Capítulo 21.

—Auch —Taehyung soltó un quejido bajo cuando su madre presionó el algodón en la comisura de su magullado labio.

—Lo siento, cariño —Jiyoon se disculpó, sonando verdaderamente preocupada por su hijo.

Taehyung le sonrió con cariño. Había una parte de él, esa que tenía bien oculta a causa de su padre, que le encantaba ser cuidado y mimado por la omega que le había traído al mundo. Amaba a su madre incluso más de lo que ella quizás imaginaba.

—Está bien, mamá, no te preocupes.

—¿Duele mucho? —preguntó ella, ignorando el comentario de su hijo. Sabía que Taehyung no demostraba mucho, solo para no preocuparla

Sin borrar esa encantadora sonrisa cuadrada, Taehyung se encogió de hombros.

—Un poco, pero ya pasará.

Jiyoon suspiró con pesadez, dispuesta a decir algo más, pero guardó silencio casi de inmediato, cuando la presencia y el aroma dominante de Woobin perturbó su pequeño momento de tranquilidad.

—¿Qué mierda haces aquí? —el alfa preguntó con brusquedad, dándole una mirada furiosa a su esposa— Ve a la cocina y prepara mi maldito desayuno. ¡Y apurate, no tengo toda la jodida mañana!

Taehyung giró el rostro para mirar a su padre y apretó los labios, conteniendo el deseo de mandarlo a la mierda. Dios, el deseo de pararse y tomarlo por el cuello para azotarlo contra la pared una y otra vez, era verdaderamente aterrador. Y es que hacía mucho tiempo que ya no lo veía como su padre, sino como el monstruo que lo atormentaba a él y a su madre día y noche.

—Ya voy —la voz de Jiyoon salió suave. Girando su rostro para mirar nuevamente a su hijo, ella estiró su delicada mano y le entregó la bolita de algodón a su hijo— Termina de desinfectar eso y luego aplica la crema cicatrizante.

—Está bien, mamá.

—¡Mi desayuno, mujer! —Woobin siseó cabreado.

Jiyoon se levantó del sofá con rapidez y se dirigió hacia la cocina, dejando a su alfa e hijo solos en la sala de estar.

Woobin esperó a que su omega desapareciera de su vista, para dar una profunda y lujuriosa respiración a las notas dulces y agrias de sus feromonas. Le encantaba de una forma no muy sana, percibir el respeto a causa del miedo que ella le tenía.

Clavando sus ojos oscuros en su hijo, Woobin habló.

—¿Qué esperas que aún no te vas a clases? —elevó su muñeca a la altura de su pecho y miró la hora en su costoso reloj análogo— Se te hace tarde.

Taehyung reprimió la muca, decidido a no demostrar cuanto le molestaban los comentarios ácidos de su padre. En cambio, dejó la motita de algodón de lado y tomó el delgado tubo de crema, para aplicarlo con cuidado en la comisura de su labio.

—Aun tengo tiempo. Tomaré desayuno y luego me iré.

—Lárgate. Tu madre y yo tenemos que hablar —Woobin se sacó la chaqueta de su traje negro, lanzándola sin cuidado al sofá más cercano.

A Taehyung se le hundió el estómago. Sabía perfectamente que no habría ninguna charla.

—Prometiste no lastimarla —murmuró entre dientes— ¿Acaso ya lo olvidaste?

—Por supuesto que no lo olvidé —sonrió con burla, orgulloso de sí mismo por ser él quien tenía el control de la situación— No la lastimaré, pero te recuerdo que tu madre es mi omega, mi mujer.

El ceño de Taehyung se frunció furiosamente, sintiéndose completamente asqueado por las palabras del hombre que se hacía llamar su padre.

—Cállate —gruñó Taehyung.

—Oh, hijo mío, no seas tan mojigato. Ambos somos alfas, así que deberías entenderlo perfectamente, sin horrorizarte como si aún fueras un niño —Woobin comenzó a desenredar el nudo de su corbata— Además, para mi buena suerte, aun cuento con una excelente salud, que me hace querer tener en mi cama a mi esposa cada vez que mi polla se ponga dura. Ahora lárgate y no me hagas perder más mi tiempo.

—No.

—Taehyung —advirtió Woobin, mirando la boca lastimada de su hijo— No me hagas repetir lo de anoche, porque lo creas o no, no me gusta lastimarte. Eres mi único hijo, mi heredero, sangre de mi sangre.

—¿Y debo sentirme privilegiado por eso? —gruñó nuevamente, mirando más allá de su padre. Jiyoon observaba en silencio, sin poder defender a su hijo de las garras venenosas de su alfa.

—Por supuesto que sí. No olvides lo poderoso e influyente que soy, hijo, y solo necesito hacer una llamada a la persona correcta para desaparecer lo que más amas y tenerte de rodillas frente a mí. No lo haré, porque eres mi hijo, pero no tientes a tu suerte, Taehyung.

—¿Me estás amenazando?

Woobin se encogió de hombros.

—Tómalo como se te dé la gana. Ahora vete, no te quiero ver aquí hasta la noche.

Taehyung volvió a mirar a su madre, quien le regaló una pequeña sonrisa y agitó la cabeza, pidiendo en silencio que se fuera para que no tuviera más problemas.

—Llegaré a las seis —informó, guardando la crema en el botiquín para luego dejarla sobre la mesita de centro. Se puso de pie y comenzó a caminar hacia las escaleras.

—Y no olvides que el próximo fin de semana vendrá nuevamente mi socio y su hija —Woobin le recordó con saña, haciendo que Taehyung se detuviera de forma abrupta— Haremos oficial tu noviazgo, y luego de tres meses, se anunciará el matrimonio.

—¡No puedes hacerme esto! —aún no podía creer que su padre literalmente lo estaba obligando a casarse, importándole muy poco si arruinaba su vida, condenándolo por su propia codicia.

—Puedo y lo haré. Ya te lo dejé bien claro anoche, Taehyung. Y no seas tan fastidioso con el tema, porque no necesitas sentir algo por ella, simplemente te casarás y la mantendrás domesticada en tu departamento —la voz de Woobin para referirse a los omegas era tan despectiva que a Taehyung se le revolvió el estómago— Oh, espera, ¿es que acaso quieres seguir follándote a Seokjin? Pues hazlo, da igual, porque te casarás en tres meses quieras o no.

Un músculo palpitó en la frente de Taehyung, mientras apretaba sus dientes con fuerza.

Él no era un alfa violento, pero en estos momentos tenía todo el deseo de serlo. Y es que mierda, quería saltar sobre su padre y tirarlo al suelo, subirse sobre él y golpearlo hasta que los huesos de su cabeza crujieran bajo sus puños.

Mierda.

Sus propios pensamientos le hicieron estremecer levemente.

—Vete a la mierda, papá —prefirió decir, dándose media vuelta para retomar su andar.

Woobin sonrió satisfecho por cómo estaba manejando la situación con su hijo. Tenía a Taehyung prácticamente atado de manos y pies, imposibilitándolo a negarle cualquier cosa que le sirviera para sacar algún tipo de beneficio.

—¡Jiyoon! —gritó, desabotonando sin prisa los primeros botones de su elegante camisa oscura.

Jiyoon apareció en su campo de visión, sin decir nada, sabiendo perfectamente lo que vendría a continuación.

Woobin relamió sus labios al verla ahí, con su mirada clavada al suelo y en completo silencio. Le encantaban y le encendían de una manera alocada los omegas sumisos.

—Mmmh... —tarareó, acercándose a ella— ¿Por qué no usas el perfume que te compré?

Jiyoon apretó los labios. Odiaba los perfumes demasiado empalagosos.

—Yo... pensaba usarlo para alguna ocasión especial —respondió con su encantadora voz suave, reprimiendo el estremecimiento cuando los dedos del alfa acariciaron la piel de su cuello.

El alfa alzó las cejas, creyendo absolutamente cada palabra de su omega.

—Subirás a nuestro dormitorio y me esperarás completamente desnuda —ronroneó las palabras, su nariz enterrándose lentamente en los cabellos de ella, aspirando su aroma, excitándose casi de inmediato— Y te aplicarás un poco de perfume. Hoy será especial, mi amor, te trataré como te mereces.

A Jiyoon se le hundió el estómago antes las palabras. Jamás había sido fan de las caricias de su esposo, de hecho, le desagradaban la mayor parte del tiempo, porque solo buscaba su propio placer mientras le infringía algún tipo de dolor. Pero cuando Woobin se comportaba de manera dulce, cosa que eran muy pocas, parecía doler más, porque todo era una mentira, porque al final terminaba lastimándola incluso más.

—Es... está bien.

Woobin acunó el rostro de su esposa entre las palmas de sus manos, inclinándose hacia delante para rozar sus labios antes de besarla de la manera más dulce posible.

—Sube, voy enseguida —ordenó, cuando sus labios hormiguean y rompió el beso.

Jiyoon asintió con la cabeza, sintiendo el calor subir por sus mejillas. estaba sonrojada, lo sabía. Woobin le pasó el pulgar por los labios, eliminando la humedad de ellos.

—Sigues luciendo tan encantadora cuando te ruborizas, cariño —torció los labios en una mueca. No amaba a su omega, nunca lo hizo realmente, pero la genuina belleza que ella seguía poseyendo aún con el paso de los años, era completamente hipnotizante— Ahora sube y espérame como te ordené.

Jiyoon dio un paso hacia atrás, para luego moverse en dirección de las escaleras. El nudo en su estómago aumentaba a medida que subía cada peldaño. Debía prepararse mentalmente para lo que estaba por venir, aun cuando era algo que no deseaba realmente.

Se detuvo a la mitad, cuando Taehyung apareció y comenzó a bajarlas para encontrarse con ella.

—Que tengas un buen día, hijo —ella le sonrió con cariño, pese a que solo quería encerrarse en algún lugar para llorar por sentirse tan usada y miserable.

Taehyung suspiró, inclinándose para besarle una de sus calientes mejillas.

—Volveré apenas acaben las clases. Cuídate, mamá.

—Tranquilo, tomate tu tiempo en volver a casa —ella acomodó una hebra rebelde en la cabeza de su hijo— No dejes de vivir tu vida, hijo. Yo estaré bien.

—Volveré temprano —insistió— Te quiero, mamá.

—También te quiero, hijo.


Ω

Las clases acabaron antes para él, ya que un profesor se había ausentado por problemas personales. Taehyung se sentó en la misma banca que solía usar tiempo atrás.

Estuvo un buen rato ahí, sentado y mirando a la nada, sumergido en sus propios pensamientos, cuando unos pequeños dedos acariciaron suavemente sus hebras onduladas. Se sobresaltó y giró su rostro, encontrando a Jimin observándole con una cariñosa sonrisa sobre sus labios.

—Hola, ¿cómo estás? —saludó el omega, moviéndose para tomar asiento a su lado— Oh por dios, Tae, tu labio. ¿Qué pasó?

—Hola, bonito —le devolvió el saludo, ignorando la última pregunta. Se acercó a Jimin para besarle una mejilla, pero el fuerte olor que envolvía a su amigo le hizo arrugar la nariz— ¿Qué es ese olor?

Jimin parpadeó rápido, como si estuviera sorprendido por la extraña pregunta, muy consciente de que su amigo no quería hablar de sí mismo. Luego se ruborizó furiosamente cuando comprendió todo.

—N-nada. ¿Qué olor?

Taehyung alzó sus perfiladas cejas ante el mediocre intento de Jimin por ocultar algún tipo de información.

—No lo sé, dime tú. Es como si te hubieran meado encima para dejar en claro que estás marcado por otro alfa, ahuyentando a los que se quieran acercar.

Jimin soltó una risita medio histérica.

—Nada que ver, sólo... no es nada —terminó por decir.

—Mmh... —tarareó Taehyung - Seguro.

—Entonces, ¿terminaron tus clases? —Jimin cambió de tema, fijando su mirada en los pocos universitarios que se paseaban de un lado para otro.

—Sí, hace un rato —Taehyung fijó sus ojos en un grupo de estudiantes, justo a un lado de la entrada de la universidad, y fue terriblemente doloroso saber que pudo reconocer a Seokjin incluso estando de espalda, con un gorro negro negro que dejaba oculto su precioso cabello púrpura.

—Genial, las mías igual.

Negándose a seguir torturándose de forma gratuita, Taehyung apartó la mirada de Seokjin, para volver a observar a Jimin. Le observó solo por una pequeña fracción de segundo, dándose cuenta de que su amigo parecía irradiar algún tipo de felicidad.

—¿Quieres ir a comer algo? —preguntó de forma automática.

Jimin abultó su labio inferior. Taehyung se permitió soltar una suave risita, para luego pellizcarle un moflete a su amigo.

—¡Auch, duele! —Jimin se quejó, acariciando su mejilla— Tonto, me quedará rojo.

—No seas llorón. Entonces, ¿quieres ir a comer algo?

—No puedo —Jimin suspiró— Tengo un compromiso y no puedo faltar. De hecho, ya debo irme.

—¿A dónde irás? —inquirió curioso. Jimin no respondió— Hueles a otro alfa, así que asumo que saldrán juntos, ¿no?

—¿Qué te hace pensar que saldré con otro alfa? —preguntó notoriamente avergonzado, nervioso, sin mirar a Taehyung.

—Vamos, Mimi, no soy tonto. Tu papá no huele así y jamás te marcó hasta el punto de ser desagradable olerte. No te juntas con muchos alfas, y a los pocos que conoces, tampoco te van a andar meando encima para dejarle en claro al mundo que le perteneces. Entonces, ¿con quien estás saliendo?

Jimin frunció el ceño, abriendo la boca para luego cerrarla.

Mierda, esto es estúpido. ¿Por qué me siento como un idiota avergonzado?

Suspirando, Jimin se animó a contarle todo a Taehyung. Eran amigos, mejores amigos que se conocian hasta el alma, era ridículo que le escondiera algo así, incluso si se habia comportado como un idiota y lo hania dejado de lado e ignorado durante varios días.

—Yo... no es cómo así que saliendo, pero para mi papá y sus familia, estamos saliendo...

Sonaba ridículo lo que estaba diciendo, lo sabía. Se cubrió el rostro, completamente avergonzado por sus propias palabras. Taehyung arqueó una ceja, intentando comprender lo que Jimin decía, luego soltó una agradable risa.

—¿Entonces, estás y no estás saliendo?

—Sí, algo así.

—Vale. ¿Y quien es?

—Es... un alfa.

Taehyung lo miró incrédulo, sin saber si Jimin le estaba tomando el pelo o simplemente estaba demasiado nervioso que no pensaba lo que decía.

—Un alfa —repitió él— ¿Y cómo se llama el alfa?

Relamiendo sus labios, Jimin decidió mirar hacia cualquier lugar que no fuera los ojos oscuros de su amigo.

—Jungkook.

—¿Jungkook, qué?

—JeonJungkook —soltó tan rápidamente que Taehyung frunció nuevamente su ceño.

—¿Qué?

—Ay, joder. ¿Desde cuando tan preguntón? —estaba bastante nervioso— Yo también tengo varias preguntas para ti, como por ejemplo, eso en el labio.

Sonriendo, Taehyung estiró su mano y le acarició suavemente una mejilla.

—Solo quiero saber por precaución, tontito. Debo saber quien te anda cortejando por si se atreve a propasarse y a aprovecharse de ti.

—No ignores mi pregunta —Jimin suspiró— Pero eres todo lindo cuando te pones en modo protector, ¿sabes?

Taehyung resopló.

—No ignoro tu pregunta, pero no debes preocuparte, sólo me lastimé y ya. Y con respecto al alfa, lo digo en serio.

—¿Cómo te lastimaste?

—¿Podemos hablar de esto otro día? Te prometo que te contaré todo, pero tengo tanta mierda en la cabeza en este momento, que no sé por dónde empezar realmente —apartó la mano del rostro caliente de Jimin, para hundir sus dedos en su cabello— Y sinceramente, no quiero hablar de esto ahora.

—Vale.

—Entonces, ¿Jungkook?

Jimin asintió con un ligero movimiento de cabeza.

—Es... es Jeon Jungkook.

Taehyung lo miró en silencio, intentando pensar y recordar dónde había escuchado ese nombre antes. Sus ojos se abrieron y luego su ceño se frunció cuando una única persona llegó a su mente.

—No me digas que es ese Jeon Jungkook.

Sin poder contener la risita al ver la cara de asombro de su amigo, Jimin asintió nuevamente.

—Ese mismo.

—No puedo creerlo. ¿Es como quince años mayor que tú?

—Diez, para ser exacto.

—Oh por dios. ¿Tu padre lo aceptó?

Jimin hizo una mueca ante la mención de su padre.

—Lo aceptó.

—No puedo creerlo... ¿Desde cuándo sales con él?

—Desde ayer.

—¿Me estás jodiendo?

—No podría joderte aunque quisiera.

Taehyung hizo una mueca ante el chiste en doble sentido de Jimin.

—¡Jimin! Estoy hablando en serio.

—Vamos, no seas tan dramático. No es algo real, pero para nuestras familias, lo es.

—¿Por qué? —Taehyung quiso saber.

—Bueno... Sus padres andan desesperados porque su hijo treintañero sigue soltero y no sienta cabeza aun.

—¿Y por qué tú?

—Porque tengo las características necesarias; soy inteligente, sexy, bonito. En resumen, soy perfecto.

Taehyung rodó los ojos.

—Narcisista.

—Ya. Igual me quieres, lo sé.

—Pues sí.

Jimin volvió a sonreír, clavando sus ojos en el labio magullado de su amigo. Quería saber realmente que le había pasado, pero si Taehyung no tenía ánimos de hablar aun, lo respetaría.

Ambos volvieron su vista al frente, quedando en un repentino silencio. Jimin dirigió sus ojos al grupo que reía bulliciosamente y bromeaba a un lado de la entrada principal de la universidad.

Fue entonces que lo vio.

Seokjin estaba ahí, sonriéndole a la misma chica con la que ya solía ver casi a diario. Jimin se preguntó si se juntaba con ella solo para lastimar a Taehyung o simplemente quería olvidarlo y darle una oportunidad a ella, considerando que se notaba a leguas que Irene tenía sentimientos por él.

—Lamento esto... —Taehyung dijo de repente, sin girar su rostro para mirar a Jimin.

En cambio, Jimin sí giró su rostro para observarlo, descubriendo que su amigo también miraba a Seokjin. Dios, debía ser tan dolorosa esta situación para ambos.

—¿Qué cosa? —preguntó Jimin, volviendo su vista al frente, observando como Seokjin acariciaba suavemente los cabellos lisos de la chica, sin dejar de sonreírle.

—Joder la amistad, Mimi. Estás en el medio ahora, dividiendo tus tiempos para darnos la misma atención...

—No, claro que no —le interrumpió.

—Lo haces.

—Bueno, si lo hago no es exactamente una tortura para mí.

Taehyung suspiró lentamente, mientras su ceño se fruncía de forma angustiosa.

—Lo amo, ¿sabes? —confesó. A Jimin se le hundió el corazón antes tus palabras cargadas de dolor— Pero no me quiere escuchar.

—Sé que lo amas, así como también te ama Jinnie. ¿Has intentado llamarlo?

Taehyung sonrió, sin un ápice de gracia.

—Me tiene bloqueado de todos lados. ¿Sabes qué es lo peor de todo esto, Mimi?

—No... yo no lo sé.

—Es que me casaré en tres meses.

Jimin casi se atragantó con su propia saliva, su cuerpo inmediatamente se puso rígido.

—¿Tú qué?

Tocándose suavemente la magulladura de su labio, Taehyung giró su rostro para mirar a Jimin.

—Mi papá me golpeó anoche, porque me negué rotundamente a seguirle el juego. Me dejó bastante en claro que no puedo negarme, Mimi. Yo... no puedo hacer nada, porque si me niego, la única persona que pagará directamente las consecuencias será mi madre.

Jimin lo observó en silencio por unos momentos, sin saber qué decir exactamente. Deseaba, quería consolar a su amigo, pero no sabía cómo hacerlo.

—Tu padre es un hijo de puta —terminó por decir.

Soltando una risa ronca, Taehyung asintió.

—Hasta la médula.

—No puedo creer lo que me estás diciendo. ¡Te está condenando a una vida que no deseas!

—Lo sé.

—¿No has considerado fugarte con tu madre lejos de aquí?

—No es tan fácil, porque mi papá tiene demasiada influencia, Mimi. ¿Te imaginas siquiera lo que pasará cuando me encuentre? —Jimin negó con la cabeza. Sabía muy bien que Kim era un enfermo hijo de puta, pero siempre creyó que sería incapaz de lastimar a su hijo, un alfa, su orgullo— Yo sí puedo imaginarlo, porque, mierda, es mi padre. Y es jodidamente repulsivo saber que mi propio padre es capaz de dejar a mamá en una prisión llena de alfas para que abusen de ella sin piedad, dejándome a mí amarrado a una silla para obligarme a observar...

—Dios, Tae... —Jimin se movió más cerca de su amigo y lo abrazó— Mierda, esto es... horrible.

Taehyung se dejó arrullar con los brazos calidos de su amigo, ignorando el fuerte olor amargo que lo envolvía. Necesitaba tanto ser consolado, pero lamentablemente, no le bastaban los brazos de Jimin.

—Lo lamento mucho —Jimin murmuró. Taehyung enterró su rostro en el cuello de este y cerró los ojos, reteniendo de esa forma las lágrimas que amenazaban con salir— Quisiera ayudarte de alguna forma...

—Está bien, puedo con esto.

—Lo siento, Tae...

—Mimi —Taehyung decidió enderezarse, rompiendo suavemente el abrazo. Le sonrió con tristeza, acariciando las mejillas ruborizadas de su amigo— No importa. Mientras mi madre esté a salvo, yo seguiré adelante. Mi padre no tendrá buena salud toda la vida, y si te soy sincero, deseo que el momento de su caída llegue pronto.

—Pero quisiera ayudarte. Somos amigos, y los amigos se ayudan...

—Con escucharme y seguir a mi lado, me ayudas demasiado, Mimi. Eres increíble.

A Jimin se le cristalizaron los ojos. Odiaba saber que incluso algunos alfas, se veían obligados a aceptar una realidad que no deseaban.

Impulsándose hacia Taehyung, Jimin enterró su rostro en el pecho de su amigo mientras lo abrazaba.

—Te quiero, feo.

Taehyung sonrió y le acarició las hebras grises con cariño.

—Lo sé, yo también.

Un sonido bastante conocido los hizo separarse nuevamente. Jimin hizo un puchero mientras rebuscaba en sus bolsillos su teléfono.

Oh.

Era Jungkook quien le llamaba. Le cortó.

—Creo que ya debo irme...

—¿Y dónde es que vas a ir? No me lo dijiste.

—A conocer a mis suegritos —respondió en un tono juguetón.

—Oh, vaya. ¿Seguro que esto no es algo oficial?

Rodando los ojos, Jimin le dio un suave golpe en el pecho.

—Calla esa boca —tomó sus cosas y se puso de pie— Te mandaré un mensaje por la noche, ¿bueno?

—Bueno.

—Nos vemos —se inclinó para besarle la mejilla— Cuidate. Te quiero.

—Tú igual cuídate, Mimi. Te quiero.

Taehyung se quedó ahí mismo, observando cómo Jimin se alejaba rápidamente. Lo vio detenerse junto al grupo donde estaba Seokjin, para decirle alguna cosa y luego despedirse del beta con un abrazo y un beso en la mejilla.

Cuando Jimin abandonó la universidad, Seokjin se giró y miró en su dirección. Ambos se observaron por una milésima de segundo. Y a Taehyung se le oprimió el pecho de forma dolorosa.

Lo extrañaba tanto, que cada vez que soñaba con él, deseaba no despertar.

Seokjin fue quien rompió el contacto visual primero, volviendo su atención a Irene.

—Hombre, ¿qué haces aún aquí? —la voz perezosa de Seojoon lo hizo dejar de torturarse, girando su rostro para encontrar al alfa bostezando.

—Nada.

—¿Vamos a comer algo?

—Mmh.... ¿Algo como qué?

Seojoon se encogió de hombros.

—No sé, lo que sea, pero vamos que muero de hambre.

Sonriendo, Taehyung se levantó de la banca.

—Vale.

—¿Y los chicos? —preguntó Seojoon, totalmente ajeno a lo que pasaba con sus amigos.

—Jimin se tuvo que ir porque tenía un compromiso —respondió a la vez que tomaba sus cosas.

Seojoon tarareó. Le agradaba demasiado Jimin.

—¿Y Seokjin? No lo he visto desde hace un tiempo.

—Está con su nuevo grupo de amigos —gruñó en respuesta.

—Oh. Pues seremos solo tú y yo, entonces.

—Pues así.

—¿No es esto una cita, verdad?

—Vete a la mierda —empezaron a caminar sin prisa hacia la salida del establecimiento.

Seojoon soltó una carcajada al ver la mala cara de Taehyung. Era divertido molestarlo.



Ω

—Me cortaste la llamada —Jungkook reclamó apenas Jimin abrió la puerta del elegante auto negro que le esperaba fuera de la universidad.

—Vete a la mierda —gruñó con fastidio. Y fue muy consciente de cómo el chofer y el guardaespaldas de Jungkook se ponían rígidos ante sus palabras— No vuelvas a llamarme para apurarme.

—Avanza —ordenó Jungkook a su chofer, para luego mirar a Jimin, quien se acomodaba en el asiento— Es eso o voy directo a buscarte dentro... —frunció el ceño cuando un olor a castañas tostadas golpeó sus fosas nasales. Sabía perfectamente que no podía reclamar absolutamente nada, pero le molestó en gran manera sentir el aroma de otro alfa en Jimin.

En su Jimin. Su omega.

—Pues vete de nuevo a la mierda. No soy un niño pequeño para que te tomes atribuciones estúpidas y decidas controlarme.

—Iremos directo al departamento —dijo Jungkook, ignorando el comentario de Jimin— Nos arreglamos y salimos. Mis padres ya nos están esperando en casa.

Jimin resopló con fastidio, luego se hundió en el asiento del auto.

—Bien.

—Y cuida esa boca insolente en casa de mis padres.

Jimin rodó los ojos.

—Me importa una mierda si se escandalizan. Se supone que estoy contigo, no con ellos.

Jungkook apretó los labios, reprimiendo de esa forma una sonrisa rebelde.

—Aun así, compórtate. Yo no soy un universitario, Jimin, soy un político.

—Pues bien por ti, porque yo sí soy universitario.

—Y eres mi pareja, mi omega —le recordó Jungkook, con esa sensual voz ronca— Así que modera esa lengua.

Jimin volvió a resoplar.

—No esperes que llegue allá y te finja ser algo que no soy.

—No, pero modera ese vocabulario. Tengo dos hermanos adolescentes y un padre demasiado sobreprotector.

—Bien por ellos.

Jungkook suspiró. En realidad, no le importaba si Jimin mandaba a la mierda a cualquiera, incluso en la casa de sus padres. A decir verdad, la lengua floja de Jimin era algo que le parecía atractivo.

—Eres un mocoso demasiado rebelde —gruñó Jungkook.

—Totalmente culpable. ¿Quieres castigarme en casa por eso?

Jungkook lo miró, asombrado por las palabras de Jimin. Y Jimin casi soltó una divertida carcajada, pero se limitó a arquear sensualmente una ceja mientras humedecía sus labios con la punta de su lengua.

—No sabía que te gusta recibir azotes.

—Uhm... Aún hay muchas cosas que no sabes de mi, Jungkookie.

El apodo hizo que su lobo aullara de felicidad. Jungkook simplemente alzó sus oscuras cejas.

—Así veo —terminó por decir, sin poder eliminar la desconocida emoción que recorría su cuerpo.

El auto se detuvo luego de unos minutos. El chofer les abrió la puerta para que bajaran sin problemas.

—Esperen aquí, bajamos en unos minutos —ordenó Jungkook.

—Sí, señor.

Ambos avanzaron hacia el interior del elegante edificio, siendo recibidos por el portero, quien les saludó cortésmente. Subieron en completo silencio al elevador, hasta que finalmente entraron al departamento.

—¿Qué? —Jimin chilló cuando Jungkook lo tomó de repente de la mano, y lo arrastró escalera arriba.

—Te castigaré —ronroneó, abriendo con brusquedad la puerta de su dormitorio, avanzando hasta el baño, sin soltar la mano de Jimin.

Jimin gimió desvergonzadamente, sintiendo como el calor subía por sus mejillas y su ropa empezaba a humedecerse a causa de su lubricante.

Joder, sí, castigame.

Jungkook le arrancó sin mucho cuidado la ropa, mientras le besaba con una necesidad abrumadora. Jimin gemía y gruñía, con su mente nublada por el placer que empezaba a sentir.

No fue consciente del momento exacto en que fue arrastrado hasta la ducha, pero sí fue muy consciente del sonido sus pieles húmedas al chocar, de la polla que entraba y salía en embistes salvajes, de los besos y mordidas que recibía en su nuca y hombros, de los dedos que le sujetaban la cintura en un agarre firme y doloroso.

—Oh, Dios, sí. Mierda, así. Más. Aah... Jungkook. Yo, me voy a aah...

Jimin balbuceaba y gemía, con su frente presionando los azulejos de la ducha. Estaba parado sobre los dedos de sus pies, con su espalda arqueada y su culo a entera disposición de Jungkook. No tuvo tiempo para sentirse avergonzado, simplemente lo disfrutó.

Un grito estrangulado escapó de la garganta de Jimin cuando se corrió, sintiendo como su polla bombeaba una gran cantidad de semen y sus piernas flaqueaban, totalmente debilitadas. Estuvo a punto de caer, pero una mano lo rodeó por el vientre, sin dejar de joderlo.

—Mierda —Jungkook gruñó cerca de su oído, aplastándolo con su gran cuerpo pesado.

Cuando finalmente Jungkook se corrió, vaciándose por completo en el interior de Jimin, disfrutando como este le apretaba el eje de su polla con tanta fuerza, presionó sus labios en su nuca húmeda, dejando varios besos en la piel de su omega.

Cuando salió del interior de Jimin, no lo soltó. Jimin lo agradeció mentalmente, considerando que sentía las piernas como gelatinas.

—Debemos apurarnos —Jungkook murmuró, girándolo y apartándo con una de sus manos los cabellos del rostro de Jimin.

Jimin le sonrió medio adormilado. Aun estaba perdido en la densa nube de placer. Jungkook no se resistió y se inclinó para alcanzar sus labios. Lo besó tan dulcemente que Jimin gimió en su boca y se aferró a su cuello, sin querer dejarlo ir.

Ninguno de los dos sabía exactamente cuánto tiempo perdieron bajo la ducha, pero cuando el teléfono de Jungkook comenzó a sonar, este se apartó inmediatamente de Jimin.

—Mierda, es muy tarde —gruñó.

Jimin resopló mientras sonreía. Lucía demasiado adorable con sus mejillas rojas y calientes, dejando en claro que había sido muy bien follado.

Ignorando la belleza de su omega, Jungkook tomó la botella de shampoo y comenzó a lavarle el pelo, para luego lavarselo él.

Vestirse fue más rápido, así que veinte minutos más tarde, ya estaban de vuelta en el auto. Aunque en realidad, habían perdido casi treinta minutos en la ducha.

—Vamos —ordenó Jungkook, sin dar más indicaciones. El auto se puso inmediatamente en marcha.

Jimin aún tenía sus mejillas ruborizadas, y se sentía jodidamente cansado. Solo quería cerrar los ojos y dormir un rato.

—En una media hora llegaremos —Jungkook le informó, reprimiendo el deseo de tomar su mano.

—Despiértame cuando lleguemos entonces —se acomodó, acercándose a Jungkook para apoyar su cabeza en el hombro del alfa.

Jungkook solo sonrió, inclinando su cabeza hacia un lado para enterrar su nariz en el cabello de Jimin.

Mmmh...

—Claro. Descansa.

Jimin no tardó en quedarse dormido, así que Jungkook aprovechó el momento para tomarle de la mano y acariciar con su pulgar el suave dorso de la mano que claramente era mucho más pequeña que la suya.

Adorable.

Entrelazó sus dedos con los de Jimin y suspiró satisfecho. Sus manos, a pesar de la gran diferencia de tamaño, encajaban a la perfección.

Y él sabía la razón. Jimin era su omega.

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