Capítulo 50.
Todo había sido un escándalo total. La noticia de que Corea tenía un gobierno corrupto que traficaba a sus propios ciudadanos omegas, dio demasiado rápido la vuelta al mundo.
Muchos omegas, junto a unos cuantos alfas y betas, salieron inmediatamente a las calles para protestar, exigiendo justicia por los inocentes y un castigo severo para los culpables.
—¿Hijo? —la voz de Hyun llegó desde la puerta entreabierta, y luego se asomó solo un poco.
Jungkook estaba sentado en la cama de hospital; llevaba puesto un pantalón gris de chándal y su pecho estaba cubierto únicamente por el vendaje. Alzó la cabeza para mirar a su padre, dedicándole una pequeña sonrisa.
—Papá.
Hyun le sonrió de vuelta, entrando finalmente a la habitación y cerrando la puerta tras de sí.
No habían tardado mucho en aparecer en la recepción del hospital luego de recibir una llamada, considerando que Hyun había estado inquieto desde antes, sabiendo, gracias a su instinto paterno, que algo andaba mal con su hijo. Y cuando llegaron al hospital privado, Hyun estaba asustado y con sus ojos llorosos, imaginando lo peor. Su esposa, Sohee, nunca dejó de sostener su mano, intentando de alguna manera calmarlo.
—¿Cómo te sientes?
Apenas ese día, se cumplirían dos días desde el incidente, y Jungkook ya estaba un noventa y cinco por ciento curado.
—Perfecto.
Y eso era jodidamente imposible. Incluso los médicos, quienes le vieron cuando fue ingresado y presenciaron en primera fila como las heridas de Jungkook comenzaban a sanar incluso antes de que fueran tratadas, quedaron asombrados. No lograban entenderlo, porque jodidamente no era normal.
—Me alegro —respondió su padre, acercándose a él— Acabo de hablar con tus hermanos.
—¿Y qué dijeron?
—Quieren venir a verte. Estaban preocupados.
—Por supuesto que sí —Jungkook respondió, todavía sonriendo— Apuesto que les dijiste que estaba grave y todo eso.
Hyun le dio una palmada en el muslo a su hijo.
—No te burles de tu padre —le regañó cariñosamente.
Jungkook dejó escapar una pequeña risita mientras negaba con su cabeza. Y Hyun observó con atención a su hijo, atesorando la masculina melodía que endulzaba sus sentidos. Era una de sus cosas favoritas, a decir verdad. Jungkook no solía ser demasiado demostrativo con sus sentimientos, así que cuando dejaba que uno reluciera, él simplemente los disfrutaba.
—Quiero ir a ver a Jimin...
—Lo sé —su padre le apartó un mechón oscuro de la frente— Pero debes dejarlo descansar. Son recién las nueve de la mañana, pero seguro aún sigue durmiendo, hijo.
Jungkook resopló, tan igual a cuando era un adolescente lleno de hormonas que deseaba llevarle la contra a sus padres. Y no había manera de que Hyun tratara a Jungkook como el hombre adulto que era, porque siempre sería su bebé.
—Pero quiero estar a su lado.
—Lo sé.
Hyun miró la habitación, buscando la bata de su hijo. Cuando la halló, fue por ella para luego acomodarla en el cuerpo de Jungkook.
—Estoy bien, papá.
—Lo sé —volvió a decir— Pero deja que te ayude. Eres mi bebé y quiero cuidar de ti.
Jungkook rodó los ojos, pero omitió cualquier comentario. Sabía que su padre había estado angustiado ante la noticia de todos los hechos. No quería volver a verlo así.
—Tus pantuflas —Hyun se las acomodó en el piso, facilitándole todo a Jungkook.
—Gracias, papá.
Hyun lo ayudó a ponerse de pie, incluso si Jungkook no necesitaba ayuda porque estaba prácticamente sano y ya le habían informado que por la tarde le daban el alta.
—De nada. ¿Quieres que te ayude o que te acompañe?
El primer impulso de Jungkook fue decirle que no. No necesitaba ayuda ni que lo acompañara, pero a la mierda, su padre estaba preocupado aun sabiendo que estaba tan sano como una maldita lechuga orgánica.
Resignado a aceptar todos los cuidados innecesarios de su padre, Jungkook simplemente respondió:
—Claro, papá. Vamos.
Hyun sonrió más ampliamente, porque no le importaba que Jungkook tuviera la edad que tuviera. Él siempre iba a querer cuidarlo. Protegerlo. Era su hijo, su bebé, su cachorro, independiente de que Jungkook sea un hombre muy adulto que ya no necesitaba nada de él.
Avanzaron por el tranquilo pasillo del hospital, saludando a las enfermeras que merodeaban por ahí, hasta que llegaron a la habitación de Jimin. Hyun se despidió de su hijo con un beso en la mejilla, diciéndole que estaría en la cafetería junto a Sohee, quien ya estaba allí, comiendo algún pastel y tomando algún café saborizado.
—Deberías irte a casa, papá. Tú y mamá. Yo estoy bien.
—No me iré, no insista.
Jungkook suspiró. Su padre era demasiado terco.
—Bien, pero te ves cansado y...
—Iré a comer —él lo cortó, comenzando a alejarse y yendo hacia los elevadores.
Cuando Hyun desapareció de su campo de visión, Jungkook entró a la habitación donde se encontraba Jimin, siendo recibido por una extraña combinación de productos de higiene y desinfección, medicamentos y el dulzor de las feromonas de su omega.
Se quedó parado frente a la puerta cerrada, mirando en completo silencio el bulto en la cama. Tal parecía que su padre tenía razón y Jimin seguía durmiendo.
Reprimió un nuevo suspiro, todavía observando a Jimin.
Aún le costaba procesar todo lo que había visto mientras intentaba desesperadamente encontrar a Jimin. Todo lo que hizo. Nunca se vio a sí mismo como una persona violenta y vengativa, pero con Kim Woobin definitivamente no se contuvo. Su lado primitivo y salvaje salieron a relucir con fuerza, y él no hizo nada por detenerlo.
Pero recordar los gritos y súplicas de Woobin, el sonido de sus huesos quebrándose y la piel desgarrándose, además del olor a sangre, le revolvían el estómago.
No quería volver a convertirme en eso. Un monstruo sediento de venganza. Aunque, claro, Woobin se lo merecía.
Deja de torturarte.
Su lobo siseó, intentando calmarlo. Jungkook apretó los labios, porque sabía que su lobo tenía razón.
Lo hecho, hecho estaba. Ya no había vuelta atrás, por más que lo deseara.
Aun así, ese sentimiento negativo en su pecho le inquietaba, abrumándolo de momentos.
Suspiró finalmente, peinando sus cabellos hacia atrás con una sola mano.
Su cuerpo ya no se sentía resentido ni fatigado. Estaba tan bien que hasta podía salir a trotar sin problema, sabiendo que sus heridas estaban lo suficientemente sanas que no sangrarían.
Incluso los doctores hicieron comentarios sobre lo increíble que era todo en él. No hubo necesidad de hacerle una transfusión de sangre, considerando toda la que había perdido. Cuando sacaron las balas, ni siquiera terminaban de curarle cuando parecía que se empezaba a regenerar todo. No tenía huesos fisurados ni nada. Estaba increíblemente bien. Sano. Recuperado.
Jungkook no dijo nada referente a aquello, pero sí observó a su padre; quien se movía nervioso al lado de su madre, con su ceño suavemente fruncido y los labios apretados, escuchando cada palabra que el doctor soltaba con asombro y entusiasmo.
Y era obvio que su padre algo le ocultaba, no había otra explicación. Pero no preguntaría ahora, porque no tenía ganas de nada más que estar junto a su omega.
Su cabeza comenzó a palpitar y él frotó su sien, viendo como Jimin se removía en la cama.
—¿Jungkook? —Jimin murmuró mientras asomaba la cabeza fuera de las sábanas, acurrucado en el centro de la cama.
Jungkook le sonrió un poco, avanzando hacia él.
—Hola —le dijo suavemente, una vez que estuvo a su lado. Movió su mano, acariciando las hebras grises de Jimin— ¿Te desperté?
Jimin hizo una mueca, negando con su cabeza. Se movió hacia un lado y apartó la ropa de cama, invitando silenciosamente a Jungkook para que se acostara con él.
Jungkook por supuesto, se metió en la cama junto a su omega, abrazándolo casi de inmediato, mientras Jimin los tapaba con las sábanas que olían como todo el lugar.
—Vino un doctor temprano... —comenzó a contar, acurrucándose en los brazos de su alfa— Para ver cómo seguía y todo eso. Él me despertó y ya no he vuelto a dormir.
—¿Y todo está bien? —preguntó solo para saber cómo estaba Jimin, porque por supuesto que ya sabía el estado de salud de su omega.
Cada procedimiento, por más pequeño que fuese, se le informaba al alfa. Era así para todos.
—Estoy bien... —murmuró bajito.
Y a Jungkook se le hundió el corazón. No estaba bien, podía sentirlo.
Le habían explicado el día anterior, apenas fueron ingresados al hospital, que a Jimin le harían una serie de intervenciones para curar sus heridas y eliminar los restos que quedaron en su útero luego del aborto. Jungkook tuvo que firmar el consentimiento, sabiendo que por más necesario que fuera, sería terriblemente doloroso para su omega.
No por el hecho de que la intervención causara dolor, porque por supuesto dolía. Y Jungkook sabía que Jimin podía soportar el dolor físico sin problemas, pero su lado emocional... era otra cosa totalmente diferente.
—¿Te duele algo?
—No —mintió, porque le dolía todo, incluso el alma.
Enterrando su nariz en los cabellos de Jimin, Jungkook respiró con avidez.
Se quedaron en silencio por un rato, con sus cuerpos bien juntos y con sus ojos cerrados. Era jodidamente increíble lo bien que se sentían estando al lado del otro. Esa sensación de tristeza menguaba y algo cálido los envolvía.
Jimin suspiró, sintiendo como las lágrimas comenzaban a humedecer sus pestañas.
No quería seguir llorando por lo que había perdido, pero estando en los brazos de Jungkook se sentía tan bien y protegido, que el sentimiento florecía y simplemente necesitaba sacarlo de su sistema.
—No he visto a papá aún... —murmuró, intentando de alguna manera desviar sus pensamientos a algo más.
—Podemos ir luego.
—Sí.
Jungkook comenzó a acariciar su espalda, pasando su mano suavemente por el largo de su columna.
—Hoy me dan el alta médica —dijo, y pudo sentir como Jimin se ponía rígido— Pero no me iré —aclaró rápidamente— Mañana te darán el alta médica a ti, así que me quedo hasta que eso pase para que nos vayamos juntos.
Jimin no dijo nada por un breve momento, hasta que finalmente movió su cabeza como si estuviera de acuerdo y simplemente murmuró:
—Vale.
Frotando su frente contra el pecho de Jungkook, Jimin finalmente decidió que era momento de descansar. Jungkook hizo lo mismo, considerando que no había podido pegar un ojo por la noche, ya que estar separado de Jimin lo tenía jodidamente inquieto y preocupado.
Pero ahora estaban bien. Juntos. Como debía ser.
Ω
El sonido de la puerta siendo abierta lo despertó. Jungkook se removió, sintiendo como todo su cuerpo estaba rígido por la incomodidad. La cama de hospital era jodidamente pequeña e incómoda para dormir junto a Jimin.
—Oh, lo siento —la enfermera se disculpó apenas los vio. Sus mejillas se colorearon mientras le sonreía con nerviosismo a Jungkook— Traje el almuerzo de Jung Jimin, además de su medicina.
Jungkook miró a Jimin, quien todavía dormía entre sus brazos.
—¿Entonces debo despertarlo?
—Sí, por favor, para que se tome la medicina.
Jungkook volvió a mirar a Jimin y le apartó unos cabellos del rostro mientras se inclinaba para susurrarle bajito cerca del oído, logrando que Jimin comenzara a separar muy lentamente sus párpados.
—Mhm... —Jimin ronroneó, con su ceño fruncido— Un ratito más...
—Tu medicina, amor.
Jimin sonrió. El apodo meloso lo derritió por completo, provocando una extraña sensación de aleteo en su estómago, como si se hubiera tragado un puñado de mariposas.
La enfermera todavía seguía ahí, observando con ojos en forma de corazón a los de tortolos.
Con un quejido suave, Jimin se removió para sentarse en la cama y miró a la enfermera, quien se acercó a él rápidamente para darle la medicina junto a un vasito de agua. Jimin se las tomó y ella salió, para luego entrar con una bandeja entre sus manos.
—Su almuerzo —le dijo a Jimin, pero luego miró a Jungkook— Traeré el suyo, señor Jeon. Vengo enseguida.
—Oh, vale. Gracias.
Cuando la enfermera se fue, Jungkook destapó los pocillos para Jimin, viendo sin gracia la comida. Jimin hizo una mueca de disgusto.
—¿Dónde están las papas fritas y las hamburguesas con tocino?
Jungkook no pudo evitar la sonrisa en sus labios.
—Cuando salgamos de aquí comerás todo lo que quieras.
—Pero quiero ahora —refunfuñó, como si fuera un niño mimado.
Jungkook se inclinó hacia Jimin y presionó sus labios con los de él. Fue un beso simple, pero que provocó de todo en Jimin.
—Pro... prometelo —murmuró con retraso, intentando volver a la absurda conversación. Sus mejillas estaban rojas y calientes, y su corazón martilleaba con fuerza dentro de su pecho.
—Lo prometo.
La enfermera volvió y acomodó las bandejas en una pequeña mesa que se podía mover para todos lados, luego se fue.
Jungkook y Jimin se comieron todo y luego se volvieron a acurrucarse al lado del otro, hasta que llegó un doctor y examinó a Jimin, informándo que sería dado de alta al día siguiente y los detalles de qué hacer en casa.
—¿Puedo ir a ver a mi papá?
El doctor, quien anotaba algo en su expediente clínico, alzó la vista para mirarlo.
—Mhm... —el doctor tarareó pensativamente, como si estuviera considerándolo— Puede ir, sí, pero solo por un momento.
No alcanzó a decir más cuando la puerta se abrió y Seokjin apareció.
—Oh, lo siento —sonrió a modo de disculpa— Pensé que estaba solo Mimi.
—Puede pasar, ya terminé aquí —dijo el doctor, tomando sus cosas y saliendo de la habitación.
—Hola —Seokjin saludó a Jungkook, quien le devolvió el saludo con un simple movimiento de cabeza.
—Jinnie —Jimin le sonrió con alivio. No los había visto desde que salieron de la fábrica, pero ni siquiera ahí pudieron acercarse a decirse nada— Hola.
Seokjin avanzó rápidamente hasta llegar al lado de Jimin y lo abrazó, ignorando la mirada feroz que Jungkook me estaba dedicando.
—Oh, Mimi... —susurró en el cuello de su amigo— Lo siento tanto...
Apenas se habían enterado del aborto que habia sufrido Jimin a causa de los malos tratos que recibió, y tanto él como Taehyung y Namjoon quedaron sin palabras por un momento, digiriendo la información.
—Está bien...
—No —Seokjin negó, todavía abrazándolo— Lo siento mucho —se alejó un poco para poder mirarlo —Te quiero, Mimi. Mucho. Y lyamento todo lo que tuviste que pasar, sobre lo del bebé, pero estoy tan feliz de que pese a todo, estés bien.
La voz de Seokjin se quebró y Jimin le sonrió con dulzura. Definitivamente hubieran sido unos maravillosos tíos postizos si su hija hubiera logrado nacer.
—También te quiero, Jinnie.
Sin importarle que estuviera Jungkook, Seokjin besó una de sus mejillas.
—Tae viene en un ratito más —dijo Seokjin, eliminando rápidamente la humedad de sus ojos— Está con la tía y mi mamá.
—¿Cómo está ella? —preguntó, refiriéndose a Jiyoon.
Seokjin suspiró, enderezandose y pasando una mano por su rostro. Se veía bastante cansado.
—Mejor. Tenía unas costillas rotas y estaba muy lastimada, pero ya está bien.
—¿Y Nam?
—También está bien, ahora anda con Yongsun en la cafetería. Luego viene a verte. Oh, y en la mañana vino la policía y tuvimos que dar nuestro testimonio de todo lo que pasó y vimos, también nos informaron de todo lo que estaba pasando y eso. Una mierda, sabes.
—Me imagino que sí.
—Sí... —Seokjin se cubrió el rostro cuando no pudo reprimir un bostezo.
—Hey, estás cansado —Jimin le tomó de la mano, apretandola suavemente.
El beta le sonrió, luego miró a Jungkook y su sonrisa se ensanchó. Era divertido ver como una vena palpitaba en la frente del alfa.
—Sí, pero no me iré aun.
Charlaron un rato más, con Jungkook vigilandolos en completo silencio. Luego Seokjin se despidió para reunirse con su madre y su hermano, asegurando que volvería más tarde con ellos.
—¡Hora de una deliciosa gelatina con frutas! —anunció la enfermera de turno, demasiado alegre incluso para el gusto de Jimin— Oh, lo siento —se rió suavemente, mirando de manera nerviosa el rostro severo de Jungkook— No sabía que nuestro paciente tenía visita.
—¿Quién eres tú? —Jungkook prácticamente le gruñó.
La enfermera se movió incómoda, dejando el pocillo de gelatina sobre la mesita que estaba a un lado de la cama.
—Pues... ¿Una enfermera? —al ver que ambos le miraba sin algún tipo de reacción, decidió ponerse un poco más seria— Lo siento, no quise molestar. Estoy de turno y me asignaron a Jung Jimin como uno de mis pacientes, y yo le traje de buena manera una gelatina, nada más.
—Gracias —dijo Jimin, queriendo aliviar la tensión del ambiente.
Jungkook gruñó, ignorando a la enfermera para tomar el pocillo y destaparlo.
—Toma —se lo ofreció a Jimin, quien lo tomó de inmediato.
—Eso fue grosero —dijo Jimin una vez que la enfermera salió de la habitación.
Jungkook se encogió de hombros como respuesta.
—Come.
Resoplando, Jimin enterró la cuchara en la gelatina y luego se la llevó a la boca. Se congeló ahí mismo. Sacó la cuchara de su boca, miró a Jungkook con los ojos brillando y se la devolvió.
—¿Qué...?
Oh, mierda.
Dejó el pocillo a un lado y lo abrazó, sintiendo como Jimin se acurrucaba en su pecho.
Era de cerezas.
Y su hija olía a cerezas.
—Soñé con ella... —murmuró Jimin, acariciando el pecho de Jungkook. Sus yemas se deslizaban lentamente alrededor de los vendajes— Usaron algo para dormirme en la casa de Tae, creo, porque de repente era muy consciente de todo y luego estaba soñando con ella. Y ella estaba ahí, toda bonita y pequeñita...
Jungkook apretó los dientes con fuerza, odiando ver a Jimin así. A él le dolía la pérdida de su hija, pero a Jimin le dolía mucho más.
Y ahora que escuchaba la voz de Jimin como un arrullo lastimero, todo arrepentimiento que sentía de lo que les había hecho a los repugnantes alfas, desaparecía por completo. Maldita sea. Lo volvería hacer, una y otra vez si fuese necesario.
—Y tenía tu lunar —continuó Jimin— Justo debajo del labio...
No encontró las palabras correctas para consolarlo. Sabía que dijera lo que dijera, el dolor no desaparecería. Así que lo acomodó en la cama y lo arrulló lo mejor que pudo, acariciando su cabello y envolviendolo con sus feromonas protectoras.
Jimin suspiró, alzando la cabeza. Ambos se miraron, y Jungkook eliminó con su pulgar la humedad en los ojos de Jimin, luego se inclinó un poco y presionó los labios en su frente.
—No dejaré que pases por esto nunca más, Jimin. Mientras yo viva, nadie volverá a lastimarte.
El corazón de Jimin latía tan rápido que temió escapara por su boca si decía algo, aun así, se arriesgó.
—Beso... —exigió con voz temblorosa— Bésame, Jungkook.
Jungkook me acarició una de las mejillas, sintiendo la piel caliente bajo su tacto.
Te amo.
El pensamiento lo estremeció. Pero no tenía dudas de lo que sentía por Jimin, porque era todo lo que quería ahora y en un futuro.
Inclinándose, se ajustó a los labios de Jimin. Un pequeño sonidito escapó de la boca de su omega. Jungkook ronroneó gustoso, enterrando sus dedos en los cabellos de Jimin, profundizando el beso, chupando y mordisqueando suavemente sus pulposos labios.
Y el beso pasó a ser uno muy largo, porque a la mierda, ninguno de los dos tenía demasiada fuerza de voluntad como para alejarse del otro.
Cuando finalmente se separaron en busca de aire, Jungkook se quedó mirando a Jimin. Y por todos los jodidos dioses, Jimin se veía tan bonito así todo ruborizado y con sus labios regordetes húmedos e hinchados.
Santa mierda.
Jimin lo tenía totalmente mal, en el buen sentido.
—Me encantas, Jimin —susurró, volviendo a besarlo.
Jimin cerró los ojos, respondiendo al dulce beso de su alfa.
Ω
—Papá —Jimin tomó la mano de Hoseok, quien abrió muy lentamente sus ojos.
—Cachorrito... —susurró, dedicándole una pequeña sonrisa a su hijo.
Eran más de las ocho de la tarde, y Jimin ya se sentía lo suficientemente descansado como para ir a ver a su padre.
—Hola, papá —le sonrió, sus ojos comenzaron a brillar de manera sospechosa.
Jungkook había insistido en acompañarlo, quedarse a su lado en todo momento, pero Jimin le pidió que lo dejara a solas con su padre. Jungkook respeto su decisión, diciendo que lo esperaría en su habitación.
Así que, sin soltar la mano de su padre, Jimin se subió a la cama y se acurrucó a su lado. Hoseok se movió para darle más espacio, sin poder ocultar la mueca de dolor. Luego, con mucho cuidado, abrazó a su hijo.
Y sin poder contener más el llanto, Jimin derramó su tristeza en los brazos de su padre, quien lo consoló y envolvió con sus reconfortantes feromonas paternales.
—Cachorrito... —le llamó, con el corazón roto al verle tan frágil y vulnerable. Jimin era todo lo que le quedaba de Yoongi, y se prometió a sí mismo a cuidarlo para que nada malo le pasara. Claramente había fracasado.
Jimin sorbió la nariz y se secó las lágrimas con rapidez.
—Lo siento, papá.
—Oh, no. Soy yo quien no siente —Jimin lo miró un poco confundido— Esto es por mi culpa. Yo sabía que Ji estaba casada, pero aun así...
La voz de Hoseok se apagó. No sabía cómo explicarle a su hijo toda la situación, cuando ya era bastante obvio de deducir. Él estaba saliendo con una mujer casada, fin de la historia. Y se sentía tan avergonzado y culpable por todo lo que su hijo había tenido que pasar.
Pero una pequeña sonrisa iluminó el rostro de Jimin, incluso cuando todavía tenía los ojos brillando y las pestañas húmedas.
—¿Estás enamorado, papá? —preguntó con clara curiosidad, acomodándose en la cama para poder verlo mejor.
El ceño de Hoseok se frunció un poco.
—¿Enamorado? —su corazón brincó en el interior de su caja torácica, y un extraño calor subió por su cuello hasta sus mejillas— Yo... no lo sé.
A Jimin le entristeció ver tan genuina reacción en un hombre adulto, quien no estaba seguro sobre sus propios sentimientos.
—¿No lo sabes, papá?
Hoseok negó con la cabeza.
¿Cómo iba a saberlo? Si cuando creyó que estaba realmente enamorado de Yoongi, a quien había reclamado como su omega, no hizo más que lastimarlo física y emocionalmente. Una y otra vez. Y su amor condenó, encadenó y mató a su omega.
No soy un buen hombre...
Sus manos estaban manchadas y su conciencia era atormentada.
Jimin se sintió mal por su padre. Era cierto que incluso él deseó en algún momento que Hoseok pagara por todo lo que había provocado, gritándole en algunas ocasiones que esperaba que se quedara solo y deprimido hasta que se muriera. Pero mierda, solo lo había dicho por el calor del momento, porque realmente no deseaba perderlo.
Tampoco deseaba que su padre se consumiera por la culpa.
Debía reconocer que lamentaba demasiado que su padre omega tomara la decisión de quitarse la vida, y él jamás podría juzgarlo por dejarlo atrás, porque no todos los omegas eran lo suficientemente valientes como para huir del lado de su agresor. Pero él ya había vivido su duelo, resolviendo sus sentimientos y aprendiendo a vivir con el dolor de su ausencia. Costó mucho, sí, pero ahora podía seguir adelante, recordando al padre cariñoso que solía cantarle canciones de cuna para que pudiera conciliar el sueño. Yoongi había sido un omega joven, con el espíritu roto, pero aun así, pese a todo, fue un padre increíble.
Y también había perdonado a Hoseok, consciente de que su padre intentaba cambiar para ser alguien mejor, yendo por voluntad propia cada semana a sus sesiones de terapia. Eso decía mucho de él, ya que en la sociedad cerrada en la que vivían, los alfas jamás irían a un psicólogo. Entonces, no quería que se siguiera torturando por el pasado. Quería que su padre sanara por completo y comenzara a ser feliz, que se enamorara realmente y que disfrutara de la vida en compañía de su pareja.
Realmente quería verlo feliz, incluso si el resto del mundo no estaba de acuerdo con ello.
—Te quiero, papá —dijo Jimin, acomodándose en la cama.
Habían dejado el tema de Jiyoon para otro momento, comenzando a hablar de cosas sin sentido como lo insípida que era la comida de hospital.
Hoseok le sonrió, acariciando sus cabellos desordenados.
—También te quiero, cachorrito. Mucho.
Suspirando, Jimin decidió que ya era hora de volver a su habitación. Había estado bastante tiempo y estaba seguro de que pronto iría el doctor a examinarlo nuevamente.
Y claro, también porque su lobo ya lloriqueaba porque extrañaba a su alfa.
El también lo extrañaba, maldita sea.
—Me iré, pero mañana vengo en la mañana —se alejó de su padre y salió de la cama, conteniendo un quejido de dolor— Descansa.
—También descansa, hijo.
Inclinándose, Jimin presionó un beso en la mejilla de su padre y luego salió de la habitación, caminando lentamente hasta la suya.
Cuando llegó y abrió la puerta, Jungkook estaba recostado en la cama mientras miraba su teléfono celular.
—Al fin llegas —dijo el alfa, y Jimin no pudo contener una sonrisa de satisfacción al saber que su alfa también lo extrañaba.
Jungkook se levantó y dejó su teléfono a un lado, luego caminó hacia Jimin y lo tomó de la mano para guiarlo a la cama.
Se metieron rápidamente bajo las sábanas y se acurrucaron contra el otro, soltando un suspiro de satisfacción.
—Mis padres se fueron a casa —comentó Jungkook— Mañana vienen y nos llevarán al departamento. No pude hacer nada para persuadirlos.
Jimin sonrió, frotando suavemente su mejilla contra la piel caliente de Jungkook.
—Está bien.
El médico apareció justo cuando ambos comenzaban a relajarse, así que se vieron obligados a separarse para que pudieran examinar y darle la medicina a Jimin.
Cuando volvieron a quedar solos, se acurrucaron nuevamente, pero esta vez, antes de que el sueño los venciera, Jungkook se encargó de besar a Jimin; saboreando, chupando y mordisqueando sus labios afelpados.
Jimin suspiró entre besos, totalmente satisfecho.
Maldita sea, me encanta. Mucho, muy mal. Me encanta.
Su corazón latía con demasiada fuerza, como si quisiera explotar. Y es que, Jungkook era la mejor medicina que podían darle, porque todo dolor, miedo o sentimiento negativo que lo abrumara, desaparecía instantáneamente mientras estaba entre sus brazos.
Lo amo, maldita sea.
La respiración se le atascó cuando fue consciente de sus pensamientos.
Lo amo.
***
Pssss, esto quedó demasiado largo jajaja y no era mi intención, pero ya qué.
Espero que les haya gustado <3
También quiero darle las gracias a esas personitas que siempre me están ayudando, aconsejando y animando a continuar con la historia. Espero estar haciéndolo bien 🙂
Les quiero mucho y gracias por el apoyo. Nos vemos en la siguiente actua <3
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