Capítulo 44.
El suave toque de una pequeña mano en su mejilla izquierda lo hizo abrir muy lentamente sus ojos.
El viento soplaba y golpeaba su rostro con demasiada fuerza. Jimin se incorporó lentamente para sentarse, parpadeando un par de veces para lograr orientarse. Miró un poco a su alrededor, comprendiendo que estaba devuelta en el gran prado verde, viendo nada más que cielo muy celeste y kilómetros de frondosa hierba.
Una risita familiar endulzó sus sentidos, provocando que Jimin girara su rostro demasiado rápido para ver a la niña que estaba a su lado sentada. Él la miró atónito por unos cortos segundos, hasta que finalmente logró procesar todo y reaccionar.
Ella estaba ahí. Su hija nuevamente estaba frente a él.
Es un sueño...
Separó los labios para decir algo, pero entonces la niña se abalanzó hacia adelante y rodeó su cuello con sus cortos brazos. Jimin sonrió, abrazándola también.
Su corazón saltó desbocado dentro de su pecho. Felicidad y miedo era lo que sentía.
Jimin le acarició el largo de su espalda, luego acarició su largo cabello negro. No pensó en nada, ni tampoco buscó respuestas lógicas a lo que estaba viendo y sintiendo, concentrándose únicamente en disfrutar de este grato momento.
La niña rió de nuevo, acurrucándose en el hueco del cuello y el hombro de Jimin. Aspiró una gran bocanada de aire y luego ronroneó gustosa.
Jimin fue ahora quien soltó una risita baja. Él también la estaba oliendo.
Su hija olía delicioso. El exquisito olor de una sana y jugosa cereza.
—Te quiero... —murmuró Jimin, apretando solo un poco sus brazos alrededor de su hija— Te quiero...
La niña se removió para apartarse y poder ver el rostro de Jimin.
—Pa... —logró balbucear, pero su atención se centró ahora en alguien más allá de Jimin, provocando que sonriera más ampliamente.
Jimin arrugó su entrecejo y quiso voltearse para mirar, pero ella se lo impidió al acunar su rostro con sus pequeñas manitos. Se inclinó y presionó sus labios rosados en una de sus mejillas, para luego dedicarle una encantadora sonrisa mientras comenzaba a correr torpemente lejos de él.
No te vayas...
Jimin se levantó rápidamente, volteandose para observar a su hija correr. Su cabello negro ondeaba al viento y sus manitos se agitaban contra la hierba.
La niña se detuvo frente al hombre que la esperaba, quien se agachó para tomarla entre sus brazos. Ella se acurrucó, abrazándolo por el cuello y volteando su rostro para mirar a Jimin.
Papá...
El pánico no lo abrazó esta vez, pero sí sintió una dolorosa punzada al comprender finalmente lo que significaba este extraño sueño.
Su padre estaba ahí, sosteniendo a una niña que él reconocía como su hija.
Su padre, un omega que se había suicidado hacía años estaba ahí, junto a su hija que ni siquiera nacía, que apenas se estaba formando en su vientre.
Yoongi levantó su mano y la agitó, despidiéndose de Jimin. Su hija, esa preciosa niña con sus genes y los de Jungkook perfectamente combinados, también se soltó de Yoongi para agitar su mano, todavía sonriéndole.
Jimin los observó, sus ojos ardiendo a causa de las lágrimas retenidas.
Todo está bien... todo está bien...
Armándose de valor, él los imitó. Se despidió sonriendo.
Su padre y su hija le miraron por unos cortos segundos, dejando de agitar sus manos.
Solo es un sueño...
Yoongi finalmente apartó sus ojos de Jimin y acomodó a la niña entre sus brazos antes de voltearse y caminar tranquilamente lejos de él. Su hija, quien también se había vuelto a acurrucar, no volvió a mirarle, ni siquiera mientras se alejaban.
Ω
Todos seguían en la mansión Kim. Los hombres que trabajaban para Jungkook ya habían revisado cada rincón del lugar, buscando pistas o cualquier cosa para ayudar en la búsqueda. No fue mucho lo que encontraron.
El vínculo que lo unía a Jimin vibraba con fuerza, agitando todo su cuerpo. Algo malo estaba pasando, podía sentirlo.
—¿Listo? —preguntó Jungkook con impaciencia.
Inguk asintió con un movimiento de cabeza antes de extenderle el teléfono a su jefe.
—Ahí está, señor.
Jungkook arrugó su ceño con tanta fuerza que incluso a él le dolió, sus ojos volviéndose ligeramente más oscuros y tenebrosos.
—¿Estás seguro? —su voz ronca e imperiosa no lograba ocultar del todo la desesperación que sentía por no saber nada de Jimin.
Inguk volvió a mover su cabeza en un asentimiento. Quería ser tan eficiente como de costumbre y ayudar a su jefe, pero también quería irse junto al puñado de hombres que se estaban llevando a Woosung.
—Sí, señor. Woosung logró decir antes de caer finalmente inconsciente que alcanzó a ponerle el dispositivo de rastreo a Jimin, cuando sintió que algo no andaba bien. Lo hizo sin su consentimiento, obviamente, así que el joven Jung no tiene idea de que puede ser rastreado, y supongo que sus captores tampoco lo saben o de lo contrario, no lo estaríamos viendo ahora.
—Bien —respondió Jungkook, conforme— Vamos, entonces.
El alfa reprimió un suspiro. Deseaba negarse y correr al hospital donde llevaban a su pareja, porque maldita sea, lo quería. Malditamente quería a ese alfa que actuaba tan serio y responsable frente a su jefe, cuando en realidad era un verdadero desastre y adorablemente risueño.
—Sí, señor —dijo en cambio, levantando un comunicador que lo conectaba con el resto del personal que trabajaba para Jeon— Nos estamos moviendo.
—Seo —la voz de Jungkook lo detuvo, haciéndolo voltear por completo.
—¿Sí, señor?
—Él estará bien —le dijo en modo de consuelo, quizás para tranquilizarlo un poco. Inguk se lo agradeció con un respetuoso movimiento de cabeza.
—Lo sé, señor. Quiero decir, él es fuerte. Él... él estará bien.
—Lo estará.
Cuando Namjoon y el resto vieron que Jungkook y sus hombres empezaban a moverse, se levantaron de sus asientos para averiguar qué pasaba. Jungkook no les estaba diciendo absolutamente nada, moviéndose por su cuenta e intentando averiguar dónde estaba Jimin sin importarle el resto.
—Oye... —Taehyung le llamó vacilante, luego tuvo que aclararse la garganta— ¿A dónde van?
Jungkook ya había llegado a la puerta principal, deteniéndose justo en el umbral. Se volteó lentamente, mirando a cada uno de ellos. Se detuvo en el rostro más familiar para él.
Yongsun lo miraba con preocupación, aferrada a la mano de Namjoon.
A decir verdad, a Jungkook ni le interesaba darle explicaciones a ninguno de ellos, porque realmente no los conocía como para preocuparse por sus problemas, pero entonces estaba Yongsun, a quien sí conocía malditamente bien.
—Sé donde está Jimin —dijo, sin mirar a Taehyung. Era como si eso se lo estuviera diciendo únicamente a Yongsun.
Ella le dedicó una sonrisa cansada.
—Iremos también y...
—No —Jungkook la interrumpió— Solo estorbaran.
—¡Mi madre está también ahí, maldita sea! —Taehyung le gruñó, y a Jungkook me sorprendió un poco la valentía del joven alfa. Todo lo que había visto de él, era que temblaba como un cachorro mojado, buscando quien le protegiera. Era bueno que comenzara a actuar como un verdadero alfa.
—Señor —Inguk les interrumpió— Estamos listos para irnos.
—Sí, vamos —dijo Jungkook, sus ojos todavía en el pequeño grupo que estaba de pie en medio de la sala— ¿Sí entienden que esto no es un juego? —como si fueran niños de preescolar, todos asintieron al unísono— Y yo no cuidaré sus espaldas, excepto la tuya —miró a su amiga, quien tuvo el descaro de poner los ojos en blanco.
Namjoon soltó un resoplido antes de hablar.
—Ella no necesita una mierda de ti —escupió Namjoon con molestia, quizás un poco cabreado de la actitud de Jungkook.
—Bien.
Jungkook se dio la vuelta y salió de la mansión, avanzando con pasos firmes y rápido hasta el auto que le esperaba. El resto salió detrás de él.
—Vamos en mi auto —Taehyung sugirió, luego miró a Namjoon— Tú manejas.
—Claro.
Se subieron y se pusieron en marcha, siguiendo muy de cerca el auto de Jungkook.
—Les mandaré un mensaje a Seojoon y Yeri, por si necesitamos algo o simplemente para tenerlos informados —Taehyung dijo, rebuscando entre sus bolsillos su teléfono.
—Claro —respondió vagamente Namjoon, sus ojos fijos en el camino y en los autos que iban delante de él.
Yongsun se mantuvo callada, sintiendo como su pulso se aceleraba y el miedo la abrazaba. Esta era una experiencia que realmente no quería vivir.
Seokjin en cambio, miró la ciudad a través de la ventana, sintiendo como su sexto sentido o lo que fuera, le advertía que algo malo iba a pasar.
—¿Por qué no estamos llamando a la policía? —preguntó de repente, ganándose una mirada extraña por parte de Taehyung— ¿Qué? Se supone que eso se hace en primer lugar, antes de ir y hacer justicia con tus propias manos.
Taehyung se rió. Fue una risa áspera y carente de humor, provocando que Seokjin se sintiera un poco incómodo.
Namjoon miró brevemente por el espejo retrovisor, antes de volver a centrarse en el camino.
—¿Tú crees que mi padre, un tipo forrado en dinero y con muchos contactos, no tiene comprado a la policía? Vamos, amor, te hacía más listo.
El comentario le hirió, pero no quiso discutir. No ahora. Entendía que quizás Taehyung estaba sufriendo algún tipo de colapso o estrés por todo lo que estaba pasando. Él estaría igual o peor si fuera su madre quien estuviera desaparecida y en peligro.
Pero quizás no pudo ocultar su dolor, porque Taehyung soltó un suave suspiro antes de volver a hablar.
—Lo siento, no quise decir eso —dejó el teléfono a un lado y se frotó el rostro con ambas manos— Maldita sea, no quise decirlo. Lo siento, bebé.
—Lo sé, está bien —Seokjin le sonrió, tomando su mano y entrelazando sus dedos— Todo estará bien, ya verás.
—Sí, realmente espero eso —elevó sus manos entrelazadas y presionó un beso en el dorso de la mano de Seokjin.
Ω
Unos murmullos lo hicieron arrugar su entrecejo. Intentó abrir los ojos, pero algo sobre ellos se lo impedía. Su cabeza parecía que daba vueltas y se sentía ligeramente mareado, quizás un poco desorientado.
—Señor, ya se está despertando —alguien informó, su voz fuerte y ronca resonando por todo el lugar, provocando que Jimin apretara los labios y los ojos ante el horrible dolor que punzón en su sien.
—Mhm... —alguien tarareó, no muy lejos de él.
Jimin intentó moverse, pero no pudo. Su cuerpo se sentía entumecido y dolorido, haciéndole pensar que llevaba demasiado tiempo en la misma posición.
Mierda, ¿qué es esto? ¿Dónde rayos estoy?
Su corazón se aceleró, sintiéndose un poco vulnerable.
—Así que... ¿Ya despertaste, Jimin? —la voz burlona de Woobin solo provocó que Jimin torciera los labios en disgusto.
Siempre supo que este alfa era un peligro para el mundo, y se lo confirmó a sí mismo cuando Taehyung le contó sobre el tráfico de omegas.
Maldito bastardo.
—No, sigo durmiendo, imbécil.
La boca suelta de Jimin fue algo que Woobin siempre detestó. No le gustaban los omegas con espíritu rebelde, imprudentes, desafiantes, altaneros y seguros de sí mismo. En realidad, no le gustaban los omegas como Jimin.
Woobin se levantó de donde fuera que estaba sentado, o eso pensó Jimin, sintiendo los cortos pasos a toda prisa en su dirección para cerrar la mano en sus cabellos. El agarre fue jodidamente doloroso, pero él reprimió un quejido lastimero.
—Pequeña basura —espetó Woobin, su rostro cerca del de Jimin— Será mejor que comiences a morderte la lengua, porque aquí no habrá nadie que te pueda salvar si me haces enojar.
La amenaza era clara, mas no tuvo el efecto deseado.
Jimin resopló, sin poder contenerse. Sabía que no debía provocarlo, pero odiaba tanto a Woobin que su boca parecía soltar palabras a voluntad propia.
—No necesito que nadie me defienda, imbécil —la última palabra la dijo casi con asco, simplemente para fastidiarlo.
Woobin soltó los cabellos de Jimin y le quitó la venda de los ojos. Jimin apretó los ojos, la molesta luz lo cegó casi de inmediato.
—¿Sabes por qué estás aquí? —preguntó el alfa. Jimin no respondió, simplemente parpadeó un par de veces antes de mirarlo.
Woobin se rió de su expresión, que quizás era un poco de horror y confusión. ¿Pero cómo no estarlo? Jimin no tenía idea de donde estaba, y todo lo que podía ver eran cuatro paredes desgastadas y mohosas, con una vieja lámpara que colgaba en el centro de la habitación.
—Traela —pidió Woobin a uno de sus hombres, quien inmediatamente le hizo una reverencia antes de salir de la habitación e ir a buscar a quien sea.
Jimin aprovechó que Woobin se movió y dejó de mirarlo para tragar una gran bocanada de aire, sintiendo como todo su cuerpo soltaba un ligero temblor y los vellos se le erizaba.
El alfa se había perdido mirando algo en su teléfono, su ceño estaba totalmente fruncido y su rostro se veía tenso a causa de la furia que sentía. Jimin no comprendía qué tenía que ver el en todo esto, pero joder, no iba a negar que estaba comenzando a cagarse de miedo.
—Bueno, nunca me interesó hacer esto —empezó a decir Woobin de repente, cuando el silencio ya comenzaba a asfixiar a Jimin, todavía sin despegar sus ojos de la pantalla de su teléfono— Porque ya sabes, tengo cosas más importantes que hacer que secuestrar a un puto omega insolente —finalmente lo miró.
La puerta se abrió antes de que Woobin pudiera seguir hablando, y Jimin miró con curiosidad en esa dirección. Pero lo que vio, lo dejó literalmente sin respiración.
¿Qué...? Oh, dios mío.
Le había tomado una fracción de segundos deducir quien era la mujer que era jalada por uno de sus brazos sin delicadeza alguna, pese a que se veía totalmente irreconocible. Y tuvo que obligarse a sí mismo a volver a respirar. Fue difícil, considerando que su pulso se aceleró más allá de lo normal y su respiración se había vuelto totalmente errática.
Jiyoon estaba... dioses, su rostro hermoso y jovial ahora estaba todo golpeado; sus ojos rojos e hinchados, su labio roto y su nariz goteaba constantemente sangre fresca. Su ropa estaba dañada, su cuerpo entero lucía notoriamente lastimado y su cabello estaba totalmente despeinado.
Ella no fue capaz de levantar la cabeza para mirar a nadie, quizás porque se sentía demasiado avergonzada y humillada.
El hombre alto y en traje oscuro la jaló, haciéndola avanzar a tropezones hasta dejarla frente a Woobin, luego la soltó y ella cayó al suelo, sin fuerzas en sus magulladas piernas para sostenerse por sí sola de pie.
Woobin la observó, sin siquiera inmutarse por el deplorable estado en el que se encontraba su esposa.
—¿Qué le has hecho? —Jimin exigió saber, removiendose en su lugar, como si de esa manera las amarras que lo mantenían firmemente atado a una silla cederían y lograría finalmente liberarse— ¡¿Qué le has hecho, pedazo de mierda?!
Woobin, quien estaba a solo dos pasos de distancia, no se contuvo más y se movió con una rapidez sobrenatural hacia Jimin para estampar con fuerza la palma de su gran mano sobre la mejilla de Jimin.
El sonido de la bofetada hizo que Jiyoon diera un respingo del susto. Su cuerpo entero temblaba por el miedo y su nariz no dejaba de gotear sangre.
—Te dije que mordieras tu lengua antes de hablar. No me hagas clavarte un cuchillo en ella para arrancarla.
Jimin apretó los dientes con fuerza, sintiendo el escozor en su mejilla. Sabía que la mano del maldito alfa había quedado grabada en su piel.
—¡Vete a la mierda! —sin embargo, ni todo el dolor o el miedo que sentía en ese momento fue capaz de mantenerlo callado— ¿Qué rayos te pasa, imbécil? —se removió nuevamente— ¿Crees que te tengo miedo? Pues adivina, imbécil. ¡No tengo miedo, ni de ti ni a nadie! ¿Crees que me vas a intimidar con una bofetada? Dejame decirte que solo provocas todo lo contrario...
El alfa se rió, interrumpiendo el arrebato de Jimin. Fue una carcajada ronca y llena de burla.
—¿No tienes miedo? —preguntó con falsa tranquilidad. Jimin no le respondió, sus dientes se mantenían fuertemente apretados— ¿Estás seguro de eso, Jimin?
Jimin lo miró, desafiante, luego elevó las esquinas de su boca. Se estaba riendo también, burlándose de Woobin, dándole un poco de su misma mierda.
El alfa tarareó pensativamente, metiendo sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón oscuro. Ambos se miraron por unos cortos segundos y en completo silencio, hasta que los ojos de Woobin abandonaron el rostro de Jimin, descendiendo y deteniéndose en su vientre plano.
A Jimin se le hizo un nudo en el estómago.
—¿Sabes cuales son las ventajas de ser alguien muy rico y muy poderoso? —preguntó el alfa, todavía mirando el vientre de Jimin. Jimin por supuesto, no respondió— No, claro que no lo sabe. No eres ni rico ni poderoso —se burló— Pero te lo diré.
Jimin intentó mantenerse quieto, demostrando que no se sentía para nada intimidado, pero le estaba costando demasiado esfuerzo. Todo en Woobin gritaba fuerza, poder y dominio. Era un maldito alfa que imponía respeto y miedo con su simple presencia.
Alfa...
Su lobo lloriqueó lastimero, quizás intentando llamar a Jungkook a través de su vínculo debilitado, el cual para su sorpresa, vibró inmediatamente en respuesta. Un calor conocido palpitó en su marca y se extendió por todo su cuerpo, sabiendo de inmediato que su alfa estaba con él, sintiendo sus emociones e intentando de alguna manera protegerlo.
—Y es que solo debes levantar tu teléfono para hacer una llamada y dar una orden —Woobin continuó, alzando la vista para encontrarse con los ojos de Jimin— Para que el resto haga lo que le pides.
Jimin soltó un resoplido.
—Vaya ventaja.
El alfa le sonrió. Y resultó ser una verdadera mierda para Jimin tener que admitir a regañadientes que Woobin, el imbécil hijo de puta, poseía rasgos bastante atractivos incluso para su edad. Se suponía que los villanos, tanto en libros como en películas, eran feos; sin rostros agraciados ni un buen físico. Este sin embargo, los poseía.
—Por supuesto que lo es, y gracias a eso, descubrí muchas cosas.
—No me interesa saber una mierda —siseó Jimin, sintiéndose ligeramente cabreado. Miró rápidamente a la madre de su amigo, quien aún estaba en el suelo y en completo silencio, para luego volver a mirar a Woobin— ¿A qué estás jugando?
El alfa se rió nuevamente. Fue una risa ronca y baja, totalmente carente de humor.
—Como dije, tener poder y dinero te beneficia un montón. ¿Quieres saber por qué estás aquí? —Jimin torció los labios. Realmente no sabía si quería saber, porque algo en su interior le alertaba que luego de descubrirlo, todo se iría a la mierda— Lo averiguarás luego, si mantienes esa boca cerrada. No me hagas perder la compostura, Jimin, porque terminarás siendo un atractivo saco de boxeo para mis hombres, tal como lo fue Jiyoon.
Jimin tuvo que tragar grueso nuevamente. Mierda, no quería ni pensar en lo que le habían hecho a la mamá de su amigo, a esa omega que solía llamar tía cada vez que iba a la mansión y ella lo recibía con una encantadora sonrisa.
—Eres un maldito enfermo...
—Oh, yo no continuaría hablando si fuera tú —Woobin lo interrumpió, moviéndose hasta quedar nuevamente frente a su esposa.
Se agachó para quedar a su altura y posó su dedo índice en la barbilla de Jiyoon, alzando su rostro. Ella no puso resistencia. Con su mano libre, Woobin apartó los cabellos lacios y húmedos de su rostro.
Jimin miraba con verdadera confusión la escena.
—Oh, querida, luces terrible —la burla en sus palabras era incluso cruel— ¿Quieres darle la noticia a Jimin o se la doy yo?
Jimin se removió, impaciente. Le ponía un poco nervioso saber que la omega estaba tan sumida en el miedo, incapaz de objetar cualquier cosa que Woobin le quisiera hacer.
—¡Quita tus asquerosas manos de ella, enfermo de mierda!
Woobin lo ignoró, todavía acomodando los cabellos de Jiyoon. Cuando terminó, apartó con su pulgar una lágrima que rodó por la mejilla magullada de su esposa, sintiéndola temblar.
—¿Tienes frío, querida? —él le preguntó, mirándola directamente a los ojos.
Jiyoon lo observó a través del agua que le nublaba la vista en sus ojos, sin ser capaz de contener un sollozo desgarrador.
—¡Ya déjala en paz, imbécil! —Jimin gruñó, removiéndose un poco más, lastimando sus brazos y muñeca.
Woobin se levantó, totalmente cansado de escuchar a Jimin. Odiaba a los omegas como Jimin. Los malditamente odiaba.
—Te dije que mantuvieras la puta boca cerrada —dijo, empuñando una de sus manos en los cabellos de Jimin para darle un fuerte jalón. Fue doloroso, pero eso no impidió que Jimin le gruñera al alfa.
Woobin no sintió nada más que ira, así que miró hacia la puerta de la habitación, justo donde había uno de sus hombres de pie, observando todo en completo silencio. Él movió su cabeza en una señal, y el hombre asintió de inmediato.
Jimin los miró a ambos, sintiendo nuevamente como su corazón saltaba impaciente dentro de su pecho.
Mierda, mierda, mierda.
El hombre abrió la puerta y llamó a alguien más, quien entró de inmediato. Intercambiaron cortas palabras entre ellos y se movieron en dirección de Jimin.
—¡No me toquen! —chilló Jimin cuando ambos hombres comenzaron a desatar los nudos de las amarras y lo obligaron a ponerse de pie.
—Llevenlo a otra habitación, donde tenemos a nuestro otro invitado. Yo iré enseguida —ordenó Woobin, volviendo a quedar frente de su esposa. La jaló de un brazo para ponerla de pie, escuchando como se queja del dolor— Tengo unos pequeños asuntos pendientes con mi omega.
—Sí, señor.
—Y si les da problemas, no se contengan. Son libres de darle el trato que estimen conveniente.
Jimin giró su rostro hacia Woobin, con su ceño dolorosamente fruncido. Los dos hombres, ambos alfas, se miraron y se sonrieron con diversión.
—¿Qué le vas hacer? —gruñó, intentando zafarse del agarre de los dos hombres. Woobin no le respondió— ¡Joder, sueltenme! —gritó con desesperación, siendo arrastrado hacia la salida de aquella habitación— ¡No te atrevas a lastimarla, maldito hijo de puta!
Miró por encima de su hombro, preocupado por la omega, pero todo lo que vio fue a Woobin dándole una maldita sonrisa arrogante.
***
Bueeeeeno, espero les haya gustado esta actua 🤭 Gracias por leerme y por sus comentarios, lo aprecio mucho ♡. También quiero felicitar a todas aquellas que son mamá, hacen un trabajo maravilloso y muy esforzado.
Nos vemos pronto 😊
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