Capítulo 25.

—¿Te vas a casar? —fue lo primero que preguntó, cuando la voz ronca y perezosa de Taehyung sonó al otro lado de la línea.

Hubo una pausa bastante prolongada, haciendo que Seokjin apartara el teléfono de su oreja para verificar que la llamada aun seguía en curso.

Un suspiro tembloroso se escuchó por parte de Taehyung, provocando que el estómago del beta se hundiera dolorosamente.

Sí.

Y eso fue todo. Su mundo parecía desmoronarse justo en ese momento, cuando Taehyung le confirmó lo que ya sabía.

Se había enterado por la mañana, cuando se dignó a abandonar el calor de su cama para ir por alguna pastilla que le ayudara a aminorar el horrible dolor de cabeza que la resaca le había dejado, deteniéndose a mitad del pasillo cuando escuchó el cuchicheo alocado de los panelistas en el programa de televisión. Los medios de farándula en todo corea del sur, así como los del mundo empresarial, consideraban que Kim Woobin; el magnate de hierro, como se le conocía por ser un magnífico empresario, merecía ser el tema del momento, considerando que su único hijo, un apuesto e inteligente Alfa, había anunciado su compromiso junto a la hija menor de la familia Choi.

—Y... ¿no quieres, realmente? —Seokjin preguntó, su voz sonando inestable— Casarte, me refiero.

Recordó vagamente que tiempo atrás habían hablado del tema, donde Taehyung dejaba en claro que no tenía intenciones de unirse a nadie de esa manera. No tan joven, al menos.

No.

—Entonces, ¿por qué?

¿Me lo estás preguntando en serio? —Taehyung sonaba ligeramente molesto— ¿Por qué quieres saber ahora?

—Porque eres mi amigo...

Porque te amo, imbécil.

Una suave risa áspera y sin una pizca de humor vibró en el oído del beta.

Hace unas semanas atrás, no me dejaste explicarte nada. Tampoco respondiste mis llamadas en tu cumpleaños.

—Estaba ocupado, fuera de casa... —mintió, consciente de que existía una alta probabilidad de que Taehyung dedujera que simplemente no le quiso responder.

¿Con tus nuevos amigos?

—Sí.

Genial, supongo. ¿Lo pasaste bien?

Por supuesto que no.

—De maravillas.

Que bien.

—Uhm, sí.

Un pequeño silencio incómodo los envolvió, pero fue Seokjin quien se atrevió a hablar nuevamente. Deseaba tanto volver a esas charlas o llamadas sin sentido, donde reían a causa de cualquier estupidez que se decían.

—Falta una semana para que se acabe el año... ¿Qué vas a hacer?

Otro suspiro se escuchó.

Por el día, no mucho, pero luego por la noche, iremos al bar de tu hermano.

—¿Con Mimi?

Pues sí. ¿Con quién más si no es él?

Seokjin sonrió inconscientemente.

—Claro.

¿Irás tú? —había un pequeño destello de esperanza en el tono de voz de Taehyung.

Sí.

—No. Yo... estaré en otro lado.

Bien, supongo que lo esperaba.

—Entonces... ¿por qué te vas a casar?

Otra pausa. Seokjin se preguntó si Taehyung estaba tan destrozado como él. Quizás sí, porque sabía que había sido sincero cuando le había dicho que lo amaba.

Solo hay una cosa que espero que sepas antes de que finalmente dejemos de hablar —respondió Taehyung, ignorando por completo la pregunta de Seokjin.

Frunciendo el ceño, el beta resopló.

—¿Por qué según tú vamos a dejar de hablar?

Te amo —Taehyung soltó, su voz sonando entre baja y ronca.

—Tae...

Pero a veces el amor no es suficiente, me doy cuenta de ello.

Seokjin cubrió su rostro con su mano libre, y mordió fuertemente su labio para reprimir de esa forma el sollozo que amenazaba con escapar. Inhaló y exhaló lentamente, sintiendo como todo su cuerpo comenzaba a temblar.

No te cases. Por favor, no te cases. Vámonos, fuguémonos juntos si es necesario.

—No respondiste a mi pregunta —logró decir luego de unos segundos en silencio, sabiendo que quizas estaba siendo el idiota más grande del mundo por ignorar aquella confesión cargada de amor y dolor.

Una risita baja, combinada con un pequeño sollozo provocó que el corazón del beta se oprimiera ante la angustia. Lo estaba lastimando. Malditamente lo estaba lastimando.

Me caso porque no tengo otra opción. Y es lógico que dejaremos de hablar, considerando que ya no respondes ni a mis llamadas ni a mis mensajes, Jin. Tampoco le respondes a Mimi.

Sintió una punzada de culpabilidad. Era cierto, los estaba ignorando y se estaba distanciando a propósito.

—Pues... he estado ocupado...

¿Sí? —Taehyung le interrumpió. Parecía que quería discutir sobre su mediocre mentira, pero guardó silencio unos segundos antes de volver a hablar— Es... es bueno saber que estás bien. Feliz cumpleaños atrasado, Jinnie.

—Gracias.

Bien. Yo... debo colgar, tengo unas cosas que hacer.

—Claro.

Cuídate...

—Tú igual. Adiós —colgó, sin esperar a que Taehyung le dijera algo más.

Lanzó su teléfono a un lado, dejando escapar un tembloroso suspiro mientras sus mejillas eran acariciadas por gruesas lágrimas, pero se quitó bruscamente la humedad con el con el dorso de su mano, para luego buscar entre sus bolsillos la cajetilla de cigarros. Cuando la encontró, tomó uno y se lo llevó a la boca para encenderlo, dando una primera y larga calada.

Observó por un momento sus pies descalzos, sin pensar en nada realmente, disfrutando en silencio de la nicotina que se filtraba hacia sus pulmones.

Pero el molesto sonido de su teléfono lo hizo dar un brinco del susto, haciendo que su corazón saltara esperanzado

Se movió para tomarlo, deseando ver quien le llamaba, casi rogando porque fuera él.

No era Taehyung quien le llamaba.

Su estómago se hundió en el dolor por la decepción. Suspirando, deslizó su dedos sobre la pantalla y respondió a la llamada.

¡Kim Seokjin! —el grito de Irene le hizo fruncir el ceño y apartar un poco el teléfono de su oreja.

—Hey... —murmuró, dando otra calada a su ya consumido cigarrillo.

¿Vienes al bar? Estoy Aquí.

Seokjin arqueó sus cejas. Eran apenas las una de la tarde.

—¿Ahora? —preguntó, aun cuando la respuesta era bastante obvia.

Irene resopló, soltando una alocada risita.

¡Pues obvio! Estamos todos aquí, celebrando.

—¿Celebrando?

¡Celebrando la navidad! Dios, jin, ¿en qué mundo vives? Esta noche es noche buena, mañana navidad, lo que significa que hay que estar celebrando.

—Pero son las una de la tarde, mujer.

¿Y eso qué? No es obligación empezar a celebrar desde la noche.

—Mmh... —aplastó la colilla sobre una tapa de algo vacío que estaba sobre su mesita de noche, y botó lentamente el humo que aún retenía en su boca.

Vamos, ven —la Omega insistió, usando una voz dulce y encantadora, la misma que usaba siempre que quería conseguir algo— Lee trajo mota, además de otra cosa.

—¿Qué otra cosa?

Pues ... un polvo blanco, que te hace alucinar muchas cosas - su tono sensual cambio a uno más divertido—Vamos, ven. Te extraño.

Suspirando, se levantó de la cama y se estiró.

—Vale.



Ω

Cuando la llamada se cortó abruptamente, Taehyung apartó el teléfono de su oreja y soltó un largo suspiro.

Estaba sentado en el borde de la cama, a medio vestir; con el torso descubierto y los pies descalzos.

Frotó su rostro con ambas manos, sorbiendo su nariz y soltando un nuevo suspiro. Bien, era obvio que Seokjin lo evitaba.

Era obvio que pasaría.

Se levantó y avanzó hasta su ropero para tomar una camisa y un par de calcetines.

Cuando salió de su habitación completamente vestido y arreglado, se apresuró en llegar a la escalera para bajarla a toda prisa y salir de ahí. Prácticamente para huir.

Estaba cansado de toda la mierda de su padre.

Pero se detuvo cuando vio a su madre a mitad de escalera, bajando cada peldaño con gran dificultad. Sus labios se torcieron en una mueca, y la ira burbujeó bajo su piel.

Maldito hijo de puta.

Gruñó mentalmebte, odiando cada día más a su progenitor.

—Mamá —le llamó, haciendo que la Omega pegara un brinco del susto.

Ella volteó para mirarle, con una encantadora sonrisa que pronto se convirtió en una mueca de dolor. Las heridas alrededor de su boca se abrían con facilidad.

—Hijo... —murmuró ella, agachando la cabeza, totalmente avergonzada de que la viera así.

Taehyung no dijo nada, simplemente se acercó y la tomó por el brazo para ayudarla a bajar.

—Voy a salir —le informó el Alfa, viendo la angustia en los ojos de su madre— Pero intentaré volver pronto.

Ella negó rápidamente con la cabeza, volviendo a intentar sonreír. La sangre se asomaba por las grietas de sus labios magullados.

—Diviértete, hijo. No es necesario que llegues pronto.

Taehyung observó a su madre, lamentando no poder salvarla de las garras de su padre.

—Te traeré algo rico, ¿bueno?

—Está bien —la voz suave y cargada de amor maternal no hacía más que lastimar al Alfa, quien solo anhelaba que ella fuera feliz.

—¿Algo dulce o salado? —preguntó Taehyung.

—Dulce.

—Bien. Yo iré a almorzar con Mimi, pero no tardaré mucho, porque él igual tiene cosas que hacer.

Ella asintió con un corto movimiento de cabeza.

—Saluda a Jimin de mi parte.

—Claro que sí. Te quiero, mamá —se inclinó para besar con cuidado una de sus amoratadas mejillas— Solo... cuídate, ¿sí?

—Por supuesto que sí. Pasalo bien.

Taehyung se alejó, borrando su sonrisa a medida que avanzaba por la casa, hasta que finalmente estuvo fuera y pudo respirar con tranquilidad, sintiéndose libre aun cuando él no era el prisionero de aquella mansión.



Ω

—¡Déjame en paz, mamá! —Seokjin gritó mientras daba zancadas para salir de su casa, azotando con fuerza la puerta al cerrarla.

Misuk suspiró entristecida, sin saber qué más hacer para ayudar a su hijo. Llevaba un tiempo con esa actitud tan rebelde e irrespetuosa, que se le hacía imposible reconocer al niño dulce que ella había criado con tanto amor.

Namjoon, quien apenas se estaba levantando, bajó las escaleras a toda prisa y salió en busca de su hermano.

—Detente ahí, Seokjin —ordenó con dureza.

A regañadientes, Seokjin obedeció, pero no se volteó para mirarlo.

Namjoon no era un Alfa tranquilo y muy educado con todos a su alrededor, pero no toleraba las actitudes irrespetuosas injustificadamente, menos si era a la mujer que les había traído al mundo. Por eso estaba ahí, dándose el trabajo de poner a su hermano menor en su lugar.

—¿Qué quieres, Nam? —Seokjin preguntó con fastidio, sabiendo el sermón que le llegaría.

—¿Qué mierda te pasa? —gruñó, cruzando sus brazos a la altura de su pecho.

Seokjin resopló antes de responder.

—Nada.

—¿Nada? No me jodas.

Finalmente, Seokjin se volteó y le gritó.

—¡Pues vete a la mierda! No tengo porque darte explicaciones de lo que me pasa. No eres papá como para controlarme.

El ceño de Namjoon se frunció furiosamente.

—No, claro que no soy papá. No pretendo serlo, tampoco. Pero ¿adivina? Soy yo el que trabaja y mantiene esta familia, así como también soy yo el que paga tus estudios. Eres mi maldita responsabilidad hasta que termines los estudios y te vayas de esta casa.

—¡Pues te libero de esa maldita responsabilidad, hermano! No necesito que me mantengas. Estoy bastante grande como para arreglarmelas por mi cuenta, sin que tú y mamá anden encima mío cada puto segundo.

—Cuida como me hablas, niño.

—Jódete.

Namjoon lo miró por una milésima de segundo en completo silencio, pensando que sería mejor; si estampar su puño en una de las mejillas de su hermano, o simplemente mandarlo a la mierda y dejar que se saliera una vez más con la suya.

Ninguna de las dos opciones parecía ser la correcta.

Sabía que andaba en malos pasos, así como también sabía todo sobre el drama amoroso con Taehyung. El mismo Taehyung se lo había contado hace uno atrás, cuando fueron con Jimin al bar por la noche.

Y él trataba de ser comprensible, considerando que todos manejan los problemas de diferentes formas. Pero jamás imaginó que su hermano lo manejaría tan mal.

—Dime al menos a donde vas —prefirió decir, sin querer armar una escena más grande de la que ya estaban montando.

—¡Qué te importa! Joder, solo voy a salir con unos amigos y ya.

Namjoon soltó un gruñido furioso, haciendo que Seokjin retrocediera unos pasos.

—Mamá hará una cena un poco más temprano, porque abriré el bar por la noche y así mañana tendré libre.

El beta rodó los ojos con fastidio.

—¿Y a mí qué? Disfruten entre ustedes y a mí déjenme fuera de todo y ya.

Namjoon apretó los labios por un momento, antes de volver a hablar.

—Voy a traer a alguien esta noche, Jin.

Seokjin abrió la boca y luego la cerró, sin saber que decir realmente. Namjoon se acercó lentamente hacia su hermano.

—Mira, sé que la estas pasando mal y te entiendo. No eres el único que ha sufrido por un corazón roto. También estuve ahí, pero lo supe manejar.

Seokjin desvió la mirada, sintiéndose ligeramente incómodo.

—¿Por qué estamos hablando de esto?

—No quise traerla antes, solo por ti —El beta volvió a mirarle— No quería que vieras mi felicidad mientras la estás pasando mal, pero te hemos intentado ayudar y no nos dejas.

—¿Por eso ahora la vas a traer, para restregarme en la cara lo feliz que eres mientras yo veo y me ahogo en mi miseria?

—No.

—Pues bien. De todas formas, no pienso llegar hasta mañana.

—Jin.

—Adiós.





***

Este capítulo es cortito, pero solo quería que supieran un poco de Jin y Tae. Como notaron, ya han pasado varios días (semanas) lo que significa que en el siguiente capítulo les contaré cómo estuvieron conviviendo Jungkook y Jimin en ese lapso de tiempo ♡

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