Capítulo 32.

Jungkook miraba fijamente el techo liso y blanco de su habitación, mientras el sonido de los pájaros cantando se escuchaba fuera de la ventana. Debían ser las cinco de la mañana, incluso más temprano, no lo sabían exactamente. Llevaba un tiempo despierto, cuando la nube del celo finalmente se esfumó por completo de su sistema.

Soltando un suave suspiro, Jungkook miró a Jimin, quien dormía completamente desnudo y acurrucado a su lado; con su cara enterrada en sus costillas, una mano sobre su pecho y una pierna enredada con las suyas.

Habían pasado ya cinco días desde el incidente en aquel hotel de mala muerte. Cinco días en los que Jimin se mantuvo con esos bonitos ojos dorados y todo lo que quería era ahogarse con su polla. Debía admitir que nunca antes creyó que el celo de un Omega, de su Omega, sería tan jodidamente intenso.

Estaba cansado. Agotado. Completamente exprimido. Estaba casi seguro de que ya no quedaba una sola gota se semen en su cuerpo.

Si bien, su celo también parecía haberse activado de alguna forma, no había sido tan intenso como el de Jimin. Tenía más tiempo de lucidez, donde podía perfectamente comer, beber, ducharse y hasta descansar viendo televisión hasta quedarse dormido. Jimin en cambio, fue todo lo contrario. Sus momentos de lucidez los usaba para beber agua, comer a duras penas y caer rendido en un sueño profundo.

Y fue así por largo cinco días.

—Ugh —Jungkook se quejó, cuando la marca en su cuello comenzó a palpitar.

Estaba marcado.

No tardó mucho en darse cuenta de la marca. Cuando traía a Jimin inconsciente desde el hotel, sintió una punzada y se llevó la mano al cuello, notando de inmediato la herida. Luego, una vez en casa, la miró a través del espejo en el baño, y fue horriblemente molesto saber que ni siquiera se sentió molesto, joder.

Una marca por parte de un Omega era claro signo de humillación. Ningún Alfa quería una marca, porque lo natural y lo normal era que ellos marcaban a su Omega. Era para un Alfa, y para toda la sociedad, símbolo de poder, superioridad y completo dominio sobre alguien inferior.

¡Pero por todos los jodidos infiernos! A él le parecía incluso encantador. Su pecho se inflaba orgulloso, porque su Omega demostraba ser tan territorial y posesivo que había decidido marcarlo como suyo.

Aunque le parecía injusto, por supuesto. Él también deseaba marcarlo, reclamarlo como suyo. No lo había hecho, porque esperaba que un día Jimin se lo pidiera. Sin embargo, lo había anudado tanto durante estos cinco días, que esperaba de todo corazón que Jimin no se sintiera demasiado adolorido una vez que se despertara.

Jungkook movió su mano lentamente, cepillando con las yemas de sus dedos la piel desnuda de la espalda de su Omega, disfrutando de su suavidad. No fue muy consciente de que las esquinas de sus sabios se elevaron, formando una estúpida sonrisa, mientras él se perdía por completo en esa adictiva sensación de tener a su Omega a su lado; entre sus brazos.

Te quiero.

Su corazón saltó de repente, y la mano que seguía acariciando la piel del Omega se detuvo de inmediato.

No es que Jungkook huyera del sentimiento y se negara a experimentarlo. Era un hombre adulto, maldita sea, bastante responsable de sus acciones y muy capaz de hacerse cargo de sus propios sentimientos una vez que reconocía su existencia.

Pero vamos, ese ni siquiera era el problema principal para empezar. Él y Jimin no estaban en algún tipo de relación, ni siquiera en algo así como el inicio de un cortejo.

Simplemente genial.

Jimin comenzó a removerse en la cama, incómodo, abriendo lentamente sus ojos. Fue inevitable fruncir el ceño, intentando adaptarse a la suave luz de la mañana. Jungkook lo observó en silencio, sabiendo que su Omega de una u otra manera intentaba deducir que estaba pasando.

—Hola —Jimin le saludó con timidez. Sus mejillas se colorearon lentamente de un suave rosa, mientras sus ojos marrones miraban de forma curiosa a su Alfa.

Jungkook no retuvo el impulso de acariciarle el cabello, mirándole con mucha atención.

—Hola.

Parpadeando un par de veces, Jimin finalmente sonrió. Y por todos los dioses, se veía condenadamente hermoso.

—¿Te duele algo? —Jungkook le preguntó, sin ser capaz de apartar sus ojos del rostro de su Omega.

Lo quería, maldita sea. No era sólo ese deseo lujurioso y primitivo de querer tenerlo bajo su cuerpo; gimiendo y rogando por su polla. Era algo más. Un sentimiento cálido que se expandió rápidamente por su pecho. Era verdadero cariño. Deseaba cuidarlo, protegerlo e incluso mimarlo.

Jimin se movió, casi negando con su cabeza, entonces un dolor sordo recorrió su espina dorsal. Una mueca de dolor reemplazó esa encantadora sonrisa en los labios de Jimin.

—El culo, maldita sea —refunfuñó, llevando una mano a su espalda baja— Creo que mi coxis está roto o algo. ¿Qué tanto hicimos?

Jungkook soltó una risita ronca pero baja. Por todos los dioses, cómo era posible que cayera tan rápido por este muchacho testarudo. Incluso escucharlo maldecir le resultaba encantador.

—Hicimos demasiado, cariño.

Jimin resopló ante el apodo cariñoso. Sabía que no iba en serio, pero le irritaba algunas veces, casi siempre, cuando Jungkook lo usaba en modo sarcástico.

—Mierda... —susurró, sin muchas ganas de alejarse de su Alfa. Se acomodó nuevamente contra el pecho de Jungkook, soltando un suspiro suave.

Había sido irremediablemente irresponsable. Maldita sea. Necesitaba sacar una hora urgente con algun doctor, considerando que el costoso inhibidor que estaba usando desde inicios de mes, había sido completamente inutil ante el acelerador de celo que le rociaron.

—Han pasado cinco días —Jungkook comentó, haciendo que Jimin se tensara por completo.

¿Cinco días?

—¿Qué? —prefirió preguntar, aun cuando sabía a qué se refería su Alfa.

—Desde que fuimos al hotel por tu amigo.

Jimin guardó silencio por un rato, intentando procesar todo sin entrar en pánico.

Oh, dioses.

Definitivamente no había sido un celo normal. Aunque, ¿por qué se sorprendía tanto? Nada estaba ocurriendo con demasiada normalidad desde que conoció a Jungkook. Entonces, ¿por qué seguía actuando como siempre? ¿Por qué seguía siendo tan irresponsable?

—Seokjin... —corrigió Jimin, soltando un nuevo suspiro. Ya no servía de nada lamentarse.

—Como sea —respondió Jungkook, volviendo a acariciar la espalda desnuda de su Omega— Mis hombres lo llevaron a un lugar seguro.

Jimin se removió, incorporándose, hasta quedar sentado en la cama. Reprimió un quejido lastimero cuando el dolor punzó nuevamente.

—¿Le pasó algo? —preguntó, mirando a Jungkook por sobre su hombro.

—No.

—Que alivio...

—Sin embargo —continuó Jungkook— Fuiste demasiado descuidado al ir tú solo a buscarlo. Te lo advertí, pero como eres demasiado imprudente, preferiste no escucharme.

Jimin rodó los ojos.

—Ya...

—Esto es serio, mocoso —gruñó el alfa, agarrando del brazo a Jimin para que volteara a mirarlo. Jimin lo hizo, pero con su ceño muy fruncido— No solo iban a abusar de tu amigo, sino que de ti también. ¿Sabes la cantidad de Omegas que son abusados y asesinados por su nulo sentido de la protección? —Jimin parpadeó aturdido, sintiéndose ligeramente irritado por ser regañado— Demasiados, Jimin.

Jimin lo miró, queriendo estrangularlo telepáticamente.

—No quiero que te vuelvas a exponer de esa manera, Jimin. Lo digo en serio.

—Vete a la mierda. A mí no me dices que hacer —se soltó del agarre de Jungkook, haciendo el intento de levantarse. Sólo logró poner ambos pies contra el suelo, cuando Jungkook lo abrazó y lo jaló de vuelta a la cama.

—Mocoso insolente —gruñó, presionando sus labios contra la nuca de Jimin. Estaban tan apegados que Jimin podía sentir el miembro semiduro de Jungkook contra su culo, también sus firmes pectorales contra su espalda— Estoy intentando cuidarte.

—Puedo cuidarme solo.

—Me di cuenta de lo bien que te cuidas cuando te vi medio desnudo en el hotel.

Jimin se sonrojó, furioso. Era humillante saber que no había podido hacer nada por defenderse de un idiota cachondo.

—Oh, cállate —refunfuñó, cuando no encontró nada más que decir a su favor.

Jungkook sonrió, repartiendo varios besos que iban desde su nuca a su cuello.

—¿Tienes hambre? No has comido mucho.

El corazón de Jimin saltó por alguna razón, pero decidió ignorarlo. Se removió, girándose en la cama hasta quedar frente a Jungkook. El alfa lo miró fijamente, su mirada no era tan oscura como de costumbre, pero había algo nuevo en ellos.

—¿Estás cuidándome? —Jimin preguntó con una coqueta sonrisa, moviendo sus manos por los músculos de su pecho— ¿Es este el efecto que tienen los Omegas sobre los Alfas luego del celo?

Jungkook se limitó a fruncir lentamente sus cejas, antes de hablar.

—¿Efecto? —repitió— No, cariño, no estoy bajo ningún efecto. Solo estoy siendo un adulto responsable, cuidando de un niño que no hace más que meterse en problemas.

—¿Y los besos son parte de tus cuidados de adulto responsable? —Jimin preguntó, casi burlándose del extraño comportamiento meloso de Jungkook.

Los finos labios de Jungkook se torcieron, formando una mueca de disgusto.

—Es la oxitocina, cariño —respondió el Alfa, moviendo su mano vacía la cintura de su Omega. Necesitaba tocarlo, sentirlo más cerca de lo que ya estaban— Es algo normal, conciderando la cantidad de sexo que tuvimos.

—¿Qué? —preguntó Jimin, sin comprender la absurda explicación que Jungkook le estaba dando.

El Alfa rió entre dientes.

—Los orgasmos generalmente producen un aumento en los niveles de la oxitocina, que terminan provocando los sentimientos de cercanía e intimidad.

—Bien, basta. No quiero seguir con esta charla —Jimin suspiró, cerrando los ojos mientras se movía para acurrucarse contra el pecho de Jungkook— Quisiera darme un baño de burbujas antes de comer algo. Me duele todo. ¿Me ayudarías a llegar al baño y a lavar mi cuerpo?

Jungkook lo arrulló, apoyando su barbilla en la cabeza de Jimin.

—Por supuesto que sí, aunque es demasiado temprano para un baño.

—Sí... —Jimin estuvo de acuerdo, bostezando— Creo que quiero dormir un poco más.

Dejando un beso sobre sus cabellos, el Alfa cerró los ojos también. Necesitaba descansar, recuperar esas energías que Jimin le había exprimido.

—Nos bañaremos juntos y luego te llevaré a comer lo que quieras —murmuró el alfa, cayendo casi de inmediato en el sueño profundo.

Jimin abrió los ojos. Respiró de manera temblorosa, sintiendo esa deliciosa combinación de piel limpia y perfume de su Alfa. Inhaló de nuevo, casi ronroneando por lo bien que se sentía estar contra su cuerpo.

Mierda, esto es ridículo. Quizás Jungkook tiene razón y esto es efecto de la oxito-no sé qué. 

Intentó calmarse, cuando su corazón nuevamente saltó desbocado sin ninguna razón.



Ω


Durante esa semana, desde que habían aclarado sus sentimientos y finalmente se habían aceptado el uno al otro, todo parecía marchar de maravillas. Seokjin había hablado con su madre y hermano, disculpándose por su actuar tan irresponsable.

Misuk había llorado, abrazándolo con fuerza y regañándolo cariñosamente, pidiéndole que no volviera a preocuparla de la forma que lo había hecho, alegando que ya no tenía la edad suficiente para soportarlo. Mientras Namjoon... bueno, Namjoon lo regañó en serio, tal cual lo hubiera hecho su difunto padre si aún estuviera con ellos.

Las clases iban bien. Era su tercer y último año para obtener finalmente su título de actor profesional, así que estaba más que feliz.

Aún no había podido ponerse en contacto con Jimin, pero lo llamaba junto a Taehyung cada día a su teléfono con la esperanza de que el Omega respondiera. Y cuando entraba en pánico ante la preocupación, su novio, Taehyung, se encargaba de calmarlo.

—¿Hay que comprar algo más? —Seokjin preguntó, mirando los estantes del supermercado.

—Mmm... —Taehyung tarareó, arrastrando a su novio hacia el pasillo de frituras y golosinas— No, solo quiero tomar los chocolates favoritos de mamá y algo para nosotros.

El beta sonrió.

—Vale.

—¿A qué hora le dijiste a tu mamá que fuera a casa? —preguntó el Alfa, sacando tres barritas de chocolate.

—A las siete.

Taehyung inmediatamente miró la hora en su reloj de muñeca.

—Hay bastante tiempo —murmuró en un tono seductor, jalando a Seokjin de la mano contra su cuerpo.

El beta se rió, empujando suavemente el pecho de su novio.

—No seas tonto. No hay tiempo. Vamos a pagar eso y ayudemos a tu mamá en casa.

Taehyung resopló, para luego volver a sonreír de manera coqueta.

—¿Te quedas conmigo esta noche?

—Uhm... —fingió pensarlo, porque no hacía falta que le preguntaran lo obvio— Quizás.

Taehyung sonrió más ampliamente, sosteniendo por la cintura al beta para mantenerlo quieto y poder besar sus labios.

—Te quedas, maldición.

—Pero si mamá me dice que nos vamos...

Taehyung resopló, interrumpiéndolo.

—Que te quedas, bebé.

Seokjin se rió con ganas, luego aplastó sus labios con los de su novio para besarlo con una urgencia abrumadora. Taehyung le correspondió, besándolo con dulzura, saboreando y succionando su lengua.

—Lo que tú digas, mi amor —susurró Seokjin, luego de romper a regañadientes el beso.

Para esa noche, Taehyung y Seokjin habían planeado una cena familiar, para que ambas familias se conocieran y se hicieran a la idea de que iban a estar juntos. También le iban a explicar sobre el futuro matrimonio de Taehyung y como iban a sobrellevar esa situación.

No demoraron mucho en llegar a casa, considerando que el supermercado estaba dentro del barrio acomodado donde vivía Taehyung.

—¿Mamá? —él la llamó apenas cerraron la puerta principal.

Avanzó por el amplio vestíbulo, pasando por la sala de estar y el comedor, con Seokjin sosteniendo su mano.

Jiyoon se asomó desde la cocina, con el teléfono inalámbrico pegado a su oído izquierdo. Su semblante comúnmente alegre era reemplazado por uno de disgusto, así que Taehyung dedujo que hablaba con su padre.

—Sí, bien —Ella murmuró, llamando silenciosamente a Taehyung con su mano.

Taehyung miró a Seokjin y le hizo una señal para que guardara silencio, luego caminó hacia su madre.

—Es tu padre —ella informó, aunque sabía que su hijo ya lo había descubierto.

—Gracias, mamá —Taehyung tomó el teléfono y lo apegó a su oído— ¿Papá?

Taehyung —la voz áspera de Woobin sonó al otro lado de la línea— Hijo, necesito que vayas a mi despacho y veas si dejé un sobre con documentos en mi escritorio. Los necesito urgente, pero debo asegurarme de que están ahí y no los perdí.

—Vale, déjame ir a ver.

Salió de la cocina y caminó hacia el segundo piso, con Seokjin siguiéndole los pasos.

Cuando llegó al despacho de su padre, se detuvo frente a la puerta oscura. Jamás entraba, porque no le interesaba realmente. Lo que fuera que su padre hacía en el interior, las juntas con sus amigos, las llamadas telefónicas y cualquier otra cosa, le daba exactamente igual.

Cuando abrió la puerta, el olor agrio de su padre golpeó directamente en sus fosas nasales.

Asqueroso.

Su lobo gruñó, inquieto.

—Aquí están, papá —dijo Taehyung, ignorando a su lobo.

Uff —se le escuchó decir a Woobin, completamente aliviado— Mandaré a alguien a recogerlos esta noche.

—Puedo escanearlos y mandártelos por correo.

No —gruñó, como si Taehyung hubiera dicho alguna estupidez— Deja todo ahí y sal de mi despacho. Mandaré a mi asistente, así que cuando llegue, se lo entregas y listo.

—Está bien.

Bien, nos vemos.

—Adiós —se despidió Taehyung y colgó.

Seokjin le tocó la mano a Taehyung, haciendo que este le mirara.

—¿Qué es? —preguntó con curiosidad.

Taehyung simplemente se encogió de hombros.

—No lo sé realmente, pero no quiere que haga nada.

—¿Y le vas a hacer caso?

—Pues no hay nada interesante aquí.

—¿Y si lo hubiera? —insistió Seokjin.

Taehyung sonrió de manera coqueta, tomando la mano de su novio para acercarlo a su cuerpo.

—¿Eres así de curioso, bebé? —rozó sus narices, para luego humedecer sus labios y finalmente besar a Seokjin.

Seokjin ronroneó, abriendo su boca a la vez que subía los brazos y los enredaba en el cuello del Alfa. Ignoraron el molesto olor que los envolvía, centrándose únicamente en ellos, disfrutó de los dulces besos con los que Taehyung le premiaba.

—Mierda. Si seguimos así, terminaré haciéndote el amor aquí mismo.

Seokjin abrió sus ojos, viendo inmediatamente el rostro sonrojado de Taehyung. Dios, era tan hermoso, tan suyo. Fue entonces que un pensamiento lujurioso se apoderó de él, haciendo que su polla palpitara bajo su ropa.

—Entonces hazlo —susurró, mordiéndose sensualmente el labio inferior.

—Mhm... —Taehyung gimió, presionando sus pelvis, sintiendo la dureza de ambos, casi accediendo a la petición de su novio— No, espera —usó toda su fuerza de voluntad para alejar al beta— Aquí todo huele a mi padre, bebé, así que no.

Seokjin resopló.

—Bueno. Aun así, creo que deberíamos hurgar un poco. Algo ha de esconder el cerdo de tu padre.

Contagiándose de la curiosidad, el Alfa finalmente aceptó.

—Bien, pero no puedo abrir el sobre. Se dará cuenta.

—Entonces su computador. ¿Crees que tenga clave?

—No, no tiene. Olvida las claves con facilidad, y como está seguro de que nadie se mete aquí, no le pone.

—Eso es genial, entonces.

Suspirando, Taehyung encendió el computador de su padre, luego se acomodó la dolorosa erección mientras esperaba. Seokjin se rió, porque a él también le dolía estar duro y no hacer nada al respecto.

Cuando finalmente se encendió y estuvo listo para usar, Taehyung vio el mismo fondo oscuro de siempre, las mismas carpetas con iniciales en mayúscula. Miró a Seokjin, quien miraba el monitor con notoria curiosidad.

—¿Por dónde empezamos, bebé? —preguntó el Alfa, sonriendo. Se sentía en una especie de misión secreta.

—Las carpetas —sugirió de inmediato Seokjin, con el estómago apretado de los nervios.

Algunas de las carpetas contenían documentos, otras tenían más carpetas dentro que te guiaban a más documentos y listas de nombres y cosas que Taehyung no entendió realmente.

—¿Ves? Es que no hay nada interesante.

Seokjin abultó su labio inferior, decepcionado.

—No creo que tu padre sea realmente decente, sin ofender.

El Alfa se rió, para nada ofendido, haciendo clic sobre el botón rojo para cerrar las carpetas.

—Tampoco lo creo. Pero bebé, dudo mucho que tenga alguna cosa turbia en su computador.

—¿Quizás en otro lado?

Taehyung soltó el mouse y se dejó caer en la silla de cuero tras él, observando el gran escritorio de su padre. Había varios cajones que podía revisar, pero sabían que su padre no era tan estúpido para esconder lo que fuera dentro de ellos.

Suspirando, tomó la mano de Seokjin y lo guió a sus piernas para que se sentara sobre su regazo.

—Quizás no hay nada, bebé —dijo, rodeando la cintura de su novio mientras enterraba su cara en el pecho de este.

Seokjin le acarició el cabello, pensando dónde buscar. Había algo, como una extraña intuición, que le impedía creer que no había nada ahí que Kim Woobin escondiera.

—Hagamos esto, revisamos los cajones y lo que nos parezca sospechoso, lo examinamos. Si no hay nada, dejamos todo tal cual y nos olvidamos de este despacho tan anticuado.

El alfa frotó su rostro contra el pecho de su novio, para luego alejarse y mirarlo directamente a esos ojos que le observaban con la misma curiosidad de un inicio.

—Está bien —aceptó, porque le era imposible negarle algo. Quería complacerlo siempre, maldición.

El beta se levantó de un salto, animado por empezar la búsqueda. Taehyung lo imitó, comenzando a abrir los cajones. Estaban llenos de carpetas, documentos y contratos viejos. Revisaron cada carpeta, una por una, dejándolas en su sitio cuando no encontraron nada relevante.

—Esto es absurdo — dijo Taehyung, aburrido y un poco molesto por perder el tiempo revisando papeles viejos sin importancia.

Y estuvo a punto de decirle a Seokjin que ya era suficiente, que quería salir de ahí, pero sus palabras quedaron atoradas en su garganta cuando Seokjin abrió con fuerza el último cajón del escritorio.

Fotos. Habían varias fotos de gente que jamás vio en su vida. Todos desnudos.

Seokjin las tomó y comenzó a revisarlas, horrorizándose cuando comenzó a ver niños de diferentes edades.

—¿Qué es esto? —preguntó, pasando cada vez más rápido las fotos— ¿Que es todo esto, Tae?

—N-no lo sé —se agachó y tomó la carpeta oscura que se veía bajo las fotos que aún quedaban en el cajón. Un pendrive cayó, llamando la atención de ambos.

—Conectalo —Seokjin sugirió de inmediato, tomándolo y entregándose a Taehyung.

Un nudo en el estómago del Alfa se formó a la vez que su corazón golpeaba con fuerza sus costillas. Algo iba a encontrar, lo presentía.

Cuando Taehyung lo conectó, una pequeña ventana se abrió a un costado del monitor, anunciando que el dispositivo estaba listo para ser explorado. Sin dudarlo, le dio clic, dejando a la vista que no habían carpetas, sino varios videos.

Cuando le dio reproducir a un video al azar, ambos se congelaron por un momento.

—Oh dios —Seokijn gimió horrorizado, cubriendo su boca con ambas manos.

Taehyung quedó perplejo a su lado, observando sin poder creer lo que veía. No es que fuera tan ingenuo y creyera que su padre era un hombre correcto. No, por supuesto que no lo hacía. Sabía perfectamente que era del tipo abusivo, infiel y despiadado con los más débiles. Pero dioses, jamás lo creyó capaz de esto.

Era un traficante. Pero no cualquiera, maldita sea. Traficaba humanos que, lógicamente, debían ser Omegas. Y el unico proposito de este horrible trafico era condenar a inocentes Omegas a la esclavitud laboral, mental, reproductiva, explotación sexual, trabajos forzados, extracción de órganos, o cualquier forma moderna de esclavitud contra la voluntad y el bienestar.

—Mierda...

A medida que avanzaba el video, podía ver la cantidad de personas desafortunadas que habían caído en aquella red ilegal. Todos vestían unos harapos grises, con sus cuerpos y cabellos mojados. El lugar a simple vista se veía lúgubre.

—Hay que denunciarlo —Seokjin sugirió, aun sonando horrorizado y angustiado.

—No —Taehyung dijo de inmediato, haciendo que Seokjin lo mirara extrañado— No, bebé. Piensa que mi padre tiene poder y contactos. La policía debe estar detrás de esto, cubriéndolo.

Seokjin miró nuevamente la imagen en el monitor, notando entre la multitud a un omega embarazado. Dioses, era obvio que ese bebé moriría apenas naciera. Ningún traficante o comprador querría hacerse cargo de un recién nacido.

—¿De cuándo crees que es esto? —preguntó, su voz sonó ahogada. Quería llorar, porque el llanto de los niños y de los adultos en el video estaba oprimiendo su corazón.

¿Y si aún estaban a tiempo de ayudarlos? De encontrar a ese omega embarazado y ayudarlo a salir de ahí.

Taehyung tecleó por un momento, revisando la información.

—Es de hace un mes —le dijo al beta, cerrando el vídeo— No creo que podamos hacer nada por ellos.

—Dioese —sollozó con impotencia. Taehyung lo abrazó de inmediato, consolándolo.

Su padre definitivamente era peligroso, así que debía mover las piezas correctas para tenerlo contento hasta su boda.

—Escucha, bebé —le dijo a Seokjin, acariciando suavemente su espalda— Hoy nos quedamos aquí, pero será la última vez.

Seokjin se alejó un poco, para mirarlo con sus cejas arqueadas.

—¿Qué?

El Alfa movió sus manos hasta las mejillas del beta, acariciándolas suavemente antes de inclinarse y darle un pequeño beso.

—Si mi padre sabe que estamos juntos, puede creer que no me casare y quizás te quiera fuera del camino. Me casaré con Yuri, porque su padre es igual de desgraciado que el mío. Una vez que ella esté a salvo, debo sacar a mamá de aquí y ponerla también a salvo.

—B-bien... debemos hablar con Nam, él puede ayudarnos.

—Sí.

—Aunque no sé, lleva tanto tiempo sin ejercer su profesión que quizás no quiera ayudarnos, entonces habrá que buscar otra ayuda, porque no podemos dejar que esto siga así...

—Cariño, respira —Taehyung lo interrumpió, intentando calmarlo. Seokjin inhaló profundamente y luego exhaló lentamente— Eso es, bebé —le besó los labios suavemente— Iré por mi laptop y copiar toda la información del pendrive, ¿vale?

—B-bien, yo... —miró las fotos que había dejado sobre el escritorio— No me quiero quedar aquí.

—Vamos a mi dormitorio y me esperas —lo tomó de la mano y lo guió hacia el exterior de la oficina de su padre. Ambos respiraron profundamente, dejando que el oxígeno libre de feromonas agrias purificara sus pulmones.

Camino con Seokjin tomado de su mano hasta su dormitorio, y una vez estuvieron dentro, lo abrazo fuertemente. Él también se sentía abrumado y aterrado. Su padre era un peligro para él y para todas las personas que amaba.

—Haremos algo... —Seokjin murmuró contra el cuello de Taehyung, empuñando sus manos el la espalda de este.

—Claro que sí, bebé.

No sabía cómo, ni cuándo, pero debía detener esta red de tráfico que tal parecía, pertenecía a su padre.

Acaba con él.

Acabaré con él.

Estaba cansado de sus constantes amenazas, de su propia debilidad. Maldita sea, lo odiaba.

—Detendremos esta mierda, de una u otra manera —aseguró Taehyung, acariciando los cabellos púrpuras de su novio.

—Sí —Seokjin se alejó del Alfa— Ahora ve a copiar eso, luego cuando llegue mamá y mi hermano, hablamos con él.

—Vale.

Se alejó y buscó su laptop, volviendo a Seokjin, quien ya estaba sentado en el borde de la cama. Se inclinó para darle un pequeño beso en los labios, pero el beta lo retuvo y profundizó el beso.

Para cuando terminaron, Taehyung apoyó su frente contra la de Seokjin y abrió lentamente sus ojos. Su cabeza hacía rato había comenzado a palpitar de manera dolorosa, pero se alegraba de que Seokjin estuviera a su lado.

—Te amo, Jinnie —susurró, sin muchas ganas de alejarse de él.

—También te amo.

—Iré y copiaré todo, luego bajamos y ayudamos a mamá, pero ni una palabra de esto hasta la noche, cuando podamos hablar en privado con tu hermano, ¿vale?

Seokjin asintió con su cabeza.

—Ni una sola palabra —aseguró el beta.

Dando un último beso, el Alfa se incorporó y salió de su habitación hacia el despacho de su padre, donde copiará toda la información del pendrive e intentaría pasar lo que se encontraba en el computador. Ahora todo parecía ser relevante.  

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