Capítulo 37.
Estaba acurrucado en su cama cuando el teléfono sonó. Hoseok abrió sus ojos lentamente, torciendo sus labios en una mueca cuando fue consciente de su estado.
Estaba enfermo. Jodidamente enfermo. Tenía fiebre. Desnutrición. Dolor agudo de cabeza. Un cuadro de estrés. ¿La razón? Exceso de trabajo y mala alimentación, según el médico que lo había atendido la noche anterior, cuando colapsó en su puesto de trabajo.
Haciendo un esfuerzo considerable, estiró su brazo fuera de las colchas y tomó su teléfono para responder, sin molestarse en ver quien le llamaba.
—¿Hola? —su voz salió ronca y baja.
—Hola —la dulce voz de Jiyoon se escuchó al otro lado de la línea, provocando que el alfa sintiera un poco de alivio al oírla.
—Ji... —sonrió de manera inconsciente, sintiendo un desagradable escalofrío que lo hizo temblar— ¿Estás bien?
Jiyoon guardó silencio por un momento, y eso inquietó a Hoseok, quien inmediatamente pensó lo peor, pero luego, soltando un tembloroso suspiro, ella finalmente habló.
—Estoy... Bien.
Hoseok frunció el ceño y borró su sonrisa. No le creía en lo absoluto. Su voz se escuchaba baja y rasposa, como si le costara hablar.
—¿Te lastimó, verdad?
Se escuchó como Jiyoon inhalaba profundamente, para luego dejar escapar el aire lentamente.
—Mi esposo... él se enojó.
El estómago de Hoseok comenzó a doler, porque sabía perfectamente lo que eso significaba.
Él la había lastimado.
Y dioses, su estómago se hundió en un doloroso retorcijón y la bilis subió por su garganta. Él había sido así. Había lastimado sin razón alguna a su omega, condenándolo a un sufrimiento que no merecía.
Maldito sean todos los alfas que lastimaban indiscriminadamente a los omegas. Maldito sea yo también, por haber matado a mi propio omega.
—Lo siento —era lo único que le podía decir, aun cuando quería expresarle abiertamente cuanto deseaba consolarla y asegurarle que todo mejoraría.
—Está bien, no pasa nada —otro suspiro se escuchó— Te llamo porque... uhm... —la omega soltó una risa nerviosa— Mejor olvídalo. De todas formas, creo que no debí llamar.
—No, claro que debiste. Estaba realmente preocupado por ti, Ji.
—¿En serio?
Fue doloroso para Hoseok escucharla preguntar aquello, con tanta esperanza tiñendo su suave voz, como si nunca antes alguien le hubiera dicho que se preocupaba por ella.
—Sí, por supuesto que lo estaba. Lo estoy, de hecho. Pero venga, ahora dime lo que querías decirme.
—Yo... Quiero verte...
Hoseok sonrió como un idiota. Diablos, algo había en esta encantadora mujer que le hacía experimentar una extraña y cálida sensación.
—Yo también quiero verte —confesó sin siquiera pensarlo, sintiendo como su corazón latía con más fuerzas.
La risa bajita de Jiyoon al otro lado fue como un bálsamo para sus oídos, haciéndole olvidar cualquier dolor corporal.
—Pero ahora no puedo —aclaró ella, haciendo un sonidito estrangulado— Estoy... debo estar en cama al menos unos días más.
Hoseok suspiró y su lobo se movió inquieto.
—Cuando estés mejor, me avisas y nos juntamos. Podemos ir a una cafetería, al cine o donde tú quieras.
—Está bien. Entonces, te llamaré luego...
—Estaré esperando tu llamada.
Otra risa por parte de Jiyoon logró contagiar a Hoseok, quien también rió. Su risa fue ronca y baja.
—Me gusta mucho escucharte reír. Deberías hacerlo más seguido —dijo ella, y Hoseok podía apostar que tenía las mejillas tan rojas como un tómate maduro.
La confesión de Jiyoon le resultó adorable, un flechazo de pura dulzura que fue directo a su amargado corazón.
—Tal vez lo haga, solo si tú también ríes conmigo.
—Mmm... —la omega tarareó— Muero de ganas por verte —susurró con rapidez, alejando cualquier atisbo de diversión— Y sé que esto es extraño, porque estoy casada y marcadas por él, y no debería anhelar algo o a alguien que no sea mi esposo, pero lo hago.
—No es extraño, Ji...
—Lo siento —ella se disculpó un poco alarmada, interrumpiéndolo— No debí decir esto. Lo siento.
—Ji...
—Te llamaré apenas esté mejor. Lo siento.
—Está bien —Hoseok suspiró— Cuídate mucho, Ji.
—Tú también. Nos vemos pronto, Hoseok.
Ω
El corazón de Jungkook latía con fuerza, mientras escuchaba atentamente al doctor. Se había levantado temprano esa mañana, necesitando desesperadamente aclarar todo lo que no pudo preguntar hacer el día anterior, cuando Jimin lo había dejado solo en la consulta y él se había visto obligado a despedirse de manera rápida del doctor antes de ir tras su omega embarazado.
Y había odiado la idea de dejar a Jimin solo en casa, durmiendo acurrucado entre las mantas de la cama. Pero mierda, se negaba a verlo triste. Le dolía y le angustiaba verlo tan frágil, tan vulnerable. No quería escucharlo sollozar ni verlo derramar lágrimas.
Por eso, deseaba que todo quedara claro ahora, para volver a casa y darle las buenas noticias, acostarse a su lado y arrullarlo entre sus brazos, marcarlo con su olor y besarlo hasta que sus labios hormigueen. Dioses, quería tanto consolarlo y prometerle que todo iría bien. Quería aclarar que amaba la idea de que tuvieran un hijo, aun cuando había cierto temor en que todo saliera mal.
—Hay una ecografía, señor Jeon —empezó a explicar el doctor Jang, mientras se acomodaba los anteojos sobre el puente de su nariz— Se realiza entre las once y las trece semanas de gestación. Nada invasivo. En esta se ven cosas importantes como el crecimiento del fémur, cerebro, el tabique nasal y otras cosas más.
—¿No es eso lo que ya hicimos aquí ayer? —gruñó Jungkook, mirando de manera severa al doctor.
—Sí, pero le recuerdo que soy un médico general. No soy especialista en ginecología y obstetricia. Tengo conocimiento, sí, pero siempre será mejor ir con un experto en el campo.
Experto y una mierda.
Jungkook se levantó de su silla, furioso, pasándose una mano por sus cabellos bien acomodados mientras caminaba por la oficina, lejos del doctor.
—¿Por qué mierda sugirió un aborto entonces? —gruñó, girando todo su cuerpo para enfrentar al doctor, caminando de regreso para dejar caer las palmas de sus manos sobre la superficie de madera del escritorio— ¡Debió mandarnos a pedir una hora con quién correspondía, no soltar el aborto como si no significara nada!
Suspirando, el doctor se sacó los anteojos.
—Señor Jeon, calmese y tome asiento. Entiendo que esté furioso ahora, pero déjeme preguntarle algo. ¿Por qué seguiría un embarazo que puede venir mal, en vez de planificar uno para que salga sin inconvenientes? Es una persona pública. Un senador bastante respetado. El aborto es el mejor camino que puede tomar.
—Deberían revocarle la licencia —gruñó nuevamente Jungkook, bajo y amenazador— Yo veo lo que más me conviene, no usted.
—Un hijo enfermo en nuestra sociedad solo le traerá burlas. Si su hijo sale omega, nadie se querrá emparejar con él, porque será un omega defectuoso. Y si le sale un alfa, será el hazme reír de todos. A nadie le importará que sea su hijo, o que sea alfa, porque ante los ojos de la sociedad no valdrá nada. Para qué decirle si sale beta. Por eso, y para evitarle inconvenientes a futuro, lo mejor es que su omega aborte y planifique un embarazo.
—No.
El doctor volvió a suspirar, consciente de que ya no podría convencer a su paciente a tomar la mejor alternativa.
—Bueno, no puedo obligarlo. Está bien si lo desean continuar, pero ya le advertí sobre todos los problemas que acarreará si decide tenerlo y viene con malformaciones o déficits.
—Pediré otra hora. No aquí, por supuesto.
—Como guste, señor Jeon. Llevo años viendo las mismas situaciones, y he salvado de la humillación pública y del desgaste físico y psicológico a decenas de familias.
—Bien por ellos. No será mi caso
—Debería pensarlo.
Jungkook se rió amargamente, burlándose de las palabras del doctor.
—No hay nada que pensar —dijo, y comenzó a caminar hacia la salida de la oficina.
—Señor Jeon —la voz del doctor lo detuvo, mas no se giró para mirarlo— Ni siquiera está casado o emparejado con su omega. Un hijo enfermo de una relación que ni siquiera es oficial, dará mucho más para hablar. Su perfecta e intachable reputación se verá afectada por el capricho de su omega al no querer deshacerse de un problema a tiempo.
Apretando la mandíbula, Jungkook se dijo a sí mismo que no valía la pena seguir discutiendo o siquiera escuchando al doctor.
Buscaría a un especialista, que no fuera alfa, sino un beta. No necesitaba la opinión ni el criterio de un viejo doctor alfa, de todas formas.
Se había equivocado y se había asustado, cegándose a la posibilidad de ir inmediatamente con un especialista el día anterior. En cambio, firmó la autorización para el aborto, sin importarle la decisión de Jimin, quien estaba claramente conmocionado por toda la información.
Caminó hasta el estacionamiento y vio a lo lejos a Inguk, quien ya comenzaba a moverse para abrirle la puerta del auto. Una vez dentro, Jungkook vio como el alfa se acomodaba y encendía el auto.
—¿Dónde vamos, señor? —Inguk preguntó, mirando a su jefe a través del espejo retrovisor.
—Devuelta al departamento.
El auto se puso en marcha de inmediato, y Jungkook sacó su teléfono para hacer una pequeña llamada.
—¿Señor Jeon? —la suave voz de la señorita Song, su asistente, se escuchó casi de inmediato.
—Necesito que me consigas una hora con el mejor ginecólogo o el que sea que vea embarazos, pero que sea beta —soltó Jungkook, sin molestarse en aplicar los buenos modales que sus padres le habían enseñado mientras estuvo bajo sus cuidados.
Hubo un pequeño silencio por tres segundos, donde Jungkook sabía que su asistente estaba intentando procesar todo con rapidez.
—Bien... —la voz de la beta sonó cargada de dudas, quizás deseando que su jefe le dijera algo más. Jungkook por supuesto, se mantuvo en completo silencio— Le avisaré cuando consiga una hora.
—No tardes —dijo antes de cortar la llamada.
Por lo general, cada vez que la llamaba y le pedía algo, nunca le daba mayor información o algún tipo de contexto. Era un bastardo exigente y gruñón, lo sabía, pero le pagaba una generosa suma de dinero cada fin de mes por hacer tan excelente trabajo.
Ω
Jimin se removió entre las sábanas, parpadeando perezosamente. Intentó mirar a través de los cabellos que le cubrían el rostro, pero fue demasiado difícil y simplemente volvió a cerrar sus ojos.
Deseaba descansar un poco más. Eternamente, quizás. Estaba tan agotado que no sabía realmente cuál era la razón principal. Pero además de eso, se sentía terriblemente deprimido y rechazado.
Cuando volvió a separar sus pesados párpados, un pequeño rayo de luz se filtraba por las cortinas mal cerradas, haciéndole fruncir el ceño y arrugar su nariz.
Mmmh...
Se removió en la cama, sabiendo que su alfa ya no estaba a su lado. No, maldita sea, que Jungkook ya no estaba. Pero el olor amargo y varonil de ese estúpido alfa mantenían el aire espeso en la habitación, calmandolo y relajandolo, aunque no lo suficiente como para que dejara de sentirse asquerosamente deprimido y rechazado.
Se tocó su vientre, aun plano, y lo acarició por un momento. Ahí estaba creciendo el pequeño intruso. Su hijo.
El hijo que Jungkook aceptó no tener.
Suspirando, apartó la mano, sintiendo como comenzaba a desatarse su propia batalla interna. Una parte de él estaba feliz por esta nueva vida que crecía en su interior, aun cuando apenas sabía de su existencia. Pero luego estaba la otra parte de él, que no estaba feliz ni se sentía preparado para lo que se venía.
Mierda, se había embarazado cuando su prioridad era seguir trabajando para poder seguir estudiando. ¡Simplemente genial!
Disgustado consigo mismo por su irresponsabilidad, salió de la cama y caminó hacia el baño, dispuesto a darse una deliciosa ducha con agua muy caliente.
Se tomó su tiempo y cuando estuvo listo, salió desnudo de la ducha y se paseó por todos lados, importándole muy poco dejar el piso todo mojado. Se vistió y se arregló el cabello húmedo, tomó su mochila con brillitos y metió dentro un par de cosas para luego salir, sin despedirse del alfa que custodiaba fuera del departamento.
Avanzó por las calles hasta llegar a la estación de metro más cercana, donde finalmente pudo refugiarse del frío viento que prácticamente se encargó de secarle el cabello. Esperaba no resfriarse por eso.
Cuando iba a mitad de camino, su teléfono comenzó a vibrar, y sin necesidad de ver la pantalla, ya sabía quien le llamaba.
No respondió, obviamente. Tampoco respondió a las siguientes tres llamadas ni a los dos mensajes que le llegaron. Estaba decidido a girarlo y a no volver.
Que se joda Jungkook.
Sabes que no es cierto.
Quiso estrangularse a sí mismo para poder estrangular a su lobo. ¡Joder, ya sabia que no era cierto! Maldita sea.
Ugh, cállate.
Le gruñó mentalmente, sin apartar sus ojos de la ventana. Por suerte ya estaba llegando. Nunca creyó que volvería por voluntad propia a su casa, tampoco creyó que alguna vez necesitaría tanto de su papá como lo necesita ahora. Pero aquí estaba.
Y es que deseaba tanto de ese calor y seguridad familiar, incluso si su pequeña familia había sido totalmente disfuncional. Él quería ser arrullado por los brazos de su padre y ser marcado por su protector olor paternal. Maldito infierno, realmente lo extrañaba.
Cuando se bajó en la parada de autobús, caminó por la misma calle que solía usar en el pasado. Suspiró con pesar. Hacía varios meses que se había ido sin mirar atrás, y aunque siempre lo extrañó, nunca pensó en querer volver a su lado. Pero ahora... mierda, ahora estaba seguro de no querer volver a irse de su lado. ¿Era esto efecto de las estúpidas hormonas del embarazo?
Vio su casa a lo lejos, igual que siempre, con el mismo y desgastado color marrón. Era una casa pequeña y humilde, nada comparado con los lujos que lo rodearon estos últimos meses, como el majestuoso departamento de Jungkook.
Ash. Debo dejar de pensar en ese idiota.
Su corazón latía cada vez más rápido con cada paso que daba, emoción y felicidad recorrieron todo su sistema. Quería correr y tocar la puerta, abrazar a su padre apenas este lo viera, pero mierda, también estaba jodidamente nervioso.
¿Y si está enojado? ¿Y si ya no me quiere ver? ¿Y si no está? ¿Y si se fue...?
Respira y cálmate.
Su lobo gruñó, pero él lo ignoró. Tomó una gran bocanada de aire cuando se paró frente a la puerta, antes de darle unos suaves golpecitos, mordiéndose el labio inferior ansiosamente. Esperó... y esperó, pero nadie salió. Volvió a golpear, pero nada. Con el ceño fruncido y el estómago apretado, se movió y miró a través de la ventana que daba a la sala de estar. No logró ver absolutamente nada. Recordó entonces que su padre siempre olvidaba cerrar la ventana del baño.
Bueno, aquí vamos.
Miró para todos lados, en busca de algo para poder apilar y subirse.
—Espero que si papá está, no esté en el baño —murmuró, moviendo unos cajones de madera.
Se subió con cuidado y se paró sobre las puntitas de sus pies, abriendo la ventana y mirando hacia el interior del baño.
No había nadie, gracias a los dioses.
Se quitó la mochila y la lanzó hacia el interior, luego se impulsó para arriba, ganándose un golpe en la cabeza contra el marco de la ventana, y maldijo entre dientes mientras trepaba y se pasaba hacia el otro lado. El aterrizaje no fue como lo imaginó mientras apilaba los cajones minutos atrás, sino todo lo contrario. Cayó cuando perdió el equilibrio y se afirmó estúpidamente de la delgada cortina de la ducha, arrancándola violentamente de los ganchos que la sujetaban.
—Ugh... mierda —se quejó, sin ser capaz de moverse.
Soltó un tembloroso suspiro que quedó a medias cuando la puerta del baño se abrió con brusquedad.
—¡¿Qué mierda?! —Hoseok gritó con furia, mirando para todo lados y agitando un palo grueso con una de sus manos, pareciendo muy dispuesto a usarlo. Pero su semblante furioso cambió cuando visualizó a Jimin, quien estaba medio cubierto con la cortina de baño. El palo cayó de su mano directo al suelo y él dio un paso hacia el interior del pequeño cuarto, sin estar realmente convencido de que lo que veía era real y no algún tipo de alucinación provocado por la fiebre— ¿Ca-cachorrito?
A Jimin le destrozó la urgencia en el tono de voz que su padre usó para llamarlo.
—Hola, papá —respondió Jimin, apartando con cuidado la cortina de su cuerpo.
—Estás aquí... —murmuró el alfa, con una melancólica sonrisa.
—Estoy aquí.
Sin dudarlo más, Hoseok se movió para ayudar a su hijo a ponerse de pie. Jimin reprimió un quejido de dolor que punzó cerca de sus costillas.
—¿Por qué entraste por aquí? Pudiste lastimarte. ¿Te duele algo? —preguntó Hoseok con verdadera preocupación, haciendo un esfuerzo sobrehumano por mantenerse de pie y no colapsar. Su cuerpo entero hervía de fiebre y no tenía la fuerza suficiente para estar demasiado tiempo fuera de la cama.
—Estoy bien... —aseguró, sacudiéndose la ropa mientras miraba y buscaba su mochila. Cuando la visualizó bajo la cortina, se agachó y la tomó, mordiéndose el labio porque nuevamente el dolor punzó.
Bien, debía admitir que haber entrado por la ventana no había sido su plan más brillante.
Hoseok soltó un jadeo entrecortado y se tambaleó, retrocediendo unos pasos. Fue entonces que Jimin le miró con más atención, notando que algo no andaba bien.
—¿Papá, estás bien? —se acercó a su padre y lo tomó del brazo, sintiendo la piel caliente bajo su tacto— Tienes fiebre.
—No es nada.
—¿Cómo que no? Está ardiendo y te ves todo pálido y ojeroso.
Hoseok volvió a sonreírle a su hijo, elevando una mano para acariciarle la mejilla.
—Es bueno verte, cachorrito. Te extrañé.
Parpadeó cuando los ojos le picaron por las repentinas lágrimas que se obligó a retener, y un doloroso nudo se formó en su garganta.
—También te extrañé, papá —admitió, moviéndose y acurrucándose en el pecho de su padre, quien inmediatamente lo abrazó, envolviéndolo con ese delicioso olor paternal.
Y se sentía tan bien estar de vuelta en casa, en su lugar seguro, que dejó que las lágrimas rodaran por sus mejillas calientes.
Ugh, estúpidas hormonas.
Hoseok se sintió tan dichoso en ese momento que liberó una generosa descarga de feromonas, marcando a su cachorrito, porque hacía tantos años que no hacían este acto tan íntimo y familiar. Cerró los ojos y enterró su nariz en los cabellos de su hijo, aspirando un poco de su dulzón, sintiendo una pequeña nota más dulce que el resto, lo que provocó que frunciera el ceño y volviera a tomar otra respiración más profunda.
—Hueles... —empezó a decir el alfa, y Jimin se tensó por completo. No es que plantara ocultar su embarazo, pero se había olvidado por completo de su pequeña gran sorpresa— Más dulce de lo que recordaba.
Jimin soltó una risita nerviosa, apartándose del pecho de su padre. Hoseok rompió el abrazo sin problemas.
—Si, bueno... —se secó rápidamente las lágrimas y lo miró, esbozando una encantadora sonrisa. A Hoseok le recordó cuando Jimin era pequeño y hacía alguna travesura, sonriéndole de esa forma para endulzarlo y evitar ser regañado— Tengo una noticia para ti, aunque creo que deberías volver a la cama primero.
—¿Qué es? —preguntó, aun cuando una parte de él ya lo sabía.
—Creo que te desmayaras si te suelto la noticia aquí, papá.
—Jimin...
—Está bien, pero no digas que no te lo advertí —suspiró— Estoy embarazado y vas a ser abuelo.
Soltó todo tan rápido que Hoseok tuvo que procesar las palabras de su hijo por un momento.
Embarazo. Abuelo.
Su hijo estaba embarazado e iba a ser abuelo.
—Necesito... volver a la cama —murmuró, su rostro mostraba cuán sorprendido estaba.
Jimin lo ayudó a moverse hasta el dormitorio y a recostarse en la cama, luego lo miró con cierto nerviosismo.
—Papá...
—¿Te obligó? —preguntó con cierto temor, rogándole a los dioses porque su hijo no pasara por lo mismo que él le hizo pasar a su propio omega.
Jimin frunció el ceño y negó con su cabeza antes de responder.
—No.
—¿Quieres tenerlo?
—Mmh... sí, quiero.
Eso era suficiente para sentirse más aliviado. Sabía que Jimin no era ingenuo ni sumiso, así que le creía si decía que no fue forzado en la concepción de esa nueva vida.
—Bien —dijo, con una sonrisa ya más relajada, estirando su mano para tomar la de su hijo— Me hace muy feliz saber que seré abuelo, pero más feliz me hace saber que tú estás bien, que también eres feliz.
Jimin torció los labios y miró hacia otro lado. ¿Era feliz? Pues... no lo sabía con exactitud.
—¿Ocurre algo, hijo? —preguntó Hoseok, notando que algo andaba mal.
Jimin lo miró nuevamente, soltando un suspiro mientras se sentaba en el borde de la cama. No recordaba haber hecho esto nunca; charlar con su padre sobre sus propios problemas mientras compartían la cama.
—Me sugirieron abortar, porque no tomé los cuidados necesarios y bebí alcohol.
—¿Quién sugirió eso?
—El doctor y el idiota que me embarazó.
Hoseok tuvo que contenerse para no reír por la respuesta que su hijo le dio, pero su diversión duró demasiado poco.
—¿El idiota que te embarazó es el mismo idiota que vi ese día...?
—Sí —las mejillas de Jimin se incendiaron de inmediato al recordar el día que su padre casi lo ve rebotando como un omega en celo sobre la polla del alfa.
Hoseok tarareó pensativamente, muy consciente de que el alfa Jeon Jungkook era alguien muy público por ser político.
—Es un gran problema, cachorrito.
—Claro que no. Que se joda él y su doctor.
—Jimin —un sutil llamado de atención por sus malas palabras.
Jimin resopló.
—Bueno, pero ya. Lo voy a tener y me fui de su casa. ¿Puedo quedarme aquí?
—Esta siempre va a ser tu casa, hijo.
—Perfecto. Ahora, ¿qué te pasa, papá? —miró a su alrededor— ¿Y donde tienes las medicinas que deberías estar tomando? Estás muy caliente.
Hoseok sonrió nuevamente. Dioses, hacía demasiado tiempo que no sonreía tanto alrededor de su hijo.
—Ya me las tomé.
—¿Y has comido algo? Puedes hacernos algo porque yo tengo hambre.
—Claro, aunque no hay mucho en la despensa.
—Saldré a comprar, no hay problema.
—Está bien, pero ve con cuidado.
—Ajá. Ahora debes descansar, papá.
Hoseok se acomodó nuevamente en la cama, sintiendo los párpados pesados.
—Cuando despierte... —murmuró, cerrando los ojos y respirando profundamente, deseando llenar sus pulmones del exquisito dulzor de su hijo— ¿Estarás aún aquí?
Jimin puchereó por la pregunta. ¿Cuánto lo había extrañado su padre?
—Sí papá, estaré aquí.
Ω
—Calmate, maldición —Yongsun siseó desde donde estaba sentada, viendo como su amigo se paseaba de un lado para otro, totalmente encolerizado.
—Cállate —gruñó, deteniéndose frente a uno de los grandes ventanales en la sala de estar— De todos modos, ¿por qué sigues aquí?
Yongsun rodó los ojos.
—Vine a verte, porque eres un bastardo ingrato.
—No es el momento, Yong.
—Me vale si lo es o no. ¿Puedes explicarme por qué estás tan alterado? Te juro que si sigues paseándote de un lado a otro harás un hoyo y terminarás en el piso de abajo.
—Yong, basta. No estoy de humor.
—Nunca estas de humo.
—¿Qué quieres? —preguntó Jungkook, exasperado.
—Pues saber de ti, ¿qué más? Eres mi amigo, pero parece que ya no me consideras tu amiga.
Jungkook soltó una risa irónica.
—Soy tu amigo, pero ni siquiera sabía que ya estabas en corea.
Yongsun se ruborizó al instante.
—Bueno... puedo explicarlo.
—No, no quiero saber nada de eso ahora.
—¡Entonces déjame ayudarte!
Rendido, Jungkook se movió hacia uno de los sofás y se dejó caer con elegancia.
—Jimin no está.
—Puedo ver que no está —respondió la beta, esperando más información para entender el enojo y preocupación de su amigo.
Jungkook soltó un gruñido ronco, volviendo a ver su teléfono.
—Ayer nos enteramos de que está embarazado.
—Oh...
—Y el doctor Jang sugirió un aborto luego de hacer preguntar de rutina.
—¿Qué? —preguntó totalmente sorprendida.
—Yo firmé la autorización, sin siquiera discutirlo con él —Yongsun abrió los ojos y luego frunció el ceño con claro horror— No digas lo que sé que vas a decir.
—Te voy a insultar como nunca antes te insulté en mi vida.
—¿Quieres que continúe o me detengo?
—Por favor, sigue, necesito saber qué más hiciste para añadir nuevos insultos a mi lista.
Jungkook soltó un bufido.
—La cosa es que se alteró.
—¡Hasta yo me estoy alterado! —le gritó— Lo siento, continúa.
—Y se fue de la consulta. Rompí la autorización y lo seguí, pero no lo encontré por ningún lado. Llegó a las horas después y estaba deprimido y no quería escucharme.
—Yo tampoco te hubiera escuchado, Kook.
Ignorándola, Jungkook siguió hablando.
—Esta mañana salí para volver a hablar con el doctor Jang y me di cuenta de que me equivoqué, ¿vale? No por ser un alfa no voy a tener ciertos temores o dudas, maldición. Nunca antes había embarazado a nadie, y nunca antes había escuchado del síndrome que el doctor mencionó.
—Tienes razón, Kook, pero si tuviste miedo, imagina Jimin.
—Por eso estoy buscando otro doctor, porque necesito una segunda opinión. No quiero verlo deprimido por mi culpa —terminó por decir, aflojando el molesto nudo de su corbata.
—Está bien, lo entiendo. Te entiendo.
—Y estoy preocupado...
—Bien, deja hacer unas llamadas.
Jungkook arqueó una de sus perfiladas cejas, observando como Yongsun sacaba su teléfono y llamaba a quien sabe quien.
—¿Seguro? Oh, vale. No, no te preocupes, solo quería saber si estaba con ustedes. ¿Está todo bien? Vale, nos vemos pronto.
—¿A quien carajos llamaste?
—Jinnie —respondió de manera casual, luego se rió al ver la cara incrédula de su amigo— El hermano menor de Nam.
—¿Nam?
Yongsun puso sus ojos en blanco.
—Mi novio. Seokjin es su hermano y amigo de Jimin. ¿Siquiera sabes cual es su círculo de amigos?
—No me interesa. ¿Estaba Jimin con él o no?
—No, no lo ha visto.
Jungkook se puso de pie y comenzó a pasearse nuevamente.
—Mira, si no está con sus amigos, entonces debe haber ido a un lugar donde se sienta seguro —el alfa se detuvo y se giró para mirar a su amiga— ¿Qué?
—Su casa —se volvió a mover, pero esta vez en dirección de la puerta principal— Gracias por tu ayuda, Yong, pero ya me voy.
—¡Oye! —ella le gritó, pero Jungkook ya había salido del departamento— Kook idiota.
***
Bueno, lamento haber tardado tanto en este cap, pero sinceramente no había inspiración en mí.
Quiero agradecerle a parkjiminjulieta, que siempre me está ayudando y aconsejando, además de leer por adelantado partes de cada capítulo ajajajaa. Te quiero un montón ♡
Y agradecerle también a ustedes, por la paciencia y el amor que le dan a esta historia. Les quiero muchioooo <3
Pd: si ven algun error me avisan ahahaha
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