Capítulo 49.



¿Dónde? —el rugido que brotó desde lo más profundo de la garganta de Jungkook, estremeció a todos, incluso a Kang.

Seokjin apartó la mirada, incapaz de presenciar cómo un hombre, sea bueno o malo, era asesinado de una manera tan salvaje. Taehyung en cambio, mantuvo sus ojos en Kang, su suegro, mientras observaba con verdadera fascinación como Jungkook apretaba su mano en el delgado cuello, enterrando sus garras en la piel y provocando heridas, hasta que finalmente los huesos crujieron y el cuello se rompió.

El hombre murió, y Jungkook soltó un fuerte resoplido mientras lo soltaba con evidente desprecio.

—Señor... —Inguk le llamó, su voz sonaba temblorosa a causa del dolor que le provocaron sus heridas.

Jungkook lo ignoró, moviéndose lejos del cuerpo inerte mientras alzaba su nariz, cerrando sus ojos y moviendo las orejas. Todos se quedaron en silencio, casi conteniendo la respiración, sabiendo que Jungkook tenía los sentidos más agudos y estaba tratando de encontrar a quienes buscaban.

Abrió los ojos justo cuando una nueva explosión estremeció todo el lugar, y una débil sirena comenzó a sonar segundos después.

—¿Qué es eso? —Jongsuk preguntó, notoriamente asustado. Ya tenía los nervios de punta y su pies no dejaba se punzar.

—Fuego —le respondió Seung, su compañero, ajustando el agarre en la cintura de Jongsuk para sostenerlo mejor. Jongsuk se sonrojó inmediatamente— Debemos salir de aquí.

—Mierda —alguien del equipo NIS siseó— Movamos el culo, joder. Morir aplastado o quemado no está en mi lista de últimos deseos.

—¿Jungkook? —Jongsuk le llamó, pero entonces vio junto al resto del equipo como el gran lobo comenzaba a correr sobre sus grandes patas, dejándolos atrás.

—Oh, genial —Namjoon refunfuñó, limpiándose el sudor del rostro.

—¡Vamos, princesas! —Seung gritó— No nos quedemos atrás.

Todos asintieron, volviendo a tomar sus armas como correspondía mientras movían sus pies a toda prisa, intentando seguir el rastro de Jungkook. Los que estaban heridos comenzaron a ser nuevamente arrastrados, siendo los que se quedaban permanentemente más atrás que el resto.

Ω

Un rugido salvaje estremeció el lugar, y Woobin no alcanzó a procesar lo que veía cuando un diabólico animal saltó sobre el hombre que le acompañaba.

Sus ojos se abrieron ante el asombro, el horror de ver como el lobo cerraba su hocico con fuerza alrededor del cuello del beta, clavando sus caninos en la piel hasta que los huesos crujieron y el hombre dejó de gritar y patalear.

Con el corazón golpeando fuertemente contra su caja torácica, Woobin observó la masacre, retrocediendo sigilosamente unos cuantos pasos. Su instinto de supervivencia le advertía del peligro inminente. Y no fue mucho lo que logró alejarse, porque el lobo se incorporó, casi a su altura máxima, y se volteó para clavar sus ojos inyectados en sangre en él.

Mierda.

Pensando rápido, Woobin desenfundó el arma que portaba consigo, dispuesto a disparar y defenderse, pero el lobo rugió furioso y le dio un gran manotazo, golpeándolo en el estómago y haciéndolo caer contra el suelo.

Aturdido, Woobin parpadeó un par de veces para recomponerse y luego comenzó a arrastrarse, intentando alejarse nuevamente del feroz lobo que se cernía sobre él, mostrándole los largos y peligrosos colmillos mientras le gruñía cerca del rostro. Él gritó de puro miedo cuando el aliento caliente del lobo le golpeó con fuerza la piel de la cara.

—Maldita bestia —bramó Woobin, alcanzando a ciegas el arma del suelo para apuntar cualquier parte del cuerpo del animal.

Él tragó, sintiendo como su nuez de adán se balanceaba en su garganta, como una fina capa de sudor perlaba su piel y como su propio cuerpo temblaba sin control. Respiró hondo, reuniendo toda la valentía que poseía y apretó el gatillo tres veces.

Cuando el lobo gruñó de dolor, Woobin sonrió, creyendo ingenuamente que se libraría de la bestia.

Qué idiota.

Jungkook se apartó, solo un poco, ignorando el dolor punzante en su estómago y pecho, y sacó su larga lengua oscura para cepillar muy lentamente sus afilados dientes. Respiró profundamente, con los ojos cerrados, deleitándose con el miedo que exudaba el insignificante alfa que estaba en el suelo, a sus pies.

Entonces ronroneó, casi disfrutando de todo lo que pensaba hacer, y luego abrió los ojos, clavandolos en su presa. Pero antes de hacer cualquier movimiento, la voz de su lado humano susurró dentro de su cabeza, recordándole que Jimin, su omega, seguía ahí.

El corazón de Jungkook se hundió, marchitándose a medida que escaneaba de manera rápida el cuerpo de Jimin. Y es que se veía tan agotado, demacrado y quizás un poco asustado.

Jungkook lo llamó a través del débil vínculo que compartían. Jimin frunció el ceño, porque podía sentirlo, mas no respondió.

Un rugido suave vibró en su pecho, molesto porque su omega se negaba a comunicarse con él, pero entonces vio unas cuantas lágrimas rodar por sus sonrojadas mejillas, mientras sus pequeñas manos cubiertas de suciedad y sangre seca se movían lentamente hasta su vientre bajo. Su ceño se arrugó con violencia, mientras aspiraba una gran cantidad de aire.

Ese dulzor que sobresalía, y que había aparecido hacía varias semanas atrás, ya no estaba más.

Los ojos del alfa descendieron entre las piernas de su omega, donde pudo ver claras manchas de sangre seca tiñendo su ropa. Y él aulló con dolor, llorando la pérdida de su cachorro.

Jimin sollozó, bajando la cabeza para no seguir viendo a Jungkook. Y Jungkook se movió, intentando acercarse a él, pero Jimin simplemente se dio media vuelta y se dejó caer sobre sus rodillas, inclinándose sobre el cuerpo que estaba tendido en el suelo para susurrarle alguna cosa. Jungkook lo reconoció entonces, y eso lo hizo mirar más a fondo el lugar. Lo primero que vio fue a una mujer muy herida y asustada, luego a un pequeño grupo de omegas en el fondo del pasillo, entre las murallas destruidas, todos acurrucados y asustados. Y finalmente, vio varios cuerpos por el suelo y entre los escombros, todos cubiertos de sangre y sin vida.

Una verdadera tragedia.

Entonces él rugió, con su pecho vibrando y las feromonas filtrándose por cada uno de sus poros.

Acaba con él.

Acabaré con él.

No era solo él siendo un animal salvaje e irracional. Eran ambos, compartiendo el mismo deseo de venganza porque habían tomado lo que era suyo. Porque habían lastimado lo que era suyo.

Y lo que pasó a continuación fue demasiado rápido y sangriento.

Jungkook se movió a una velocidad sobrehumana y encerró su gran mano con garras alrededor del cuello de Woobin, levantándolo sin esfuerzo. Woobin luchó, por supuesto, intentando zafarse del doloroso agarre que comenzaba a lastimarle la piel. No pudo. Todo intento fue en vano.

Jungkook lo acercó a su rostro, y Woobin pudo jurar que el lobo le sonreía de la manera más vil y macabra. Era un aterrador demonio negro con ojos rojos, una jodida pesadilla.

—Ugh —se quejó, intentando patear el estómago lastimado del lobo.

Jungkook le gruñó en el rostro, enseñándole una vez más sus peligrosas fauces, y luego lo lanzó sin piedad contra una de las paredes más cercanas. La espalda de Woobin recibió la mayor parte del impacto, y él bramó adolorido, sintiendo como el dolor se expandía rápidamente por todas sus extremidades.

Hizo un gran esfuerzo por tomar una gran bocanada de aire, pero el estómago se le revolvió cuando se tragó las feromonas crudas y salvajes del lobo. Estaba claro que era un alfa, maldita sea, pero eso no quitaba el hecho de que era un maldito animal descontrolado. Y tenía que matarlo si quería sobrevivir.

Woobin se movió, prácticamente arrastrando su culo para alejarse del lobo e intentar tomar su arma olvidada en el suelo, pero el lobo se movió y le aplastó la pierna con su gran pata y él gritó de dolor. Lágrimas y mocos humedecieron su rostro, mientras su corazón bombeaba a una velocidad increíble.

—¡Basta! —logró gritar, sintiéndose mareado por el dolor.

Jungkook soltó un resoplido, ejerciendo un poco más de presión, sintiendo inmediatamente como los huesos de la pierna de Woobin comenzaban a crujir.

—¡Aaaah! —Woobin gritó nuevamente, tirando del pelaje negro del lobo. Se veía desesperado y asustado.

Jungkook mantuvo sus ojos en él, disfrutando de una manera bastante sádica como el miserable humano arrogante se retorcia de dolor. Levantó su gran pata cuando estuvo seguro de haber quebrado los huesos, pero entonces la dejó caer en la otra pierna, sin darle tiempo de nada a Woobin, aplastándola y repitiendo el mismo proceso. Lento y torturador.

Woobin estaba colorado, su piel brillando a causa del sudor y lloraba como un maldito idiota. Jungkook estaba seguro de que el dolor lo tenía al borde de perder la conciencia.

Entonces gruñó, porque no permitiría que el maldito bastardo que había lastimado a su omega se desmayara para dejar de sentir dolor. Aún tenía que seguir torturándolo, haciéndole sentir en carne propia lo que él había hecho, porque incluso en su estado cegado por la ira, sabía que había causado daños irreparables en Jimin y en todos los que mantuvo cautivo durante todo este tiempo.

Cuando volvió a levantar la pata, Jungkook observó ambas piernas rotas. Le dio una patada a una de ellas, resoplando, burlándose de Woobin. Y Woobin bramó adolorido, pero también tuvo la valentía de gruñirle.

—Te mataré, jodido animal —juró entre dientes, respirando de manera errática.

Jungkook resopló con diversión, pero luego soltó un gruñido poderoso, estremeciendo a Woobin. El alfa se agachó para tomarlo por el cuello de la camisa y lo levantó, tan rápido que Woobin soltó un pequeño grito del susto, y luego gritó de dolor.

En un movimiento decidido, Jungkook abrió su gran boca y lo mordió, enterrando sus caninos justo en la unión del cuello y el hombro.

Lo había marcado.

El rostro de Woobin se frunció con angustia, sintiendo como una parte de él comenzaba a desmoronarse. Y es que sintió el momento exacto en el que su propio lobo lo rechazaba.

Woobin gritó, enterrando sus manos en el pecho del lobo que todavía tenía sus dientes clavados en él, intentando alejarlo. No pudo. Ni siquiera lo movió un solo milímetro. Entonces lloró como un cobarde, sintiendo como su orgullo era drenado de su cuerpo, y como su lobo se escondía en algún lugar oscuro en el interior de su pecho.

Para cuando Jungkook apartó sus dientes del cuello de Woobin, este parecía un muñeco de trapo entre sus manos; sin fuerzas mientras soltaba débiles sollozos.

Jungkook lo miró a los ojos, saboreando la sangre que había quedado en su lengua y luego la escupió con asco.

—Eres un...

No lo dejó continuar, porque simplemente lo lanzó nuevamente contra el suelo. Woobin gritó por enésima vez, su voz ya sonaba ronca y áspera. El hombre no luchó esta vez, demasiado cansado para intentar defenderse. Entonces Jungkook se enfureció, y desenfundo sus garras y las enterró en la pierna izquierda de Woobin, atravesando con una facilidad aterradora la tela del pantalón y la piel.

Woobin se retorció; gritando y llorando, viendo como el lobo enterraba incluso los dedos en su carne.

—Por favor... —suplicó Woobin entre lágrimas, deseando que la tortura cesara— ¡Detente!

Jungkook rugió una vez más, moviendo sus dedos debajo de la piel, agarrando carne y músculos para comenzar a jalar, desprendiendo la pierna del cuerpo de Woobin.

Y Woobin no resistió, desmayándose por el intenso dolor y el shock de ver como era mutilado.

A Jungkook no le importó. Le arrancó la otra pierna también, de la misma forma, justo debajo de la rodilla.

Cuando finalmente soltó a Woobin, Jungkook se alejó de él, quedándose en silencio y muy quieto por un momento. Luego, lentamente, se miró a sí mismo y su respiración comenzó a acelerarse.

Tragó grueso, viendo su pelaje negro totalmente húmedo y manchado con sangre.

Las tripas se le revolvieron, pero su lado animal intervino a tiempo, envolviéndolo de una manera protectora. No permitiría que su lado humano se sintiera culpable por lo que acababan de hacer, porque el bastardo se lo merecía.

Soltando un suspiro tembloroso, Jungkook comenzó a moverse, volteándose para mirar a Jimin. Se sorprendió al ver que su omega también lo miraba.

—Jungkook... —Jimin le llamó, su voz suave y cansada.

Avanzó unos cuantos pasos hacia él, su gran cuerpo estaba medio encontrado, considerando que no podía pararse con su altura máxima sin golpearse la cabeza contra el techo. Y se detuvo a su lado, moviendo con cuidado su gran mano sobre los cabellos de Jimin.

Jimin se apoyó contra las caricias, todavía mirándolo a los ojos. No le tenía miedo, porque sabía que era Jungkook, su alfa.

—Estás aquí... —susurró Jimin, dejando que sus ojos brillaran a causa de nuevas lágrimas.

El ruido de varios pasos acercándose a toda prisa inundó el pasillo, y solo fue cuestión de segundos para que todos aparecieran con sus rostros serios y fruncidos, jadeando y sudando. Todos se detuvieron en seco, visiblemente horrorizados con lo que veían.

—Oh, mierda... —alguien siseó, o quizás fueron varios a la vez. Jungkook los ignoró, demasiado concentrado en Jimin, quien finalmente había desbloqueado su vínculo y le transmitía todo el dolor que albergaba en su corazón.

Sentir la tristeza de Jimin era jodidamente doloroso. Él la tomó como si fuera suya, y se enojó consigo mismo por haber tardado tanto.

—¡Mamá! —alguien chilló, y pasó entre ellos, ignorando el hombre mutilado en el piso— Oh, por dios, mamá...

Jungkook vio como Taehyung se acercaba a la mujer herida, quien ya comenzaba a llorar de alivio ante el reencuentro.

—Hijo... —Jiyoon le susurró, haciendo una mueca de dolor.

—Lo siento tanto, mamá. Lo siento...

—Está vivo —alguien anunció, refiriéndose a Woobin.

—No por mucho. Debemos sacarlo de aquí.

—Bien, sí, debemos salir. Rápido.

Namjoon se acercó a ellos, y le habló únicamente a Jimin.

—Mimi, ¿estás bien?

Jimin lo miró por un momento, sintiéndose un poco confundido. Era obvio que no estaba bien, pero entendió que esa no era la pregunta de su amigo.

—Sí, yo... puedo caminar sin problema.

Namjoon soltó un lento suspiro, asintiendo con su cabeza.

—Bien.

—Pero papá...

—Lo ayudaremos, no te preocupes —respondió rápidamente, tranquilizándolo.

—¡Bueno, vámonos! —alguien gritó, casi como una orden— No queremos que esta mierda se derrumba mientras aún seguimos aquí.

Los demás hombres se acercaron a los omegas, tomando a los niños más pequeños entre sus brazos y guiando al resto hacia la salida. Namjoon y otro alfa ayudaron a Hoseok a ponerse de pie, pero este bramó adolorido.

—Lo siento, señor Jung —Namjoon se disculpó, comenzando a arrastrarlo.

Hoseok solo suspiro, mirando sobre su hombro a Jimin. Jimin le hizo señas de que todo estaba bien, que él iría justo detrás.

Taehyung se sacó el polerón que llevaba y se lo puso con extremo cuidado a su madre, intentando cubrirla de alguna manera. Luego él y Seokjin la guiaron, siguiendo al resto hacia la salida.

—Hijo... —Jiyoon susurró, y Taehyung la miró, conteniendo las ganas de llorar por como la habían dejado.

—Saldremos de aquí, mamá. Saldremos y estarás a salvo, sin que nadie más te vuelva a lastimar.

—Tu padre...

—Está vivo —dijo con aspereza— Pero estoy seguro de que mientras esté pudriéndose en la cárcel, deseará haber muerto.

Ella suspiró, soltando un gemido de dolor. Sus costillas dolían demasiado.

—Lo siento, mamá. Deja... —Taehyung se movió, alzándola entre sus brazos con extremo cuidado. Ella chilló de dolor y un poco sorprendida, mas no se opuso a ser cargaba. Ya no tenía fuerzas para nada.

Cuando las paredes temblaron nuevamente y el humo se filtró por todos lados, Jungkook decidió que esa era la gran señal para finalmente largarse de ahí.

Con delicadeza, Jungkook movió sus grandes manos cubiertas de pelos y filosas garras para ayudar a Jimin a ponerse de pie. Jimin lo miró, estirando su brazo, guiando su mano con cuidado hacia las heridas en su estómago y pecho, frunciendo poco a poco sus cejas.

—Estás herido... —susurró bajito, preocupado. Incluso sonaba angustiado.

Jungkook quiso gruñir con furia, porque no le gustaba ver ni escuchar a Jimin así. Quería de vuelta a su omega rebelde y terco, con esa sonrisa desafiante iluminando su rostro. No lo hizo, por supuesto. En cambio, se movió para tomarlo entre sus brazos, casi arrullandolo.

Y Jimin inmediatamente se acurrucó contra su pecho, escondiendo su rostro en el pelaje de su alfa, ignorando lo húmedo y pegajoso que estaba.

—Sácame de aquí, Jungkook... —pidió Jimin, cerrando los ojos y dejando que el dolor lo abrazara una vez más— Llévame a casa. Quiero ir a casa...

El alfa se movió, abriéndose paso entre los escombros derrumbados, dejando atrás los cuerpos de aquellos inocentes que no lo lograron, pese que estuvieron tan cerca de saborear nuevamente la libertad.

Ω

Mientras avanzaban y derribaban débiles paredes o empujaban escombros, la temperatura comenzaba a aumentar rápidamente. Era obvio que el lugar estaba ardiendo en llamas, así que debía moverse rápido para no quedar atrapados ahí en algún nuevo derrumbe.

Y cuando finalmente vieron la luz al final del túnel, los que iban adelante prácticamente corrieron hacia el exterior, sintiendo la agradable brisa gélida de la noche.

Fuera de la fábrica ya se encontraban varios carros de bomberos, ambulancias y la policía local.

—¡Están saliendo! —alguien gritó, corriendo hacia ellos con un grupo de paramédicos.

A lo lejos podían escuchar el ruido de más sirenas acercándose a toda prisa, quizás era un refuerzo de ambulancias o bomberos, nadie estaba seguro.

Cuando Jungkook finalmente logró salir, se sentía completamente exhausto. Su cuerpo estaba en el límite, sin fuerzas para seguir manteniéndose de pie.

El viento fresco lo recibió, golpeando con fuerza su cuerpo. Él arrulló entre sus brazos lo mejor que pudo a Jimin, protegiéndolo del frío.

—¡¿Pero qué demonios?! —alguien gritó a lo lejos, acompañado del sonido de varias armas apuntando.

—¡No! —varias voces gritaron, intentando detener lo que sea que estuvieran pensando hacer los policías.

—No es un peligro. Bajen sus armas —Seung les gritó con autoridad. Extrañados, los oficiales decidieron hacerle caso.

—¿Jungkook? —una voz familiar le llamó, y Jungkook miró en su dirección. Era Yongsun, quien estaba mirándolo con curiosidad y preocupación, a unos cuantos metros de distancia— Oh por dios, Jungkook...

Jungkook la observó, pero luego negó con su cabeza. No quería que Yongsun se acercara. Nadie, en realidad. No era un buen momento. Todavía se sentía furioso y protector con su omega, así que no sabía cómo reaccionaría si alguien se acercaba incluso para querer ayudarlos.

Sabiamente, ella asintió y retrocedió, dándole el espacio que necesitaban. Yongsun era consciente de las historias que contaba la gente mayor, diciendo que hubo una época donde los alfas transmutaban a su forma animal. Siempre le fascinaron esos antiguos relatos, y siempre los escuchó con verdadera fascinación. Por eso, viendo ahora Jungkook; un gran lobo negro cubierto de pelos, garras y musculos, no le provocaba más que emoción.

Era cierto, todavía existían alfas que podían unirse con su lado animal, fusionándose para ser libres y poderosos.

Suspirando, Jungkook se volteó para alejarse, incluso cuando sabía que era estúpido, porque ambos necesitaban de manera urgente atencion médica. Pero vamos, estaba convertido en un maldito lobo territorial, que sólo quería cuidar de su omega.

—Mhm... —Jimin ronroneó, y luego sorbió su nariz. Se sentía tan aliviado y protegido en los brazos de su alfa, que era hasta un poco vergonzoso.

Jungkook avanzó con prisa hasta donde había quedado su auto estacionado, oculto a unos cuantos metros de la fábrica. Cuando lo encontró, abrió una de las puertas traseras con demasiada facilidad, pero dejándola totalmente destrozada, y metió a Jimin en el interior, con cuidado.

Jimin no quiso soltarlo, sintiéndose demasiado perdido sin el calor de su alfa. Sin su protección.

—No... —lloriqueó, negando con su cabeza, agarrando un puñado de pelaje del cuello de su alfa.

Jungkook tomó entre sus manos las pequeñas manos de Jimin, y entonces acercó su hocico, frotándose en ellas, con sus orejas hacia atrás. Luego se acercó al rostro de Jimin, olisqueando su piel y cabello, intentando calmarlo de alguna manera, para luego sacar la mitad de su cuerpo del interior del auto y estirarse.

Él gruñó fuera del auto, provocando un gran eco a su alrededor, y luego sus huesos crujieron bajo su piel, haciéndolo gritar del dolor.

El aire fresco provocó que su piel se erizara del frío. Jungkook parpadeó lentamente, totalmente agotado, sintiendo como su cuerpo estaba al límite de colapsar. Suspiró, viendo a Jimin asomarse desde el interior del auto, con su cara sonrojada y sucia.

El corazón se le partió al recordar la pérdida de su hijo. De su cachorro.

—Estoy... —Jungkook jadeó, inclinándose hacia el auto. Ya comenzaba a sentirse mareado y desorientado, con los párpados demasiado pesados como para mantenerlos abiertos— Aquí, cariño...

Jimin lo ayudó a meterse dentro del auto antes que se desmayara, abrazándolo con fuerza. La piel desnuda de Jungkook se sentía demasiado fría, y las heridas en su estómago y pecho comenzaban a sangrar.

—Jungkook... —Jimin murmuró, sorbiendo una vez más su enrojecida nariz— No te duermas. Resiste.

Jungkook movió su cabeza para mirarlo con sus ojos entrecerrados, respirando de manera errática.

Hermoso.

Jimin era sin dudas, lo más hermoso que nunca antes había visto. Era una cosita demasiado molesta de momentos, pero también era demasiado encantador.

Jimin era simplemente perfecto.

Te amo.

El pensamiento fue como una revelación, y su lobo se agitó en su interior.

—Yo... —Jungkook murmuró con voz rasposa, luego tragó de manera audible.

No. No así. No aquí.

Lo amaba, maldita sea. Ni siquiera sabía cómo pasó, pero pasó. Jimin era todo lo que él quería, todo lo que deseaba, todo lo que amaba. Pero no era el momento, ni el lugar para confesarlo.

—No te atrevas a dejarme, maldita sea —Jimin hipó, sin poder contener las lágrimas. Los ojos de Jungkook se cerraban lentamente, incluso cuando parecía que Jungkook hacía lo posible por mantenerlos abiertos— No te duermas, Jungkook.

—Estoy... cansado...

Apartando los mechones oscuros de su fente, Jimin se inclinó y unió sus labios, dejando que las lágrimas cayeran sin control contra el rostro de Jungkook.

—No me dejes... —susurró sobre los labios de su alfa, sintiendo como su corazón se hundía del dolor.

Jungkook le sonrió apenas, cerrando finalmente sus ojos.

—Nunca... —logró murmurar, antes de caer en la inconsciencia.

Jimin sollozó, aferrado al cuerpo de su alfa, dejando que el miedo y la tristeza lo desmoronaran por completo, ignorando el desastre que los rodeaba.

Había pasado por tanto en tan poco tiempo, sintiendo todo tipo de emociones, una tras otra.

Pero ya había tenido suficiente. Se sentía jodidamente cansado, agotado física y mentalmenre.

Acomodó a Jungkook en el asiento trasero del auto, buscando algo para cubrir su desnudez, y luego, con las últimas gotas de energía que le quedaban, salió en busca de ayuda.

Yongsun y Namjoon estaba cerca, porque sabían que pronto necesitarían atención médica. Ellos corrieron hacia Jimin, acompañados de unos paramédicos y unos policías.

Jimin tropezó en un momento, y no fue capaz de levantarse, demasiado derrotado para seguir luchando. Pero antes de caer en la inconsciencia, Namjoon llegó a su lado y lo tomó entre sus brazos, susurrando palabras de aliento.

—Te tengo, Mimi. Ya todo acabó. Estarás bien.

Jimin sonrió con tristeza, recordando a todos los que había dejado atrás.

—Jungkook...

—Estará bien. Tú también. Estarán bien.

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