Capítulo 16.


Estaba recostado de la manera más desordenada sobre el cómodo sofá que se encontraba en su amplia sala de estar, con un vaso vacío en una de sus manos.

Se sentía molesto, por decirlo de manera suave. Pero la verdad era que estaba furioso, tanto con su padre como con su ex novia.

Su teléfono volvió a vibrar en el bolsillo de su pantalón. Jungkook no respondió, ignorando nuevamente la llamada de su padre.

Echó un vistazo a la hora en el elegante reloj que colgaba al fondo de la pared, comprobando que era lo suficientemente tarde como para ponerse a revisar los correos que su asistente le había mandado, considerando que no se había presentado en el senado. Estaba harto de las leyes absurdas que estaban proponiendo nuevamente.

Y Jungkook no estaba de ánimos como para soportar a alfas inútiles que solo estaban sedientos de poder y dominio.

De malas ganas, se levantó del sofá y fue a dejar el vaso sobre la superficie de un mueble en la cocina, para dirigirse hacia su oficina y encerrarse a trabajar.

Pero antes de que llegara a su destino, su teléfono sonó nuevamente.

Furioso, respondió.

—Papá, basta. Deja de llamarme —siseó, sonando para nada amable.

Hijo... —su padre habló bajito.

—Estoy ocupado ahora mismo. Voy a colgar.

No, espera. Yo... lo siento.

Jungkook suspiró. Era débil a su padre y esa peculiar forma que tenía para disculparse.

—Está bien, papá —frotó con su mano libre su sien.

No es que quiera meterme en tu vida...

—Pero lo estás haciendo —Jungkook lo interrumpió.

Sí, lo siento por eso. Solo quiero lo mejor para ti. Yo pensé que quizás sería buena idea que volvieras con Jun.

—No, papá, no es buena idea. Por algo terminé nuestra relación. No quiero volver a estar con ella.

¿Es por ese alguien más, verdad?

Jungkook torció los labios en una mueca. Mentirle a su padre, no era una de las cosas que más le gustaba hacer.

Ya no hay vuelta atrás.

Suspirando e ignorando el comentario de su lobo, Jungkook finalmente respondió.

—Sí.

Estoy feliz de saber que estás saliendo con alguien, hijo - Hyun comentó de forma sincera.

—Sí, bueno...

¿Cómo se llama? —Hyun preguntó con evidente curiosidad, interrumpiéndolo.

Jungkook reprimió un nuevo suspiro.

Jimin. Dile que es Jimin y ya.

Su lobo, el muy moral, le estaba alentando a seguir mintiéndole a su padre.

Hipócrita.

—Se llamá Jimin, papá. Es un chico omega.

¡Eso es genial! Quiero conocerlo.

—Papá... —murmuró con voz suave, tratando de controlar su enojo.

Así que tráelo a cenar mañana.

—¿Qué?

Eso, tráelo mañana. Llevas más de díez días sin vernos. Quiero verte y quiero conocer a esa persona especial para ti.

—Papá, no creo...

Así que, no vemos —el omega le interrumpió nuevamente— Te quiero, hijo.

Jungkook no alcanzó a decir nada, porque su padre ya le había colgado.

Jodida mierda.

¿Y ahora, qué voy a hacer?

Ir a buscar a nuestro omega, idiota.




Ω

Las clases finalmente habían acabado, y Jimin se sentía completamente exprimido.

Estudiar leyes, muchas veces resultaba jodidamente estresante. Y Dios, Jimin estaba al borde de mandar todo a la mierda.

Los ramos de su carrera cada vez se volvían más intensos, considerando que estaba por acabar su primer año de estudios.

Y si así era el primer año de leyes, no quería ni imaginarse cómo serían los siguientes.

Paciencia, perseverancia y mucha cafeína.

Pensó Jimin mientras soltaba un largo suspiro.

Se movió con pereza a través de los pasillos semi vacíos de la universidad, luego de haber pasado el rato con Seokjin y con Taehyung. Porque sí, Jimin ahora debía dividir sus tiempos libres para estar con sus amigos.

Una verdadera mierda.

Acomodó su mochila de brillitos sobre su hombro y sacó de su bolsillo una pequeña bolsa de gomitas sabor fresa, con el único deseo de devorarlas todas para apaciguar el rugido de sus tripas. Tenía hambre, considerando que ya eran más de la una de la tarde.

Pero a medida que avanzaba, algo inquietó a su lobo, haciéndole fruncir levemente el ceño.

Mmmh...

Su lobo ronroneó, como si fuera un gatito ansioso por los mimos de su dueño.

¿Pero cuál dueño?

Sacudió la cabeza para esfumar los espeluznantes pensamientos que estaba teniendo, sintiendo como su estómago se apretaba ante una extraña emoción.

Metió una gomita a su boca para saborearla, pero el sabor empalagoso de la fresa no llegó a sus papilas gustativas. Y Jimin frunció aún más el ceño, cuando acarició suavemente el dulce con su lengua en el interior de su boca, sintiendo la deliciosa mezcla que se formaba al juntar café y cacao amargo.

¿Pero qué mierda?

Intentó agudizar sus sentidos a medida que avanzaba cada paso, repentinamente nervioso, pero su juicio se nubló cuando una mano grande le sostuvo por el brazo y lo jaló sin cuidado hacia otro pasillo totalmente vacío.

Jimin no gritó asustado ni tampoco forcejeó por intentar librarse del agarre, porque sabía perfectamente quién era, incluso sin la necesidad de verlo directamente a la cara.

Y eso sí lo espantó.

¿Cómo era posible reconocer a alguien con tan solo sentir su tacto? No, no era solo eso. Jimin lo había sentido un poco antes, cuando saboreó la gomita de fresa, que no sabía a fresa precisamente.

Alfa.

Ignorando el llamado de su omega, Jimin giró su rostro con su ceño muy fruncido, para encarar al estúpido alfa.

—¿Y tú qué? —siseó, soltándose del agarre en su brazo con brusquedad— Dios, realmente eres un acosador.

—Nada de eso —Jungkook gruñó con su sensual voz ronca.

Jimin sacó su teléfono, fingiendo que marcaba un número de emergencia y lo llevó a su oreja derecha.

—¿Aló, policía? Quiero reportar a un hombre que me acosa día y noche.

Jungkook rodó los ojos. No tenía tiempo para lidiar con las ocurrencias del mocoso, así que fue directo al grano.

—Yo... Necesito que me ayudes.

Jimin lo miró incrédulo, pero luego soltó una risita burlesca.

¿El gran Jeon Jungkook necesitaba un favor suyo?

—Me niego —respondió sin siquiera saber más detalles, volteando para alejarse del alfa.

—Por favor... —Jungkook pidió con amabilidad, mandando muy lejos su orgullo de alfa imponente.

El andar de Jimin se detuvo, cuando Jungkook una vez más le agarró del brazo. Y con ese miserable contacto, su cuerpo traicionero reaccionó; calentándose y segregando lubricante.

Maldita sea, ¿qué me pasa?

Zafándose nuevamente del agarre, Jimin levantó su barbilla con arrogancia y espetó:

—No tengo por qué ayudarte. Y de todas formas, sea cual sea tu problema, no me interesa hacerlo. No vemos.

Jimin salió corriendo rápidamente, como si su vida dependiera de ello. Sentía como su ropa interior comenzaba a humedecerse cada vez más, como su polla erguida dolía bajo su pantalón y pedía ser liberada y acariciada, como su piel ardía por la necesidad abrumadora de tener a ese hombre sobre su cuerpo.

Maldita sea, estoy enfermo.

Corrió hasta la salida de la universidad sin mirar hacia atrás, deteniéndose una cuadra más allá del establecimiento. Notó a poca distancia suya un auto totalmente negro, siendo custodiado por dos hombres altos y corpulentos.

Huele a él, nuestro alfa.

Su lobo lloriqueó; triste y frustrado, porque su lado humano no hacía nada más que separarlo de su alfa.

Dejando de lado su malestar interno a causa de su lobo, Jimin reconoció a uno de los hombres. Entonces, dedujo que ese era el auto de Jungkook.

Ambos hombres, alfas, le miraron a través del cristal oscuro de sus lentes. Jimin desvió su vista de ellos, concentrándose nuevamente en el camino, con la urgencia por alejarse de ahí lo más rápido posible.

Tardó horrores en llegar a su destino, soportando miradas lascivas y otras de total rechazo, consciente de que su lubricante se podía oler a una distancia bastante significativa. Y fue bastante incómodo todo, así como los murmullos de algunos alfas mayores, que sonreían y relamían sus asquerosos labios cada que inhalaban, deleitándose con el dulzor de sus feromonas.

Avanzó rápido por la acera, feliz de que solo faltaba menos de una cuadra para llegar a casa.

Lo primero que iba a hacer apenas estuviera en el interior de su hogar, sería ir al baño y quitarse toda la ropa para darse una ducha con agua caliente...

Mmmh... lo necesito.

Quería relajarse y olvidarse de la excitación que aún sentía, negándose rotundamente a tocarse para darse placer.

Pero cuando vio a la distancia que un auto negro estaba estacionado frente a su casa, sus pasos se volvieron repentinamenre lento.

Alfa...

Su corazón brincó desbocado en el interior de su pecho, con una extraña mezcla de felicidad y recelo.

¿Era realmente Jungkook?

Tomando una respiración profunda, Jimin logró percibir sutilmente en el aire las notas amargas y varoniles del alfa.

Café con chocolate amargo...

Delicioso, ¿verdad?

Frunciendo sus labios, Jimin decidió avanzar con una fingida normalidad hasta su hogar. Él no se iba a intimidar por nada, aunque era bastante perturbador enterarse de esa forma que Jungkook sabía donde vivía.

¿No era eso algún tipo de violación a su información privada? Ya que Jungkook no le había preguntado dónde vivía ni su número de teléfono, seguro había usado su poder político para averiguarlo.

Perturbador.

Cuando finalmente llegó a su casa, ignoró por completo el hecho de que hubiera un auto ahí. Abrió la reja e ingresó al pequeño antejardín, para luego detenerse frente a la puerta principal de su pequeña casa.

—Jimin —la voz masculina de Jungkook solo logró que su cuerpo se calentara aún más.

Maldita sea, ¿cómo era posible eso?

Tranquilo. Todo está bien. Piensa en algo feo...

Intentó darse ánimos, con la vergüenza tiñendo sus mejillas. Mierda, seguro Jungkook era capaz de olerlo y saber cuan mojado se encontraba.

—Jimin, necesito de tu ayuda —Jungkook volvió a hablar, alejándose del auto para ingresar al patio delantero, con la simple urgencia de acercarse a su omega.

El olor empalagoso de Jimin iba directo a su polla, maldita sea.

—Y-ya te dije que no —Jimin respondió notoriamente nervioso, intentando introducir la llave en el cerrojo para abrir la puerta.

No pudo. Sus manos temblaban ansiosas por ir a parar al cuerpo de ese alfa tras suyo, con el único deseo de tocarle con lujuria cada centímetro de su piel, para luego bajar y tomar esa gorda y dura polla...

Mierda, no. Definitivamente, eso era algo que no ocurriría. ¡Pero vamos, no podía parar de desearlo!

Rendido, se giró para enfrentar al alfa.

Jungkook le miraba de una forma que Jimin no pudo descifrar, pero eso solo hizo que su corazón se acelerara incluso aún más.

Se pasó una mano por sus cabellos, sintiendo la humedad en sus hebras grises.

—Bien... —suspiró tembloroso— ¿Qué es lo que quieres?

Las mejillas ruborizadas y labios febriles y húmedos de Jimin parecían tener hipnotizado a Jungkook. Era todo lo que deseaba apreciar en ese momento.

¡Oh, por Dios! Ya basta, concentrate.

Jungkook pudo sentir la risa burlona de su lobo, que para su alivio, prefirió mantenerse en silencio.

Finalmente, desvió sus ojos negros del rostro enrojecido del omega, sintiendo una extraña y molesta sensación de duda en lo que pretendía decir. Separó levemente sus labios, dispuesto a hablar, cuando su atención quedó totalmente fijada en la gruesa gota de sudor que comenzaba a deslizarse lentamente por el cuello perlado de Jimin. Maldita sea, él quería quitarla con su lengua, saborear la piel sudada de su omega.

—Mmm... —tarareó aun pensando en lo que desearía, estirando su mano para arrebatarle suavemente las llaves de las manos a Jimin— Es algo que, si no fuera realmente importante, no lo pediría —confesó.

Jimin tragó saliva, sintiendo como un extraño remolino se desataba en su estómago.

—¿Qué... qué es eso tan importante? —tartamudeó, sin dejar de verse nervioso, ansioso.

Jungkook dio un paso más cerca de él e introdujo finalmente la llave en el cerrojo, girándola y abriendo la desgastada puerta de madera.

—¿Podemos entrar? Quisiera poder hablar más cómodamente contigo.

Dios, ¿qué mierda? Él no era en lo absoluto tímido, tampoco se avergonzaba con facilidad. Jimin era alguien tan seguro de sí mismo, que le importaba una mierda si debía pararse frente a un alfa para lo que sea, porque no se dejaba intimidar tan fácilmente. Pero ahora, todo lo que quería era obedecerle, aceptar incluso sin saber qué era eso que el alfa necesitaba.

Jimin carraspeó su garganta, en un vago intento por volver a recuperar su postura confiada.

—Claro, pasa —le dejó entrar primero, luego lo hizo él— Lamento el desorden...

Jungkook miró con curiosidad disimulada el lugar. Era muy pequeño en comparación a lo que él estaba acostumbrado a ver, como la sala de estar o casas en general, pero estaba bien. No le molestaba en lo absoluto estar en el humilde hogar de alguien más.

—¿Entonces? —Jimin preguntó una vez que cerró la puerta, manteniendo su distancia.

La humedad de su ropa interior no hacía más que recordarle que Jungkook podía olerlo sin problema, pero hasta ahora, no había dicho absolutamente nada.

Dios, qué vergüenza.

Jungkook observó el desgastado sillón en la sala de estar, dudando si tomar asiento o no. No quería que Jimin se ofendiera, que creyera que él se creía mucho y que por eso evitaba tocar sus cosas, cuando claramente no era así.

Al final, decidió no sentarse. Necesitaba pedirle que le ayudara, y quería hacerle saber que él lo recompensaría de la forma que su omega deseara, sin límites.

—Mira... —Jungkook empezó, torciendo sus delgados labios ante lo que debían decir. Era la primera vez en su vida, que pedía algo como esto— Sé que no nos conocemos, Jimin...

—Pero podemos —le interrumpió, arqueando sensualmente una de sus cejas.

Jungkook se quedó muy quieto, observándole. Jimin soltó una risita medio histérica, las palabras salieron de su boca antes de que pudiera pensarlas.

—Podríamos —Jungkook estuvo de acuerdo, pero no sonrió para seguirle el juego. Estaba serio, como si aquella reunión se tratara de algo más en su agenda laboral.

Y eso molestó a Jimin.

¿No se supone que necesita ayuda en algo? Pues debería ser amable e intentar convencerlo con algo más que un puto rostro amargado.

—Quizás.

—Mira, tengo padres... un poco entrometidos en mi vida —Jimin alzó sus cejas ante la información— Y tuve una novia tiempo atrás.

El ceño del omega se frunció inmediatamente.

—¿Felicidades? —escupió con molestia, sorprendiendose a sí mismo por su propia actitud.

—No me interesa volver con ella, Jimin —Jungkook aclaró rápidamente, viendo como su omega se ruborizaba aún más de lo que ya estaba.

Dios... se ve tan, pero tan malditamente hermoso así.

Hasta que al fin te das cuenta.

Su lobo siseó, tan cabreado como siempre.

—¿Y? —gruñó Jimin— Disculpa, pero no estoy entendiendo nada.

—Necesito que vengas conmigo a una cena mañana. Con mis padres.

A Jimin por alguna razón, se le calentó furiosamente el rostro. ¿Había escuchado bien?

—¿Qué? —logró preguntar, con su corazón golpeando con fuerza el interior de su pecho.

—Solo.... Necesito que te hagas pasar por mi omega.

No necesita hacerse pasar por nuestro omega, maldita sea. Ya lo es.

Jimin parpadeó repetidas veces, intentando procesar todo. Pero vamos, ¿su omega?

—¿Estás loco?

Jungkook soltó un gruñido bajo, molesto por las palabras del omega. Era un alfa, con la naturaleza de querer ser respetado y no llamado "loco" por un omega.

Pero Jimin no es cualquier omega. Es mí omega, maldita sea.

¡Al fin, joder!

El alfa aulló en su interior, cansado de todas sus decisiones con respecto a Jimin hasta ahora.

Cállate.

Jungkook bufó mentalmente, odiando tener este tipo de comunicación con su lobo.

Observó a Jimin en silencio, apreciando ese precioso rostro totalmente desencajado. Jungkook lo entendía, un poco. Quizás él estaría igual de desconcertado, o incluso peor. Y la verdad es que, él podía pagarle a alguien para que fingiera ser su pareja, decir que se llama Jimin y actuar como cualquier omega refinado, considerando que sus padres ni siquiera conocían al verdadero Jimin. Bien podría hacerlo, pero no quería. La sola idea de que alguien más que no fuera Jimin le acompañara, apretaba sus entrañas en un total rechazo.

Jimin era su omega, maldición. Jimin había nacido para él, así como él había nacido para Jimin.

—Quizás un poco —terminó por aceptar— Por favor...

Jimin respiró profundo, embriagándose con ese delicioso olor que no hacía más que excitarle. Joder, su polla dolía horrible.

—Y... ¿Qué gano yo por ayudarte? —intentó hablar lo más normal posible, considerando que en ese preciso instante una cantidad generosa de lubricante volvió a salir de su interior, descendiendo lentamente por sus muslos internos.

Jungkook relamió sus labios, con sus ojos oscuros y penetrantes clavados en Jimin.

—Lo que tu quieras, Jimin.

Jimin alzó nuevamente sus cejas, y relamió lentamente sus labios.

¿Lo que sea?

Casi gimió alto y agudo cuando un pensamiento llegó a su mente.

Alfa. Quiero... lo deseo...

Su omega lloriqueó en su interior, tan desesperado por la atención del hombre que estaba parado a unos pocos metros de él.

Jimin separó sus labios para decir alguna estupidez, deseando con toda sus fuerzas mandarlo a la mierda y gritarle que no le pensaba ayudar en absolutamente nada, pero un gemido bajo escapó de su boca, obligándole a juntar sus labios nuevamente.

Dios, se sentía tan caliente que ya empezaba a temblar.

Jungkook se puso rígido, consciente de que su omega estaba haciendo un sobreesfuerzo por mantenerse firme en su lugar. El olor de excitación de sus feromonas cada vez aumentaba, volviéndose más empalagosas que antes.

—¿Lo... lo que yo quiera? —murmuró, comenzando a deslizar su mochila por su hombro.

Jungkook asintió con un movimiento de cabeza, viendo como Jimin lanzaba sin cuidado esa extraña mochila con brillitos al suelo.

—No importa lo que sea, yo te lo daré —le aseguró.

Jimin negó con la cabeza, soltando una risita medio estrangulada. Su cuerpo estaba sufriendo espasmos que ya no lograba controlar, mientras el sudor volvía a humedecer cada rincón de su piel.

Movió lentamente los pies, dudando, hacia el alfa, que aún estaba parado en el centro de su pequeña sala de estar.

—Quiero... —balbuceó, su mente comenzaba a nublarse por el deseo abrumador que estaba experimentando— A ti...

Jungkook se quedó quieto por un momento, intentando procesar lo que había escuchado.

Nos desea, tanto como nosotros a él.

—Jimin —Jungkook murmuró con voz suave, ignorando por completo el comentario de su lobo.

—Algo... —Jimin jadeó, frunciendo angustiosamente su ceño. Su rostro estaba caliente y rojo, mientras su piel brillaba por el sudor— Me duele...

—Dime que es lo que quieres —exigió Jungkook, asegurándose de que no estaba mal interpretando nada— Y yo te lo daré, sin importar qué.

Jimin gimió nuevamente, sintiendo como su lubricante volvía a deslizarse entre sus muslos, mientras su polla palpitaba demandando atención.

Maldito alfa arrogante.

—Eres un... —reprimió el insulto, aspirando con necesidad una gran bocanada de aire. Dios, le encantaba el olor de este alfa— Quítate la ropa, maldita sea.

Jungkook sonrió descaradamente, viendo la urgencia en las palabras de Jimin.

—¿Qué? —se atrevió a preguntar, aun cuándo había escuchado perfectamente bien.

Jimin resopló molesto, deteniéndose frente a Jungkook.

—Ayúdame con esto... —Jimin casi rogó— E-entonces yo te ayudaré a ti.

Jungkook movió una de sus manos, acercandola a la mejilla sonrojada del omega para acariciarle la piel caliente. No se sorprendió cuando Jimin se apoyó contra la palma de su mano, soltando un suave gemido.

—¿Estás seguro de que esto es lo que quieres, Jimin?

No era necesario decir literalmente que Jimin quería tener sexo con Jungkook, ya que sus feromonas dejaban muy en claro cuales eran sus intenciones. Jimin estaba demasiado excitado, provocando incluso que Jungkook se sintiera igual o peor.

Jimin asintió rápidamente con su cabeza, mientras relamía de la forma más sensual sus pulposos labios, provocando al alfa, que no hacía más que devorarlo con la mirada. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top