la vida. Además de dejarlo vivir en su casa, por supuesto.
—Nop. Estoy bien —respondió también en un susurro, sintiéndose ligeramente incómodo por ser el centro de atención.
Hyun les observó durante el corto trayecto, ignorando la charla y risas que soltaban sus mellizos. Quería gruñir, alejar a ese omega de su hijo, porque podía presentir que solo traería problemas.
—Calmente.
La voz de su alfa lo hizo apartar sus ojos de la pareja. Era un llamado sutil de atención, pero no pudo evitar sentirse terriblemente avergonzado por ser descubierto.
—N-no estoy haciendo nada... —se arrepintió de lo que dijo apenas las palabras abandonaron su boca. Nunca mentía, menos a su alfa, porque sabía que ella podía ver a través de él. Sohee podía leerlo sin siquiera mirarlo a los ojos, así cómo también podía saber su estado de ánimos y todo lo que lo inquietaba a través del vínculo que compartían.
Cuando Sohee no dijo nada por su mediocre intento de mentira, Hyun giró la cabeza para mirarla.
—Lo siento —murmuró el omega, hundiéndose en la vergüenza de sus propias acciones.
Sohee lo observaba con esos ojos marrones y su ceño fruncido. No dijo nada, simplemente apartó la vista y miró a su hijo junto a su omega.
—Sohee... —Hyun murmuró, cuando llegaron a la sala de estar.
—¿Por qué no me traes un vaso de whisky, cariño? —pidió, soltando la mano de su omega para acunar su rostro con ambas manos y así poder acariciarle las mejillas. No se inclinó para besarlo como de costumbre, haciendo que Hyun torciera suavemente sus labios— Por favor.
Reprimiendo un suspiro, Hyun asintió lentamente con su cabeza antes de hablar.
—Claro.
—Gracias, mi amor.
Jimin tomó asiento y se hundió en los cómodos cojines del sofá. Jungkook se sentó a su lado, sin soltarle de la mano.
—¿Quiero algo para beber, Jimin? Puede ser alcohol o una bebida caliente —Sohee ofreció, mirando la hora en el reloj que adornaba su muñeca.
—No, muchas gracias.
—¿Seguro? —levantó la vista para mirar a Jimin, quien pasó de blanco a rojo en un segundo.
—Segurísimo.
—Bueno —Hyun llegó a su lado, con el vaso entre sus manos y se lo entregó a su alfa— Gracias, cariño.
—Iré a ver qué falta para la cena —Hyun anunció antes de retirarse.
Sumin estaba sentada junto a su madre, en completo silencio y con sus ojos marrones clavados en Jimin. Suho en cambio, estaba al otro extremo del sofá, con sus ojos clavados en su celular.
Sohee bebió un gran sorbo de su trago, tentando a Jungkook, quien se tuvo que parar a servirse un vaso de whisky a las rocas. Casi ronroneó cuando le dio el primer sorbo, disfrutando como el líquido ámbar bajaba por su garganta y calentaba inmediatamente su cuerpo.
Sohee apretó los labios para evitar sonreír. Era increíble lo parecido a ella que era Jungkook, en cuanto a gestos y costumbres, porque visiblemente, solo compartían el mismo color de cabello.
—Y dime, Jimin, ¿cuantos años tienes?
—Diecinueve.
Suho apartó los ojos del teléfono para observar a Jimin. Solo era mayor que él por tres años.
Sumin arrugó más su ceño, viéndose notoriamente disgustada.
—Diecinueve... —repitió Sohee— Se llevan por diez años.
—Uhm... ¿sí? —Jimin le respondió.
—¿Diez años? —Hyun apareció— ¿No es eso demasiado?
—Claro que no —Jungkook intervino.
—¿Y a qué te dedicas, Jimin? —preguntó Hyun, sin poder ocultar su interés por saber más del niño que había iniciado una relación con su hijo.
—Hyun —Sohee le llamó en una clara advertencia a que se detuviera.
—¿Qué? —miró a su alfa— Es normal preguntarle cosas al supuesto novio de nuestro hijo, considerando que no nos dice absolutamente nada.
Ignorando a sus padres, Jungkook le tendió la mano a Jimin para que se pusiera de pie. Jimin ni siquiera cuestionó su actuar, simplemente se dejó arrastrar por su alfa, lejos de la atención de su familia.
—¿No es de mala educación irnos sin decir nada?
Encogiéndose de hombros, Jungkook dejó el vaso vacío sobre un mueble.
—Da igual. Ven, te mostraré una cosa.
Avanzaron por los pasillos vacíos, para luego subir por una larga y elegante escalera de mármol gris. Jimin apreció todo, incapaz de creer que había gente que vivía así, lleno de lujos y comodidades, sin saber lo que era tener que añadirle agua al shampoo cuando estaba por acabarse.
Esta vida era un sueño para algunos, pero para la familia Jeon, claramente era una realidad.
Cuando llegaron finalmente al segundo piso, sin aviso alguno, Jungkook lo empujó suavemente contra la pared, cubriéndolo con su cuerpo mientras se inclinaba para besarle la boca. Y dios, Jimin no pudo retener el gemido que escapó desde lo más profundo de su garganta.
Jungkook se alejó unos centímetros de sus labios, sonriendo, mientras movía sus manos hacia el culo redondo y firme de Jimin.
—La idea era solo besarte, pero gimiendo de esa forma, haces que quiera follarte aquí mismo —susurró sobre los labios húmedos de Jimin.
Jimin sonrió también, batiendo sus oscuras pestañas.
—Pues creo que el novio se tendrá que quedar con las ganas, porque no hay manera de que follaremos aquí.
Jungkook soltó un bufido.
—No aquí, pero sí en mi dormitorio. Más tarde.
Jimin se relamió lentamente los labios, sintiendo como el calor de la excitación se expandía por todo su cuerpo, así como también su lubricante empezaba a humedecer su ropa interior.
—Oh, mierda. Bien, sí. Acepto, maldita sea.
Soltando otra risita sensual y ronca, Jungkook amasó y apretó la carne del culo de Jimin, ganándose otro gemido estrangulado.
—Esa boca —gruñó, deslizando su lengua sobre los labios de Jimin— Pero no tienes idea de cuánto me pone escucharte gemir así.
Y realmente Jimin no tenía idea, porque con un simple beso lograba poner a Jungkook tan duro como una roca.
—Joder. Cállate —mordió su labio inferior con fuerza, ahogando otro gemido cuando Jungkook volvió a apretarle el culo.
Aun sonriendo, Jungkook le volvió a atacar la boca. Jimin apoyó de manera torpe sus manos en el pecho de Jungkook, empuñándolas en su elegante camisa oscura. Y las manos de Jungkook se elevaron cuando quiso profundizar el beso, acunando y ladeando el rostro de Jimin para poder besarlo a gusto.
—¿E-entonces...? —Jimin jadeó, apartando suavemente a Jungkook de sus labios para poder respirar— ¿Que era eso que querías mostrarme?
Jungkook lo ignoró, moviendo su boca hacia la mandíbula de Jimin para dar cortos besos, luego bajó un poco más hasta llegar a su cuello.
—Jungkook... Aaah...
—Ya da igual —murmuró contra la piel perfumada, luego dio un lametón y saboreó el exquisito dulzor de Jimin— Mmh... delicioso.
Ω
—Entonces, ¿estudias o trabajas, Jimin? —Sohee preguntó luego de darle un sorbo a su copa de vino tinto.
Jimin tragó el delicioso trozo de carne que había estado saboreando por un momento. Tomó una servilleta y se limpió los labios antes de responder.
—Estoy estudiando leyes.
Luego de haberse comido la boca hasta saciarse el uno del otro en el segundo piso, Jungkook lo guió hacia un enorme balcón al fondo del pasillo, invitándolo a apreciar la hermosa vista que la casa les ofrecía al atardecer. Y estuvieron ahí, cómodos y relajados, hasta que una mujer mayor apareció, indicando que la cena estaba lista y que los señores Jeon los invitaban a pasar al comedor.
—Vaya, eso es genial —Sohee le dedicó una encantadora sonrisa, a la vez pinchaba con su tenedor unas papas salteadas con finas hierbas.
No así su esposo, quien no dejaba de mirarlo y fruncir el ceño.
—¿Leyes? —preguntó Hyun— Es raro que un omega estudie leyes.
—Raro, pero no imposible, querido —respondió Sohee, sin siquiera mirarlo. Toda su atención estaba en Jimin, quien le había caído en gracia con su sola presencia— ¿En qué año vas, Jimin?
—Este es apenas mi primer año.
Jimin cortó otro trozo de carne y la untó en su deliciosa salsa antes de llevarlo a su boca. Dios, nunca había comido algo casero y tan delicioso. La carne era tan blanda que prácticamente se deshacía en la boca.
Sumin y Suho comían en silencio, sin ganas de querer participar en el interrogatorio hacia el novio de su hermano.
—¿Y qué tal vas en tu primer año?
Tragando nuevamente, Jimin miró a Sohee para responder.
—Horrible. Sinceramente, creo que moriré antes de acabar la universidad.
Sohee soltó una elegante risa, dejando a la vista su perfecta hilera de dientes.
—Pero ánimo, cariño —le alentó— Y no olvides que todo sacrificio trae sus recompensas.
—Eso espero.
—¿Qué hay de tus padres, Jimin? —Hyun preguntó.
Reprimiendo una mueca, Jimin movió sus ojos hacia el omega. Se había dado cuenta desde que llegó, que el padre de Jungkook ya lo odiaba.
—Uhm. Vivía solo con mi papá antes de...
—¿Vivía? —Hyun le interrumpió— ¿Eso significa que ya no?
—Papá —Jungkook le llamó, pero Hyun lo ignoró.
—Sí, yo... ya no vivo con él.
—¿Dónde vives ahora? —insistió en saber, importándole muy poco si estaba siendo demasiado grosero.
Jimin apretó los labios, sintiéndose ligeramente molesto por el interrogatorio de Hyun.
—Conmigo, papá —Jungkook respondió por él.
Y Jimin se tuvo que meter otro trozo de carne a la boca, intentando de esa forma ocultar la traviesa sonrisa que había provocado la respuesta de Jungkook.
—¿Qué? —Hyun frunció aún más su ceño— ¿Desde cuándo viven juntos?
—¿Importa? Soy lo suficientemente mayor como para tomar mis propias decisiones sin pedirle permiso a nadie.
—Pero soy tu padre...
—Y eso es todo. Que seas mi padre no quiere decir que deba informarte sobre todo lo que hago. Papá, yo ya no vivo aquí. Ya no soy un niño.
Suho y Sumin miraron atónitos a su hermano mayor. Era la primera vez que percibían la molestia de Jungkook sobre su padre.
Furioso y coloroado, Hyun miró a su alfa para que lo apoyara, pero Sohee simplemente le dio otro sorbo a su delicioso vino.
—Sohee —reprochó— Dile algo.
Alzando las cejas, la alfa lo miró.
—¿Algo como qué, cariño? Jungkook ya lo dijo. Tiene veintinueve años, edad suficiente para tomar sus propias decisiones y ser muy consciente de lo que hace mal o bien.
—Bien —gruñó Hyun luego de soltar un suspiro exasperado, volviendo a mirar a Jimin— ¿En que universidad estudias, Jimin?
—Mmh... —tarareó— En Hanyang.
Hyun alzó sus perfiladas cejas, sin poder ocultar su asombro.
—Oh, esa universidad es bastante buena. ¿Cómo es que entraste ahí?
—Papá —Jungkook le llamó nuevamente, pero esta vez su voz sonó más dura.
Hyun movió sus ojos negros hacia su hijo.
—¿Qué? Solo tengo curiosidad por saber cómo fue que entró ahí, nada más.
—Tranquilo, Jungkookie —Jimin le calmó, moviendo lentamente su mano por sobre la mesa para posarla sobre el dorso de la mano de su alfa. Hyun molió sus dientes con fuerza mientras los observaba, sintiéndose cada vez más molesto— Me gané una beca. Mis notas en el colegio eran bastante buenas, así que apliqué dos veces hasta que me la gané.
—Vaya, es bueno saber que no solo eres una cara bonita.
Jungkook se puso rígido por el comentario ácido de su padre.
—Gracias, supongo.
—¿Y cómo lo harás ahora con la nueva ley? Digo, si estás ahí por una beca, ¿cómo pretendes pagar la matrícula y mensualidad para poder seguir estudiando?
—Papá, ya es suficiente. Detente.
—Trabajaré en el bar de un amigo —Jimin interrumpió a Jungkook— Ya he trabajado ahí antes, así que no hay problema.
—Es bueno saberlo.
—Por supuesto. No me quedaré en casa lavando platos y cocinando para esperarlo.
Molesto por el comentario de Jimin, Hyun asesinó su trozo de carne antes de meterlo a su boca y masticarlo con rabia. Jungkook simplemente apretó sus labios para no sonreír.
—Y, uhm... ¿pretenden tener hijos pronto se están cuidando?
Jimin, quien en ese momento había decidido darle un gran sorbo a su vino, escupió todo, incluso por la nariz.
—¡Oh, dios santo! —Hyun exclamó horrorizado, levantándose de su silla para coger unas servilletas para ofrecerlas al omega. Su intención no era que se ahogara con el vino, solo quería saber y asegurarse de que Jimin no era un cazafortunas o algo parecido.
Jungkook se movió rápidamente, secando el rostro de Jimin mientras le daba suaves golpecitos en su espalda.
—¿Estás bien?
Jimin asintió con su cabeza, carraspeando un poco su garganta antes de responder.
—Sí —murmuró en un hilito de voz.
—Basta de interrogatorio por hoy —dijo Jungkook con ápices de molestia, ayudando a Jimin a ponerse de pie— Gracias por la cena, estaba delicioso. Permiso.
—Lo siento mucho —Jimin se disculpó antes de ser arrastrado fuera del comedor.
Sohee esperó a que Jungkook y Jimin salieran del comedor para mirar a su omega.
—¿Es así como querías que terminara la cena? Felicidades, cariño, has fastidiado a tu hijo una vez más.
Cuando Sohee se limpió sus labios y se puso de pie, Hyun le tomó rápidamente de la mano, impidiendo que se fuera de su lado.
—Lo siento... —arrepentimiento puro tiñó su voz. Sus mejillas ardían de lo caliente que estaban a causa de la vergüenza que sentía por su mal comportamiento.
—No es conmigo con quien debes disculparte.
Sumin y Suho miraban a su madre en completo silencio.
—Lo sé.
—Es bueno saberlo. Estaré en nuestro dormitorio —miró a sus hijo— No tienen permiso para acostarse tarde hoy, considerando que mañana se la pasarán estudiando.
—Sí, mamá —Suho y Sumin respondieron al unísono.
—Bien.
Ω
—Creo que tengo un trozo de algo dentro de mi nariz —Jimin se quejó, haciendo una mueca y estremeciéndose por el asco repentino que sintió— Dios, creo que voy a vomitar si me trago lo que sea que hay en mi nariz.
Jungkook rodó los ojos. Estaban en el baño privado de su dormitorio.
—Quítate la ropa y entra a la ducha —sacó su mano del agua cuando comprobó que salía tibia.
Jimin le miró, con una sensual sonrisa mientras arqueaba una de sus cejas.
—¿No quieres desnudarme tú? —lo tentó, consciente de que su rostro era un puto desastre gracias al vino.
Relamiendo sus labios, Jungkook estiró un brazo y lo sujetó de la cintura.
—¿Qué clase de invitación es esta, mocoso?
—Una bastante buena.
Jungkook se rió, ronco y profundo, provocando que el sonido de su voz fuera directo a la polla de Jimin. En cosas de segundos, ya estaba duro y húmedo, como si fuera un maldito omega en celo.
—No puedo negarme a las súplicas de un delicioso omega —Jungkook tiró de él, haciendo que Jimin chocara con su pecho.
—Ya quisiera que te suplicara —jadeó, sintiendo como el calor nuevamente se expandía por su cuerpo.
Mierda, lo necesito dentro de mí...
—Ya lo has hecho —le recordó— Más de una vez, cariño.
Cariño. El apodo no significaba nada para ellos, pero el lobo de Jimin parecía no saberlo, porque su pecho vibró ante su ronroneo.
Sin decir una palabra más, Jungkook acortó la poca distancia que los separaba y besó a Jimin. El beso no fue para nada dulce, todo lo contrario, fue profundo y castigador.
Cuando el aire les hizo falta, Jungkook rompió el beso y comenzó a desnudar a Jimin.
—Te voy a follar aquí y luego en la cama.
Jimin respiró hondo y despacio, intentando de esa forma calmar las pulsaciones de su corazón.
—Bien.
—Así que estás de acuerdo.
—¿Somos novios, no? Debemos meternos por completo en el papel.
Con una sonrisa ladina, Jungkook lo premió con un último beso antes de apartarse y comenzar a desnudarse. Jimin pateó su ropa hacia un lado y avanzó hasta la enorme ducha.
Y ni siquiera se permitió avergonzarse de su notoria erección cuando Jungkook miró su cuerpo desnudo.
—Mmmh... —ronroneó gustoso cuando el agua tibia golpeó su piel.
Jungkook no demoró en unirse, abrazándolo por detrás, presionando su gorda polla en espalda baja.
—¿Listo para suplicar, cariño? —se burló, presionando sus finos labios en la unión del cuello y el hombro de Jimin.
Jimin intentó soltar un resoplido, pero en cambio, un gemido fue lo que se escuchó.
—Te odio —jadeó cuando una de las manos de Jungkook subió por su estómago hasta su pecho, enganchandose en su pezón izquierdo— Oh, mierda...
—Esa boca —gruñó, deslizando su lengua por la extensión del cuello de Jimin.
—Como si no dijeras-aaah... —se retorció cuando la mano libre de Jungkook envolvió su polla.
—¿Qué decías? —comenzó un vaivén tortuosamente lento, sin dejar de mover su otra mano sobre el pezón duro de Jimin.
—Ngh... espera... —su rostro estaba rojo y caliente, así como todo su cuerpo. Ardía por el deseo de ser tomado por este alfa.
—¿Qué voy a esperar? —Jungkook movió sus caderas suavemente, presionando aún más su polla contra la espalda baja de Jimin.
—Me voy a correr... Oh, mierda. Espera, no dejes que me.corra sin tener tu polla en mi culo.
Jungkook soltó otra risa sensualmente ronca, haciendo que Jimin casi se corriera.
—¿Me quieres aquí adentro, cariño? —abandonó el pezón para llevar sus largos dedos al culo de Jimin, hundiéndolo entre las nalgas, yendo directo a su resbaladizo agujero.
—Mierda, sí. Lo quiero.
—Mmh... —tarareó— Mis padres me enseñaron que al momento de pedir algo, debo decir la palabra mágica.
Jimin frunció el ceño mientras cerraba los ojos. Jungkook solo estaba jugando, torturándolo, porque ni siquiera lo estaba follando con sus malditos dedos.
—Dios, te odio. Te odio a ti y a tu estúpida polla.
—¿Es así? —apartó sus manos de la polla y el culo de Jimin— Entonces te dejo bañarte.
Gimiendo de frustración, Jimin se volteó y empuñó su mano alrededor de la polla de Jungkook, cortándole de inmediato la respiración.
—Como te salgas de la ducha sin follarme, te juro por todos los dioses que existen, que mientras duermes plácidamente como un bebé, te mutilaré esta belleza con los dientes.
Sin contener la risa que burbujeaba en su garganta, Jungkook se rió. Su voz era un bálsamo para los oídos de Jimin.
Jesus, no puede ser tan asquerosamente perfecto. Debería ser un crimen, maldita sea.
—¿Por qué mejor no pones tu boca aquí —tocó la mano de Jimin que sostenía su polla— Y en vez de morderla, la chupas.
Jimin se relamió lentamente sus labios antes de contestar.
—No. Quiero a tu amiguito dentro de mí. Ahora.
—¿Por favor?
—Deja de burlarte de mí —comenzó a masajear lentamente la polla de Jungkook— Solo fóllame, joder.
***
Las amo, chikitas ♡ gracias por leer uwu
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